Disclaimer: no soy ni Papá Noel, ni los Reyes Magos, ni mucho menos Rowling. Así que no me pidáis regalos ni me demandéis por esto.
Mi primera actualización del año. Y además ni siquiera he tardado una semana. Y eso que os lo merecíais poco (o más bien nada) teniendo en cuenta la descompensación que hay (y temo que habrá por los siglos de los siglos) entre el número de reviews y el número de visitas.
Por cierto y por si alguien no se ha enterado, las respuestas a los reviews están en otro review que me dejo yo en el fict.
Terminadas las introducciones, el nuevo capítulo. Que lo disfrutéis.
Capítulo 11. Dudas existenciales
La actitud de James se intensificó a lo largo de la última semana de clases del trimestre. Era como una tortuga, cuanto más intentabas que saliera, más escondía la cabeza.
Y lo que para Lily había comenzado como una sospecha, ahora era una certeza tan cierta como que Grant se teñía el pelo todos los meses: James la estaba evitando. Al principio podía ser casualidad el que cuando intentaba hablarle, el chico recordara repentinamente que se había dejado la varita en la sala común. O el que cuando se encontraban en el pasillo, se agachará a atarse el cordón de su zapato al tiempo que Lily pasaba por su lado. O el que en cuanto la sala común se vaciaba y los dos se quedaban allí solos, James se escabullera hacia su habitación alegando que necesitaba dormir. Y así una lista interminable. Pero cuando todo esto se sucedía un día tras otro, eso para Lily y para el resto del mundo ya no era casualidad. Era intencionado. James estaba utilizando las más estúpidas tácticas para evitarla.
Lily ya estaba empezando a estar más que harta de la situación, así que pilló por banda a James una tarde a la salida de Transformaciones, acorralándole contra la pared y con la intención de aclarar las cosas.
- Necesito hablar contigo, James.
El aludido tragó saliva y se estremeció imperceptiblemente. Esas palabras, viniendo de la boca de Lily, nunca habían significado nada bueno.
- Y no me te agaches a atarte el cordón…
James miró su zapato, cerciorándose de que estaba atado.
- … ni te escabullas con la excusa de que olvidaste tu varita en la sala común…
El moreno palpó el bolsillo de su túnica, comprobando que su varita seguía ahí.
- … ni me digas que esta noche no has pegado ojo y necesitas dormir – terminó Lily de enumerar las tres excusas favoritas de James.
James negó con la cabeza. De hecho aquella había sido una de las pocas noches en la que había conseguido dormir de un tirón.
- Escucha Lily – empezó a decir el chico, sin saber cómo salir de la comprometida situación – Me encantaría hablar contigo pero… eh… en fin, no creo que éste sea el lugar más adecuado.
Lily frunció el ceño. De nuevo el moreno estaba intentando escabullirse. Pero no. Esta vez no lo iba a conseguir.
- James, tengo que hablar contigo – para enfatizar la petición, la pelirroja adoptó su expresión más suplicante – Por favor.
Nunca, en todos sus años de amistad, James había sido capaz de resistirse a esa cara de cachorrillo abandonado. Y aquella vez no iba a ser la excepción.
- Está bien – suspiró el merodeador - ¿Qué quieres?
- Sabes muy bien lo que quiero – respondió Lily, adoptando de nuevo su expresión de enfado – Quiero saber lo que te pasa.
- ¡A mí no me pasa nada! – se puso James a la defensiva sin que nadie lo hubiera atacado.
- ¿Lo ves? – le hizo ver ella lo extraño de su comportamiento – Te pones a la defensiva por cualquier cosa, no hablas con nadie, vas a tu bola… Me evitas, James.
James miró hacia otro lado, tratando de no encontrarse con los ojos acusadores de su amiga.
- No te evito – murmuró el joven.
- ¿Que no me evitas? Ni siquiera eres capaz de mirarme a la cara cuando te hablo.
El joven optó por la callada por respuesta, todavía sin atreverse a enfrentar los ojos verdes de Lily que le taladraban.
- Mira James… no sé lo que te pasa y no sé exactamente porqué estás así pero… - la pelirroja tomó aire – no quiero pensar que esto tiene que ver con Sirius y conmigo porque…
- ¡No! – exclamó rápidamente James – Claro que no. Yo… yo me alegro mucho de que estéis juntos y…
James enmudeció, tratando de mentir lo menos posible. Se sentía miserable. Es más se sentía miserablemente caprichoso. Había tenido a Lily para él durante todos esos años y ahora que su amiga se interesaba en Sirius, en su mejor amigo, él se comportaba como un niño caprichoso y la quería de vuelta.
- De acuerdo – aceptó la joven – Quiero pensar que dices la verdad y que volverás a comportarte como antes.
- Es solo que estoy en una etapa extraña – intentó explicarse James – Necesito pensar, estar solo. No es nada personal, Lily. Yo te sigo queriendo como antes, eres mi mejor amiga.
Sin previo aviso y ante las palabras de James, la pelirroja se adelantó y le abrazó. El gesto de cariño le tomó completamente por sorpresa a James, quien no pudo hacer otra cosa que corresponder al abrazo, rogando porque Lily se separara de él. No sabía cuánto tiempo más podría aguantar así y temía cometer una estupidez.
Pero por suerte para él, la pelirroja rompió el abrazo enseguida. Se separó de James, con los ojos brillantes y dijo:
- Te echo de menos, James.
James tan solo se quedó estático, viendo como Lily se alejaba por el pasillo. Se sintió más miserable que nunca, miserable por no poder decirle a Lily que la quería y miserable porque sentía estar traicionando a su mejor amigo.
Por su parte, cuando Lily había dicho que le echaba de menos, había hablado con el corazón. De hecho, se había sorprendido a sí misma por la sinceridad de sus palabras.
Y además estaba el abrazo… había abrazado a James miles de veces, pero ninguna como aquella. Sentía como si hubiera abrazado algo que no era suyo, algo que estaba a punto de perder. Se había sentido extraña.
Lily sabía que cuando las dudas existenciales la agobiaban, solo había un lugar al que acudir: Anne. No conocía a nadie con las ideas tan claras como su amiga.
- Necesito consejo – anunció Lily nada más entrar a la habitación.
Las palabras de la pelirroja y el gesto de desesperación que las acompañaban, provocaron que las alarmas de Anne se encendieran. La castaña se sentó en la cama al lado de su amiga y la animó a hablar.
- James.
Con una sola palabra, Lily consiguió que Anne lo comprendiera todo. Aún así, la pelirroja continuó hablando para desahogarse.
- Me está volviendo loca, Anne – se desesperó Lily, soltando todo lo que llevaba dentro – Primero me ayuda con lo de Sirius y ahora me evita, me dice que se alegra de que estemos juntos pero me mira como si le hubiera traicionado… ¡no sé que hacer!
Anne miró a su amiga con ternura, como una madre mira a su hija. Porque en cierto modo eso es lo que Anne representaba, la madre del grupo.
- Ante todo, cálmate – aconsejó la castaña – Despeja la mente. Tienes que pensar con claridad.
Lily suspiró. ¿Cómo despejar la mente si últimamente en ella solo cabían James y su estúpida actitud¿Cómo pensar con claridad si lo único que quería era tener de vuelta al James de siempre? Y entre tanto caos, sentía que no tenía ni un solo momento para Sirius. Para su novio. El que tanto le había costado conseguir.
- ¿Estás ya más tranquila? – preguntó Anne tras haber dejado unos momentos de reflexión a la pelirroja.
La joven asintió y abrió los ojos, dispuesta a someterse a una de las terapias de su amiga.
- Quiero que me cuentes exactamente tus sentimientos hacia James – pidió Anne.
- Siento que le pierdo – confesó Lily con sinceridad – Siento como si… como si me estuvieran quitando algo muy mío, como si me arrancaran un brazo.
- ¿Algo más?
- Sí. También le extraño mucho. Extraño nuestras conversaciones llenas de tonterías, extraño como me llama pelirroja, extraño picarle por cualquier bobada… ¡hasta extraño que me haga rabiar!
Lily se quedó repentinamente en silencio, reflexionando sobre lo que acababa de decir y dándose cuenta de lo mucho que echaba de menos a su amigo. De que a pesar de tener a Sirius a su lado, se sentía incompleta.
- ¿Te das cuenta de lo que eso significa? – rompió su amiga el momento de silencio.
- ¿Qué quieres decir?
- Quieres a James.
- ¡Claro que le quiero! – exclamó Lily como si eso no fuera nada nuevo – Es mi mejor amigo.
- Lo que quiero decir es que le quieres de una manera… más íntima, más especial – intentó hacerle ver la castaña.
Las palabras de Anne irrumpieron en la mente de Lily bruscamente. Por primera vez, la pelirroja no se rió ante la idea de que ella y James sintieran algo más que amistad. Por primera vez, comenzó a considerar esa posibilidad como algo serio y no como una simple broma de sus amigos.
- Pero… pero yo estoy con Sirius – replicó Lily débilmente.
- Y James está celoso de eso – explicó Anne – Por eso se comporta de esa manera.
Ésa era exactamente la explicación que buscaba Lily. Sin embargo, le parecía tan aterradora y a la vez tan atrayente la idea de que James, su amigo de toda la vida, sintiera algo más por ella que ni siquiera se había atrevido a pensarlo.
- Piensa Lily, piensa quien de los dos te gusta más. Sirius o James.
Con esas palabras, Anne abandonó la habitación dejando a la pelirroja inmersa en un mar de dudas. Sin embargo, a la larga Lily agradecería esa conversación tan reveladora.
oooooooooooooooo
- Al fin libres – suspiró Liz tras la última clase del trimestre.
La libertad de Liz consistía en andar remoloneando las dos semanas que las vacaciones duraban. Tenía previsto comenzar esa "dura y ardua" tarea esa misma tarde, pero ahí estaba Lily para impedírselo. Consecuencia: las tres amigas se pasaron su primera tarde de libertad haciendo los trabajos que les habían mandado para vacaciones.
- Eres una pequeña tirana – murmuró Liz.
- A la larga me lo agradecerás – replicó la pelirroja, levantando los ojos de un largo ensayo sobre los efectos de la transformación humana – El último día de vacaciones, cuando por primera vez en tu vida no andes desesperada terminando todo lo que deberías haber hecho antes, me lo agradecerás.
Anne le dirigió a Liz una mirada de reproche por haber abierto la boca. Lo peor que podías hacer con Lily era darle cuerda.
Pero por suerte para Liz y Anne, su salvación llegó en forma de Sirius poco antes de la hora de la cena.
- ¿Vosotras no sabéis el significado de la palabra vacaciones? – preguntó el merodeador burlón.
- Explícaselo a tu novia – dijo Liz con malhumor.
Pero la pelirroja no pareció darse cuenta porque ni siquiera levantó la cabeza del libro que leía con atención. O que fingía leer con atención para evitar encontrarse con los ojos de Sirius. Con todas las dudas existenciales que le estaban atacando durante los últimos días, sentía que le estaba traicionando.
- Dumbledore nos ha reunido a todos en el Gran Comedor – anunció Sirius – Tiene algo importante que decirnos.
Sirius hizo el intento de hablar con Lily, pero se arrepintió a medio camino. Últimamente la joven estaba muy rara.
- ¿Creéis que será algo relacionado con el baile? – preguntó Anne de camino al comedor.
- Si lo es, mejor. Este año ninguna de las tres tendrá problema para encontrar pareja.
- Igual Lily sí – dejó caer Anne tras el comentario de Liz.
- ¿Qué quieres decir? – preguntó la morena sin entender nada.
Lily miró a Anne con ojos suplicantes. Lo último que quería era que Liz se enterara de sus dudas y ya tenía el discursito sobre "porqué James y ella estaban hechos el uno para el otro" en boca de Liz las 24 horas del día.
- La pelirroja se debate entre dos merodeadores – reveló Anne con una sonrisa enigmática, adelantándose para que las dos amigas pudieran hablar.
- ¿Que te debates entre dos merodeadores? – repitió Liz, incrédula - ¿Sirius y James?
Lily no dijo nada, pero Liz interpretó su silencio como un sí.
- ¿Al fin te has dado cuenta de que James y tú estáis predestinados a estar juntos? Lily, ni siquiera tú te puedes oponer a los designios del destino.
- Yo no he dicho nada de eso – replicó la pelirroja con enfado – Tan solo estoy un poco confusa.
Lily apretó el paso para alcanzar a su otra amiga y escapar de las comprometidas preguntas de Liz. Sin embargo la morena no se dio por vencida y pretendía someter a Lily a un interrogatorio exhaustivo de no ser por la afortunada interrupción del profesor Dumbledore.
- Atención por favor – pidió el director, haciendo que el murmullo habitual que reinaba en el Gran Comedor cesara – Eso está mucho mejor. Aprovechando el gran número de alumnos que os quedáis en Hogwarts este año a pasar las vacaciones y a pesar de que ya se han difundido rumores que me han reventado la sorpresa – Dumbledore frunció levemente el ceño, pero continuó hablando – tengo el honor de anunciaros que el día de Nochebuena, se celebrará un baile…
Los murmullos excitados del sector femenino del colegio taparon por completo las palabras del director.
- Ya sé que un baile es una excelente noticia, pero primero dejadme contaros todo y luego comentáis con vuestra compañera el vestido que vais a llevar – de nuevo las palabras de Dumbledore callaron a sus alumnos – Decía que se celebrara un baile en el que no habrá límite de edad y al que, como es Navidad y me siento benevolente, no será obligatorio asistir con pareja.
Una ola de suspiros aliviados recorrió el Gran Comedor.
- Pero, y como sigue siendo Navidad y yo me sigo sintiendo benevolente, se habilitará una mesa para todos aquello que vayan sin pareja. Esa mesa de solteros servirá para que os conozcáis más y… ¿quién sabe? Igual hasta surge el amor.
El profesor Dumbledore se sentó se nuevo en su silla, dejando esta vez que los murmullos se apoderaran de la estancia y de sus alumnos y sintiéndose tremendamente realizado. Seguro que gracias a su idea, la Navidad acabaría con varias parejitas más.
- Te parecerá bonito lo que has hecho – susurró la profesora McGonagall a su lado, con su imperturbable rostro severo.
- ¿No te parece buena idea?
- Lo peor que puedes hacer es juntar a un grupo de adolescentes llenos de hormonas y desesperados por no haber encontrado pareja en una misma mesa. Ahí no surge el amor, Albus – explicó la mujer con infinita paciencia – Ahí lo que surge es tensión sexual pura y dura.
Dumbledore miró a su compañera largamente antes de hablar.
- Minerva – empezó a hablar en tono solemne – Lo que deberías hacer es buscarte un novio. ¿Quieres que te ayude?
La profesora McGonagall puso los ojos en blanco ante el ofrecimiento del director.
ooooooooooooooooooo
El día de Nochebuena, Lily había amanecido embriagada por un extraño espíritu navideño. Sus dudas de los últimos días parecían haber desaparecido en cuanto encendió su radio mágica y comenzaron a sonar lo que Liz y Anne denominaban como "Grandes Éxitos Navideños".
- Ya llego la Navidaaaaaad, la nieve cubre los parqueeeees… - entonaba la pelirroja su villancico preferido.
Sirius irrumpió bruscamente en la habitación de las chicas, pero se quedó de piedra al descubrir aquella faceta oculta de su novia.
- ¿Qué hace? – preguntó el merodeador señalando a Lily.
La joven parecía poseída. Entonando los villancicos con voz chillona y bailando de un lado para otro, se asemejaba a una desquiciada mental.
- Cantar – respondió Anne.
- Atentar contra la humanidad – dijo Liz a su vez, conclusión a la que había llegado tras escuchar durante tres horas seguidas a su amiga destrozando "los peces en el río" o el mítico "oh blanca Navidad".
- ¿Lleva así toda la mañana? – se horrorizó Sirius.
- Toda la mañana – corroboró Anne.
- Y por lo visto toda la tarde – vaticinó Liz con desesperación.
- Os compadezco – murmuró el joven – Pero a lo que venía es a decirte que Remus quiere hablar contigo, Anne.
- ¿Para qué? – preguntó la aludida sorprendida.
- Supongo que para quedar esta noche para ir al baile.
Sirius ya había puesto una mano sobre el picaporte, cuando la joven castaña le paró.
- ¿Y por qué no ha venido él a decírmelo?
El merodeador se encogió de hombros.
- Creo que James y él querían mantener una charla a solas y no sabían como deshacerse de mí – confesó Sirius con tono confidencial sin darle más importancia al asunto.
Tal y como Liz había vaticinado, el espíritu navideño no abandonó a Lily durante toda la tarde. O por lo menos no la abandonó hasta que la pelirroja se dio cuenta que debía prepararse para el baile.
- ¿Qué vestido creéis que es mejor que lleve? – preguntó Anne mostrándoles a sus amigas sus dos opciones - ¿Éste o éste?
Fue esa frase la que hizo que tanto Lily como Liz se dieran cuenta de que les quedaban cuatro horas para el baile. Como si un resorte se hubiera activado en sus mentes, las dos se lanzaron hacia el baño como si la vida les fuera en ello.
- ¡Yo primera! – exclamaron las dos a la vez.
- Son como niñas – suspiró Anne viendo como Lily y Liz forcejeaban por entrar al baño.
Esa clase de conflictos no tenía lugar en la habitación de los merodeadores. Peter llevaba toda la tarde ausente, al parecer en busca de alguna inocente que aceptara ser su pareja. El otro merodeador sin acompañante, James, no parecía muy por la labor de lanzarse a la aventura de buscar a alguien decente a escasas horas del baile.
- ¿Todavía no tienes a nadie? – se asombró Sirius.
En cualquier otra ocasión, el que James Potter acudiera a un baile sin pareja era algo completamente impensable. Sin embargo, esta vez James negó con la cabeza.
- ¿Por qué no vas con Samantha Parker? – sugirió Remus – Os lleváis muy bien.
- Ella ya tiene pareja – contestó James con desgana.
La verdad es que ni sabía si Samantha tenía pareja ni le apetecía averiguarlo. Además no tenía tiempo para buscarse a alguien… bueno, igual tiempo sí, pero de lo que carecía completamente era de ganas.
- Cualquier chica estaría encantada de ir contigo, James – le hizo ver Sirius.
- Pero yo no estaré encantado de ir con cualquier chica.
"Cualquier chica que no sea Lily", le hubiera gustado añadir a James. El joven resopló. Resignándose a pasar la noche en la mesa de solteros (maldita la hora en la que a Dumbledore se le había ocurrido esa feliz idea), viendo como el resto de parejitas se lo pasaban en grande. Menudo plan.
oooooooooooo
En los siete largos años que había pasado en Hogwarts, Lily no recordaba una decoración tan esmerada en el castillo. Doce gigantes árboles de Navidad presidían el Gran Comedor, que se asemejaba más a una pista de patinaje que a un recinto cerrado. El suelo, completamente blanco, imitaba a un paisaje nevado y finos copos de lo que parecía ser nieve, con la excepción de que se desvanecían nada más tocar cualquier cosa, daban un toque especial a todo el comedor.
Y en los siete años en el castillo, Lily nunca se había sentido tan bien acompañada como aquel día. La pelirroja miró a Sirius, extasiada por el ambiente y por la noche que tenían por delante.
- Esto es maravilloso – susurró la joven.
Sirius sonrió ampliamente. Lily parecía una niña a punto de abrir sus regalos de Navidad.
- Este año se han esmerado – apreció Sirius conduciendo a su pareja hasta una pequeña mesa redonda para dos.
La cena había sido un éxito. Por primera vez en varios días, Lily olvidó sus tensiones y se relajó por completo, volviendo a ser la misma Lily divertida y habladora de antes. Sirius no pudo evitar sonreír al ver como en cuanto los primeros acordes sonaron, la pelirroja se levantó y tiró de él hacia la pista de baile.
- ¿Quieres que todo Hogwarts me vea hacer el ridículo? – bromeó Sirius, tomando a su novia por la cintura y comenzando a moverse al compás de la música – Se les caerá un mito.
Lily rió, guiando al joven que para otra cosa no, pero para bailar era todo un desastre.
- Prométeme que no te dedicarás al mundo del baile – pidió Lily al término de la primera canción.
- Te dije que era un desastre.
Pero a pesar de todo, la pareja bailó todo lo que les echaron encima. Sirius sentía estar haciendo el mayor ridículo de su vida, pero por lo visto y a juzgar por las caras de los que le rodeaban, el resto de los chicos compartían esa misma sensación.
En otro lugar del Gran Comedor, Rachel Grant observaba con pensar la buena pareja que hacían Remus y Anne. Tras la amenaza de la Gryffindor, Grant había optado por retirarse definitivamente del combate. Por lo menos había conseguido una buena pareja para el baile.
- Grant no te quita el ojo de encima – susurró Anne al oído de su novio.
- Y la mitad de los chicos no te lo quitan a ti – replicó él a su vez, mirando con ojo crítico el vestido de su novia – No deberías haberte puesto tan guapa.
Anne sonrió con ternura ante el comentario.
- Me pongo guapa para ti.
- Y para medio Hogwarts – se hizo Remus el enfadado – No hacía falta que deslumbraras tanto.
- ¿De verdad crees que deslumbro?
- No me hagas dorarte la píldora otra vez – pidió el licántropo.
- Pues me encanta que lo hagas – confesó Anne convirtiendo su voz en un ronroneo al tiempo que besaba suavemente el cuello de su chico.
Remus cerró los ojos y sonrió.
- Y a mi me encanta que hagas eso.
- ¿El qué? – preguntó la joven pegándose más al cuerpo de Remus y repitiendo la operación anterior - ¿Esto?
El licántropo abrió los ojos de nuevo y separó a Anne suavemente de él.
- Vamos a un lugar más privado – susurró Remus – No me gustaría montar un escándalo.
Anne sonrió con picardía y guió a su novio hasta la salida del Gran Comedor.
Para Liz, que sentada todavía en la mesa observaba todo lo que sucedía a su alrededor, no pasó desapercibida la huida precipitada de la pareja, al igual que para su novio.
- Alguien sufre un calentón – murmuró Zabini.
- Calentón es algo que nunca diría un Zabini – se burló su novia.
- Era lo más adecuado para la ocasión – se defendió él encogiéndose de hombros – Además, no me digas que tú no lo pensaste.
- No – mintió Liz rápidamente, para luego rectificar – Bueno sí. Pero no lo dije en voz alta.
- A eso le llamo yo reprimirse.
- ¿Me estás llamando reprimida?
- Estoy diciendo que te has reprimido, que no es lo mismo – corrigió el joven.
En el tiempo que llevaban juntos, Liz se había acostumbrado a que su novio le diera la vuelta a todo lo que ella decía. Al principio era algo frustrante, pero ahora incluso había aprendido a disfrutar esas conversaciones con Zabini.
- Deja de pensar por un momento y baila conmigo – pidió Liz con una sonrisa ante la que el joven no pudo resistirse.
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La noche para Lily estaba siendo perfecta hasta que sus ojos verdes se toparon con la figura de James. Sentado en la mesa que Dumbledore había preparado especialmente para los que no habían conseguido pareja y mirando todo con expresión aburrida, Lily no pudo evitar sentirse mal al verle.
- Voy a rescatar a James de su aburrimiento – susurró Lily al oído de Sirius.
La pelirroja se dirigió hacia James y se sentó a su lado.
- ¿Qué tal la noche?
- Maravillosamente aburrida – calificó James con una sonrisa cansada.
Lily miró a su alrededor. La mesa estaba vacía. Al parecer, incluso los solteros habían conseguido pareja a lo largo de la noche. Todos menos James.
- ¿Por qué no buscaste pareja? – preguntó Lily – No creo que tú tuvieras problema para encontrar a alguien. Además, la noche habría sido mucho más divertida.
- No tuve tiempo.
- Querrás decir que no tuviste ganas – corrigió la joven.
James tan solo sonrió, recordando que a Lily era casi imposible engañarla.
- ¿Qué tal con Sirius? – se interesó el merodeador a su vez.
- Bien – contestó Lily, sin querer profundizar más en el tema.
- Estupendo.
James dio un largo trago a la cerveza de mantequilla que tenía en la mano. Sentía la extraña sensación de que llevaba sentado en la misma posición y con la misma botella en la mano toda la noche.
- ¿No sabrás si hay algo con alcohol por aquí? – preguntó el moreno, echando un vistazo a la mesa de las bebidas – Si me emborracho igual la noche se termina antes.
- Alcohol no, tú lo que necesitas es bailar – le aconsejó Lily, levantándose de la silla.
- Ya te dije que no tengo ganas de buscarme una pareja.
- No tienes que buscar a nadie – dijo ella con una sonrisa a la vez que le tendía la mano - ¿Bailas?
James se quedó mirando la mano que le ofrecía la pelirroja, como valorando la propuesta.
- Se supone que es el chico el que invita a bailar a la chica.
- También se suponía que la Tierra era plana – replicó Lily encogiéndose de hombros - ¿A quién le importa lo que se supone?
El razonamiento de la pelirroja pareció convencer a James, que se dejó arrastrar hasta la pista de baile.
- Estás cometiendo un suicidio social – avisó James a la vez que colocaba una de sus manos en la cintura de la chica.
- ¿Por qué?
- Soy pésimo bailando. Vamos a hacer el ridículo.
- Ya lo estamos haciendo – le hizo ver Lily – Además, no creo que lo hagas peor que Sirius.
Lily se arrepintió enseguida de haber nombrado a Sirius, que en aquella situación parecía completamente fuera de lugar. Sin embargo, la pelirroja tenía razón: bailar peor que Sirius era físicamente imposible. Y la verdad es que James tampoco era tan patoso.
- No lo haces tan mal – aseguró la pelirroja.
- ¿Eso es un cumplido?
- Eso es la verdad.
Cuando el silencio cayó entre los dos, Lily se dio cuenta de lo romántico de la situación: James y ella bailando una canción lenta. Quizás para otros no, pero para Lily aquello era algo muy romántico. Y obviando el hecho de que medio Hogwarts bailaba también a su lado, Lily podía decir que la escena era perfecta.
Fue entonces, cuando las dudas que parecía haber olvidado aparecieron de nuevo. Lily no pudo evitar recordar la conversación de hacía unos días con Anne. ¿Sería cierto lo que su amiga le había dicho?
Y antes de que se diera cuenta de ello, Lily estaba besando a James, el cual, tras la impresión del principio y por alguna extraña razón, correspondía al beso.
Lily no pudo evitar pensar que ese beso no tenía nada que ver con los que Sirius le daba. El escalofrío que había sentido al entrar en contacto con los labios de James no era comparable a nada y las manos del joven, que en ese momento acariciaban suavemente su cintura, parecían más ávidas que las de Sirius. Aquello era mucho más intenso, más salvaje, más irracional… más beso. Y tenía que significar algo.
Pues si ese beso significa algo queda pendiente para el próximo capítulo con alguna que otra cosilla más.
Y como supongo muchos habréis adivinado, a este fict le queda muy poco, entiéndase poco por un capítulo. Así que aprovechando que el siguiente es el último capi y en vista de los pocos reviews que me estáis dejando últimamente, vamos a hacer un poco de chantaje. El capítulo ya está escrito, así que si os portáis bien (traducción: si me dejáis reviews), lo subiré dentro de una semana exacta. Si no, tendréis que esperar otras dos semanas.
Pasando a otras cosas más productivas¿qué os ha parecido la aparición estelar de este capítulo? Estoy hablando de Dumbledore, por supuesto. Desde mis lejanos tiempos escribiendo "Una pelirroja muy legal" no le metía en los capis liando un poco las cosas. Ya le echaba de menos.
Así que ya sabéis, a portarse bien chicos/as.
Besitos y felices reyes.
bars9
