A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.

¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Principios 122 para ver y entender Manga: La canción "Llórame un Río" cobra todo un nuevo sentido.

POR FAVOR::les entrega un paraguas, un impermeable y un salvavidas a los lectores: ANTES DE LEER ESTE CAPÍTULO, TENGAN EN CUENTA ALGUNAS NORMAS DE SEGURIDAD E INFÓRMESE SOBRE LA ZONA LIBRE DE PELIGRO EN CASO DE DESASTRE NATURAL Y/O IRA DIVINA.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 14:

¿Lo que el Mar se llevó?

Cubierta del Caleuche.

Flashback.

Poseidón pisó sin nada de delicadeza su pierna herida, obligándole a voltearse, y cuando lo encaró, le puso el Tridente a milímetros de su rostro.

"¡Espera! Por favor no me mates." Suplicó Humberto desesperado. "¡Juro que no volveré a molestar a tu querida!"

"No es mi querida, es mi esposa." Corrigió Poseidón. "¿Acaso crees que después de lo que hiciste me voy a ir así nada más?"

Fin de Flashback.

Las olas rugieron, el cielo tronó. El Caleuche se sacudía de un lado a otro con una violencia tal que hasta los generales, acostumbrados a estos trances, tuvieron problemas para mantenerse a salvo. Poseidón brillaba de enojo y tenía bien sujeto el mango de su tridente… el mismo que presionó contra el cuello de Humberto, rasgando apenas lo suficiente como para que su piel comenzara a sangrar.

"Bajaremos, con o sin tu permiso." Julián bajó su arma y le dio la espalda a Humberto en forma altanera. Se agachó junto a Paulina y la tomó en sus brazos con delicadeza. La chica respiraba tan débilmente que parecía por momentos que había dejado de hacerlo.

El Capitán del Caleuche, apretó la quijada y su rostro se desfiguró en una fea mueca de derrota no aceptada y orgullo lastimado. Dio un golpe a la cubierta son el puño, y se puso de pie, a duras penas, aguantando el dolor de la carne desgarrada en su pierna derecha.

"¡NO PUEDEN BAJAR!" Humberto estiró las manos en dirección del dios, desaforado de furia. "¡NO SIN QUE YO, HUMBERTO, CAPITÁN DEL CALEUCHE, LO PERMITA!"

Entonces disparó un hechizo en apariencia muy potente. Craso error. Ni siquiera fue necesario que Poseidón elevase su cosmo. Cuando el joven dios giró un poco la cabeza en la dirección del brujo, sus ojos destellaron con refulgente brillo y comenzó a levitar ligeramente sobre el piso. El hechizo rebotó contra el dios y se regresó a su dueño.

"¿QUIÉN te crees que ERES, para enfrentarte a un dios?" La voz de Julián retumbó como un trueno y su cosmo centelleó de furia. Las velas del Caleuche prendieron fuego al instante. Tentenvilú apartó la mirada. "Tengo el poder para anular cualquier patético hechizo que se te ocurra. ¡Ni Siquiera Eres Un Protegido De Hécate! ¡ERES UN INSECTO que me HIZO ENOJAR MUCHO! Y LO VAS A PAGAR CARO."

Oleadas de poder, como si fueran ondas expansivas, se abalanzaron sobre Humberto, quien instintivamente se tapo la cara y apretó los párpados. El brujo perdió todo el cabello que le quedaba y abrió los ojos como platos…

Un recuerdo reciente regresó a su retina.

Flashback.

Ambos dorados, como los caballeros que eran, esperaron a que Anneke cruzara primero el portal. Sin embargo la chica, antes de cruzar, giró sobre sus talones y con el rostro frío y serio, apuntó a Humberto con el dedo, en una amenazante y fría actitud.

"Te descubrí, infame." Le dijo con firmeza. "¡Sabes lo que eso significa! Así es como te quería pillar." Y sin más, la chica cruzó por el portal, seguida por Mu y Saga.

Fin de Flashback.

Un alarido con un macabro eco escapó de la garganta de Humberto cuando el Tridente Dorado de Poseidón se le clavó en el estómago y lo atravesó de lado a lado. Una brillante luz lo envolvió como si de un abrasador fuegos se tratase y de pronto hubo silencio.

Tethis y Sorrento, que junto con los demás habían logrado cubrirse los ojos, fueron los primeros que levantaron la cabeza cuando el ruido desapareció. Independiente del hecho que casi toda la tripulación yacía muerta o se lanzaba cabeza abajo por la borda, se fijaron de inmediato en Julián.

Paulina estaba en el suelo, sin moverse, y Poseidón, agachado junto a ella, con una exhausta expresión en el rostro. Tethis se puso de pie y corrió hasta ambos. Los demás no tardaron en seguirla.

"¡Amo Poseidón!" La sirena se agachó junto a él, preocupada. "¿Está Usted Bien?"

"… Sólo estoy muy cansado." Aseguró Julián. Sorrento y Baian lo pusieron de pie. "Tranquilos, que puedo mantenerme en pie."

"Solo nos estábamos asegurando." Comentó Baian. Krishna tomó a Paulina en brazos con relativa facilidad. La chica se le hizo más liviana que la vez anterior.

"Sugiero que…" Comenzó a decir, pero fue interrumpido por un amable siseo.

"Lossss llevaré a la Issssla." Anunció de pronto Tentenvilú. "Esssss lo menossss que puedo hacer."

"Nosssotros nosss encargamosss de essste bote." Añadió Caicaivilú, quien por su enorme tamaño y por estar en su elemento, era más ágil. El Caleuche comenzó a crujir. "Essstosss brujosss nosss la deben por arrogantesss."

Antes que pudieran opinar, la serpiente de tierra rodeó a Julián y a sus generales, e invocando su magia, se los llevó de allí. Caicaivilú siseó de gusto y con una contorsión de su enorme cuerpo, comenzó a aplastar al Buque de Arte, que crujía y se trizaba con sonidos que ponían los pelos de punta. Así fue hasta que el barco se partió en miles de pedazos imposibles de reparar. Algunos brujos que quedaban en el agua, los demás tripulantes, delincuentes y náufragos, se deshicieron al hacer contacto con el agua, otros trataron de nadar hacia la costa, pero fueron tragados por las aguas y nunca más se supo de ellos. Otros intentaron, en su defecto, de llamar al Caballo Marino, pero éste nunca llegó y Caicaivilú no los dejó escapar… se los comió a todos con toda la calma del mundo…

Así… el Caleuche fue destruido.

Isla de Chiloé, Cercanías de Ancud.

Momentos después, Poseidón y sus marinas aparecieron en una playa, en la isla. Tentenvilú, que ahora se encontraba en su elemento, se materializó frente a ellos con elegante gracia. Krishna aseguró a Paulina en sus brazos y como todos los demás, se quedo viendo fijo a la serpiente.

No era una criatura maligna. Krishna lo supo en seguida: sus ojos irradiaban seriedad, pero también era muy buena e incluso algo inocentona. Era el contrario de la serpiente de agua, Caicaivilú, aunque en ella no detecto malignidad, sino un enorme resentimiento, orgullo y desorden.

Tal como si fuera un perrito, Tentenvilú acercó su cabeza y se puso al nivel de Julián, a quien le hizo una ligera reverencia.

"Essspero su Excelencia me dissssculpe." Le dijo apenada. "Si hubiera essstado másss alerta, nada de esssto hubiera passsado."

"En lo que a mi me consta, no has tenido culpa de nada." Le respondió Julián, que tenía un aspecto muy agotado. Podrá ser la encarnación de un dios, pero estaba en un cuerpo humano, por lo que se cansaba muy fácil a la hora de usar sus atributos divinos. "Gracias por tu ayuda."

Tentenvilú hizo un respetuoso ademán con la cabeza y tras sisear, echó una ojeada hacia Paulina. Suspiró apenado.

"Esssta niña no sssalió ilesssa de aquél ritual… detecto que le robaron algo de energía… no mucha, pero sssí de cuidado." Explicó. "Ssserá mejor que la lleven al hospital." Julián sintió que le estrujaban el estómago.

"Así se hará."

Tentenvilú entonces asintió con la cabeza y se fundió en el suelo. Pudieron detectar como se alejaba fácilmente por la tierra, así hasta perderse. Tethis, que estaba junto a Krishna, revisando los signos vitales de Paulina, carraspeó con delicadeza.

"Tenemos que movernos rápido." Anunció con urgencia.

Hospital de Ancud.

Varias horas después.

El terremoto que Julián había provocado con su ira, había afectado a gran parte de la isla y del continente, sintiéndose con una intensidad de entre 8.8 y 8.9 grados en la Escala de Richter. Había sido un remezón memorable y tenía a toda la ciudad y lugares afectados en ascuas y sin ir más lejos, en el suelo. Los servicios públicos eran un desastre, se respiraba tensión en el ambiente. El hospital, que era público, estaba al borde del colapso.

La mitad de los edificios en Ancud estaban en el suelo, apenas un tercio habían aguantado bien el terremoto y los restantes estaban para ser demolidos. Muchos eran los heridos que ingresaban y ya podían distinguirse los corresponsales de los diferentes noticieros del país cubriendo el hecho, aunque más que servir de ayuda, estorbaban en cierta medida. Había quienes ya lloraban por gente desaparecida, herida o muerta. Para colmo, las olas estaban más agitadas de lo normal. En resumen: todo era un caos.

Sorrento tocaba una calma melodía con su flauta. Nadie le interrumpía, pues ayudaba a sosegar los ánimos. Tethis seguía con la mirada a Julián, que volvía a pasearse de un lado a otro, y ya comenzaba a inquietar a una enfermera, que tenía cara de pocos amigos y exceso de trabajo, con sus insistentes preguntas.

"¿De nuevo no quieren decirle nada?" Preguntó Sorrento interrumpiendo su melodía unos segundos, ignorando algunos involuntarios chasquidos de molestia. Tethis se sopló el flequillo.

"De nuevo. No es de extrañar: legalmente la señorita Paulina no tiene nada que ver con él."

"Pero ambos están casados."

"Trata de explicarle a cualquier oficial de Registro Civil, que tanto el señor Julián como la señorita Paulina, son las encarnaciones de Poseidón y Anfitrite y que según las leyes divinas, están casados."

"En Grecia nos creen."

"Sí, pero después de las debidas acreditaciones legales." Tethis observó a Julián, que era regañado por la misma enfermera. Sorrento reanudó su melodía. "Mejor le voy a dar una mano." Dijo al ver como un médico se acercaba a su señor.

Tethis avanzó calmada y tratando de no estorbar, hacia donde Julián discutía con la enfermera, ya que esta al parecer había obtenido refuerzos. Los demás generales se hallaban en diferentes misiones: Eo y Kaysa habían sido enviados al mar en busca de los cuerpos del papá y del hermano de Paulina para sepultarlos como se debía. Isaac y Baian había sido enviado a interceptar y destrozar los botes y brujos que habían escapado al destino del Buque de Arte. Krishna, por su parte, estaba coordinando lo necesario para poder salir del área de desastre e iniciar el viaje de regreso a Grecia. La sirena llegó al grupo justo cuando la amargada enfermera se daba la vuelta y se alejaba a pisotones.

"¿Entonces la puedo ver?" Preguntó Julián en medio de un suspiro de alivio al médico, que no era otro que Enrique.

"Sí, pero no mucho rato. Va y viene. Necesita mucho descanso."

"¿Sucede algo?" Preguntó Tethis de pronto. "¿Todo bien?"

"¡Tethis! Ya me dejan ver a Paulina." Anunció Julián a la rápida. "No creo que me tarde mucho, así que voy y ya. ¡Me Esperan!"

Julián se alejó a toda prisa, ansioso por ver a la nereida. Se perdió fácilmente entre la quejumbrosa multitud. Tethis miró al médico de reojo, con cara de pregunta y al ver que este se alejaba cortésmente, le sujetó de un brazo.

"¿Cómo está ella?" Preguntó con energía, sin darle siquiera la oportunidad de decirle que no. Enrique suspiró.

"Terrible." Le dijo con seriedad. "No sé que le pasó, pero esta muy mal… si me disculpa, pero tengo que dar aviso al SENAME."

"¿Al qué?"

"Servicio Nacional De Menores… Paulina es menor de edad." Enrique se encogió de hombros y se alejó. Tethis ladeó la cabeza con curiosidad.

En otro lugar.

Julián se abrió paso en aquél atestado pasillo. No se tardó en encontrar la cama en la que yacía Paulina, estacionada justo a la salida de una sala común. Teóricamente, la chica debería haber estado por último en la unidad de cuidados intermedios, dado que su condición era demasiado delicada, pero debido a la cantidad de heridos y a lo eficiente y respetuoso (inserte sarcasmo) del sistema público de salud, la habían enviado a una sala común en la que ni siquiera le habían encontrado un hueco.

Esto enojó mucho a Julián. Debió haberla llevado a una clínica privada y no a este hospital. No le importaba pagar por los gastos, pero no. Había tenido que meterla allí debido a la urgencia que tenía por encontrarle ayuda médica a Paulina lo antes posible. Bah. Debió aguantarse un poco más o de plano llamar a Asclepios y a Apolo.

Al menos la habían atendido rápido, cosa rara, debo añadir. Porque a menos que uno tenga una hemorragia catastrófica, esté gritando como si lo estuvieran matando, o que una de sus extremidades esté colgando por los tendones, en los servicios públicos de salud apenas le prestan atención a uno.

Anfitrite abrió los ojos con debilidad. No oponía resistencia a la camilla: tenía los labios de color azul enfermizo y unas ojeras enormes. Sus ojitos de color celeste claro se veían vidriosos. Tenía una máscara que le proporcionaba oxígeno alrededor de la boca y la nariz. Julián le tomó la mano, cuidando de no pasarle a llevar las agujas que tenía clavadas en la piel, que a estas alturas, había perdido su brillo y parecía ser de papel.

"¿Estás muy asqueado?" Le preguntó la chica en un susurro.

"Da igual." Respondió Julián. "¿Estas bien atendida?"

"Podría ser peor." La chica entrecerró los ojos. "Hace tiempo que no te veía tan enojado."

"Hace tiempo que no estás conmigo." Julián suspiró. Los ruidos del ajetreado pasillo, las quejas de otros pacientes, y las carreras de algunos médicos y enfermeras, pasaron a segundo plano. "No pude controlarme: realmente me sacaron de quicio."

Paulina sonrió, pero de inmediato borró su sonrisa del rostro. Pareció inhalar una buena cantidad de oxígeno y cerró los ojos. Julián le acarició los cabellos.

"Voy a ver si te pueden pasar a una habitación privada." Le dijo Julián. "Me choca que estés en el pasillo como si no fueras importante."

"No sigas." Le pidió la nereida. "Este es mi lugar." Anfitrite lo miró a los ojos, con una seria indiferencia. "¿Para qué quieres hacer eso?"

"Para que estés más cómoda." Le dijo Julián extrañado. "Eres mi esposa…"

Una repentina ola de miedo inundó a Paulina al ver los decididos ojos de Julián. ¿Y si empezaba todo de nuevo? No quería, no quería. No quería volver a lo de antes. Julián le había salvado la vida, pero ¿para qué? Para llevársela a su lado de nuevo y empezar con sus mismas mañas de antes. ¿Volver a romperle el corazón? No podría aguantarlo dos veces. ¡NO!

"… no soy tu esposa." Se apresuró a decir.

"¿De qué Hablas?" Preguntó Julián extrañado.

"Gracias por salvar… mi vida, pero no es… necesari–o que te tom–es tantas molestias… por mi." Aseguró Anfitrite, con un nudo en la garganta.

Pese a la tremenda indignación que le subió hasta la cabeza, tal como si se tratase de agua hirviendo, Julián se contuvo. Frunció profundamente el ceño y contó hasta 3 millones. Después de todo lo que había hecho, ¿por qué Anfitrite seguía despreciándolo? Sacudió su cabeza y se dio una bofetada mental: seguro eran las medicinas las que la habían puesto así. Sin mencionar todo lo que le había pasado y visto.

"Bah. Estás hablando tonterías."

Y como para probar su teoría de que la experiencia y las medicinas le habían afectado temporalmente la razón, Paulina comenzó a derramar gruesas lágrimas y a sollozar como arrepentida. Esto enterneció al dios, que olvidó su enojo de inmediato.

"… Este… es que yo… verás…" Paulina le tomó la mano a Julián. "… tengo miedo… de que… todo sea… igual… como antes…" La chica negó con la cabeza. "Me da… mucho miedo…"

Julián le acarició y le besó en la frente. En apenas un susurro, que le dijo muy cerca del oído, le dijo.

"No lo tengas." El dios la miró a la cara con una vivaracha sonrisa. "Dame al menos una oportunidad… Deja que te ayude…"

Y para su tremenda sorpresa, Paulina asintió, aunque sujetó la mano del dios con más fuerza, como delatando su miedo. Julián se puso tan contento que hasta creyó que su corazón latía por partida doble.

"… Dime dónde está tu divinidad… Verás que iré por ella y te la regresaré…"

Paulina tragó saliva y cerró los ojos. Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas. Julián aprovechó para arroparla mejor, dado que le dio la impresión que tenía frío.

"… la… de–jé… en el… l–uga–r má–s… ín–ti–mo… d–el… mar." Susurró con extrema dificultad. Julián le acarició los quebradizos cabellos.

"Iré por ella en seguida." Le dijo seguro de sí mismo… aunque no tenía idea en donde tenía que buscar, pues no se imaginaba a qué lugar se refería la nereida con sus palabras. "Vendré en cuanto la encuentre, pero antes veré que te pasen a una habitación privada. Te dejo una tarjeta con mis datos." Julián le sonrió coqueto. "Que pases buenas noches… si es que soportas este lugar."

"B-Bue–nas… noches…" Balbuceó Paulina casi temerosa.

Julián le guiñó un ojo antes de irse. Se perdió en el pasillo lentamente. Nuevamente los ruidos del hospital como que se encendieron y lo inundaron todo. Paulina se quedó allí, observando quieta, la dirección en la que Poseidón se había marchado.

Unos 10 minutos después, una enfermera se le acercó.

"¿Cómo estamos?"

"…"

Nada. Paulina estaba con los ojos cerrados. Creyendo que dormía, la enfermera sonrió y se dispuso a mover la camilla. Casi por inercia, decidió tomarle los signos vitales: en todo el caos que reinaba en aquél hospital debido al tremendo desastre que tenían entre manos, esta simple acción parecía ser inútil, pero por alguna razón, quizás obedeciendo a un entrenamiento estricto, la enfermera se dispuso a tomarlos… pero…

"¿Niña?"

La enfermera abrió los ojos asustada. Paulina estaba viva apenas, sus signos vitales eran bajísimos y apenas reaccionaba a los estímulos externos. Sus labios estaban más azules de lo normal, y sus ojeras de un color verduzco. ¡Necesitaba ayuda médica cuánto antes!

"¡Tengo Un Código Azul! ¡CÓDIGO AZUL!" Exclamó la enfermera, nerviosa y agitada, a viva voz, al tiempo que hacía todo en sus manos por salvar aquella frágil vida.

Pronto llegó un médico corriendo, que de pura casualidad estaba justo en aquél pasillo, seguido de un voluntario de la Cruz Roja.

Día Siguiente.

Recepción del Hospital. 8:00 am.

Volver a abrirse paso por aquél hospital volvió a ser una odisea. Esta vez no solo tuvo que esquivar al montón de familiares y heridos, sino también a efectivos de las fuerzas armadas, de la policía y a los molestos medios de prensa que cubrían lo que sería el desastre natural del año. Afortunadamente nadie lo molestó y no tuvo mayor problema en cruzar. Se acercó a la recepción con paso seguro. Krishna no estaba lejos de su señor.

"Muy buenos días." Saludó Julián a la recepcionista. Esta, de apariencia bonachona, le sonrió.

"Buenos días." Le saludó. "¿Puedo ayudarle en algo?"

"Sí, vine a ver a la Señorita Paulina." Pidió Julián, mucho más relajado que el día anterior. "La ingresaron ayer: pedí que la cambiaran a una habitación privada." La chica de la recepción le sonrió.

"¿Esta chica Paulina tiene apellido?" Preguntó con toda la lógica y sarcasmo del mundo. Julián se quedó mudo. ¿Qué apellido tenía Paulina? Maldijo entre dientes su nula capacidad para fijarse en los detalles.

"Err…"

"Pamela… déjame, yo me encargo." Dijo otra recepcionista, que venía llegando y que ya conocía a Julián. El chico suspiró de alivio al ver que esta mujer le sonreía con amabilidad.

"En seguida reviso. Déjeme chequear… Se va a tardar unos minutos: con lo del terremoto el sistema está funcionando a medias y a veces no… dame unos minutos…"

La chica tecleó algunos segundos. Arrugó la nariz curiosa y chasqueó la lengua. Volvió a teclear y tomó mucho aire.

"No está aquí." Dijo con la voz queda. Julián se extrañó.

"¿Cómo que no está aquí?" Preguntó azorado. La recepcionista se encogió de hombros.

"La cambiaron de hospital…"

"Creí que la cambiarían a una habitación no de hospital." Interrumpió el joven dios frunció el ceño. "Paulina no está en condiciones de agitarse tanto…"

"Ahí si que no sé, pero el asunto es que no está aquí." La recepcionista lo miró compungida. "Aquí está la solicitud para el cambio a una habitación, pero fue anulada: tu amiga… tuvo una crisis muy seria ayer… y fue transferida a Puerto Montt de urgencia… la orden fue avalada por el SENAME."

"¿Por orden del qué?"

"Del Servicio Nacional De Menores." La recepcionista se mordió el labio: tan simpático que le resultaba el muchacho, que le daba lástima hacerlo enojar. "No dice nada más."

"¿Ni Siquiera Dice A Donde Se La Llevaron?" Preguntó Julián estupefacto.

"No… Dice Puerto Montt, pero no dice qué hospital… al menos no en mi base de datos. Tendrás que ir a las oficinas del SENAME para ver dónde está ahora."

Poseidón se quedó de una pieza. Anfitrite se le había perdido de nuevo. Justo cuando había hecho las paces y en el peor momento posible.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Capítulo: La Larga Espera.

"¿Sabes algo Apolo?"

"¿Qué te pasa, Artemisa?"

"Como que se me hace raro ver a Thanatos tan contento con un bebé en los brazos." Comentó la diosa de la caza, señalando al contento dios de la muerte, sosteniendo a la pequeña Alcistes en sus brazos.

PS: ¿A dónde fue a parar Anfitrite? JAJA: esta chica no deja de darle dolores de cabeza a Poseidón. Eso tendrán que averiguarlo en este mismo fic, en la próxima actualización, por esta misma página web. Este monstruo ya está terminando. Los últimos capítulos los he escrito a muy buen ritmo, así que espero que no estén aburridos, sino al contrario. Mejor ahora me dedico a escribir el próximo capítulo. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

Brújula Cultural:

Asclepios: Dios de la medicina, que tuvo muchos hijos, entre ellos, Igía, diosa de la salud. Hay una versión que dice que este dios osó resucitar a un humano que había fallecido usando sus artes, en lo que conocemos hoy como maniobra RCP, pero como lo revivió ya habiendo pasado un buen rato, Zeus no permitió tal acontecimiento y lo fulminó con uno de sus más poderosos rayos, matándole. Este incidente se usa tanto para explicar como Asclepios alcanzó la divinidad, como para mostrar que fue la primera y única divinidad en morir.

SENAME: Servicio Nacional de Menores. En Chile, este es el organismo gubernamental, que, entre otras cosas, se encarga de los huérfanos, del sistema de adopción, los delincuentes juveniles y de todo lo que tenga que ver con la protección a la infancia y menores de edad.

Escala de Richter: Mide los daños materiales o cuantificables causados por un terremoto. Es opuesta a la Escala de Mercalli, que mide la sensación percibida por la población después de un terremoto o temblor. Richter es más objetiva y precisa. Por lo general, se anuncia algo después que la escala de Mercalli.