Disclaimer¿de verdad creéis que si todo esto hubiera salido de imaginación estaría yo aquí, escribiendo por amor al arte? Pues no, pero como nada es mío, me aguanto. Bueno, los merodeadores son patrimonio de la humanidad, pero como los creó Rowling hay que reconocerle el mérito a la mujer.
Lo sé. Antes de que me llaméis indecente, tardona sin remedio y demás, os pido disculpas. Si es que ya sé que tengo mucho delito, que llevo casitres meses sin actualizar… que desastre.
- Zara Potter-Black: me alegra que te rías con el fict. Espero que la cita de Sirius y Lily cumpla tus expectativas. Besines.
- Chinchis: la acción entre Lily y James va a tardar un poquito en aparecer… si es que aparece, claro, jeje. Besos y espero que sigas disfrutando con el fict.
- MaDe: por una vez en su vida el plan de James para que Lily tenga una cita con Sirius funciona… pero si la cita resulta un desastre no es culpa del pobre James. Remus va a sufrir un poquito más en este capi, por lo menos hasta que decida dejar a su novia. Y que Sirius le pida perdón a Liz… mmm, no le pidas peras al olmo. Besotes guapa.
- xX Ashley Xx: sip, lo que le sobra a James de liante le falta a Remus para dejar a su novia. Me alegra que te guste la historia. Un abrazo.
- AnnaTB: tú tranquila, que ya verás como se va desarrollando el triángulo Sirius-Lily-James. Yo solo te digo que lo tengo todo muy bien pensado, jeje. La escenita de Sirius pidiéndole perdón a Liz, como todo lo bueno, se va a hacer de rogar. Un besazo.
- alessandra malfoy: a ver si la cita de Sirius y Lily no te decepciona, que se ha hecho esperar. Besotes.
- leodyn: sip, es un fict bastante fuera de lo común para ser de los merodeadores, pero supongo que ese es su encanto. Pobre Samantha, que ya te la quieres quitar de en medio. Besos y espero que te guste el capi.
- nenitablack: jo, hay mucha gente que quería que el plan fallara y no quería que Lily tuviera una cita con Sirius. Pobrecilla. Y pobre James, con lo que le ha costado la cita. Me alegra que te guste el fict. Un abrazo.
- Ginny84: pos me gusta tu historia alternativa al fict, muy original. Bueno, de momento Samantha va a seguir en el fict por tiempo indefinido. Besotes.
- Marie Ann: pues espero que se ponga más interesante todavía y que te siga gustando. Un beso.
- kattys: sip, ya se que en HA hace años, qué digo años, siglos que no actualizo. Tengo el capi nuevo a la mitad, a ver si lo termino ya. Besines.
- shofi-black: si a mí me toca aguantar a un indeciso como Remus, te aseguro que ya le hubiera dejado por imposible hace mucho. Se nota que una de las virtudes de Anne es la paciencia. Me alegro que te guste el fict… ¡y mi bio! Jeje, qué sorpresa cuando lo leí. Rojelia no es un nombre muy común en España, pero me hace mucha gracia. Besotes.
- Hermy: pero que poca confianza tenéis en James. Si el chico cuando se pone es capaz de todo. Un beso y disfruta con el capi.
- Vega de la Lyra: vaya tour que te estás dando por mis ficts, jeje. Me alegra que te gusten. Besines.
Y ahora sí, podéis leer con tranquilidad el nuevo capi Que lo disfrutéis.
Capítulo 7. Visita a Hogsmeade
La mañana en Hogsmeade había sido agotadora para James; además de tener que mantener entretenida a Samantha (era lo menos que podía hacer por ella), el chico tenía que estar pendiente de que Sirius no le viera con su cita. Vamos, que en vez de relajarse lo único que estaba consiguiendo era estresarse más.
- ¿No puedes estar quieto un momento? – preguntó Samantha con fastidio, viendo como James se escondía detrás de un árbol para luego agacharse debajo de un banco. Ese no era el ideal de cita que la chica se había formado en la cabeza – No eres James Bond – murmuró para sí misma.
El moreno la miró extrañado. El proceder de una familia completamente mágica no ayudaba precisamente a estar al día con la actualidad cinematográfica del mundo muggle.
- No, soy James Potter… ¿siete años en el mismo colegio y todavía no te has aprendido mi apellido, Barker? – se burló James.
- Es Parker, imbécil – le dejó ella en evidencia.
- Ya lo sabía – mintió James esbozando una sonrisita de autosuficiencia – Solo estaba bromeando.
- Ya – aceptó Samantha sin creerse ni una palabra y acelerando el paso.
- ¿No me crees? – preguntó el merodeador colocándose delante de ella. Por la cara de Samantha, la respuesta era evidente – Está bien, me equivoqué con tu apellido.
- ¿Lo ves? Tú mismo demuestras lo tonto que eres – esta vez era la joven la que sonreía con autosuficiencia.
James se quedó parado unos segundos, confuso por el comportamiento de Samantha. El que una chica fuera tan borde con él solo podía significar dos cosas: 1. Le caía tan mal que no podía evitar meterse con él en cualquier ocasión. 2. Estaba tan enamorada de él que, para ocultar ese sentimiento, se comportaba así de borde. Las dos opciones eran totalmente opuestas, pero también totalmente válidas.
- Estoy molida – confesó Samantha sentándose en el primer banco que pilló e interrumpiendo de paso los pensamientos de James – Estos zapatos me están matando.
El moreno sacudió la cabeza para despejarse e imitó a su compañera.
- Es el inconveniente de llevar tacones – comentó él.
- Tengo que llevar tacones si quiero estar guapa.
- Yo no lo creo así – rebatió James sonriente.
Ella le miró confusa, antes de preguntar:
- ¿Lo dices porque no soy guapa de ninguna manera?
- Lo digo porque eres guapa de cualquier manera – corrigió James con sinceridad.
Samantha intentó ocultar una sonrisa de alegría, pero a duras penas lo logró. Sin embargo, seguía confusa… ¿ese comentario que había significado¿Debería lanzarse ya¿O esperar un poco más?
Por su parte James había hablado por inercia, aunque siendo sincero, pero no se había parado a pensar en la multitud de sensaciones que su comentario podría provocar en su acompañante.
- ¿Te apetece ir a tomar algo? – ofreció el chico después de unos segundos de silencio.
La invitación alejó a Samantha de sus confusos pensamientos, quien no puedo hacer nada más que asentir levemente con la cabeza pensando que, al fin y al cabo, la cita no iba a salir tan mal como parecía.
Poco tiempo después de que James y Samantha se marcharan, Liz y Anne aparecieron en la misma plaza y se sentaron en el mismo banco.
- Estoy a-go-ta-da – remarcó Liz, dejándose caer sobre el duro banco de piedra y quitándose los zapatos, sin importarle quien la pudiera ver.
- ¡No seas ordinaria! – bromeó Anne, imitando a su ausente amiga pelirroja.
Liz se rió con alegría, por primera vez en la mañana.
- Por cierto – recordó la morena - ¿Qué tal estará Lil?
- Paseando con tu primo por todo el pueblo, riéndole las bromas y mirándole con cara de enamorada profunda – resumió Anne con una sonrisa burlona.
La otra chica por su parte puso los ojos en blanco; seguía sin aprobar del todo el enamoramiento de Lily por Sirius.
- Venga Liz, acéptalo.
- Lo acepto – se defendió la chica.
- No lo aceptas – rebatió Anne – Si lo hicieras, no hubieras puesto los ojos en blanco.
- Es que Lily… se merece algo mejor – intentó explicar Liz.
- ¿Algo mejor? – repitió su amiga, alzando las cejas – Según el sector femenino de Hogwarts, Sirius es de lo mejor del colegio.
- Lily está perdiendo el tiempo intentando conquistar al bala perdida de mi primo. Lo que debería hacer es darse cuenta de que James y ella están hechos el uno para el otro.
- Todo llegará a su tiempo, Liz.
- ¿Tú también piensas que James y Lily deberían estar juntos? – se sorprendió Liz.
- Sí, pero no hay que forzar las cosas. Se darán cuenta de eso cuando sea necesario.
Liz recapacitó sobre lo que su amiga acababa de decir. A decir verdad, Anne tenía toda la razón del mundo, pero la morena no podía evitar crisparse viendo como Lily perdía el tiempo con su primo; Sirius era una casanova sin remedio. Nada ni nadie podría cambiarle… hasta que tuviera por lo menos 40 años.
- ¿Y tú vida amorosa qué tal? – terció Anne, sonriendo de nuevo – Concretamente¿qué tal con Zabini?
- ¿Hablando de mí? – preguntó una voz tremendamente masculina a espaldas de las dos chicas, asustándolas.
- ¡Adam! – exclamó Liz con alegría mal disimulada, dándose la vuelta y topándose con un par de cautivadores ojos verdes.
- Te estaba buscando – anunció el joven.
- Pues ya me encontraste – Liz se maldijo a sí misma mentalmente por lo estúpido que había sonado eso.
- Ya veo… - pero a Zabini no pareció importarle - ¿Podríamos… esto… hablar?
Anne se dio cuenta enseguida de la doble intención de la pregunta.
- No os preocupéis por mí – dijo la castaña inmediatamente al ver que sobraba y levantándose, dispuesta a irse – Voy a ver unos cuantos escaparates. Dentro de poco es Navidad y tengo que ir pensando en los reg…
Pero la joven cortó la explicación de repente. Por la forma en que se estaban mirando a los ojos los dos jóvenes, estaba visto que ninguno de los dos la estaba prestando la más mínima atención. Con una sonrisa y deseando que las cosas salieran bien, Anne les dejó a solas.
- Tú dirás – le animó Liz a empezar, una vez que Anne se había marchado.
- ¿Por qué me evitas? – preguntó Zabini directamente, demostrando que no era de los que se andaban por las ramas.
Liz apartó la vista, intentando no encontrarse con los ojos verdes del chico que, paradójicamente, no hacían más que buscarla.
- No te evito.
- Liz – el joven se dio cuenta de que había sonado demasiado brusco, por lo que suavizó el tono de su voz – Liz…
La chica suspiró. No sabía cuanto más iba a aguantar haciéndose la dura, pero como Zabini la hablara así, estaba segura de que sería capaz de hacer cualquier locura.
- Está bien – aceptó ella finalmente – Te he estado evitando.
- ¿Por qué? No tienes que tener miedo de mí – aseguró Zabini, tomando a la joven de la barbilla y obligándola así a mirarle a los ojos.
- No tengo miedo de ti. Tengo miedo de mí… de lo que pueda sentir – explicó Liz, sintiendo que se iba a morir de la vergüenza.
Zabini sonrió imperceptiblemente y un atisbo de ternura se asomó en el gesto. El chico todavía no se explicaba como se estaba comportando de una manera tan… pastelosa. Por norma general, él era un Zabini en toda regla: duro, frío e impenetrable. Pero Liz estaba haciendo de él todo lo contrario… fue entonces cuándo se dio cuenta de que la morena era alguien especial: al fin y al cabo, estaba consiguiendo cosas que con otra chica hubieran sido completamente imposibles.
- Olvídate de eso. Tan solo… compórtate como tú eres en realidad y todo irá sobre ruedas.
- Es que no quiero ilusionarme mucho, Adam. No quiero pensar que tú sientes algo fuerte por mí y luego…
- Pues piénsalo, porque es exactamente lo que estoy empezando a sentir – la cortó Zabini, hablando con sinceridad.
- Eres un Zabini, los Zabini no sienten – replicó Liz no muy segura de lo que el chico acababa de afirmar.
Él volvió a sonreír, pero esta vez con amargura. Había pensado muchas veces en ello, en que era un Zabini y como tal, no debía mostrar sus sentimientos. Pero siempre, al pensar en eso, había llegado a la misma conclusión.
- Antes que Zabini soy persona, y las personas sienten¿no?
- ¿No estás conmigo por darle envidia a Malfoy? – preguntó Liz, revelando su más grande duda.
De nuevo, Liz había dado en el clavo. En un primer momento, Zabini se había sentido atraído por la morena precisamente por esa razón, pero había sido algo pasajero. En esos instantes, lo que menos le importaba era Malfoy.
- No – aseguró él con rotundidad.
Eso era justo lo que Liz necesitaba. Zabini había pronunciado ese "no" con tanta seguridad, que todas las dudas de la chica se disiparon en un abrir y cerrar de ojos. Con una sonrisa de pura alegría, Liz se acercó al joven y le besó en los labios, primero tímidamente y más tarde con intensidad.
- ¿Significa eso que puedo considerarte mi novia? – preguntó Zabini una vez que se hubieron separado.
- Ya lo puedes ir anunciando por todo el colegio – le recomendó ella con una sonrisilla traviesa.
- Tomaré eso como un sí – interpretó el Sly tomando a su chica por la cintura y atrayéndola hacia sí.
ooooooooooooooooooo
Instantes antes y tras dejar solos a Liz y a Zabini, tal como había dicho, Anne se había dirigido al centro del pueblecito mágico para ver escaparates. El problema es que se había pasado toda la mañana recorriéndose de arriba abajo todas las tiendas de Hogsmeade con Liz y, lógicamente, la castaña no creía que el contenido de los locales hubiera cambiado mucho desde la mañana. Así que a la joven no le quedó otro remedio que ir a la taberna de Las Tres Escobas a matar el rato. Con un poco de suerte, pensó, igual se encontraba con Remus y Grant y se entretenía presenciando otro de los numeritos de la pareja.
Dicho y hecho. En cuanto Anne puso un pie en el local e hizo la revisión de reconocimiento de rigor, la chica encontró a sus dos objetivos sentados en una mesa al lado de la ventana. Anne se acercó a la barra y pidió una cerveza de mantequilla, antes de sentarse estratégicamente de forma que la pareja no la pudiera ver, pero que ella si se pudiera enterar de todo lo que se hacía o se decía en la mesa de Remus y Grant.
Por su parte, el licántropo se encontraba soberanamente aburrido. Había aguantado todo el día y de manera estoica las tonterías de Rachel (que si un besito por aquí, que si otro por allá…), se había aburrido con las conversaciones vacías de su novia y se había pasado todo el día evadido de la realidad, cavilando y pensando la manera de cortar su relación con Grant de la manera más sencilla posible. Lo bueno es que eso le ayudaba a no quedarse dormido; lo malo es que todavía no se le había ocurrido una idea buena.
- Remussss… Remusín – la cantarina voz de su novia le sacó de su amodorramiento.
- ¿Eh? – preguntó él, haciendo un esfuerzo por mantener los ojos abiertos.
- Remus… ¿me estabas escuchando?
- Claro que sí, cariño – contestó Remus de forma monótona.
A Grant por lo visto le valió esa respuesta, por lo que siguió "poniendo al día" a su novio de todos los cotilleos del colegio. Eso era más de lo que el merodeador podía soportar y en más de una ocasión se le cerraron los ojos por completo.
- Remus – le volvió a llamar la joven - ¿Estás dando cabezadas?
- ¿Eh? No, no – se apresuró a responder Remus a la vez que se frotaba frenéticamente los ojos, como intentando despejarse – Es solo que estoy un poco cansando, nada más.
Remus había estado a punto de soltar su típica excusa de que se acercaba la luna llena, pero se dio cuenta justo a tiempo de que Grant no sabía nada de su condición de licántropo.
- Mira Remus, no sé que te pasa últimamente, pero estás como ido.
El joven dio gracias interiormente porque Grant se hubiera dado cuenta de una vez de su estado de apatía perenne que Remus adoptaba cada vez que estaban juntos.
- Comprendo que esta relación te canse, hay veces que a mí también me agobia – Grant puso los ojos en blanco – pero tienes que entender que hay que guardar las apariencias. La gente está empezando a hablar y…
- Me importa una mierda lo que piense a gente – la cortó Remus furioso.
- Pero a mí no – replicó ella, actuando de forma inconsciente y no percibiendo el brillo peligroso en los ojos del licántropo – Así que recapacita lo que te acabo de decir y compórtate como si fuéramos una pareja feliz. No quiero llegar al baile de Navidad sin acompañante.
Sin decir nada más, Grant se levantó de la mesa, le dio un beso en la mejilla a su novio para que nadie pensara que habían discutido, y abandonó la taberna. Remus maldijo por lo bajo. Estaba seguro de que si Rachel le hubiera dado la oportunidad de discutir, él hubiera encontrado la excusa y el momento adecuados para dejarla.
Pero el chico no pudo sumergirse de nuevo en sus pensamientos, ya que rápidamente la compañía de Grant fue reemplazada por otra mucho más agradable.
- ¿Problemas con la novia? – preguntó Anne sentándose enfrente y tomando un sorbo de la cerveza de mantequilla del licántropo.
Como respuesta, Remus rumió por lo bajo unas palabras que la castaña no llegó a comprender, pero que la hicieron reír.
- Siempre tengo problemas con Rachel – afirmó Remus, esta vez de manera comprensible.
- ¿La has dejado? – atacó la joven, aunque sabía de sobra cuál iba a ser la respuesta.
- Hombre… dejar lo que se dice dejar… - empezó a decir Remus, rascándose la cabeza en un ademán cómico.
- No la has dejado – terminó Anne la frase por él, con tono decepcionado.
- No – aceptó el merodeador finalmente, bajando la cabeza en señal de derrota.
- Mira Remus, sabes que yo he tenido mucha paciencia con todo este asunto… – empezó a explicar Anne, pero el chico la interrumpió.
- Yo también tuve mucha paciencia las 54 veces que te pedí una cita. Y también tuve mucha paciencia las 54 veces que tú me rechazaste.
- ¿Contaste las veces que me pediste una cita? – preguntó la castaña divertida, pero inmediatamente adoptó su expresión más seria – Déjalo. El caso es que quiero que sepas que no voy a estar ahí siempre, esperando a que cortes con Grant. Es más, diría que m estoy cansando de tanto esperar.
- Pero…
- Tú tiempo se acaba, Remus – anunció Anne levantándose de la mesa y echando un vistazo a su reloj de pulsera – De hecho se está acabando ahora mismo… cinco… cuatro… tres…
- ¡Espera! – exclamó el licántropo, interrumpiendo la cuenta atrás – Déjame que te explique.
- Tienes 30 segundos – cedió ella, sentándose de nuevo.
- Anne, yo quiero estar contigo – para enfatizar más la confesión, Remus la tomó de la mano – Pero no quiero hacer daño a Rachel.
- Ella no está enamorada de ti – replicó Anne con toda la frialdad que pudo reunir – No veo el problema.
- Ya sé que no esta enamorada de mí, tan solo encaprichada. Pero tienes que entenderlo, los rechazos nunca se encajan bien, y menos si eres tan orgulloso como Rachel.
Anne entendía la posición de Remus, pero no se lo hizo saber al chico. Lo que el licántropo necesitaba en esos momentos era presión, no comprensión.
- Lo que tú digas – dijo la joven levantándose de nuevo – Pero yo ya me estoy cansando.
- Anne… - empezó a decir Remus.
- Tu tiempo se acaba – repitió la chica, acercándose peligrosamente a su compañero.
Los labios de Anne estaban a escasos centímetros de los de Remus, pero en el momento preciso, la joven giró la cabeza de manera deliberada para plantarle un suave beso en la mejilla del merodeador. Cuando vio la cara de pasmarote que se le había quedado al chico, Anne pensó que le encantaba ser tan mala; debía practicarlo más a menudo. Con una sonrisa traviesa, la chica se alejó de Remus y abandonó el local.
Mientras tanto y en una mesa cercana, un par de ojos marrones ocultos tras unas gafas habían observado la escena sin perderse ni un detalle, a pesar de que no podía oír la conversación que habían mantenido Remus y Anne.
- Como tu amigo no se espabile pronto, la va a perder – anunció Samantha, que no había seguido la escena con tanto interés como James, pero que sí se había enterado a grandes rasgos de lo que había pasado.
- ¿De qué hablas? – se hizo James el despistado, intentando mantener en secreto la vida amorosa de Remus.
- Vamos James, todo Hogwarts habla del triángulo Grant – Lupin – Moore.
- Hogwarts no es más que un nido lleno de cotorras chismosas – murmuró el joven por lo bajo.
- Puede ser, pero ya sabes que en Hogwarts las noticias vuelan – le recordó Samantha – Y la que va a volar es Moore como Lupin no haga algo ya.
James miró a la chica con cara de que todo eso ya lo sabía, pero su expresión cambió se repente; se le había ocurrido una idea.
- ¿Podrías hablar con él? – pidió el merodeador súbitamente.
- ¿Hablar¿Con quién? – preguntó Samantha sin saber a quién se refería su acompañante.
- Con Remus¿con quién va a ser?
- ¿Cómo voy a hablar yo con Lupin? – Samantha encontraba la idea completamente estúpida – Nunca le he dirigido más de dos palabras seguidas…
- ¿Y qué? – la cortó James como si eso no fuera un verdadero inconveniente, para luego añadir de manera cómica – Nunca es tarde para entablar una bonita amistad.
- No seas payaso, James – rió ella – Además¿para qué iba a hablar yo con Lupin?
- Dices que como Remus no haga algo rápido, Anne se va a cansar de esperarle. Y tienes toda la razón. Yo ya se lo he dicho, Sirius se lo ha dicho… ¡hasta Peter se lo ha dicho! Y eso que está todo el día en la luna. Creo que si tú le das ese consejo, viniendo de una chica, se acabará de convencer del todo – explicó James.
Samantha le miró seriamente, como analizando lo que el moreno la acababa de proponer.
- No – se negó la chica después de pensárselo unos segundos.
- Pero Samantha…
- Que no – volvió a decir Samantha – Sería una situación absurda… ¿quién soy yo para darle consejos amorosos a Lupin?
- Por favor…
- No me gusta meterme en la vida de los demás. Y menos en la vida amorosa.
- Por favor…
- Lupin no aceptaría el consejo de una desconocida.
- Por favor…
- Tiene que darse cuenta él solo de que va a perder a Moore.
- Por favor…
La chica alzó los ojos hacia James y se fijó en el gesto de cachorrito abandonado que había adoptado el Gryffindor.
- Está bien – cedió Samantha finalmente – Pero haz el favor de quitar esa cara de pena.
- ¡Bien! – exclamó James con alegría y recuperando su gesto normal.
- Y que sepas que ya has cubierto el cupo de favores que se le pueden pedir a una desconocida. Ya van dos en menos de una semana.
- ¡Gracias! – volvió a exclamar James, ignorando las quejas de la chica y plantándole un beso en la mejilla.
- No seas tan… efusivo – pidió Samantha, sintiendo con fastidio como sus mejillas enrojecían a pasos agigantados.
- Lo siento – se disculpó él, al notar la incomodidad de su acompañante.
Los dos jóvenes se sumergieron en unos minutos de incómodo silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos: James no sabía como interpretar la extraña actitud de la chica; Samantha por su parte no sabía si estaba descifrando bien las "señales" que, según ella, el moreno le estaba dejando.
- Odio los silencios incómodos – dijo James al cabo de un rato.
Samantha sonrió, dando a entender que ella también odiaba ese tipo de situaciones.
- ¿Vamos a dar una vuelta? Parece que no hace mucho frío en la calle – propuso James.
- Estamos en Noviembre. Hace frío – objetó la joven. Pero a pesar de todo, ya se había levantado y se estaba poniendo el abrigo.
- Que manía de llevarme la contraria siempre – susurró James por lo bajo, dejando que Samantha pasara delante.
ooooooooooo
La jornada en Hogsmeade había sido agotadora tanto para Lily como para Sirius, pero sobre todo para la pelirroja, quien no estaba acostumbrada a recorrerse el pueblo de arriba abajo gastando bromas, a cada cual peor.
- Sssshhhh – Sirius, agazapado detrás de unas cajas, se llevó un dedo a la boca pidiendo silencio.
- ¿No crees que esto es un poco… peligroso? – susurró la pelirroja, siempre tan prudente, a su lado.
Sirius negó con la cabeza, pero la sonrisa de niño travieso que esbozó no tranquilizó en absoluto a Lily; más bien consiguió el efecto contrario.
- Empieza la cuenta atrás – dijo el moreno – Cinco… cuatro… tres… dos… uno… ¡cero!
Al pronunciar cero, tres explosiones simultáneas provocadas por los petardos del Doctor Filibuster que los dos jóvenes habían colocado por todo el local, hicieron que la tienda de golosinas de Honeydukes se pusiera patas arriba.
- ¡Pilla todo lo que puedas! – le gritó Sirius a la chica, en medio de todo el alboroto que se había formado.
No hizo falta que se lo dijeran dos veces a Lily. La pelirroja había tenido sus reservas cuando Sirius le había expuesto su plan, pero una vez que ya habían organizado el desastre y no había vuelta atrás… ¿por qué no aprovechar? Así que Lily, como la mayoría de estudiantes de Hogwarts que abarrotaban la tienda, se lanzó a llenarse los bolsillos de dulces.
Un cuarto de hora después, Sirius y Lily se hallaban tumbados sobre el césped de un parque cercano, con todo el botín de golosinas reunido y riéndose a más no poder.
- ¿Sabías que eres un pequeño terrorista en potencia? – consiguió decir Lily entre carcajada y carcajada.
- ¿Yo? – Sirius se hizo el ofendido – Tan solo soy el Robbin Hood del siglo XX que lucha contra las garras del capitalismo. ¿No te das cuenta de que esos buitres de Honeydukes se están enriqueciendo gracias a nosotros de manera injusta? Nos engañan y nos estafan cada vez qu…
Una carcajada de Lily cortó el discurso del merodeador.
- Esta ha sido la mejor broma de todo el día – calificó la chica con una enorme sonrisa.
- ¿Tú crees? Yo me quedo con el chapuzón forzado de Snape.
- Jajajaja – Lily no pudo reprimirse al recordar a Snape en calzoncillos y metido en la fuente de la plaza de Hogsmeade, con todo el mundo mirándole y riéndose de él - ¿Viste su cara? XD… ¡todo un poema!
- Le hicimos un favor – se defendió Sirius, riéndose también - ¿Hace cuánto tiempo crees que no se duchaba?
- ¿Pero Snape se ducha? – bromeó la pelirroja.
Los dos jóvenes se pasaron un buen rato riéndose y recordando las bromas que habían gastado ese día, hasta que un silencio cayó sobre ellos. Pero no uno de esos silencios tan incómodos, sino un silencio agradable, un silencio que al estar con una persona con la que te sientes cómoda, no se nota.
- No sabía que fueras una chica tan divertida – confesó Sirius al cabo de un rato. Lily giró la cabeza y posó sus ojos verdes sobre él – Quiero decir… siempre tan estudiosa, tan amante de las reglas…
- Hay una Lily más allá de los libros – contestó ella seriamente.
- Ya lo sé, según James eres una joya de chica. Pero lo que quiero decir es que… bueno, no creía que fueras tan gamberra.
- Eres tú, que me perviertes – sonrió Lily.
- Pues tendré que pervertirte más a menudo – Sirius se giró también, hasta quedar cara a cara con la chica – Eres mucho mejor pervertida.
Lily esbozó una pequeña sonrisa, aunque por dentro se sentía hecha un flan. Si su intuición femenina no le fallaba (y esperaba que no lo hiciera), lo próximo sería que se besaran… era lo normal¿no? Habían pasado un día estupendo, se habían reído como nunca y ahora tocaba el beso. Era de cajón. El problema es que el género masculino era completamente inestable, y Lily lo puedo comprobar en sus propias carnes.
- Es hora de volver – anunció Sirius levantándose de un salto y tendiendo una mano a Lily para ayudarla a hacer lo mismo.
- Sí – accedió Lily un poco descolocada por el movimiento tan repentino.
El camino de vuelta al castillo estuvo marcado por el silencio; Lily se hallaba demasiado confundida y cabreada a la vez al ver que sus intentos de culminar la cita como Dios manda habían sido frustrados. Por su parte, Sirius se sentía extrañamente feliz y pensaba que James tenía toda la razón al decir que Lily era una chica especial.
Lamento que el capi haya sido más corto de lo normal, pero es que si me meto con lo que sigue, no acabo.
Bueno, pues ya tenemos todo algo más liado todavía… ¿qué pasará con Sirius y Lily¿Prosperará la "relación"¿O se alinearán los planetas contra ellos dos? Solo yo tengo la respuesta
Y para el próximo capi…
- Samantha es la voluntaria forzosa para darle consejos amorosos a Remus.
- Una pequeña charla entre los dos Black.
- Samantha da un paso adelante en relación a James.
Pos ya está todo dicho. Así que un beso y hasta el próximo capi.
bars9
Miembro de la Legión de las Lupinas
Miembro de la Orden Siriusana
Hermana de Mina Black
Miembro de las 15 de Mey.
