A/N: ¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS! QUE EL 2006 LES SEA DE BUEN PROVECHO, PERO QUE NO ENGORDEN. Fui buena y adelanté el capítulo. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.
¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Principios 99 para ver y entender Manga: Los personajes mayores de 60 años se encogen en directa proporción a su edad.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 8:
Cómo atrapar una nereida.
Casa de Paulina.
Se abalanzó sobre el refrigerador con ímpetu y tras abrir la puerta con torpeza, metió la cabeza dentro inhalando una gran bocanada de aire. Julián la quedó mirando con curiosidad: no tenía idea de qué le pasaba y no sabía si sentirse preocupado o no. Se cruzó de brazos y se apoyó en la puerta de la cocina, con esa pose tan galanesca que tantos suspiros arrancaba en la universidad a la que asistía a clases.
Flashback.
"¿Desvanecimiento y agotamiento provocado por distrés agudo?" Repitió Julián sin entender mucho, rascándose la cabeza. "¿Cómo diablos puede pasar eso?"
Enrique, el amigo de Anneke, se encogió de hombros. El médico no mentía, a Paulina realmente le había ocurrido tal cosa, y él, fiel a su palabra, le había dicho a Julián lo ocurrido… claro que no le dijo que la nereida ya tenía un pie en el ataúd: no lo creyó necesario. Además, eso era algo que Paulina debía decirle y no él.
"Se han visto cosas más raras, créeme."
Fin de Flashback.
"¿Qué haces aquí?"
Julián alzó las cejas sorprendido de que Paulina por fin le hablase. La chica, desde que le había venido ese cuasi desmayo en la calle, no le había dicho palabra en todo el rato.
"Nada. No más quería saber si ibas a quedar bien."
"¿Eso de qué te puede importar?" Paulina cerró el refrigerador de golpe.
"De mucho: soy un marido preocup…"
"¡JAJAJAJA! No me hagas reír que tengo los labios partidos." Dijo Paulina con mucho sarcasmo. "De preocupado tienes poco y de marido NADA."
"Feh. El que no hayas estado conmigo los últimos 1500 años no quiere decir que…"
"NO VAYAS por ese camino, que sales perdiendo."
"¡Estás Imposible!" Julián avanzó un paso y miró hacia abajo con relativa facilidad. El dios estaba perdiendo la paciencia. "¿Por qué no quieres hablar o estar conmigo? ¿No se te ha ocurrido que a lo mejor quiero hacer las paces?"
"No quiero estar contigo, porque me DAS ASCO."
Gran mentira. Al menos a primera parte y de esto Julián se dio evidente cuenta. Puso una mueca burlona y se llevó las manos detrás de la cabeza.
"Eso es mentira, no te doy asco. Todavía no aprendes a mentir."
"Y Mentir es algo en lo que tienes mucha práctica, ¿no?" Paulina tuvo un tic en un ojo: tenía el imperioso deseo de saltarle al cuello, pero no precisamente para abrazarlo. Si bien su corazón latía de sobra y con linda armonía cuando lo veía, en ese minuto estaba enojada. "¿Qué viniste a hacer aquí a Chiloé?"
"Vine a cerrar un negocio."
"Y de chiste no más me encontraste."
"Sí, de chiste te encontré." Julián la miró como haciéndose el indiferente. "No sabía que estabas encarnada en esta islita."
¡Ah! Eso se sintió como una proverbial y fría puñalada en el corazón. Un tremendo nudo se le subió a la garganta.
"¿No me estabas buscando?" Preguntó algo incrédula. Por muy enojada que había estado hasta ese momento, le gustaba pensar que el dios había llegado a la isla, buscándola.
Sip. Una vez más, el claro síntoma de una chica que lee novelitas rosa en exceso queda en evidencia.
"No esperaba encontrarte aquí." Julián detectó cierta inseguridad en Anfitrite, que quiso explotar: a ver si de ese modo se hacía la esposa despechada, le aceptaba la excusa y podría hacer las paces con ella para poder llevársela con él de regreso a casa. "La verdad, creí que estabas en Islandia."
"¡Esa Fue Mi Encarnación Pasada!" Paulina empuñó las manos. Dos feos latidos le comprimieron el corazón.
"Te debiste haber quedado allá o en otro país de esos. ¿Por qué no encarnaste en Canadá? Ese país te gustó bastante." Julián se hizo el indiferente. Miró de soslayo a la nereida, quien se mordía el labio inferior… ¡Aaah! He ahí el punto débil. Julián hinchó el pecho con orgullo: al fin y al cabo que lo echaba de menos.
"¿Me has estado siguiendo?"
La verdad no la había estado siguiendo. Apenas había reanudado su búsqueda hacía unos meses atrás, luego que Perséfone y Hades hiciesen las paces, pero bueno, si había llegado hasta allí con esta farsa, mejor seguía el juego
"Obvio. Siempre vigilo a mis chicas."
Sujeto, Poseidón. Error evidente: el tono usado al decir 'mis chicas' como si hubiera querido decir 'mis propiedades.' Error secundario: dejar implícito que Anfitrite es una más del montón y no la más importante.
"¿Tus Chicas? Infiel, desleal, adúltero, suelto, infeliz, DESGRACIADO. ¿Cómo te atreves decir que soy una más de tus hetairas si SOY TU ESPOSA?"
Sujeto, Anfitrite. Error evidente: dejarse llevar por el enojo. Error secundario: morder el anzuelo cuál pececillo distraído.
Julián sonrió divertido y contento. Si manejaba las cosas con habilidad, hasta podría coquetearle a su enojada esposa y por fin hacer las paces con ella, su objetivo principal… el cuál le tenía cegado a los demás factores que entraban en juego. Anfitrite pronto cayó en cuenta de sus dos errores y se maldijo a sí misma.
"¡TOUCHÉ! Hasta que reconoces que soy…" Julián abrió los ojos curioso al ver como un delgado hilillo de sangre salía de una de las comisuras de los labios de Paulina, del cuál no se había percatado. "¿Te sientes bien?"
"¡Por supuesto que me siento bien!" Paulina avanzó un paso, muy enojada. "¿Tienes fiebre que estás pregun…?"
La nereida, al sentir algo cálido deslizándose por su mentón, se llevó una mano a la boca, que cuando vio… estaba manchada con sangre. Rápidamente, Paulina se abalanzó sobre el lavaplatos… más sangre fluyó de boca. Tomó el primer paño de cocina que vio y se lo llevó a la boca.
No le dolía nada, ni siquiera las muelas, cosa rara cuando tenía crisis. Era la primera vez que le pasaba esto: la sangre no dejaba de manar y comenzaba a sentir vértigo. Se sujetó del mesón cercano para impulsarse hacia atrás y caminar a su cuarto, pero se tambaleó como si estuviera ebria. Julián la sujetó por sospecha, cosa contra la que Paulina no protestó, sino más bien, se apoyó en su marido.
"¿Tite?"
¡Ay que rico se sentía que la sostuviera así! -
"…"
"¡Anfitrite!"
"… Llévame al hospital, por favor…"
Hospital de Ancud.
3 horas después.
Tethis, Krishna, Sorrento e Isaac esperaban que Julián saliese en cualquier momento desde el interior del hospital. Habían acudido a su llamado hacía unas tres horas, dado que el dios había tenido que llevar hasta allí a su enojada nereidita. Hasta donde sabían, la chica había quedado hospitalizada por esa noche y hacía no más de 15 minutos que Julián había entrado a verla.
Krishna, como siempre, meditaba en silencio. Tethis disfrutaba de la suave melodía que Sorrento ejecutaba con su flauta, al igual que el resto de los transeúntes, e Isaac leía un mail que había impreso en un ciber café cercano, momentos antes que Julián les convocase.
"Oigan, escuchen esto: a Kanon ya lo dieron de alta." Anunció de pronto Isaac con una sonrisa. Ante esto, todos le prestaron atención. "Aunque está con reposo absoluto por algunas semanas y tendrá que usar muletas algún tiempo."
"¿Alguna secuela, aparte de las muletas?" Preguntó Krishna, en apariencia imperturbable. "Vaya… como que compadezco a Saga: su gemelo es un paciente imposible." Añadió con un jovial suspiro.
"Kanon es un buen paciente, si te dedicas a consentirlo. De lo contrario es insoportable." Explicó Tethis con conocimiento de causa. "Isaac ¿Te escribió tu maestro Camus?" La preguntó con su voz amielada.
"No, fue la señora Alsacia." Isaac sonrió: al contrario de Hyoga, a él sí que le caía bien y curiosamente le guardaba bastante cariño a la esposa de Camus. "Dice que mi maestro manda saludos, pero eso lo pondría en duda. Mi maestro es bastante lacónico… si no fuera por la señora Alsacia, el pobre sería una almeja."
"La Señora de Acuario es muy alegre. Ella y tu maestro hacen una pareja muy rara, pero simpática." Comentó Sorrento. "Me alegra saber que Kanon ya está bien."
"Seee." Tethis suspiró a regañadientes. En eso levantó la mirada. "Miren, ya salió…"
Julián venía caminando con paso firme, muy molesto. Tenía una mejilla más enrojecida de lo normal. Se acercó a sus generales, quienes de inmediato se pusieron en posición de firmes. Poseidón los miró neutral en un comienzo, pero pronto apretó los dientes y comenzó a pasearse de un lado para el otro, como tiburón en una pecera.
"¡Esa Mujer Me Saca De Casillas! ¿Qué Acaso No Puede Ser Dócil, Como Era Antes? Me Doy El Trabajo De Buscarla Para Hacer Las Paces Con Ella, Pero Por Más Que Intento Acercarme, Más Me Aleja…"
Sorrento e Isaac intercambiaron una mirada. Krishna suspiró fastidiado. Tethis sintió una gota orbitándole la cabeza. El maduro dios de los mares continuó despotricando contra Anfitrite largo rato, apenas deteniéndose lo suficiente para tomar aire antes de seguir protestando.
No estaba molesto de gana. Se había pasado los últimos 15 minutos enfrascado en una fuerte discusión con su esposa que le habían hecho merecedor de un bofetón asestado con una técnica impecable. ¿Qué era lo que estaba haciendo mal? Tenía ganas de hacer las paces con Anfitrite y poder llevársela a casa de una vez, ¿Por qué su esposa se resistía?
"¡Emperador Poseidón!" Chistó de pronto Tethis, en un arranque de molesto coraje. "Si se sigue paseando así, o si sigue con esa actitud, de ninguna manera la señora Anfitrite querrá hablar con usted." La sirena le fijó los ojos con dureza. "Ella no es un objeto, jamás lo ha sido, pero usted no parece notarlo: considere que ella también tiene sentimientos."
"¿Qué quieres que haga? Por más que intento acercarme, Más Me Rechaza." Julián estaba muy frustrado. Es que se había imaginado el reencuentro con su esposa de otra manera muy, muy diferente. "¡Ni que fuera a dañarla! No pretendo hacerle daño alguno para que…"
"No, yo sé que no quiere hacerle daño, pero recuerde que YA le hizo bastante al encamarse con esa chica hace tanto tiempo." La sirena resopló. Los otros 3 generales la miraron escandalizados y temerosos… más aún porque estaban de acuerdo con ella. "Encima no sólo una vez, sino muchas, ¡Sea más considerado con lo que su señora esposa pueda sentir! Recuerde que usted lleva las de perder." Tethis bufó descontenta: razones tenía para decir lo que dijo.
"Con todo respeto joven señor, la sirena está en lo correcto." Dijo Krishna dando un resoplido cansado, añadiendo el toque de templanza que necesitaba el ambiente. "Debería intentar otra aproximación, que no sea tan directa."
"Algo más sutil." Añadió Sorrento. "Podrá ser su esposa, pero han estado 1500 años separados. Hasta los inmortales cambian en ese tiempo… sobre todo las nereidas, que son tan frágiles en sus sentimientos."
"No como lo que ha estado haciendo ahora." Isaac se encogió de hombros. "No es por nada, pero la está asustando."
Julián, ofuscado por esta súbita encerrona, se quedó mirando a sus generales y se cruzó de brazos.
"Ya que el grupito este parece ser tan inteligente ¿Qué se supone que haga?"
Silencio absoluto.
"Enamórela de nuevo." Sugirió Tethis con los ojos brillando de emoción. "Aproveche que tiene la oportunidad. Demuéstrele que usted también ha cambiado."
"Si pudo hacerlo una vez, seguro puede hacerlo dos veces." Le aseguró Krishna.
Julián se lo pensó varios minutos antes de relajar los brazos y dejar caer la cabeza. Miró hacia sus generales y hacia el edificio que se erguía a sus espaldas, y de nuevo hacia sus generales. Relajó la expresión: en el fondo sabía que ellos tenían toda la razón del mundo.
"… ¿Isaac?"
"¿Señor?"
"Por favor, quédate a cuidar que nada le pase a Paulina, pero que ella no se dé cuenta." Ordenó Julián sacudiéndose las ropas. "Tethis, dile a Kaysa que venga a reemplazar a Isaac en tres horas, y luego organiza los turnos. Sorrento y Krishna vendrán conmigo."
"¿A dónde vamos, señor?"
"Al Continente."
Julián se echó a andar, seguido por Sorrento y Krishna. Tethis pegó un brinco y se alejó en busca de los demás generales, lo mismo que Isaac, aunque ese se introdujo en el edificio, listo para hacer su primera guardia.
Casa de Paulina.
Tres días después.
Colgó de nuevo y resopló molesta. No sabía ni para qué se esforzaba. Ya llevaba varios días sin tener noticias de su familia. Las Autoridades de Puerto le aseguraban que estaban haciendo lo que podían, pero que aún no encontraban nada. ¡Bah! Al menos no había tenido noticias ni de Humberto ni de Julián en tres días, lo cuál no sabía si era o no bueno.
Es que por un lado quería saber de su papá y su hermano y por otro…
"… no debí haberlo abofeteado tan fuerte…" Se lamentó acongojada.
Suspiró y apoyando el codo sobre el apoya brazos del sillón y dejó caer la cabeza en la palma de su mano. Tenía frío, por lo que hundió la nariz en su bufanda. Al poco rato de estar en silencio en aquella posición, giró sobre su eje y se acurrucó hacia el lado contrario, bostezó y cerró los ojos. La noche anterior había dormido muy poco.
TOC, TOC, TOC.
"Ratas."
De mala gana, Paulina se levantó del sillón y tras ajustar su abrigo, se acercó con paso cansado a la puerta. La abrió de lleno, sin nada de cuidado. Gruñó de disgusto al ver quién era.
"¿QUÉ haces aquí otra vez? ¿No tienes un negocio que cerrar?"
"También me alegro de verte, Tite." Julián le sonrió. "Y ya cerré ese negocio anteayer." Con profunda cara de pared, Paulina hizo el ademán de cerrar la puerta. "¡Espera! Si no vengo a molestar…"
"Tu mera presencia me fastidia la vida, ¡Oh gran Poseidón, señor de los mares!"
"El sarcasmo no te queda, Tite." Julián puso un mohín en la cara. "Antes no eras tan grosera."
"Tú lo dijiste. Antes." Paulina se lo quedó mirando a los ojos unos instantes y suspiró, molesta consigo misma. "¿Qué quiere, Poseidón?"
"¿Aparte que me llames Julián? Quiero salir a pasear contigo."
"¿Pasear?"
"Sí. Pasear." Julián le tendió la mano. "Tan solo para que tú y yo conversemos como antes."
Paulina se lo quedó mirando unos segundos, tentada por decir que sí. Volvió a mirar a Julián y por primera vez desde que se habían reencontrado, le sonrió.
"¿Qué pretendes con ese paseo?"
"Ya te lo dije. Pasear." Julián puso las manos detrás de la cabeza y miró al cielo mientras emitía un largo suspiro. La miró de soslayo. "No te voy a morder."
"Tampoco podrías hacerlo." Paulina se apoyó en el dintel de la puerta. "Te conozco bien. No vendrías hasta aquí solo para invitarme a pasear."
"Te has vuelto desconfiada." Añadió serio.
"¿Es eso un problema?"
"Para nada: así dejan de aprovecharse de tu buena voluntad, como antes." Una sonrisa de chiquillo entusiasta adornó el rostro del dios. "¡Venga! No tienes nada que perder, es tan solo un paseo."
Paulina dudó. Pese a la delicada sonrisa que esbozaba en su rostro, dudó. Mente y corazón volvieron a enfrascarse en una fuerte discusión en el primero le pedía cautela, y el segundo que accediera… y muy a pesar de lo que sentía, su cabeza pudo más…
"No puedo. Se supone que debo estar en cama y mi papá se enojará si se entera que salí sin permiso y en este estado."
"¿Tu papá? No sabía que lo tuvieras." Comentó Julián extrañado. En todo ese tiempo, no había visto ninguna figura de autoridad.
Hmpf. Eso podía estorbar sus planes. Paulina por su parte sintió un vuelco de corazón: una sombra nefasta pasó por sus ojos que no pasó desapercibida para el dios. ¿Acaso la nereida le tenía miedo a su progenitor humano? Quizás la golpeaba o algo peor. Julián entrecerró los ojos: NADIE tocaba ni con el pétalo de una rosa lo que era suyo por derecho.
… Sin comentarios.
"¿El viejo te da problemas?" Preguntó enojándose. "No deberías aguantarle nada: eres una diosa y…"
"Ya no soy diosa, y mi papito es el mejor papá del mundo: jamás me ha hecho nada." Se apresuró a decir Anfitrite, como adivinando el tren de pensamiento de Julián. "Él no me hace nada, tampoco mi hermano mayor." La chica suspiró y se dispuso a cerrar la puerta. "En fin… no puedo salir, Señor Poseidón."
Julián detuvo la puerta con un movimiento del brazo y la miró con ojos grandes y azules, profundos como el mar, con una expresión de esas que ponen los hombres tan irresistibles, que es imposibles decirles que no, y que había estado ensayando toda la noche frente al espejo.
Las caras de perrito bueno son peligrosas.
"No digas que no eres una diosa. Tite, soy muy serio en esto. ¿Seguro no tienes un par de horas? Seguro que tu viejo ni se entera." Julián tuvo que aplicar un poco de presión con el brazo para evitar que Paulina le cerrase la puerta en la cara. "Quiero conversar contigo. Solo eso… tan solo eso. Dame aunque sea una oportunidad."
Algo de esa expresión debió haber surtido efecto, dado que Paulina se lo pensó unos momentos, hasta que por fin, con ojos dudosos, miró a Julián con una adorable y coqueta expresión de culpa, de la cuál no se dio cuenta.
"¿Si te digo que sí, dejarás de molestarme?" Preguntó con un cierto tono de fastidio y temor. Julián sonrió y volvió a ofrecerle la mano.
"Sólo si terminamos nuestra conversación."
La chica estiró la mano y con timidez, rozó los dedos del dios en forma voluntaria, por primera en miles de años. Este gesto suscitó mariposas en los estómagos de ambos, con una simpática sensación de vacío en los pulmones. Una vez más, el dios creyó oír como sus corazones se sincronizaban y latían al unísono… pero aquello no era más que una ilusión… ¿verdad?
"Entonces sí. Voy contigo."
De súbito, Julián puso una sonrisa similar a la que había puesto la vez en que había secuestrado a Saori desde Asgard, y sin perder más tiempo, la sujetó por la cintura en un rápido gesto, al tiempo que encendía su cosmos. El mar se agitó con rebeldía en la costa, obedeciendo una orden silenciosa. Paulina tuvo la vaga sensación de ser cubierta por una tromba de agua salada. A la sorpresa inicial, pronto le siguió un enojo desmesurado: había caído en la trampa de Poseidón y quizás a donde se la estaba llevando…
"¡DÉJAME, JULIÁN, DÉJAME!" Chilló Paulina a medida que forcejeaba, mientras sentía como el suelo desaparecía bajo sus pies.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo Capítulo: Los Sucesos de Alta Mar.
"¡QUIERO QUE ME LLEVE A CASA!" Exclamó Paulina con las manos apretadas y el ceño muy fruncido. Julián se cruzó de brazos.
"No hasta que hablemos."
PS: Jejeje, este capítulo me iba a quedar demasiado largo, y como aún tengo algunas cosas que desarrollar, decidí añadir otro capítulo más. El siguiente capítulo no estaba planeado, pero bueno, ojalá que me salga bien y que les guste… y sobre el que acaban de leer, ojalá haya sido de su agrado: tuve muchos sobresaltos e interrupciones mientras escribía, lo cuál no le recomiendo a ninguno de quienes escriben fics. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!
Brújula Cultural:
Distrés: No, no está escrito con faltas de ortografía, está perfecto. Distrés es el estrés negativo, el que nos traiciona, nos hace enfermar y cuando se acumula demasiado, nos hace colapsar. Hay dos tipos de estrés, el bueno (eustrés) y el malo (distrés).
Hetaira: Busquen en el diccionario. Hetaira es la denominación que recibían las mujeres públicas en la antigua Grecia, ya saben, quienes ejercían el oficio más antiguo del mundo.
¡ESPERO QUE HAYAN PASADO UN AÑO NUEVO GENIAL!
