A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.
¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta¿Cuándo actualizarás?
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Principios 99 para ver y entender Manga: Los personajes mayores de 60 años se encogen en directa proporción a su edad.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"Locus Imior Maris."
("El Lugar Más Íntimo del Mar")
Omake #3:
Nada.
¿Cuál es la bendita manía que tienen las mujeres de decir que nada les pasa, cuando es evidente que están mintiendo? Saga se sopló el flequillo y se llevó las manos a los bolsillos de su abrigo color marrón. Fijó su mirada en Anneke, que caminaba no lejos de él, descalza por la arena, como si el frío no le importase de mucho.
La chica se mordía la punta de su pulgar derecho y sujetaba su codo derecho con la mano izquierda, mientras observaba hacia el mar, hacia aquella enorme lejanía. Su delgada y alta figura apenas sí se recortaba contra el grisáceo mar. Su vestido, gris igual que sus ojos, se ceñía a su contorno y se movía conforme el viento soplaba. Su cabello también se revolvía. Llevaba un abrigo negro y una bufanda del mismo color.
Al menos ya no lloraba. Y a juicio del Gemelo Mayor, se veía casi salvaje y mágica.
"Siempre te vistes de gris o negro." Comentó Saga de pronto, acercándose a ella tras dar un par de zancadas. Anneke giró su rostro en dirección a él.
"Son los únicos colores que me quedan bien." Dijo con cierta inocencia.
"No creo: el rojo te quedaría muy bonito, o el naranjo o el verde. O quizás el rosa: Tienes muchos donde elegir." Opinó Saga con una sonrisa. Anneke se sonrojó y bajó la mirada, con los ojos muy abiertos, tratando de concentrarse sólo en sus descalzos pies. "¿Lo ves?"
"¿Ver qué?"
"Ya lo decía yo. El rojo te queda muy bien." Saga le guiñó un ojo.
"¿De qué hablas? No tengo nada rojo…"
"¿Y qué hay de tus mejillas?"
Ni que le hubieran dicho otra cosa, Anneke sepultó su rostro entre sus manos con toda la celeridad que pudo. Le dio la espalda a Saga y se alejó varios y rápidos pasos. El Gemelo Mayor pudo ver como la chica se abanicaba disimuladamente el rostro con sus manos. Se acercó con dos zancadas y le puso una mano sobre el hombro a Anneke, quien de la sorpresa dio un respingo.
"¿Ocurre algo?"
"¡Nada!"
Anneke se tapó la boca con las manos y le miró con ojos grandes e inocentes. Saga suspiró: de nuevo esa bendita palabra. Nada. Ladeó la cabeza hacia un costado y le hizo una seña para que continuasen con su improvisada caminata. Anneke le siguió, tímida, como siempre, jugueteando con sus dedos.
"No me gusta que me digas eso."
"¿Huh?"
"Esa palabra."
"¿Cuál?"
"Nada."
"¿Por qué no te gusta?"
"Porque me oculta cosas que me gustaría saber." Le respondió Saga en un tono dolido. Esto Anneke lo sintió con fuerza, al punto que se mordió el labio.
"… lo lamento… pero… ¿Qué quieres que te diga?"
"Lo que te ocurre. Y antes que preguntes porqué, pues me gustaría saber por si te puedo ayudar… o tan solo acompañar, si no puedo arreglarlo a los golpes."
Esto dejó a Anneke pensando. Saga no estaba mintiendo y ya bastante había visto. Sabía que estaba preocupado… y para ser la primera persona que se preocupaba por ella después de sus abuelos, como que se merecía algo de respeto. La chica tomó aire y se pasó las manos por la nuca.
"Es que… no me gusta sonrojar…" Confesó Anneke en voz baja. Claramente sorprendido, Saga levantó ambas cejas.
"¿Y Eso Por Qué?"
"Es que verás… me pongo toda roja y… y se me nota mucho… y me veo muy fea y…"
"¡Excusas! Acabo de decirte que el rojo te queda muy bien. ¿Eso de qué te avergüenza?"
Anneke se sintió morir. De pronto quería que la tierra se abriese en dos y se la tragase, o que una misericorde ola se levantara de pronto y se la llevase con ella. Comenzó a abanicarse el rostro con las manos, de nuevo.
"Es que yo… el rojo… verás… nadie… ¡Me da vergüenza y punto¿sí?"
"Tengo dos teorías. O nadie te había dicho un cumplido o yo soy muy malo en darlos." Saga le dijo muy divertido, más aún al ver lo (más) roja que se puso Anneke, junto a su expresión de terror genuino. "Aunque por la cara que me pusiste, creo que es una mezcla de ambos."
Sip. Saga de Géminis no es de hierro y también estaba nervioso. Más aún porque no tenía idea qué lo impulsaba a decir todas esas cosas: tan solo le salían del alma, sin que pudiera atajarlas o controlarlas, sobre todo desde la noche en que había estado a medio centímetro de besarla. Anneke se llevó las manos al rostro y avanzó rápidos pasos, por lo que tuvo que acelerar para continuar a su lado.
"Prometo mejorar mis cumplidos." Le dijo mientras le atajaba un brazo. "Me extraña sí, que nadie te haya dicho uno antes."
El cielo, cubierto de negras nubes que acompañaban las cada vez más agitadas olas, gruñó por lo bajo, anunciando que pronto se dejaría caer en forma de lluvia. El viento comenzó a cesar y la temperatura bajó. El rostro de Anneke volvió a mostrar mucha tristeza y su sonrojo desapareció de su delicada tez. Sus ojos, que por momentos recuperaban y perdían su brillo, se apagaron un poco más. Anneke bajó la cabeza.
"No sé identificar cumplidos, nunca los recibo, así que en ese sentido, no tienes de qué preocuparte, que tengo suerte si me dicen los básicos." Le dijo mientras volvía su mirada al mar. "Y que no te extrañe que no haya recibido cumplidos antes, al menos no de los bonitos."
"¿Y eso por qué?"
"… No soy bonita… me lo han dicho seguido… jamás me he sentido bonita… Dime ¿Quién querría malgastar un cumplido en mi?"
"En eso estás equivocada. Si tuviera más habilidad, te aseguro que malgastaría todos los cumplidos que se me ocurrieran en ti." Saga frunció el ceño muy enojado. El santo la sujetó por el mentón. "Quien te dijo que no eres bonita, necesita una pALIZa y un oculista."
"¿Huh?"
"Eres muy bonita, sin importar lo que diga el resto. Tienes unos ojos preciosos…" Saga se interrumpió tanto por su propio nerviosismo, no se había dado cuenta que se había ido de lengua, como por lo peligrosamente roja que se estaba poniendo Anneke. "Ojos que no me canso de ver… ¿Ocurre algo, Anneke?"
Anneke negó con energía y bajó la mirada. Saga la miró curioso. ¿Acaso estaba metiendo las patas? No era muy ducho en esto de los cumplidos, quizás se había extralimitado.
"¡Nada!" Se apresuró en decir la chica. "Este… yo… ¿Te parece si regresamos a casa? Parece que lloverá." Comentó mientras jugaba con sus dedos.
Sin esperar respuesta, Anneke giró sobre sus talones y emprendió un rápido regreso. Una gruesa gota resbaló por la cabeza de Saga. ¡Otra vez esa palabra! Nada. Tendría que aprender a lidiar con ella o intentar lo imposible para lograr que Anneke confiase en él y dejara de decirla. Giró sobre sus talones, dispuesto a seguirla.
"Hmm." Saga sonrió para sus adentros, mientras observaba la figura de Anneke alejarse. En eso, parte de la anatomía de la chica, en que la que todo hombre se fija, llamó su atención casi sin querer. "Tiene buena retaguardia… ¡Muy Buenas Curvas! Mmm…" Pensó mientras sonreía.
En ese momento, ocurrido algo curioso. La chica se detuvo en seco y se llevó las manos a la espalda, como intentando taparse el trasero. Casi de inmediato se dio la media vuelta, con las manos apretadas y una mirada que echaba fuego. Saga tragó saliva y dejó de caminar. ¿Acaso había dejado escapar sus pensamientos de su cabeza y Anneke los había percibido por accidente? Ay, tenía que ser más cuidadoso.
"¡SAGA! ¿Qué Demonios Piensas¡No Mires Con Esas Intenciones!"
"¡EN NADA!" Se disculpó el santo con rapidez, agitando las manos frente a él. "¡No Miro Ni Pienso Nada!" Aseguró con inocencia fingida. Anneke lo miró con cara de sospecha y reinició su caminata con mucho recelo.
Err…
¿Acaso había dicho aquella palabra?
Una gran GOTOTA resbaló tras su cabeza.
Fin del Omake.
Por
Manquehuito (Misao–CG).
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