Draco Malfoy

Tal vez eran simples palabras para los extraños, una obsesión sin sentido para los observadores, pero ella sabía que todo esto iba mucho más allá.

Se sentía mejor que nunca consigo misma, incluso mejor que cuando el sombrero seleccionador dijo la palabra que cambiaría su vida para siempre. No recordaba haber visto antes a su padre mirarla de ese modo, como si lo mejor que le hubiera pasado hubiera sido tenerla a ella como hija.

Amaba a sus padres como a nada en el mundo, lo imposible se volvía fácil cuando de hacerlos felices se trataba y el sólo hecho de saberlos orgullosos era la mejor recompensa imaginable, ahora lo estaban... no de la forma en que hubiera deseado, desde el principio le hubiera gustado que sus expectativas fueran más elevadas, pero si eso era lo que sus padres querían, eso obtendrían.

Y lo había logrado... Draco Malfoy sería su esposo y nadie podría evitarlo.

Había que ser sinceros, no era que lo amara ni mucho menos. Era guapo, no lo negaba y tenía esa aura de misterio y seducción que hacía que la mayoría de las mujeres cayeran rendidas a sus pies, pero ella no.

Sus padres, Stephen y Eleanor Parkinson se habían preocupado por darle una educación "pura" como la llamaban, basada en la misma doctrina que Salazar Slytherin había enseñado a los primeros habitantes de su casa.

Para cuando llegó el momento de ingresar a Hogwarts, con la mentalidad que debía tener una heredera de sangre limpia ya en su cabeza, su padre habló muy seriamente con ella. Debía estar consciente de quién era y qué era capaz de lograr, pero sobre todo: qué era lo que debía lograr.

Le habló de la tradición familiar, de lo que conllevaba llevar el apellido Parkinson y que por lo tanto debía velar por la continuidad del linaje, debía casarse con un chico como ella, por si esto limitaba sus opciones lo que siguió lo hacía aún más. Debía casarse con aquel que reuniera características específicas.

Debía casarse con Draco Malfoy

Antes de llegar al andén 9 ¾ por primera vez sólo lo había visto en una ocasión, en una cena muy elegante, probablemente de negocios, a la que sus padres le habían permitido acompañarlos. Los habían presentado pero ella no le había prestado mucha atención.

Así que desde el primer día intentó averiguar más sobre él y no tuvo que pasar mucho tiempo para caer en la cuenta de lo difícil que sería convertirse en su prometida. Desde el principio le había parecido curioso que su padre nunca hubiera mencionado siquiera la palabra "amor", hablaba de casarse, pero no de enamorarse y en eso radicaba su primer obstáculo. Sabía que el amor volvía vulnerables a las personas y el plan A era precisamente ese: hacer que Malfoy se enamorara de ella.

Pero un día bastó para echar ese pensamiento a la basura, no sólo era el hecho de que nadie en Slytherin parecía exteriorizar sus sentimientos sino que de todos ellos Malfoy parecía ser el más insensible de todos. Ni siquiera hablaba con los demás a no ser que fuera estrictamente necesario y se limitaba a mirarlos como si debieran sentirse halagados por su presencia, lo cual dificultaba enormemente el acercarse, ya no digamos llegar a conocerse.

Muy pronto comprendió que esa forma de actuar aplicaba no sólo en él, sino en todos los integrantes de la casa, y si quería sobrevivir ahí debía comportarse como todos los demás.

El plan A había fallado y ahora que se había convertido en toda una Slytherin veía ante sus ojos la opción más fácil y por lo tanto la más común: el chantaje, aunque tampoco resultó ser muy efectiva. Malfoy era inteligente y no iba a ser tan sencillo obligarlo.

Pero ahora había caído, después de siete años lo había logrado y ni siquiera había tenido que romperse la cabeza ideando una trampa, él sólo se había puesto en bandeja de plata y todo por Granger. Se le hacía muy extraño que de entre todos los estudiantes ellos se hubieran enamorado y era aún más extraño imaginar el cómo. Cada que lo pensaba se sorprendía más de que el hombre que había visto besándose con Granger fuera el mismo que solía levantarse todos las mañanas con esa expresión de frivolidad en los ojos. Pero la noche anterior había sucedido lo indescriptible... Malfoy ni siquiera había sido capaz de abandonarla directamente, ¿de verdad le habría dolido tanto? Que más daba.

Contrario a lo que cualquiera pudiera creer, pensar en el dolor que pudo haber causado no la hacía sentir culpable, su madre le había dicho muchas veces que para lograr lo que se proponía debía mantener la cabeza fría y no indagar en lo que sentirían los demás, así que cada vez que su conciencia intentaba hacer su aparición el sentir que sus padres estaban orgullosos era suficiente para que lo que pudiera estar sintiendo Malfoy en ese momento se volviera completamente irrelevante. Ahora había obtenido lo que tanto le había costado.

Sólo era cuestión de tiempo convertirse en la Señora de Malfoy.

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- ¿Qué Malfoy hizo qué? – estalló enfadado. Era una suerte que el dormitorio estuviera vacío aunque no hubiera podido decir a ciencia cierta si el grito de su amigo había llegado hasta la sala común.

- Shhh – susurró – tranquilízate Ron, si te lo estoy contando no es para que te pongas a gritar – dijo mirándolo a los ojos, Ron desvió la mirada y continuó caminando de un lado al otro del dormitorio.

- ¿Y cómo está ella? – preguntó aireado

- Ahora está bien y eso es lo que importa – contestó Harry seguro.

- ¿Cómo va a estar bien? Vamos Harry, tú mismo la viste defenderlo, la viste como... ella... – tartamudeó dejando las frases al aire – no puede estar bien.

- Al menos está mejor que antes, debiste verla cómo llegó aquí – comentó Harry, lo cual no ayudó mucho al estado de ánimo de Ron, lo que hubiera dado por haber sido él el que la consolara... tenerla entre sus brazos intentando animarla, eso hubiera sido perfecto pero no, una vez más se había convertido en el segundo en la lista, aunque ahora algo le decía que no lo sería por mucho tiempo. Sin embargo, había algo que lo intrigaba.

- ¿Estás seguro de que fue eso lo que dijo Malfoy? – preguntó pensativo

- Sí, Hermione me lo dijo, todo fue una apuesta, ¿por qué la pregunta?

- Todo esto se me hace muy extraño – Harry bufó

- Tú mismo fue el que dijo que Malfoy se traía algo entre manos y que dudabas que sintiera algo sincero por Hermione.

- Lo sé – dijo de inmediato – pero eso fue antes de la noche en que Malfoy... – dijo vacilando en cómo terminar la frase.

- ¿En que Malfoy te golpeó? – preguntó burlón

- ... en que Malfoy y yo tuvimos una disputa... – continuó, haciendo como si Harry no hubiera dicho nada.

- Si así duele menos... – volvió a interrumpir, lo que hizo que Ron guardara silencio mientras lo miraba con una ceja levantada.

- Yo solía tener un amigo llamado Harry, ¿lo has visto por aquí?

- Harry... me suena... – contestó haciendo un falso ademán de recordar.

- Bajo, gafas, cabello negro... ¿no? – preguntó Ron en el mismo tono

- ¡Ah claro! El mismo buen amigo que pasó media hora intentando un encantamiento para deshincharte el ojo – contestó autosuficiente esquivando el cojín que Ron le acababa de lanzar.

- ¿Quieres dejar lo de la pelea? – pidió Ron mitad riendo, mitad exasperado.

- Tú lo sacaste al tema – respondió encogiéndose de hombros para luego recuperar la seriedad - ¿decías?

- Esa noche Malfoy fue a buscarme porque había hecho llorar a Hermione, ¿crees realmente que lo hubiera hecho si ella no le importara en lo absoluto?

- Sí – contestó Harry al instante, lo que hizo que Ron se sorprendiera.

- ¿Por qué? – preguntó como lo haría con alguien que hubiera perdido la cabeza.

- Porque es Malfoy – dijo como si eso zanjara la cuestión.

- ¿Y?

- Podría tener mil razones para no querer que ella estuviera triste sin siquiera acercarse a las palabras "buena voluntad".

- ¿Tu crees? – dijo no muy convencido

- Claro – respondió Harry como si fuera lo más obvio del mundo – sólo piénsalo, podría ser que si los Slytherins la veían así comenzarían a pensar que la tenía amenazada para cumplir con la apuesta y entonces no le pagarían.

- Puede ser...

- Por supuesto, lo que no entiendo es qué estamos haciendo hablando de Malfoy cuando tú deberías estar gritando de felicidad.

- ¿De qué hablas? – preguntó distraído, su mente seguía buscando explicaciones lógicas.

Harry le dio un zape por toda respuesta.

- Llevas días rumiando que de no ser por Malfoy, tú y Hermione serían felices, ahora no sólo se fue de su vida sino que también tiene buenos motivos para odiarlo, ¿eso no te dice nada?

- Por supuesto que sí – respondió mientras se sobaba la nuca – pero antes tengo que pensar bien lo que voy a decirle, no puedo llegar como si nada y decirle Hermione, ahora que Malfoy te rompió el corazón la felicidad está junto a mí, seamos felices juntos

- Pues yo siento que te estás tardando – dijo moviendo la cabeza –a esta hora ya debe haber alguien más consolándola.

Ron lo miró por unos segundos con expresión de pánico para luego agregar:

- Hablaré con ella después de la cena.

- Así se habla casanova – aprobó Harry dándole una palmada en la espalda al tiempo que se levantaba de la cama – ahora te dejo para que escojas tus frases de conquista.

Esta vez le lanzó la almohada más grande que tenía a la mano, la cual hizo un ruido sordo al chocar con la puerta por la que segundos antes había salido Harry.

Horas más tarde se encontraba recorriendo el castillo en busca de Hermione, había hecho lo mismo el día anterior pero sin resultados, esperaba que esta vez su suerte cambiara al menos para asegurarse de que Hermione no estaba evitándolo.

Imaginaba como debía sentirse, intentaba negárselo hasta a sí mismo pero la realidad era que desde que se había enterado de lo suyo con Malfoy había estado espiándolos por todo el castillo, tal vez para hacerse a la idea o tal vez simplemente porque le gustaba sufrir pero el hecho era que a diferencia de los demás, le costaba mucho trabajo creer que Malfoy hubiera hecho todo por una apuesta.

Los había visto besarse y cada una de esas veces había sufrido al ver qué tan enamorados parecían, había visto con sus propios ojos la forma en que Malfoy la trataba, como si ella fuera todo su mundo, como si sólo viviera para hacerla feliz. Peor aún, había visto cómo la miraba... jamás había visto a alguien mirar a otra persona de esa forma y más tratándose de Malfoy, cuyos ojos incluso irradiaban frío. Pero la forma en que la miraba... ¿cómo Hermione pudo haber dudado de su amor? Había que ser sinceros, no era que esa pregunta le intrigara tanto, se sentía mal al pensarlo pero en realidad eso era lo que menos importaba.

Lo que de verdad le intrigaba era que si Malfoy la amaba de esa manera, ¿Por qué la había abandonado? ¿Por qué inventar algo tan elaborado como lo de la apuesta?

Harry no los había visto juntos, no como él, por eso no entendió lo que intentaba decirle, porque en esa noche de martes fue cuando Ron cayó en la cuenta de que Malfoy la amaba de verdad. Ahí estaba el dilema, ¿cómo era posible que lo hubiera golpeado de esa forma simplemente por que la había hecho llorar cuando ahora él mismo le había partido el corazón haciéndola sufrir mucho más?

Sonrió al llegar a la obvia respuesta. Malfoy aún la amaba, pero algo o alguien lo había obligado a abandonarla, lo cual significaba que debería estar sufriendo aún más que Hermione. Intentó sentir conmiseración hacia el rubio pero no pudo, además de que lo odiaba eso significaba que ahora él tenía vía libre con Hermione. Sonrió aún más, "Tendré que darle las gracias la próxima vez que lo vea" pensó irónico.

Entró a la biblioteca aún sonriendo, no estaba en ninguna de las mesas de trabajo, aunque tal vez podría estar entre los estantes. Comenzó a buscar y al llegar al tercer estante Madame Pince se le acercó.

- ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó amable

Ron miró a su alrededor extrañado, Madame Pince no solía ofrecer ayuda así como así hasta que cayó en la cuenta de que estaba justo frente a la sección prohibida.

- Sí, necesito consultar un libro – dijo señalando hacia el frente

Madame Pince lo miró suspicaz y tomó la lista de su escritorio donde figuraban los pocos alumnos que tenían acceso a ese pasillo.

- ¿Nombre y asignatura? – preguntó recelosa

- Ronald Weasley, Curso Avanzado de Defensa contra las Artes Oscuras – respondió lacónicamente. La maestra pareció verificar cada letra del nombre hasta que lo dejó pasar.

Viéndolo desde otra perspectiva parecía un buen lugar para estar sólo, lo que estaba seguro que Hermione intentaría buscar, casi nadie tenía acceso y los que lo tenían lo utilizaban en raras ocasiones. Caminó hasta el final del pasillo donde se abría dando lugar a una pequeña mesa cuando descubrió que sus suposiciones habían sido del todo correctas.

Hermione se encontraba sentada en la mesa con la cabeza entre las manos en lo que parecía un intento desesperado por concentrarse, tenía un libro frente a ella pero sus pupilas estaban inmóviles, debió escuchar sus pasos porque cuando se acercó levantó la cabeza.

- Hola – dijo con una sonrisa en la que no participaban sus ojos, tenía ojeras y se veía algo pálida pero para él estaba tan bella como siempre.

- Hola, te estaba buscando

- ¿Para que? – preguntó extrañada

- Bueno, como tú parecías evitarme decidí venir a buscarte

- Lo siento... tenía muchas cosas en la cabeza y sólo quería estar sola – se disculpó

- Lo sé – respondió sin darle importancia – además vine a ver cómo estabas, Harry me dijo que te encontrabas mejor pero decidí comprobarlo yo mismo.

- ¿Hablaste con él? – asintió con la cabeza - ¿Te contó todo? – Ron sólo volvió a asentir y Hermione bajó la cabeza – así que supongo que viniste a decirme que tenías razón

Ron se sentó en la silla que descansaba a su lado y la tomó suavemente de la barbilla haciendo que levantara la cabeza.

- Yo nunca haría eso – tomó aire y mirándola a los ojos continuó – No vine a reprocharte, él fue el que te mintió, tú no tienes la culpa de nada.

Hermione se sintió peor ante estas palabras, ella lo había hecho sufrir, lo había evitado y él sólo se preocupaba por ella. ¿Por qué no se había enamorado de Ron? Las cosas hubieran sido mucho más fáciles si Draco nunca hubiera aparecido en su vida, pero entonces se habría perdido de momentos tan felices a su lado... su cabeza era un cúmulo de pensamientos enredados y no creía poder soportarlos por mucho tiempo.

- Lo sé - susurró

- Además, tú te mereces algo mejor. Mereces a alguien que te quiera de verdad

Hermione sabía qué rumbo estaba tomando la conversación pero creía firmemente que eso era lo correcto, ella debía estar con Ron porque él la amaba sinceramente, ¿no se lo había dicho Harry tantas veces? Con el tiempo ella lo amaría de vuelta y entonces sería feliz de nuevo.

- Hermione, yo te amo, te amo como a nadie y si me dieras una oportunidad... – se detuvo y suspiró, ella sólo lo miró fijamente, Ron decidió poner fin a los rodeos – ...si me dieras una oportunidad de demostrártelo te darías cuenta de lo importante que eres para mí y de que yo preferiría morir antes de lastimarte.

Ron guardó silencio esperando una reacción por parte de Hermione pero al no encontrarla continuó.

- Solo te pido eso... que me des una oportunidad de amarte y de que te olvides de Malfoy.

Se escuchaba tan fácil... pero ella sabía que no era así. Sabía que pasaría mucho tiempo antes de olvidarse de Draco pero Ron siempre había sido tan bueno con ella... sentía que se lo debía. Y quien sabe... tal vez en verdad lograra ser feliz a su lado.

- Está bien – murmuró sintiendo que el corazón se le iba a la garganta.

- ¿Qué? – preguntó Ron pensando que tal vez sus oídos lo habían engañado

- Está bien – repitió, esta vez con convicción – vamos a darnos una oportunidad – agregó mirándolo a los ojos.

Ron se levantó de la silla y la abrazó feliz, había esperado que le dijera que tenía que pensarlo pero esto era perfecto. Hermione se levantó a su vez con lo que pudo abrazarla propiamente. Ron estaba radiante, sentía la cintura de la chica entre sus brazos, lo único que quería era quedarse así para siempre.

Inexplicablemente Hermione también sonreía, la hacía sentir bien ver a su amigo feliz e intentó estrecharlo lo más cariñosamente que podía intentando no pensar en Draco.

Ron se separó un poco de ella, la miró a los ojos y Hermione se dio cuenta de qué tanto extrañaba a Draco, le dolía profundamente que no fueran unos ojos grises los que le devolvían la mirada y más aún, que fueran otros labios los que se acercaban peligrosamente a los suyos.

En cuanto a Ron, la besó con todo el amor que fue capaz de transmitir, había esperado tanto por ese momento y lo había imaginado tantas veces que ahora que la tenía allí su mente estaba completamente en blanco, sintió una agradable sensación extendiéndose de sus labios al resto de su cuerpo y entonces se dio cuenta de que aquello era lo que se sentía besar a la persona amada. Pensó en Malfoy, así debía haberse sentido al besarla, pero ahora era el él, Ron Weasley, el que la sostenía, era a su cuello al que los brazos de Hermione se aferraban. Sacó de su mente todos esos pensamientos y disfrutó el beso lo más que pudo, sabiendo que seguramente sería el primero de muchos más.

Se separaron, Ron con los ojos brillantes, Hermione con una sonrisa

- Gracias – logró articular Ron

Hermione sólo le sonrió de vuelta y dijo con voz más aguda de lo habitual

- Vámonos de aquí ¿quieres?

- Lo que quieras – respondió Ron colgándose la mochila de la chica sobre el hombro, incapaz de esconder su felicidad.

Salieron de la biblioteca ya casi vacía y Ron le tomó tímidamente la mano a lo que ella correspondió entrelazando sus dedos en los de él.

- ¿Adónde vamos? - preguntó Hermione cuando llegaron a las escaleras.

- No lo sé, podríamos ir a la sala común a darle la noticia a Harry, estoy seguro de que se alegrará, a menos que tengas otra cosa en mente - añadió

- No, la sala común suena bien – aprobó subiendo los peldaños.

Llegaron en silencio a la torre, pasaron el retrato y encontraron a un solitario Harry sentado en una butaca seguramente esperando a Ron para que le contara lo que había pasado. "Y dicen que las mujeres son más chismosas" pensó Hermione riendo por dentro.

Harry volteó hacia el retrato y al verlos tomados de la mano se acercó sin decir palabra pero con una enorme sonrisa en los labios. Abrazó a Ron al tiempo que musitaba:

- Ya era hora – tocó el turno a Hermione de ser abrazada tras lo cual sonrió aún más – ¡Felicidades a la feliz pareja! Esperen a que todos se enteren y será la noticia – dijo poniendo énfasis en la palabra "la".

- Me temo que tendrá que esperar hasta mañana porque estoy muriendo de cansancio – dijo Hermione frotándose los ojos.

- Te acompaño a tu sala común, sólo déjame subir mis cosas – pidió mientras tomaba su bolsa y se dirigía a la escalera de caracol. Hermione se dejó caer en un sillón y suspiró.

- Si no dejas de pensar en él esto no va a funcionar – dijo Harry indiferente mientras se sentaba junto a ella.

- No estoy... – comenzó, pero al ver la mirada que le lanzó su amigo optó por guardar silencio.

- Sé que te dije que lo pensaras pero para serte sincero creí que decidirías hasta estar del todo bien – dijo más como comentario que como reproche.

- Harry, no estoy usándolo para olvidarme de Dra... Malfoy – corrigió, le dolía pronunciar su nombre – te prometo que voy a poner todo de mi parte para amarlo como se merece, y créeme que no pienso hacerlo sufrir. – dijo sinceramente, tal vez más para convencerse a sí misma que a Harry.

- No tienes que hacerlo porque me lo prometiste, sino porque es lo que tú quieres para Ron – Hermione iba a contestarle pero se oyeron los pasos de Ron bajando por la escalera y ambos guardaron silencio.

- Cielos, como ronca Neville – comentó cuando llegó junto a ellos - ¿de qué hablaban?

- De ti – respondió Harry de inmediato, Ron le hizo un gesto con la cabeza y se volvió hacia Hermione.

- ¿Nos vamos? – preguntó estirando su mano, la cual ella tomó automáticamente.

- Dulces sueños Harry – se despidió dándole un beso en la mejilla.

- Dulces sueños Hermione, que sueñes con Ron – dijo haciendo énfasis en "Ron", acompañado de una significativa mirada que no hubiera sido necesaria para que ella captara el mensaje.

Ron no pareció darse cuenta de nada porque dijo con una sonrisa

- Eso sería un buen sueño – antes de salir por el retrato.

Salieron al oscuro corredor y comenzaron a caminar, bajaron escaleras y recorrieron fríos pasillos que Hermione jamás había visto hasta llegar a algo que parecía el pasillo de Encantamientos cuando finalmente perdió la paciencia.

- ¿A dónde vamos?

- A la Sala de los Premios Anuales – respondió Ron como si le hubiera preguntado cuánto es uno más uno. Hermione comenzó a reírse al caer en la cuenta de que llevaban 15 minutos dando vueltas por el castillo con un Ron sin la menor idea de adónde iban.

- ¿Por qué no preguntaste?

- Porque los hombres no preguntan – respondió Ron autosuficiente, lo que sólo hizo que Hermione se riera aún más.

- A veces es útil cuando no sabes ni siquiera adónde se supone que vas – logró decir.

- Bien, entonces guíame – dijo indicándole que caminara ella delante.

Hermione comenzó a caminar con Ron de la mano volteando a verlo de vez en cuando mientras se reía por lo bajo.

Cinco minutos después llegaban frente al retrato de Guilio Mignard con un Ron jadeante.

- ¿Cómo pueden poner tantas escaleras para llegar a un lugar? – preguntó mientras se recargaba en la pared de piedra para recuperar el aliento.

- Y dicen que el quidditch te pone en forma... – comentó sarcástica

- Lo hace, pero en el quidditch no tienes que subir escaleras – dijo separándose de la pared y acercándose a Hermione. La tomó de la cintura y le sonrió.

- Dulces sueños – Hermione puso sus brazos alrededor de su cuello

- Dulces sueños para ti también – susurró antes de sentir los labios de Ron sobre los suyos.

Se separaron y Ron le dio un breve beso antes de darse la vuelta y comenzar a bajar las escaleras que lo llevarían a la Sala Común de Gryffindor.

Hermione se volvió hacia el retrato con aire soñador, Guilio Mignard la miró unos segundos antes de murmurar:

- Sabe Madmoiselle es malo mentir a los demás pero es peor engañarse a sí mismo.

Hermione le devolvió la mirada como si las palabras del mago no tuvieran ningún sentido para ella, pero una parte de sí sintió una profunda punzada de dolor al escuchar las palabras que había intentado no pensar desde el momento en que había visto a Ron entrar a la Sección Prohibida.

- Me temo que no sé a que se refiere – dijo simplemente antes de decir la contraseña, con lo que el retrato se abrió para dejarla pasar y habría jurado que mientras lo hacía escuchó un susurro bajo que decía

- Tal vez no, pero pronto lo hará.

Caminó más aprisa intentando escapar de aquel retrato que la había hecho sentir culpable, pero lo cierto era que no podría escapar de su conciencia. Miró instintivamente a su alrededor buscando señales de Draco pero se reprendió a sí misma y se encaminó hacia su habitación. "Ahora eres novia de Ron, no tienes por qué pensar en él" se dijo una y otra vez mientras se desvestía, pero le fue imposible cuando finalmente se metió a la cama.

Recorrió con los dedos el frío espacio que quedaba junto a ella incapaz de alejar por más tiempo aquellos pensamientos que la hacían afrontar su nueva realidad: Draco nunca volvería a estar ahí. Se sintió sola... la cama se hacía demasiado grande sin él.

"No estás sola, ahora tienes a Ron" pensó, pero no fue de mucha ayuda. Le dolía aceptarlo pero sabía que Ron jamás llenaría el vacío que Draco había dejado.

Cuando Draco la había abrazado por primera vez se había sentido desfallecer, como si hubiera sido demasiado bueno para ser verdad, entre sus brazos se sentía segura, protegida, sentía como si nada pudiera hacerle daño mientras siguiera aferrada a ese cuerpo... con Ron no sintió nada de eso, fue como abrazar a su mejor amigo una vez más.

Cuando Draco la besaba sentía como si una corriente eléctrica recorriera su espalda y explotara en sus labios, los besos con Ron le decían que la amaba pero no la llenaban de sensaciones placenteras.

Y sus ojos... la hipnotizaba con aquellos ojos grises por los cuales ahora suspiraba, tenían algo que la hacían perder la noción de las cosas y concentrarse simplemente en su dueño.

El cabello rubio...

La nariz fina...

Todo él, con su piel pálida.

Conocía cada rincón de su cuerpo... cuerpo que esa noche anhelaba más que nunca. Lo recorrió mentalmente mientras se acomodaba en lo que hubiera sido el hombro del rubio de haber estado allí... con ella.

El simple hecho de imaginarlo la hizo sentir aquella electricidad embriagante que recorría su cuerpo cada que sentía la cercanía de aquel hombre que la llevaba a lugares inimaginables con sólo un roce de su piel, que la hacía flotar en el aire con sólo una mirada, que detenía el tiempo con una sonrisa...

Y que no estaría ahí nunca más.

La sensación electrizante desapareció en cuanto el último pensamiento cruzó su mente para dar paso a una opresión en el pecho. Sacudió la cabeza como si con eso también pudiera sacudir los pensamientos que la agobiaban.

Podría convencerse de que era un maldito ser despreciable que la había utilizado para verla sufrir y alimentar su ego. Sí, tal vez su mente pensaría eso, pero su corazón seguía impregnado del amor que le tenía.

¿Por qué no simplemente se iba de su mente?

¿Por qué no la dejaba vivir?

Él significaba todo para ella, si se iba su vida estaría vacía.

Era invencible estando junto a él pero ahora... ahora se sentía frágil.

Se dio la vuelta deshaciéndose del espacio que había dejado.

"No lo necesito" pensó decidida "si se trata de sentirse vulnerable habrá que encontrar en Ron la fortaleza y todo saldrá bien"

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