A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega.
¡MILLONES DE GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA! ¡Gracias Lady Rowan por el tiempo que te diste para leer y corregir mis locuras! Tan sólo me queda hacer una pregunta: ¿Cuándo actualizarás?
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Principio 130 para ver y entender Manga: Si el monje lleva un báculo, asegúrate que lo sostenga con ambas manos.
SE RECOMIENDA LEER EL EPÍLOGO DE "DIVINA CALAMITAS" PARA MAYORES REFERENCIAS.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 15:
La Larga Espera.
Castillo del Inframundo.
2 semanas después.
El Inframundo estaba de fiesta como nunca antes lo había estado. Hacía apenas un par de días antes, Perséfone, diosa de la primavera, reina de la humanidad difunta, esposa de Hades el Implacable, había dado a luz a dos preciosas gemelas, y este día, era la presentación ante la sociedad divina de las pequeñas Eurídice y Alcistes.
Los nuevos papás estaban orgullosos. Ambos tenían el mismo nivel de felicidad circulando por sus venas y hasta no se daban cuenta cuando cruzaban aquella delgada línea entre el alborozo y el ridículo. Hades nunca había reído tanto en su vida, y Perséfone no dejaba de celebrar hasta el más mínimo suspiro de cualquiera de sus gemelas.
Necesitaban baberos.
Conmoción había causado la llegada de Démeter, pero pronto ésta pasó a segundo plano con la presentación de las pequeñas. Zeus, Démeter y Rea (Cronos no había asistido a la fiesta), los orgullosos nuevos abuelos, se sentían felices, aunque la más contenta de los tres era Rea: no solo era abuela otra vez, de un hijo que nunca antes le había dado nietos, sino que tanto Hades como Démeter por fin habían hecho las paces…
… O más bien una tregua, pero algo es algo, peor es nada.
La fiesta siguió su curso y todos los dioses, excepto Ares, al que creían demasiado hiperkinético (y que terminaron atando a una camisa de fuerza), tuvieron la oportunidad de ver o cargar a las pequeñas, que contra todo pronóstico, estaban profundamente dormidas. Athena comenzó a platicar con Dionisos, un buen amigo suyo y con Hefestos. Afrodita conversaba con Hestia e Hipnos. Pasitea charlaba animadamente con Hebe y Hércules. Hera, Rea y Démeter rodeaban a Perséfone, quien sostenía a Eurídice en los brazos. Artemisa, Apolo y Hermes observaban a su alrededor, fijando su atención de pronto Thanatos, el dios de la muerte, el orgulloso nuevo padrino de Alcistes, quien sostenía a su ahijada con cuidado en sus brazos, mientras charlaba con Hades y Zeus.
"¿Sabes algo Apolo?" Dijo de pronto Artemisa con un alegre suspiro.
"¿Qué te pasa, Artemisa?"
"Como que se me hace raro ver a Thanatos tan contento con un bebé en los brazos." Comentó la diosa de la caza, señalando al contento dios de la muerte, meciendo a la beba Alcistes en sus brazos.
"Cierto, es raro. Pero se ve contento." Dijo Hermes. "Nunca le había visto sonreír." Comentó con una pálida expresión. "¿Es eso bueno o malo?" Los tres dioses emitieron un suspiro de duda.
"Iré a ver que hace Athena." Anunció Artemisa mientras se alejaba del grupo.
"Yo iré a molestar a Igía y a Ilitia. ¿Vienes Hermes?"
"Nah, Iré a conversar con Hipnos: se ve aburrido."
Cada uno de los 3 dioses se fue cada uno por su lado. Poseidón, por su parte, bebía un poco de whiskey en un rincón. Helios y Eros habían intentado subirle el ánimo momentos antes, pero prefirieron dejar al dios solo con su frustración. No es que Julián estuviera deprimido, o quizás sí, no lo sé muy bien. El dios de los mares estaba molesto: el enojo solo se le había pasado un poco cuando supo del nacimiento de las gemelas, pero iba y venía.
Le habían recordado a Anfitrite toda la velada. Eso lo tenía de mal humor. Afrodita (la diosa) se había reído en su cara y Hera no dejó de preguntarle si tenía noticias de ella. ¡Ratas! Nadie parecía darse cuenta del hecho que Anfitrite se hubiera extraviado, de nuevo, le complicaba el corazón. ¡No sabía donde estaba! Se había pasado las últimas 2 semanas rastreando a Paulina por la intrincada burocracia que la había absorbido, sin éxito.
Mala voluntad, apego demasiado estricto a las reglas, incredulidad, ¡Trabas y Más Trabas! Y lo que era peor… ninguna noticia. Julián suspiró apenado. ¿Cómo era posible que ciertos funcionarios de gobierno fueran tan insensibles y poco humanos? Está bien, han pasado muchas cosas reprobables y hay que asegurarse, pero él no pretendía hacerle ningún daño a Paulina. ¿Por qué no querían soltarle el dato de donde estaba?
Al menos había probado en 5 ciudades en Chile, tras haber rastreado Puerto Montt y en ninguna la había encontrado. No tenía ni la más remota idea que el día del desastre, muchas Paulinas habían necesitado traslado de urgencia. Dos coincidencias en los nombres casi le habían hecho perder la paciencia, pistas falsas y llegadas demasiado tarde. ¡Paulina pronto moriría! Y la tierra como que se la había tragado. ¿Cómo podría salvarle la vida en esa situación? Destino debía tener un sentido del humor MUY negro para hacerle esta jugarreta.
"¡Mira que linda nenita tengo aquí!" Exclamó Papá Hades, mientras acunaba a Alcistes. "Me costó quitársela a Thanatos: le ha tomado un cariño muy grande a la pequeña."
"¿Thanatos? Jejeje. Eso es nuevo: no parece el tipo." Rió Julián mientras se inclinaba sobre la pequeña. "Debió haberse puesto muy contento cuando le dijiste que querías que fuera su Padrino."
"La verdad no mucho… Creo que le empezó a gustar la idea cuando Alcistes le tomó un dedo y no se lo soltó. Hasta hizo un puchero. Lo hubieras visto: por unos segundos me preocupé por él." Hades sonrió de gusto. "Hipnos reaccionó de inmediato: casi se puso a saltar."
"Tienes una hijita preciosa. Menos mal que salieron igualitas a Perséfone, que si llegan a salir a ti…"
"¿Qué quieres decir con eso?"
"Nada, nada." Bromeó Julián. El dios suspiró. Hades lo miró de reojo.
"Te tengo noticias."
"¿Ah sí?"
"Sí." Hades acomodó a la pequeña en sus brazos, quien ni se perturbó. "Rune me avisó que Anfitrite se adelantó dos semanas, y eso porque Thanatos está haciendo lo imposible por retrasar su ingreso."
"…"
"Aún tienes una oportunidad." Hades sonrió traviesamente. "Si quieres puedo preguntarle a Thanatos en dónde está Anfitrite: sabes que siempre localiza a los próximos difuntos con más de 4 meses de anticipación… además el tipo está de buen humor, quien sabe, quizás suelta el chisme."
Julián no respondió. Fijó sus ojos en su vaso y lo sacudió ligeramente. Hades ablandó su mirada y, arreglándoselas para sostener a su hija con un solo brazo, le dio una palmada de apoyo a su hermano en la espalda. Se alejó con una sonrisa, en busca de Perséfone, pues ya quería intercambiar bebé.
Poseidón dejó el vaso en una mesa cercana, y sin ser visto, salió a una amplia terraza. Caminó arrastrando los pies hasta llegar al borde. Fijó su vista en el horizonte y dejó que la brisa del mundo subterráneo le acariciara el rostro, inclinando levemente su cabeza hacia arriba. Encendió su cosmo, aunque en vez de dejarlo fluir hacia fuera, lo dejó fluir hacia adentro… buscando en lo más íntimo de su corazón, allí donde tenía grabado a fuego a su nereida.
… Cómo que podía sentirla…
Ése era su otro problema. Una cosa era buscar a Paulina, pero otra muy diferente… encontrar la divinidad perdida de Anfitrite. ¿Dónde la habría dejado?
"¿Por qué no estás con Paulina, Julián?" Preguntó de pronto Leonor, su mamá, o mejor dicho, Rea.
La elegante diosa le había seguido en silencio, y en silencio le había acompañado. Estaba preocupada: hacía semanas que no veía a su hijo contento, sino angustiado. Nada le había dicho de lo ocurrido en Chiloé, pero ella, como buena madre, se había enterado de todos modos. Julián la miró como si fuera a regañarlo, pero solo se encontró con los ojos comprensivos de su mamá.
"¿Qué no estoy con Quién?" Preguntó Poseidón, como si con la negación borrase lo que había ocurrido.
"No te hagas el iluso. Sabes de quién hablo." Le reprochó Rea, situándose a su lado. La diosa le tomó del brazo.
"Feh."
"Julián." Le llamó severa. "Poseidón, hijito mío: ¿Por qué no estás con Paulina?" Insistió de nuevo. Julián se encogió de hombros.
"Porque no sé donde está. La busco y la busco y no aparece." Julián tragó saliva. "Además… yo… no sé donde dejó… su divinidad…"
"Primera vez que escucho que eso te detiene. ¡Vaya! Una nunca termina de conocer a sus hijos." Se burló Rea, soltando el brazo de su hijo, y frunciendo el ceño. Pero de pronto suavizó su delicada y elegante tez. "Mi niño… Esa nereida es tu esposa… deberías estar con ella, más aún porque lo necesita más que nunca."
"¿Y acaso crees que no lo sé? Poco me falta para ponerme a gritar su nombre en los hospitales."
"Quieres estar con ella. Aún la amas… aún se aman los dos, estoy segura que ella quiere que vayas a buscarla." Rea suspiró con dulzura. "Es la única mujer por la que has tramitado tanto… aún la sientes en tu corazón… tal como si este latiera doble."
"…"
"¿Juliancito?"
"… Ma… no me hables de Anfitrite por favor."
"¿Por qué no?" Preguntó Rea, pero su hijo se mantuvo en obstinado y melancólico silencio. "¿Acaso porque te duele mucho no poder estar con ella, ahora que se está muriendo?"
"… sí… y… hay algo más…"
"Dime."
"Me dijo que tiene miedo… que vuelva a pasar lo mismo… y… yo también tengo miedo… de caer y decepcionarla…"
"Cualquiera en el lugar de Anfitrite estaría muerta del miedo. ¿Cómo No? Tú mejor que nadie sabes lo tímida y recatada que es." Explicó la diosa. "Al contrario de ti, que eres extrovertido, seguro y travieso… en su lugar yo también estaría temerosa. E Hijito… tú no debes tener miedo. Eres un dios, sabrás qué hacer y mantener tu promesa… Ananké se encargará de recordártelo cada vez que flaquees…"
"¡Tonterías!" Exclamó Julián golpeando la baranda de la terraza. "¿De qué podría estar Anfitrite temerosa? Nunca le haría… daño…" El joven dios se mordió la lengua.
"¡Muérdete la lengua y cuidado con envenenarte! Es a eso a lo que le teme." Rea endureció su expresión de nuevo. "Teme no poder ser capaz de aguantar otra vez lo que ocurrió hace 1500 años. ¡Argh! ¿En qué me equivoqué? No entiendo como es que todos mis muchachos, excepto Hades, me salieron tal desleales."
"… ¿Quizás fue el hecho que papá nos tragó a toditos, menos a Zeus, en cuanto nacimos?" Preguntó Julián con sarcasmo. Rea sintió una enorme gota en su cabeza. "Y no quiero estar con esa nereida." Mintió.
"Hijito, Te mientes a ti mismo. Ansías estar con Paulina… más ahora porque sabes que morirá…" Rea le acarició la cabeza. "Te estás perdiendo la última y única oportunidad que tienes para enmendar las cosas en forma apropiada y te la estás perdiendo en serio."
"Pero… Ma… la he buscado, pero no aparece. ¡Eso me está comprimiendo el corazón! Es como si algo se agitase con violencia por partida doble."
"Poseidón: Ella llora por ti todas las noches." Aseguró Rea. "Más que nunca necesita a su marido. ¡Ve con ella! Además… sí sabes en dónde está su divinidad." Julián la miró curioso. Rea asintió con la cabeza, se llevó una mano a la altura del corazón y luego le palmeó el hombro con la misma mano. "Está en el lugar más íntimo del mar."
"¡Pero Ya Busqué En La Fosa Mariana!" Rezongó.
"No es un lugar físico. Eres el dios del mar. ¿Cuál crees que podría ser ese lugar? Tu mismo lo dijiste… crees que algo se agita por partida doble en tu pecho… como si tuvieras dos latidos en lugar de uno."
Rea le acarició la espalda y tras sonreírle, se regresó al interior del salón, dejando a su hijo más colgado que un jamón. Poseidón se quedó allí algunos minutos, pensando en lo que su madre le había dicho y debo decir, le costó descifrar sus palabras. De pronto abrió mucho los ojos, para cerrarlos de inmediato, con fuerza… buscando en el interior de su corazón. Largo rato se quedó en esa meditación tan inusual, hasta que de pronto abrió los ojos. Giró sobre sus talones y avanzó de regreso al hall.
Lo había intentado todo. Si ya rastrear a una humana por el intrincado y deshumanizado sistema burocrático no le resultaba, mejor usaba sus contactos divinos para tal tarea. Entró en el salón y pronto divisó a Hades, que estaba junto a Perséfone. Ambos situaban a las pequeñas en dos carritos, que estaban junto a la ENORME pila de regalos que los dioses habían traído, y le pedían a un diligente Cerberos que las cuidara. La fiesta seguía su curso tranquilamente: para ser la primera celebración en el Inframundo, estaba resultando bastante bien.
"Hades."
"¿Huh? Ah, Poseidón."
"¡Hola Tío Ju!" Le saludó Perséfone con alegría. "Con razón mi mamá se fue a la otra esquina del salón."
Julián levantó la mirada y escaneó el salón de pura curiosidad: apenas pudo ver la espalda de Démeter, que se alejaba molesta en dirección de Dionisos, Athena y Artemisa. El dios se encogió de hombros y volviéndose hacia Perséfone para tomar su mano en un elegante gesto, la felicitó tras besarle los dedos.
"Tienes unas hijas tan encantadoras como tú. Ojalá crezcan sanas y bonitas." Julián le soltó la mano. "Y no me gusta que me llames Tío Ju." Perséfone tan solo le sonrió. Hades rió de buena gana.
"¿Qué Pasa Julián? ¿Ya te sientes viejo?" Se burló Hades con travesura.
"Viejo te vas a sentir cuando tengas que perseguir a estas crías por todo el castillo… O cuando aparezcan sus pretendientes." Se mofó Julián, logrando ensombrecer el aspecto del celoso papá Hades. Perséfone intervino.
"¿Necesitas algo, Tío Ju?" La diosa observó a su alrededor. "¿Agua, más whiskey?"
"La verdad necesito un favor de tu marido." Julián cruzó miradas con Hades, ya más serio. "Es sobre lo que me ofreciste antes."
"Ya veo." Susurró el dios. "Vamos a ver como lo manejamos." Hades miró a Alcistes, que dormía muy cómoda. Eurídice estiraba sus manitos. "¿Cómo le hacemos? No quiero despertar a…"
"¡HEY! Ninguno de ustedes va a molestar a mis niñas." Afirmó de pronto Perséfone, poniéndose de pie, con las manos en las caderas. "¿Qué necesitan?" Preguntó molesta. Hades le miró con cara de cachorro apaleado.
"Nada, nada, cariño, nada… es que necesitamos sacarle un dato a Thanatos y sabes como se pone el tipo cuando no quiere soltarlo y…"
"¿Es por lo de Tía Pau?"
Hades y Poseidón alzaron ambas cejas curiosos. Levemente, asintieron con la cabeza en forma automática, como si estuvieran confesando alguna travesura. Perséfone sonrió y buscó en sus bolsillos.
"¿Dónde lo tenía? Sé que lo puse por aquí. Es que como sabía que ibas a venir, Tío Ju…" La diosa buscó unos momentos más, hasta que sacó un papelito. "¡Aquí está!"
"¿Qué es eso, mi vida?" Preguntó Hades curioso.
"Aquí es donde está tía Pau." Explicó Perséfone con calma, como si fuera lo más normal del mundo. "Thanatos me lo dijo ayer, así que lo anoté en un papel para que no se me olvidara."
Julián puso una expresión de sorpresa. Hades también, aunque la curiosidad la tenía estampada en el rostro.
"¿Cómo le hiciste? Thanatos no suelta las cosas así de fácil."
"Le dejé vigilar a las niñas por 10 minutos por mientras me bañaba, a cambio que me dijera donde está Paulina. Eso lo puso muy contento, aunque ya me preocupa: el tipo no es así." Explicó Perséfone. La diosa miró a su tío, que hasta se había quedado mudo. "Sabía que la estabas buscando, así que aproveché la ocasión." Perséfone le entregó el papelito a Julián. "Espero que la encuentres a tiempo, Tío Ju."
Poseidón miró a su sobrina, y en un efusivo gesto, le dio un abrazo de oso, para luego repetir la misma acción con su hermano.
"Ustedes dos tienen unas hijas preciosas: ¡Prometo que les enseñaré a nadar y surfear a las dos cuando crezcan!" Exclamó de corazón. "Tengo que irme y no porque esté aburrido. ¡Gran Fiesta! Las deberían dar más seguido."
Sin dar más explicaciones, Poseidón salió corriendo del salón y sin perder más tiempo, regresó al mundo de arriba lo más rápido que pudo. Hades y Perséfone se quedaron mirando por donde Julián se había ido, algo perplejos.
"Espero que no se meta en problemas." Comentó Hades. Perséfone le se sujeto del brazo.
"Ojalá que todo termine bien entre esos dos. Me muero por charlar con Tía Anfitrite como antes." Comentó la diosa, antes de volverse hacia sus hijas. "¿Sabes qué, cariñito?"
"Dime, pastelito."
"Thanatos nos va a malcriar a las Gemelas."
"Buen punto."
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
¡No hay adelanto del próximo capítulo!… es el último.
PS: Sip. Una vez más volví a escribir dos capítulos en un día. El capítulo 14 y el 15 fueron escritos con horas de diferencia. Feh. Creo que necesito un hobbie más productivo. Aún los tengo con la duda de dónde fue a parar Anfitrite, y desde ya les digo que me quedan dos capítulos más y esto se acaba. Ojalá que hasta aquí les haya gustado… de momento, ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!
Brújula Cultural:
La Comida de Cronos: Cronos, el antecesor de Zeus en el trono, su padre, para no perder su puesto, ya que le había sido vaticinado que uno de sus hijos lo destronaría, ni bien Rea daba a luz, se tragaba a su hijos, con todo y cordón. Según algunas versiones, Rea, en cierta ocasión fue sorprendida por los dolores de parto estando sin vigilancia. Así nació Zeus, a quien salvó de ser tragado. Para engañar a Cronos, se puso una piedra bajo sus ropas y fingió que daba a luz, dándole la piedra a su marido para que se la tragase. El bruto fue engañado y se comió la piedra, pensando que era el niño. Zeus fue puesto al cuidado de unas ninfas de montaña (con razón sus mañas), y criado con la leche de la HORRIBLE cabra Amaltea, que aunque fea era muy buena y maternal. Otras versiones dicen que Hera y Poseidón también fueron salvados de ser comidos mediante la misma treta.
