Despertó completamente sudado de pies a cabeza, un sudor frío que le erizaba la piel mientras intentaba recordar el sueño que acababa de tener. Había un cementerio, estaba presente su padre, él mismo y Hermione... "no, no puede ser" pensó mientras la imagen del cuerpo de Hermione cayendo sobre la hierba atravesaba su cabeza, él la había matado... ¡él!. Tenía la extraña sensación de haber soñado eso anteriormente pero era absurdo, una pesadilla como esa la hubiera recordado perfectamente.
Notó que estaba sentado en medio de la sala común, se había quedado dormido sobre una "Enciclopedia de setas no comestibles", recordó que había tenido entrenamiento de quidditch toda la tarde anterior por lo que se había quedado hasta tarde haciendo los deberes, seguramente el sueño lo había vencido a la mitad del ensayo de herbología.
Se levantó de su escritorio y descubrió que aún seguía temblando, iba casi llegando a la puerta de su dormitorio cuando se detuvo y lentamente cambió de dirección, necesitaba asegurarse de que ella estaba bien.
Como premios anuales de Gryffindor y Slytherin respectivamente, ahora tenían su propia habitación pero compartían la misma sala común, aunque al principio había sido difícil habituarse, ahora consideraban esto como todo un beneficio ya que sus habitaciones estaban a solo un pasillo de distancia y podían pasar bastante tiempo juntos sin que un alma sospechara que entre ellos dos existía algo más que un pacto de no agresión.
Le había costado casi 4 meses convencer a Hermione de que sus intenciones eran buenas y que sus sentimientos hacia ella eran sinceros. Después de pasar tantos años insultándola Draco finalmente aceptó que jamás podría sacarla de su mente y que lo mejor que podía hacer era hacer a un lado sus antiguos miedos e intentar conquistarla.
Desde el principio supo que no iba a ser nada fácil, por no decir imposible, pero él estaba dispuesto a intentarlo, fuera cual fuera el resultado.
Comenzó con dejar de insultarla poco a poco, tenía que hacer todo despacio si no quería que alguien sospechara, hasta que llegó el día en que podían cruzar tres oraciones sin que la palabra "asquerosa" o "imbécil" apareciera en ellas. Incluso logró acercarse un poco a ella, platicar de cosas sin importancia cuando por alguna razón debían hacer un trabajo juntos.
Pero todo eso le había costado el sexto curso, y al comenzar de séptimo supo que tendría que emprender medidas más drásticas si no quería perderla para siempre, aunque por drásticas nunca pensó declararle su amor abiertamente pues en cuanto se enteró de que compartirían sala común no pudo resistirse más y a la primera semana bajo la mirada de una muy desconcertada Hermione le confesó que ella era todo para él y que estaba completamente enamorado.
Hermione parecía incluso asustada al principio, evitaba a toda costa cruzarse con él y justo cuando Draco empezaba a culparse a si mismo por haber sido tan impulsivo, Hermione comenzó a dar muestras de que la idea no le desagradaba en lo absoluto y poco a poco comenzó a sucumbir a sus encantos hasta que finalmente se enamoró completamente de él y ambos decidieron darse una oportunidad.
Pero todo eso había pasado hacia casi tres meses, y ahora Draco avanzaba temblorosamente hacia una puerta de roble que mostraba un león alrededor de una enorme G de color escarlata, giró lentamente la perilla y entró para encontrarse con su ángel de cabellos castaños dormido profundamente.
Muy despacio se fue acercando hasta que llegó a lado de su cama y se quedó contemplándola arrodillado, aún no podía creer como una persona fuera tan hermosa tanto por dentro como por fuera. En momentos como este no lograba explicarse como había pasado diecisiete años de su vida sin ella, sin un abrazo, sin un beso, sin una caricia suya.
A juzgar por la sonrisa en su rostro, debía estar soñando algo muy agradable así que Draco se levantó para volver a su dormitorio, estaba a punto de llegar a la puerta cuando escuchó el sonido de sábanas revolviéndose.
- ¿Pensabas irte sin darme mi beso de buenas noches? – dijo Hermione con voz somnolienta.
- No, es solo que parecía que tu sueño era demasiado bueno para ser interrumpido – dijo Draco mientras se acercaba de nuevo a la cama – además, te ves aún más hermosa cuando duermes, no podía romper el encanto
- Eso es porque no te has visto a tí mismo mientras duermes, adoptas un gesto tan angelical que cualquiera diría que eres un buen chico.
Draco se acerco a su rostro con un gesto de fingido enfado, le encantaba verla con el cabello todo revuelto y con expresión de sueño.
- ¿Insinúas que no soy un buen chico? – preguntó ya sobre sus labios, le encantaba la forma en que besaba, podía transmitir tantas cosas con tan sólo un roce de sus labios, cada beso era como flotar en el aire.
Hermione se separó lentamente de sus labios y le susurró en el oído.
- No podrías serlo, los chicos buenos no besan de esa forma
- En eso tienes toda la razón – contestó antes de lanzarse de nuevo sobre ell
