A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Principios 51 y 52 para ver y entender Manga:

(51) Sin importar la cantidad de sangre perdida, nadie se muere porque su nariz sangra profusamente o porque haya sido herido en un sanguinolento combate.

(52) Lo mismo se aplica a los vómitos y a las fracturas.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 3:

La Conspiración del Caleuche.

Canal de Chacao.

Varios días después.

Sorrento apoyó su espalda contra el auto y dejó que el viento rozara su rostro, inspirando de paso el refrescante aroma a mar. ¡Esta si que era la forma de viajar! Los aviones no le gustaban. Se mareaba y no podía dormir bien estando a bordo de uno. No quería admitirlo, pero tenía muchas aprehensiones en cuanto a volar se refiere. Él prefería tener los pies sobre la tierra… o más bien sobre el mar.

El General de Sirene, al igual que los demás, iba de civil. No lucían sus escamas sagradas por razones obvias, después de todo, aquella era tan solo una misión de negocios. Sin embargo, no se preocupaba, pues sabía que ante la más mínima señal de peligro y a un mero llamado, sus escamas le cubrirían. Sorrento volvió a inspirar el suave aroma del mar y miró hacia el horizonte.

Aún faltaban al menos unos 20 minutos a bordo del Ferry que los llevaba hacia la Isla Grande de Chiloé. Muchos autos y buses repletaban la cubierta, entre los cuales, se contaban los 3 mercedes que lo llevaban a él, a los demás y a su señor. Aún así, una vez que llegasen a la isla, aún tendrían que viajar al menos una hora más para llegar a su ciudad destino, Ancud.

Habían pasado varios días en la capital del país, dos semanas casi, finiquitando varios asuntos referentes al negocio que Julián Solo esperaba cerrar dentro de unos días, sin mencionar que el joven dios había aprovechado para asistir a un seminario de empresarios cuyo tema le llamó la atención. No le gustaban los viajes de negocios, y no era el único. Sorrento se aburría a horrores y se sentía encerrado. Todavía no sabía cuál era el chiste de tanta habladuría empresarial: Julián alucinaba con ellas.

Un suspiro profundo se oyó a su derecha.

"Hay sirenas en estas aguas." Murmuró Tethis de pronto. Sorrento asintió. "Puedo sentirlas."

"Obvio, tú eres una sirena. ¿Primas lejanas tuyas?"

"No. A estas no las conozco… son de las peligrosas." Comentó Tethis mirando hacia uno de los bordes del ferry.

"Mi querida amiga. Todas las sirenas son peligrosas." Bromeó Sorrento.

"Sí, pero a estas no las conozco, así que si se meten en líos con ellas, no podré ayudarles." Rezongó la sirena con una traviesa mueca. "Será mejor que ustedes 7 no se les acerquen."

"Por mi no te preocupes." Aseguró Sorrento mientras se ponía los brazos detrás de la cabeza. "Pero le haré sabe tu aprehensión a Baian."

"Ya le dije, pero no estaría demás que se lo recordaras: suele tener mala memoria respecto de estos temas." Suspiró Tethis. "Por cierto… Llamaron del Santuario de Athena."

"¿Y Bien?"

"Krishna está hablando ahora con el Santo Camus de Acuario por detalles. Al parecer lo del ataque fue muy serio… Están muy enojados."

"Hmpf. Vamos a tener que estar más pendientes. Ese ataque era para nosotros." Añadió Sorrento apretando los dientes. "¿Alguna noticia sobre Kanon?"

Tethis se mordió la lengua. La verdad, el Gemelo Menor provocaba una serie de sentimientos encontrados entre todas las marinas. Por un lado, Kanon había sido quien los había entrenado y reorganizado, una figura de hermano mayor; pero por otro lado, había sido quien quiso controlar a Julián en su propio beneficio. Entre que lo querían y lo aborrecían. Sin embargo… como que ese día le tenían aprecio, más aún por lo que le había pasado, por lo que estaban preocupados por él. Por mucho que tal cosa les molestase, no podían evitar sino estar al pendiente de su progreso.

"Mal. Sigue en la UCI. Ha tenido progresos muy erráticos y no necesariamente buenos." Explicó Tethis. "Por cierto, no he visto al señor Julián ¿Sabes donde está? Hace frío y no sé si está abrigado."

"¿Dónde más?" Sorrento miró hacia babor, acción imitada por Tethis. "Mi Señor está muy contento el día de hoy… y no lo mimes tanto que ya no es un niño."

"Déjame tranquila." Tethis infló los cachetes, muy taimada, mientras buscaba con la mirada a su señor.

Allí estaba Julián, apoyado en la baranda, contemplando el océano totalmente abstraído. Las aguas del Canal de Chacao se encontraban tranquilas y contentas, como reflejando el sentir del dios de los mares. Si bien no estaba despejado, el paisaje era una imagen mágica y preciosa la que se extendía. El mar mostraba un tono azul grisáceo, no hacía mucho frío, pese a la fecha, el ferry que avanzaba ligero por la superficie… de tanto en tanto se veían lobos de mar y uno que otro pingüino que parecía escoltar la nave.

Julián suspiró profundo, complacido, quieto. Estar lejos del océano, como lo había estado los últimos días, solía deprimirlo, por lo que su regreso siempre suponía algo placentero para él. Reencontrarse con sus dominios le daba paz interna. Dejó que el viento le acariciase la cara y le volase algunos mechones del rostro. No se molestó en cubrirse con su bufanda. Sus profundos ojos se fijaron en el horizonte, con quieta alegría. ¡Qué no hubiera dado por haber traído su carruaje! Más que nunca tenía deseos de dar un paseo por esas aguas. A lo mejor en la isla alquilaban caballos: de pronto sentía deseos de cabalgar.

Hacía muchos siglos que no se sentía así de tranquilo. Esa tranquilidad que emanaba del mar y de las costas era familiar y a la vez extraña. Solo una persona había logrado tal estado anímico en él. Julián suavizó el rostro en una expresión de melancolía al pensar en la diosa de los mares calmos. Hacía días que no se la podía sacar de la cabeza. Cada vez que pensaba en algo tranquilo, la recordaba.

Bah.

Fijó sus ojos en el contorno de la Isla Grande de Chiloé, cada vez más cercano. Entrecerró los ojos con curiosidad: cada vez se sentía con más deseos de llegar, y no porque fuera a ver la salmonera con la cuál había estado haciendo negocios. Ese lugar tenía un extraño magnetismo a sus sentidos. ¿Se debería acaso a que estuvo tantos días alejado del mar? No… no podía ser posible. Es que algo parecía palpitar en aquellas costas, algo que llamaba poderosamente su atención y que le aceleraba el corazón.

Julián, que siempre había sentido un especial magnetismo por el océano, tuvo una curiosa sensación de Deja Vuh al ver el mar. Se sentía de buen humor y las aguas respondían a eso. El canal de Chacao ese día estaba particularmente tranquilo, lo cuál no era malo.

Solo una vez se había sentido así.

"… Tite…" Murmuró casi sin darse cuenta.

Abrió los ojos sorprendido de sí mismo. ¿Acaso había dicho eso en voz alta? Bah. Se estaba poniendo muy sentimental últimamente: tenía que dejar de buscar a esa nereida malagradecida o terminaría deprimido. Es que cada vez que pensaba en ella, su ánimo se iba por los suelos, cosa que no era característica exclusiva de su actual encarnación. ¿Dónde estaría? 1500 años era sin duda una brecha muy grande.

"¿Joven Julián?" Preguntó Krishna de pronto. "¿Todo bien?"

"¡Por Supuesto! Hacía tiempo no me sentía tan tranquilo. ¿Sucede algo?"

"Llamaron del Santuario de Athena." Krishna anunció sin mucha ceremonia. Suspiró. "Algunos Santos dorados lograron rastrear a la serpiente que atacó el Santuario hace un par de semanas, pero le perdieron la pista a unos 20 kilómetros de Cabo Sunión." Comunicó escuetamente. "Se desvaneció en el aire: dicen que todavía le buscaba, Señor." Julián puso un mohín en la cara.

"Entonces ya aparecerá." Poseidón estiró los brazos y volvió a inhalar una generosa bocanada de aire. "No hay de qué preocuparse. Si me busca, estoy aquí, no me escondo de nadie."

Julián no tenía ánimos de hacerse mala leche con nada, de lo relajado que estaba, ni siquiera por culpa de una serpiente chiflada de proporciones descomunales. Volvió a fijar su vista en la isla, con una expresión entre melancólica y dolida.

"¿Tuviste suerte con lo de Anfitrite, Krishna?" Preguntó como temiendo oír una respuesta negativa. Krishna movió la cabeza, como indicando un término medio en su respuesta.

"Sí y no." El general se apoyó en la baranda, junto su señor. "La pista era correcta, pero guiaba a una encarnación previa. Estaba en Islandia y falleció hace unos 40 o 50 años."

"Ni modo. Ya debió haber encarnado de nuevo a estas alturas." Julián suspiró MUY apenado. "¿Dónde se habrá metido esa loca?"

"La encontraremos mi Señor." Aseguró el general. "Estoy sobre una muy buena pista en estos momentos: Ya descarté todo el hemisferio norte." Añadió Krishna, contento de su logro.

"…"

Julián no dijo nada. Sintió un extraño vuelco en las tripas. Fijó sus profundos ojos en la superficie del mar, como queriendo ver el fondo del Canal. Se quedó callado, muy callado. Krishna, al ver esta reacción, decidió dejar a su señor solo, aunque no sin darle una palmada en la espalda.

Un escalofrío recorrió su espinazo. Julián frunció el ceño y apenas levantó los ojos, fijando su mirada en un punto en apariencia perdido. Esa energía… no le gustó. Decidió volver a su auto.

"Hmpf."

Cubierta del Caleuche.

Flashback.

"Lárgate, Brujo, y deja en paz a la niña, maldito pederasta." Anneke tenía una fiera mirada en los ojos, pero no estaba asustada. Nunca se atemorizaba cuando sentía que debía interferir en algún asunto, como éste, por lo que lo enfrentó con porfiada gallardía.

"¿Anneke?" Balbuceó Paulina, abrazándola por la espalda. Sentía cómo se debilitaba cada vez más. "Ten cuidado."

"¿QUIÉN osa interferir en asuntos de la Mayoría? Mujer, no creo haber oído tu respuesta."

"No necesitas saber mi nombre, Brujo. ¡Aléjate de aquí o te vas a arrepentir!"

"¿Ah sí? No me digas." Humberto se rió burlón. "No sabes a quién te estás enfrentando."

"Sí lo sé." Rezongó Anneke.

Entonces Humberto se desvaneció en el aire, pero al cabo de unos segundos, y como su fuera un remolino de aire, apareció detrás de las chicas, abrazó a Paulina por la espalda, aferrándola contra su cuerpo, y levantándola en viandas. Se alejó algunos metros.

"¡KYAAAAA!"

"¡SUÉLTALA!" La rama de Canelo que Anneke tenía en sus manos comenzó a reaccionar y brillar. La chica corrió hasta Humberto y alzó la mano en un agresivo ademán.

"¡Tut, tut! Yo que tú no haría eso."

"¿Porqué no, Humberto?" Anneke levantó una ceja interrogante. Humberto la miró extrañado.

"Veo que te subestimé. Entonces no pierdo más tiempo aquí y me llevo a mi preciosa presa." Se burló al tiempo que le daba a Paulina un beso en la mejilla. "Eso es un adelanto de los encantos del Capitán del Caleuche."

Esto enfureció a Anneke, más aún al darse cuenta que la niña estaba demasiado débil para defenderse, mas no para llorar. Paulina gimió de disgusto y pataleó.

"¡Serás Maldito!"

Sin esperar más, Anneke comenzó a golpear a Humberto con la Rama de Canelo, que activada por el poder de la chica, comenzó a descargar poderosas descargas de energía positiva, dolorosas para aquel brujo, que no tuvo de otra más que soltar a Paulina, que cayó de rodillas al suelo. Sin embargo, entre que asestaba los golpes, Humberto hizo acopio de su fuerza y sujetó la mano derecha de Anneke en defensa propia: ambos intercambiaron una cruda mirada capaz de generar un cortocircuito.

"Eso no ha terminado, Meica."

"No soy una Meica, brujo."

Humberto se rió burlón, y antes que Anneke se diera cuenta, dio un paso hacia Paulina, a quién sujetó por la cintura y se la puso al hombro. Desapareció en la neblina… aunque segundos después…

"¡KYAAA!"

"¡AAAARGH!"

Paulina rodó hasta los pies de Anneke, quien con urgencia la ayudó a levantarse. La chica la abrazó muerta del miedo y llorando como magdalena. Entonces la neblina se disipó.

"¿Paulina, estás bien?"

"No pudo… llevarme a la fuerza…" Paulina derramó lágrimas gruesas. "¡Tuve mucho miedo!"

"Tranquila… te llevaré a casa, tranquila."

Fin de Flashback.

Brujos, delincuentes, náufragos y hombres de mal vivir estaban abocados a las reparaciones del Buque de Arte. Las andanzas de Saga, Mu y Anneke habían dejado al barco con serios daños en su estructura, por lo que estaban anclados en espera del término de las obras de restauración. Humberto pateó un madero, lleno de frustración: nada le estaba resultando bien.

"… se supone que solo debías subirla a bordo. ¿QUÉ TAN DIFÍCIL es subir a una CHIQUILLA al Caleuche, Humberto?" Protestó un anciano brujo. "¡Tienes 26 años! No debería ser problema engatusar a la mocosa con tus encantos." Añadió mientras se paseaba de un lado a otro, muy molesto. "¡Argh! Si tan solo fuera 50 años más joven."

Humberto trató de ignorarlo. Fijó su mirada en la dirección del Canal de Chacao y bufó muy descontento.

"No puedo usar mis encantos, porque la tipa no va a subir voluntariamente." Explicó.

"¡Patrañas! Deberías haber aprovechado que la chica te gusta. ¡Aprovecha que tiene 17 años! ¿Por qué no la enamoraste?"

"Porque se considera casada con Poseidón. ¿O acaso crees que estoy tratando de sacarlo de en medio no más porque me nace?"

"Eso me vale un cuerno." Bufó el anciano, golpeando el suelo con un pie. "Esa Nereida aún tiene un resto de poder divino. ¡No estaría viva de lo contrario! La Mayoría decidió que el Caleuche necesita esa energía para aumentar su poder, pero para eso necesitamos…"

"… sí, sí, lo sé. Subir a la mocosa al Caleuche para extraerle la energía." Gruño Humberto con un fastidiado sonsonete en la voz, harto ya del anciano.

"Y a cambio de que lo lograras, te permitíamos hacer lo que quisieras con ella."

"¡Viejo Necio!" Gruñó Humberto. "¿Qué no me oyes? Anfitrite debe subir voluntariamente, eso lo descubrí por las malas: cuando quise subirla a bordo por la fuerza, recibí una descarga eléctrica que todavía me tiene el costado entumecido."

"Hmpf."

"Anfitrite no va a subir así no más, a menos que saque a Poseidón del camino. NO PUEDO ENAMORARLA porque la muy ilusa le sigue siendo fiel a ese dios." Humberto pateó a uno de los tripulantes. "No pude aprovecharme del poder de ese guerrero dorado para enfrentarme a Poseidón…"

"No me recuerdes eso, mira que resultó todo un fiasco." El anciano golpeó la cubierta del barco con su bastón, para luego suspirar quejumbrosamente. "Mira no más como dejaron esos santos nuestro querido Buque de Arte."

"Feh." Humberto se alejó a la otra esquina del barco. "Míralo del lado positivo, viejo: al menos pudimos diseñar un hechizo para poder neutralizar a los usuarios de cosmos."

"Que todavía no está probado."

"Ya no seas pesimista."

Humberto, en su afán por huir de este persistente viejo, que era más molesto que una pulga en el oído, caminó hacia otro sector de la cubierta. Al paso que iba, y con este señor echando pestes a los cuatro vientos por su mediocre manejo del asunto, Humberto ya había recorrido casi toda la cubierta. Al fin se acercó al timón y se apoyó allí, fijando la vista hacia el Canal de Chacao.

"… el tiempo apremia. La chica morirá pronto y con ella la única oportunidad que tenemos de apropiarnos de energía divina…"

Humberto entrecerró los ojos, ignorando al anciano. Algo estaba cruzando el Canal en esos momentos… algo que no le convenía. ¡Raro! Nunca se había sentido así de pequeño.

"… Esa energía es lo único que la mantiene con vida, en cuanto muera, ella lo hará y no volverá a encarnar nunca más. Habremos perdido nuestra…"

"¿Quieres callarte?"

"No me callaré."

"Bah. ¡Viejo Necio! ERES un infeliz."

"Este infeliz te puede sacar del cargo."

"…"

"¿Ahora como le piensas hacer para subir a Anfitrite al Caleuche? Sin ella a bordo, no podremos realizar el rito de extracción."

"Estoy pensando."

"No pienses tanto. Quiero Hechos, no…"

"¡SHHHH!"

El viejo tenía razón. Humberto cerró los ojos, pensando en la pequeña y sinuosa silueta enferma de la nereida. La quería, no porque la amase, la quería para sí… junto al tremendo poder que tenía. Pero el anciano tenía razón, aunque le molestase. A menos que subiera a Anfitrite a bordo, lo más pronto posible, no podría llegar a nada.

"¿Y bien? Terminaste de pensar, ¿o sigues tratando que tus neuronas hagan sinapsis?"

Había pescadores cerca… pescadores artesanales, tratando de ganarse el sustento, trabajando tan tranquilos, sin sospechar siquiera que estaban a la sombra del Barco maldito.

"¡Humberto! Te estoy hablando. No me ignores."

"Calla anciano." Humberto observó a los pescadores, que no podían ver al Caleuche, con atención. "Creo que…"

"¡Ahí estás de nuevo con tus creencias!"

"Feh. Se me ocurrió una idea." Humberto esbozó una sádica sonrisa. "Ya sé como hacer que la nereida suba a bordo."

Minuto de silencio. El anciano sometió a un concienzudo escrutinio a Humberto por varios minutos. Al final cerró los ojos e inspiró profundo.

"Ya era hora. Espero que esta vez resulte."

"Resultará… Jeje… si quiere a su familia de regreso, nos rogará que la subamos a bordo."

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Capítulo: El Empresario y la Colegiala.

Esos ojos mostraban la profundidad del mar, ni mil encarnaciones podían cambiar eso. Paulina tragó saliva sin poder romper el contacto visual… su corazón dio 3 vuelcos repentinos, iguales a los que había sentido cuando había divisado al dios por primera vez hacía ya tantos siglos, mucho antes que él la divisara entre sus hermanas, aquél día en la isla de Naxos. ¡Qué guapo que estaba!

PS: Humberto es un ambicioso de lo peor. Como ven, se trata de alguien terco que no aprende de sus errores. A ver ahora como le van sus planes con un dios de por medio. Ojalá esto les esté gustando mucho. Espero que haya quedado más claro esto de en qué momento se cruza este fic con "Extremus Australis". Empiezan en forma paralela, pero luego se separan. No se preocupen, porque saldrán algunos Omakes más adelante con algunas escenitas entre Saga y Anneke. Ya me dirán qué opinan. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

Brújula Cultural:

Poseidón: Mitología Griega. Hijo de Cronos y Rea, hermano de Zeus, uno de los tres dioses que se repartieron el mundo. Poseidón es dios de los mares, los maremotos, los terremotos, las tempestades, los caballos y la epilepsia (ya que esta enfermedad, genera temblores en las personas). Tiene la misma dignidad que Zeus, aunque éste último sea el que finalmente va a mandar. Gran amante, tiene en su haber tantas conquistas como su hermano. Tiene un carruaje tirado por 4 caballos de pies de bronce y crines doradas, en el cuál le gusta dar paseos cuando está tranquilo. Está casado con Anfitrite, a quien no le es muy fiel, y tiene tantos hijos como amantes. En el arte griego, se le representa en forma muy similar a Zeus, aunque con facciones menos severas.

Canal de Chacao: Geografía. Paso marítimo que separa la Isla Grande de Chiloé del resto del continente, por donde suelen cruzar el ferry que conecta a la isla con Chile. Mide aproximadamente dos kilómetros de ancho. Actualmente hay planes para construir un puente que unan ambos extremos (disculpen que no me ría, pero tengo los labios partidos.)

Sirenas: Todos saben lo que es una sirena. Tethis mencionó en este fic que detectó la presencia de Sirenas alrededor de la isla de Chiloé. Dice la tradición que en esta agua, viven Sirenas, que con su canto, enamoran a los marinos. Les prometen riquezas y placer, por lo que los sujetos se lanzan a las aguas, pero una vez allí, las sirenas les abrazan para engendrar una sirenita y no les dejan subir a la superficie, con lo cuál, se ahogan. La típica historia de las sirenas, solo que situada en la versión chilota.

Igía: Abby me confirmó el dato sobre que Igía es hija del dios Asclepios. o