A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Los sucesos de este Omake ocurren algunas horas después del anterior Omake 1.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Principio 143 para ver y entender Manga: Si los hermanos gemelos se odian a más no poder, es porque en el fondo sí se quieren mucho como hermanos.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"Locus Imior Maris."

("El Lugar Más Íntimo del Mar")

Omake #2

Quita Penas.

Le puso una taza de té en sus manos sin mayor ceremonia, antes de sentarse justo frente a ella, en el puesto que solía ocupar cada vez que iba a esa casa. Anneke continuó mirando hacia el mantel, como si no se hubiera percatado de la humeante taza que tenía entre sus manos. Saga la observó preocupado: le había costado mucho calmarse. Nunca hubiera creído que una mujer era capaz de embotellarse tanta pena en los pulmones. Iba a abrir la boca para emitir un comentario, cuando un súbito gesto de Anneke le detuvo.

La chica se limpió las mejillas con el revés de su mano y en seguida buscó un pañuelito, un kleenex, que tenía en uno de sus bolsillos. Tomó aire, esta vez sin sollozar y con quietud, se dispuso a tomar un sorbo de té.

"Gracias." Balbuceó, aún sin mirar a Saga a la cara.

"¿Más tranquila?" Le preguntó el santo, que no le quitaba los ojos de encima. Anneke asintió, apenas levantando la mirada.

"… y a medio morir de vergüenza…"

"¿Y eso?"

"…"

"¿Anneke?"

"… no debí llorar así… lamento que hayas tenido que pasar por…"

"No quiero que te disculpes por tener pena, como si eso fuera algo malo." La reprendió Saga severo. "Tenías tus razones. Punto."

Anneke se quedó en silencio, encogida de hombros, con la quijada apretada. Volvió a suspirar y miró hacia un costado, tras beber otro sorbo de té. Saga se apoyó en el respaldo de la silla y suavizó la expresión.

"¿Por qué llorabas?"

"Por nada…"

"No me vengas con eso. Nadie llora por nada, mucho menos con tanta pena." Reclamó Saga, quizás un poco duro. No era su culpa, este era el único modo que conocía para consolar. Aún así, suavizó de nuevo sus facciones. "Quizás si me lo dices, puede serte de ayuda. No soy bueno dando consejos, pero te apuesto que si te sacas eso de adentro, te sentirás mejor."

Anneke le miró a los ojos, cosa que complació tanto a Saga, que no pudo evitar sonreír, pese a la neutral expresión que la chica tenía en el rostro. ¡Es que esos ojos valían la pena! Eran magnéticos e hipnóticos, y aunque estaban enrojecidos e hinchados por el llanto, aún así tenían un extraño poder sobre él. Anneke suspiró y volvió a tomar otro sorbo de té.

"No es nada… es una tontería. Te vas a reír."

"Sea lo que sea que te hizo llorar de ese modo, seguro no es una tontería ni un chiste." Comentó Saga.

"Tienes razón."

"¡Claro que la tengo! Siempre estoy en lo correcto."

"No siempre."

"Pero CASI."

"En fin."

"Sí. En fin. Dime… ¿Qué Es Esa Tontería Que Te Tiene Tan En El Suelo?"

"No lo sé. Creo que muchas cosas."

"¿Para empezar?"

"… Todo." Anneke relajó los hombros y suspiró. "Creo que es todo y nada al mismo tiempo. No sé si me entiendes."

Saga la miró con mucha atención por casi un minuto completo. En todo ese tiempo, Anneke se quedó en silencio, como esperando una respuesta, que como no llegó, la instó a continuar.

"Es que… nadie parece notar… que soy un ser humano." Dijo por fin. "No es que sea egoísta, no quiero sonar tan frívola, pero… nadie parece querer tratarme como uno." Anneke jugueteó con la taza. "… es como si de repente todo se me apilase encima y algunas cosas me pesan más que otras… siento que hago todo mal, nadie habla mucho conmigo… me siento como atrapada y no sé por qué… es como si no existiera… y por eso… me siento muy sola…"

"…"

Anneke se puso de pie y caminó hasta el lavaplatos, sólo para poder ver a través de la ventana. Claro, con la noche poco y nada podía verse. La chica se mordió el pulgar.

"Reconozco que no soy muy simpática… que soy muy tímida y que me acompleja mi altura. Reconozco que soy un bicho raro… pero trato de hacer un esfuerzo para que al menos se aprendan mi nombre. No es que quiera agradarle a todo el mundo, eso no se puede, pero tan solo quisiera un poquito… un poquito… no creo ser tan insignificante, ¿verdad?" Anneke reprimió un sollozo. "¡Me siento tan pequeña y tan sola!… yo… yo no sé como manejar eso."

La chef frunció el ceño, para luego deformar sus facciones en una profunda tristeza, mientras continuaba hablando. Saga tan solo escuchaba con mucha atención, explicándose tantas cosas en su mente, sin reprocharle nada. Como que en cierto sentido… le entendía. Anneke empuñó las manos y tensó la espalda.

"… No sé que es lo que está tan mal conmigo… o si es algo que he hecho o dejado de hacer… no sé… no sé… pero a nadie parece importarle lo que pase conmigo…"

De pronto parecía que sus manos se habían quedado fijas allí donde las había posado. Dos brazos la rodearon por la espalda, gesto que la sorprendió enormemente. Saga apoyó la cabeza en su hombro y respiró con suavidad. Sintió como la respiración de Anneke se agitaba… iba a llorar de nuevo, no hacía falta ser un adivino para saberlo.

"Conozco tu nombre, Anneke. A mi sí me importa lo que te pase. Sé lo que es sentirse solo… pasa que eres diferente, y eso a la gente no le gusta… pero hay a quienes eso nos gusta." Saga esbozó una sonrisa. "Te aseguro que no estás tan sola."

Casi sin darse cuenta, Anneke dejó caer la cabeza hacia atrás, y se dejó sujetar por el santo. Largo rato se quedaron en esa posición, respirando tranquilamente, sin decir nada… o percatarse que estaba bien abrazaditos. Bruno, que estaba bajo la mesa, salió remolonamente de allí para dirigirse a otro lugar de la casa, como para darles un poco más de privacidad.

Anneke de pronto se movió, y Saga la soltó al percibir que la chica quería más espacio. Se quedaron mirando a la cara, hasta que por fin la chica esbozó una sonrisita. Sus mejillas estaban algo sonrosadas.

"Gracias Saga."

"No me las des. Lamento no haber podido hacer mucho más."

En un gesto coqueto, y casi divertido por la visible incomodidad de Anneke, que se había sujetado con firmeza del lavaplatos que estaba ahora detrás de ella, Saga se acercó a su rostro con la intención de besarla… más aún porque al parecer la chica parecía receptiva…

No es que fuera un aprovechado, pero ya que tenía la oportunidad… y tan solo un poquito más y…

DING – DONG, DING – DONG.

El timbre sonó sorpresivamente, dándoles un buen susto a ambos, pero…

"¡La puerta!"

Asustada, Anneke se le escabulló por entre los brazos a Saga y huyó en dirección a la puerta principal, como quien huye de la escena del crimen. El santo terminó abrazando a la nada y besando el aire. Ni siquiera alcanzó a ver como Anneke abandonaba la cocina: desde su ubicación podía escuchar como la chica hablaba con alguien que había en la puerta.

Saga estaba perplejo.

"¿Armpf?"

Esta suerte de ronquido llamó su atención. Saga miró al piso, solo para encontrarse con Bruno sentado a sus pies, moviéndole su pequeña cola, observándole con atención y casi condolido, como diciéndole 'Por un pelo no te resultó.'

"No me molestes, perro." Gruñó Saga.

Si bien no se había propuesto en ningún momento estar así de cerca de Anneke, era algo que había surgido en el camino, como que le molestaba haber perdido la oportunidad. Bruno se relamió los bigotes con un sonoro lengüetazo, antes de ponerse a jadear burlonamente.

Fin del Omake.

Por

Manquehuito (Misao-CG)