A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras::inserte la banda sonora de El Padrino: Y sí, tengo mentalidad de mafiosa: es que de otro modo no actualizas n.n

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Principios 90 para ver y entender Manga: Los capitanes idiotas e irresponsables ganan batallas, pesen a que todo está contra ellos.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 6:

¡Paulina Al Descubierto!

En el otro extremo de la ciudad.

Sintió como si le hubiera golpeado el tren bala en la espalda. Julián se detuvo en seco y apenas alcanzó a girar la cabeza cuando la onda expansiva de aquél poderoso cosmos, indudablemente de origen divino, lo tocó y rebalsó. Casi cae al suelo hacia delante debido al impacto, de no ser porque alcanzó sujetarse de una pared.

Casi sin darse cuenta, Julián activó el suyo por inercia y por algunos segundos se dejó bañar por el mismo. ¡Peligro, Enojo, Miedo, Vulnerabilidad! Sintió en carne propia cada una de esas sensaciones. Debilidad, miedo, MUCHO dolor. Algo en la isla estaba amenazando a un dios que por alguna razón no estaba en condiciones de defenderse y que para colmo, mientras más tiempo permaneciera su cosmos encendido, más se debilitaba. ¡Sí, aquello pertenecía a una divinidad! No era un fraude, pero ¿Por qué se sentía tan débil? ¿Cómo era posible que esa energía disminuyera?

Entonces fue ensordecido y semi cerró los ojos, presa de un sorpresivo sopor.

Una playa. Aguas turquesas y calmas, un clima agradable. El cielo infinitamente azul y juguetonas risas llegaron a sus oídos. Miradas furtivas y coquetas, el aroma del mar y la tierra fundiéndose en exquisito equilibrio. Aves marinas retozando imperturbables, pese a las idas y venidas de la pareja. El ruido ensordecedor que producía aquél enojado cosmos fue silenciado por aquella escena que tantos recuerdos le traía. ¡Esa playa! La conocía bien, su corazón palpitó de gusto. ¡Era Naxos!

"¡uuuuuuuuuuuuuugh…!"

Aquella dolorida exclamación lo regresó a la realidad con todo y ventolera, ruido y desesperación. Julián abrió los ojos que no sabía que había cerrado. ¡Tanto Dolor! Quien sea que estuviera emitiendo aquél cosmo estaba sufriendo mucho. ¡Si Casi podía sentir aquellas abrasantes puñaladas en su mismo estómago! Se concentró en la fuente de aquél cosmos…

Y volvió a caer en el mismo sopor de antes. ¿Qué lo tenía tan alelado?

… Volvió a ver la misma escena de antes, la misma playa de Naxos… esta vez estaba de pie frente a una chica, que yacía en el suelo en posición fetal y que temblaba de dolor. Los sedosos cabellos negros le ocultaban el rostro. Julián se vio a sí mismo agachándose, sintiendo como su corazón se encogía a medida que se acercaba a la chica y estiraba su mano para alcanzarla, y casi temeroso, casi como si la mujer ante él se fuera a deshacer en polvo, en un gesto tembloroso y lleno de dudas, apartó los cabellos para ver de quién se trataba.

Una ráfaga de viento lo golpeó de lleno en la cara cuando vio los rasgos de aquella mujer, atormentados por el dolor; sintió como si le arrancasen el aire de los pulmones y se sintió impulsado por una fuerza extraña hacia atrás cuando la imagen de aquellos doloridos ojos parecieron atropellarle los sentidos y reprocharle en mudo silencio. Julián volvió a abrir los ojos, esta vez con las pupilas muy reducidas, miró espantado hacia delante, hacia la fuente de aquél cosmos.

¡ERA ELLA!

"¡Anfitrite!"

"uuuuuuuuuuuuuugh… ¡no!"

ZOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOZ.

Un sonido como de succión repercutió en sus oídos cuando de pronto el cosmo de la nereida se apagó de golpe. Julián dejó escapar aire. Por su rostro se veía una extraña, mortal y angustiante palidez que solo pueden adquirir aquellos que saben que quienes están en el lado más íntimo de su corazón está en peligro. Como esperando que las explicaciones apareciesen por las esquinas o que cayeran del cielo, Poseidón miró alrededor suyo, sin poder moverse…

… Por pura inercia y sin pensar mucho, comenzó a correr hacia donde había sentido aquél despliegue de poder, mientras era cubierto por su Camei, sin que le importase que los demás transeúntes le mirasen atontados y curiosos. Corrió sin una dirección fija, hacia donde creía que estaba Anfitrite. Total, tarde o temprano encontraría algo.

Es que cualquiera que hubiera sido capaz de detectar cosmos en la isla, se habría alterado ante la profusa explosión de energía divina que Anfitrite había desencadenado. Mientras Julián experimentaba y lidiaba con todas esas reacciones que no esperaba sentir tan de improviso, los generales tampoco quedaron ajenos a la extraña y urgente llamada de la nereida.

Krishna, quien meditaba en posición de loto, y levitaba ligeramente sobre su cama, sintió un simbólico baldazo de agua helada en la nuca y al despertar tan de súbito de su meditación, casi se cae al suelo de la sorpresa. Tethis y Sorrento se abalanzaron sobre la ventana más cercana que daba en dirección de Paulina, Kaysa miró hacia el cielo extrañado y Baian se atragantó con su bebida. Todos ellos se pusieron en total alerta y llamaron a sus escamas enseguida.

No se equivocaron al hacer esto, ya que ni bien terminaron de armarse, Poseidón, dios de los mares, señor de toda corriente de agua, de las tempestades, terremotos, caballos y la epilepsia, convocó a algunos a su lado y a los demás los envió a fijar un perímetro y a buscar posibles amenazas, todo por medio de su cosmos.

El mar se agitó con inusual fuerza. Si su dios estaba enojado, por ende, él también.

En otro lugar…

El espeso banco de niebla se disipó en el acto, revelando tras de sí una solitaria playa, lejos de la ciudad. Al parecer Humberto había tenido la ocurrencia de transportar lo más lejos posible a su "indefensa víctima" de Ancud.

SPLAAAAAAAAASH, SPLOOOOOOOOSH, KLOOOOOOOOOOOOOSH.

El mar, ante el repentino despliegue de la ex diosa de los mares calmos y como respondiendo a una silenciosa orden de Poseidón, se convulsionó por completo y comenzó a golpear la orilla con violencia. Humberto apretó los dientes: esta reacción no se la esperaba. En 1500 años, Anfitrite no había utilizado su cosmos ni una sola vez, aunque no le habían faltado motivos.

Iluso el pobre, que no sabía que el mar no solo era agitado por causa de Anfitrite.

"¡EXIJO QUE LOS LIBERES!"

La cola con la que Paulina había atado su lacio y desmejorado cabello se desató y comenzó a flotar con rabia hacia atrás. Sus ojos se encendieron en blanco y empuñando las manos, avanzó un paso. La petisa se veía más intimidante de lo que en verdad era, pero la psiquis humana juega trucos y cierta persona que conozco no estaba dispuesta a hacerle caso a aquella teoría.

"¡Vaya! Ahora más que nunca quiero llevarte a bordo."

Humberto retrocedió unos pasos, cubriéndose el rostro con el antebrazo para no tener que enfrentar el poderoso y último cosmos de diosa, que había levantado aquella tremenda ventolera. ¡Esto no era bueno! Si Paulina seguía así… quemaría todas sus reservas de energía divina y nada quedaría para extraer en beneficio del Caleuche… ¿Cómo podía estar de pie, si estaba…?

"¡AAAAAGH!"

Demasiado poder y energía para un cuerpo de salud tan débil. Paulina sintió 10 puñaladas de frío y ardiente dolor clavándoseles en el pecho, el vientre y los pulmones. Su cosmos se apagó de golpe y sus rodillas cedieron ante el peso del cuerpo, provocando una fea caída, que se sintió como si hubiera aterrizado entre brasas y clavos al rojo. Un dolor indescriptible se esparció por todas sus articulaciones y su garganta se cerró, negándose a recibir aire sin esfuerzo.

"JAJAJA. Mucho ruido y pocas nueces." Humberto rió nervioso, al cabo de unos minutos. Puso una mano en su cadera y la otra se la pasó por la cabeza. No se dio cuenta que muchos de sus cabellos se quedaron enredados entre sus dedos y que otros muchos cayeron por causa de la gravedad.

El brujo avanzó hacia la nereida. Paulina estaba allí, en el suelo, estirada cuán larga era, sin poder retrotraerse a una posición fetal, que le hubiera resultado más cómoda. Sentía como si le estuvieran desgarrando cada uno de sus músculos con lentitud. Abría y cerraba la boca con desesperación, como pez fuera del agua, ya que no podía respirar bien. Sus ojos estaban abiertos como platos, sus mejillas y labios se habían puesto de un enfermizo color azul. Humberto levantó el pie y apoyó el zapato en el hombro de la chica.

"¿Y bien? Subirás a bordo conmigo, ¿o no?"

Los ojos de Paulina se llenaron de lágrimas… haciendo un gran esfuerzo, negó con la cabeza.

"¿Es eso un sí o un no? No creo haberlo visto bien." Gruñó el brujo muy burlón, mientras ejercía más presión con el pie en el hombro de la chica.

Un angustioso sonido escapó de los labios de Paulina. Todas sus terminaciones nerviosas estaban hipersensibles, y eso ya sumado al hecho que TODO le dolía, el que Humberto la estuviera pisando, como si se tratase de una cucaracha, tan solo aumentaba el dolor. Una sádica sonrisa se dibujó en el rostro del brujo cuando decidió agacharse y, sujetándola por el mentón, la alzó en el aire, y sin soltarla la sacudió para luego decirle:

"¿ESO FUE UN O UN NO? NO Juegues Conmigo, PERRA."

"¡HHHHHHHHH!"

Una mano sujetó el brazo de Humberto y aplicó una presión tal que le luxó la muñeca en el acto. El brujo tuvo que soltar de Paulina enseguida, y con un siseo de dolor se abrazó su mano lastimada. Isaac atajó a la nereida antes que cayese al suelo y la alejó de Humberto, al tiempo que Eo le propinaba un fuerte golpe en las costillas, que lo hizo patinar varios metros.

"¡UNGH!"

"Maldito abusador: ¡Aléjate De Ella!" Ordenó Eo sin darle tregua.

El General de Scylla no perdió tiempo en abalanzarse sobre Humberto, pero grande fue su sorpresa al descubrir que el Brujo había desaparecido en el aire sin dejar rastro. Frustrado, Eo apretó los dientes, pero como no tenía tiempo para ese tipo de menudencias, como era ver dónde miércoles se había metido aquél maldito, giró sobre sus talones y corrió hacia donde estaba Isaac y aquella chica, cuyo cosmo la había identificado como Anfitrite, y que intentaba alejar de sí al general de Craken para poder respirar, aunque sin mucho éxito.

"¡Señorita por favor! Si No Se Calma No Va A Poder…" Con un tono frío y serio, Isaac intentaba hacer que la nereida se calmase, pero…

"¡HHHHH!" Paulina, sin poder emitir sonido alguno, no quería al general cerca y algunos de sus hieráticos movimientos intentaban alejarlo.

No mal interpreten: la chica ansiaba por respirar y se sentía restringida por aquellos brazos.

"¡Isaac! No la dejas respirar, ¿Qué no ves que no puede?" Eo se pasó la mano por la frente. Estaba expectante: la chica se veía espantosa y comenzaba a tener leves temblores en las manos.

"¡H… HH… HHH… HHHH…!"

"¡Ya lo sé! Pero Si La Suelto Se Puede Lastimar." Aseguró el general con urgencia: la idea de tener a la casi agonizante esposa de su señor en los brazos no le hacía gracia alguna. "¡No Sé Qué Le Pasa!" Añadió con un particular tono de voz, que puso en evidencia que por primera vez en mucho tiempo, su gélido temple estaba resquebrajándose.

Recuerden que todos los Acuario, por muy fríos que luzcan, no solo son impredecibles, sino también muy sensibles.

"¡Es Que No Le Estás Echando Viento!" Eo apretó las mandíbulas y comenzó a echarle viento con las manos a la nereida.

NI SE TE OCURRA Convocar Una De Tus Tormentas!" Gruñó Isaac.

Para espanto a ultranza de ambos generales, Paulina se puso lívida, cerró los ojos y, exhausta, dejó de forcejear, dejándose sujetar como una muñeca de trapo vieja en los brazos de Isaac, como si se hubiera resignado y estuviera ya dispuesta a colgar los tenis.

"¿Señorita?"

… Paulina abrió los ojos y aspiró aire por la boca, todo lo profundo que pudo. Los generales suspiraron de alivio, más aún al ver a la chica descansar con los ojos abiertos aún con débiles ganas de seguir luchando. Ninguno sabía qué le pasaba o que tan seria era su condición, pero ambos intuían algo malo. Paulina miró primero a Isaac y luego a Eo con ojos lánguidos.

"… g… g… gra-cias." Balbuceó a duras penas. "Ya… stá… quí."

"¿Yastáqui?"

El mango de un tridente se clavó en la arena. El mar rugió furioso no lejos y comenzó a estrellarse en a orilla con más energía que nunca. Cayeron algunas esporádicas gotas de agua, las pioneras de una gran tempestad. Si bien la lluvia se había desatado con fuerza en otros sectores de la isla, aún no había alcanzado ese sector, aunque era cuestión de tiempo… sobre todo con Poseidón parado allí, cubierto por su Camei, mirando en rededor en todas direcciones con cara de querer clavar a alguien con su Tridente. Al ver a sus generales, dio cuatro zancadas hasta ellos.

"¡Eo, Isaac! ¿Qué Fue Lo Que Pasó…?" Entonces Julián reparó en Paulina, que lo miraba sin poder poner expresión en el rostro. "¿Tú aquí?"

Paulina cerró los ojos, dejando traslucir en su rostro el tremendo dolor que sentía por todos lados, ante el cuál no le quedaban fuerzas para luchar. Su reseca tez azul le sentó muy mal. Si bien no se le notó nada, Julián sintió un molesto efecto de vacío en las tripas. Sin soltar su querido tridente, se agachó junto a Isaac y Paulina. Eo tragó saliva, muy nervioso.

"¡Señor Julián! Ella es…" Comenzó a decir Isaac, pero Julián le ignoró. El dios, por primera vez inseguro y sin poder quitarle los ojos de encima a Paulina, le rozó los dedos de la nereida con sus propios dedos.

… ¡Se estaba muriendo! Su esencia se estaba reduciendo a cero. Poseidón sintió como si le estuvieran estrujando. ¿Qué Le Estaba Pasando A Su Nereidita?

"¿Tite? ¿En serio eres tú?" Murmuró el dios, sin saber qué hacer. "Pero ¿Qué te pasó?" Paulina abrió los ojos ligeramente y le dedicó una mirada de profundo reproche y rechazo.

"n–o me… t–o… q–ues…" Siseó con dificultad. Paulina cerró los ojos, para ocultar de su mirada a Poseidón. No quería mirarlo, le tenía miedo, mucho miedo por razones que no se lograba explicar.

¿Qué diría ahora Poseidón? ¿Qué le diría ahora que sabía quien era ella? 1500 años ocultándose se habían ido directo a la basura por un descuido suyo. ¿La regañaría? ¿La obligaría a volver con él? ¿Qué le diría…? O lo más importante… ¿TENÍA Ganas de volver con él? Su corazón dio un latido de protesta ante ese pensamiento: su razón y su corazón parecían tener una fuerte diferencia de opiniones.

"La seguimos hasta su casa, señor, tal como nos lo pidió… pero pasó algo muy raro." Explicó Eo muy profesional. "De pronto una energía se dejó caer sobre la casa y cuando nos dimos cuenta, la habían abducido: nos fue muy difícil dar con ella. Por poco la perdimos."

"Un sujeto intentó lastimarla. Tiene algo de poder, casi no pudimos dar con ellos. Si no hubiera sido porque la señorita encendió su cosmos, no hubiéramos sido capaces de dar con ella." Continuó Isaac, mientras dejaba que el dios sujetase a Paulina en su lugar. "No sabemos qué le pasa, ha estado así todo el rato…"

"… ¡No…!"

"Tranquila, Tite, soy…"

"… n–o… ¡uuugh!… m–e t–oqu–es." Débil como estaba, y pese a que debería haber reservado sus pocas fuerzas para respirar, Paulina forcejeó, en rechazo al cambio de brazos.

"No seas necia Y deja que te…"

"… N–ada… d–e… ti…" Resopló la chica con dificultad. "… N…o qui–ero… na–da… de… ¡uuuuuuuugh!" Paulina cruzó una severa mirada con Julián.

"¿Qué no quieres nada de mi?" Preguntó incrédulo el joven dios. "¿Acaso quieres que te deje aquí tirada cuando necesitas…?"

"Sí." Respondió de un bufido, sin dejar de mirarlo a los ojos… lo cuál bastó para que el dios, sin estar muy convencido, la regresara a los brazos de Isaac.

En el centro de su corazón, de su alma, en esos momentos algo se sacudió. Una vez que la hubo regresado a los brazos de Isaac… el dios hubiera podido jurar que escuchó su corazón y el de Anfitrite latir al unísono.

"¡Sí!" Insistió Paulina, comenzando a relajar su expresión. De pronto el dolor había disminuido un poco.

Julián apretó los dientes al ver aquella gentil y fiera mirada en su esposa: aunque era la primera vez que él la veía y reconocía en un milenio y medio, aún recordaba muchos de sus gestos. Su corazón la conocía muy bien y hay cosas que nunca olvidaba… como por ejemplo, los gestos de Anfitrite. Ella era su nereidita favorita, su esposa, y sabía cuando decía algo en serio y cuando no…

… y esta vez… ese "sí" había sonado MUY en serio.

"¿ACASO PERDISTE LA RAZÓN?" Protestó Julián con energía. Es que la sola idea de dejarla sola, en aquellas condiciones, se le hizo… asquerosa. "No me tientes que si quiero te dejo aquí botada." Gruñó el dios.

"¡Señor Julián!" Exclamó la enojada y espantada voz de Tethis. "¡Retráctese En Este Momento! Debería darle vergüenza." Poseidón alzó la mirada para encontrarse con la sorprendida mirada de dos de sus generales, Sorrento y Krishna, y la severa expresión que Tethis tenía en la cara.

Por cierto… los generales se habían alejado unos 3 pasos de la sirena como medida de precaución.

"¿Qué?" Rezongó Julián hastiado.

"Pues…"

"¡Perdió La Conciencia!" Exclamó Isaac de pronto mientras sacudía un poco a Paulina, quien de pronto se había puesto rígida como una tabla. Krishna se abrió paso (cosa que no le fue difícil) y se acercó a la chica.

"¡Por todos los dioses!" Exclamó alzando las cejas, tras un rápido examen. "¡Todos sus chacras están bloqueados y desalineados!"

"¡Pues desbloquéalos!" Exclamaron Sorrento y Tethis.

"No puedo porque…"

"¡GUAU, GUAU, GUAU!"

"¡PAULINA!"

Una mujer muy alta, que no era otra que Anneke, empujó a Julián y a Krishna a un lado con urgencia y se abalanzó sobre Paulina, a quién sujetó de los hombros y sacudió con gentileza. Una fugaz sombra pasó por sus ojos, seguida de una expresión de incredulidad. Un viejo perro bóxer comenzó a gemir no lejos.

"¿Qué estupidez hiciste, mocosa?" Susurró al aire, sin tomar en cuenta que era el centro de atención de Julián y compañía, mientras le fijaba sus grises ojos a la niña. Paulina no se movía.

Y hablando del dios de los mares… Pues Julián, quien intentaba ocultar su creciente nerviosismo bajo esa gallarda facha de adolescente ya crecido, se había puesto de pie y sacudía la arena su capa. Iba a abrir la boca, pero…

"Señorita, disculpe, pero…" Comenzó a decir Sorrento, pero justo en ese momento, Anneke sujetó a Isaac del brazo con autoridad y le clavó la mirada.

"¡Hay Que Llevarla al Hospital Sin Perder Más Tiempo!"

"¿Quién eres Tú que…?" Comenzó Julián no muy contento, pero se calló enseguida tras una mirada de la mujer: sus cristalinos y clásicos ojos grises, en una fugaz mirada que no admitía discusión alguna, lo silenciaron con rapidez.

"¡Paulina Necesita un Hospital AHORA!" Añadió Anneke visiblemente preocupada. Julián pestañeó un par de veces, como alelado. Krishna se agachó junto a Isaac y tomó la frágil silueta de Paulina con facilidad en los brazos.

"La señorita tiene razón: No podemos perder tiempo."

Julián se quedó estático. Tethis estaba pálida. Sorrento y Eo miraban desorientados a su alrededor. Lo único que faltaba era que Isaac comenzara a chuparse el dedo pulgar, cosa que no sucedió. Ninguno de los presentes sabía qué hacer, decir o qué tan grave era la situación. Sólo Anneke y Krishna estaban más despabilados. El General de Chrysaor sintió como le palpitaba una vena en la cabeza: tendría que meditar más a favor de su paciencia.

"Me niego a creer que se van a quedar mirando." Gruñó Anneke impaciente. "¡Vamos! ¡Muévanse! El tiempo es oro."

Julián pareció salir de un trance gracias a una proverbial bofetada. Sacudió la cabeza y alcanzó con 7 zancadas a Krishna y Anneke que ya se alejaban. Los demás le siguieron, sin opinar ni comentar nada.

¡Lo que pueden hacer un par de gritos!

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Capítulo: Cómo evadir a Poseidón.

"… ¿En serio la quieres de regreso o es tan solo un capricho?"

"¿Qué te pasa? ¿Acaso insinúas que es…?"

"… No es un capricho." Anunció Anneke muy seria. "Entonces tendrás que probarlo… Y cuidarla mucho, por todo el tiempo que no la has cuidado."

PS: Lo bueno para ustedes de que este fic ya está terminado, es que no tendrán que sufrir la espera de 7 días por mi próximo capítulo… como tuve que hacerlo yo cuando escribía esta entrega. TT-TT Es que mis dedos de la mano derecha se inflaron como globos sin motivo aparente y me dolían y cuando fui al médico… TToTT Me dijo que era tendinitis y me puso una férula MUY incómoda. Lo bueno es que eso pasó en Noviembre y mi mano parece estar como nueva. Espero que este capítulo les haya gustado. Actualizando un poco este apartado, les digo que luego de esto viene un Omake, que estaría publicando mañana por la tarde. En todo caso, les recuerdo que el 30 de Diciembre va a ver una actualización general en Fanfiction Net, y no se van a poder subir capítulos nuevos, ni dejar reviews. Así que mi última actualización de año, será el día 29… luego tendrán que esperarse hasta el 1 de Enero de 2006. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

Brújula Cultural:

Naxos: Geografía. Una de las miles de islas griegas. Según el mito, fue en una de sus playas en donde Poseidón y Anfitrite se conocieron.

Destino: Este dato debe agradecérselo a Silence Messiah. El Destino es la diosa Ananké, quien tiene un huso de diamante. Y este otro dato, se lo deben a Elena… n.n Zeus sí logró burlar al Destino en un par de veces, al comerse a Methis, la Prudencia, para evitar que tuviera más hijos.