Un pequeño bulto se agitaba irrefrenablemente sobre la enorme cama. Llevaba horas llorando en silencio esperando que su padre fuera a consolarlo con un plato de galletas como a cualquier niño normal pero dentro de sí estaba consciente de que aquello era imposible. Su padre sería incapaz de regalarle una muestra de cariño.

Escuchó la puerta crujir a su espalda y por un instante un rayo de esperanza brilló en su interior, pero la razón fue más fuerte y cerró los ojos instintivamente, si su padre lo veía llorar seguro le iría peor.

- ¿Draco? – escuchó una conocida voz que lo llamaba, se oyó el rechinar de la pesada puerta al cerrarse y sintió el peso del visitante sobre su cama.

Abrió los ojos

- Te traje algo para que no estés triste

Se incorporó limpiándose las lágrimas que quedaban con las mangas de la piyama.

- No tenías que hacer esto – susurró con la voz aún quebrada – si padre se entera seguro te correrá definitivamente esta vez.

- Claro que tenía, no iba a dejar que mi sobrino favorito se quedara sin pastel de cumpleaños – dijo mostrándole un pequeño pastel que parecía recién sacado del horno.

- Pero si soy tu único sobrino – comentó Draco esbozando una tímida sonrisa.

- Con más razón debo asegurarme de que pidas un deseo – buscó en sus bolsillos y sacó una caja de cerillos con una vela solitaria que colocó en el centro del pastel – lamento no haber conseguido más velas pero no es fácil salir con tu padre espiándome a cada momento.

- Debes tener cuidado tía Andrómeda, si madre te descubre te desheredarán y padre no tardará en echarte de aquí – dijo en un susurro, como si las paredes pudieran escuchar

- Eso sí que no pasará, ¿dónde encontraría un amigo como tú? – preguntó poniendo el pastel a un lado y abrazando a su sobrino. El chico siempre la había escuchado y aunque sólo fuera un niño pequeño era la única persona en esa casa que le tenía un cariño sincero.

- Tendrías a Ted de cualquier manera – contestó el niño en un susurró lo bastante audible como para que Andrómeda lo escuchara.

Se separó de su sobrino y lo miró a los ojos fijamente

- Draco, lo que siento por ti y lo que siento por Ted son dos cosas completamente diferentes. Tu eres mi mejor amigo y siempre lo serás, pase lo que pase.

- ¿Lo prometes?

- Por supuesto – respondió sinceramente – cuando encuentres el verdadero amor sabrás lo que siento por Ted y descubrirás qué tanto puede llegar a significar una persona para ti. Sólo entonces entenderás lo que tú significas para mí.

El niño se quedó pensativo, como guardando cada palabra que su tía le había dirigido hasta que finalmente sonrió.

- Espero encontrar pronto una chica de buena familia para saber lo que es estar enamorado.

Andrómeda lo miró aún más profundamente que antes.

- Amar no es buscar una chica bonita ni de buena familia Draco, el amor va mucho más allá de eso... amar es descubrir lo maravilloso que es saber que existe alguien con quien puedes ser tú mismo y aún así estar seguro de que te amarán de vuelta, no a pesar de tus defectos sino por ellos.

Una persona que te ame así va a estar siempre contigo, sin importar lo que pase. Esa persona siempre te hará sentir que vale la pena vivir cada instante y logrará que cualquier problema parezca pequeño por más grave que sea, porque siempre estará ahí para apoyarte.

Tenlo siempre presente Draco, la felicidad no radica en el dinero o el poder, sino en ti mismo y en tu capacidad de ver lo mejor de las personas sin dejarte llevar por el exterior.

- No te preocupes tía, lo tendré presente – prometió impresionado por la forma en que le había hablado su tía, nunca la había visto tan seria.

- ¿Lo prometes?

- Por ti haría cualquier cosa tía Andrómeda – respondió rodeándole el cuello con sus pequeños bracitos.

- Entonces recuérdalo Draco, puedes olvidarme a mí pero te ruego que nunca olvides mis palabras

- No lo haré, lo prometo – dijo separándose finalmente. Su tía le dirigió una mirada llena de ternura hasta que miró el reloj que colgaba de una pared.

- Bien cumpleañero creo que sólo nos queda tiempo para pedir el deseo e irse a la cama – dijo mientras encendía la pequeña vela.

Draco pareció meditar unos momentos hasta que sopló delicadamente sobre la vela.

- Espero que no hayas pedido otro dragón – rió mientras le acomodaba las mantas.

- No te preocupes, me di por vencido el año pasado, esta vez pedí algo más útil.- contestó sonriendo mientras se acomodaba para dormir.

- Eso espero. Buenas noches Draco, dulces sueños. – susurró dándole un beso en la frente.

- ¿Te quedarás hasta que me duerma?

- Por supuesto

Después de no más de diez minutos Andrómeda Black se encontraba viendo a su sobrino dormir profundamente. Le tenía demasiado cariño al niño como para dejar que se convirtiera en una réplica de Lucius.

Desafortunadamente sabía que el tiempo se le estaba acabando pero intentaba con todas su fuerzas dejar suficiente influencia en él como para que algún día reconsiderara las enseñanzas de su padre y siguiera el camino correcto.

0olo0olo0olo0olo0olo0

Despertó con la cabeza dándole vueltas.

Se sentía decididamente peor que si tuviera resaca. Se desperezó y se dirigió al baño, abrió únicamente la llave del agua fría y se quedó bajo el chorro del agua.

Había logrado conciliar el sueño hasta altas horas de la noche, sentía los ojos hinchados y un vago zumbido en los oídos se encargaba de darle una pista del deplorable estado en que se hallaba. Aunque no era para menos, como si el destino se empeñara en destrozarlo había soñado con su tía Andrómeda, con la última vez que la vio para ser exactos.

Pensaba que la había olvidado pero su recuerdo estaba más presente que nunca esa mañana. Más que ella, sus palabras... cuántos consejos sabios había intentado inculcarle. Pero a través de los años su padre se había encargado de que los hiciera a un lado, de que los olvidara...

Ahora sabía en dónde había estado el error de su padre, "Un error llamado Andrómeda Black" pensó abrumado. De no haber sido por ella tal vez Draco ahora no tendría ese pequeño conjunto de sentimientos que su tía se había encargado de desarrollar, de no haber sido por ella tal vez sería verdaderamente el ser frío que aparentaba.

Había sido la única persona con quien se había mostrado como era antes de Hermione.

Hermione...

Ya ni siquiera sentía ganas de llorar al pensar en ella... el dolor que lo carcomía era mucho mayor del que se podía expresar con simples lágrimas... era algo más allá de lo físico.

Repasó mentalmente las palabras de su tía. Ahora sabía a que se refería cada palabra. Con Hermione lo había descubierto pero ahora ya no estaba para hacerlo sentir que valía la pena vivir, porque su problema era ella precisamente y sentía que el peso del día anterior lo asfixiaba lentamente.

Pero veía un pequeño rayo de esperanza al final del camino. La estúpida pesadilla no había vuelto y eso debía significar algo bueno.

Se quedó un poco más bajo el chorro de la regadera, sintiendo como el agua escurría por su cabello y bajaba por su cuerpo.

Se arregló sin ánimos pensando en el día que tenía por delante. Un día si Hermione era un día sin sentido. Se preparó mentalmente para el primer día de una vida vacía, sin esperanzas... sonrió irónicamente frente al espejo, después de todo sería un verdadero Malfoy.

0olo0olo0olo0olo0olo0

Utilizada...

Así era como se sentía. Utilizada y estúpida por no haberse dado cuenta antes de las intenciones de Malfoy. Sería capaz de golpearlo hasta cansarse, humillarlo, hacerlo sentir un poco del dolor que ella sentía pero había un problema:

Lo amaba... después de todo lo amaba... y oh cómo lo amaba. El rubio había logrado introducirse hasta lo más profundo de su ser... lo tenía grabado en el corazón.

¿Cómo se podía amar y repudiar a una persona a la vez?

Ahora ella lo sabía pero era incapaz de explicarlo. Su corazón aún le decía que él lo era todo pero la razón se encargaba de recordarle incesantemente las palabras de la noche anterior.

La había llamado "sangre sucia" de nuevo, había vuelto a relucir su instinto de superioridad, en fin... había sido Draco Malfoy de nuevo, aquel Draco Malfoy que sólo ella conocía se había esfumado con la luz del día. O tal vez no, tal vez siempre había sido el mismo, pero se había cegado voluntariamente y lo sucedido la noche anterior había sido la demostración de hasta qué punto llegaba su odio por ella, y hasta dónde había estado dispuesto a llegar para hacerla sufrir.

Pues bien, lo había logrado. Estaba completamente destruida, y lo peor era que su corazón no estaba hecho pedazos por que aún le pertenecía a él.

Había llorado, sí, no lo negaba, pero su orgullo comenzaba a relucir y por lo menos en la mente tenía ahora la firme convicción de que no valía la pena derramar una sola lágrima más. No por él.

La razón comenzaba a sobreponerse y ahora intentaba encontrar una explicación racional. Había algo que no encajaba, ¿quién sería capaz de hacer una farsa tan bien elaborada sólo para fastidiar a la persona que más odiaba?

Dejó escapar una leve risa sarcástica. La respuesta la tenía, pero o Malfoy la odiaba tanto o no sólo lo hizo por beneficio personal.

¿Habría sido una apuesta? Sonaba bastante lógico, todo un reto... enamorar a la sangre sucia sabelotodo. Seguro que ahora que le habían pagado se había deshecho de ella. Se sintió mal consigo misma al pensar que había caído tan fácil solía quejarse de las chicas que con un buen regalo y una cara bonita caían rendidas. Ella había caído con mucho menos que eso, había caído con palabras... simples palabras.

Incluso se sorprendió no haber adivinado antes sus intenciones, pero es que esas palabras habían sido tan bellas y se habían escuchado tan sinceras que no dudó ni por un momento. Se reprochó mentalmente, existía una gran diferencia entre palabras bellas y palabras bien escogidas.

Si el día anterior se sentía sin ganas de salir de la torre por temor a encontrarse con Ron ahora su único refugio era su habitación. Salir supondría encontrarse con Draco y no se creía capaz de soportarlo. Pero aún así, aún así necesitaba saberlo, saber por qué lo había hecho. Necesitaba una razón para saber que hacer con todos esos sentimientos que la estaban matando por dentro.

Y tal vez entonces podría mitigar un poco su dolor.

0olo0olo0olo0olo0olo0

- Buenos días Draco – lo saludó Pansy en cuanto se acercó a la mesa de Slytherin

- Buenos días Pansy – respondió mientras tomaba asiento junto a ella, pareció pensarlo y le dio un ligero beso en los labios.

- ¿No me digan que ustedes dos...? – Malfoy iba a contestar pero Pansy se le adelantó con una sonrisa de triunfo

- Sí, estamos comprometidos – dijo mientras pasaba un brazo sobre su cuello

- Vaya, nunca me lo hubiera imaginado

- Pues créelo Nott y deja de hacer comentarios sin sentido – respondió Draco sarcástico mientras alargaba la mano para servirse jugo. Pero sabía que no todo terminaría ahí, Theodore Nott acababa de contarle a la chica sentada junto a él y muy pronto las muestras de hipocresía no se harían esperar.

Y no se equivocó, conforme los alumnos se iban retirando de la mesa de Slytherin pasaban a felicitar a la "feliz pareja", aunque más bien felicitaban a Parkinson y a Malfoy le dirigían una mirada que más o menos quería decir "nunca lo hubiera creído".

- ¿Cuándo será la fiesta de compromiso?

- ¿Ya lo tienen todo planeado?

- Supongo que tus padres estarán felices con tan buen partido...

Pansy contestaba emocionada y Draco sólo asentía de vez en cuando poniendo su mejor sonrisa, cuando a mitad de la detallada explicación de Pansy sobre la cara de su padre cuando había recibido la noticia Draco cometió el error de mirar hacia la puerta del Gran Comedor.

Ahí estaba ella.

Tal vez había intentado arreglarse lo más posible pero a Draco no lo fue difícil descubrir los estragos que él mismo había propiciado. Se veía triste, si vida. Sus miradas se encontraron un momento, ambos esperando ver algo más en los ojos del otro, pero Draco sólo atinó a lanzarle una mirada llena de desprecio a la cual Hermione correspondió de igual manera y continuó su camino hacia la mesa de Gryffindor con la cabeza en alto.

Suspiró y apuró su desayuno como si nada hubiera pasado. De nada servía torturarse mentalmente si ya no había nada que hacer, si ya nunca nada volvería a ser igual. Si la felicidad se le había ido de las manos.

0olo0olo0olo0olo0olo0

Quedaban muy pocas personas en la mesa de Gryffindor cuando finalmente llegó a desayunar, no tenía mucha hambre, lo cual era incomprensible porque no había comido casi nada el día anterior pero decidió ir de todas formas.

"Al mal tiempo, buena cara" pensó al entrar, poniendo la expresión más indiferente que pudiera.

Dirigió instintivamente la cabeza hacia la mesa de Slytherin y lo vio ahí, con esa sonrisa en la cual no participaban sus ojos, sentado junto a esa alimaña rastrera llamada Pansy Parkinson. "Ella no tiene la culpa de nada" pensó abrumada, pero de nada sirvió. Estaba rodeada de al menos 5 Slytherins que al parecer la felicitaban, las palabras de Draco resonaron en su cabeza "es mi prometida, ¿por qué no habría de besarla?" seguramente por eso los abrazos.

Se fijó una vez más en él y sus miradas se encontraron. Buscó ver algo más en sus ojos, pero sólo encontró la ya conocida mirada de desprecio, si así iban a ser las cosas de nuevo... "dos pueden jugar ese juego" pensó al tiempo que le regresaba la mirada intentando llegar a su mesa lo más dignamente posible.

Desayunó sin ánimos, más por rutina que por necesidad. Daba gracias porque la mesa estaba casi vacía, no tenía ánimos para sonreír y actuar ante los demás como si nada hubiera pasado.

Tomó una manzana y se levantó dispuesta a pasar lo que seguramente no sería un buen día. Iba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que mientras salía por las puertas del Gran Comedor cierto Slytherin se levantó a su vez sin intenciones claras.

0olo0olo0olo0olo0olo0

Realmente no sabía por qué lo hacía, tal vez era simple costumbre, pero cuando la vio salir sola automáticamente se levantó él también y comenzó a seguirla. ¿Con qué objetivo? No lo sabía, sólo quería verla, era todo.

Hermione terminó de subir las escaleras. Hubiera dado lo que fuera por no haber tenido que levantarse de la cama. Se sentía muy mal y le preocupaba que cualquiera pudiera darse cuenta. Necesitaba saber si se veía tan mal como para regresar a la torre e intentar hacer algo por su aspecto, pasó junto a un cuadro y estaba a punto de observar su propio reflejo en el cristal cuando lo vio.

No caminaba a más de diez pasos de distancia de ella. Siguió su camino como si nada fijándose de vez en cuando en el reflejo de los cuadros, pero seguía ahí, caminando detrás de ella. ¿Para qué la seguiría? Recordó todas aquellas ocasiones en que caminaban así, uno detrás del otro lanzándose miradas que sólo ellos sabían su significado. Parecía que había pasado tanto tiempo...

Apuró el paso y al doblar la esquina se escabulló rápidamente tras una puerta. Esperó a que se acercaran los pasos y justo cuando se detuvieron en lo que ella suponía que debería estarse preguntando a dónde se había metido abrió la puerta y lo jaló de un brazo.

No había sido difícil, antes él solía hacerle eso todo el tiempo pero esta vez era diferente, y bastó una simple mirada para comprobarlo.

- ¿Qué demonios te pasa Granger? – preguntó Draco liberando su brazo.

- ¿Qué me pasa? Yo no soy la que te está siguiendo por todo el castillo – respondió Hermione con aires de autosuficiencia.

- No sé si tu cabeza pueda asimilarlo Granger, pero compartimos sala común así que es más que obvio que nos dirigiéramos al mismo lugar – contestó diciendo lo primero que se le vino a la cabeza, ni siquiera él mismo sabía por qué lo había hecho.

- Y no sé si la tuya pueda asimilar que este pasillo sólo conduce al baño de chicas cosa que al parecer tú no eres – respondió mirándolo con desprecio.

- Hay mil cosas que hacer en un baño de chicas cuando no eres una de ellas y especialmente cuando el baño en cuestión está vacío – dijo agitando la cabeza con lo que un mechón rubio le cayó sobre los ojos grises que ahora brillaban y que junto con una ceja levantada se unían a una sonrisa seductora, completando la pose de conquistador ante la cual tantas veces había caído rendida. Y que tal vez hubiera funcionado de no haber sido por el tono que había empleado al hablar y porque en un susurro despectivo agregó – como bien lo sabes...

Hermione no pudo soportarlo, pero en vez de hacer caso a su conciencia y comenzar a golpearlo hasta quedar exhausta simplemente le dedicó la sonrisa más cínica que pudo lograr y se contentó con propinarle una sonora bofetada rompiendo el encanto de su expresión.

- Vuélveme a tocar Granger y te juro que te vas a arrepentir – la amenazó tocándose la mejilla que comenzaba a teñirse de un color rosado.

- ¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer? ¿Me vas a enamorar para luego romperme el corazón? – le espetó sin dejarse intimidar.

Draco estaba a punto de contestarle algo hiriente pero la pregunta de Hermione lo desconcertó de tal forma que todo se le fue de la cabeza.

- No Granger, eso ya lo hice – dijo simplemente en un tono carente de emoción.

Necesitaba salir de ahí lo más rápido posible, no podía estar ni un minuto más cerca de ella. Se dio la vuelta pero en cuanto su mano tocó el pomo de la puerta escuchó una voz a sus espaldas.

- ¿Cuánto te pagaron? – la escuchó lejana, como si viniera de una chimenea mal conectada a la red flu.

- ¿Qué? – preguntó sin darse la vuelta

- ¿Era una apuesta cierto?, ¿Cuánto te pagaron? – su voz sonaba temblorosa, como si le estuviera costando un enorme esfuerzo decirlo, o tal vez simplemente porque intentaba aguantar las lágrimas.

Aún de espaldas Draco bajó la cabeza abatido. No quería que llorara, no por él. Él no valía ni una lágrima suya. ¿Por qué le hacía esto? ¿Por qué no simplemente se olvidaba de él y seguía con su vida felizmente?

- Contéstame, ¿Fue una apuesta o no? Es todo lo que quiero saber

Ja-ja-ja rió irónicamente en su cabeza, así que creía que todo había sido una apuesta... si así lo olvidaría más rápido él no le haría pensar lo contrario. Levantó la cabeza y se dio la vuelta desafiante.

- ¿De verdad quieres saberlo? Pues sí Granger fue una apuesta, cien galeones. Aunque para serte sincero el dinero nunca lo necesité, me hubiera conformado con verte así...

Lo dijo con tanto cinismo y su expresión de odio fue tan intensa que Hermione lo hizo a un lado y salió al oscuro corredor.

La puerta se cerró a sus espaldas y Draco se quedó estático en el mismo lugar respirando entrecortadamente. Había pensado que todo sería más sencillo, sabía que él sufriría pero valdría la pena porque ella estaría feliz y ciertamente la última parte no se estaba cumpliendo. No toleraba verla en ese estado, cada lágrima que derramaba sumaba un peso más a su ya destrozado corazón.

Sentía una incontrolable rabia contra sí mismo por hacerla sufrir, pero una frustración aún mayor al pensar que ahora ni siquiera podría consolarla, y que seguramente sería Weasley el que la tendría entre sus brazos y le susurraría palabras de alivio al oído.

Fue tanta la rabia contenida después de imaginar la última escena que descargó un puñetazo contra la pared con todas sus fuerzas pero ni eso ni nada serviría para terminar de sacar sus frustraciones.

Abatido, recargó la espalda en la pared y se escurrió hasta quedar sentado en el piso.

0olo0olo0olo0olo0olo0

Siguió andando sin rumbo fijo, caminaba tan inmersa en sus propios pensamientos que chocó con varias personas y ni siquiera se detuvo a disculparse, como si fuera tanta su prisa que ni siquiera había tiempo para pedir perdón. Pero la realidad era otra, Hermione Granger caminaba así intentando huir de los recuerdos, de las personas, pero sobre todo: de Draco Malfoy.

Sin saber cómo, llegó frente al retrato de la Dama Gorda, ni siquiera se cuestionó cómo o por qué razón sus pies la había llevado hasta ahí, lo único que deseaba era alargar lo más posible la distancia entre Draco y ella. Dijo la contraseña y el retrato se hizo a un lado para dejarla pasar, pero no hubo llegado ni a las butacas cuando escuchó su nombre.

- ¡Hermione! ¿Dónde te habías metido? Ron pasó todo el día de ayer buscándote para... – se detuvo a la mitad de la frase al ver la expresión de su amiga - ¿Qué sucedió?

- Cien galeones – dijo mecánicamente con la vista clavada en la nada y sin responder a la pregunta.

- ¿De qué hablas? ¿Qué te pasó?

La aludida pareció darse cuenta esta vez de que alguien le hablaba pero volvió a hacer caso omiso a la pregunta.

- Cien galeones y la satisfacción de verme destrozada – repitió esta vez mirándolo a los ojos – eso es todo lo que valgo en este mundo...

- Por supuesto que no, tú vales mucho más que eso – contestó extrañado por el comportamiento de su amiga.

- No Harry, eso es todo lo que valgo para él – dijo como una autómata con la mirada sobre él pero embotada, como si aún no estuviera ahí del todo.

- ¿Para quién? – preguntó, aunque temía saber ya la respuesta - ¿quién te hizo daño?

Pero Hermione pareció regresar a su mundo, ni siquiera parecía inmutarse por las preguntas de su amigo, así que la tomó de los hombros y la agitó débilmente.

- Hermione reacciona, di algo por favor

Pareció surtir efecto, aunque no precisamente el que él esperaba. Sin previo aviso se lanzó a su cuello y comenzó a llorar.

- Tranquila... – dijo mientras la llevaba a una butaca sin dejar de abrazarla - ¿Fue ese idiota cierto? – asintió con la cabeza – pues es un completo inútil, hoy en día no se compra nada con cien galeones – añadió en tono infantil pero contrario a lo que hubiera creído, Hermione ni siquiera esbozó la típica sonrisa de ahórrate tus chistes malos sino que sollozó con más fuerza.

- Dijo que no lo hizo por el dinero, que le bastaba con verme así

Harry le acarició la mejilla a modo de apoyo y le alcanzó un pañuelo desechable.

- Entonces he ahí la prueba por la que no vale la pena llorar por él

- Lo sé, y pasé toda la noche repitiéndome lo mismo pero es inútil, basta con oler su colonia para ponerme a pensar en él y me duele saber que él jamás me quiso cuando yo aún lo amo con todo mi corazón

- Por eso mismo, piensa en todo el daño que te hizo y date cuenta de que una persona que te trató de esa forma no merece ni un pensamiento tuyo - dijo intentando sonar conciliador

- Es fácil decirlo – comentó Hermione limpiándose la nariz

- Entonces si lo prefieres puedo intentar tirar a ese imbécil de la escoba en el próximo partido de quidditch – comentó sonriendo – así podríamos hacerlo parecer un accidente.

Esta vez Hermione pareció sonreír un poco, sólo lo suficiente para dejar de llorar, pero luego agregó muy seria

- No, si como dices no vale la pena pensar en él, mucho menos buscar venganza. Prométeme que ni tu ni Ron van a intentar hacerle algo.

- Está bien, lo prometo – dijo de mala gana pero de pronto pareció caer en la cuenta de algo – un momento... ¿Ron ya sabe de esto?

- No, pero en cuanto se entere sé que irá directo a golpear a Malfoy y no quiero que eso vuelva a suceder.

- Buen punto – contestó pensativo – Escucha... sé que no es el mejor momento para hablar de esto pero sé lo que Ron te dijo ayer – Hermione abrió la boca pero Harry no le dio tiempo de argumentar – no me estoy poniendo de su lado... sólo que... dado el estado de las cosas... ¿piénsalo si? Él te ama sinceramente, lo sé por que lo he visto sufrir, y más porque te pasaste todo el día de ayer evitándolo.

- Yo no... – pero Harry volvió a interrumpir

- A mí no me tienes que decir nada, sólo piénsalo ¿de acuerdo?

- De acuerdo

- Y mientras lo piensas podrías descansar un poco – dijo paternalmente - no tienes buen aspecto

- Lo sé – respondió frotándose los ojos – no dormí casi nada anoche y no he comido bien últimamente

- Sólo intenta ser feliz y verás que todo mejorará – dijo alegremente, Hermione lo observó durante un segundo y volvió a abrazarlo esta vez con una sonrisa

- Gracias por escucharme Harry – lo soltó y agregó – eres un buen amigo

- Lo sé – respondió encogiéndose de hombros – ahora si me disculpas, las personas sin problemas amorosos debemos comer 3 veces al día

- ¿Podría pedirte un último favor?

- ¿De qué se trata?

- ¿Podrías contarle tú a Ron lo que sucedió? Es sólo que no me siento capaz de contarlo otra vez y lo que menos necesito en este momento es escucharlo decir te lo dije en todas las formas posibles

- Da discursos frente a todo el cuerpo estudiantil pero no puede ser sincera con su mejor amigo... – comentó sarcástico

- ¿Eso es un sí?

- De acuerdo – respondió como si le fuera a costar un enorme esfuerzo lo que le pedía - pero sólo porque dijiste que era buen amigo – guardó silencio un momento y luego preguntó - ¿te vas a terminar esa manzana?

- Harry, ve a desayunar – dijo sonriendo al tiempo que le daba otra mordida a la manzana que había quedado olvidada hasta ese momento

- No es que no quiera quedarme a charlar más tiempo – dijo inmediatamente – pero anoche hubo entrenamiento y no llegué a la cena... además... tú sabes... el cansancio da hambre y...

- Sólo ve – interrumpió al tiempo que se reía

- ¿Ves cómo no es tan difícil estar de buen humor? – se levantó pero cuando estaba a punto de salir por el retrato se volvió y agregó – si necesitas algo sabes que aquí estaré y por favor no olvides pensar en lo de Ron.

Hermione asintió y Harry salió de la sala común dejándola con una nueva perspectiva de las cosas y mil pensamientos nuevos rondando por su mente.

Nadie en Hogwarts siquiera imaginaba todo el dolor que estaba trayendo una simple cuestión de sangre, por supuesto que no era la primera ni la última vez, pero en esta ocasión las cosas no serían tan fáciles y aún faltaba mucho para que el destino dijera la última palabra.

0olo0olo0olo0olo0olo