Pansy quedó estática unos segundos, aún apretando la mano de Draco.
La profesora McGonagall soltó un ligero sollozo desde la puerta, lo que pareció traer a Pansy de vuelta a la realidad.
– ¿Q-qué? – logró balbucear – eso no puede ser – agregó negando con la cabeza.
Tenía que ser un mal sueño, una pesadilla o tal vez no había escuchado bien. Sus padres no podían estar muertos, simplemente no podían...
– Yo estuve ayer con ellos y estaban bien, ambos – murmuró fulminando al director con la mirada. Draco pasó de dejarla apretar su mano a él estrecharla también en un intento por tranquilizarla.
Dumbledore asintió en un gesto conciliador
– Sus cuerpos fueron encontrados esta tarde, al parecer fueron asesinados
Pansy bajó la cabeza y comenzó a respirar entrecortadamente mientras seguía negando.
– No puede ser... no es verdad... yo cené con ellos anoche... ¡MIS PADRES NO PUEDEN ESTAR MUERTOS! – gritó llena de angustia al tiempo que se ponía de pie y golpeaba el escritorio con un puño
– Lo siento – dijo Dumbledore sencillamente dejándola desahogarse.
Draco se levantó y lentamente rodeó a Pansy con sus brazos, quien seguía balbuceando ahora con lágrimas surcando sus ojos, sus mejillas.
– No es cierto... no lo es Draco, dime que no es verdad – dijo ahogando su llanto en el hombro del rubio mientras se aferraba a su cuello como si fuera lo único que la separara del abismo.
– Lo siento Pansy – le murmuró en el oído descubriendo que por primera vez en mucho tiempo sentía verdadera pena por alguien que no era él mismo – lo siento tanto...
Pansy siguió llorando en silencio en su hombro¿por cuánto tiempo? No lo sabían, sólo supieron que de pronto Dumbledore se puso de pie y le dio unas palmadas en la espalda.
– Creo que será mejor que la señorita Parkinson se retire a descansar, necesitará fuerzas para mañana
Draco se separó delicadamente y la miró unos instantes antes de colocar su mano en la mejilla de la chica y limpiar las lágrimas que aún recorrían sus mejillas con su dedo pulgar.
– Minerva¿podrías acompañarla?
– Seguro Albus – respondió mientras se limpiaba la nariz
– No se preocupe... yo me haré cargo – murmuró Draco automáticamente, no pensaba dejar a Pansy en ese estado – si no hay ningún inconveniente... – agregó cuando nadie pareció responder
– Sí, tal vez sea mejor un rostro amigo – respondió Dumbledore pensativo
– En ese caso los acompañaré abajo – McGonagall se acercó hasta Pansy, quien parecía ausente, pasó un brazo sobre su hombro dirigiéndola hacia la puerta y de nuevo a la escalera. Draco las siguió, pero la mano de Dumbledore sobre su hombro lo detuvo.
– Supongo que comprende lo devastador que esto debe ser para ella – Draco asintió
– Sí, lo sé
– Ahora más que nunca necesitará un apoyo y confío en que a pesar de todo usted sabrá dárselo – dijo el director levantando las cejas, como si supiera algo que Draco ignoraba.
– No se preocupe, no pienso dejarla sola
Inexplicablemente Dumbledore pareció reír ante el comentario
– Me temo que lo está haciendo en este instante – dijo con una ligera sonrisa, Draco sólo lo miró sin saber qué hacer – Vaya señor Malfoy
El director le señaló la puerta y sin pensarlo mucho Draco salió del despacho y bajó la escalera lo más rápido que pudo. No pudo evitar pensar en lo misterioso que podía llegar a sonar Dumbledore.
McGonagall y Pansy lo esperaban junto a la gárgola, al verlo, la profesora se inclinó un poco.
– Todo estará bien, ya verás – le susurró a Pansy antes de estrecharla una última vez, ella le dedicó una mirada de gratitud pero no dijo nada más. Parecía que este simple gesto le había costado un enorme esfuerzo.
– Buenas noches señor Malfoy – le dijo al pasar por su lado al tiempo que ponía una mano sobre su hombro, Draco se giró para corresponderle el saludo pero la profesora ya había desaparecido de nuevo tras la gárgola.
Pansy seguía de pie en el sitio exacto donde McGonagall la había dejado, miraba al vacío completamente inmersa en sus pensamientos, o más bien en su dolor
– Vamos Pansy...
La tomó de la misma forma que la profesora minutos antes, pasó su brazo por sus hombros y comenzaron a caminar lentamente. Ella sólo se dejaba dirigir y él la sostenía firmemente pues parecía que en cualquier momento se dejaría caer.
Por la forma en que caminaban cualquiera diría que Pansy era la única sobreviviente de una masacre... aunque tal vez así era, o al menos así se sentía, como si hubieran masacrado su vida, su felicidad. Aún no asimilaba lo que acababa de ocurrir, pero muy dentro de su ser presentía que ya nada nunca volvería a ser igual. La vida como la conocía había terminado.
Sólo quería dormir, olvidar... no tenía ánimos ni fuerzas para hacer nada más.
De pronto se detuvo. Draco la miró extrañado pero ella seguía mirando al frente, impasible.
– No quiero entrar a la sala común – dijo como una autómata, después, como si acabara de despertar, miró a Draco con ojos suplicantes – llévame a la enfermería, n-no quiero ver a nadie
La voz le temblaba y Draco la estrechó aún más en un vano intento por devolverle un poco de seguridad.
– No te preocupes, no iremos a la sala común.
Y sin intercambiar otra palabra continuaron su camino por el castillo, en una o dos ocasiones encontraron a algunos alumnos regresando de la cena que los observaron con curiosidad, pero ambos estaban demasiado inmersos en sus pensamientos como para darles importancia.
Finalmente llegaron a la torre, el retrato los miró con una triste sonrisa pero no dijo nada, se abrió en cuanto Draco hubo susurrado la contraseña y guió a Pansy hasta la sala común de los premios anuales.
Por primera vez temió que Hermione hubiera regresado temprano, pero no, la sala estaba vacía.
– Por aquí – guió a Pansy hasta la escalera que llevaba a su dormitorio.
Ella no se quejó, ni preguntó en dónde estaban o a dónde la llevaba. Tal vez lo intuía o simplemente le daba igual, mientras no implicara encontrar a alguien más, se hubiera dejado guiar hasta el bosque prohibido.
Subieron las escaleras y Draco le abrió cortésmente la puerta, ella entró y se quedó estática en medio de la habitación, mirando al piso.
– Eh... puedes dormir aquí – murmuró rompiendo el silencio – nadie te molestará
Espero algún gesto de asentimiento de la chica pero éste nunca llegó, seguía mirando al suelo como si sus zapatos fueran lo más interesante del mundo, aunque en realidad no miraba nada... dejó de mirar en el momento en que había entrado al despacho de Dumbledore. Tampoco sintió mientras Draco se acercaba a ella y le tomaba las mejillas.
– No todo puede ser tan malo – murmuró levantándole la cabeza y mirándola a los ojos. Ella le devolvió la mirada con los ojos aún llenos de lágrimas y negó con la cabeza.
– ¿Por qué¿Por qué ellos?
– No lo sé Pansy...
Nunca había visto unos ojos que irradiaran tanta tristeza, mucho menos había tenido que consolar a alguien con una pena tan grande como la que ella tenía en ese momento. Draco no sabía a ciencia cierta qué decir ni qué hacer, lo que lo llenaba de una profunda impotencia y lo único que atinó a hacer fue volver a abrazarla.
Sólo Pansy supo lo que significaba ese gesto, sentía que necesitaba aferrarse a algo o caería en el abismo y el que ese algo existiera, aunque fuera sólo por esa noche, la hacía aminorar la enorme pena que crecía a cada instante.
– Será mejor que duermas – le susurró separándose suavemente de ella – necesitas descansar
Sin previo aviso Draco puso una mano sobre su cintura, la otra detrás de sus rodillas y sin esperar la reacción de la chica la cargó hasta posarla delicadamente sobre la cama.
Draco se sentó a su lado, en la orilla de la cama, mientras Pansy seguía mirándolo con sus enormes ojos verdes.
– ¿Necesitas algo? Lo que sea... si quieres puedo ir a la sala común...
La chica negó con la cabeza y se acurrucó aún más en la cama
– Sólo abrázame – pidió con un hilo de voz
Draco se recostó a su lado y pasó un brazo sobre costado, Pansy se hizo un ovillo hasta tener su cabeza sobre el pecho del rubio y sin una palabra más, cerró sus ojos intentando olvidar.
Horas más tarde Draco continuaba mirando el cielo a través de la pequeña ventana de su habitación. Pansy seguía exactamente en la misma posición sobre su pecho y su acompasada respiración lo hacía pensar que al menos estaba teniendo un buen sueño.
Era muy extraño como después de tanto, él se preocupaba por ella. Si hubiera sido cualquier otra persona tal vez incluso se hubiera alegrado al saber que estaba pagando el dolor que le había provocado, pero entonces ¿por qué se estaba comportando así?
Aunque le costara admitirlo, Pansy se había convertido en alguien importante para él, en tan poco tiempo había logrado que él la apreciara, que se preocupara por ella, y eso definitivamente no se veía todos los días.
Pasó una mano por la cabeza de la chica, acariciando el cabello rubio que caía desparramado sobre su rostro.
Recordó la fiesta, cómo Pansy había corrido hasta su padre, la expresión en su rostro cuando hablaba con su madre, mientras bailaba con su padre... y sus palabras... "mi familia es lo único que tengo... mi mayor temor siempre ha sido perderlos, si no los tengo a ellos, entonces no tengo a nadie..." No podía siquiera imaginar lo que debería estar sintiendo Pansy, estaría completamente destrozada, más que eso... no había palabras suficientes para describir su dolor.
Y todo por un asesinato. Eso era lo que pasaba.
Su padre había sido un mortífago, él lo sabía desde hacía años, pero nunca se había puesto a pensar en lo que significaba. Cada que su padre salía, cada que asesinaban a alguien, alguna familia se destrozaba. Algún niño lloraba la perdida de sus padres, exactamente como Pansy lo había hecho.
Sí... eso era lo que pasaba.
Tampoco era que los señores Parkinson fueran unos santos, a fin de cuentas se relacionaban con las mismas personas que su padre pero como a cualquier ser humano, el completo significado de la muerte lo golpeó después de haberla presenciado. Y lo que encontró no le gustó, porque él también era parte de aquello.
Y en un instante decidió que no dejaría a Pansy sola, no permitiría que cargara con todo sobre sus hombros, él estaría a su lado el tiempo que fuera necesario para que todo saliera bien, para que ella volviera a ser feliz.
Cinco minutos después sólo se escuchaban dos respiraciones acompasadas al mismo ritmo.
º0olo0º
Abrió los ojos y lo primero que vio fue una sábana que nada tenía que ver con las suyas. Miró a su derecha y el rostro de Draco Malfoy la devolvió a la realidad.
Sus padres estaban muertos
Bostezó sin poder evitarlo y por primera vez miró a su alrededor, estudiando el lugar donde se encontraba. La cama donde estaba acostada era enorme, unas pesadas cortinas colgaban de los postes, a su izquierda había un mueble con muchas gavetas que parecía un ropero antiguo, a su derecha un librero de madera que llegaba hasta el techo y frente a él, Draco sentado en una silla observándola estirarse.
– Buenos días – la saludó Draco
Ella lo miró fijamente unos segundos antes de susurrar de vuelta un tímido "buenos días"
– Dejaron una carta – dijo al tiempo que le mostraba un sobre – McGonagall quiere verte en su despacho, al parecer tiene cosas importantes que decirte.
Pansy se dio la vuelta y pareció estudiar el techo antes de responder.
– Supongo que no tengo otra opción
– Claro que si prefieres quedarte no creo que McGonagall se oponga... – agregó ante su reacción.
La chica sólo suspiró
– Si es sobre mis padres entonces me interesa.
– De acuerdo
Pansy se estiró una vez más a lo largo de la cama mientras Draco se ponía de pie.
– Te dejo para que te arregles, el baño es por ahí – dijo señalando la puerta que se encontraba justo a lado de la cama.
Abrió la puerta y estaba a punto de desaparecer tras ella cuando escuchó que Pansy lo llamaba.
– Draco... – giró apenas la cabeza sin soltar el pomo – gracias...
Él sólo le sonrió y finalmente salió de la habitación dejando a Pansy sola con sus pensamientos. Abrió la puerta del baño y se sorprendió un poco al encontrar un baño de prefectos en miniatura, valdría la pena ser premio anual sólo por poder usar esa tina.
Pensaba lavarse la cara y arreglarse un poco el cabello, pero su rostro en el espejo, con los ojos hinchados y unos enormes surcos debajo, logró hacerla cambiar de opinión. Abrió algunos grifos y se metió lentamente a la tina hasta quedar completamente recostada.
No tenía ánimos para salir. No quería ver a nadie y daría lo que fuera por poder quedarse allí, debajo del agua, por el resto de su vida, aunque por el otro lado le interesaba de verdad lo que McGonagall tuviera que decirle sobre sus padres.
Se hundió un poco más en el agua. Se tomaría su tiempo.
º0olo0º
Miró su reloj una vez más, Pansy se estaba tardando demasiado. Por un instante pensó en la posibilidad de que intentara hacer algo muy desesperado, pero desechó la idea, no la creía tan cobarde como para llegar a tales extremos.
Afortunadamente unos cinco minutos después se escuchó el sonido de pasos bajando por su escalera. Pansy lucía mucho mejor que hacía unas horas, pero su expresión era la misma, lo que minimizaba el efecto del baño.
– Luces bien – dijo Draco intentando hacer conversación.
Pansy lo miró con cara de "no me digas..." pero esbozó una pequeña sonrisa lo cual no podía ser malo.
– Es hora de irnos – anunció señalando su reloj.
Caminaron hacia la puerta pero cuando Draco abrió el retrato descubrió que ya no había nadie a su lado. Se dio la vuelta, Pansy estaba inmóvil unos pasos detrás de él.
– ¿Qué sucede? – preguntó mientras se acercaba hacia ella
Suspiró
– No estoy segura de querer salir – murmuró lentamente
– ¿Por qué?
– Salir significaría aceptar la realidad – dijo con la voz quebrándose cada vez más – y no creo poder hacerlo...
Nuevas lágrimas comenzaron a aparecer en sus ojos, una por una. Draco la tomó por las mejillas.
– ¿Crees que a tus padres les gustaría verte así? – Pansy lo miró a los ojos - ¿Crees que querrían que pasaras el resto de tu vida lamentándote? Por supuesto que no. Ellos te aman Pansy, donde quiera que estén y lo único que quieren es verte feliz.
– Pero esto es demasiado... – dijo entre sollozos sin dejar de mirarlo – no puedo enfrentarlo sola, no puedo...
– Pansy no estás sola, yo estoy aquí... y no pienso irme.
Lo dijo en un susurro demasiado bajo, pero no impidió que Pansy escuchara cada palabra, y que lo agradeciera infinitamente mientras Draco se acercaba aún más y depositaba un dulce beso en su frente.
Pansy lo abrazó y él le devolvió el gesto pasando sus brazos por su cuello. Al final se separaron.
– Entonces... ya es tarde y si tardamos más McGonagall va a empezar a gritar y eso sí que no soy capaz de enfrentarlo.
Draco la tomó de la mano y la guió a través del retrato mientras Pansy reía levemente. Ninguno de los dos advirtió que un par de ojos los miraban desde la escalera.
Un par de ojos que amenazaban con empañarse lentamente mientras el retrato se cerraba.
Hermione Granger se dejó caer en un escalón y se llevó las manos a la cabeza, intentando no llorar, intentando convencerse de que no valía la pena¿pero cuántas veces había tratado ya? Había perdido la cuenta hacía tiempo pero era más que obvio que nunca lo había logrado.
Aún así, sentía que esta vez sí valía la pena, esta vez no eran sólo celos de verlo con otra chica. Cierto, había pasado el fin de semana enfurruñada observando a Draco coquetear con 5 chicas diferentes, pero lo que acababa de ver era... otra cosa. Y más dolorosa, mucho más dolorosa.
La mirada, el abrazo, el beso... había tratado a Pansy como solía tratarla a ella, con esa ternura que ingenuamente había pensado que estaba reservada sólo para ella. Una cosa era que buscara sólo sexo y otra que de verdad estuviera enamorado de Pansy Parkinson, y lo segundo era infinitamente peor, porque aquel trozo de su ser que creía que Draco había sentido algo por ella se estaba deshaciendo lentamente.
Y lo odiaba por eso.
Lo odiaba porque él sí conocería la felicidad, porque tenía a una chica de sangre limpia, de buena familia y estaba enamorado de ella. Merlín¡se iban a casar! Y mientras tanto ella... viviendo de ilusiones, de esperanzas fallidas y de recuerdos que cada vez parecían más lejanos.
Malfoy la estaba matando lentamente. Pero por más que lo intentaba no lograba sacarlo de su cabeza, por más que besara a Ron, siempre volvía a añorar otros labios, aquellos llenos de pasión desbordante. Pero ya nada tenía sentido si él se había enamorado de otra.
Ahora sí lo había perdido, lo había perdido para siempre.
Ya no había nada que hacer... o es que en realidad nunca lo hubo. Estaban destinados a la distancia, jugaron a cambiar el destino pero éste seguía impasible, burlándose de ella, de su ingenuidad.
Y ahí estaba él, enamorado, mientras ella le correspondía, mientras dormían juntos. Seguramente verían las estrellas, abrazados, harían el amor una, dos veces, las que fueran, y pasarían horas mirándose, porque con ese simple gesto ambos sabrían que se amaban.
Y seguramente él le contaría alguna historia graciosa intentando arrancarle una sonrisa, tal vez hablarían sobre ella, y se burlarían de esa pobre incauta que había creído sus mentiras. Y se casarían y se convertiría en un recuerdo destinado al olvido, sólo saliendo cuando fuera necesario un ejemplo de la increíble inferioridad de los sangre sucia.
Se sintió tan patética... siempre la misma cantaleta. Sufría, se convencía de olvidarlo y volvía a sufrir. Lo único que podía hacer era alejarse de él, evitarlo los meses que faltaban con la intención de no seguirle el juego y seguir haciendo lo mismo una y otra vez. No hablaría más con él, no se cruzaría, evitaría mirarlo si era necesario.
Era hora de seguir adelante.
Se levantó decidida mientras se limpiaba las lágrimas cuando una lechuza se posó en el alféizar de la ventana y se sorprendió al acercarse y vislumbrar su nombre en el sobre, lo desató de la pata de la lechuza y esta erizó las plumas antes de emprender el vuelo.
Dentro había otro sobre de apariencia elegante. "Como sea una invitación para la boda de Malfoy me lanzo por la ventana" pensó sarcástica. Finalmente encontró un pergamino y leyó lo que tenía escrito.
º0olo0º
Viajaba en un torbellino de colores. Decididamente usar la red flu estando entallada en un vestido no era lo más agradable, pero la tranquilidad que ahora la embargaba era un buen augurio.
Se sentía mucho mejor después de haber visto a sus padres, cierto, pálidos y en una caja, pero inexplicablemente al momento de verlos había sentido paz, como si desde donde estuvieran le estuvieran susurrando que no tuviera miedo, que ellos estarían ahí, cuidándola siempre. Y así el funeral de sus padres, más que hacerla sentir peor, había sido algo lindo.
Además de que Draco no se había movido de su lado, aún cuando ella sabía lo que podía significarle perder clases estando tan cerca de los exámenes, había insistido en acompañarla. No tenía palabras para agradecérselo y cada vez que lo intentaba él negaba con la cabeza y le aseguraba que no era nada. Blaise se había enterado y le había rogado a Dumbledore que lo dejara ir, después de media hora de súplicas el director le dio permiso y con lo mucho que odiaba ponerse un traje, había estado ahí intentando hacerla reír. Nunca creyó que de todas las personas que pudieran apoyarla fueran ellos dos los que asistieran.
El ministerio aún no terminaba las averiguaciones por lo que eran muy pocas personas las que sabían del suceso. Era casi seguro que en Hogwarts aparte de ellos tres ningún otro alumno estaba enterado aún. Al funeral habían asistido sólo unos pocos familiares lo cual ella agradecía, sólo personas que verdaderamente compartían su dolor, sin muestras de hipocresía ni palabras entre dientes.
Vislumbró el despacho de la profesora Sinistra y en unos segundos sus pies hicieron contacto con el suelo. Se apartó rápidamente, justo a tiempo para que Draco no cayera sobre ella.
– Odio las estúpidas chimeneas – farfulló mientras se sacudía el cabello. Pansy rió ante el comentario.
Salieron del despacho y comenzaron a caminar hacia las cocinas. La comida había terminado y el apetito de Pansy había vuelto, además de que no querían que las personas comenzaran a preguntar dónde habían estado.
Draco la miró de reojo y una imperceptible sonrisa cruzó su rostro, el cambio había sido radical. Ya no parecía que estaba ida y la tristeza había abandonado sus ojos, ahora parecía más bien... nostálgica.
Fue muy sorpresivo llegar al despacho de McGonagall esa misma mañana y que les comunicara que el funeral estaba siendo efectuado en ese mismo momento, apenas si tuvieron tiempo de cambiarse y llegar al servicio por medio de polvos flu.
Había estado seguro de que cuando Pansy viera a sus padres comenzaría a llorar de nuevo hasta ahogarse en sus lágrimas, pero no, incluso había sonreído, cambiando paulatinamente de expresión hasta verse completamente diferente, como se veía ahora, como si hubiera encontrado algo por lo que luchar. Había derramado algunas lágrimas, era cierto, pero no como la noche anterior, porque no eran de tristeza, eran de añoranza.
Y así la Pansy Parkinson que ahora caminaba a su lado era irreconocible en comparación con la que había despertado esa mañana en su cama.
Llegaron al tercer piso cuando apareció una lechuza y comenzó a trazar círculos sobre ellos antes de posarse suavemente sobre el hombro de Pansy y extender una patita donde estaba amarrado un sobre con el sello del ministerio y una leyenda que ponía "urgente" en rojo. Lo último la desconcertó un poco, pero tomó el sobre y sacó el pergamino mientras la lechuza se alejaba tan pronto como había llegado. Lo desdobló y pasó su mirada sobre él durante unos segundos.
Terminó de leer y suspiró
– Quieren que vaya a declarar
– ¿Declarar sobre qué? – le preguntó Draco extrañado – tú no estuviste ahí
– Lo sé, pero al parecer encontraron cosas raras y quieren hacerme algunas preguntas – contestó encogiéndose de hombros – ya le avisaron a Dumbledore, debe estar esperándome
– Bien... voy a cambiarme y bajo en cinco minutos.
Se dio la vuelta pensando en la ruta más rápida para la torre pero Pansy lo tomó del brazo.
– Draco, creo que ya has hecho demasiado – le dijo con voz maternal
– ¿A qué te refieres?
– Escucha... nunca creí que de entre todas las personas fueras tú quien me apoyaría, antes incluso lo creería de Potter... – rió y Draco hizo lo mismo – pero lo hiciste, y no sabes lo que significa para mí, ni siquiera sé cómo agradecértelo...
– No tienes que... – comenzó, pero Pansy lo interrumpió nuevamente
– El punto es que ya hiciste demasiado por mí y sé que tienes deberes y responsabilidades de premio anual y clases y mil cosas mejores que hacer que verme contestar preguntas.
– Pero no me pesa, te acompaño porque quiero, no porque deba – dijo negando con la cabeza
– Lo sé, pero ya estoy bien y además... creo que me vendría bien hacer esto yo sola.
Draco la miró no muy convencido
– ¿Estás segura?
– Completamente – dijo sonriendo – ahora puedes ir a buscar a algún otro desamparado y usar tus nuevas dotes de samaritano.
Draco rió de buena gana
– Así que no me esperes despierto, mañana te contaré que tal me fue – dijo mientras le daba unas palmadas en el hombro
– De acuerdo, pero si necesitas algo...
– Sí, sí, te mandaré una lechuza, aunque llegue mañana.
Se miraron unos segundos más en los que Draco volvió a sorprenderse del cambio de Pansy.
– Gracias Draco – murmuró rompiendo el silencio – gracias de verdad
El chico alzó las cejas
– ¿Pansy Parkinson dando las gracias? – dijo divertido – estás perdiendo el estilo...
– No te acostumbres, no durará mucho – dijo en el mismo tono – debo irme – agregó dándose la vuelta y comenzando a caminar.
– Suerte – le deseó Draco cuando estaba a punto de doblar la esquina, ella levantó una mano sin mirar atrás e hizo un gesto de agradecimiento.
Draco se recargó en el muro y se escurrió hasta quedar sentado sobre la fría piedra, estaba cansado, muy cansado y Pansy tenía razón, aún tenía montones de deberes que hacer, además de ponerse al corriente con las clases a las que no había asistido por la mañana. Sorprendentemente no sentía haber desperdiciado la mañana, al contrario, se sentía bien el haber ayudado a alguien, y eso era algo que hacía demasiado tiempo que no experimentaba.
Echó la cabeza hacia atrás y tras unos minutos sin moverse sintió cómo el sueño comenzaba a apoderarse de él, pero no podía dormirse, estaba en un pasillo... estaba a punto de sucumbir cuando una voz lo devolvió a la realidad.
– ¿Acampando Malfoy?
Abrió los ojos y encontró a Weasley mirándolo despectivamente desde el otro lado del muro. Abrió la boca para mandarlo a... algún lugar lejano, pero pasó la mirada por su cuello y cambió de opinión.
Era la misma bufanda marrón que traía la noche en que lo vio saliendo de la torre.
El sueño se esfumó inmediatamente y las palabras de Hermione resonaron en su cabeza, "...me acosté con Ron y no sentí ni remotamente lo que sentía contigo, porque esta vez lo hice por amor y fue perfecto"
– Sí Weasley... – dijo finalmente – así me evito la molestia de encontrar personas... indeseables en mi torre.
– ¿Qué se supone que significa eso?
– No te hagas el idiota, aunque... tal vez no puedes evitarlo
Ron se acercó unos pasos, visiblemente molesto pero Draco ni siquiera se inmutó, continuó sentado con los brazos sobre las rodillas aparentando indiferencia.
– Te vi salir el sábado de la torre – explicó lentamente – por la sonrisa que tenías supongo que te habrás divertido mucho...
– ¿Celoso?
– No, por mí puedes tirártela cuantas veces quieras, a fin de cuentas es sólo sexo – dijo encogiéndose de hombros.
Ron intentó hacer como si lo último no le hubiera afectado en lo absoluto y esbozó una leve sonrisa, como riéndose de la ingenuidad de Malfoy. Aún así, éste vio cómo había apretado los puños.
– No sé si una persona tan rastrera como tú pueda entenderlo, pero cuando dos personas se aman pueden pasar noches enteras juntos sin necesidad de tener sexo.
Draco sintió como si lo hubieran metido a un baño caliente¿había escuchado bien? Una sonrisa apareció en su rostro.
– ¿No quiso acostarse contigo? – preguntó sin darse cuenta
– Verás... hay una enorme diferencia entre no querer y no necesitarlo – dijo con superioridad, pero Draco sonrió aún más y se levantó del piso.
Weasley era tan estúpido...
Ron esperó el golpe en cuanto Malfoy se levantó, pero para su sorpresa sólo lo miró y repitió en un murmullo lo que acababa de decir.
– Tienes razón, hay una enorme diferencia
Antes de que Ron pudiera contestarle, Draco se había dado la vuelta y continuaba su camino hacia las cocinas más sonriente que antes. Había sido tan fácil... pero ahora la cuestión era otra.
¿Por qué Hermione le había mentido?
0olo0olo0olo0olo0olo
