Lyn, la aprendiz de Link
Capítulo 12: Mamá
Solo una persona te ha traído ha este mundo, eso lo saben todos… Lo que no saben todos, es si considerar mamá ha aquella persona… Algunos le dicen Madre biológica¿De qué sirve eso? Ella te trajo ha este mundo, es lo único que sabes… Si es que te quiso, si es que ella te abrazó es solo cuento del destino
Mamá… mamá… ¿Qué te ha hecho el destino?
La Sra. Leila despertaba, se sentía algo mareada. Pestaño un poco, la imagen borrosa que tenía al frente se aclaró. Un gritó ahogado fue lo primero que hizo, ya que, al despertar, lo primero que vio fueron dos armas de doble filo apuntándole a su la cara. Ni hablar del susto que recibió al ver que aquellas dos armas estaban en manos de dos grandes guerreras: Nabooru e Impa.
- ¿Qué pasa aquí? – preguntó al aire la Sra. Leila, al notar que estaba amarrada
- Levanten sus armas – dijo Link apareciendo
Impa y Nabooru levantaron sus armas, ahí la Sra. Leila miró mejor sus caras. Era lógico que ninguna de las dos estaba actuando a su libre albedrío, que estaban hipnotizadas por algún hechizo conjurado por Link. La Sra. Leila miró con furia a Link. Este solo se limitó a agacharse para mirar a la Sra. Leila de frente (ya que ella estaba sentada en el suelo)
- Intentaré ser lo más amable posible – dijo Link lo más cortes que pudo – como usted ya sabe, soy Link, hyliano perdido en este mundo… el cual en este momento tiene al fantasma de su hermana Sophia en el cuerpo… Los dos estamos en busca de respuestas de nuestro pasado, pero todos parecen pensar que Sophia es un peligro
- Por algo será… - dijo la Sra. Leila
Link cerró los ojos
- No soy un peligro! – gritó Sophia – nadie me entiende! Soy todos unos idiotas!
La Sra. Leila miró pasmada, por fin había notado la diferencia entre Sophia y Link cuando hablaban
- Solo quiero… - dijo Sophia
- Yo puedo contestar – interrumpió la Sra. Leila – pero deja que tu hermano me pregunte, él parece tener más claro el asunto que tú
Sophia miró con odio a la Sra. Leila, pero accedió
- Pues… - continuó Link – sabemos que usted conoció a nuestra madre mientras estuvo con Gannondorf… nos gustaría que nos contará sobre ella
- Guinivere… - dijo la Sra. Leila – mi Gannondorf siempre estuvo enamorada de ella… pero ella ya estaba casada… aun me acuerdo, yo siempre le decía que pensar en ella era ridículo… Pero a él no le importaba… Debo admitir que sentí muchas veces celos de ella… Ella era muy obstinada, lo que ella quería se debía hacer
- Eso era antes de… - dijo Link
- Del ataque al castillo de Hyrule – dijo la Sra. Leila – en ese tiempo, Gannondorf ya estaba algo loco con sus investigaciones en la magia oscura… creo que en ese momento perdí a mi Gannondorf… Entro tanto en sus investigaciones por la frustración de no poder conseguir el amor de tu madre de manera verdadera.
Link miraba seriamente a Leila, ella respiró
- No sabes lo mal que me sentí – dijo la Sra. Leila – al peder así a mi Gannondorf ¡Él no era un hombre maligno! Pero… todo cambió de repente… Odie mucho a tu madre por haberle hecho eso a mi Gannondorf
Link bajo la cabeza, Leila lo miró sorprendido
- Pero… - dijo la Sra. Leila – cuando ella llego con su amnesia a la Villa Gerudo, no pude odiarla
- ¿Por Gannondorf? – preguntó Link algo curioso
- No… - dijo la Sra. Leila – por como era
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Era hace unos 17 años en Hyrule, la Sra. Leila estaba practicando con su sable cerca de aposento en la Villa Gerudo. Gannondorf no había querido que ella fuera al ataque al castillo, así que se sentía frustrada, ya que ella siempre fue una guerrera de corazón
- ¿Qué se cree? – pensaba la Sra. Leila - ¡Soy la mejor luchadora dentro de las Gerudos!
Movía su sable a una velocidad que el mismo Link elogiaría. En ese momento, empezó a llover, algo extraño en Gerudo. Ella entró a sus aposentos, respiró. Una sirvienta llegó con una agua de hierbas para que se tomará
- Tranquila Sra. Leila – dijo la sirvienta – ya llegará su hombre
- Debería haberme llevado – dijo secamente la Sra. Leila antes de tomarse su agua de hierbas
Un día entero paso, la lluvia terminó. Ahí llegaron algunas luchadoras. La Sra. Leila preguntó por Gannondorf, pero nada
- Decidió hacer una investigación solo – dijo una Gerudo
- Este hombre… - dijo la Sra. Leila – tendré que ir a buscarlo parece
- Él ordeno que no sé moviera – dijo otra Gerudo
- ¿Acaso alguna de ustedes se atreve a enfrentarme? – dijo la Sra. Leila levantando su espada
Las Gerudos miraron asustadas a Leila, todas sabían de su habilidad con la espada
- Solo le pedimos que le de un día más – dijo una Gerudo que se agachó frente a Leila – si él sabe que la dejamos ir nos matará
Leila respiró un momento, ellas tenían razón. A pesar de su rabia que tenía contra Gannondorf en ese momento, no podía poner en peligro a sus compañeras
- Esta bien… - dijo la Sra. Leila – esperare un día más… solo un día más
Las gerudos respiraron aliviadas. Para la suerte de las Gerudos, Gannondorf llegó al otro día… Pero, llegó con alguien más, con una Hyliana…
- Ella es Guinivere – dijo seriamente Gannondorf al llegar – ella será mi primera esposa desde ahora
- ¿Qué? – dijo la Sra. Leila
- No quiero reclamos – dijo Gannondorf mirando a Leila
¿Cómo quería que ella no reclamará¡Había sido desplazada por alguien que no era de ahí!
- Por ley – dijo la Sra. Leila – yo soy la primera mujer… yo me case primero contigo
- Por ley – dijo Gannondorf - la primera mujer es la que amo y la segunda es la mejor guerrera
El golpe en el pecho que recibió Leila en ese momento fue tan grande, que no pudo hablar… Mil maldiciones eran las que le daba a Guinivere, le había robado a su hombre.
Pasaron los días y los meses… Leila estaba obligada a vivir con una mujer Hyliana que parecía tener amnesia…
- Yo cocine esto – dijo un día Guinivere a Leila - ¿Quieres comer un poco?
Leila miró extrañada a Guinivere. Guinivere había intentado ser su amiga por mucho tiempo, pero Leila no le permitía… Lógico, después de lo que había hecho
- No tiene veneno – dijo Guinivere comiendo un poco
Aunque, Guinivere tenía una ternura en su mirada… La ternura de esas personas que no tienen nada en la mente, que todo es nuevo para ella.
- Probaré – dijo finalmente la Sra. Leila, tomando un pequeño pedazo de ese pan extraño de Guinivere y metiéndoselo en la boca – mmmm
- ¿Cómo esta? – preguntó Guinivere con mucho ánimo
- Asqueroso – dijo seriamente la Sra. Leila
Guinivere se sentó en una silla algo triste
- Aunque – dijo la Sra. Leila – con algunos arreglos podrías mejorarlos, yo te puedo enseñar
Guinivere saltó de alegría
- No entiendo porque estas tan alegre – dijo la Sra. Leila
- Porque… - dijo Guinivere – eres la primera que quiere ayudarme
- Uff – dijo la Sra. Leila – no creas que será muy seguido…
Quizá era la amnesia la que hacía comportar a Guinivere como si fuera una pequeña niña aprendiendo todo de nuevo… Quién sabe, Leila no lo sabía. Al final, la Sra. Leila no podía odiarla, ya que Guinivere era como una pequeña que siempre le pedía ayuda para todo y, como cualquier mujer Gerudo, ayudaba a otra mujer cuando necesitaba ayuda.
- Las Gerudo – le dijo un día la Sra. Leila a Guinivere – no son débiles, son guerreras, por eso debes aprender ha usar una espada
Guinivere miraba con curiosidad la espada, pero la tomó como si siempre la hubiera usado
- Tú dime como – dijo Guinivere – tú sabes que lo haré
Al recordar esto, la Sra. Leila pudo ver que Guinivere si era la madre de Link… En aquel momento, cuando tomo la espada, lista para el entrenamiento… Era como Link
- A pesar de tener amnesia – pensó la Sra. Leila ese momento – sigue siendo igual de obstinada…
Guinivere tenía unas grandes habilidades para el uso de la espada, las cuales la Sra. Leila no reconoció nunca al frente de ella
- Por lo menos – pensó Leila – los descendientes de ella y Gannondorf serán guerreros
El tiempo no es tan largo como parece a veces… Uno cree ser joven, pero pronto ya es viejo, al pasar aquel tiempo, solo te queda algo claro en la mente: La vida es solo una.
Guinivere había quedado embarazada, la Sra. Leila se aseguró que las sirvientas la cuidaran lo mejor que podían
- Me debes un encuentro después de que nazca tú hijo – dijo la Sra. Leila
- Sí – dijo Guinivere
El día llegó, el pequeño Sain nació. Gran sorpresa fue para las Gerudos ver nacer a un hombre, Leila notó que Gannondorf no estaba sorprendido…
Guinivere lo tomó en sus brazos a su pequeño hijo. Después, una sirvienta lo tomó
- Quiero tenerlo más tiempo en mis brazos… - dijo Guinivere
- No puedes – dijo la Sra. Leila – debes recuperarte… además, todas las Gerudos nos encargaremos de él
- ¿Por qué? – dijo Guinivere - ¡Es mi hijo!
La Sra. Leila la miró extrañada
- Si sabemos… - dijo la Sra. Leila – pero, aquí… la tarea de criar es de todas
- Pe- pe- ro… - dijo Guinivere – yo tengo derecho sobre el pequeño… yo…
Desde ahí, las peleas por el pequeño Sain, de parte de Guinivere fueron intensas… Ella quería cuidarlo, cambiarles los pañales, darle de comer, sacarlo a pasear, enseñarle todo lo que tenía que saber
- Todas lo debemos criar… - dijo la Sra. Leila a Guinivere
- Yo lo haré! – dijo Guinivere
Leila no sabía que hacer, Guinivere no quería soltar al pequeño… El disgusto en todo Gerudo se hizo notar, tanto, que las mismas Koume y Kotake tomaron mano en el asunto…
- Un hijo de Gerudo – dijo la Sra. Koume – debe ser criado por Gerudo…
- Un hijo de Gerudo – dijo la Sra. Kotake – debe tener experiencias de las Gerudo…
- Es el hijo de Gannondorf – dijo la Sra. Koume
- El rey debe ser criado por las Gerudos… - dijo la Sra. Koume
Leila miraba a Guinivere, no pensaba que llegaría a tal extremo esto… Koume y Kotake estaban al frente de ella
- Pásame al pequeño – dijo la Sra. Leila a Guinivere
Guinivere le paso a Sain a Leila… Sabía que estar al frente de Koume y Kotake con él en los brazos era muy peligroso
- Soy su madre – dijo Guinivere – tengo derecho a criarlo
- Criarlos entre Gerudo… - dijo la Sra. Koume –
- No puedes tenerlo todos los días – dijo la Sra. Koume
- Pero… - dijo Guinivere - ¿Cómo sabré que él esta bien todos los días?
- ¿Acaso no confías en las Gerudo? – dijo Sra. Kotake – tenías que ser hyliana…
- Es la ley… - dijo la Sra. Koume
- ¡No me interesa la ley! – gritó Guinivere - ¡Es mi hijo!
Koume y Kotake se miraron…
- No queda otra… - dijo la Sra. Kotake
Las dos levantaron sus báculos… El fuego y el hielo salieron de ellos, cubriendo a Guinivere, pero ella no gritó, si es que gritó, no se escuchaba por el llorar de Sain en esos momentos
- Guinivere! – gritó la Sra. Leila
- Detente – dijo Gannondorf agarrando del hombro a Leila
- ¿Ah? – dijo la Sra. Leila sorprendida, ya que no había visto a su esposo
La Sra. Leila miró de nuevo, justo terminaron de lanzar su hechizo Koume y Kotake
- Guinivere… - dijo la Sra. Leila
El cuerpo de Guinivere estaba ahí, parado, ella no se había dejado caer al suelo en todo ese tiempo…
- Obstinada hasta el final… - dijo Gannondorf
- ¿Acaso no la amabas? – gritó la Sra. Leila
Gannondorf sacó a Sain de los brazos de Leila. Lo miró un momento, este seguía llorando, pero al ver a Gannondorf se quedó mudo
- Si – dijo Gannondorf – Gannondorf la amaba
La Sra. Leila miró asustada a Gannondorf
- Yo no… - dijo Gannondorf sin dejar de mirar a Sain – además, ya tengo lo que quería
No sabía que decir la Sra. Leila… ¿Qué podía hacer? Lo único que sabía era que esta persona ya no era mi Gannondorf… ya no… lo único que sabía era que tenía que proteger al pequeño Sain.
- ¿Para que lo quieres? – preguntó la Sra. Leila después de un silencio – es solo un pequeño
- El hijo de una hyliana con el rey Gerudo tendrá un poder especial… - dijo Gannondorf – ya verás
Con el tiempo, aprendió de que se trataba ese poder… Pero, Gannondorf atacó mucho antes de que Sain desarrollara sus poderes
Una ves escucho decir a Gannondorf, en los tiempos del ataque a Hyrule, que en menos de 7 años Sain moriría, así que no podría usarlo… ¿Por qué? Aun no sé… Ya no era mi Gannondorf, así que no me interesaba lo que hacía
- Mamá Leila – llegó un día Sain, después de que derrotaste a Gannondorf, tenía como 12 años – mira lo que encontré en el desierto
La Sra. Leila miró al mano de Sain
- Una hada… - dijo la Sra. Leila - ellas viven en los bosques
- Si… - dijo Sain – pero también cerca del gran coloso del desierto, aquí casi no viven
- Quizá se perdió – dijo la Sra. Leila – dejémosla donde debe vivir
Lleve a Sain donde vivían las hadas. Puso a la hada en el agua
- ¿Ah? – dijo la hada despertando - ¿Dónde estoy?
- ¡Habla! – gritó Sain - ¡El hada habla!
- Estas en el desierto – dijo la Sra. Leila
- ah… - dijo la hada
- Mi nombre es Sain – dijo Sain a la hada – ella es Mamá Leila ¿Y tú?
- Mi nombre… - dijo la hada – mi nombre es Navi…
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- ¿Navi? – saltó Link algo preocupado - ¿Conociste a Navi?
- Ella fue tu hada… - dijo la Sra. Leila – si… Sain y yo la conocimos
- ¿Qué fue de ella? – preguntó desesperado Link – dime, por favor
- No creo que tenga porque contarte… - dijo la Sra. Leila – porque tu lo sabes Link
- ¿Ah? – dijo Link
- Gracias a los poderes de Sain… - dijo la Sra. Leila –
Igual que los lectores que deben estar leyendo esto, Sophia no entendía nada en esta parte ¿Quién era Navi? Parecía que era muy importante para Link… Lo peor era que ella no entendía a que se refería Leila con los poderes de Sain
- Navi… - dijo Link – no puede ser… ¿Acaso fue verdad?
- ¿Pasa algo hermano? – preguntó Sophia
- Nada… - dijo Link, aunque se veía bastante confundido
En ese momento, Lyn y Sain abrieron la puerta de aquella sala
- Link! – gritó Lyn – por fin te encuentro
- Mamá Leila! – gritó Sain
En el próximo capítulo:
Paralelamente ha esta historia, antes que llegaran, Sain y Lyn deben pasar por algunas pruebas… Ahí, Lyn recuerda algunas clases de su maestro Link, hasta que llegan y se enfrentan a la última prueba de Gerudo Valley
