Capítulo I:

El encuentro.

Tercera Parte: Decisiones.

Hong Kong, Provincia de China.

9:00 AM

Ese mismo día.

– Meiling¿Podrías, por favor, decirle a mi hijo que si no se apresura se le va a ir el vuelo a Japón? – Le dijo la mamá de Shaoran.

– ¡Con gusto! – Contestó con una sonrisa.

Meiling caminó hasta la habitación de Shaoran. Ella ya no era la niña de antes, también ya había crecido. Su larga cabellera le llegaba hasta la cintura, sus lacios cabellos oscuros tocaban suavemente su espalda a cada paso que daba. Ya tenía casi la misma edad que sus amigas japonesas: 15 años. Era una joven muy hermosa, y de figura atlética. Sin embargo, aún en su corazón guardaba el recuerdo de su amor que sentía por el joven Shaoran.

Al llegar a la puerta del cuarto de Shaoran, tocó tres veces y esperó respuesta.

– Pasa – Contestó una voz un poco ­– Está abierto…

No era la primera vez que Meiling entraba al cuarto de Shaoran, pero se sorprendió de que esta vez él ya lo hubiera arreglado desde muy temprano, o bueno, eso le dijo Wei cuando ella llegó. Él se había encargado de ordenarlo muy minuciosamente, cada detalle, cada lugar, como si estuviera preparándose para una partida sin retorno aparente, o bueno, eso pensaba ella. Sus maletas estaban sobre su cama, apiladas unas encima de otras. Un joven estaba con los brazos cruzados mirando por la ventana. Su complexión atlética, gracias a los constantes entrenamientos en Karate Do, era el delirio de sus compañeras de escuela. Sus ojos cafés, que alguna vez se mostraban indiferentes y serenos, temblaban un poco, como si estuvieran llenos de sentimientos. Su mirada seria mostraba preocupación, y a la vez, un poco de miedo. Vestía un pantalón de mezclilla café y una camisa sport color verde, que hacían resaltar su buen físico y lo hacía muy varonil. Se había dejado crecer su pelo castaño un poco. Shaoran miraba a la calle preguntándose qué es lo que pasaría ahora. Suspiró profundamente.

– ¡Shaoran, hola! – Se le acercó por detrás Meiling, intentándole levantar el ánimo a su ex-prometido y le puso una mano sobre su hombro izquierdo; se entristecía cada vez que lo veía preocupado o triste, desde que llegó de Japón con él la última vez. Pero ahora era diferente, y todo gracias al sueño que tuvo.

Shaoran "regresó a la tierra" y volteó para ver de donde provenía la voz. Quitó la mano de encima de ella y la sostuvo con sus manos. Al darse cuenta que Meiling lo miraba serenamente, cambió su expresión a una expresión tranquila y le sonrió levemente. Mailing se sonrojó levemente.

– Dice tu mamá que te apresures, o no alcanzaras tu vuelo.

– No te preocupes, ya empaqué todo lo que necesitaba, y además todavía tengo tiempo. – Le contestó calmadamente. Su voz se había vuelto más ronca y varonil. Soltó sus manos y suspiró de nuevo.

– ¿Todavía sigues preocupado por ese sueño que tuviste con Kinomoto? – Indagó Meiling.

Shaoran, al oír este nombre, no pudo evitar sonrojarse. Le dio la espalda rápidamente a Meiling para que no viera su expresión, aunque ella sabía perfectamente lo que le pasaba. Le sonrió gentilmente.

– No te preocupes Shaoran, es solo un sueño, – Le dijo divertidamente, para volverle a levantar el ánimo. – No seas tonto.

– No es eso lo que me preocupa realmente. – Contestó mirándola de reojo. El ya se había cruzado de brazos otra vez.

Meiling le miró extrañada.

– ¿Quién te entiende Shaoran? Primero, no le has hablado a Kinomoto desde que llegaste de Japón. Ahora, después de ese extraño sueño, te has comportado muy extraño. Te he notado muy pensativo y preocupado. ¿Qué es lo que te pasa realmente?

– No lo se, es algo que no entiendo… – Contestó exasperándose. Volvió a mirar por la ventana.

Meiling se asombró de la actitud que estaba tomando su primo.

– Tranquilízate, todo tiene solución. – Le contestó.

– Estoy bien. – Contestó – Solamente te pido que me dejes solo un momento, – Volvió a sonreírle y a mirarla de reojo. – Dile a mi mamá que no se preocupe, que dentro de pronto estaré partiendo. – Volteó y la miró de frente a los ojos. Sus piró y le colocó sus manos en los hombros de ella. Meiling estaba rodeada por unos brazos fuertes y musculosos. Se sonrojó. ­– Y a ti te pido que no te preocupes y que me disculpes por mi actitud, – Le sonrió ­– Pronto estaré bien y todo saldrá igual…

­­­­– ­­­­Está bien. – Le sonrió y salió del cuarto.

Al cerrar la puerta, ella se recargó en ella y suspiró.

– "¿Qué te sucede Shaoran?" – Se dijo a si misma. – "¿Por qué siento que ya no eres el mismo? Desde que tuviste ese suelo, no has dejado de estar preocupado. Pero eso no es solo lo que más me angustia, sino que yo todavía te sigo amando. ¿Por qué¿Por qué no he conseguido todavía olvidarte?"

Una lágrima rodó por su suave y delicada mejilla derecha. Se la secó rápidamente, para no ser notada. Respiró hondo y decidió reponerse.

– Aunque tu corazón ya no sea mío, haré todo lo posible por hacerte feliz. Mi querido Shaoran. –Sonrió nuevamente y se dispuso a ir a la sala, tal vez a distraerse un poco con la televisión o ayudando a la mamá de Shaoran.

Mientras tanto, Shaoran seguía mirando por la ventana. Suspiró subiendo y bajando sus fuertes hombros. En su mente rondaban aún, como león merodeante, el recuerdo de aquel sueño tan extraño y tan abrumador, que hizo que Shaoran se despertara gritando el nombre de su amada, respirando agitadamente, y además, helado, frió por el pánico que sintió.

Lo peor no fue eso, sino que en sus manos había un poco de una sustancia roja, parecía sangre, pero no era, o eso es lo que dijo su mamá. Pues al examinarlo cuidadosamente, dijo que parecía como salsa de tomate, o como pintura roja. Shaoran no pensaba lo mismo. Su madre guardó una muestra en un frasco para analizarla mejor, después. Shaoran se tranquilizó al oír esto. Sin embargo, por su mente aún pasaban aquellas escenas tan extrañas y abrumadoras.

– ¿Qué es lo que sucede? – Dijo en voz baja, como hablándose a si mismo – ¿Qué significa todo esto?…

Volvió a suspirar. Generalmente Shaoran era de carácter serio, como manteniéndose en guardia. Sólo bajaba sus defensas cuando estaba con Mailing y cuando veía a Sakura, cosa que ya no había hecho desde tiempo atrás, cuando sellaron la última carta. A pesar de eso, él era muy dulce.

En el cristal de la ventana vio la imagen del rostro de Sakura regalándole una sonrisa bella y dulce, inocente como ella. Por su mente volvieron los recuerdos de cuando ella le confesó lo que sentía por él. Sus mejillas se sonrojaron un poco. Otra vez ese pensamiento lo apresó de nuevo. El recuerdo de esa extraña y abrumadora escena, donde él contemplaba atónito cómo la atravesaban con esa extraña saeta. Recordó cómo el temor, el pánico, el miedo, lo invadieron y le hicieron sentirse inmóvil, como si una gigantesca fuerza lo hubiera congelado, petrificado. Cerró bruscamente los ojos y apretó párpados y dientes. Quería que esa imagen desapareciera de su mente.

– No te preocupes Sakura, mi amor… – Dijo en voz altisonante, se sonrojó un poco al volver a ver el rostro de su amada reflejado de nuevo en el cristal de la ventana. Cerró su puño en actitud para darse a si mismo valor, para enfrentarse a este nuevo reto, nuevo y desconocido. – Pronto iré a protegerte… Solo espérame…

– ¡Shaoran apresúrate! – Le gritó Meiling desde afuera de la puerta de su cuarto. – ¡Si no, se te va a ir el avión!

– ¡Si! – Contestó. Abrió la puerta y miró a Meiling a los ojos. Su rostro expresaba valor y decisión. Regresó, tomó sus maletas. Wei, el mayordomo, que había oído la conversación de los dos secretamente hacía unos minutos, se acercó a ayudar al joven Shaoran con sus maletas.

– ¿Me permite ayudarle joven Shaoran? – Le sonrió Wei tomando una de las maletas de la mano de Shaoran.

– Gracias… – Le dijo Shaoran en voz baja, y le sonrió. Luego, tomo un hondo respiro y empezó a caminar decidido, estaba serio, mucho. Dobló una de las esquinas de su casa. Wei y Meiling lo miraron con algo de asombro. Cruzaron miradas y volvieron a verlo.

– "Te deseo suerte, Shaoran…" – pensó Meiling. Suspiró levemente. Wei la miraba discretamente, sabía que estaba pensando. Lo sabía desde la vez que Shaoran había roto su compromiso con ella. – "Ojalá y todo salga como deseas…"

Wei se encaminó a alcanzar a Shaoran. El despido fue breve. Pronto Shaoran se encontraba camino al aeropuerto.

– "Allá voy…" – Pensó. Mientras veía la ciudad a través de la ventanilla del auto.


Tomoeda, Jpn.

5:00 PM.

Las clases siguieron su curso normal, sin ningún contratiempo o novedad. Pronto se suspendieron, había llegado la hora de la convivencia. Sakura le pidió a Tomoyo y a Eriol que la acompañaran a la puerta, a esperar a Yukito. Cuando llegaron, él ya los estaba esperando con una grata sonrisa. Eriol le sonrió maliciosamente, a lo que Yukito solamente respondió con una leve sonrisa. Nakuru, se asomó por detrás del guardián. Iba vestida también con el uniforme.

– ¡Hola! – Gritó, y les saludo muy efusivamente a Sakura y a Tomoyo, como siempre. En cuanto a Eriol, el solo meneó la cabeza. Nakuru le sonrió.

– Yukito me contó lo que te sucedió Sakura, – Se dirigió a ella, arrodillándose para mirarla. – No te preocupes, cuenta conmigo para protegerte.

– ¡Gracias! – Agradeció Sakura con una gran sonrisa, que mostraba que se había caído un gran peso de encima. Tomoyo y Eriol la miraron asombrados.

– ¿Qué sucede Sakura, te ocurrió algo malo? – Le preguntó, asustada, Tomoyo – Si te sucede algo malo o alguien se quiere pasar contigo, solo dilo y mis guardaespaldas te protegerán.

Tomoyo hizo una señal y de repente, varios guardias salieron de todos lados y rodearon a los asombrados muchachos. Una gran gota de sudor frió recorrió a la apenada Sakura.

– ¡Eh…Este…Gracias Tomoyo! – Sakura se puso una mano en la cabeza. – Pero no creo que fuera necesario… ¡Jejeje! … Pero Yukito y Nakuru ya se ofrecieron antes, y además, poseo poderes que podrán protegerme. Pero de todos modos gracias…

– Esta bien Sakurita. – Tomoyo sonrió dulcemente. Tomoyo hizo otra señal y, como por arte de magia, sus guardaespaldas desaparecieron, volviendo a sus posiciones.

– Será mejor que nos digas que te sucedió Sakura. ­– Le mencionó Eriol, mirándola seriamente, aunque con expresión de preocupación.

Sakura volteo a ver a Yukito, quien con una sonrisa afirmó lo dicho, moviendo la cabeza en señal de aprobación. Sakura suspiró, y miró al suelo; en su rostro se reflejaba un pesar y una aflicción grande. Pronto alzó el rostro, mostrando su pronta recuperación y fortaleza.

– Esta bien, – Dijo firmemente. – Pero no será aquí, vayamos a otro lugar…

Y caminaron rumbo a su aula.


A Lukeimoto le estaba fascinando su nuevo colegio. Rika le mostraba contenta, y sinceramente, algo orgullosa, el colegio. Les acompañaba Naoko, quien junto con su amiga, le mostraba al rubio joven de ojos azules algunas cosas, y le daba explicación a algunas de las cosas.

– Este es el salón de música…– Rika deslizó la puerta corrediza. Azoru se quedó boquiabierto de asombro al ver el hermoso piano de cola negro que estaba en una esquina, junto a la ventana.

– �¡Tienen un piano de cola¡Wow! – Azoru caminó hasta llegar el piano, lo tocó. Recorrió con su mano cada parte de la tapa y cuerpo del instrumento. Levantó la tapa y la cubriera que protegía a las teclas, acomodó la banca que estaba cerca de él y se sentó en ella, contempló las teclas blanquinegras de marfil. Era un piano hermosos. Rika y Naoko lo observaban con una dulce gran sonrisa.

– Por lo visto es nuevo… – Mencionó el emocionado muchacho. – ¿Apenas lo compraron?

– No, – Contestó gentilmente Rika. – Ya habíamos tenido algunos antes, pero todos aparecían extrañamente destrozados, pensamos que eran vándalos o gente de malas intenciones…

–…O fantasmas, – Interrumpió Naoko, cuyos lentes brillaban con un destello azul. Iba a contar unas de sus historias. – Se dice que por la noche, en este colegio, rondan varios fantasmas, los cuales se encargan de hacer destrozos en algunos salones, o causan sucesos extraños.

Azoru la escuchaba fascinado. A Rika le escurrió una gran gota de sudor por la cabeza, su amiga ya había comenzad con sus historias. Sonrió algo avergonzada.

– Recuerdo una vez, un suceso muy extraño que ocurrió en nuestro salón… – Mencionó Naoko. – Ocurrió hace varios años, sucedió que un día encontramos en nuestro salón todas las sillas amontonadas. Alguien o algo las colocó en un montículo, luego, de la nada desapareció. El velador dijo que no había visto a nadie. También en una ocasión encontramos este piano destrozado…

Azoru escuchaba serio cada una de las historias que su amiga nueva narraba. Parecía enajenado a cada una de esas historias. De repente, Mika se interpuso entre los dos, volviéndolos al mundo real.

– Oye Azoru¿Sabes tocar el piano? – Preguntó Rika.

– ¡Eh…Si…! – Contestó despistado Azoru. Era la primera vez que Rika lo veía así, y le cayó en gracia. – Bueno…Hace mucho que no toco, pero¡Veremos si todavía no se me ha olvidado!

Azoru cerró los ojos, buscando concentrarse. Se estiró los dedos y empezó a tocar una dulce melodía. Rika y Naoko escuchaban encantadas la música. Azoru tocaba angelicalmente, la melodía parecía hechizar a todo aquel que la oía, como si lo llevara a otro mundo. Era muy hábil, tanto como el joven Eriol.

Azoru terminó de tocar la melodía. Rika y Naoko aplaudieron su actuación, pronto otros pares de palmas se unieron a ellas. Ellas voltearon para ver de donde provenían. Eran de sus compañeros, quienes oyeron la música y se fueron a ver de donde provenía tan bella melodía, mientras que otros, al pasar por ahí, quedaron fascinados por tan hechizante melodía.

Sakura, Tomoyo, Eriol, Yukito y Nakuru también se encontraban entre los presentes, pues cuando iban con rumbo a su salón, escucharon la melodía y se acercaron a ver. Al terminar de tocar, se acercaron más a Azoru.

– Tocas tan divino como Eriol, Azoru. – Comentó Tomoyo.

– ¿Tocas Eriol? – Le preguntó curioso Azoru al joven mago.

Eriol sonrió maliciosamente. Su expresión se tornó de la misma manera.

– Desde luego… Pero creo que mejor que algunos. — lo miró maliciosamente.

– Entonces veamos si puedes es cierto mi estimado ingles… – Azoru también lo miró maliciosamente, parecía que ya conocía ese tipo de jugarretas.

Sakura sabía que estaba en cualquier momento se iban a subir los ánimos. Así que decidió apaciguar la situación.

– ¿Por qué no mejor tocan un dueto ustedes juntos? – Preguntó la joven Card Captor. – Sería fascinante oír a ambos tocar. ¿Y por que no los acompañas tú también Tomoyo con tu voz?

– Desde luego Sakurita…– Tomoyo asintió con una dulce sonrisa.

– Por mi no hay problema…–Contestó alegremente Azoru. – Que piensas amigo. – Se dirigió a Eriol con una sonrisa que mostraba la falta de malicia, aunque su mirada revelaba otra cosa.

– Desde luego mi querida Sakura. – Eriol le sonrió a la joven Card Captor.

La muchedumbre de compañeros se empezó a agolpar en el aula cuando oyeron que Eriol y Azoru, dos grandes pianistas, iban a ejecutar una melodía, y Tomoyo iba a acompañarlos con su hermosa voz.

Eligieron la canción. Sería la canción del último recital deTomoyo, tal vez entonarían otras dos más, si a Tomoyo no le molestaba. Eriol y Azoru se acomodaron en la banca, dispuestos para tocar. Sakura notó en la mirada de los dos, que más que un acompañamiento, este sería un duelo entre Eriol y Azoru.

Eriol comenzó con la melodía, ya que instantes antes Azoru le pidió que si de favor lo podía guiar. Sakura oía fascinada la música. La bella voz de Tomoyo hacía un juego perfecto con la hechizante melodía que corría a cargo del rubio Azoru y el guapo Eriol.

Todos estaban fascinados. Cuando llegaron los maestros para ver que es lo que ocurría, también quedaron fascinados al oír tan bello espectáculo. La música recorrió todo el instituto, llegando a cada rincón de él. Cruzó la malla y llegó hasta el semivacío instituto donde Yukito y Nakuru estaban estudiaban. Una joven de bellos largos cabellos rizados de color miel, que se encontraba apostada en la malla que daba al Colegio de Tomoeda, al oír la música, empezó a caminar a la salida de su instituto y de allí en dirección al colegio, como atraída por la música; aunque esa no era la verdadera razón. Su tez era blanca. Su porte formal contrastaba con su atlética y perfecta figura, y su carácter siempre alegre. Su cara era algo alargada, pero de facciones delicadas, sus ojos eran de un café claro, casi miel. Ella también había llegado apenas al instituto, apenas el año pasado, sin embargo ya se había hecho muy popular por su forma de ser, siempre amable, sincera, y siempre caritativa. Sus dos ahora grandes amigos era un joven delgado de buen porte intelectual y sencillo, pelo plateado, y que siempre usaba gafas, cuya amabilidad y risueñedad le habían fascinado desde que llegó. Era Yukito. Su otra amistad era una joven de cabellos negros semi-rojizos, cuya espontaneidad y carácter divertido siempre la mantenía, cada vez que la veía, en una eterna sonrisa. Era Nakuru.


Provenía de Norteamérica, de la internacional ciudad de San Francisco. Se había desarrollado en un ambiente mayormente oriental, pues había vivido algunos años en los Barrios Chino y Nipón. Por lo que ya estaba acostumbrada a ciertas costumbres. Sin embargo, aún tenía problemas con el dialecto y la escritura japonesa, dominaba muy bien la escritura y la lengua china, pues, en los años cuando estuvo en los Barrios orientales, la mayoría de estos fueron en el Barrio Chino.

Se acercó a la puerta y le pidió al portero que la dejara pasar. Por lo visto estaban celebrando algo, pues en cualquier lugar se oían risas, se veían juegos, concursos, abundaba la felicidad.

El portero preguntó la razón por la que quería entrar. Ella contestó que iba a visitar a su "hermanito". El portero sonrió y le abrió. Ella agradeció también con una sonrisa. Notó las miradas de los jóvenes estudiantes, quienes no podían pasar por desapercibido tan elegante figura femenina.

Siguió las pistas invisibles que la música daba. Pronto llegó a un cuarto donde los jóvenes y algunos maestros se juntaban para oír la música y la bella voz de una niña. Se asomó por una ventana. Vio a una joven de bella figura, y hermosos cabellos negros y largos, que cantaba con una bella voz. Estaba acompañada por dos jóvenes, que tocaban el piano. Uno de ellos tenía aspecto sereno, apacible, pero en su mirada mostraba que ese aspecto podría cambiar a voluntad de él. El otro joven reflejaba alegría y dulzura, por lo visto era una persona muy risueña, a primera vista. Ambos disfrutaban de lo que estaban haciendo. Bajó la mirada y observó a una joven de pelo castaño claro. Cuyos ojos esmeralda miraban con alegría a sus amigos, como disfrutando cada momento, estaba fascinada con esta fantástica música, comparable a cualquier concierto. Era un momento mágico.

Por fin terminaron, todos aplaudieron. Entre vivas y rechiflas agradecieron tan bello espectáculo dado. Eriol y Azoru se levantaron de la banca y, junto con Tomoyo, agradecieron con una reverencia. Había sido todo un espectáculo.

– Bueno muchachos, sigamos con las festividades. ­– Instruyó un maestro. Poco a poco, los jóvenes alumnos regresaron a la fiesta. La joven se acercó lentamente a Sakura y los demás, quienes comentaban de lo bien que había salido ese plan, desde luego, ideado por Sakura, de lo bien que se desarrollaron los tres.

Volvió su mirada atrás de Sakura y se alegró de ver a sus dos grandes amigos: Nakuru y Yukito, sin embargo, ellos no habían notado su presencia, hasta que estuvo lo suficientemente cerca de ellos. Azoru levantó la mirada y miró fijamente, con una sonrisa gentil, a la joven que se hallaba detrás y a un lado de Sakura. Todos los demás se volvieron a ver a quién el miraba.

– ¡Hola Susan! – Le saludó muy alegremente Nakuru al ver que ella se le acercaba.

– Buenas tardes Susan. – Saludó cortésmente Yukito, con una noble sonrisa.

– Hola a todos. – Dijo ella, con una expresión de inexplicable alegría.

Sakura notó que de su cuello colgaba un collar de brillantes eslabones dorados, cuyo dije era un cristal con forma de rombo, en cuyo centro resplandecía a la luz del ocaso, una esferita dorada; parecía de oro. Le llegaba a la altura del pecho.

– ¿Puedo preguntar a qué has venido "hermanita"? – Se dirigió el joven rubio a la recién llegada. Ella le sonrió maliciosamente.

Todos se quedaron mirando a Azoru con asombro. Una pregunta pasó por todos aquellos que le escucharon: – "¡Ella es su "hermana menor", No lo creo" –. Azoru le devolvió otra sonrisa maliciosa.

– Observando qué haces "hermanote". – Le contestó singularmente, como si fuera la pregunta más obvia sobre el planeta. Todos se admiraron al ver que a Azoru le molestó la frase "Hermanote"– Veo que te has sabido desenvolver entre tus compañeros, y por lo visto, ya eres popular desde el primer día de clase.

Su hermano manifestó una posición orgullosa de sus logros.

– Pues como ves. – Luego empezó a reír un poco, mostrando lo poco que solía ponerse en esa postura. Luego tomó una actitud de sencillez. – Bueno, creo que es buena suerte. – Rió divertido.

Los jóvenes solo pasaban las miradas siguiendo la comunicación. Susan se había inclinado para ver a los ojos a su hermano, pendiendo su collar y dije en línea vertical. Él todavía estaba sentado en la banca junto a Eriol. Tomoyo era la única de pie.

– ¿Ella es tu hermana Lumeimoto? – Preguntó Sakura, pensando que había cortado la conversación. Al igual que todos, sentían que estaban sobrando.

Azoru se puso una mano en la frente, se había olvidado de las presentaciones.

– �¿Cómo es posible que se me halla olvidado presentaros! – Se puso de pie junto a su hermana, ella también se enderezó. Todos al igual que él se pusieron de pie, por reverencia. – Bueno, quiero que conozcan a mi hermana "pequeña", – Susan lo miró seriamente, al oír esta expresión. Tuvo que mirar un poco hacia abajo, pues su hermano era un poco más bajo que ella. Azoru seguía con las presentaciones. – Su nombre es Susan A. McGrill, es estadounidense como yo, y venimos de la misma ciudad.

– Yo soy Tomoyo Daudoji – Tomoyo hizo una pequeña reverencia.

– Mi nombre es Eriol Hiraisawa, Es un placer conocerte. ­– El joven mago le saludó con una reverencia.

– Yo soy Sakura Kinomoto, mucho gusto. – Sakura también hizo una pequeña reverencia.

– El placer es mío. – Susan les regresó una pequeña reverencia, en señal de agradecimiento.

– A nosotros ya nos conoces verdad Susan. ­– Comentó alegremente Nakuru.

– Desde luego. – Contestó sonriente.

– Estudiamos en el mismo instituto, – Aclaró amablemente Yukito. – Toma la mayoría de las clases con nosotros. Además ella es muy amable.

– ¡No es para tanto! – Se sonrojó Susan y golpeo levemente el hombro de Yukito, en señal de humildad.

– Es cierto. – Contestó Yukito, tallándose el hombro; por lo visto se le fue un poco la mano a Susan. Ella se dio cuenta de esto y le pidió disculpas.

– Tu tampoco has perdido el tiempo verdad her… – Susan lo interrumpió, dirigiéndole una mirada molesta, y le telepatió: "Si me vuelves a decir así¡Te fulmino!". Azoru hizo una cara de indignado y se le quedó mirando muy seriamente, le contestó telepáticamente: "¡Ni te atrevas, Te olvidas de quién es el jefe aquí".

Ajenos a lo que ellos se decían por medio de la mente, nuestros amigos miraban como estos dos extranjeros se miraban ferozmente, como dos perros esperando que sus amos les suelten la correa que los ata, para dar cabida a una pelea. Yukito intentó calmar los ánimos

– Si desean los podemos dejar solos. – Mencionó Yukito.

– No es necesario, Yukito. – Se repuso Susan. – Solo venía para recordarle a mi hermano que el día de mañana es su cumpleaños y de una invitación.

– ¡Es cierto! – Azoru se llevó una mano a la frente, luego sonrió. – Quedan todos ustedes invitados a mi fiesta de cumpleaños el día de mañana. Traigan a sus amigos y amigas. Ya invité a otros compañeros y amigos. – Luego Azoru giró hasta quedar de frente a Yukito y a Nakuru, e hizo una reverencia. – Ustedes también quedan invitados.

– Gracias por la invitación. – Se adelantó a contestar Nakuru, también contestando con una reverencia.

– Es un placer. – Contestó Azoru.

– En seguida les explicaré como llegar. – Susan sacó de su mochila un bolígrafo y una libreta de pasta francesa adornada con vivos colores. Dibujó un croquis y se los mostró a los jóvenes.


La puerta del cuarto se abrió despacio. Un joven tanteó un poco en el muro hasta encontrar el apagador de la luz, y la encendió. Todo parecía igual a la última vez que había llegado a Japón. Esa vez, cuando al lado de ella capturaron la última carta. Colocó sus maletas a un lado de la cama, y se acostó en ella. Shaoran se encontraba cansado por el viaje, sin embargo, no tenía sueño.

– ¿Quiere que le ayude con sus maletas, joven Shaoran? – Le preguntó Wei. También él le había acompañado, para sorpresa de Shaoran, en el viaje. Por lo visto, había sido un plan de parte de su madre, aunque a Shaoran no le causaba molestia alguna. Shaoran giró la cabeza negando.

– ¿Sabe que la señorita Meiling nos va a alcanzar después? – Shaoran entrecerró los ojos. No contestaría esta vez. O tal vez si.

– No te preocupes, lo haré solo. – Contestó. – Con respecto a Meiling, veremos que sucede…– Era la primera vez que le tomaba poca importancia al asunto, cosa que le asombró al noble mayordomo. Al darse cuenta Shaoran de esto, sonrió. – Solo necesito un momento a solas.

– Con gusto joven Shaoran. – Contestó Wei, y cerró la puerta lentamente, para no causar molestia. Shaoran volvió a mirar el techo. Por su mente vagaban los recuerdos de ella. La última vez que estuvieron juntos. Cuando ella le dijo que le quería. Aquellas escenas y su rostro se le volvieron a figurar en el techo. Se sonrojó levemente.

– Esta vez será la definitiva. Le diré todo lo que siento por ella y haré formal nuestra relación. – Shaoran se dejó llevar por el cansancio y se quedó dormido profundamente. Ya atardecía, un bello ocaso se podía ver por la ventana. Esta vez Shaoran tendría un dulce sueño, donde él estaría con ella por siempre.


La fiesta acabó a las seis y media de la tarde. Todos se retiraron a sus hogares satisfechos de un rato de convivencia y sano esparcimiento. Tomoyo se acercó a Sakura.

– ¿Estás segura de que no quieres que te lleve en mi limosina a tu casa, Sakurita? ­– Preguntó la joven.

– No, gracias Tomoyo – Le contestó gentilmente Sakura. – Regresaré con Yukito a mi casa.

– Sakura, con respecto a lo que nos ibas a platicar…– Intervino Eriol.

– Les diré todo mañana, durante la fiesta de Lumeimoto. – Contestó Sakura, dirigiéndole una sonrisa al joven mago, quién quedó cautivado en sus adentros con aquella belleza.

– ¿Vienes Eriol? – Le interrumpió Tomoyo, tomándole de un brazo.

– Desde luego, mi querida Tomoyo. – Le sonrió el joven mago. Tomoyo se enrojeció un poco, solo Sakura lo notó. Luego, Eriol miró de reojo a Nakuru.

– Yo acompañaré a Yukito. – Le comentó. Eriol le sonrió gentilmente, aunque después le dirigió una mirada algo maliciosa. Nakuru entendió el mensaje.

Tomoyo y Erio se despidieron, y la limusina arrancó. Yukito tuvo que ayudar a Sakura a ponerse sus patines, pues de repente le empezó a doler la herida. Después partieron con dirección a la residencia Kinomoto. Yukito llevó a Nakuru en la rejilla de la bicicleta. El atardecer les ofrecía un hermoso ocaso. El cielo se dibujaba con suaves tonos naranjas, violetas, rosas y amarillos, las nubes parecían cúmulos de algodones de colores, colocados delicadamente por un artista invisible. Llegaron pronto a su destino. Touya ya había llegado con anterioridad. Fujitaka todavía no llegaba.

Sakura abrió la puerta, su hermano ya estaba preparando la cena; Kero estaba aun arriba, en el cuarto de Sakura. Antes de entrar, Sakura se dirigió a Yukito y a Nakuru.

– ¿Quieren pasar? – Preguntó Sakura.

– Yo me retiro a dormir. – Contestó Nakuru, bajándose de la bicicleta de Yukito y empezando a caminar rumbo a su casa. – ¡Nos vemos mañana Touya!

Sakura volteó, en el umbral de la puerta de su casa estaba parado Touya, con un delantal a cuadros rojos. Sus ojos cafés miraron seriamente a la joven de cabello negro rojizo, quien juguetonamente agitaba la mano y el brazo en señal de despedida. Luego Touya miró a su hermanita.

– ¿Vas a entrar a cenar "monstruo", o te vas a quedar ahí afuera como todas los demás de tu tipo? – Dijo Touya, colocando su típica mirada pícara que siempre pone cuando le dice así a su hermana. Sakura le dirigió una mirada molesta.

– No le digas así a Sakura, Touya. – Le corrigió amablemente Yukito.

– ¿Quieres cenar con nosotros Yukito? – Preguntó Sakura alegremente.

– Mmmm, déjame pensar, – Yukito hizo como que reflexionaba, volteo a ver a Touya. El lo miraba seriamente, como queriendo decirle algo, luego cambio la vista a unos árboles cercanos. Yukito comprendió enseguida, pero no quiso alarmar a Sakura. – ¡Claro! – Le sonrió.

A Sakura le saltaban estrellas de los ojos. Brincaba del gusto.

– �¡Que bien! Te voy a preparar el postre más delicioso que hayas probado en tu vida. – Sakura gritaba de felicidad mientras se dirigía corriendo al interior de la casa, iba rumbo a la cocina.

Yukito se acercó lentamente a Touya, quien no dejaba de mirar a los árboles. Se colocó su bicicleta a un lado de la puerta, y se colocó frente a él.

– ¿Qué sucede Touya? – Lo miró preocupado.

– Antes de que llegaran ustedes, cuando recién estaba llegando, sentí dos presencias mágicas. – Dijo, mirando fijamente a Yukito. – Fue mientras venía caminando de regreso del trabajo, como a las 6 de la tarde. Parecía que me venían siguiendo. Al llegar a casa, desaparecieron. Lo platiqué con el "peluche". Y me dijo que él no había sentido nada.

Yukito le oía atentamente. Touya ya había recuperado por completo sus poderes, incluso, parecía que éstos se habían mejorado mucho al paso del tiempo. Al parecer, se había vuelto más perceptivo, más observador. Touya volvió a alzar la vista, pero ahora con dirección a la calle, Fujitaka venía llegando del congreso. Por lo visto regresó temprano; ya que por alguna razón les pidieron a los maestros asistentes que se retiraran.

– Cuando ustedes llegaron volví a sentir las mismas presencias. No quise preocupar al "monstruo", para que no se alarmara; creo que ya ha tenido suficiente. – Touya miraba como su padre estacionaba el auto. – Sentí las mismas presencias, pero a medida que ustedes se acercaban, iban desapareciendo cada vez más.

– Es extraño. – Yukito se llevó la mano derecha a la barbilla, sosteniendo esta con la otra mano. – Sakura me mencionó que sintió una presencia extraña al llegar al colegio. Que su presencia se asemejaba mucho con la del mago Clown. Creyó que era Eriol. Pero esta presencia era más difusa, y parecía venir de todos lados…

– Y de uno en especial: la fuente de ésta. – Lo interrumpió. Yukito abrió los ojos desmesuradamente.

– ¡Es lo mismo que dijo ella! – Dijo agitado. – Esto esta muy raro, Touya. No me agrada para nada. Primero lo de Sakura y ahora esto.

– Yo tampoco sé que significa todo esto, amigo. – Intentó tranquilizarle, colocando sus fuertes brazos en los hombros de éste. Yukito bajó la mirada, más que de tristeza, era por que se sonrojó un poco. Touya suspiró profundamente. – Lo que más me preocupó fue de que una de las presencias estuvo aquí, en la casa, la otra noche. La sentí cerca del cuarto de Sakura. – Al oír esto, Yukito alzó rápidamente la mirada. – Pero me preocupó más la otra, era muy poderosa. Creo que demasiado.

– ¿Quieres decirme que alguien ya estuvo aquí? – Yukito preguntó exasperado, su voz subió dos octavas, y su mirada se volvió tan seria como la de Yue. – Pero¿Cómo?…Quiero decir…

– Será mejor que nos tranquilicemos, pues se acerca Fuji…– Mencionó al ver la proximidad de su padre adoptivo (pues como todos sabemos, él no era su padre). Fujitaka se acercó a los dos jóvenes. Yukito le sonrió, como siempre, para disimular su preocupación.

– Buenas noches Touya, buenas noches Yukito. – Les saludó Fujitaka amablemente, luego se dirigió a Yukito. – ¿Cenarás esta noche con nosotros Yukito?

– Desde luego. – Contestó Yukito, sonriendo todavía.

– Está bien. – Caminó hacia el umbral de la puerta. – No platiquen afuera, muchachos, que empieza a hacer frío.

– ¡Si! – Contestaron los dos al unísono. Esperaron que Fujitaka entrara en la casa, para continuar con su discusión.

– ¿Y qué piensas hacer, Yuki? – Touya miró a Yukito, quien ya había bajado la mirada de nuevo al suelo.

– No estoy seguro. Sea lo que sea, esto no debe pasar a mayores. – Resolvió Yukito. Mirando decididamente a Touya.

– Entremos, que ya empieza a hacer frío. – Mencionó Touya.

– Te sigo. – Contestó calmado Yukito.

Ambos entraron en la casa y cerraron la puerta.


Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, alguien los estuvo observando desde una parte de las copas de los árboles cercanos a la casa, exactamente los que estuvo mirando Touya. Unos ojos azul celeste miraban fijamente la puerta. Otro par de ojos verde claro lo miraban a él. Estaban vestidos de sus respectivos uniformes. Azoru cambio la mirada, para dirigirla a Susan.

– ¿Sabes que no pienso volver a exponerme de esa forma? – Le miro a los ojos. Ella le sonrió.

Los dos se hallaban en una de las ramas más altas de un árbol, un enorme cerezo. Azoru tenía colgado los pies. Susan estaba parada a su izquierda, recostada junto al tronco. Susan miró de nuevo a la casa. Desde allí tenía dominio de visión de toda la casa. Observó como Sakura estaba cocinando, algo se le acercó volando desde un lado. Era Kero, quien seguramente le pidió una parte de la torta que estaba haciendo Sakura para Yukito. Por la forma que revoloteaba Kero alrededor de ella, Susan supuso que estaba de entrometido como otras veces. Sakura le dijo algo con una sonrisa. A lo que Kero regresó por donde vino. Susan sonrió divertidamente al contemplar aquella escena. Azoru la miraba embobado. Ella era una belleza a la luz de la luna. Una leve brisa movió sus largos cabellos cafés. A pesar de que el cuerpo que estaba usando él era de un adolescente, su edad era superior y, desde mucho tiempo atrás, siempre ha estado enamorado de ella, aunque ella no lo sabía. Siempre que quería decirlo, siempre había un incidente o surgía una interrupción. Pero ahora sería el momento. Todo era perfecto, nada podría salir mal.

– Susan, perdón, Jasha. – Corrigió. Se dio cuenta de que estaba sonrojado. Su corazón latía aceleradamente. – Quiero decirte que desde hace mucho tiempo tu…

– ¡Ya es tarde¡Khrasuy nos va a matar! – Interrumpió ella al momento que veía su reloj. Azoru casi se cae del árbol por la impresión. – Será mejor que nos marchemos inmediatamente…

Azoru suspiró y ágilmente se colocó de pie.

– Tienes razón, marchémonos… – Dijo, desanimado. Dentro de su camisa, una figurita empezó a brillar. Azoru estiró los brazos hacia delante, y colocó las palmas de sus manos una frente a la otra, sin tocarse. Un collar dorado cuyo dije se hallaba debajo de la camisa del joven empezó a levitar sobre su cuello, se movía onduladamente alrededor del cuello del muchacho; el collar se liberó se desabrochó. El dije traspasó la ropa y, junto con el collar, levitaron hasta colocarse entre las palmas del joven. Al principio, la cadena del collar se mantuvo en posición horizontal, casi en forma de un anillo ondulante; cuando llegó a su objetivo, la cadena se dejó caer, sin soltarse del dije. Una vez en sus manos, el dije emitió un resplandor de una luz blanquiazulada, semejante al resplandor lunar, después, tomó la forma de una vara resplandeciente colocada en forma vertical, y dejó de brillar, para dar paso al objeto totalmente formado. Era una vara de un blanco parecido al del marfil, en cuyo callado resaltaban dos puntas formando una "U". En el centro de estas, un cristal triangular, como un rubí, emitía un resplandor amarillento. En la parte más baja de la vara, estaba recubierta por una punta dorada en forma de "V", por lo visto, tenía gran filo. Azoru la tomó con la mano derecha, la hizo girar dos veces y la tomó con las dos manos, colocándola en posición horizontal, con la "U" apuntando a la izquierda. Azoru se puso en guardia.

De repente, una figura apareció debajo de sus pies de cada uno. Era semejante al símbolo que aparecía cada vez que Sakura invocaba su báculo o usaba una carta. Sin embargo, esta era muy diferente. El de ella era un triángulo equilátero circunscrito en cuyas puntas había tres rosas dentro de tres círculos. En cada lado del triángulo había una figura semejante a una enredadera, la cual unía a cada una de las rosas. En el centro había otra figura. Era una figura parecida a un tetraedro, en el centro del cual había un círculo, justamente debajo de donde ella se paraba. El resplandor que se desprendía de la figura era plateado.

El de él era totalmente diferente. Era un círculo muy amplio, tanto como el que aparecía cuando Eriol invocaba un hechizo, pero era más grande que el símbolo de Jasha. Dentro de este habían otros tres círculos más, cada uno más pequeño que el anterior e igualmente espaciados; su grosor era como el grosor de un lápiz. Cuatro triángulos apuntaban a los cuatro vientos, en su centro podía verse una estrella de los vientos cuyo centro era un círculo, el cuarto, que encerraba una rosa, semejante a las de castilla. Cada punta mayor de llegaba al centro de cada triángulo. En los tres espacios ínter circulares habían tres representaciones: la primera, entre el círculo central y el segundo, parecía como enredaderas, las cuales se unían en lazos sin fin. En el segundo, había una figura que semejaba a las ondas del mar. En el tercero, lo conformaban estrellas, soles y medias lunas. El tamaño y el número de círculos indicaban el rango y el poder de cada uno. Ella era una Guardiana Mayor. Él era un Guardián Supremo, un Canciller, el ser de más alto rango y poder. El resplandor de él era dorado.

– Tendremos que ser precavidos, no usaré mucha energía. – Aclaró Azoru, luego gritó: –Mistraick¡Teletransporte!

Inmediatamente, un resplandor del color de cada uno de sus respectivos símbolos, semejante a un niebla, los rodeó formando una especie de cilindro a su alrededor, el cual rápidamente disminuyó hasta volverse del tamaño de una vara delgada. Después se empequeñeció hasta desaparecer. No hizo ningún ruido, solo una suave brisa se dejo sentir segundos después de que ellos desaparecieran.


Sakura sintió la energía antes que nadie y desde la ventana de la cocina se asomó para ver de donde provenía. La noche se hallaba en profunda calma.

– "¿Qué habrá sido eso?" – Pensó. Mientras aún estaba en la ventana, el timbre del horno sonó, el postre estaba listo. Lo sacó delicadamente del horno y lo colocó en un lugar junto a la ventana, para que se enfriara. Había hecho un pay de cereza de una receta que había aprendido en la escuela.

– ¡Sakura ven a comer! – Le gritó su pap�, quien acababa de terminar de colocar la mesa y servir la cena.

– ¡En seguida voy! – Contestó. – Solo espero que Kero no se coma todo el pay.

– ¡Apresúrate "monstruo", que ya tengo hambre! – Le gritó Touya desde la mesa.

– ¡Uyyyyy! Como me molesta que me diga así – Le saltó una vena de su cabeza.

– ¿Necesitas ayuda Sakura? – Yukito se asomó para ayudar a Sakura.

– ¿Quieres ayuda con el postre, Sakura? – Kero sobrevoló y se colocó encima de la cabeza de Yukito.

– No, ya acabé. – Sakura le sonrió a sus dos guardianes.

Todos se sentaron a la mesa, y después de dar gracias por la comida, se dispusieron a cenar. Después del postre y una tasa de té, platicaron acerca del día que había pasado. La velada transcurrió alegremente, sin novedad. Sakura se fue a su cuarto a dormir sin antes despedirse de Yukito, quien también se marchó a su casa a descansar.

Pronto llegó la hora de dormir y prepararse para el día de mañana, un día con nuevas cosas, que estaban por suceder…

CONTINUARÁ…


Bueno, quiero agradecer a todos los que dejan sus reviews, y creanme, me han servido de apoyo (! si no menciono a todos, discúlpenme, pero los pondré en mis otros capítulos– Olvidadizo (��,) – Touya, ya vete a dormir!– ):

Kissmy Clawn: Niobela de mi vida y de mi amor, tus reviews me son de muchísimo agrado y de gran apoyo, sigue tú también adelante con tu fic. ¡Tu también eres grandiosa y una buena escritora!

Celina Sosa: Gracias por tus reviews, me han servido bastante como apoyo. Gracias por seguir mi fic desde el inicio.

Bueno, me retiro, espero que no se pierdan el próximo capítulo, que estará más interesante…