Gracias por sus reviews; síganlos mandando, ustedes me son de muchísimo apoyo para seguir adelante con mi fic (sobre todo a ti Celina (alguien que ya se ganó más que mi aprecio por seguir mi fic paso a paso) y a ti Kismmy (mi autora favorita).

Si tú eres un lector de este fic y te gustaría saber acerca de la trama, darme una sugerencia, un tomatazo, que se yo, y no sabes como dejar un review, escríbeme todo lo que quieras decirme a mi correo, que es . Por cierto, quiero pedir una disculpa con respecto a los ropajes. Como se imaginaran, no se mucho de esto (n-n!), pero intento hacer mi mejor esfuerzo. Espero me comprendan.

Otra cosa, he estado haciendo algunos cambios a los capítulos anteriores. Me disculparan, pero es que habían cosas que no encajaban o que estaban incorrectas, y las corregí (u-uU); pero no se preocupen, la historia no se pierde (n-n)

¡Ah¡Casi lo olvido¡Feliz día del Niño a todos aquellos que lo celebraron en grande, mis amigos les mandan sus felicitaciones:

Keroberos¡Que se la pasen súper¡Sobre todo con muchos dulces! (Voy a comer mucho pastel, le convidaré algo a Spinel n-n!)

Sakura¡Que tengan un muy feliz día¡Que lo celebren con las personas que les aman! (Kero, tu siempre tan goloso n-nU)

Tomoyo¡Que tengan un día encantador¡Felicidades! (Le voy a diseñar un vestido a Sakura para este día¡se verá encantadora!)

Touya: … Aunque yo ya estoy grande, pero que se la pasen bien¡Felicidades en su día! (Te moleré ARcAnGeL, si sigues poniéndome a hacer éstas cosas – �¡Y yo que hice o-oU ¡Jajaja¡Es broma! ��,)

Shaoran¡Que se la pasen súper con sus seres queridos! (Espero invitar a Sakura al cine para celebrarlo on-no)

Yukito: Lo siento, es que estaba comiendo, pero que el día del niño sea todo el año para ustedes. ¡Felicitaciones! (Creo que voy a comprar un pastel para todos)

Eriol¡Que su día sea algo mágico y encantador¡Feliz Día del Niño! (Crearé un hechizo para que el día dure un poco más n-n)

Nakuru¡Que se la pasen lindo¡Felicidades! (Creo que iré a ver a Touya XD)

Spinel Sun¡Que sus vidas estén llenas de felicidad todos los días! (Espero que Keroberos no me empiece a convidar más dulces U-U!)


Bueno, les dejo con este siguiente capítulo de mi fic, llamado:

Capítulo II:

El Primer Sello.

Primera parte: El Llamado (L)

Tomoeda, Jpn.

8:00 AM.

Sábado por la mañana.

El sol se asomaba por encima de los techos de las casa, y entró por la ventana del cuarto de Sakura. Había amanecido ya, era otro hermoso día. Kero despertó cuando unos suaves rayos iluminaron su redonda y amarilla cara. Bostezó y estiró un poco las patas. Se frotó los ojos y desde su cajón vio a Sakura, ya levantada, y lista para ir a trotar temprano, como todos los sábados. Anteriormente, Sakura iba todos los día; pero ahora, gracias a que estaba en los últimos años de la secundaria y por las tareas, solo iba a correr los miércoles y los de semana. Sakura llevaba puesto unos pantalones deportivos azules con una franja amarilla a ambos lados. Vestía de una blusa ombliguera blanca con adornos. Se puso una sudadera del mismo color que sus pantalones. Llevaba unos tennis blancos con franjas rosas, los que usaba para correr y hacer deporte. Todo le quedaba perfectamente, haciéndole resaltar su esbelta y hermosa figura.

– ¿Te levantaste muy temprano Sakura? – Preguntó flojamente, antes de volverse a acostar en su cama nuevamente.

– Si. – Contestó. – Hoy Tomoyo me dijo que me iba a acompañar, y ya me esta esperando abajo. Papá dijo que iba a ir temprano a arreglar unos asuntos de los cursos que esta tomando, pero que estaría en casa para la hora del almuerzo. Será mejor que te levantes a ayudar a Touya con los quehaceres.

– ¿Tu hermano no irá a trabajar? – Preguntó conmocionado, una gran gota de sudor recorrió su cabecilla. No podía imaginarse pasarse toda la mañana con Touya en casa, se volvería un sitio de guerra.

Sakura le adivinó el pensamiento y le sonrió.

– Mi hermano va a salir en un rato a hacer algunas compras; – Le sonrió dulcemente. Kero suspiró aliviado, podría soportar a Touya solamente un rato, antes de que el se fuera a hacer las compras; pero solo un rato. – puesto que él hoy no trabaja pues le pidió el día libre a su jefe, decidió ayudarnos con algunas cosas. Espero que él y tu se lleven bien hoy y no se peleen.

Sakura se acercó a la puerta de su cuarto y tomó el picaporte. Antes de abrir la puerta, miró a Kero, quien estaba flotando sobre la cama de Sakura, pensaba en lo que haría esta tarde después de ayudar con los quehaceres cotidianos. Sakura saldría al cumpleaños de su compañero de clase esta tarde, Fujitaka no era una molestia como Touya, así que se dispuso a terminar sus juegos de video pendientes.

– Eso espero. – Kero frunció el ceño pensativo, recordaba en que nivel se había quedado. Sakura lo miró fijamente. Kero la miró y cambió su postura a una más serena. – Intentaré no pelearme. – Sakura le sonrió agradecida, abrió la puerta y salió al pasillo. Kero acomodó algunas de sus cosas en su "cuarto" y se dispuso a arreglar su cama.

Abajo le estaba esperando Tomoyo, ella iba vestida con unos pantalones deportivos blancos un poco ajustados, una sudadera del mismo color con un angelito a la altura del pecho, y una cachucha blanca, de víscera con contorno color beige. En uno de los bolsillos se podía ver que llevaba su celular y unas gafas oscuras, para el sol. Se había atado el pelo con dos pequeñas coletas, haciéndose dos trenzas de su largo cabello color azabache.

– Hola Tomoyo, – Saludó alegremente Sakura a su gran amiga mientras bajaba las escaleras. – llegaste muy temprano¿No te molesta acompañarme tan temprano?

– Para nada Sakurita. – Le sonrió alegremente. – Sabes de balde que es un placer para mí. Además, pedí permiso para quedarme esta tarde contigo en tu casa antes de que vayamos a la fiesta, – A Tomoyo le brillaron estrellitas en los ojos. – quiero que te pruebes unos vestidos que te hice. ¡Te veras divina!

– ¡Ehh…Este! – Sakura sintió que una gigantesca gota de sudor le corría por la cabeza. – ¡Esta bien!

Touya solamente se dignaba a escucharlas desde la cocina, volteando levemente el rostro para oír más. Tomoyo dejó una mochila con algunas cosas y una maleta algo pesada, llena de vestidos para que Sakura se probara. Sakura la observaba con algo de pena. Kero ayudó a Touya a subir la maleta y la mochila de Tomoyo al cuarto de Sakura. Fue todo un espectáculo. Después, Kero se quedó arriba a ordenar un poco algunas cosas y, por supuesto, a jugar un poco con sus videojuegos. Touya, mientras tanto, regresó a la cocina. Las dos chicas se dispusieron a irse a trotar.

– ¡Hermano ya me voy! – Gritó Sakura desde la entrada.

– No tardes "monstruo", – Le dijo Touya asomándose para ver si era cierto. Estaba secando la vajilla, así que todavía tenía un plato y un paño algo humedecido en las manos. Le sonrió maliciosamente.

Sakura y Tomoyo, al oír ese apodo, le dirigieron una mirada asesina a Touya, quien orgullosamente regresó a la cocina a terminar con el quehacer.

– ¡No tarden mucho, el desayuno lo guardé en el refrigerador! – Les gritó camino a la cocina. – Además no quiero que digan que hay un "monstruo" suelto en la ciudad.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Sakura se enfadó muchísimo y cerró la puerta de golpe, haciendo que algunos trastos se cayeran, forzando a Touya a enmarañarse tratando de evitar que se cayera todo. Si alguien pudiera observar tal escena, diría que Touya hubiera sido un perfecto malabarista de circo.

Kero, que oía todo desde el cuarto de Sakura, y al ver la escena con Touya, no pudo más y explotó en carcajadas. Touya lo miró molesto, algunos trastos estaban desperdigados por el suelo, afortunadamente, ninguno se rompió ni agrietó.

– ¡Oye tu "peluche"¡Deja de burlarte de mí y ayúdame a recoger todo! – Touya le miró maliciosamente, sabía que pronto habría una reacción.

– ¡No me llames "peluche"! – Kero voló rápidamente y pegó su nariz contra la de Touya, mirándole molesto a los ojos. Touya lo miró burlonamente. – Si me vuelves a decir así, no respondo de lo que haré…

– ¿Eso crees, – Dijo Touya, Kero estaba que echaba chispas. – Mejor ayúdame…

– Está bien. – Dijo Kero resignado, pero enojado aún.

– ¿Ya arreglaste el cuarto del "monstruo", "peluche"? – Touya lo miró burlonamente otra vez.

– Si, ya lo…Un momento… �¿Cómo me llamaste! – Kero se enfadó y se transformó en su forma real. – ¡Te dije que si volvías a decirme así te ibas arrepentir!…

Touya rápidamente tomó la escoba y la usó como defensa, Kero estaba dispuesto a echársele encima, cuando ocurrió de nuevo. Una extraña presencia se dejó sentir de nuevo desde cerca del cuarto de Sakura, más bien dicho, en la parte superior de escaleras. Touya y Kero se miraron rápidamente y se lanzaron al ataque. Subieron rápidamente las escaleras. No había nada. De repente, la puerta del cuarto de Sakura se cerró, y la presencia se volvió a sentir desde abajo, en la cocina. Touya y Kero bajaron corriendo las escaleras, pero justo a la mitad del camino, desapareció. Ambos se quedaron estáticos, escuchando todo a su alrededor. Todo estaba en calma. Solamente los ruidos de afuera perturbaban por periodos el calmo silencio.

– ¿Qué habrá sido eso? – Preguntó Touya.

– No lo se. – Contestó Kero. – Será mejor avisarle a Sakura para que esté a la expectativa.

– ¡No! – Contestó tajantemente Touya, parecía molesto.

– ¿No? – Peguntó asombrado Kero. – �¿Pero ella puede estar en grave peligro¡Debemos decirle que esté a la expectativa¡Recuerda lo de la otra noche!

– No. – Contestó nuevamente Touya, y miró a Kero muy seriamente. – La presencia se sintió en este lugar. Si la traemos de nuevo aquí, entonces si correrá grave peligro. Mientras ella esté afuera, estará a salvo, ya que mientras esa presencia esté aquí, no le podrá dañar.

– Tienes razón. – Kero comprendió el lógico razonamiento de Touya. Por primera vez, los ojos de Touya le miraron de manera humanizada. – Ella estará segura mientras esté lejos de la presencia. Y tengo la confianza plena de que ella puede defenderse sola, pero no quiero arriesgarme a que sufra algún daño. Y como su guardián es mi deber protegerla.

– Lo mejor que puedes hacer "guardián de felpa", es no mencionarle nada de esto a Sakura, por ahora. Si lo hacemos, puede causarle una gran conmoción; recuerda que todavía sigue nerviosa por causa de ese extraño sueño. – Touya lo miró seriamente de nuevo. Aunque Kero gruñó al oír ese apodo, no quiso entablar otra discusión. No era momento para eso. – Será mejor cerciorarnos de que estamos solos en la casa.

– Si. – Obedeció rápidamente. Touya iba a revisar en la planta baja. Kero revisaría la superior. Ambos iban a revisar el ático y el sótano. Kero aprovechó esta oportunidad para buscar, una vez más, la Carta Sakura perdida.

– ¿Qué esta sucediendo? – Dicha pregunta pasó por la mente de ambos.

Sin que ambos se dieran cuenta, por la ventana de la cocina apareció la figura de una chica de vestido andrajoso. Flotó con rumbo a la calle, y desapareció.


– Será mejor que descansemos un poco. – Le dijo Sakura a Tomoyo, al avistar la cercanía de una banca.

– Si. – Le contestó ella.

Ambas se sentaron a descansar. Habían recorrido un gran tramo de camino, estaban cerca de la residencia donde vivía Eriol. Generalmente trotaban hasta llegar al parque del Rey Pingüino y de ahí regresaba cada quien a sus respectivos hogares. Pero hoy decidieron romper un poco la rutina y llegar más lejos. Tomoyo siempre era la que pedía detenerse, pero se extrañó que Sakura fuera la primera en hacerlo. Sakura se moría de sed. Tomoyo respiraba un poco agitada.

– Creo que por aquí hay una tienda. – Le mencionó Sakura a su amiga. – Iré a comprar una bebida rehidratante. ¿Quieres venir?

Tomoyo no contestó, estaba muy cansada, y por alguna razón le estaba ganando un gran sueño. Sakura, al ver la postura de su amiga, empezó a caminar rápidamente hacia la tienda.

– Espérame aquí. – Le dijo a Tomoyo, quien tenía la cabeza inclinada hacia atrás, dejando colgar sus coletas.

– Aja. – Contestó ella en voz baja sin menear la cabeza. Sakura había volteado a oír a su amiga, pero siguió caminando de espaldas. Al darse la vuelta chocó con alguien y ambos cayeron al suelo.

– ¡Perdón¡No fue mi intención! – Dijo ella, poniéndose una mano sobre la cabeza.

– ¡No, discúlpame a mí¡Yo tampoco me fijé! – El joven se puso de pie rápidamente y ayudó a Sakura a ponerse de pie. – Por favor, permíteme…

– Gracias. – Dijo Sakura cuando el joven le extendió la mano, para ayudarla.

– Para mi es un placer. – Dijo el joven, mientras recogía un libro que estaba leyendo, razón por la cual no vio a Sakura. – Con tu permiso, se me hace tarde. – Dijo después de echar un vistazo a su reloj, y corrió muy apresuradamente. De su libro cayó una hoja impresa, con un dibujo.

– ¡Espera! – Gritó Sakura, mientras agitaba con una mano el papel que se le había caído al joven. – ¡Se te cayó esto¡Hey! – En balde intentó alcanzarle. Puesto que estaba muy cansada, y además el joven corría más rápido, pronto quedó fuera de si vista. Tomoyo quien vio está última escena, se acercó a Sakura.

– ¿Qué sucedió? – Preguntó. Sakura le explicó brevemente lo que pasó y le mostró el papel que había perdido el joven. Tomoyo le pidió referencias acerca del joven.

– Vi que usaba una chamarra naranja. – Aclaró Sakura. –…Es que se fue tan rápido, que no puede verlo claramente…

– ¿Puedo verlo más de cerca el dibujo que se le cayó al joven? – Preguntó Tomoyo, ya que el dibujo le había despertado su curiosidad.

– Si. – Contestó Sakura, extendiéndole el papel.

– A ver…– Tomoyo lo revisó minuciosamente, y al darle la vuelta, descubrió una dirección.

– Aquí está su dirección, – Afirmó, mostrándole con el dedo felizmente su descubrimiento. – Si vamos a ese lugar, podremos devolverle lo que perdió…

Sakura miró atentamente el papel. Parpadeo dos veces y lo pidió. Tomoyo se lo devolvió.

– ¿No es esta la dirección de la residencia donde vive Azoru? – Preguntó. Tomoyo se le acercó para observar también.

– ¡Sí, es esa! – Confirmó. Después señaló unas líneas debajo de la dirección, escritas en manuscrita. – Ese es su nombre.

– ¡Si es cierto! – Sakura intentó leer lo que decía. – Se llama…Yep…Tzusuky Kyosaka Yep…

– Queda cerca de mi casa… – Dijo Tomoyo. – Vamos a devolverlo…

– Claro. – Sakura observó de nuevo el dibujo. De repente, entró como en un trance, algo que Tomoyo no notó, pues ella fue a recoger un bote de agua que dejó en la banca, el cual había traído con anterioridad. A pesar de que estaba entrando en un trance, Sakura seguía algo consiente de lo que estaba haciendo. Todo se volvió negro a su alrededor.

– "¿Qué es esto?" – Se preguntó, mientras poco a poco, su mirada se iba perdiendo. – "Parece que ya conozco este dibujo." – De repente, el dibujo empezó a brillar con un aura azul claro. Sakura acercó la mano para tocarlo. Mientras su mano se acercaba cada vez más a la figura, sentía que algo o alguien le pedía ayuda. Poco a poco, en su mente se fue manifestando la imagen de una persona. Parecía lastimada, pues estaba de rodillas en el suelo y se apoyaba con una extraña vara, en su mano izquierda. Era una muchacha, de su misma edad. Su pelo lacio le llegaba hasta la cintura; por un breve destello notó que era del mismo color que el de Yukito. Parecía de tez blanca, un poco albina. Sus ojos color esmeralda lloraban, solo un viento proveniente del infinito, que soplaba a su derecha, secaba sus lágrimas, mientras le extendía su mano derecha a la joven ama de cartas. Traía un vestido color rosa claro, rasgado en su mayor parte, y manchado de algo que parecía sangre, que daba indicios de que había escapado a una fiera batalla. Sakura sintió una presencia mágica muy débil.

– ¡Ayúdanos! – Gritaba con una dulce voz algo infantil, que resonaba en todo el lugar. – ¡Tú eres nuestra única esperanza!

– �¿De qué hablas! – Sakura no supo cómo, pero le contestó a la joven. – �¿Quién eres!

– ¡Sólo tú puedes salvar a tu planeta de la destrucción, y rescatar a mi pueblo! – Respondió. Mientras empezaba a desvanecerse. – ¡Sólo tú puedes hacerlo¡Por favor ayúdanos!

– �¿Cómo! – Preguntó la joven Card Captor. – �¿Quiénes son ustedes¿A qué destrucción te refieres!

– ¡Tú eres la única persona en todo el universo capaz de sellar a los sellos malignos! – Gritó ella. – ¡Sólo tú tienes ese poder¡Tienes que despertarlo y acabar con ellos¡Por favor ayúdanos! – La joven empezó a llorar con más intensidad, a medida que desvanecía más rápidamente.

– �¿Pero, qué debo hacer! – Gritó la joven Card Captor, al ver la desesperación de la joven.

– ¡Busca al Fiuttrek! – Gritó justamente antes de desvanecerse totalmente. – ¡Él te dirá qué hacer¡Por favor ayúdanos!

– �¿Qué es eso! – Preguntó ella, pero ella se había desvanecido totalmente.

– ¡Es mi enviado! – Su voz resonó por todo el lugar. – ¡Confía en él¡Él te dirá qué hacer!

– �¿Dónde lo hallaré! – Preguntó antes de que la voz se desvaneciese. – �¿Cómo sabré quién es el!

– ¡Él te hallar�! – Respondió. – ¡Él trae mi sello y mi insignia¡Ayúdanos!

– ¡Espera! – Gritó Sakura, pero la voz ya había desvanecido también.

Una brisa pasó a su lado, una voz le susurró algo al oído, pero ella no entendió. Parecía otro dialecto, no terrestre. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

– ¿Qué es esto? – Se preguntó Sakura, mientras sentía que caía a un gran abismo con los ojos cerrados. – ¿Qué está pasando¿Por qué me pedía ayuda esa joven? – Sintió que cayó suavemente, de pié, en el fondo de un abismo.

Justamente en el instante en que ella estaba a punto de tocar con la palma de la mano completamente la imagen, alguien le tocó el hombro. Sakura despertó de su trance y el dibujo dejó de brillar, todo regresó a la normalidad. Era Tomoyo, quien le avisaba que ya estaba lista. Sakura se dio cuenta de que estaba sudando, pero no muy profusamente. Aunque su respiración era algo agitada.

– Ya podemos irnos. – Informó con una gran sonrisa.

– Sí. Solamente déjame ir a comprar lo que necesito. – Dijo Sakura. Sintió que un escalofrío le recorrió todo su esbelto cuerpo. Sin embargo, no quiso manifestarlo para que Tomoyo no se preocupara.

– Te acompaño. – Le contestó Tomoyo. Acto seguido, empezaron a caminar rumbo a la tienda, compraron lo que necesitaban, y fueron a devolver ese papel.

– "¿Qué habrá sido eso que sentí?" – Se preguntó Sakura a sí misma. – "Sentí una presencia en ese dibujo y una voz, como si alguien me llamara…"

– ¿Te encuentras bien, Sakurita¿Te pasa algo?– Tomoyo la notó algo pensativa. Sakura le sonrió indulgentemente.

– No, – Contestó ella. – Nada. Estoy bien…

– Está bien. – Le sonrió, al ver que su amiga no le pasaba nada.

– Espero que Azoru no se moleste en que lo visitemos tan temprano. – Mencionó Tomoyo, una sonrisa se dibujó en sus delicados labios.

– No lo creo. – Aclaró Sakura. – El siempre esta de buen humor con todos, o bueno, eso da a entender. – Le sonrió a su amiga, y prosiguieron con su camino.


Shaoran se vistió de prisa, no quería perder más tiempo. En la mañana recibió una llamada de Daidouji, quien le dijo acerca de los planes de su amada. Shaoran se enteró luego de que en días anteriores Meiling le había escrito un e-mail a Tomoyo, diciéndole que Shaoran iba a ir a Japón, y que preparara todo lo necesario para que ellos dos, Shaoran y Sakura, se vieran de nuevo.

– Llévale un regalo, una flor, – Le había dicho Tomoyo por teléfono esa mañana. – ¿Qué tal un oso de felpa? Sabes muy bien que a ella le fascinan.

– Veré que puedo hacer. – Le contestó. – Puesto que acabo de llegar…Creo que vi un oso de felpa en una tienda, camino hacia acá…

– ¡Será perfecto! – Contestó Tomoyo, irradiando felicidad. – Ya quiero verlo todo, llevaré mi cámara, pero¿Cuándo se lo darás?

– Esta tarde… – Contestó. Se armó de valor antes de contestar de nuevo. – Iré a su casa, antes de acompañarlas a la fiesta. – Sintió que, con dicha afirmación, todo su cuerpo vibró. Sin querer, se sonrojó como un tomate.

– ¡Perfecto! – Gritó feliz Tomoyo por el teléfono. Shaoran tuvo que despegarse por un instante el auricular de la oreja, para que no le lastimara el oído. Tomoyo aclaró su garganta y regresó a su compostura.

Shaoran se colocó una chamarra de mezclilla café oscuro. Iba vestido con unos pantalones vaqueros café claro, que por cierto le quedaban muy bien, y una camisa verde limón. Se veía galante con su vestimenta.

– ¿Va a salir, joven Shaoran? – Preguntó Wei, quien estaba parado en el umbral de la puerta del cuarto.

– Si. – Contestó. – Iré a comprarle un regalo a Sakura. – Wei sonrió ante tal afirmación.

– Espero que el regalo que usted compre sea el correcto, sobre todo si es con el corazón. – Le aconsejó.

– Gracias. – Le sonrió Shaoran y se marchó.

– Hace un poco de calor esta mañana, joven Shaoran. – Le dijo mientras el pasaba a su lado. – ¿Por qué no mejor usa la chamarra después?

– Tienes razón. – Shaoran obedeció al instante y se la colgó en un hombro. La playera le hacía resaltar su fuerte musculatura, resultado de sus entrenamientos en las artes marciales.

– Por cierto, alguien lo espera en la sala. – Le mencionó Wei. Shaoran se puso pensativo.

– ¿Quién podrá ser? – Pensó en voz alta.

– Es un joven que dice conocerle, joven Shaoran. – Le contestó su fiel mayordomo. – Llegó hace media hora.

Wei escoltó a Shaoran hasta la sala de estar. Una gran presencia mágica se hizo sentir, a lo cual Shaoran apresuró el paso. Menuda sorpresa se llevó Shaoran al ver quien lo esperaba.

– "�¿Eriol Hiraisawa!" – Se dijo asombrado. El joven mago, al verle, le sonrió maliciosamente. Shaoran se puso serio, aún recordaba la última vez que se vieron, y que no fue muy grata. – "¿A qué habrá venido?"

Wei observó a Shaoran. Eriol vestía una camiseta azul con bordes amarillos en las mangas y cuello, que hacía resaltar su musculatura. Llevaba puesto unos pantalones café claro de mezclilla y zapatos deportivos blancos con franjas rojas. "Sin duda, también ha cambiado con el tiempo", pensó Shaoran, al ver lo elegante que se veía su viejo amigo, sin embargo, no bajó su postura. Sin sus anteojos, su vista era más clara. Sus ojos violetas eran cautivadores. Su pelo azulado algo largo, cubría su frente hasta un poco más arriba de las cejas.

– ¿Sucede algo malo? – Preguntó el buen mayordomo. Eriol enarcó una ceja, por lo visto a Shaoran no le agradaba mucho su visita.

– No. – Contestó el joven, moviendo la cabeza. Wei asintió y procedió a dejarles solos.

– Entonces, con su permiso joven Shaoran. – Se despidió. – Joven… – Miró a Eriol, quien con una sonrisa le despidió.

– ¿Puedo preguntar el motivo de la visita? – Se sentó en un sof�, enfrente del mueble donde estaba sentado Eriol, y lo miró directamente al rostro. Hiraguisawa no dejaba de mirarlo con astucia y malicia.

– Digamos que vengo a asegurarme de que cumplas lo prometido…– Le miró maliciosamente. – Ya sabes, acerca de…

– ¿Sakura? – Lo miró sonriéndole de la misma manera. Eriol se sorprendió en sus adentros de la forma tan rápida a la que había actuado Shaoran, quien generalmente era el primero en caer, sin embargo, esto no lo hizo vacilar. La mirada de Shaoran se tornó serena, se notaba que ambos, a pesar de las diferencias, aún guardaban algo de su pasada amistad en sus corazones.

– Aunque la verdad, hoy no tenía nada que hacer y, viendo que tú acabas de llegar…–Colocó sus brazos atrás de su cabeza, sus cabellos azules cubrieron sus manos y le brindaron un apoyo suave a sus manos. Shaoran suspiró aliviado. – Supongo que ibas a salir…No te pongas quisquilloso conmigo…

– Si. – Shaoran se asombró frente el comentario atinado de Eriol; por lo visto, ya sabía todo.

Aunque aparentaba eso, Tomoyo le habría encargado a Eriol que vigilase a Shaoran, de que cumpliera su cometido. Ese día, además, Nakuru y Spinel Sun se iban a encargar de estudiar y ayudar en los quehaceres, respectivamente, y aunque el comentario de Nakuruacerca del estudio fue causa de risa para Spinel, Eriol no lograba entender qué es lo que ella se traía entre manos, quien esa mañana se había comportado muy extraña.

Ambos se pusieron de pie y tomaron rumbo a la puerta, emprendiendo su camino.

– Quisiera que me aclararas algunas cosas en el camino. – Le refirió Shaoran al joven mago. – Quiero estar al tanto de todo…

– Desde luego. – Le contestó Eriol.

– Comencemos a partir de tu llegada a la ciudad…– Refirió Shaoran. Eriol sonrió. Estaban llegando al ascensor.


Luke estaba sentado en una silla cerca de una mesa de cedro muy grande al estilo Luis XIV, de la biblioteca de su mansión. Estaba reclinándose y meciéndose en la silla, con los pies como apoyo en la mesa, mientras leía un libro de Shakespeare, que a Azoru se le había encargado leer en su clase de literatura. La biblioteca era enorme, pero a la vez, la parte más silenciosa de la mansión. Se ubicaba en el ala oeste, y por dentro era muy amplia. Las puertas de entrada a la biblioteca eran de grabado y tallado español. Eran dos enormes hojas de madera (me refiero a las puertas, no son hojas de papel ni de árbol, ustedes comprenderán) que debían medir por lo menos unos tres metros de alto, cuyas orillas dentro del marco, estaban adornadas con una especie de enredadera, que desprendía flores y frutos, también tallada en madera. Tenían dos picaportes dorados, bellamente adornados, hechos por buenos maestros herreros. Los antiguos habitantes de la mansión las habían mandado a traer desde una catedral de España, hacía varios siglos. El cuarto tenía forma de un rectángulo, adornado con algunas columnas de soporte blancas al igual que sus capiteles y trabes, estilo romano. El techo era de un color melón o naranja pastel muy suave. El centro del techo de la estancia era una cúpula donde se podían ver escenas bíblicas. Debajo de está había un círculo hecho con lozas de mármol rosa, mejor conocida como cantera rosa. La mesa de leer de cedro estaba sobre dicho círculo, tenía seis sillas a su alrededor, ampliamente espaciadas entre ellas, aunque, si se necesitaba, podrían caber hasta doce en la mesa. Los estantes e los libros estaban perfectamente alineados, llenos cada uno de diversos libros, ordenados por categorías, la mesa se hallaba en el centro de todo. En el centro de ella, un candelabro para velas dorado, daba muestras de su uso tan necesario e importante, que a veces, cuando la luz fallaba, era requerido. El piso alrededor era de mármol blanco, brillante y resplandeciente, como la superficie del agua. Varios candelabros colgantes de vidrio cortado iluminaban, con lámparas de luz de neón blanca, el cuarto. Frente a él, en uno de los muros, colgaba un gigantesco retrato de una joven bella, estaba vestida como una princesa, y su cabeza se adornaba con una corona dorada. En su apariencia física, era de tez blanca, casi albina. Sus ojos esmeraldas daban muestra de serenidad, ternura e inocencia, pero a la vez, madurez de decisión y sobriedad en los actos. Su largo pelo plateado estaba recogido por una coletera, formando un peinado de cola de caballo. Estaba vestida con un hermoso vestido rosa con adornos en los bordes color amarillo en forma de leones. La semicubría un pequeño manto aterciopelado, de color blanco perlado, cuyos bordes también estaban adornados por leones también, pero habían sido bordados en hilo dorado, que a simple vista, parecía que había sido hecho de oro. De su cuello colgaba un collar de eslabones dorados. El dije parecía un medallón, pero era de color verde, como jade. Diversas inscripciones doradas le rodeaban por los bordes. En centro del mismo se podía ver la figura de un león alado. Era el mismo que Luke había usado para teletransportarse y llamar a su vara, la noche anterior. Cada vez que Luke miraba el cuadro, un suspiro salía de él, y tomaba una posición melancólica.

Luke cerró los ojos, disfrutando del silencio que le rodeaba. Estaba vestido de manera sencilla, con unos jeans azul claro y una playera blanca, la cual resaltaba su fuerte y proporcionada musculatura. Traía tennis blancos y se había atado sus dorados cabellos con un coletero simple. También usaba gafas de vidrio, que solo usaba para leer. Su vara estaba apoyada en uno de los estantes, pero muy cercana a él, por si lo llegara a necesitar.

Susan se acercó por detrás de él. Había bajado su presencia para que él no lo notara, y pudiera lograr su temido objetivo: Asustarlo como siempre y, si era posible, hacerlo caer de la silla. Iba vestida de un top blanco con flores amarillas y unos vaqueros color café. Se había puesto tennis, pues estaban encargándose de la decoración. Azoru abrió el libro de nuevo y regresó a su lectura. Ella estaba acostumbrada a molestarlo, no solo por que disfrutara de la inocencia que Luke poseía, sino que en sus adentros, su compañía era muy agradable, tanto, que en su corazón estaba naciendo un sentimiento entre estos dos inseparables compañeros.

Estaba a punto de brincarle encima cuando Luke cerró el libro de golpe.

– ¿Qué es lo que intentas, Susan?– La miró de reojo. Ella se paró en seco. – ¿Otra vez asustarme?

– "�¿Cómo lo supo!" – Se dijo asombrada. Había dejado su mente en blanco para que no la descubriera, técnica que siempre le servía.

– Muy fácil. – Le adivinó el pensamiento. Se sentó mirándola, ella estaba a sus espaldas. – Dejaste la puerta abierta cuando entraste. – Le señaló la puerta, la cual sobresalía por encima de los estantes y, efectivamente, estaba abierta.

– ¡Uyyy¡Sabelotodo! – Contestó enojada. Luke le sonrió divertidamente.

– ¡Jaj�! – Rió dulcemente. – ¡Ni modos¡Hoy gané!

– Ya habrá otra ocasión¡y la próxima no fallaré!… – Levantó el puño, como quien clama por venganza. Luke solo la veía de reojo, riendo aún. Bajo la mirada al suelo, y no puedo más. Estalló en risas.

– ¡Ya veremos!… �¡Despistada!… ¡Jajaj�!– Y volvió a reír, más fuertemente, señalando a los zapatos de ella. Ella miró también y se coloró de vergüenza, se había puesto zapatos de dos colores diferentes esa mañana, y no lo había notado.

– �¿Qué! – Gritó ella. – �¿Cómo es posible que haya hecho semejante barbarie!

– ¡Jajaja!…No se, pero… ¡Jajaja!…Mejor fíjate para la próxima vez… Y trata de no dormirte…Cuando te pongas los zapatos… ¡Jejeje! – Luke se contuvo. Vio que ella estaba roja. Se levantó y la envolvió en sus fuertes brazos.

– ¡Ya, ya pasó…– Le consoló.

– Esto no me hubiera pasado, si no me hubiera dormido un poco en la mañana…– Se acurrucó en sus brazos. – ¡Pero se supone que tú debiste haber sido el avergonzado hoy!

– Si no fueres tan descuidada, nada te hubiera pasado…–Le sonrió maliciosamente.

– ¿Qué están haciendo ustedes dos¿Par de tórtolos? – Inmediatamente los dos se separaron. Un joven de cabello oscuro, de corte como el de un camarero los veía, cruzado de brazos y recargado en un estante, a través de sus ojos cafés oscuro. Vestía de una camisa blanca de manga larga y usaba unos pantalones negros de gabardina. Su cara era algo alargada, de barbilla un poco pronunciada. Su tez era un poco morena, dándole una apariencia algo latina; si embargo, su mirada era tan penetrante como la de Erial.

– �¡Khrasuy! – Dijeron ambos guardianes, sonrojados. Después cruzaron una mirada tímida entre ellos.

– ¿Cómo entraste? – Preguntó Luke.

Khrasuy sonrió y señaló la puerta.

– Alguien dejó la puerta abierta…– Luke miró divertido a Susan. Khrasuy miró a Luke, y siguió su mirada. Después de ver el destino de semejante mirada, comprendió inmediatamente. – Vine a informar acerca de lo que me encargaste…

– Susan¿Podrías dejarnos solos? – Luke miró serenamente a su joven alumna.

– ¿Porqué¿No puedo participar esta ves?…– Preguntó caprichosamente. Luke la miró más seriamente.

– No, no puedes…– Le respondió algo cortado. – Por favor…

– Está bien… – Respondió resignada, y algo enojada. – Me voy…– Comenzó a caminar rumbo a la puerta. – ¿Pero podría tan solo escuchar?…

– No. – Respondió imperativamente Luke. Al pasar junto a él, Khrasuy le dirigió una mirada burlona. Ella le sacó la lengua, acción que indignó al joven aprendiz.

– No azotes la puerta al…– Susan cerró de golpe la puerta, obligando a los presentes a achicar la cabeza y provocando que los candelabros se movieran un poco. –…Salir.

– ¿Quién entiende a las mujeres, verdad? – Mencionó Khrasuy, mientras miraba la puerta.

– Cierto… – Contestó Luke. También estuvo atento a la salida de ella. – Pero bueno, a lo que vamos…– Dijo él regresando a sentarse a la mesa. Hizo un a un lado el libro que estaba leyendo. Khrasuy se sentó frente a él, sacó un libro de su chaleco, y se lo mostró a Luke. El libro no era común. Era un libro color naranja oscuro. Tenía bordes dorados, y en el centro de éste había una imagen de un león blanco parado en sus dos cuartos traseros, como si estuviera peleando. El ojo que se veía, parecía una esmeralda esférica, o una perla transparente, verde. Sus páginas eran de un color negro verdoso, las cuales, al abrirlo en la primera página, emitían destellos azulosos por un instante, antes de tornarse como hojas comunes de un libro.

– ¿Hiciste lo que te pedí? – Preguntó el guardián.

– No lo encontré…– Contestó Khrasuy. – Una joven me dijo que él había salido esa mañana sin rumbo fijo…– Khrasuy tomó un respiro. Luke lo miraba seriamente a los ojos. – Pero que iba a regresar por la tarde…

– Mmm… – Dijo Luke pensativo. – Entonces no le entregaste el mensaje…Pero…Todavía lo traes…

– Déjame ver…– Contestó mientras revisaba el libro. – Pero… Tu crees que él sea el elegido…El ya no posee las cartas…

Luke tomó el libro que estuvo leyendo, y lo abrió en la última página. Allí estaba, guardada como un trofeo, delicadamente cuidada. Luke miró la Carta Vuelo de nuevo.

– No lo se… Pero eso es cuestión de la princesa, no nuestro…Si él es el elegido, aunque no tenga las cartas, él será nuestra única esperanza de salvación para todos los ictians…

– Y para los terrícolas también…– Aclaró mientras llegaba a la última página, por lo visto, el mensaje no estaba. Khrasuy se empezó a preocupar. Luke lo miró de reojo seriamente. Khrasuy lo empezó a buscar desesperadamente. Gotas de sudor empezaron a salir de su frente.

– ¿No lo habrás perdido¿Verdad? – Le dijo seriamente. – ¿O sí?

– ¡No!… ¡Yo lo traía!… ¡Lo guardé aquí!… Pero… ¡No est�!… – Se llevó una mano a la frente, como haciendo memoria. Cerró los ojos, no quería ver la siguiente escena.

– �¿Qué! – Luke se paró de golpe, tirando la silla detrás de él y golpeando la mesa con ambas manos. Su golpe resonó por toda la habitación, al igual que su grito. – �¿Cómo es posible¡Tenemos que recuperarlo ahora¡Te imaginas qué pasaría si llega a manos de…¡No quiero ni imaginarlo!

– �¡Ya sé! – Gritó poniéndose en pie golpeando con su puño la mesa. – �¡Sé quien lo debe de tener¡La Card Captor¡Ella lo debe de tener!

– �¿Sakura! – Preguntó Luke mientras levantaba la silla y la colocaba en su lugar. Se sentó en ella, y colocó los codos sobre la mesa, juntando sus manos y colocándolos bajo su barbilla, mientras escuchaba a su aprendiz. – ¡Exijo que te expliques!

– Sucede que mientras regresaba, tuve un percance con ella…– Le refirió brevemente, sabía que a Luke no le gustaba mucho, a veces, entrar en detalles. – Se me calló el libro y, seguramente, fue allí cuando se debió caer el mensaje…Seguramente ella lo debió recoger…

– Esperemos que sí, porque…¿Qué tal si ella no lo encontró? – Le cuestionó Luke. Al parecer del joven guardián, estaba empezando a ponerse molesto, pues se le estaban subiendo los colores a la cara. – ¿Qué tal si ella no lo vio, y alguien más si¡Rayos¿Sabes que significaría si él supiera de nuestra presencia aquí¡Sería el fin de todo!

– Lo sé…– Khrasuy bajó la mirada a la mesa. Contestaba con voz quebrada. – Pero yo estoy seguro de que ella lo ha de tener…Estoy seguro de eso…

Luke se levantó de su silla y lentamente se dirigió a su lado. Le colocó su mano en su hombro, tratando de confortarle. Dos lágrimas corrieron por las mejillas del muchacho.

– Ya…– Le golpeó levemente el hombro con la palma de la mano. Luke suspiró para serenarse. – Confiemos en lo que dices…Esperemos, por nuestro propio bien, que ella lo tenga…


Esta vez no había carro en el cual moverse; pues su padre, esa mañana, se lo había llevado, y solamente por la tarde regresaría. Así que no le quedó más opción que irse y regresar con los víveres en su vieja, pero siempre indispensable, bicicleta. La había arreglado el verano pasado, por lo que ya no tendría problemas con ella. Touya le había adaptado una canastilla algo grande, así que no el transporte de los víveres no sería mucho problema. El supermercado quedaba algo retirado de la residencia Kinomoto, así que tardaría un poco en regresar. Ya le había advertido a Kero que cuidara de la casa, y no se comiera los dulces mientras él no estuviera, cosa que hacía frecuentemente. Mencionó que Fujitaka tal vez iba a llegar antes que él a casa. Los rayos solares de esa hermosa mañana caían suavemente sobre su piel, acariciándole y dándole un cálido y suave abrazo. Touya disfrutaba esa salida, el día parecía perfecto. Cerró un momento los ojos.

– ¿Vas con prisa? – Una voz familiar le habló a sus espaldas. Touya volteó y le sonrió al dueño de esa voz.

– No, Yukito. – Yukito venía manejando también su bicicleta. Lo había visto unas cuadras atrás y le había intentado alcanzar. Yukito iba vestido con una camisa blanca y unos pantalones vaqueros color kaki. Él también esa mañana había salido a comprar víveres, pero llevaba menos bolsas que su amigo.

– ¿Quieres que te ayude con algo de tu carga? – Le sonrió dulcemente a Touya. Touya le miró de reojo, y volvió la vista al frente.

– No, gracias. Yo puedo solo. – Le contestó, serenamente. Yukito lo miró seriamente, sabía que algo le estaba pasando. Volvió también la vista al frente.

– ¿Qué te sucede Touya? – Le preguntó. – Te noto muy serio…

Se frenaron un poco, pues iban a cruzar una calle amplia. El semáforo todavía no cambiaba, para dar paso a los peatones. Touya le refirió brevemente sobre lo que le había ocurrido esa mañana. Yukito lo oía muy serio, mientras apretaba más el manubrio de su bicicleta con ambas manos.

– Lo que más me extraña, – Refirió Touya. – Es que cuando "el peluche" y yo buscamos pistas después, no hallamos nada anormal. Nada en lo absoluto. Todo parecía normal. Llegué a pensar que se trataba de una broma de mal gusto de Eriol…una de muy mal gusto…

– No creo que sea él, – Aclaró Yukito. – Aunque en el pasado, él fue la causa de muchas de nuestras preocupaciones, no lo creo capaz de cometer cosas como esas…

– Aún así, no me fío de él. – Touya dirigió su mirada al semáforo, que ya había cambiado a luz de paso para peatones. Ambos desmontaron sus bicicletas, y cruzaron a pie la calle. Touya llevaba su bicicleta de su lado derecho, y Yukito de su lado izquierdo. Al llegar al otro lado, Touya sintió que de atrás suyo, dos brazos lo abrazaban por el cuello. Dos manos delicadas de una joven se ataron un poco arriba de su fuerte pecho. El peso de la joven era ligero para él, quien era fuerte. Pero dos protuberancias suaves del pecho de ella lograron sonrojarlo un poco, al sentirlas sobre si espalda. Touya volteó inmediatamente y se encontró frente a dos hermosos ojos rojizos que lo miraban juguetonamente.

– ¡Ahh! – Gritó Touya. Soltando a la vez la bicicleta. Yukito, ágilmente, atrapó la bicicleta en el aire, sin soltar la suya, evitando que las cosas se cayeran.

– ¡Hola Nakuru! – Le saludó Yukito, apoyando las bicicletas en la barda del patio de la casa que se hallaba en la esquina.

– ¡Hola Yukito! – Le respondió la alegre joven.

– ¡Suéltame! – Le dijo Touya, sonrojado.

– Parece que a ti también te alegra verme¿Verdad Touya? – Le dirigió una mirada divertida. Había conseguido que las mejillas de Touya se sonrojaran. Lentamente le soltó. – Les vi desde esta equina y les quise dar una sorpresa.

– Pues creo que si nos sorprendiste. – Dijo Touya mientras se arreglaba las magas de su camisa.

– ¿Han visto a Eriol? – Les preguntó mientras colocaba una de sus manos en su barbilla. Touya miró seriamente a Nakuru.

– No lo hemos visto. – Respondió Yukito. – ¿Por qué?

– Salió esta mañana a visitar a un amigo, y dijo que llegaría como a las 11 para desayunar, pero, aún no llega y ya casi han pasado dos horas…– Mencionó, colocó sus manos al frente de ella. – A Spinel y a mí nos tiene preocupadas…

– Debió haberse ido a desayunar con su amigo. –Respondió Touya. – No te preocupes, él estará bien. – Le sonrió para tranquilizarle. Yukito y Nakuru se asombraron de que Touya le sonriera a Nakuru, si bien lo había hecho otras veces, no eran muy constantes.

– Gracias…– Le guiñó un ojo Nakuru, en señal de agradecimiento.

– ¿Y a dónde te dirigías ahora Nakuru…?– Preguntó Yukito.

– Iba a la casa de Touya, a preguntarle a Sakura si lo había visto esta mañana…– Contestó la guardiana.

– Ella no está ahora en casa…– Le respondió Touya. – Salió con Tomoyo a hacer ejercicio esta mañana…Hace un rato llamó y dijo que regresaría un poco más tarde de lo planeado…

– Mmm…– Nakuru se quedó algo pensativa.

– Nos dirigíamos hacia allá en este momento. – Comentó Yukito. – Si quieres, nos puedes acompañar, y puedes esperar a que ella llegue.

– ¡Esta bien! – Contestó alegremente la bella guardiana, y los tres amigos reiniciaron su caminata.


Shaoran había estado muy indeciso sobre qué regalo le podría dar a su amada. Eriol solamente se había limitado a darle algunas sugerencias y a observarle. Esa mañana habían recorrido cerca de veinte tiendas buscando el mejor oso de felpa para dárselo a Sakura esa tarde, antes de la fiesta de ese muchacho. Eriol ya le había puesto al tanto acerca de la fiesta y quien era el festejado, también le contó sobre lo ocurrido el día anterior, por la mañana, en el colegio. Shaoran se extrañó de lo que le mencionó acerca de Azoru. Sin embargo, Eriol no lo describió.

No podía evitar sonrojarse un poco al ver los osos que tanto le agradaban a la dueña de su corazón. Pero se sonrojaba más al pensar que estaría frente a sus encantadores ojos verdes, su dulce mirada, su bello rostro; un temblor le recorría todo el cuerpo al recordar ese hermoso rostro, tan cercano. De repente ese sentimiento lo invadió de nuevo. El recuerdo de ese extraño sueño; parecía que cada día más se hacía más presente en su mente. Cerró los ojos, mientras meneaba la cabeza, queriendo librarse de ese pensamiento. Eriol lo miró con curiosidad. Lentamente se le acercó. Le colocó su mano sobre su hombro. Shaoran salió de su enajenamiento, pero no volteó a ver al mago.

– Creo que ese estará bien…– Dijo el joven ingles mientras señalaba un bello oso color rosa, adornado con un listón rojo, que se ataba en un gran moño detrás de él. Tenía puesto un sombrero adornado con flores y un bello listón blanco. – ¿No crees?…

Shaoran sonrió, al ver ese bello regalo. Sus mejillas se sonrojaron un poco.

– Tienes razón…– Dijo en voz baja. – Será perfecto…


Aunque la casa de Tomoyo no estaba muy lejos de su punto de partida, la caminata se les hacía eterna a las dos bellas jóvenes. Después de subir una pequeña colina pudieron divisar la mansión de Tomoyo.

– Ahí es donde esta tu casa Tomoyo…– Dijo Sakura mientras señalaba la residencia. – Crees que esté muy cerca la residencia de Azoru…

Tomoyo le sonrió dulcemente.

– Sí. – Contestó. Suavemente empezó a caminar hacia delante.

– ¿Estará muy lejos? – Preguntó Sakura. Empezando a caminar detrás de ella.

De repente Tomoyo paró, dio media vuelta y miró a Sakura. Ésta la miró y le sonrió dulcemente. Lentamente levantó su manó e indicó otra gran casa. A unas cuantas cuadras de la mansión Daidouji. Se podía observar claramente.

Sakura siguió con la vista hacia donde señalaba Tomoyo y vio una mansión tan grande como la de Tomoyo. Era de estilo barroco y su color era blanco. Tenía un enorme jardín, donde predominaban tonalidades de colores rojo y amarillo. Otros colores como el azul, el violeta, se veían en pequeñas islillas. El verde exuberante daba un toque primaveral a la mansión. También se podían observar diversos árboles de cerezos por aquí y por all�, cuyas bellas flores rosas daban un toque de fantasía al lugar. Parecía como si fuese una pintura viva de algún gran pintor.

Dos grandes estatuas se podían ver cercanas a los atrios de la casa. Parecían dos soldados petrificados, que en posición de guardia, siempre vigilantes, cuidaban de la residencia y de sus habitantes. La entrada era un poco más alta. Cuatro columnas romanas de bellos capiteles labrados a mano soportaban el techo del atrio de entrada, que hacía recordar un poco a la entrada a algún templo griego. Tenía forma triangular, y en el centro de éste, se podían observar relieves de diversas escenas de la mitología griega. La construcción era de dos plantas, la hiedra crecía a los lados de la casa, en los muros y subiendo por las columnas, dándole un toque campirano además. Las ventanas de los cuartos eran algo grandes, como vitrales. En la parte trasera de la mansión se podía ver una gran cúpula, en el ala sur, la cual no parecía encajar muy bien con la construcción. Sakura notó en el ala sur, la parte trasera de la mansión, algo que emitía un resplandor como de cristal. Abrió más los ojos para mirar bien, y se fascinó al ver un pequeño lago artificial en la parte trasera. No era muy grande, pero se veía hermoso.

En el ala este se podía observar un gran patio en el segundo piso. Algunas mesa redondas con sombrillas blancas con franjas verdes salpicaban de color a ese bello lugar, contrastando con el naranja de las losas del suelo. Sakura notó que en una parte del jardín había mucho movimiento, vio algunas carpas blancas levantase, y a personas, que a su parecer se asemejaban como hormigas, yendo de aquí a all�, trayendo o llevando objetos, colocando mesas, dando instrucciones de armado de una carpa y ayudando a levantarla. Se estaban preparando para la fiesta. Algunas vestían de blanco, otras traían puesto algo naranja, ella supuso que eran chalecos, y por lo tanto, eran los meseros. Sus mezclas de colores hacían notar una gran mancha blanqui-anaranjada en un mar de verdor y belleza. Un muro de cantera blanca con medias lunas, separadas por columnas a intervalos y protegidas por cercas metálicas del mismo color, protegía la casa de los extraños. La entrada a los terrenos de la mansión era una Portada alta, de rejas blancas con adornos dorados de capullos de flores. Sakura quedó fascinada con el lugar.

– Vamos…– Dijo, mientras le extendía la mano.

– Si…– Contestó Sakura, tomándola. Ambas caminaron rumbo a la bella mansión. Tomoyo empezó a acelerar el paso, seguida de Sakura, al ver quienes pasaban cerca de la puerta de la mansión, con rumbo a la Mansión Daedoujy.

Luke salió muy molesto de la biblioteca. Caminaba rápidamente, mientras usaba su vara como bastón, mientras golpeaba fuertemente el suelo con ella; los golpes resonaban en las paredes y en el pasillo. Khrasuy salió detrás de él. Iba cabizbajo y con la mirada triste. Luke le había amonestado fuertemente esa mañana, pues estaba muy molesto por el descuido de su aprendiz.

Susan salió a su encuentro, al ver que había salido enojado. Le sonrió, intentando alegrarle. Luke se detuvo y le miró fríamente, haciendo que la joven perdiera inmediatamente su dulce sonrisa y su júbilo. Luke siguió caminando por el pasillo, hasta llegar a una puerta enorme, que instantáneamente se abrió, mostrando una amplia sala donde habían dos escaleras. Los pasamanos de madera estaban cubiertos con adornos dorados en la base de los postes que lo sostenían, los cuales se semejaban a las ondas marinas. El piso era de un color naranja rojizo y del techo varios candelabros de vidrio colgaban. El muro de la estancia estaba pintado de color amarillo pastel. Cerca de su base recorría una trabe pintada de color rojo vino, dándole una apariencia como la de un sala de algún castillo. En la planta superior, donde comenzaban las escaleras, daba a un corredor de dos salidas, una a la izquierda y otra a la derecha. Las escaleras daban comienzo en el inicio de uno de los corredores y descendían hasta la planta baja. Los pasamanos subían y, al llegar a la planta alta, formaban un bello barandal de madera, que guardaba el mismo estilo que los pasamanos. La combinación de pasamanos y barandal hacían parecer que eran de una sola línea de madera, sin secciones. En el centro del balcon que formaba el pasillo del corredor, había una puerta de dos hojas, de tamaño mediano, rectangular, de madera. Cada hoja de la puerta estaba tallada a mano, y en el centro de ella existía un solo dibujo tallado: dos leones, sentados uno frente al otro, miraban al frente. Sus ojos parecían cuentas esféricas de cristal negro. La puerta no tenía picaporte alguno. Esa puerta daba a la misteriosa ala sur de la mansión. Luke subió por una de las escaleras, y caminó hasta llegar a la puerta. Los ojos de los leones comenzaron a emitir un por un largo momento un extraño brillo amarillo. De repente dejaron de brillar, y la puerta se abrió de par en par, movida por una fuerza invisible. Luke entró lentamente, y una vez dentro, la puerta se cerró de golpe detrás de él. Susan miró a Khrasuy, quien se secaba las lágrimas de sus ojos. Con la cabeza gacha, aún sollozaba por el regaño. Un pequeño fleco le ocultaba sus tristes y llorosos ojos. Susan se le acercó.

– Otra vez va a ese cuarto…– Mencionó en voz baja. Luego se dirigió al joven aprendiz. – ¿Te sientes bien? – Se le acercó, colocándole una de sus manos en el hombro, intentándole mirar a los ojos.

– Bien sabes que no…– Respondió mientras se secaba las lágrimas con la manga de su camisa. Le dio la espalda, para que ella no lo viera sufrir.

– ¿Qué hiciste, como para que te retara de esa manera? – Preguntó la joven, tratando de consolarle.

– Nada que te importe…– Contestó el joven. Empezó a caminar rápidamente, cabizbajo, hacia el otro lado del pasillo. Susan se quedó parada en donde estaba.

– ¡Solo quería ayudar!… – Le gritó, antes de que él doblara hacia otro pasillo. Susan se quedó pensando que era lo que habría pasado.

Pasaron como diez minutos. Ella pensaba acerca de la reacción de su amigo. Se dio cuenta de que se estaba preocupando en vano. Miró la puerta que Luke había dejado abierta, y procedió a cerrarla. A pesar de que era una gran puerta, no era muy pesado cerrarla; gracias al rodillo en su base, y las fuertes bisagras que la sostenían, era una labor sencilla. Sin embargo, Susan lo hizo lentamente. Justo antes de que se cerrara, una pequeña mano se colocó entre la pequeña apertura entre ambas puertas y la detuvo. Susan reaccionó, abriendo la puerta un poco más rápido. Se encontró cara a cara con Azoru. Llevaba puesta la misma ropa que Luke, solo que era más pequeña. A su medida. De su cuello colgaba una cadena con un dije en forma de medallón, verde como jade, el cual le llegaba casi hasta el pecho.

– �¿Qué le dijiste, Luke! – Preguntó, algo molesta. Azoru le dirigió una mirada seria, y apartándola, empezó a caminar.

– ¡Contéstame! – Le replicó. Azoru se paró, y le miró de reojo.

– Ya sabrás, después…– Le contestó el gran guardián. – Acompáñame…

Susan parpadeó y le miró asombrada de lo frío que se podía poner él. Luke le sonrió sereno.

– ¿A dónde vamos? – Le miró curiosa.

– Tenemos visita…– Respondió.


– �¿Shaoran! – Preguntó Sakura, asombrada de verlo nuevamente.

– ¡Ho…Hola Sa…Sakura! – Contestó el, colorándose como un tomate, mientras miraba al piso. Poco a poco levantó la mirada, mientras observaba lo cambiada que estaba la bella joven. Piernas bien torneadas, una cinturita pequeña, cuerpo bien formado, a pesar de la adolescencia. Notó que su blusa deportiva se abultaba sobre su pecho, mostrando que ya se estaban desarrollando dos bellos pechos, lo que le hizo sonrojarse más de inmediato. Su largo cabello se agitaba con el viento, mientras que le dirigía una mirada juguetona con sus dos brillantes esmeraldas.

– ¿Qué haces aquí¿Estás de visita? – Preguntó la bella joven, mirándole con sus dos ojos esmeraldas.

Shaoran se armó de valor para verla a los ojos. Pero al mirar que se veía reflejado en sus dos ojos esmeraldas, la perdió. Sintió unas ganas locas de salir corriendo en ese momento.

– ¡No!… ¡Si!…Este… ¡Voy a quedarme! – Gritó él. Parecía un soldado que le contestaba a su sargento. Sakura le miró sorprendida, una gran gota de sudor caía por su cabeza. Eriol y Tomoyo solo los observaban. Eriol sonrió divertidamente al ver la forma de cómo se manejaba Shaoran.

– Pero no tienes que gritar…– Contestó la joven Card Captor.

Shaoran sintió que todo su cuerpo temblaba por el nerviosismo. Sakura lo miraba enternecida, él estaba muy nervioso. Sakura observó que el llevaba una bolsa de regalo en su mano.

– ¿Qué es lo que traes? – Preguntó la joven, mirando curiosa la bolsa. Tomoyo y Eriol se dirigieron una mirada mutuamente. Si Shaoran no reaccionaba en este momento, se perderá la sorpresa. Afortunadamente, Shaoran escondió el regalo detrás de él.

– Es una sor…sorpresa S…Sakura – Contestó.

– ¿Una sorpresa? – Preguntó, animada más por la curiosidad.

– Sssí – Contestó.

– ¿Puedo verlo? – Los ojos de Sakura brillaban de curiosidad. Shaoran sentía que estaba a punto de salir corriendo; se paró firme y de alguna parte tomo el suficiente valor para mirarla a los ojos. Rápidamente, el rostro se le coloró como un tomate. A Eriol y a Tomoyo sintieron que sus corazones latían rápidamente, Sakura estaba a punto de descubrir la sorpresa.

– No…No puedes…– Contestó el joven.

– ¿No¿Por qué? – Preguntó desilusionada, Sakura. Shaoran ideó rápidamente una respuesta, no quería que ella se enterara que el regalo era para ella.

– Por que si no… ¡No sería sorpresa! – Tanto Eriol, Tomoyo y el mismo Shaoran se asombraron de la capacidad de este último para pensar en una situación como esa.

– Pero el que lo recibir�, no sabrá que yo lo vi…– Contestó ella. Una pregunta pasó por la mente de Tomoyo: "¿Sería capaz el nervioso de Shaoran de volverle a contestar de esa manera?"

– Pero entonces se perderá el encanto de la sorpresa…– Contestó acertadamente. –…Y ya no sería sorpresa…– Eriol y Tomoyo suspiraron aliviados.

– Si tu lo dices…– Contestó decepcionada Sakura. Aunque lo intentara, él no iba a dejar pie a tregua. Shaoran le sonrió dulcemente. Las mejillas de Sakura se sonrojaron al ver su dulce sonrisa, y cayó en cuenta de que ya no era el mismo niño de antes. Aunque su actitud parecía ser la misma, su cuerpo era totalmente diferente. Su musculatura había aumentado, dándole un porte más varonil. Su tez era un poco bronceada dándole un toque latino. Su voz era como la de un adolescente que entraba a la juventud.

– ¿Podemos saber qué es lo que estaban haciendo por aquí? – Preguntó Eriol. Tomoyo le sonrió.

– Venimos a devolver un objeto perdido a su respectivo dueño. – Contestó la joven, mientras Sakura les mostraba el dibujo que se le había caído al joven.

– Ya veo…– Contestó, fijando su atención en el dibujo.

– Se le cayó a un joven mientras hacíamos ejercicio…– Refirió Sakura.

– Al parecer vive en la residencia de Azoru…– Aclaró Tomoyo. Eriol enarcó una ceja. Tomoyo le sonrió. – Al reverso encontraras su dirección. – Eriol volteó la hoja de papel.

– ¿No es Azoru el muchacho del que me hablaste, Eriol? – Preguntó Shaoran, mirándole. Sakura volteó a mirar al joven mago. Eriol les sonrió a ambos.

– El mismo… – Contestó Eriol, todavía reparando la vista en la dirección.

– ¿Quieren acompañarnos a devolverlo? – Le preguntó Sakura, tomando por sorpresa a Shaoran del brazo. Esté la miró sorprendida, colorándose de nuevo como un tomate. Eriol sonrió burlonamente al ver tal escena, hasta que Tomoyo la dio un golpecito en el brazo.

– No podemos… – Contestó Eriol, tallándose el brazo del golpe que le propinó Tomoyo. – Tenemos que preparar el regalo para la sorpresa…

Sakura se puso cabizbaja por lo que acababa de oír. Shaoran se dio cuenta y rápidamente actuó.

– Pero te estaremos visitándote por la tarde, Sakura. – Contestó. A Sakura le nació un nuevo brillo en sus ojos.

– ¿De veras? – Preguntó gustosa.

– Si. – Asintió Shaoran, con sus mejillas sonrojadas.

– Esta bien, aunque me hubiera gustado que nos acompañasen, verdad Tomoyo…– Volteo a ver a su amiga, y la notó muy distraída, platicando con el joven inglés. Tomoyo reaccionó y le contestó con una sonrisa.

– Bueno, entonces nos despedimos… – Dijo Eriol, besando a Tomoyo en la mano; logró que se sus mejillas de porcelana se sonrojaran.

– ¿Tan pronto se van¿No dejaran a las damas solas aquí, o si? – Una voz tomó por sorpresa al cuarteto de amigos. Azoru estaba recargado en la cerca metálica. Había llegado en el momento justo en que ellos mencionaron acerca de él. Shaoran miró serio al joven americano; éste lo miró con sus ojos celestes y le sonrió.

– ¡Hola Azoru! – Dijo Sakura. – Veníamos a verte precisamente…– El joven americano le sonrió amablemente, se levantó de la reja y procedió a abrirla.

– Entonces¿por qué no pasan? – Dijo.

– Nosotros no podemos, – Eriol se adelantó a contestar. – Tenemos un compromiso en este momento.

– ¡Que mal! – Dijo con voz pesimista. – Y yo que esperaba mostrarles mi humilde residencia…Aunque, bueno…– Sonrió astutamente, mirando a Sakura. – Eso no nos llevaría mucho tiempo…

– ¿Por qué no nos acompañan en el recorrido que nos va a dar Azoru por su casa? – Preguntó Tomoyo, al entender la estratagema del norteamericano. – Él dice que no nos llevaremos mucho tiempo…

– No se…– Mencionó Shaoran; cruzó miradas con Eriol, y notó que él asintió levemente. – ¡Esta bien!…Solamente que espero no nos llevemos mucho tiempo…

– ¡Si! – Gritó Sakura, abrazando fuertemente a Shaoran por el cuello. Éste la miró sorprendido, rojo como un tomate.

– No seas tan efusiva, Sakurita…– Dijo Tomoyo.

– No se preocupen por el tiempo…– Contestó Azoru. – Alcanzará…

Les abrió la reja, que chilló un poco.

Kero ya había acabado todas sus tareas, y por fin ya podía descansar. Subió volando las escaleras, entro en el cuarto de Sakura y encendió el televisor. Pulsó con una de sus patitas el botón de encendido del control remoto de la televisión y colocó una vasija con algunos caramelos, que había tomado secretamente de la alacena.

– No creo que ese molestoso se de cuenta…– Dijo en voz baja. Rió un poco.

Cuando el televisor encendió, estaba sintonizado en el canal de las noticias. Estaban pasando las noticias de la tarde.

– No entiendo como es que a veces a Sakura le gusta ver esos programas aburridos. – Mencionó.

– "Y en las noticias internacionales, las autoridades norteamericanas siguen buscando al joven hijo de empresarios famosos que se perdió hace quince años en un aeropuerto de la ciudad de Atlanta. Su madre junto con su actual marido, que viven en la ciudad de San Francisco han pedido a las autoridades internacionales que…" – Comentaba el tele locutor, mientras daba imágenes de los padres.

– ¡Vaya que si los humanos se pueden meter en semejantes problemas! – Dijo Kero. – Pero veamos…

–"Aquí mostramos una fotografía del joven con sus padres, cuando desapareció…" – En la pantalla apareció una fotografía familiar. El padre llevaba a un pequeño niño en sus brazos. El padre iba vestido de unos pantalones de mezclilla café oscuro y una camiseta blanca. La madre iba vestida con una blusa sin mangas color amarillo y una falda larga color rosa. Ambos eran de tez blanca; el color del cabello del padre era castaño claro, mientras que el de la madre era rubio. Sin embargo, su padre daba rasgos de descendencia oriental, a diferencia de la madre, que si era totalmente americana, aunque un poco más baja de estatura que su esposo. Kero notó que el actual esposo no era el de la fotografía. "Viuda o divorciada", pensó. El niño tenía el cabello color del padre, pero los ojos de la madre, azules celestes. Iba vestido de un pequeño overol color caqui y una camisa de tabloides verdes en un fondo blanco. – "…Y, gracias al apoyo de las autoridades norteamericanas, presentamos una fotografía de cómo puede ser el muchacho ahora…" – En pantalla apareció un dibujo a lápiz. Donde mostraba a un joven de rostro algo alargado, sonrisa dulce, y mirada serena.

– Mmm…– Kero miró detenidamente la nueva fotografía. – Se parece mucho al mocoso…

– "…Si usted sabe algo acerca de este joven,"– Mencionó el informante, mientras que en pantalla se colocaban las dos fotografías. – "Por favor, hágalo saber al teléfono que aparece en pantalla…"

– Estaría bien hacerle una jugarreta a ese mocoso…– Kero rió maliciosamente. Luego reflexionó. – Mejor no, no es bueno jugar de ese modo con las personas…

– "Y en otras noticias, el clima hoy es soleado, sin embargo, el barómetro indica presión baja, así que tal vez por la tarde tendremos algunas lluvias, así que saquen tomen sus precauciones y…" – Kero cambió el canal de televisión.

– Mejor termino mi juego de video que dejé pendiente. – Dijo, al tiempo en que conectaba la consola del juego. – Es más entretenido que ese programa…


–…Y esta es la sala comedor…– Dijo Azoru mientras abría una gran puerta.

– ¡Que lindo! – Dijo Sakura asombrada.

El comedor era una amplia sala, muy amplia. El muro estaba adornado con papel tapiz de matiz anaranjado y dibujos de flores rojas. Antes de llegar al piso, el muro estaba pintado de un color vino. Del techo colgaban bellos candelabros de cristal, pequeños en comparación, pero que desprendían una luz algo anaranjada, para dar un toque conservador a la habitación. La mesa era larga, debía medir como dos metros de largo por uno de ancho. Estaba cubierta por un largo mantel blanco de costura fina, adornado en sus bordes por frutos, cosidos a mano. Varios candelabros de plata con velas encendidas daban un toque más romántico al lugar. Diversos platillos estaban colocados en la mesa. Por una puerta en el muro de la derecha, entraban sirvientes, quienes colocaban varios platillos, traídos de la cocina, en la habitación contigua.

– La madera de la mesa es de cedro rojo, muy fina, – Dijo Azoru mientras se acercaba y tallaba con su mano derecha el mueble. – pero muy resistente.

– La mansión es esplendida, Lumeimoto…– Mencionó Eriol, mientras observaba la habitación. Shaoran miraba serio al joven guardián.

– Gracias, – Dijo el joven. – Aunque el mérito se lo merecen mis ancestros, quienes construyeron esta casa. ¿Quieren comer algo¿Algún postre?

– No, gracias, – Dijo Shaoran. – Nosotros ya desayunamos…

De repente, el estómago de Sakura emitió un gruñido muy fuerte, al llegar el olor de la comida. Sakura se sonrojó de la vergüenza y una gigantesca gota de sudor apareció sobre su cabeza. Eriol la miró extrañado. Shaoran la miró sorprendido. Tomoyo, quien también se sonrojó por los modales de su amiga, se le acercó. Azoru sonreía divertido.

¡Sakura! – Le regañó Tomoyo juguetonamente. – ¿Pero qué modales son esos?…– No pudo decir más, su estómago reaccionó de la misma manera. Ella se cubrió la cara por la vergüenza. Eriol, con una gigantesca gota de sudor sobre la cabeza, sonreía apenado. A Shaoran también le nació otra gota de sudor. Azoru tuvo que disimular su risa. Si bien, Tomoyo y Sakura no habían desayunado, el olor de la comida hizo una reacción de hambre en sus estómagos.

– ¿Hambre? – Preguntó Azoru innecesariamente.

– Creo que ellas si tienen… – Aclaró Eriol, mientras se le acercaba a la sonrojada Tomoyo. – ¡Y vaya que sí!

– ¿Desean desayunar? – Preguntó Azoru.

– ¿No será molestia? – Preguntó Sakura.

– ¡No, no lo es…– Contestó. – Comida sobra y abunda…Pero por favor, tomen asiento. – Los tres jóvenes ayudaron caballerosamente a las jóvenes tomar asiento. – Y…– Se dirigió a los muchachos, mientras ellos tomaban asiento. – ¿No desean algo, tal vez de tomar?

– Creo que un jugo de naranja estará bien por mí. – Contestó Eriol.

– Yo también. – Respondió Shaoran.

Se sentaron a la mesa. Shaoran se sentó discretamente a un lado de Sakura. Lo mismo hizo Erio con Tomoyo. Azoru se sentó a la cabecera de la mesa.

– ¡Muy bien! – Dijo. Llamó a un mesero que pasaba en ese momento.

– Dígame joven. – Preguntó el sirviente.

– Tráigales a mis amigos toda la comida que pidan…– Contestó.

– Desde luego, joven…– Obedeció fielmente el mesero. Luego se dirigió a las jóvenes. – ¿Qué es lo que desean ordenar las jóvenes?

– Tráigame a mi un tazón de fruta. – Pidió Sakura.

– A mí también. – Mencionó Tomoyo.

– Muy bien…– Comentó el camarero. – ¿Algo más? – Agregó.

– Por mi esta bien, – Comentó Sakura. – ¿Y tú Tomoyo? – Preguntó a su amiga.

– Vi que servían algo en una charola muy grande, – Preguntó la joven. – ¿Qué es?

– Estofado dulce de carnero. – Aclaró el joven camarero. – ¡Esta muy delicioso! – Manifestó con un gesto sus palabras. – ¡Se lo recomiendo¡Es el mejor!

– ¿Podría…? – Preguntó la joven muñequita de porcelana al joven norteamericano.

– ¡Desde luego! – Contestó.

– Entonces, le traeré un poco para que lo pruebe…– Aclaró el mesero. – Y los jóvenes, – Se dirigió ahora a los muchachos. – ¿Desean algo?

Eriol estaba a punto de ordenar, pero se le adelantó Shaoran.

– Solo un jugo de naranja natural, para los dos. – Pidió el joven de cabellos cafés. Sakura le miraba admirada de su presteza, mientras que éste no dejaba de mirar discretamente a Azoru.

– Y a usted joven…– Preguntó el camarero.

– Un café expreso y pan dulce…– Pidió Azoru.

– Muy bien…– Dijo el joven y rápidamente fue a solicitar servicio.

El servició llegó muy rápido, si no inmediatamente. Empezaron a comer. Mientras comían, Shaoran no dejaba de dirigirle una mirada seria a Azoru, quien siempre le regresaba una sonrisa.

– Comes muy a prisa, Azoru… – Comentó Eriol, al ver que su anfitrión comía mecánicamente, sin descanso.

– Es la costumbre…– Respondió él. – Estoy acostumbrado a siempre andar de prisa…

–…– Eriol lo observó burlonamente. Contestó sin siquiera levantar la vista. Sin embargo, bajó un poco su ritmo de comida.

Como era de apreciar, Azoru terminó primero, y esperó a que todos los demás terminaran. Con un gesto exagerado se acomodó el collar dorado que llevaba debajo de su blanca camisa, algo propio de un niño. Tal vez lo hizo para levantar un poco el ánimo, pues todos le miraron o sonrieron burlonamente, al apreciar dicho gesto.

– Platícanos más acerca de tu familia norteamericana…– Comentó Shaoran.

– Pues…– Azoru acomodó despacio sus pensamientos, no quería hablar a la ligera o pasar cosas por alto. – Mi madre conoció a mi primer padre muy joven, cuando iban en secundaria. Él nació en EE.UU., pero mis abuelos llegaron con mis bisabuelos, durante la Segunda Guerra Mundial, en un carguero chino. Al principio, mis padres no se llevaban bien, pero cuando cursaban el cuarto año de preparatoria, se enoviaron y, terminando su carrera, se casaron. Nací cuando cumplieron un año de casados.

Todos lo oían atentamente, sin perder mucho detalle.

– Qué interesante es tu historia, Azoru…– Comentó la joven Card Captor. Azoru asintió agradecido.

– Nuestra familia fue perfecta…– Su voz pareció quebrada. Su rostro se volvió sombrío, al recordar penas pasadas – Hasta aquel día en que mi padre enfermó de neumonía, fue un día que veníamos de un día de campo; en el camino, un neumático se poncho. Estaba lloviendo y hacía mucho frío…– Azoru se contuvo, pequeñas lágrimas brotaron de sus párpados. Shaoran, le pasó una servilleta para que se limpiara el rostro, sabía lo que debía sentir. Azoru se lo agradeció. Respiró hondo, armándose de valor, y siguió su narración. – Murió después de dos meses de enfermedad…Después conocimos a la familia de Susan, y después de año y medio mi madre, una vez pasado el dolor de la pérdida, se casó con su padre…

Después de comer, platicaron un poco más de sobremesa. Y Azoru, tal vez más despierto por causa del café, empezó a comentar acerca de la historia de la mansión.

– La parte más antigua es quizá la que lleva al ala sur…– Comentó. – Se dice que es el lugar más misterioso de la casa…

– ¿Misterioso? – Preguntó Sakura, mientras pequeñas gotas de sudor frío se empezaban a forman en el rostro de Sakura. Shaoran tímidamente la abrazó, para darle fuerzas, Eriol y Tomoyo sonrieron. Azoru captó en seguida su reacción.

– Bueno, generalmente no ocurre nada sobrenatural, pero en el sitio se puede a veces, sentir algo extraño, como una presencia…– Mencionó con un tono un poco místico. Luego les miró a todos a los ojos. – ¿Quieren verlo?

– Pues…– Sakura dijo vacilando.

– No se…– Mencionó Tomoyo.

– No entraremos a ese lugar, claro está…– Aclaró. – Aunque…– Con esa expresión atrajo la atención de todos. – Es el camino más corto para llegar al lago de atrás…

– ¿Hay un lago atrás de tu casa? – Preguntó Shaoran.

Azoru sonrió asintiendo.

– ¿Y es el único camino para ir all�? – Preguntó de nuevo.

– Otro es desde la sala, que esta a dos habitaciones de ésta, – Dijo Azoru, señalando atrás suyo. – y el más largo es desde el patio delantero… El pasillo que lleva al ala sur esta cerca. – Señaló a una puerta, enfrente de él. Todos miraron esa puerta. Era enorme. Sakura suspiró resignada. Shaoran iba a insistir, pero Sakura le frenó, sonriéndole agradecida.

– Vale la pena ir…– Azoru sonrió. Esperaron a que todos terminaran de comer, y después de asearse, empezaron a encaminarse hacia la puerta. Sakura sintió un pequeño escalofrío cuando Azoru tomó el picaporte para abrir la puerta. Shaoran la abrazó tímidamente, dándole un poco de valor, aunque él estaba temblando, y no exactamente por miedo ni frío. Tomoyo tomó del brazo a Eriol. Azoru abrió lentamente la puerta, la cual rechinó demostrando el poco uso que se le daba. Generalmente, sólo Azoru, Susan y Khrasuy solían pasar por ella, aunque no muy a menudo.

El pasillo estaba oscuro, la luz del cuarto anterior reflejaba sombras largas de nuestros cinco amigos en el suelo. Algunos bombillos de color blanco reflejaban la luz en el techo. Caminaron despacio, Azoru buscó en la pared el apagador de la luz. Lo halló e instantáneamente la luz hizo presencia. El pasillo era largo y sus muros estaban adornados casi de la misma manera que la estancia anterior; el papel tapiz era de un matiz amarillento. Caminaron un poco y pronto se encontraron frente a otra puerta, un poco más pequeña que la predecesora. Azoru la abrió y pronto se hallaron en un cuarto más amplio. El color del tapiz era de un naranja como rojizo, y del techo colgaban varias arañas de vidrio cortado. Azoru empezó a subir las escaleras laterales, las del lado derecho, los demás le siguieron lentamente, como pensando cada paso. De repente, Sakura tuvo una impresión. Volteó a mirar a Eriol, quien no dejaba de mirar muy seriamente la puerta de entrada, con tallado de leones, que se hallaba en medio del balcón - pasillo. Azoru los esperaba en la planta alta, recargado en el barandal de madera.

– ¿Sentiste eso, Eriol? – Susurró al mago, quien iba delante de ella.

– Si…– Contestó, sin apartar la vista del lugar.

– Es una presencia muy extraña…– Comentó Shaoran, quien subía detrás de Sakura. Tomoyo iba al final.

Llegaron a la planta alta. Azoru los guió y pasaron a un lado de la puerta, rumbo al otro pasillo. Justamente en el momento en el que pasaron junto a la puerta, tanto Eriol como Sakura abrieron los ojos desmesuradamente al sentir una nueva presencia conocida.

– ¡Una Carta Sakura! – Gritaron apagadamente, casi al mismo tiempo. Azoru, quien iba guiando se detuvo y los volteó a ver.

– ¿Sucede algo malo?

– No…– contestó Eriol.

– Nada…– Comentó Sakura.

Shaoran miraba fijamente la puerta. Su rostro se reflejaba en el barniz.

– ¿Algo malo? – Preguntó ingenuamente Azoru.

– No…– Comentó. Lentamente le miró. – Para nada…

– Entonces sigamos…– Azoru sonrió, volteo y empezó a caminar. Les miró de reojo. – No se asusten tan pronto…

– Pues yo no estoy asustada…– Comentó Tomoyo. – ¿Y tú Sakurita?… – Vio que Sakura y Eriol se miraban seriamente, luego cambiando la vista hacia la puerta.

Sin que nadie lo notara, al caminar, una débil neblina repentinamente rodeó sus pasos, hasta que doblaron en una esquina que formaba el pasillo para unirse a otro. La luz natural entraba por grandes ventanas, que dejaban ver, en parte, el hermoso jardín trasero.

Bajaron unas pequeñas escaleras y llegaron hasta otra puerta. La abrieron y llegaron al patio trasero. No era muy grande, como el principal, pero era espacioso. Un camino enlozado comunicaba este patio con el principal, pasando junto a una pequeña fuente y llevando a las cocheras, junto al ala sur. Un lago artificial bien cuidado reflejaba al sol de manera que parecía tener pequeños destellos sobre su superficie. Rebozaba de vida, pues varias carpas y otros peces étnicos del lugar nadaban en él. Si bien el lago no era razonablemente muy grande, debía tener unos seiscientos metros de largo. Tenía forma de ocho y poseía dos pequeños islotes, reafirmando su parecido. Dos pequeños botes estaban anclados en un pequeño muelle, debajo del cual algunos peces brincaban y se correteaban en sus cristalinas aguas. Varios sauces y cerezos muy frondosos rodeaban al lago, dando varios sitios de abrigadora, mientras que los pajarillos cantaban en sus ramas. Quedaron maravillados con el lugar.

Vista desde afuera, el ala sur parecía un lugar muy oscuro. Las grandes ventanas estaban cerradas, estorbando la vista al interior por grandes cortinas grises. El techo del ala era algo llamativo. En su mayoría era liso, un poco inclinado hacia el patio para que la lluvia no se retuviera en él, pero casi al final de el lugar, se mostraba un auditorio cuyo techo era una cúpula naranja. La cúpula, en lo alto de esa parte del techo, mostraba pequeños tragaluces en su base, por lo visto, era la única fuente de luz al interior. El auditorio no mostraba muchos vitrales, como la mayor parte en la casa, solamente unas pequeñas ventanas en lo alto del muro, invadido por la hiedra. Un único vitral con un pequeño bacón de barandal metálico, se hallaba en el muro sur de éste. Aunque estaba cerrada, como la mayoría en ese lugar, por una cortina gris; claramente se podría observar que desde el balcón la vista dominaba todo el jardín trasero. En la cima de la cúpula se formaba una torrecilla que en su parte más alta se hallaba un pararrayos, que se alzaba hasta el cielo.

Azoru se acercó a un cerezo, que crecía muy cerca del lago, y al parecer era más alto que los demás. Tocó su firme tronco y lo talló.

– Esté árbol me brinda mi lugar de descanso favorito. – Declaró alegremente.

– Es bello…– Comentó Eriol, acercándose.

– Por cierto, – Dijo Tomoyo. Se dirigió a Sakura. – Sakurita¿No teníamos que entregarle a Azoru su dibujo?

– ¡Ah¡Es cierto! – Se dirigió a Azoru, sacando de uno de los bolsillos de su sudadera la hoja de papel. – Es un dibujo que se le cayó a un joven con el que nos topamos. Tenía tu dirección, así que pensamos que era tuyo…

– Gracias. – Dijo Azoru. Sakura le estiró la mano para dárselo. Sin que ella se diera cuenta, su pulgar estaba sobre el dibujo. Azoru lo tomó, tocando con su pulgar el dibujo.

Todo ocurrió en un instante, que se transformó en una eternidad. De repente los minutos se volvieron horas, para luego detener totalmente el tiempo. Sakura todavía sostenía el dibujo y su rostro expresaba una sonrisa de alegría. Tomoyo sonreía detrás de ella. Eriol observaba en el lago cómo nadaban los peces, mientras Shaoran estaba recostado en un cerezo, volteando de reojo a mirarlos. Una carpa había saltado y todavía se sostenía en el aire.

– Así que tú lo tenías…– Se dirigió a la sonriente Sakura aunque ella, desde luego, no podía oírle. –…Mmm…Tendré que pedirle disculpas a Khrasuy…– Miró el dibujo del sello, que era el mismo que el dibujo de la tapa del libro que Khrasuy llevaba. Éste empezó a emitir destellos azul metálico. –…Por lo visto todavía no ha encontrado al Elegido…– Miró de nueva cuenta a Sakura. – ¿Serás tú, mi querida Card Captor?

La mirada de Azoru se tornó misteriosa. Aunque ella los tuviera cerrados por la expresión de la sonrisa, Azoru trazó una mirada fría a los ojos de Sakura. Sus pupilas se contrajeron hasta tomar una forma de las de un gato. Su cuerpo se empezó a rodear por un aura azulosa. Los iris celestes de sus ojos empezaron a emitir un resplandor dorado. El dije de su cadena brillaba dentro de su camiseta, emitiendo destellos plateados.

– Sello de la princesa, muestra tu poder ahora…– Inmediatamente el dibujo emitió un resplandor rosado, el cual formó una esfera de energía, que empezó a levitar por encima de la hoja. – Muéstrame quién será el Elegido, el Amo del Corrector de los Sellos…

La esfera empezó a zigzaguear en su lugar, como si se librara de alguna atadura, y después se dirigió hacia Azoru. Azoru soltó el papel y retuvo la esfera entre sus manos. Empezó a caminar de manera taciturna entre los presentes, observándoles con sus felinos ojos.

El primero fue Eriol. Azoru se paró frente a él. Al tocar sus zapatos el agua, la superficie de ésta se combó y hundió, rodeando cada uno pero sin tocarlo, como la arcilla al ser pisada. Debido a que él fondo del lago se inclinaba hacia el fondo, Azoru parecía más bajo que él. Eriol le miraba sereno; una leve sonrisa se dibujaba en sus labios.

Extendió sus manos en dirección de Eriol casi a la altura de su pecho y, acto seguido, soltó la esfera, que se quedó levitando en el aire, rotando. Repentinamente la esfera dejó de rotar, y empezó a levitar rumbo al pecho del joven mago. Un aura color rosa le rodeó; el color del aura se empezó a tornar amarillento. Azoru sonrió.

– Veremos si tu eres El Elegido…– Murmuró.

De repente, el aura empezó a tomar un color verdoso, hasta convertirse en azul. Azoru suspiró apesumbrado. Meneó la cabeza.

– Creo que me equivoqué…– Susurró. Dio un gran paso para salir del agua, que ya empezaba a regresar a su forma original. Una vez en tierra firme, se limpió las gotas de agua de sus pantalones jeans, como su fuera polvo. Algunas cayeron en el pantalón de Eriol. Después, extendió su mano izquierda. La esfera de energía salió levitando del pecho de Eriol y se colocó sobre la palma extendida del gran guardián.

El siguiente fue Shaoran. Esta vez, él ya no se metería otra vez al agua, estaba recargado en el cerezo, un poco separado del agua, pero lo suficiente para que él se pudiera parar frente a él sin mojarse. Solamente debería guardar equilibrio, para no caer al agua. Se paró frente a él. No pudo observar totalmente su rostro por que lo tenía volteado, mirando hacia atrás de reojo. Azoru sonrió burlonamente.

Realizó el mismo procedimiento, pero sin estirar mucho las manos, para no perder el equilibrio. Obtuvo los mismos resultados. Volvió a suspirar resignado. Recogió la esfera, pero esta vez colocando su mano frente al pecho del muchacho. Se dirigió hacia Tomoyo, pero al acercarse, la esfera emitió un sonido estridente, semejante a un trompetazo, Azoru miró a Tomoyo directo a los ojos.

– ¿Tu no tienes poderes mágicos, mi querida Tomoyo? – Le miró con sus felinos ojos. – ¿Pero se supone que tu mamá es pariente de la madre de Sakura¿O no?

No perdió tiempo y se dirigió a la última persona que quedaba, a Sakura. Estaba a dos pasos, cuando la esfera emitió otro sonido, pero éste semejante a una descarga eléctrica. Azoru se detuvo a observar la esfera.

– ¿Por qué hizo eso? – Murmuró. Inmediatamente alzó la mirada. – ¿Será posible?…

Reanudó la caminata, pero un poco más de prisa. Se colocó frente a ella. De repente, dentro de su blusa surgió un brillo rosado. La llave, el bastón estrella, resplandecía. Azoru observó algo desorientado a Sakura. Todavía no se explicaba porqué la esfera había emitido la señal de que la princesa estaba presente. Su mirada iba del rostro de la joven hasta su pecho, el lugar donde la llave resplandecía. No esperó más y, esperando obtener una respuesta, extendió sus manos hacia ella. No quedaron precisamente frente a sus pechos, pues al tener ella extendida la mano, no se lo permitía. La colocó un poco abajo de la base de su cuello.

– Veremos si lo que pienso es cierto…– Dijo Azoru. Después, el color del iris de sus ojos se tornó dorado. Cerró los ojos. –…Hashkam Hanjudrio do Dressyn1, muestra al guardián supremo, si ella es el Amo del Corrector de los Sellos…

Soltó la esfera. La llave brilló más todavía cuando la esfera entró en el cuerpo de Sakura. Un aura rosada le rodeó. Azoru esperó paciente. Después de unos minutos, se tornó rojiza. Azoru sonrió.

– Tu eres el Elegido…– La llave empezó a emitir varias descargas, a medida que el poder de Sakura aumentó. El aura roja empezó a expandirse rápida y silenciosamente, en forma de esfera., ocupando la mayor parte del patio. Poco a poco, todo regresó a la normalidad. La llave dejó de emitir destellos y regresó a la normalidad. Azoru extendió su mano y recibió la esfera. La regresó al lugar de donde había salido. Lentamente, la esfera de energía regresó al papel, emitiendo un resplandor dorado, tomó la forma del dibujo con un resplandor azuloso y regresó a la normalidad. Azoru cerró los ojos, poco a poco regresaron a la normalidad.

De repente, las horas se tornaron minutos y los minutos segundos. El tiempo regresó a la normalidad. Las aves regresaron a sus dulces trinos, los peces cayeron de nuevo al agua. El viento sopló de nuevo en los árboles, moviendo dulcemente sus ramas y hojas. Rápidamente, Azoru volvió a sostener la hoja y a volver a su actitud agradecida, instantes antes de que ellos se dieran cuenta del hechizo de tiempo lanzado.

– Podrías decirme qué es…– Preguntó Sakura. Azoru sonrió maliciosamente, tal vez por que ninguno se había dado cuenta de nada.

– Es una larga historia…– Mencionó, mientras inventaba una rápida historia para contarles. – Pero seré breve…Un antepasado de la madre de Susan era árabe. Siempre le interesaron los leones, como verás. El dibujo es de una quimera león coronada…

– ¡Ah¡Ya veo! – Comprendió Sakura.

– Bueno Azoru, nos retiramos…– Mencionó Tomoyo.

– Es que queremos aprovechar la tarde antes de tu fiesta…– Aclaró Sakura.

– ¡Ah si¡La fiesta¡Casi lo había olvidado! – Espetó Azoru.

– Nosotros tenemos otras cosas que hacer…– Comentó Shaoran.

– Bueno, entonces nos veremos en la tarde. – Refirió Azoru. – Espero que les haya gustado el lugar…

– Nos fascinó…– Dijo Eriol.

Dieron vuelta a toda la casa, comprobando que lo que Azoru había referido acerca de ese camino era verdad; tardaron como cinco minutos para llegar al patio principal. Azoru los escoltó hasta la puerta y se despidieron. Cada quien tomó su camino. Esperó hasta que se perdieron de vista. Luego empezó a caminar rápidamente, entró a la casa y cerró la puerta principal atrás suyo.

Esperó en silencio. Las luces de esa parte de la mansión estaban apagada, y por alguna razón, Azoru esa mañana mandó a cerrar las cortinas de la habitación. Un golpeteo continuo en el piso llegó a él desde su derecha. Una joven alta de tez blanca, cabello dorado y rizado, y vestida con una falda larga color verde olivo, una camisa manga larga y capa del mismo color, salió de la oscuridad y se dirigía hacia él. En sus manos llevaba una vara blanca, como de marfil, pero en la punta de ésta, un pequeño cristal con forma de rombo, color jade, levitaba y giraba en su eje, entre dos ramificaciones de la vara en forma de "V". La parte inferior de la vara era dorada. Azoru le sonrió levemente. Jasha se detuvo frente a él. Azoru le llegaba casi a los hombros.

– Hiciste muy bien el trabajo, Jasha…– Dijo con un acento parecido al alemán, muy marcado. – Te felicito…

La joven ictiana sonrió.

– ¿Lo hallaste? – Preguntó.

– Si…Es Sakura, como dijo Khrasuy…– Refirió Azoru.

– Tendrás que disculparte con él, – Jasha le amonestó, sonriendo burlona. – después de todo, él tenía razón…

Azoru la miró, le sonrió indiferente y empezó a caminar rumbó a su habitación.

– Lo haré después…– Le dijo sin siquiera voltear a verla.

Jasha suspiró decepcionada.

– La verdad quién te entiende…

CONTINUARÁ…


Bueno ­­­­­­­­­­­­­, eso es todo por ahora, les suplico que me disculpen por no haber puesto nada, no se preocupen mucho, lo que pasa (– ahí vas de nuevo con tus disculpas (��) - Bueno Touya, si no lo hago yo, quien más U) es que me han estado dejando muchas tareas y exámenes…pero ya no se preocupen más, voy a tratar de escribir pronto la continuación…

Bueno, cuídense mucho, y gracias por todo nuevamente…Touya: Se lo cuidan…El pelo no sean mal pensados -… ¡Ay Touya! U-U

Su amigo ARcAnGeL, después de todo, sigo aquí…Y Touya también u-u…

1 N. T:…Símbolo Sagrado del Sello