Capítulo I:

El Primer Encuentro.

Primera parte: Sueños y Realidad

Planeta Tierra.

10:00 PM

­– Sinceramente Houston, el satélite no tiene defecto– Afirmó el astronauta­–, esta caminata fue en vano.

­– Sigue buscando, ­– Una voz le contestó desde el interior de su traje– La computadora marca un error.

– ¡Esa cosa no sirve! – Gritó– No es la primera vez que se equivoca…

– No le estamos pidiendo opinión señor­­ – Respondieron– Usted siga las instrucciones…

– Esta bien, – aceptó de mal gusto el astronauta ­– Lo revisaré de nuevo…

Lentamente, el astronauta se fue acercando de nuevo al satélite. Su casco resplandecía cada vez que la luz solar chocaba contra él. La tierra lucía con todo su esplendor. Su azul parecía hechizar a cualquiera que la viera. Parecía tan hermosa, y a la vez, tan frágil, como una esfera de cristal azul con hermosas nubes muy blancas.

El satélite parecía un rombo metálico, que giraba alrededor de aquella esfera; el espacio se hallaba en tan perfecta paz.

El astronauta recibió una señal que parecía provenía del trasbordador:

– Louis, que pasó, – era la voz de una mujer– algo malo…

– No, solo regaños de esos engreídos, – contestó furioso– ¡Uy, si pudiera, qué no les haría yo…!

– ¡Jajaja! – Rió dulcemente la mujer– ¡No les hagas caso¡Mejor acaba pronto y regresa!

– ¡Esta bien! – Suspiro aliviado, aunque un poco molesto– Arreglaré esta hojalata y me marcho, pero aún así me las van a pagar…– Volvió a decir, pero ahora en tono de broma.

– Bien, ahora creo que… Pero…- hubo una interrupción.

– ¿Qué¿Qué sucede? No te escucho.

– Hay un problema con la co…ica…, creo que…­– Y se cortó totalmente.

– ¿Qué, qué sucede¿Hola¡Contesten!–Gritó exasperado.

Una sombra gigantesca se abalanzó contra el distraído astronauta. Éste, al darse cuenta, empezó a gritar desesperado, pero nadie respondía.

– ¡Por Dios santo¿Qué es eso¡Auxilio¡Houston¡Ayuda!

La sombra lo abrazó y lo lanzó contra el suelo; el pidió ayuda, nadie le respondía, la situación era desesperante.

Justo en ese mismo instante se cortó la transmisión de la televisión.

– ¡SAKURAAAAA! – Gritó Kero– ¿Por que desconectaste el televisor?…

– ¡Upps! Lo siento – Contestó sonriendo gentilmente, aunque lo había hecho adrede, para que Kero no siguiera viendo ese programa– Discúlpame, no fue mi intención.

– ¡Uyy¡Si se estaba poniendo interesante¡Hazme el favor de volverlo a conectar! – Contestó Kero, molesto.

– ¡No, –Contestó Sakura– En primer lugar ya es tarde como para que estés viendo ese tipo de programas, además sabes que me asustan mucho, y mira la hora que es ¡Son las 10:15 de la noche!; y en segundo lugar, mañana tengo clase, y no me vas a dejar dormir, y me tengo que levantar temprano, si quiero llegar a tiempo.

Kero tuvo que rendirse y aceptar, resignado se dirigió al cajón donde se encontraba su cama. No le guardaba rencor a Sakura, pues sabia que era cierto, – Pero, me quedé en la mejor parte, aunque me muero de sueño– Se dijo para sí; seguido bostezó.

– Buenas noches Kero– Le dijo dulcemente Sakura, cansada aún por un largo fin de semana fuera de la ciudad.

– Buenas noches Sakura, – contestó algo somnoliento Kero.

Era verdad. Tomoyo Daidouji había invitado a Sakura a un campamento fuera de la ciudad; Kero quiso ir, pero no podía, alguien tenía que cuidar de la casa. Fue un fin de semana maravilloso, el campamento se hizo junto al lago que Sakura le gustaba visitar. Así duró hasta que una noche, justo antes del amanecer, una torrencial tormenta los tomó por sorpresa. Por suerte, sus carpas eran lo suficientemente impermeables como para que hasta la más mínima gota de humedad las atravesara, causando alivio en los que se hallaban en el interior. Pero, ya al amanecer, la mamá de Tomoyo, la señora Daidouji, dijo que el clima no iba a mejorar, que lo mejor era retirarse.


El señor Fujitaka Kinomoto, o más bien dicho, el papá de Sakura, había dejado ir a esta por que estaba tomando algunos cursos, los cuales llevaban gran parte del día, así que solo llegaba a la cena y a dormir. Toyua se encontraba trabajando de tiempo completo, por lo que no estaba en casa sino hasta tarde. Yukito y Touya trabajaban juntos, aunque Auki solo trabajaba medio tiempo, en horario nocturno, pues al terminar la jornada, los dos volvían juntos como dos buenos amigos, y a veces Yukito se quedaba a cenar, cosa que agradaba mucho a Sakura.

El tiempo había transcurrido. Ya había pasado 4 años desde que la última carta se selló y transformó en Carta Sakura. Ya Sakura se hallaba a fines de terminar la secundaria. Había crecido; se había dejado crecer su cabello castaño hasta que le llegara hasta un poco más debajo de sus hombros; su cuerpo se hallaba en una complexión atlética que era causa de admiración en muchos y de envidia en otros (desde luego, en los que no eran sus amigos). El tiempo había jugado con ella. Sin embargo, todavía se seguía caracterizando por ser una persona muy agradable y dulce, y por su inocencia. Sin embargo, el recuerdo de un amor lejano aún se guardaba en su corazón, pues no había visto a Shaoran desde que atrapó la última carta. Él se había marchado de regreso a Hong Kong, por ciertos asuntos familiares, aunque ella llegó a pensar que era más por timidez que por otra cosa. Pero aún existía el anhelo en ella de que algún día su relación sería, al fin, estable.

Keroberos, o mejor conocido por el apodo que le dio Sakura: Kero, casi no había cambiado nada, siempre gustoso de comer algún postre que le enviaba Tomoyo, o preparado por Sakura o por su padre, quien, desde luego, ya le conocía, pues un día accidentalmente le descubrió cuando quedó atrapado en el refrigerador por intentar comer un pastel que Tomoyo le había regalado a Sakura. Sakura no tuvo más remedio que disculparse con su padre y hacer las respectivas, y a pesar de que parecía una criatura fascinante a sus ojos, existían cosas él que no comprendía. Kero era aún un aficionado a los videojuegos, aunque también comenzaba a gustar algunas series de lo paranormal que pasaban en la televisión, sobre todo de extraterrestres.

Tomoyo era casi de la misma estatura que su amiga Sakura. Su relación de amistad con ella se había fortalecido mucho al paso del tiempo. También ella se hallaba en perfectas condiciones físicas, tanto, que en el colegio se les llamaba "el dúo fabuloso", pues las dos, de bellos cuerpos, siempre andaban juntas o en compañía de sus amigos. Aún así, su actitud era la misma.

Eriol había regresado de Inglaterra de vacaciones, aunque el fin era quedarse en Tomoeda a vivir. Naraku, o más bien dicho Rubí Moon, junto con Spinel habían vuelto junto con él. Su madre se hallaba en Inglaterra, un poco enferma, pero arreglando lo necesario para ir a vivir a Japón junto a su hijo y sus amigos. Ya no usaba gafas, puesto que ya hacia más de un año que se había operado la vista.


Sakura se acomodó en su cama. Su alcoba había cambiado un poco. Ahora poseía una computadora en donde antes se encontraba su viejo escritorio, que su papá lo había guardado en el desván, pues como él decía: "uno nunca sabe cuando se puede volver a utilizar". Un tocador nuevo estaba junto a su cama, era de cedro pintado con un bello color blanco aperlado y rematado con un gran espejo de adornos dorados, que su hermano, en gestión de buena lid, le había comprado con sus ahorros por su trabajo, al cumplir ella 15 años. En él se podía observar, acomodados, lápices labiales, maquillaje, pinturas de manos, objetos que hacen que una mujer se vea más bella. Sakura también había aprendido algo natural en las mujeres: la vanidad; aunque por fortuna, esta no se había apoderado totalmente de ella. De ahí en adelante, la alcoba de Sakura parecía igual.

Kero no podía dormir, algo le atormentaba. Sakura, al irse de campamento, olvidó algo importante: guardar bajo llave las Cartas Sakura. Se preguntaba si se le había olvidado o estaba volviéndose algo descuidada. Aunque ella alegaba de que lo había hecho. Recordaba, los hechos transcurrieron así: Touya le había dicho a Fujitaka y a Kero (a este último con una mirada extraña, como siempre lo miraba), que la noche anterior a la llegada a casa de Sakura, cuando el llegó y "Ese peluche" (Kero) comía algo de la nevera, oyó ruidos en la recámara de Sakura. Al inspeccionar en la alcoba que había sido lo que ocasionó eso, notó la ventana semiabierta, aunque no lo suficiente para que pasara alguna persona, pero todo estaba normal, solo se hallaba en el piso un oso de felpa, el que le regaló Shaoran a Sakura en el aeropuerto, el cual ella coleccionaba con mucho amor. Touya lo recogió, lo miró por un momento, la "hermanitis", según decía Yukito, lo invadió un poco, al recordar a ese mocoso, y cómo tuvo a su hermanita "la monstruo", antes de que ella lo alcanzara en el aeropuerto. Luego lo colocó en su lugar.

Touya le reclamó a Kero que por que no estaba en la habitación de Sakura vigilando; Kero se molestó y le dijo que tenía hambre y que por eso él había bajado de allí a comer algo. Si no fuera por la llegada repentina del señor Kinomoto, las cosas hubieran subido de tono. Sin embargo, ya calmados, Touya le dijo a Kero que había sentido una presencia ahí, una presencia que nunca había sentido.

Kero estaba preocupado, pues al revisar después las cartas, se dio cuenta que faltaba una: la carta Viento. Miraba a Sakura con preocupación. No le había dicho nada a Sakura para que no se alarmara. Después de lo ocurrido y en secreto, Kero seguía buscando por toda la casa esa carta. Se sentía responsable de esa pérdida. Lentamente se dirigió a su cama, y repentinamente, se quedó profundamente dormido.

Sakura también dormía profundamente. Sin embargo, esa noche no sería nada particular. Sakura tendría un sueño muy extraño.


Estaba ella sobre un edificio, enfrente se hallaba la Torre de Tomoeda, brillando en un rosa vivo por los reflectores que a sus pies se hallaban. Era de noche, sin embargo, no había ni una sola estrella en el cielo, ni la luna daba su luz. Esto extrañó a Sakura, que se hallaba en su traje de batalla; estaba vestida con un body blanco y brillante tallado al cuerpo, sobre su cintura lucía un cinturón plateado de extrañas ondulaciones, de este colgaban pequeñas cadenitas rematadas en una esfera azul marina, sus piernas estaban cubiertas por una medias brillantes y un par de botas blancas a medio muslo.

Sakura sostenía el báculo firmente entre sus manos, los guantes le cubrían parte de los codos y terminaban en precioso adornos plateados, a juego con su cinturón. Una preciosa capa de terciopelo azul se ondeaba sobre sus hombros al más mínimo soplo de viento, era muy larga y le guarecía del frío nocturno, el final de aquella capa acababa en delicadas franelas color marfil, que se enroscaban graciosamente entre sus botas.

– Este sueño lo conozco – Dijo – Ya lo he tenido antes…

Eso creía. Algo atrajo su atención, tres seres encapuchados la miraban desde la torre. El de en medio de los tres era el más alto, su mirada infundía seriedad y temor. Al mirarlo, Sakura sintió un escalofrío. Su complexión aparentaba a una persona algo fornida, aunque no demasiado. El ser que se hallaba a su derecha aparentaba llegar hasta la altura de la nariz del medio. Se parecía en el cuerpo a Touya, pero éste era un poco más fornido. El último de los seres, el de la izquierda, era el más bajo de todos. Por la forma de su cuerpo y lo detallada de su figura, se notó que era una joven muy bella. Sakura supo que tenía el pelo tan largo como el de Naraku, por que una brisa movió su cabellera, que seguro escapaba por alguna apertura en la capucha. El ser alto llamaba más su atención, sentía que ya lo conocía, aunque nunca antes lo había visto.

– ¿Quiénes son? – Se dijo.

Como atraída por ellos, caminó hasta el borde del edificio. Inmediatamente la carta vuelo apareció para llevarla ante ellos.

Algo extraño ocurrió. A mitad del vuelo, la carta Vuelo se paralizó. Sakura le ordenó que siguiera avanzando, cosa a la que la carta contestó regresándose, como si algo la estuviera asustando.

– �¿Qué sucede! – Se preguntó muy asustada.

El ser más alto extendió su mano derecha, de la cual surgió un brillo rojo que hizo desaparecer la carta. Sakura se asustó mucho más al darse cuenta de su condición: estaba suspendida en el aire a miles de metros arriba del suelo. Pensó que caería, pero se dio cuenta que estaba parada en el aire, flotando en la nada.

El ser retiró su mano, que ya había dejado de brillar. Al hacer esto, todo el ambiente cambió. Desapareció todo, Sakura se hallaba en medio de una inmensa oscuridad. Solo un haz de luz amarillenta proveniente del infinito iluminaba a los tres seres.

La mujer levantó su dedo índice, señalando a Sakura. Otro haz de luz legó de arriba de Sakura y la iluminó, como si alguien hubiera encendido un reflector.

– Ya no eres digna de tener las cartas, haz blasfemado el pacto antiguo…

– ¿Qué? – Contestó Sakura– ¿De qué me estas hablando?

– Haz sido hallada culpable de romper el pacto de los ancestros, cambiando la forma de las cartas… – Contestó el hombre de la derecha, quien también le señalaba – Debes morir, para restaurar el orden del cosmos…

– ¿Qué es esto? – Se preguntó Sakura, muy asombrada de este extraño sueño. Luego les contestó – Las cartas tenían que ser cambiadas. Si no, dejarían de existir y el cosmos caería en un gran desastre…

– ¡Eso no importa! Por que después serían resucitadas junto con el cosmos, pero ustedes lo hicieron¡Rompieron el pacto¡Infieles¡Deben morir todos ustedes!…

Miles de voces provenientes de todas partes empezaron a gritar "¡Que mueran los infieles¡A ellos sin piedad!". Instantáneamente, Sakura se encontró en medio de una especie de concilio, rodeada de personajes que parecían sombras, todas sentadas alrededor de ella.

– ¿Qué es esto?– Se preguntó Sakura, muy asustada. Contestó de nuevo al los seres – Eriol, la reencarnación del mago Clow, dijo que tenían que ser cambiadas para que no sucediera ninguna catástrofe…

– El mago Clow, el antiguo mago, sabía muy bien de la preeminencia del pacto, pero él también lo rompió al crear esas cartas blasfemas, por eso murió; después nos dimos cuenta que era mejor que estuvieran selladas por la eternidad. Sin embargo, ustedes rompieron el sello, liberándolas de nuevo. Luego nos causó gran tranquilidad que fueran nuevamente capturadas todas. Pero ahora han mutado, dándoles el poder eterno a otro, a ti. Por eso hemos llegado, para llevarnos las cartas y su poder, para restaurar el orden eterno del cosmos, y destruir a los infieles…

De repente, el ser más alto miró a Sakura. Sus ojos brillaban con un azul claro. Señalando a la asustada y confundida Sakura, ordenó con una voz potente, como la de un trueno:

– Pero tú serás la primera…

En ese momento, del piso surgieron seis lazos oscuros que amagaron a Sakura por los brazos, las piernas, el abdomen y el cuello, elevándola. Como si se lo hubieran arrebatado, el báculo de Sakura voló a la inmensidad y desapareció en la densa oscuridad de la bóveda que se hallaba por encima de ellos. Pronto Sakura, suspendida en el aire por las ataduras, se sintió como atada a una roca invisible, mientras sentía impotente y casi inmóvil por los lazos que la ataban y por una extraña fuerza que no le permitía moverse mucho, como sus poderes se iban de ella. Empezó a llorar muy asustada.

– ¡No, Por favor esperen! …–Alcanzó a Gritar Sakura.

Las miles de voces de los seres que la rodeaban gritaban a viva voz, en unísono, "¡Mátenla¡Mátenla¡Muerte a los infieles y blasfemos!". Luego se pusieron en pie y siguieron gritando: "La Tierra será nuestra… ¡Muerte a los que no guardaron el pacto antiguo, y a sus amigos!"

– ¡Sakura…! – Una voz gritó de un lado de ella, era Shaoran. Había surgido de la oscuridad que los rodeaba. Él había presenciado todo, desde la aparición de los seres hasta el rápido juicio y sentencia de Sakura. Al principio le costaba creer que esto estaba sucediendo, pensaba que era un sueño. Pero al darse cuenta de lo que pasaba, decidió actuar.

– ¡Detente! – Gritó el ser alto. Instantáneamente, Shaoran se estrelló contra un campo de fuerza invisible, que le impedía el paso. Shaoran invocó a su espada y empezó a golpear con ella el campo, sin ningún resultado aparente.

Sakura dirigió una mirada dolorosa a Shaoran, quien con lágrimas en los ojos intentaba salvar a su amada, golpeando el campo con todas sus fuerzas.

– Llamo al dios del trueno¡Ven a mí! – Diversas centellas salieron de un pequeño pergamino que él arrojó al aire, luego lo golpeó con una parte la hoja de su espada. Aunque los rayos se estrellaron con gran fuerza en el campo, levantando una nube de polvo grisáceo, no lograron su codiciado objetivo. Shaoran no se rindió, y observó que después de que se desvaneciera la nube, el campo se empezó a agrietar un poco, pero seguido comenzó a reconstruirse. No desperdició el momento y Shaoran lanzó otro ataque, pero ahora sin ningún efecto, sólo retrazando la reconstrucción del campo. Decidido, empezó a golpear el campo otra vez con la espada, el cual empezaba a ceder.

– ¡Aguanta Sakura, pronto te rescataré…! – Gritó desesperado Shaoran, mientras veía que el campo poco a poco iba cediendo.

– Shaoran…–Murmuró Sakura.

– ¡Ahora! – Gritó el ser alto. Del suelo que se hallaba bajo la suspendida Sakura apareció una gran saeta. Por la cara de pánico que puso Shaoran, Sakura supo que estaba en un peligro mayor.

– ¡Sakura¡Noooooooo! – Gritó Shaoran.

Aunque fue sólo cuestión de segundos, Shaoran vio como en cámara lenta la flecha se disparó, impactándose con la espalda de Sakura, y penetrándola limpiamente, dejando la punta y un poco más de la vara de la flecha arriba del abdomen de Sakura. Sakura sintió como la flecha le atravesaba el cuerpo. La sangre corría profusamente. Sakura miró a Shaoran, la miraba pálido del pánico.

– ¡Shaoran! –Gritó. Sakura despertó de su sueño; estaba llorando y respiraba muy agitadamente.

Notó una mancha rojiza en su ropa de dormir, exactamente arriba de su ombligo, donde la flecha la había atravesado. Rápidamente se revisó desabrochándose el camisón que era parte de su ropa de cama, una pequeña herida, como hecha con una navaja; sangraba profusamente.

Sakura se conmocionó y gritó del miedo, su grito fue tal que despertó a toda la cuadra. Kero, despertó enseguida; su papá y su hermano llegaron corriendo para ver que sucedía; Sakura abrazó a su papá mientras lloraba. Touya se sorprendió al ver la mancha de sangre en el camisón de Sakura, y rápidamente le lanzó una mirada fría a Kero, quién se hallaba tan asombrado y confundido como todos.

– �¿Cómo permites que alguien le haga esto a Sakura¿Eh! – Le gritó furioso Touya a Kero, sin medir sus palabras­– ¿Y te dices Guardián, peluche?

– ¡Yo estoy tan asombrado de esto tanto como tú! – Contestó Kero muy molesto, rápidamente se transformó a su forma verdadera, Fujitaka lo miraba sorprendido, aunque no era la primera vez que lo veía en esa forma– No se cómo sucedió ni que fue lo que ella soñó, puesto que no me percaté de ninguna presencia maligna por los alrededores¡Pero eso no te da derecho a gritarme ni a llamarme "peluche"! – Kero sacó sus garras, dispuesto a darle un zarpazo a Touya. Este inmediatamente, tomo un banquito que estaba a su lado de escudo, como un cirquero cuando un león se le quiere echar encima.

– ¡Basta ya por favor!– Gritó Fujitaka–, sólo lograrán que Sakura se sienta más mal…

Kero y Touya bajaron la mirada al suelo muy apenados, sobre todos al ver a Sakura en esa condición. Kero regresó a su forma anterior. Fujitaka le dio instrucciones a Kero y a Touya, quienes bajaron a traer algunos medicamentos para sanar la herida de Sakura. Cuando Sakura se desabrochó más el camisón, Kero y Touya tuvieron que desviar la mirada. Su padre le puso un antiséptico y la vendó. Sakura ayudaba a su padre a vendarla levemente, para que la herida no sangrara tanto, puesto que era algo profunda. Hecho esto, Fujitaka le dijo a Kero y Touya que ya podían voltear, Sakura llevaba una venda blanca un poco más arriba del ombligo; la herida ya no sangraría y pronto cerraría.

Pronto se retiraron a dormir Kero y Touya, ambos mirándose. Sus miradas reflejaban molestia por el otro, y a la vez, preocupación por la ahora afectada; Fujitaka veló por el sueño de Sakura hasta que ella quedó de nuevo profundamente dormida. Kero volvió a su forma verdadera, acostándose en un tapete junto a la cama de Sakura. Aunque Fijutaka se hallaba a la cabecera de la cama de Sakura, acariciándole la frente a ésta, sabía que tenía ahora que velar el sueño de Sakura, sacrificando el dormir en su cómoda. Después él se retiró a dormir.

Sin que alguien lo supiera o imaginara, un cuervo cuyos ojos rojos no paraban de brillar (que se había posado en una rama del el árbol junto a la ventana que daba el cuarto de Sakura y que estuvo velando su anterior sueño), se alejó volando. Después de llegar al parque del rey pingüino, se transformó en el ser oscuro, encapuchado y cubierto por un largo manto negro, por lo visto muy viejo y usado; la capucha del manto, más negro que la noche, solo dejaba ver sus ojos resplandecientes como dos estrellas.

– Esta cumplido, así me dejaran en paz…–Dijo una macabra voz, como de ultratumba, que salía de él. – Aunque sólo me falta uno más…

Dicho esto, avanzó unos cuantos metros y desapareció. En esa misma dirección se hallaba la residencia en la que Eriol y sus compañeros estaban viviendo, pues su antigua casa estaba ya no existía, pues se le demolió para hacer un parque de diversiones.

Pronto, amaneció. Era un bello día. Un nuevo día había nacido. Un día donde la vida de muchos cambiaría.