A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Principios 92 para ver y entender Manga o Principio Universal de la Ausencia y tardanza de autoridades del orden: La policía nunca está cerca cuando hay un gran daño estructural y de propiedad privada o cuando tienen que atrapar al asesino en serie.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 7:

Cómo evadir a Poseidón.

Flashback.

Hospital de Ancud.

18:35 pm.

En medio del más completo de los aburrimientos y mientras Sorrento y Krishna intentaban convencer a una de las enfermeras para que les dieran noticias sobre Paulina, Julián estaba estático contra la pared. En aquél pequeño hospital de pueblo, sobresaturado de la gente más diversa y que parecía sumergido en el más caótico de los desórdenes, el dios esperaba por noticias que sencillamente no le darían por no ser familiar.

"Feh." Julián se rió de sí mismo, no más para no llorar.

Afuera, la tormenta por fin se había dejado caer con tanta fuerza, que hasta había sido necesario cerrar puerto para todo tipo de embarcación. Si bien Julián estaba en apariencia tranquilo… digamos que como todo buen ariano estaba muy frustrado y molesto. La terrible tempestad que arreciaba afuera no era sino el fiel reflejo de sus sentimientos.

"Disculpa…" Llamó de pronto una voz a su lado. Julián se volteó a su derecha, sólo para ver a la mujer que los había despabilado. Anneke miró al dios con timidez. "¿Está bien?"

"¡Claro Que No Estoy Bien!" Exclamó enojado. Afuera resonaron un par de truenos ni bien terminó de decir eso. Anneke dio un respingo y se tapó los oídos. Fijó la vista en el suelo.

"Por favor, no grite que causa truenos y esos me afectan los nervios." Pidió en voz baja. Julián la miró severo: esta era una mujer extraña… Un momento… ¿Cómo sabía que él…? "Verá… yo quería saber si necesitaba algo."

"¿Cómo Qué Podría Necesitar Yo?" Resopló molesto, pero un poco más tranquilo y sobre todo curioso.

"Noticias sobre Paulina." Anneke levantó la mirada, tan solo para encontrarse con los sorprendidos y expectantes ojos del dios. "Este… es que… conozco al médico que la atendió, es amigo mío."

"¿Por Qué No Lo Dijiste Antes?" Demandó saber Julián, irguiendo la espalda.

"Porque no me dio la oportunidad y ese tipo grandote que está cerca suyo todo el tiempo me pone nerviosa." Anneke señaló a Krishna. "No me atrevía a acercarme." Sin duda Anneke debe trabajar mucho para superar su timidez.

Julián miró a Krishna de soslayo, quien junto a Sorrento seguía tratando de convencer a la misma enfermeras a que les diera información: ya habían pasado a la etapa del coqueteo (la cuál, debo decir, le estaba resultando más a Sorrento que a él). Sí, el tipo podía ser intimidante, pero no era para tanto. Además… esta mujer era incluso más alta que Krishna (aunque por el peinado del general, esto pasaba inadvertido) y que él mismo; y que conste que había crecido mucho en los últimos 3 años.

"¿Qué sabes de Paulina?" Preguntó sin dejar que las ansias lo delatasen, cosa que le resultó. Sin embargo, por muy dios que fuera, no pudo engañar a Anneke.

"No sé Nada, pero convencí a mi amigo para que se lo contara todo. Le expliqué quien es usted y lo entendió. Le está esperando por ese lado de allá." Anneke le señaló en una dirección determinada. Julián, tal como si hubiera estado apoyado en un resorte, salió disparado hacia donde le señalaban, pero Anneke se sujetó de un brazo. "¡Espere por favor! necesito saber algo…"

Julián la miró curioso. En una situación normal, se habría soltado de un tirón, pero algo había en los grises y cristalinos ojos de Anneke que le hizo actuar de otra manera.

"¿Qué ocurre?"

Anneke se hizo de rogar antes de hablar. De pronto endureció la mirada y hasta sacó una voz, que sin dejar de ser amable, era severa.

"… ¿En serio la quiere de regreso o es tan solo un capricho?"

"¿Qué te pasa? ¿Acaso insinúas que es…?"

Julián se detuvo a media frase al observar un extraño fenómeno en los ojos de la mujer. Estos de pronto se llenaron de compasión.

"… No es un capricho." Anunció Anneke muy seria. "Entonces tendrá que probarlo… Y cuidarla mucho, por todo el tiempo que no lo ha hecho." La mujer se mordió los labios. "Se les acaba el tiempo a ambos… es ahora o nunca más." Añadió con misterio.

Anneke soltó a Julián y le sonrió, hizo una venia con la cabeza y se alejó, aferrando su cartera, perdiéndose rápidamente entre la gente, aprovechando el tumulto y su habilidad para pasar desapercibida.

Fin de Flashback.

Casa de Paulina.

00:16 am.

Paulina abrió la puerta con pesadez, y tras entrar a la casa, la cerró con suavidad. Por fin la habían dejado irse a casa: había tenido que regatearles largo rato a los médicos para que la dejaran regresar, ya que querían dejarla en observación una noche, pero como que ahora se arrepentía de haber regresado.

Estaba oscuro y frío: su casa era más bien humilde, pequeña, pero digna y acogedora. Ella misma, por ser la única mujer desde que su madre había muerto, se encargaba que fuera todo lo familiar posible. Bastaba una simple ojeada para recorrerla por completo. Encendió una luz y con paso cansado se dirigió hacia su cuarto, al cual entró sin hacer ruido.

Silencio. Tan sólo se escuchaba afuera el viento y la lluvia. La casa estaba fría y sin vida. Se sentó en su cama y alcanzó el peluche de un patito…

Flashback.

"… Dejaré que tu padre y tu hermano desembarquen del Caleuche, sin secuelas, siempre y cuando ocupes su lugar."

"¿Qué?" Paulina exhaló molesta y sorprendida. "¡Eso Es Un Maldito Chantaje!"

Fin de Flashback.

Se dejó caer sobre su costado, sin dejar de abrazar su peluche, y con los ojos vidriosos, los cerró suspirando con pena amarga, al tiempo que enterraba su rostro en su patito. Sus hombros temblaron por los lastimeros sollozos y dolor de su corazón.

"… no es justo…"

Ese día había sido muy maldito. Le había pasado de todo y muy rápido. Como que tanta presión en un solo día no era saludable y le carcomía hasta la forma de llorar. Habían bastado apenas unos minutos de furia para revelarle a cuanta cosa que pudiera sentir cosmos, quién era ella y dónde estaba. En menos de 2 horas había sido notificada del más cruel de los chantajes y ahora se veía sola, sin familia…

… Desvalida… expuesta.

Paulina abrazó con fuerza el peluche e incrementó su llanto.

"Si sigues llorando así, te vas a ahogar de nuevo." Julián encendió la luz. Paulina, de un mero respingo, se puso de pie encima de la cama.

"¿Cómo entraste y qué haces aquí?"

"Dejaste las llaves puestas." Julián alzó ambas cejas. "Tenía ganas de ver como estabas." Dijo encogiéndose de hombros, tras lanzar el juego de llaves encima de la cama y a los pies de la nereida.

Como indiferente, el dios la miró largo rato. La chica seguía de pie encima de la cama, en una posición defensiva. El peluche de pato estaba a sus pies, junto a las llaves. Suspiró. Julián no tenía idea porque la había seguido a casa, ni tampoco sabía porque ella estaba llorando. Quizás había supuesto que al enfrentar de nuevo a Anfitrite sabría qué decirle, pero bueno… en suposiciones se quedó tal cosa.

"El Que Las Llaves Estén Puestas No Te Da Derecho De Entrar A Mi Casa." Siseó la nereida.

"¿Esa es manera de saludar a tu marido? Feh. El que debería estar enojado soy yo."

¡PLUFF!

El pato que momentos antes había estado abrazando Paulina, se estrelló sin ningún descaro en la cara de Julián, luego que la chica le diera un ligero puntapié. No hacen falta dos dedos de frente para inferir el motivo de esta reacción.

"¡Opa!"

"¿Enojado tú? ¡Serás cretino! ¿De Qué Podrías Estar Enojado?" Gruñó la ex diosa. "Maldito Desgraciado, Bueno Para Nada. ¡TE QUIERO FUERA DE MI CASA!"

"¡Cálmate un momento! Necesito hablar contigo." Dijo Julián en tono conciliador.

"¿Qué Quieres Que Me Calme?"

"¡Claro! Estás muy alterada y eso no te va a…"

"¿Desde Cuando Eso te Importa?"

"Desde que casi te mueres hace unas horas." Julián se cruzó de brazos. "Feh. No me subestimes tanto y ten un poco de consideración conmigo, que Tanto Te Quiero." Afirmó enojado, aunque en forma sincera. La nereida dejó caer los brazos.

"Es verdad, que grosera soy. Me pones los cuernos y no soy capaz de ser considerada contigo aunque sea así un poco." Replicó Paulina con sarcasmo.

Una gota enorme resbaló por la cabeza de Julián.

"Venga, Tite, el sarcasmo no va contigo." El dios suspiró travieso. "Es que vine a conversar."

"¿Conversar?" Paulina lo miró extrañada. "¿Conversar de qué?"

"Tenemos algunos temas pendientes." Le dijo Julián con inocencia. Una vena gorda palpitó en la frente de Paulina. El dios miró a su alrededor y puso una mueca extraña. "Tienes una bonita casa… aunque no digna de una diosa."

¡Ya está! Era el colmo. Paulina bajó de la cama y se acercó a Julián. Lo sujetó del brazo con la débil firmeza de sus músculos, aprovechando la sorpresa del dios, y lo sacó de su cuarto.

"¡Claro Que No Es Digna De Una Diosa! Pero yo NO soy tal. Esta casa me es muy querida y ya verás todas las gracias que tiene." Dijo a toda velocidad a medida que cruzaba la pequeña sala. "Como ves, aquí está la puerta, que sí es digna de un dios, pues es ancha, amplia, firme y conduce a la calle." La nereida lo empujó fuera de la casa y antes que Julián pudiera reaccionar… "¡LARGO DE MI PROPIEDAD!" Exclamó al cerrarle la puerta en las narices.

Julián sacudió la cabeza, estupefacto. ¿Qué había pasado? Frunció el ceño y llamó a la puerta con insistencia.

"¡Tite! Abre la puerta, en serio tengo ganas de hablar contigo."

"¡PERO YO NO! En 1500 años no he querido verte ni la sombra. ¿Acaso Crees Que Ahora Sí?" Dijo al otro lado de la puerta.

"¡Pero…!"

"¡NADA!"

ANFITRITE, Abre la Puerta!" Exigió Julián, pero en eso una mano le tocó el hombro. Al darse la vuelta, vio a Krishna, que le miraba amable.

"No tiene caso molestarla ahora. Deje que se le bajen los humos, mi joven señor." Le dijo con su típico tono austero. "Tiene todo el tiempo del mundo para hacer las paces con ella, ahora que la encontró." Julián puso un mohín y miró al suelo taimado. Después de todo, su general tenía razón.

"No estaría tan seguro, pero bueno." El dios miró hacia aquella casa. Buscó entre sus bolsillos una tarjeta y un lápiz y rápidamente escribió algo sobre la tarjeta, que deslizó bajo la puerta. "Regresemos al Hotel…"

Al otro lado de la puerta, Anfitrite tomó en sus manos la tarjeta que se acababa de deslizar. Había permanecido allí todo el tiempo… lo primero que hizo al tener la tarjeta en sus dedos, fue olerla con profundidad, incluso antes de leerla.

"Llama por cualquier cosa. Julián." Leyó en voz alta. Frunció el ceño molesta. "¿A qué se debe esta falsa preocupación, Poseidón? Bah."

Paulina se puso de pie, arrugó la tarjeta con rabia y la tiró al piso, antes de entrar a la cocina… sin embargo, regresó unos segundos más tarde a buscarla, desarrugarla y luego de oler la tarjeta de nuevo y con un dejo de cariño, procedió a guardarla en uno de sus bolsillos.

"¡Ratas! Estoy MUY mal de la cabeza." Se lamentó antes de entrar a su cuarto.

Día Siguiente.

Colgó el teléfono, con un suspiro. Aferró el abrigo que llevaba puesto, uno que pertenecía a su papá y se dejó caer en el sofá. Había llamado esa mañana a su colegio, para avisar que no iría a clases, ya que no se sentía con fuerza, y luego a la Capitanía de Puerto, para preguntar por sus familiares…

… no tenía caso, sabía donde estaban. Quizás la falsa esperanza de que a lo mejor Humberto mintiese le motivaba a insistir, como si con eso fuera a hacer aparecer a su papá y hermano como por arte de magia.

TOC, TOC, TOC.

Paulina miró hacia la puerta, extrañada. Arrugó la nariz y se puso de pie. Las articulaciones le dolían y sentía mareos al caminar, pero nada que no pudiera controlar. Abrió la puerta con cuidado, sin sacar los seguros de la puerta.

"¡HOLA!" Saludó un sonriente Julián. "¿Ahora sí quieres hablar?"

"¿Qué haces aquí?"

"Vine a ver como habías amanecido."

Muy bien. Paulina puso una expresión de circunstancias: es que Julián tenía en la cara una sonrisa tan de niño bueno que le dio acidez ser antipática. Suspiró derrotada.

"Amanecí bien." Le dijo muy seria. Poseidón, muy galán como siempre, se apoyó en la puerta.

"¿Puedo pasar?"

"¿A este IMBÉCIL qué le pasa? ¿Acaso cree que la casa es suya? El muy maldito me saca de quicio." Pensó Paulina mientras forzaba una sonrisa. "¡Claro! Que grosera soy. Déjame sacar los seguros."

La chica cerró la puerta con fuerza y se detuvo a segundos de sacar los seguros. ¿En serio lo dejaría entrar? ¿Al mismo hombre que le importaba una mugre lo que le pasaba? Tensó los músculos de rostro y frunció el ceño. ¡Por supuesto que no! Bajó los brazos y se dio la media vuelta… caminó hacia su cuarto… y no volvió a salir de allí.

Julián se apoyó en el dintel de la puerta y se puso las manos en los bolsillos. El sol mañanero se colaba entre las negras nubes: parecía que había dejado de llover unos instantes. El dios estaba algo inquieto. Había pasado la noche en vela preparando la excusa perfecta y la mejor forma posible de hacer las paces con ella. Ansiaba poner en práctica su plan. Conciente estaba que le sería muy difícil, pero le gustaban los desafíos.

Respiró profundo y puso una enorme sonrisa. Que borró al cabo de unos segundos al recordar lo ocurrido el día anterior… ¿Qué habría hecho enojar tanto a Paulina y qué la habría atacado? Mejor se lo preguntaba, pues sabía que había sido peligroso. Además…

Flashback.

"… No es un capricho." Anunció Anneke muy seria. "Entonces tendrá que probarlo… Y cuidarla mucho, por todo el tiempo que no lo ha hecho." La mujer se mordió los labios. "Se les acaba el tiempo a ambos… es ahora o nunca más." Añadió con misterio.

Fin de Flashback.

Tendría que averiguarlo tarde o temprano. Por alguna razón esas palabras lo ponían muy tenso y preocupado. ¿Qué habría querido decir esa extraña y alta mujer?

A todo esto… ¿Qué tan difícil era sacar un seguro?

"¿Señor?" Le llamó de pronto Baian, quien había tomado el primer turno de guardaespaldas. El general se veía curioso. "Este… yo… ¿Cómo se lo digo?"

"¿Decirme qué?"

"Este… es que la señora Anfitrite… verá…" Balbuceó Baian, no muy convencido de querer decir lo que tenía que decir.

"Baian… ¿Le pasó algo a mi mujer?" Preguntó al tiempo que entrecerraba los ojos.

"A la señorita Paulina no le pasó nada… Tan solo… se escapó por la ventana trasera y se fue." Baian terminó de decir, mientras se encogía de hombros. Julián puso cara de ácido y su general miró de inmediato hacia el cielo. "Bonita mañana. ¿No lo cree?"

"¡RATAS!"

Día siguiente.

"¿Entonces el tipo te está acosando?" Preguntó Belén cerrando el puño. Mabel hizo un gesto conciliador.

"Nada, cálmate, niña por Dios." La chica se volvió hacia Paulina. "¿Te quieres ir a quedar a mi casa? Es para que no te encuentre y…"

"No me está acosando. Y estoy bien: nada que no pueda manejar."

TONTERÍAS! A ese hay que caerle a golpes." Belén se puso muy seria. "Es cosa que le digamos a los chicos del grupo y entre todos le damos una paliza que no olvidará."

"¿Por qué siempre tienes que ser tan violenta, Belén?"

"Porque no me gusta ser apática y si hay que pegarle a alguien, PUES YO LE DOY." Afirmó Belén alzando el puño, con una vea palpitándole en la sien. Mabel y Paulina suspiraron resignadas. Después de todo, así era Belén.

¡Tan pacífico era su nombre y tan agresiva que era!

Paulina puso cara de fastidio. Miró hacia el otro lado de la plaza con melancolía y a mirarse los pies con pena. Aún no tenía noticias de sus parientes; ni los demás pescadores ni las autoridades los habían encontrado. Algo en el interior de su corazón se negaba a aceptar que el Caleuche se los había llevado.

"A propósito… ¿es idea mía o esa tipa nos está siguiendo?" Mabel sacó de pronto a Paulina de sus pensamientos. "Hace rato que creo verla."

Señaló hacia una chica rubia, no mucho mayor que ellas, que leía casualmente un libro y no parecía prestarles demasiada atención a sus alrededores mucho menos a las chicas. Esta joven era nada más ni nada menos que Tethis en persona: la sirena, por orden de Julián, había estado siguiendo a Paulina para asegurarse que estuviera bien y que nada la atacase de nuevo. Y bastante cauta que había sido.

"Nah. Debe ser coincidencia." Dijeron Paulina y Belén al unísono.

"Sí, puede ser. Uy, por cierto… tengo que irme. Pauli, ¿Seguro vas a estar bien?" Preguntó Mabel, aunque no esperaba una negativa, sino más bien todo lo contrario.

"No hay problema, Mabel. Yo me iré a casa." Dijo la nereida con calma.

"Yo me iré contigo." Afirmó Belén. "Mejor nos vamos andando, que ya voy tarde." La chica se volvió hacia Paulina. "¡MÁS TE VALE QUE LLAMES SI TE PASA ALGO!"

"Tranquilas, saben que sé cuidarme sola."

Mabel y Belén se quedaron mirando a una sonriente Paulina unos momentos y asintieron con la cabeza. Momentos más tarde, la nereida observó como sus amigas se perdían tras una cuadra, antes de que ella misma comenzase su camino a casa, por la línea de la costa, siendo seguida, no tan de cerca, por Tethis.

No obstante al poco andar, frunció el ceño. Allí, a una distancia de más o menos una cuadra por delante, Julián estaba apoyado en un poste como si su presencia allí fuera una mera casualidad. Paulina arrugó la nariz y se aferró a su delgado abrigo.

"Este tiene complejo de fideo: ¡Me sale hasta en la sopa!" Gruñó de buena gana.

Julián tenía los ojos cerrados, pero estaba muy al pendiente de sus alrededores. Esbozó una sonrisa burlona al sentir la cercanía de Paulina: esperaba esta vez sí poder conversar con ella. La chica se estaba acercando a paso calmo, cada vez más hasta donde estaba él. Sin dejar de sonreír, Julián ocultó su sonrisa de galán de película tras su flequillo.

Ya estaba más cerca… cada vez más…

Y sin que le prestara ni la más mínima atención, Paulina siguió de largo. Ni siquiera se volvió a mirarlo. La nereida, aunque su corazón se agitaba de gusto y enfado al sentir la cercanía de Poseidón, extrañas contradicciones de su alma, estaba decidida a ignorarlo, tal como él lo había hecho con ella, sin que le importasen las consecuencias.

"¡Oye Tite! ¿Qué no me ves?" Preguntó Julián cuando la ex diosa siguió de largo… pero ésta no le dio ni boleto. "¡Tite!"

El dios se apresuró a llegar junto a Paulina, pero esta siguió haciendo como si no le hubiera visto. Con un puchero, Julián le topó el brazo, para darle un leve jaloncito a su mochila.

"¿Necesitas que te ayude con eso?"

"¿Disculpe?" Preguntó Paulina muy fría.

"Que si necesitas ayuda."

"No lo conozco." La nereida apresuró el paso. "No necesito ayuda de extraños, gracias." Julián frunció el ceño.

"No me vengas con que no me conoces, cuando sabes que no es verdad."

"Me está molestando. Le pido de favor que me deje en paz." Gruñó Anfitrite.

"¿Qué se supone que pretendes, mujer?" Julián comenzaba a perder la paciencia. Se le estaba haciendo trabajoso seguirle el paso a Paulina.

"¿Qué Es lo que USTED Pretende?" La nereida se detuvo en seco y miró hacia arriba, a los ojos de Poseidón. "¿Me Está Acosando? Puedo armar un escándalo bien grande aquí y ahora, ¿Sabe?"

La tierna fiereza de los ojos de Anfitrite, que hacía tanto que no veía, pero que al mismo tiempo rebalsaban la fragilidad de un fino cristal, hizo que Julián tragase saliva.

"¿De qué podría estar acosándote? No me dejas que me acerque y…"

"Por algo será. No lo conozco y no tengo ganas de hablar nada con usted." Paulina se aseguró los tirantes de su mochila y le dio la espalda. "Ahora, si me disculpa." La chica giró sobre sus talones, muy enfadada, y se alejó.

CLICK.

La temperatura bajó de golpe y una levísima bruma cubrió el ambiente. Tanto Julián como Paulina se pusieron alertas, tanto porque se sentía una extraña negatividad en el ambiente como por la creciente sospecha que ese particular sonido, ese click, fuese obra del Caleuche… sin embargo, la bruma se disipó pronto y las cosas volvieron a la "normalidad."

"¿Te acompaño a tu casa?"

"…"

"¿Tite?"

"No me digas Tite." Dijo Paulina, quien de pronto se sentía muy débil. La chica se detuvo. "Acompáñame si quieres, ya que de otro modo no me vas a dejar tranquila." Esto puso a Julián muy contento.

"¿Lo dices en serio?"

"… Piérdete." La nereida comenzó a caminar más pausadamente que antes. Respirar se le estaba haciendo difícil. Julián, calladito, la siguió a su lado. Apenas reparó en la aparente dolorosa bocanada de aire que Paulina inspiró antes de dejar caer sus cosas. "Ten mi mochila: al menos sé de un poco de utilidad y llévala." Julián alzó ambas cejas al tiempo que obedecía. La esencia de Paulina comenzó a fluctuar en forma extraña. ¿Qué le estaba pasando? Habría jurado que la chica estaba mucho mejor.

"Tite, ¿te sienes bien?" Preguntó cuando Paulina se aferró de su brazo para evitar caerse. Julián observó que tenía una mueca de dolor en el rostro y se preocupó.

"¿A t–i q–ue te… p–arece?"

Las rodillas de la nereida se doblaron bajo su peso y Julián apenas tuvo tiempo para sostenerla, pero pudo evitar un doloroso suelazo. De inmediato se dispuso a ayudarla.

En la cubierta del Caleuche, anclado no lejos de allí, en el mar que se abría ante Ancud, presenciando aquella escena en que un muchacho intentaba socorrer a Paulina… alguien empuñó ambas manos, enojado. Humberto entrecerró los ojos, frunció el ceño y apretó los dientes…

Tendría que sacar a ese muchacho de la ecuación.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Capítulo: Cómo atrapar una nereida.

"¿Y qué quieres que haga? Por más que intento acercarme, más me rechaza." Julián estaba muy frustrado. Se había imaginado el reencuentro con su esposa de otra manera, muy diferente. "¡Ni que fuera a dañarla! No pretendo hacerle daño alguno para que…"

"No, yo sé que no quiere hacerle daño, pero recuerde que YA le hizo bastante. ¡Sea más considerado!" Tethis bufó descontenta: razones tenía para decir lo que dijo.

"Con todo respeto joven señor, la sirena está en lo correcto." Dijo Krishna dando un resoplido cansado. "Debería intentar otra aproximación, que no sea tan directa."

PS: Lo que me dio guerra de este capítulo, fue el exceso de inspiración para espacios tan pequeños y una excesiva falta de tranquilidad a la hora de escribir… sin mencionar la estúpida férula que tuve que usar por mientras escribía este capítulo en especial y que tuve que usar por 7 largos e incómodos días a finales de Noviembre, no me dejaba escribir como Dios manda. ¡Por si fuera poco fue mi manita derecha! Al menos soy ambidiestra, pero hacía bastante que no usaba mi manita izquierda :sob:. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

La próxima actualización será el 1º de Enero de 2006, si Dios lo permite.

Hasta entonces… ¡¡QUE TENGAN UN AÑO NUEVO DE LUJO, PÁSENLO BIEN, CUÍDENSE MUCHO, NO TOMEN DEMASIADO Y NO SE OLVIDEN DE COMER MARISCOS PARA LA RESACA!

¡¡LES DESEO UN MUY FELIZ AÑO NUEVO Y QUE SEA DE PROVECHO!