Disclaimer: no soy ni Papá Noel, ni los Reyes Magos, ni mucho menos Rowling. Así que no me pidáis regalos ni me demandéis por esto.

Para celebrar el nuevo año que está a punto de empezar, aquí tenéis un nuevo capítulo de este loco fict.

Por cierto, como el método de respuestas a los reviews que propone la página no me gusta porque deja a los anónimos sin respuesta y no tengo un blog o algo por el estilo para responderlos, he optado por dejarme un review a mí misma. Es un rollazo, pero por lo menos no os quedáis sin respuesta.

Y ahora sí, a leer el nuevo capi. Que lo disfrutéis.

Capítulo 10. Algo pasa con James

- Así que al final lo conseguiste – comentó Liz con tono inexpresivo al enterarse de la noticia. Qué digo de la noticia, del notición con mayúsculas y rótulos luminosos.

- Objetivo cumplido – aseguró Lily con una enorme sonrisa tan solo equiparable a la alegría que sentía.

Liz, al igual que Anne y al igual que cualquiera que conociera bien a Lily, no veía creíble esa pareja. Llevaba siete años pensando que Lily era para James y el verla emparejada con Sirius le parecía totalmente antinatural.

- Al final va a resultar que Sirius el "alma libre" no es tan libre – bromeó Anne, una broma que le salió realmente forzada.

Lily miró a sus dos amigas alternativamente. Aquella no era la reacción que esperaba en absoluto.

- No os lo creéis – dijo la pelirroja finalmente con seriedad, borrando la sonrisa de su cara.

- Claro que sí – respondió Liz rápidamente.

- Lo que pasa es que…

- Seguís pensando que James y yo estamos hecho el uno para el otro – cortó Lily la réplica de Anne. Al ver las caras afirmativas de las dos jóvenes, Lily solo pudo decir – Eso es absurdo.

Liz y Anne intercambiaron miradas, pero no dijeron nada.

- Absurdo y estúpido – añadió Lily al ver que ninguna de las otras dos no tenían la intención de rebatir su afirmación.

- Lily… - comenzó Anne intentando parar la tormenta que se avecinaba.

- A mí me gusta Sirius. Y esperaba que os alegrarais por mí.

La mirada herida de Lily despertó un sentimiento de culpabilidad en sus dos amigas. La pelirroja tenía razón. Aparte de lo que pensaran y como buenas amigas que se suponía que eran, deberían haberse alegrado al enterarse de la noticia. Y lo habían hecho, solo que no se lo habían demostrado a la pelirroja.

- Nos alegramos, de verdad – aseguró Anne con tono sincero.

Lily entrecerró los ojos, analizando el grado de sinceridad que había en las palabras de su amiga. Luego posó sus ojos verdes sobre Liz, que al sentirse observada resopló y dijo:

- Espero que seas muy feliz con el gilipollas de mi primo.

Liz lo había dicho con tono automático, como si estuviera programada para ello, pero Lily sabía que viniendo de ella aquello era mucho. La pelirroja recobró la sonrisa que lucía desde la conversación con Sirius y abrazó a las otras dos jóvenes.

- Solo te pongo una condición – dijo Liz al separarse. Lily y Anne la miraron muy atentas, temiéndose lo peor - Que no te pongas tonta, que no me hables a todas horas de Sirius, que no os intercambiéis saliva delante de mí y que no intentes que me lleve bien con él.

- Eso no es una condición – se quejó la pelirroja.

- No la hagas caso – interrumpió Anne dedicándole a la morena una mirada de reproche – Y ojalá te vaya muy bien con Sirius.

- Por lo menos hasta que te des cuenta de que James es el amor de tu vida – Liz no pudo evitar meter la pulla, tras la cual sonrió inocentemente.

Por otra parte, Sirius también estaba ansioso por contarle al primero que se cruzara en su camino lo de su nuevo ligue. Y el desafortunado fue…

- ¡Remus! – exclamó el moreno al entrar en su habitación y encontrarse con su amigo.

El licántropo levantó la mirada del libro en el que estaba enfrascado.

- ¿Qué te pasa ahora? – preguntó de mala gana.

- El lobito está cabreado ¿eh? – se burló Sirius.

- ¿Tú no estarías cabreado si la petarda de tu ex no tuviera otra cosa que hacer que fastidiar tu nueva relación? – soltó Remus todo lo que lleva acumulando durante bastantes días.

Sirius pensó que él no estaría cabreado. No. Él estaría que se subía por las paredes.

- La culpa es tuya – ante la mirada incrédula de su amigo, Sirius aclaró – Por buscártelas tan difíciles.

- Claro, como tus novias son más simples que el mecanismo de un chupete…

- Grant tampoco es una lumbreras¿eh? – se picó el moreno por el comentario.

- Lumbreras no será, pero toca huevos es un rato – Remus suspiró con cansancio antes de retomar el tema inicial de la conversación - ¿Qué era lo que me querías decir?

En la cara de Sirius apareció de nuevo una sonrisa deslumbrante al recordar el notición que tenía que contar.

- Lily y yo estamos juntos.

La primera reacción de Remus fue la de soltar una carcajada, de esas que sueltas cuando te cuentan un buen chiste.

- ¿Por qué te ríes? – inquirió su amigo sin comprender su reacción.

- Porque cada día haces más el payaso.

- No estoy haciendo el payaso – replicó Sirius de nuevo picando.

Remus escrutó la cara de su amigo, buscando el más mínimo detalle que le delatara. Pero no. Sirius estaba impasible. Aquello no podía ser cierto.

- No puedes estar hablando en serio – murmuró Remus, comenzando a creerse las palabras del moreno.

- ¿Por qué no?

- Lily es de James – contestó el licántropo. Para él aquello era tan cierto como que dos y dos son cuatro.

- ¿Ah sí? – preguntó Sirius con ironía – Pues yo no veo que lleve ningún cartel en el que ponga "propiedad de James Potter".

- Da igual. Lily es de James. Tú mismo estabas empeñado en juntarles.

- Eso fue un ataque de locura momentánea – se excusó Sirius – Lily es una chica maravillosa. Y está conmigo – afirmó tajante.

Tras esa declaración de intenciones, Sirius se marchó de la habitación en busca de alguien que recibiera la noticia de un modo más efusivo. Remus por su parte se quedó mirando la puerta fijamente durante unos segundos. Luego resopló, negó con la cabeza y llegó a la conclusión de que aquello iba a terminar muy mal.

ooooooooooo

A principios de diciembre, la campaña de Grant por arruinar la relación de Anne y su ex había disminuido en intensidad. Lo que había aumentado era el malhumor de Remus, ya de por sí susceptible por la proximidad de la luna llena.

Cuando Remus comenzó a salir con Anne tenía en mente lo que cualquier chico de 17 años tendría: cenas románticas a la luz de las velas (a la luz de la luna quedaba descartado por completo), paseos por los terrenos de Hogwarts, regalos por cada aniversario… bueno, quizás eso no era exactamente lo que cualquier chico de 17 años tendría en mente y él era un romántico.

Lo que de ninguna manera el licántropo había incluido en sus planes era una ex novia vengativa y empeñada en arruinar cada cita que tenía con su pareja. Remus podía contar con los dedos de la mano las veces que había podido hablar con Anne sin que ésta tuviera la cara afectada por algún hechizo. Y aquella era una de esas ocasiones.

- ¿Se puede? – preguntó Remus llamando suavemente a la puerta entreabierta del cuarto de las chicas.

- No deberías estar aquí – dijo Anne, abriendo la puerta del todo e invitándole con un gesto a que pasara.

Remus miró a su novia como diciendo "¿y me lo dices ahora?", pero se limitó a entrar en la habitación y sentarse en el alféizar de la ventana.

- ¿A qué has venido? – preguntó la joven castaña.

El merodeador se quedó en silencio y tan solo observó como Anne iba de aquí para allá, intentando poner en orden el caos que reinaba en la habitación. Al ver que no iba a obtener una respuesta, Anne levantó la vista hacia su novio.

- ¿Piensas quedarte ahí sentado toda la tarde?

Remus se encogió de hombros.

- Es uno de los pocos momentos en los que puedo observarte con tranquilidad.

Anne frunció el ceño al recordar el principal hobbie de Grant: joderla, hablando claro, mal y pronto.

- Esa estúpida de Grant – murmuró la joven sentándose al lado de Remus - ¿Cuándo se cansará?

- Nunca – afirmó Remus con seriedad – Y precisamente de eso venía a hablarte.

- Tú dirás.

- Mira Anne… a mí me gustas mucho – empezó el joven – Mucho. Muchísimo. Pero necesito tener una relación normal contigo. Pasear por Hogsmeade, besarte en medio del Gran Comedor sin miedo a que Grant tome represalias…

Anne le miró, enfadada por lo que acababa de decir el chico.

- ¿Y me lo dices a mí¿Crees que yo no quiero poder ir de la mano contigo, sin que la imbécil de tu ex me lance un hechizo? A la que tienes que decírselo es a Grant.

- ¿Y por qué no se lo dices tú? – sugirió Remus, soltando por fin lo que quería decirle a su novia – A mí no me hará ni caso. Tú impones respeto, Anne.

La castaña reflexionó sobre las palabras de Remus. Ya tenía pensada una charla de mujer a mujer con Grant. El hecho de que al merodeador también le pareciera la mejor solución consiguió animarla para que esa charla se produjera cuanto antes.

- ¿Impongo respeto? – repitió Anne.

- Sí, claro… - el licántropo dejó la frase en suspenso – Tú lo que quieres es que te dore la píldora¿no?

- Llámalo como quieras – susurró ella rodeando con sus brazos el cuello de su chico.

Remus sonrió y atrajo a la joven hacia él, besándola con suavidad. Uno de los pocos besos que podía darle con tranquilidad y ajeno a la ira de su ex.

- Mañana mismo hablaré con ella – prometió Anne una vez su hubieron separado.

Tal y como Anne había dicho, tras la última clase del día siguiente la joven dedicó su tiempo a buscar a su objetivo. No fue muy difícil encontrarla, descartando lugares como la biblioteca (lugar que Grant no pisaría jamás ya que según ella, el hacerlo sería un suicidio social) o los terrenos del castillo (el frío de diciembre podría estropear su fino cutis) y deseando que no se encontrara en su sala común, Anne tan solo tuvo que buscar en los baños. Y precisamente en los del tercer piso se encontraba su presa, retocando su maquillaje.

- Grant – la llamó Anne nada más entrar en el baño.

La aludida apartó la vista del espejo y posó sus ojos sobre Anne.

- Bonito cutis – apreció Grant antes de añadir con una sonrisa maliciosa – Aunque se nota que últimamente ha sufrido bastante.

Anne esbozó una sonrisa forzada antes de lanzarse al ataque.

- Conmigo no te las des de lista, Grant.

Grant guardó su barra de labios en su bolso y se encaró a la joven castaña.

- Si vienes a reclamarme por lo que te ha estado pasando estos días…

- Muy aguda.

- Tan solo estaba defendiendo lo que es mío – sentenció Grant obviando el comentario jocoso de su rival.

Anne borró la sonrisa falsa de su cara y la sustituyó por una expresión dura, de esas que solo adoptaba cuando la estaban tocando mucho las narices. Se colocó extremadamente cerca de la otra joven y la miró directamente a los ojos antes de hablar.

- Dos cosas, Grant – comenzó la Gryffi – Primera: Remus es mi… ¿has oído bien? Mi novio, lo cual implica que no es tuyo. Y segunda¿ves esta varita? – Anne sacó su varita del bolsillo de la túnica y la pasó lentamente por delante de los ojos de Grant – Pues te aseguro que soy perfectamente capaz de utilizarla. No me temblará el pulso a la hora de lanzar una maldición si la ocasión lo requiere.

A Anne no le hizo falta alzar la voz ni repetirlo dos veces. Por la mirada que le lanzó Grant antes de abandonar el baño, le quedó muy claro que su relación con Remus por fin iba a ser normal.

ooooooooooo

Su físico atractivo y su apellido no menos atrayente, hacían de Adam Zabini alguien muy valorado entre el sector femenino. No era extraño verle rodeado de cuatro o cinco chicas que intentaban desesperadamente llamar su atención, incluso ahora que era de dominio público su relación con Liz. Sin embargo, para Zabini no pasaba desapercibido el hecho de que últimamente, Lucile Bouquet no le dejaba ni a sol ni a sombra. Lo extraño de todo es que Bouquet no era esa clase de chicas que se arrastraba por un hombre, normalmente eran los hombres los que se arrastraban por ella.

Rápidamente, Zabini se dio cuenta de que había una mano negra detrás de todo eso. Y la continua vigilancia a la que se sentía sometido por parte de Liz (a pesar de que él fingiera no darse cuenta), le ayudo a llegar en seguida a la conclusión de quién era la artífice de ese acoso por parte de Bouquet.

Estaba claro que aquello era una prueba. Y también estaba muy claro que no iba a sacar nada de la boca de Bouquet. Por alguna extraña razón que todavía desconocía, la Sly se limitaría a cumplir con lo pactado sin soltar prenda.

Ante tal situación, la mejor solución que encontró Zabini fue exactamente la que su novia quería ver: aguantar estoicamente las insinuaciones de Bouquet hasta que Liz lo creyera conveniente.

Y tan solo tuvieron que pasar cuatro días para que la Gryffi lo creyera conveniente.

- ¡Adam¡Adam!

Liz era la única persona en todo el castillo que le llamaba por su nombre de pila, por lo que Zabini no tuvo que darse la vuelta para saber que la morena venía corriendo hacia él.

- Adam – repitió ella jadeante al llegar a su altura.

- ¿Por fin me vas a sacar de este retiro forzoso? – preguntó Zabini.

- ¿Retiro forzoso?

- Llevas cuatro días sin hablarme.

- ¡Oh! Eso – Liz pareció recordar – Pues precisamente de eso quería hablarte.

Zabini adoptó una postura de fingida curiosidad; no quería arruinarle el plan a la joven diciéndole que ya lo sabía todo. Por lo menos de momento.

- Supongo que te habrás dado cuenta de que estos últimos días… eh… digamos que has tenido a Bouquet pegada a tu culo continuamente.

- Pegada a mi culo es algo que nunca diría un Zabini pero sí, eso es exactamente lo que ha pasado.

El comentario de Zabini había sido solo una broma que cualquiera que no conociera su particular humor la hubiera tomado como algo hiriente. Por suerte, Liz conocía de sobra ese humor, lo cual no impidió que le diera un golpe en el brazo.

- Cállate y déjame hablar – ordenó Liz antes de continuar con su explicación – El caso es que alguien, que no voy a nombrar porque no viene al caso, me sugirió la idea de…

- ¿Ese alguien no será Sirius Black? – interrumpió su novio.

Liz frunció el ceño, frustrada al darse cuenta de que era casi imposible engañar a un Slytherin. Y más a un Slytherin como Zabini.

- De acuerdo. El caso es que Sirius me sugirió la idea de ponerte a prueba durante unos días. Ya sé que no suena muy bien y que debería haber confiado más en ti, pero tenía dudas y de alguna manera debía resolverlas.

- Podías haberme preguntado.

- De alguna manera sin que tú te dieras cuenta – especificó Liz.

Sin embargo y por la sonrisa que esbozó su novio, Liz se dio cuenta de lo que pasaba.

- Tú ya te habías dado cuenta de todo¿no?

- Ventajas de ser un Slytherin – respondió Zabini encogiéndose de hombros – Tenemos la mente muy sucia.

Liz se quedó callada, sin saber muy bien cómo seguir y de nuevo frustrada por haber sido tan inocente y creer que iba a engañar a alguien tan inteligente como Zabini. Su plan había sido demasiado obvio.

- ¿Y los resultados son…? – preguntó el joven, rompiendo el silencio.

- Supongo que si ya sabías de que iba todo, los resultados no son muy válidos.

- Ah, no, no, no – se negó él – Quiero saber si he aguantado como un campeón las constantes insinuaciones de Bouquet o no.

- Sabes que sí – le dio la razón Liz con desgana.

Liz se sentó en un escalón, completamente desanimada. Zabini se dio cuenta del estado de ánimo de su chica, provocado por él y por su perspicacia. Quizás hubiera sido mejor no decir nada y fingir que no se había dado cuenta del plan… pero no. La base de una relación era la sinceridad y eso él lo tenía muy claro.

- Vamos, Liz, no te pongas así…

La joven morena suspiró.

- Es que… joder, compréndelo. Con toda la ilusión del mundo me montó un plan en la cabeza, pido ayuda para llevarlo a cabo, lo pongo en práctica y… - explicó Liz gesticulando exageradamente con las manos – resulta que tú ya te habías dado cuenta de lo que estaba haciendo. Todo al garete. Me has frustrado como mujer y como mente pensante.

Esta vez fue Zabini el que suspiró.

- ¿No crees que debería ser yo el disgustado? – preguntó él a su vez – En fin, me acabas de decir que no confías en mí. Joder, que me has puesto en periodo de prueba.

Liz miró al joven directamente a los ojos, sintiéndose tremendamente culpable.

- Está bien – aceptó la morena finalmente – Los dos estamos enfadados.

- ¿Eso te hace sentir mejor?

Ella asintió con la cabeza.

- Y ahora que supongo has despejado todas tus dudas¿podremos tener una relación tranquila y normal?

- Mis relaciones nunca son tranquilas y normales – sonrió Liz con picardía.

Zabini también sonrió, tomando a su chica por la cintura y besándola, como sellando la reconciliación.

oooooooooo

Las últimas semanas de clase del trimestre estaban siendo apacibles para todos: Remus y Anne volvían a disfrutar de su relación sin intromisiones, Liz había dejado de entrometerse en la vida amorosa de sus amigas para dedicarse a la suya propia, Peter… bueno, Peter andaba a lo suyo sin molestar demasiado, Sirius y Lily iban "viento en popa a toda vela", según acostumbraba a decir el merodeador…

Sin embargo, a Lily le faltaba algo. Y ese algo tenía nombre y apellidos: James Potter. Desde que había comenzado a salir con Sirius, James había desaparecido literalmente de su vida. Le veía en las clases y en las comidas, y siempre de refilón. Lily estaba empezando a pensar que James la evitaba.

Esa situación se hizo patente de nuevo durante una cena en el Gran Comedor, siete días antes de que les dieran las vacaciones de Navidad.

- ¿No es maravillosa la Navidad? – suspiró Liz observando con entusiasmo la esmerada decoración del castillo.

- Este año lo han puesto todo muy bonito – dijo Anne apreciativamente.

- A ti nunca te ha gustado la Navidad, Liz – atacó Sirius, sin desperdiciar una oportunidad como aquella para meterse con su prima.

- Eso es porque nunca había estado enamorada – replicó la morena con el mismo tono soñador de antes, dispuesta a que nada, ni siquiera Sirius, interfiriera en su estado de felicidad continua.

Sirius puso los ojos en blanco ante la declaración de su prima.

- Dicen que este año Dumbledore va a organizar un baile de Navidad – comentó Lily.

- Estupendo – dijo Sirius tomando a la pelirroja por la cintura – Así podré lucir a mi pareja como se merece.

- Lo dices como si fuera un objeto – bromeó ella.

El merodeador rió y besó brevemente a Lily en los labios, gesto ante el cual James tuvo que apartar la mirada.

- ¿Os vais a quedar aquí estas vacaciones? – se interesó Lily tras la pequeña muestra de cariño.

- Claro, es nuestra última Navidad en Hogwarts – respondió Remus.

- Y si hay un baile, pues con más razón todavía – le apoyó su novia.

- ¿Y tú, James? – preguntó Lily volviéndose hacia el moreno - ¿Te quedas aquí?

- Sí, claro – respondió James con desgana, sin ni siquiera levantar la vista del plato.

Lily frunció el ceño. La actitud de su amigo la desconcertaba y la irritaba. Estaba claro que el distanciamiento venía a raíz de su relación con Sirius, algo totalmente incomprensible si se tenía en cuenta el hecho de que James había sido su principal ayuda a la hora de conquistar a Sirius. La pelirroja sacudió levemente la cabeza, como intentando despejarse, y se unió a la conversación de sus amigos.

- ¿Así que Zabini se había enterado de todo? – preguntó Anne cuando Liz les contó a todos su experiencia con el periodo de prueba al que había sometido a su novio.

- Absolutamente de todo.

- Es que eres demasiado obvia – le recriminó Sirius.

- Pues te recuerdo que la idea fue tuya – atacó la morena a su vez.

- Sí, pero la forma en que la pusiste en práctica fue demasiado obvia.

Liz hubiera continuado con la discusión de no ser por James, que se levantó bruscamente dispuesto a abandonar el comedor.

- ¿Dónde vas? – preguntó Remus.

- A acostarme – respondió el moreno – Estoy muy cansado.

En cuanto James desapareció por las grandes puertas del Gran Comedor, los cinco chicos se dirigieron miradas extrañadas. A nadie le había pasado desapercibida la actitud de James ni el hecho de que el cambio del merodeador había surgido a causa de la relación de Sirius y Lily. Para Liz, Anne y Remus, el hecho de que James estaba enamorado de Lily no hacía más que confirmarse.

- Tendrá la regla – intentó Liz quitarle hierro al asunto.

- Es un hombre – replicó Sirius – Es imposible que tenga la regla.

- Era una broma – aclaró su prima - ¿O acaso no entiendes mi humor?

- No. Es demasiado malo para una mente tan brillante como la mía.

Liz resopló antes de levantarse.

- Voy con mi novio – se despidió – A tratar con mentes brillantes de verdad.

- Mira que te gusta picarla – le reprochó Remus a su amigo, a la vez que él y Anne imitaban a Liz – Nosotros también nos vamos.

En cuanto la pareja abandonó la mesa de Gryffindor, Sirius rodeó con un brazo la cintura de Lily y sonrió.

- Al fin solos.

- Rodeados de medio Hogwarts, pero solos – añadió la pelirroja echando un vistazo al comedor, que todavía estaba lleno.

- ¿Quieres que demos una vuelta por fuera? – propuso Sirius.

- Hace demasiado frío.

- Pues por dentro.

- No. Estoy muy cansada.

Sirius miró con preocupación a la joven.

- ¿Te pasa algo? – preguntó el merodeador.

Lily levantó la vista hacia su novio.

- No. ¿Por qué lo preguntas?

- Normalmente no pones tantas pegas. Siempre dices que con tal de estar juntos, es lugar es lo de menos.

Lily suspiró. A otro quizás sí, pero sabía que a Sirius no podía engañarle.

- Es James – dijo ella simplemente.

Como Sirius se temía, el motivo de preocupación de la pelirroja era su mejor amigo. Y no la culpaba en absoluto.

- ¿Qué pasa con James?

- No me digas que no te has dado cuenta de lo raro que está últimamente.

Claro que Sirius se había dado cuenta. De hecho, el cambio de actitud de James no había sido solo hacia Lily, sino también hacia él. Casi no le hablaba, se pasaba el día desaparecido, no pisaba la sala común… en otras palabras, le evitaba.

- Claro que me he dado cuenta.

- Me preocupa, Sirius – confesó Lily mirándole directamente a los ojos.

Sirius sintió la angustia de Lily a través de sus ojos verdes. Quizás él se guardaba más los sentimientos y evitaba hablar sobre el tema, pero Lily no era así. Lily le estaba abriendo su corazón. Lo justo era que él hiciera lo mismo.

- A mí también me preocupa, Lily – murmuró el moreno, acariciando suavemente el pelo de la joven.

- ¿Qué podemos hacer? – preguntó la pelirroja, acurrucándose en los brazos de Sirius.

- No lo sé – suspiró Sirius – Realmente no lo sé, Lily. James es muy complicado y cuando se encierra en sí mismo, es imposible hablar con él.

- James es mi amigo. Le quiero de vuelta.

Sirius apretó a Lily con sus brazos. Temía que en cualquier momento la pelirroja se pusiera a llorar y él no sabría como reaccionar.

- Yo también le quiero de vuelta – susurró Sirius posando un suave beso sobre la cabeza de la pelirroja.


No sabéis lo difícil que se me hace escribir las escenas de Sirius y Lily. Ya sé que lo habré dicho mil veces, pero por decirlo una más no va a pasar nada: para mí Lily y James son sagrados. Creo que este esfuerzo se merece vuestros reviews

Y para el próximo capítulo, esto es lo que os espera:

- Dudas y más dudas de Lily

- Baile de Navidad por cortesía de Dumbledore y todo lo que un baile implica (que es mucho)

Si al hecho de que estoy de vacaciones le añadimos el dato de que últimamente mi ritmo de escritura es imparable, como resultado tendremos un nuevo capítulo de este fict la semana que viene. Y os aviso que tengo unas ganas locas de escribir ese capi, ya sabréis porqué.

Besotes, feliz año nuevo y no os atragantéis con las uvas.

bars9