CAPITULO 5

UN VIAJE TENEBROSO

* Ya llevaban casi media hora de camino, andando en silencio, hasta que el hombre tomó la palabra:

- Dime, carnal, ¿Qué hacías ahí tan solo, en la calle?

- Pues...

- No me digas, lo sé, tenias sed de libertad,

- Bueno...

- Si, yo sé - el hombre volvió a interrumpir a Harry - así es la vida, yo, por ejemplo, me escape cuando tenía diez años, sí, me acuerdo, era de noche y recuerdo que mis jefes me habían irritado, todos estabamos irritados, luego, todos empezaron a gritar y a lanzar todo por todas partes, ahí fue donde agarre las petacas y salí de allí, nunca volví, al principio es difícil, buscar donde comer, donde dormir, pero un día me encontré a "El Raspa", el me dijo que le pondría sentido a mi vida, y le dio el toque mágico, mira - El hombre sacó de la guantera unas hierbas, las envolvió en algo parecido a papel y luego la prendió - si, vez, esto es lo que se llama darle sentido a la vida - y luego el hombre le dio una gran fumada y saco el humo lentamente inundando la camioneta con el olor. - ¿No gustas un poco, muchacho?, no esperes que la vida te de a alguien como "El Raspa", yo aquí soy tu raspa, y te digo que esto es lo mejor que puedes hacer, ¿Qué dices?

- La verdad es que... - empezó a decir Harry - ... ¿Cuánto falta para llegar?

- Hijole, ya se me olvido a donde íbamos.

- A Londres - le recordó Harry al hombre

- Ha, es cierto y sabes, hemos ido en sentido contrario todo el tiempo - y dicho esto el hombre giró la camioneta bruscamente y casi se voltean. - Oye, chico, dime ¿Cómo te dicen?

- Bueno...

- Yo soy Gaudencio, - interrumpió de nuevo el hombre - pero me llaman "El Chore". Pero ¿Cómo dices que te llamas?

- Soy Harry, Harry Potter

- Bien, Harry, dime, ¿Qué vas a hacer en Londres?

- Bueno, - Harry no podía decirle que iba al Callejón Diagon, así que se invento otra cosa - voy a ver la capital, sólo visitare la capital.

- Bien.

* Y siguieron el camino, de nuevo en silencio. Pasaron de nuevo por la calle Magnolia, Harry se asomo por la ventana, para ver si podía ver al perro. Pero no tuvo éxito.

Siguieron andando por otras horas, mientras que el hombre le contaba historias a Harry, quien estaba apunto de sacar su varita y desaparecerlo, pero se resistía pues era su único medio de transporte.

- Mira Harry, vez esto - el hombre sacó una libreta y se la dio. - es poesía, de la buena.

- Si, ya veo - respondió Harry.

- Vamos, léela, te va a gustar, yo lo sé, algunas personas no saben apreciar lo bueno, pero yo se que tú si lo vas a apreciar.

* Harry tomó la libreta, la abrió en la primera hoja y leyó:

La Vida Es Dura

La vida es cruda,

Como un pavo gordo que no esta bien preparado,

Como un horno que se le acabó el gas

En el mundo ya no hay paz

Si uno no sabe como hacer que se prenda,

no sabe nada

Porque aunque tengas agallas,

No se puede hacer nada.

- ¿Te gusto Harry? - Preguntó el hombre entusiasmado.

- Es muy... - Harry no sabía que decir, el poema era... como era y no se podía hacer nada - muy vivaz.

- Bien, porque no lees otro, en voz alta, para que pueda disfrutar yo también.

- Pero...

- No digas nada, sólo lee, sé que lo disfrutas, porque tu si sabes apreciar la buena lectura

- Bien.

* Harry volvió a darle la vuelta a la hoja de la libreta, y leyó otro.

BASURA

Unos dicen - ve y tira la basura -,

Pero, uno no sabe si es basura,

Puede que hagas una captura,

Tu oso que perdiste en Navidad,

La bici que nunca aprendiste a montar

O tal ves si tienes suerte,

te encuentres con la muerte,

Y de este mundo te libere,

Y de la basura no te preocuparas jamas

- Ese es uno de mis favoritos - comentó el hombre alegremente - dime Harry ¿Tú que piensas?

- Pienso que... es muy... lógico.

- ¿Lógico?

- Si, tu sabes, aveces uno tira cosas que todavía sirven. - Harry inventó la mejor explicación que pudo.

- Si, tu si sabes.

* Y siguieron andando leyendo uno por uno los poemas de Gaudencio. Hasta que por suerte de Harry, en el camino se encontraron a un hombre.

Gaudencio paró la camioneta y bajo la ventana para hablar con el otro individuo.

- ¿Qué tal? - Dijo Gaudencio con su voz tranquila y alargada - ¿Quieres que te lleve?, Vamos a Londres a ver como a cambiado el mundo, ¿Vienes, carnal?

*El otro hombre se le quedo viendo a Gaudencio unos segundos y después respondió:

- What?, What do you say?, I'm sorry, but I don't understand you.

- Chale - dijo Gaudencio - es un... un...

- ¿extranjero? - Dijo Harry tratando de ayudar.

- Sí, eso, un extranjero, pues, llevémoslo con nosotros.

* Así fue como el extranjero, Harry y Gaudencio siguieron el camino a Londres.

En el camino, Gaudencio contaba historias que lógicamente el extranjero no entendía, mientras Harry miraba por la ventana deseando poder dormir un poco. No le daba confianza dormirse en esa camioneta, podían perderse o desviarse y nunca llegaría a Londres.

El extranjero sabia algo de Español.

AUTORA: Como este fanfic esta traducido, porque se supone que el idioma original es Ingles Británico, tuve que cambiar los idiomas. Invertirlos igual que como hace la televisión.

El extranjero sabía un poco de español, y se comunicaba de vez en cuando diciendo: "Es muy lindo" o "es agradable". Pero sabemos que sólo le daba el avión a Gaudencio.

- Diculpe - dijo el extranjero

- Oye - dijo Gaudencio - habla como negro. Dime, libérate, expresa lo que sientes carnal.

- ¿Ia vamos a iegar?

- Ya casi, se paciente.

* Anduvieron un par de kilómetros mas hasta que por fin llegaron a Londres. Al ver los altos edificios, y monumentos, Harry sintió un gran alivio, por fin se deshacía de ese hipi. Y seria libre.

- Bien, carnal - dijo Gaudencio refiriéndose a Harry, - ya llegamos, ¿Cuál es tu destino?

- Bueno - Harry pensó como podría ser discreto - lléveme a El Caldero Chorreante.

- Yo no sé donde esta eso - respondió Gaudencio

- Podemos preguntar por la calle Charing Cross - sugirió Harry - una vez estuve aquí con... - Harry se quedo pensativo por medio segundo antes de completar su oración - con mi papá.

- Bien, haremos eso, pues agárrense.

* Y dicho esto, aumentaron la velocidad y paraban bruscamente cuando había personas a quien preguntar.

Tardaron un tiempo pero por fin llegaron a Charing Cross. Y de allí preguntaron por El Caldero Chorreante. Hasta dar con el lugar.

- Bien - Dijo Gaudencio - ya hemos llegado

- Si, - dijo Harry - y abrió la puerta de la camioneta.

- Adiós, te voy a extrañar pequeño, eres tan... tú, no va a ser lo mismo sin ti - Y entonces Gaudencio abraso a Harry muy fuerte. - cuídate. Mira, toma - Sacó unos billetes y se los dio a Harry. - Mucha suerte, cuídate muchísmo, en verdad, carnal, vales oro - Y dos lagrimas resbalaron por las mejillas del hipi.

* Eso era lo que Harry pensó que diría el hipi, pero en vez de eso, una vez que Harry estuvo abajo de la camioneta Gaudencio solo asomo su cabeza por la ventana y le dijo:

- Adiós, carnal, ojalá no te pierdas y te roben. - Y dicho esto se fue tan rápido como iba habitualmente.

- Bueno - dijo Harry mirando la entrada de aquel lugar. - he llegado.

* Harry tomó sus cosa y entro al lugar ansioso por entrar al Callejón Diagon e iniciar su estancia hasta que llegara el día de escuela