Capítulo II:

El Primer Sello.

Segunda Parte: La Fiesta.

Tomoeda, Jpn.

2:30 PM.

Cuando llegó Touya, junto con Yukito y Nakuru a la residencia Kinomoto, Kero todavía seguía jugando sus videojuegos en la habitación de Sakura.

– ¡Hey "Peluche"¡Ya llegué! – Gritó Touya desde la entrada. Nakuru lo miró sorprendida, era la primera vez que lo oía llamar a Keroberos de esa forma. – ¿Alguna novedad?

– No llames de esa manera a Kero, Touya…– Le amonestó Yukito, aunque en sus adentros se divertía oyéndoles.

Kero bajó flotando las escaleras.

– Ninguna¡y te he dicho que no me digas así! – Le recriminó Kero, con mirada asesina.

– No le digas así a Kero, Touya…– Le regañó Yukito dándole un pequeño codazo, aunque le divertía que a veces Touya molestara al guardián solar.

– ¿Ya llegó Sakura? – Preguntó Touya, mientras se dirigía a la cocina, seguido por Yukito, para dejar los víveres. Nakuru se sentó en un sofá de la sala y prendió la televisión.

– No, no ha llegado aún…– Mencionó Kero, mientras bajaba las escaleras. –…Me telefoneó hace unos minutos, me dijo que tuvo un retraso pero que ya venía en camino… ¡Ah! Por cierto, mencionó que ya había desayunado en casa de Azoru…

– Y dejó el desayuno en la nevera…– Comentó Touya algo molesto.

Kero sonrió.

– Al saber que Sakura no iba a desayunar, ni Tomoyo, me lo comí…– Touya le miró serio.

– Eres un glotón… "Peluche"… – Toya le dirigió una mirada malévola.

– ¡Óyeme!…– Contestó enojado Kero.

– ¿Azoru? – Interrumpió Nakuru desde la sala. Se recargó en el sof�, mirando hacia atrás. Su larga cabellera casi tocaba el suelo. – ¿No es acaso el hermano de Susan?…

– ¡El mismo! – Contestó Yukito desde la cocina. – El norteamericano…

– ¿De qué hablan? – Preguntó Kero, mientras se posaba en la barra de la cocina.

– Del nuevo compañero de Sakura…– Aclaró Touya, mientras guardaba rápidamente unas galletas de coco en la alacena, para que aquél pequeño glotón no las viera.

– Mmm…El norteamerinaco ¿no?

– El mismo. – Dijo Yukito.

Yukito y Touya terminaron de guardar los víveres en su lugar rápidamente. A Touya se le ocurrió revisar el frasco de caramelos, tal vez para tomar algunos. Lo encontró vacío, Kero se los había acabado. Le dirigió una mirada molesta al pequeño guardián, quien le regresó una sonrisa burlona.

Kero regresó al cuarto de Sakura a terminar sus videojuegos. Yukito, junto con Nakuru, se sentaron a mirar el televisor. Touya telefoneó a su trabajo, pues querría saber si había algún encargo urgente para él esa tarde.

– Hoy no hay ninguno, Touya…– Contestó una dulce voz femenina del otro lado de la línea.

– Esta bien, gracias Akane…– Contestó.

– Por nada…– Su voz sonó con u acento algo especial, si bien no llevaba no mucho tiempo trabajando Touya, Akane, la hija del dueño del negocio en el que trabajaba, se estaba enamorando de él muy rápidamente. Para el pesar de ella, estaba comprometida con uno de los ex-compañeros de universidad de Touya, por quien lo conoció. Touya, aunque era gentil, se mostraba serio a veces para con ella, para no elevar sus ánimos. No quería problemas.

– Nos veremos el lunes, – Touya alcanzó a oír una risita alegre. – Así que hasta entonces…–Se despidió.

– Ok…– Contestó serio.


– ¿Qué es lo que tienes Sakura? – Preguntó Tomoyo, al ver el silencio de su amiga.

– ¡Eh! – Sakura estaba absorta en sus pensamientos cuando Tomoyo le preguntó. – No… ¡Nada!…

De repente, Tomoyo se paró frente a ella.

– Sakura, – Le interpuso. – Desde ayer te noto muy extraña…Dime¿Qué es lo que pasa¿Te sucede algo¿Algo malo?…

– No…– Respondió pausadamente, como si ordenara sus ideas. – La verdad no se…no se que es lo que sucede…– Tomoyo la miró preocupada. Siguieron su camino.

Se detuvieron en el paso peatonal para cruzar una avenida. Esperaron la señal de paso. Sakura se veía muy pensativa y confundida. Tomoyo solamente la observaba.

– Me han estado ocurriendo cosas muy extrañas…Tomoyo…– Comentó al final.

– ¿Extrañas?… ¿En qué sentido, Sakura?…– Preguntó interesada.

– Es lo que no se…ayer tuve un sueño, fue horrible…– Sakura sintió que un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. – Al principio me pareció normal…Pero de repente, todo cambio…

La señal cambió, dando paso a los peatones. Sakura respiró hondo y le relató brevemente acerca del sueño que tuvo. No le comentó acerca de que la iban a sacrificar en su sueño ni de lo ocurrido cuando despertó. Tomoyo escuchaba a Sakura, quien trataba de no conmocionarse mucho con esos extraños sucesos. El camino parecía eterno, pero llegaron a la residencia Kinomoto.


– ¡Ya llegué, hermano! – Gritó Sakura desde la perta de entrada, mientras ella y Tomoyo ponían sus zapatos en la entrada y se colocaban sus sandalias. Una voz muy familiar de un joven les dio la bienvenida. Iba vestido de una camisa blanca, que contrastaba un poco con su tez albina, y unos pantalones vaqueros color café; un cinturón de hebilla dorada sostenía la prenda.

– Bienvenida Sakura, Tomoyo…– Respondió Yukito.

– ¡Hola Yukito! – Dijo Sakura alegremente, al ver al joven.

– Buenas tardes, joven Yukito…– Contestó cortésmente la joven de cabellos azabaches.

En la sala se encontraron con Nakuru, y Touya en la cocina. Yukito lo alcanzó y se colocó un delantal.

– Hola Ruby Moon…– Dijo Sakura.

– Buenas tardes Sakura. – Contestó la guardiana lunar.

Nakuru se incorporó. Inmediatamente, dos alas grandes de mariposa rodearon su esbelto cuerpo para dar paso a la bella figura de la guardiana lunar.

– ¡Espera a que traiga la aspiradora!…

Pétalos de rosas cayeron y se esparcieron por toda la sala. Touya a regañadientes, tomó la aspiradora y empezó a limpiar. La guardiana lunar lo observó divertida, mientras sus alas se ocultaban. Touya la miró y se sonrojó. Aunque ya sabía de la verdadera identidad de Nakuru, aún el asombro que sentía cada vez que la veía transformada no había disminuido. Ruby Moon le sonrió, sospechando que aquél sonrojo era un arco reflejo de los poderes que ella poseía. Touya serenizó su rostro y, después de acabar de aspirar, se incorporó.

– Vine a preguntarte algo, Sakura…– Se dirigió Ruby a Sakura. – Quería saber si habías visto a Eriol esta mañana, por que Spinel y yo estamos muy preocupadas, pues no llegó a la hora que dijo…

– Lo vimos en la mañana, Akisuki. – Contestó Tomoyo, sonriente. También sabía de la verdadera forma de Nakuru. – Perdón, Ruby Moon…Estaba acompañando a Shaoran a hacer unas compras…

Sakura se sonrojó un poco al oír de nuevo el nombre de aquél que era el dueño de su corazón. Tanto Touya como Kero abrieron los ojos desmesuradamente. Uno por molestia y el otro por asombro. Una sola pregunta cruzó por la mente de ambos.

– "�¿Qué hace aquí ese mocoso!"

– Conque el joven Shaoran…– Pensó Ruby Moon en voz alta.

– Si…– Respondió la joven.

– Los vimos hace no mucho. – Repuso Sakura. – Comentó que ya iban de regreso…

– ¡Ok¡Gracias! – Contestó la dulce guardiana.

– ¿Entonces no te quedaras a almorzar? – Preguntó Yukito.

– Mmm…– Ruby Moon hizo como si lo pensara muy cuidadosamente, dirigió una mirada a Touya, quien la observaba serio. Ruby sonrió. – Sí, solamente telefonearé a mi casa…

– Que bien…– Contestó Yukito. Después se volvió hacia Sakura. – Por cierto Sakura, te traigo un dulce, por la otra vez, cuando perdí…

Yukito sacó un paquete de papel no muy pequeño de su bolsillo. Desdobló el papel y le mostró un caramelo de buen tamaño, sabor cereza, a la asombrada Sakura.

– ¡Ay, Yukito¡No te hubieras molestado! – Exclamó con gran felicidad y sorpresa, la joven Card Captor.

– No es molestia…– Dijo él con una sonrisa. Kero observó envidioso aquel premio. Se le hacía agua la boca. – Es tuyo, tómalo. – Y le extendió la mano.

Sakura caminó para tomarlo.

– Gracias Yukito…

En ese momento, todo se volvió negro. No recordó cuando cayó al piso, pero si alcanzó a oír su nombre, antes de desvanecerse. Su última visión fue que Touya y Yukito se le acercaban. Una voz, antes de ocultar sus bellas esmeraldas tras sus párpados y perder la conciencia, resonó por su mente.

– ¡Por favor ayúdanos!…


Eriol y Shaoran llegaron a la residencia donde ahora estaban viviendo tanto Eriol como sus guardianas. Era un edificio muy bello y algo lujoso, donde alquilaban suites muy amplias, prácticamente, cada suite era como una casa. El edificio no era muy alto, pero la primera impresión que daba era que era muy costoso. Shaoran supuso que la familia de Eriol podría costear ese precio.

– ¿No es muy caro todo por aquí? – Preguntó Shaoran, mientras daba un vistazo a la recepción, un lugar muy delicadamente adornado.

– No…– Respondió sencillo Eriol. – Mi madre conoce al dueño de este lugar, son muy amigos desde su infancia, así que, prácticamente nos sale muy económico.

Se acercó a la recepcionista de turno y pidió las llaves del Penthouse. La joven accedió con una leve reverencia y empezó a buscar las llaves en un tablero atrás de ella. Las encontró y se las entregó.

– Por cierto, un joven vino por la mañana preguntando por usted, – Le informó la joven. – Le dije que usted no se encontraba, pero que estaban su hermana solamente, e subió, y creo que por lo visto no le encontró, dejó un recado escrito…– Le extendió un pequeño papel rudamente doblado, se notaba que éste muchacho lo dobló muy mal. – Y dijo que traía prisa y que tal vez regresaría…

– Muchas gracias, señorita…– Se inclinó para leer el nombre de la recepcionista de su gafete. –…Nadeshiko…

La joven se sonrojó un poco ante el joven inglés. Eriol sabía que a veces ella le coqueteaba un poco, pues tenían la misma edad. Se despidió con una pequeña reverencia y se dirigió a donde Shaoran estaba parado.

– ¿Hermana?…– Dijo Shaoran con un tono extrañado. Eriol solo contestó con una sonrisa. Se dirigieron al ascensor.

Eriol apretó un botón y las puertas del ascensor se abrieron minutos después. El cubículo del aparato era muy lujoso. Varios espejos rodeaban la mitad superior de las paredes del ascensor, mientras que la otra parte era un papel tapiz rojo con pequeños adornos en forma de flores, negros. Una alfombra roja adornaba el suelo, mientras que un pasamanos dorado servía de frontera entre el papel tapiz y los espejos. La chapa del tablero de control también era dorada. Eriol se acercó al tablero y pulsó un botón blanco con las letras "PH", penthouse; éste parpadeo con destellos amarillos, y la maquina se puso en marcha.

– ¿Qué crees que fue eso? – le cuestionó Shaoran.

– ¿Que fue qué? – Respondió Eriol.

– Lo que sentimos en la casa de Azoru… ¿No te pareció extraño?…

– ¿Te refieres a lo de la Carta Sakura?…– Dijo, luego tomó una actitud algo pensativa. – No lo sé…También se me hace extraño…Pero el decía que sucedían cosas raras en ese lugar…

– No sé, pero yo voy a investigar sobre eso…– Comentó Shaoran.

– Yo también lo tengo planeado…– Mencionó. – También se lo comentaré a Sakura y a sus guardianes…Tal vez ellos sepan algo más…

– Y también a Tomoyo…– Comentó Shaoran. Eriol lo miró extrañado por mencionarla a ella. Shaoran le sonrió.

– ¿Te diste cuenta que él no le quitaba los ojos de encima? – Entonces Erio cayó en razón. Mientras desayunaban, Eriol había pillado a Tomoyo y a Azoru dirigiéndose miradas juguetonas. No les había tomado mucha importancia, pues pensó que Azoru se divertía al ver que a Tomoyo le habían gustado sus guisos. Una pequeña molestia nació de él.

– No me había dado cuenta…– Suspiró, y luego le dirigió una mirada maliciosa. – Pero tampoco veía a Sakura con muy buenos ojos…

– �¿Qué dijiste!…– Shaoran le miró receloso. Una vena se resaltó en su sien. Luego ambos se miraron, y, por fortuna, estallaron en risas.

El elevador emitió un sonido semejante a una campanilla. Y la puerta se abrió. Ambos jóvenes salieron. El pasillo no era muy grande, pues solo unía a dos puertas y al ascensor. Eriol se dirigió a la puerta derecha. Era una puerta de dos hojas, de cedro, finamente tallada y barnizada. Antes de llegar, Eriol extendió la mano apuntando al cerrojo con la llave. Luego soltó la llave, que inmediatamente flotó hacia la puerta, se introdujo en el cerrojo y dio un giro. El picaporte se movió solo y la puerta se abrió.

– Creo que nunca cambiarás…– Comentó Shaoran, burlonamente. Eriol solo se limitó a contestarle con una sonrisa y una mirada malévola.

Entraron a la residencia. La habitación de recepción era muy amplia. Una sala de muebles rojos con chimenea se encontraba junto a una ventana, que daba a un parque cercano, donde reinaba el verde y el rosa. El antiguo sillón del mago Clow, una de las pocas cosas que pudo rescatar Eriol de la vieja mansión, era el mueble más cercano a la fogata. El lugar no estaba muy iluminado, pues tanto Eriol como Spinel Sun se encargaban de mantenerlo así. Spinel saltó de un sillón cercano, donde estaba leyendo un libro, y se le acercó volando a su joven amo.

– Buenas tardes amo, nos tenía preocupadas a Ruby y a mí…– Comentó la guardiana, mientras se posaba cerca de sus pies. Eriol bajó la mirada y le sonrió. – ¿Dónde estuvo?…

– Tuve un retraso. – Comentó el mago. – Pero ya no te preocupes.

–…– Spinel le miró seriamente. Luego dirigió su mirada al visitante.

– Buenas tardes, joven Shaoran, bienvenido…– Comentó.

– Gracias. – Shaoran le sonrió.

– Por cierto, amo, Ruby telefoneo hace unos minutos. – Comentó, mientras daba acceso a los jóvenes, para que entraran. – Dijo que se iba a quedar en a almorzar con Touya Kinomoto…

Eriol y Shaoran se dirigieron a la sala. Eriol se sentó en la cómoda del mago, mientras que Shaoran se sentaba en un sillón frente a él. Eriol no se explicaba qué hacía Ruby Moon fuera; la respuesta le llegó de golpe, había salido, por encargo de Spinel, a buscarle. Spinel regresó a leer su libro, que estaba junto al joven Shaoran.

– Por cierto, vino un joven desconocido buscándole…– Eriol le miró. Shaoran miró a Spinel de reojo, interesado por la noticia. Luego miró a Eriol, al ver que iba a contestar.

– La recepcionista ya me puso sobre aviso, – Contestó. – Gracias Spinel…

De repente, a Shaoran le sobrevino un gran sueño. Extendió los brazos a lo largo del sillón y reclinó la cabeza. Eriol también empezó a sentirse cansado. Varias gotitas de sudor nacieron en su frente, eso no era normal. Spinel les miró algo alarmada.

– ¿Les sucede algo? – Su mirada iba de Eriol a Shaoran, y viceversa.

– No lo sé…Esto no es normal…– Dijo Eriol mientras luchaba por no quedarse dormido. El sueño le venció fácilmente, y quedó dormido. Perdió rápidamente el conocimiento.

– ¿Amo? – Spinel se paró, al ver que Eriol se había quedado dormido, aunque todavía respiraba algo agitado. Pronto, su respiración desaceleró el ritmo. Se desmayó. Shaoran todavía no cedía terreno tan fácilmente. Spinel se empezó a asustar.

– ¿Qué me esta pasando? – Dijo Shaoran con voz muy forzada, mientras intentaba mantenerse despierto. – Algo no está bien…No puedo más…– Shaoran también se quedó inconsciente.

– �¿Joven Shaoran! – Spinel voló hasta colocarse frente a él, y le movió el rostro, tratando de despertarle. En la cara de Shaoran todavía se dibujaba una mueca de lucha. Luego sobrevoló rápidamente hasta llegar frente a Eriol, repitiendo el mismo proceso. – �¿Amó! – Spinel se alarmó mucho. Varias gotitas de sudor nacieron de su cabecita. – ¡Responda!

Invocó un hechizo para que despertaran, pero no funcionó. Al ver esto, voló rápidamente hasta donde estaba el teléfono. Lo descolgó con algo de dificultad y empezó a marcar.

– ¡Rápido! – Gritó, mientras el teléfono marcaba. Para su suerte, contestaron después del segundo timbrazo.

– Residencia Kinomoto…– Contestó una voz masculina del otro lado de la línea.

– ¡Ruby, ven pronto!…– Gritó por el auricular.


Cuando Sakura despertó, estaba en su cuarto. Poco a poco, el techo de su habitación iba surgiendo a medida que abría los ojos. Sintió que una mano delicada se le había posado en su frente. Volteó y vio a Tomoyo sentada junto a ella, en la cabecera de su cama. Ella le sonrió y retiró su mano para colocarla en su regazo.

– ¿Te sientes mejor, Sakurita?– Preguntó Tomoyo dulcemente, aunque con un asomo de preocupación e su voz.

– Creo que sí…– Contestó Sakura tratando de sentarse en la cama. Cuando ya casi lo lograba, las fuerzas en sus brazos le flaquearon, haciéndola caer pesadamente de nuevo en la cama. Le dolía un poco la cabeza, por lo que ella se puso una de sus manos en su frente.

– Será mejor que no te esfuerces mucho…– Contestó una voz masculina, con un acento algo frío, aunque en un tono un tanto preocupado. Sakura volteó para ver de donde provenía esa voz, y descubrió a Yue, apostado junto a la puerta de su cuarto, mirándola fijamente, con sus dos ojos azules. – Aún sigues débil…

– ¿Qué me paso? – Preguntó algo aturdida. Se retiró la mano de su frente.

– Te desmayaste, Sakura…– Contestó Kero. Sakura le miró. Él estaba sentado a la orilla del tocador, moviendo sus patitas en el aire, con los brazos cruzados. Le miraba preocupado.

– ¿Pero cómo?…– Preguntó ella.

– No sabemos a ciencia cierta cómo o porqué. – Respondió Yue. – Tomoyo nos dijo que no hicieron demasiado ejercicio, como para suponer que esa fuera una razón…

Sakura miró a Tomoyo, preguntándole en voz baja si ella había dicho eso. Ella asintió levemente, con una sonrisa algo pícara.

– Sin embargo, – Interrumpió Kero. – Sí se mencionó que fueron a casa del muchacho americano¿no habrás comido algo malo, Sakura? Tal vez comiste algo que te hizo mucho mal…

Sakura recordó lo que había comido: un tazón de frutas con un poco de yogurt natural, nada más. Fuera de eso, nada. Y por cierto, estuvo delicioso.

– Pues nada más allá de un tazón de frutas…– Recordó. Yue le miró seriamente. Enarcó una ceja, con actitud de alentarle a seguir recordando. Kero solo la observaba y oía atentamente. – Y si hubiera sido la comida, yo creo que desde el mismo instante en que terminé de comer, me hubiera sentido mal…

– Buen punto…– Contestó Tomoyo.

Kero y Yue se miraron.

– Entonces, esto lo hace más difícil de entender…– Mencionó Yue.

– ¿Por qué?…– Preguntó Sakura.

– Podría tratarse de algo mágico…

Alguien tocó la puerta, y seguido la abrió.

– ¡Toc, toc!…– Fujitaka entró a la habitación. Vio a Sakura despierta. Se sintió menos preocupado. – ¿Cómo te sientes, mi pequeña Sakura? – Preguntó. Vestía una camisa de manga corta color azul claro y llevaba unos pantalones cafés. Traía puesto un delantal y llevaba consigo una bandeja con tazas de té. – Traje té para todos; y para ver si esto te hacía sentir mejor, Sakura…

Tomoyo le ayudó a repartir las tazas a los presentes. Fujitaka tomó una taza y se acercó a la cama para darle la suya a Sakura. Ella intentó volver a incorporarse, y ésta vez, lo logró.

– ¡Gracias pap�! ­– Agradeció, con una amplia sonrisa, que hizo que Fujitaka no se sintiera tan preocupado.

– Por nada, hija. Por nada. – Respondió él, suspiró agradecido.

Sakura tomó un sorbo de té, estaba delicioso. No era para más, pues lo había hecho su papá. Recordó a su hermano y a Ruby, deberían seguir todavía abajo.

– ¿Y Touya? – Preguntó sin querer. Tanto Tomoyo como Kero se asombraron de la pregunta.

– Se fue a ayudar a Ruby Moon. – Contestó Yue. – Algo le pasó a Eriol y a Shaoran…

– �¿Cómo! – Preguntó exaltada. Casi derrama un poco del líquido en su cama. – �¿Qué les sucedió!

– Nada malo, – Respondió Kero. – Sufrieron un desmayo como tú, solo que esa Spinel le exageró un poco…

Kero le contó que, diez minutos después de que ella se desmayara y la subieran entre Touya y Yue, ya que Yukito instantes después de verla desmayarse, se transformó, Spinel llamó de urgencia. Gritaba tanto que casi deja sordo a Fujitaka, quien venía llegando y contestó, y a Ruby Moon cuando contestó. Ruby platicó con ella y le tranquilizó, puesto que estaba muy asustada. Colgó diciéndole que iba en seguida y que llevaría ayuda, por cualquier cosa. Después le comentó que tanto Eriol como Shaoran se desmayaron súbitamente y que, al lanzar Spinel un hechizo para que ellos despertaran, no pasó nada. Touya la acompañó, para ver que había sucedido.

– Touya habló hace un minuto, – Continuo Yue. – Dijo que ya todo estaba bajo control, y que estaría allá hasta que los muchachos despertaran…No te preocupes…

– Está bien. – Dijo Sakura, más aliviada.

Sakura volteo a ver a Tomoyo, y descubrió que ella le miraba con los ojos muy abiertos, bastante impresionada. Sakura no lo notaba, pero la blusa que traía puesta transparentaba el vendaje que llevaba.

– ¡Sakura¿Qué te pasó! – Preguntó llevándose las manos a las mejillas, en actitud de asombro.

– ¿Eh?

– �¿Por qué estas vendada!

– Pues…– Suspiro resignada. – Aún no te conté todo el sueño…

– Es una larga y extraña historia…– Respondió Kero.

Azoru estaba sentado en el estudio de la mansión. El estudio no era muy amplio, en comparación de los demás cuartos y salas, pero era un poco largo. En el centro del techo colgaba un candelabro dorado, y unos bombillos en forma de llamas, sostenidos en unos tubos con formas de velas, iluminaban el cuarto. Cerca de la puerta de entrada, corrediza, la cual tenía pequeñas ventanillas de cristal cortado, que permitían ver hacia fuera o quien se acercaba, se encontraban varios estantes con libros. Las puertas de estos libreros era de vidrio; el mueble era de caoba. Antes de llegar cerca de un elegante escritorio de cedro que se encontraba al fondo de la habitación, había un sillón a ambos lados de la habitación. Luke, bajo la forma de Azoru, estaba sentado detrás de un firme escritorio de cedro rojo, una pequeña lamparilla de campana alargada verde estaba a un costado y, sobre el mueble, varios papeles estaban dispersos aquí y all�, sin orden aparente. Frente al escritorio había tres sillas de hierro, de cojinetes negros. En medio de la habitación había un espacio suficiente, como para colocar una mesa de ping-pong plegable, que Jasha guardaba en un armario, justo a la izquierda del escritorio. La luz entraba por las ventanas atrás de él, donde sus cortinas de color hueso solo dejaban pasar el resplandor solar. En el piso, se hallaba un dibujo de un sol, encerrado en un circulo de relleno azul rey.

Azoru leía el periódico de ese día. Al irse Sakura, Eriol y Tomoyo, había tomado un baño y después se encerró en el estudio, huyendo del bullicio y el ajetreo que se estaba llevando afuera. Vestía de una camisa polo color verde claro y unos pantalones blancos.

–"Solo espero que el hechizo no les halla hecho daño…"– Decía en sus adentros, al recordar a sus visitas. – "Bueno, no creo que pase de un leve desmayo y un dolor de cabeza…Y creo que de todos, la más afortunada fue Tomoyo…Pero me preocupa más Sakura…En ella el hechizo fue muy fuerte…"– Sonrió deliberadamente. – "¡No lo creo! No pasará más allá de una fiebre momentánea y de un desmayo un poco más largo…"

Acababa de poner el periódico sobre el escritorio cuando oyó que la puerta se abrió, emitiendo un leve rechinido. Un joven de cara larga y algo fina, ojos café muy oscuro y pelo oscuro penetró en la habitación, su porte le daba aires de inteligencia. Khrasuy entró, cerrando la puerta tras de sí. Azoru alzó la vista un poco, mirando de reojo. Khrasuy se sentó en una silla. Vestía una camisa de tabloides verdes y amarillos, encima un chaleco verde claro; un pantalón color blanco y zapatos de charol negro.

– Creo que alguien me debe una disculpa…– Mencionó, inclinándose hacia delante, recargando sus codos en sus muslos y poniendo sus manos en forma de "V" inversa, casi a la altura de su boca; de esta manera, podía mirar a Azoru a sus azules ojos.

Azoru solo respondió enarcando una ceja.

–…– Khrasuy se inclinó más hacia adelante, abriendo un poco más los ojos, motivando a una respuesta. Azoru Se enderezó y se dejo caer en el respaldo del sillón, que era más alto y amplio que él. Khrasuy también se enderezó.

– Creo que no tienes remedio, Noght'Paght1…– Sonrió irónico. – Desde que te nombre mi consejero y mensajero personal, te comportas muy berrinchudo…Creo que hasta Jasha se comporta mejor que tú…

– ¡Óyeme!…– Azoru extendió la palma de la mano, calmándolo; sonrió burlonamente, y chasqueó la boca.

– Tranquilo, – Comentó. – Era una broma…Te pido que me dispenses…– Khrasuy sonrió. – ¡Pero! Por favor, se más cuidadoso en lo que haces… ¿Quieres?…

Khrasuy volteó el rostro hacia su chaleco verde, ya se había cambiado su chaleco naranja, su favorito.

– Traigo noticias de nuestro Patraghtian Plath, Ictianishak2…– Dijo mientras sacaba algo parecido a una pequeña base de una columna. Ésta era de forma circular y de un vivo color verde metálico. Ambos tomaron una actitud seria. – Es del sur del reino…

– ¿Del sur?…– Preguntó Azoru, con algo de nerviosismo. Se inclinó hacia el escritorio. Sabía que en esa zona la guerra era más fuerte.

– Si…– Contestó. Mientras le extendía el mensaje.

–…– Azoru extendió el brazo, sentía que las manos le temblaban.

Azoru tomó el mensaje con algo de nerviosismo, era la primera vez que recibía noticias, después de casi una semana, de la llegada al planeta Tierra, y especialmente por provenir del sur. Lo observó.

– ¿De qué parte?…– Preguntó.

– De Gholiam…– Le respondió.

Pasó la mano por encima de la base menor y esta emitió un resplandor color verde claro, muy intenso. Azoru lo colocó en el escritorio y se reclinó en el sillón, con los brazos cruzados, intentando no demostrar su nerviosismo.

De repente, un remolino de destellos blancos surgió de él, y la figura de una mujer joven, vestida con una armadura extraña, surgió. Llevaba una capa color dorado, con la parte interna de terciopelo rojo, sostenidas por hombreras plateadas, del mismo color que la armadura, formadas por láminas de metal. En el peto de su armadura llevaba una insignia de color anaranjada, con forma de un ave fénix, en cuya cabeza había algo semejante a una corona con puntos plateados en sus puntas. Aunque era joven, su rostro era semejante al de una mujer mayor, marcado por la dureza de las batallas y los entrenamientos. Hizo una reverencia llevándose el brazo derecho a la altura del pecho, con la mano extendida, y flexionando un poco la pierna derecha.

Im Fiuttrek, le traigo noticias acerca de la guerra…– Se enderezó. Al parecer, alguien le llamó por que la joven volteó la cabeza, palabreando algo en ictiano, que no fue muy comprensible, luego tomó una posición de firmes. – No son agradables…

Azoru entrecerró los ojos, con una actitud seria. Khrasuy, que ya había revisado el mensaje con anterioridad, sabía que no era nada grato.

– La ciudad ha resistido muy bien el sitio hasta ahora y nuestro ejército ha peleado como héroes, pero sabemos que el enemigo ha conseguido armas más fuertes, por lo que no sabemos cuantos sectores de la ciudad perderemos en las últimas horas…– Azoru entrecerró los ojos. – Sin embargo, traemos malas noticias…Hemos perdido la provincia3 de Fraghoos a manos del ejército enemigo, después de tres Gíhis4 de sitio…La batalla fue dura, pero peleamos con todas nuestras fuerzas…– La muchacha guardo silencio, como ordenando sus ideas. Azoru se empezó a desesperar. – Nadie sobrevivió…

Azoru cerró los ojos, mientras intentaba ahogar un sollozo. Esa provincia era la que suplía a todo el reino, y era la más poblada. No podía creer la matanza que se debía haber hecho.

– Nuestros espías también han traído un informe acerca de las actividades del enemigo…– De uno de sus guantes sacó una hoja de papel, delicadamente enrollada y sellada con un cordel dorado. Le quitó el cordel y empezó a leerla. – Los Mayuriaghs junto a los Jhratianos, se han unido al ejército de Shabraímp, sometiéndose a las órdenes de El Innombrable. Ahora su número aumenta a millones, contra nuestros miles…– Azoru puso una mano en su barbilla. Su mirada paso de seria a la de preocupada. – También sabemos que ha mandado a los Sellos Malignos para buscar al Amo y al Corrector de los sellos, y, una vez que los halle, aniquilarlos…– Azoru sintió una punzada en el pecho, y la angustia empezó a verse en su rostro. – También a encargarse de aniquilar toda forma de vida sobre el planeta Tierra, por lo que le rogamos que actúe cuanto antes, por que esto ya no esta en nuestra manos¡Oh Yahr Fuittrekenk5! Sabemos que el primero de los sellos será Draktar y que debió llegar, según nuestros sabios, cuando usted arribó a la Tierra…Le pedimos su discreción para que no sea descubierto, y halle pronto al Amo…– Enrolló nuevamente el papel y lo guardó en su guante de nuevo. De repente, se oyó un sonido semejante a una explosión. Azoru se levantó de la silla. La joven volteó rápidamente y luego gritó ordenes para que finalizaran la transmisión, mientras sacaba una espada. La imagen se desvaneció y el mensaje dejó de brillar.

– Ese mensaje fue terminado de grabar justo antes de que la ciudad fuera tomada por el enemigo. – Aclaró. – Gracias a la habilidad y destreza de un mensajero, este mensaje no cayó en manos enemigas…

–…– Azoru se veía muy pensativo. Poco a poco asimilaba la noticia.

– Khrasuy… ¿Sabes lo que esto significa? – Dijo Azoru, sin dejar de ver al mensaje.

Khrasuy sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo, a medida que el poder de Azoru iba aumentando.

– S-sí…– Tartamudeó; poco a poco se levantaba de la silla. Varias gotas de sudor nacieron de su frente.

– Al ritmo que esto va, perderemos el planeta entero… ¡Diantres! – Azoru golpeó fuertemente con el escritorio. – ¡A este ritmo perderemos todo¡Nada va a sobrevivir!… ¡Rayos!…– Volvió a golpear la mesa, esta vez con la palma de la mano.

Una gota de sudor nació en la cabeza de Khrasuy, al ver que Azoru se empezaba a poner rojo del coraje.

– ¡Diantres¡No debí haber dejado pendiente esa responsabilidad a ellos solos! – Azoru se dejó caer pesadamente en el asiento. Bajó su vista mientras meneaba su cabeza en señal de desaprobación. – No debí haber venido…– Murmuró. – Hemos perdido toda comunicación con la parte sur, y toda esperanza de conseguir nuevos aliados ha desaparecido…Con la caída de esta provincia, nos han cortado toda vía de suministros, ictians, refuerzos, todo…– Su voz se tornó pesarosa. – ¿Sabes que es lo que esto significa?…Estamos solos en este planeta…Ellos no nos podrán ayudar…La única esperanza que les queda son los Oráculos del Norte, pero nadie sabe donde están, ni estarán…Estamos perdiendo nuestro planeta…

– Pero aún tenemos esperanza, señor…– Mencionó. Azoru levantó su vista y le miró a los ojos. Khrasuy vio que en los ojos del Fiuttrek se reflejaba un gran odio y una gran angustia. – Recuerde que ya encontramos al Corrector, y que ella podrá salvarnos…

– La verdad…No estoy muy convencido de que ella pueda con esto…– Dijo, con tono sombrío. – No creo que tenga la suficiente capacidad de enfrentar a los Sellos y derrotarlos…

– Yo creo que sí…– Afirmó Khrasuy, con un poco de seguridad en sus palabras. La poderosa presencia que sentía en ese momento, proveniente de Azoru, le intimidaba. – En todo el tiempo que tanto Jasha y yo la estuvimos observando…Sabemos que ella podrá…Lo hemos visto una y otra vez, al luchar contra las cartas y contra la reencarnación…Ella puede hacerlo…Por eso ella fue la elegida, por que sé que ella es capaz de hacerlo…

Azoru se reclinó, poniendo los codos sobre la superficie lustrada del escritorio. Las cosas aún no acababan.

– Sabes…– Su voz sonaba muy pesarosa. – Lo que más me intriga desde que comenzó esta guerra, es que nuestra gente ha ido muriendo, ha sido asesinada sutilmente, aprovechando que nosotros somos un pueblo amante de la paz y la justicia, no de la guerra…– Sus ojos se ocultaron tras el fleco de su dorada cabellera. Sonrió irónico. – Quién diría que a veces tu mejor amigo será el que acabará contigo…Pero hay algo que me intriga más…Tu lo sabes…

– Si…– Contestó Khrasuy, bajando la mirada al suelo. – ¿Cómo piensas decírselo?…

– Aún no lo sé…Aún no lo sé…– Dijo Azoru.

Se oyó un pequeño sollozo que provenía de la pequeña bodega. Luego, claramente pudieron distinguir el llanto de una mujer. Ambos se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la puerta del armario. Khrasuy tomó el picaporte y lo hizo girar. Adentro estaba Susan, quien había escuchado todo. Ninguno de los dos había notado su presencia, pues ella la había bajado, cuando escuchó que Azoru entró al estudio. Estaba buscando unas cosas que había dejado allí cuando escuchó el mensaje. No podía dar crédito a lo que oía, le costaba asimilar la información. Los padres y los hermanos de la guardiana vivían en esa provincia. Su familia era muy conocida en esa ciudad, y era la más respetada. Cuando ellas los dejó para servir en la Armada de los Guardianes, era muy joven, tendría 126 años, que en años terrestres sería el equivalente a 18 años. A sus 220 años empezó a servir en la Guardia Real, donde conoció a Lukey, o Luke. Se hizo rápidamente popular entre todos los guardianes, por su carisma y su buen corazón. Cuando comenzó la guerra y supo que esa provincia estaba sitiada, siempre que veía llegar a algún guardián proveniente de allá preguntaba por su padre y su familia. Cuando les respondían que ellos se hallaban bien o le enviaban un mensaje, ella se ponía muy feliz. Pero cuando no le decían nada, ella se angustiaba y se iba a refugiar en los brazos de Khrasuy, o de Luke, y este último siempre le aconsejaba o le decía algo para que se animara. Así siguió, hasta que, junto a Khrasuy, fue enviada en misión supersecreta a la Tierra, primero a hallar al mago Clow, por encargo real, y después de enterarse del fallecimiento de este hace largo tiempo, y la existencia de Sakura como Card Captor, se dedicó de lleno a eso. Sin embargo, siempre pensaba en su familia. Pero ahora oía la noticia más aterradora de su vida. Su familia amada había muerto a manos de asesinos despiadados.

Susan corrió a los brazos de Khrasuy, quien le rodeó con un fuerte abrazo. Ella lloraba inconsolable.

– �¿Porqué! – Gritaba ella, mientras sus lágrimas empapaban el hombro del joven guardián. – �¿Por qué tiene que pasarme esto a mi!…¡Mataron a mi familia!… ¡Los mataron a todos!…

– Tranquila…– Le susurró Khrasuy.

Susan dirigió una mirada furiosa a Azoru.

– ¡Tú!…– Dijo ella, mientras se despegaba de Khrasuy, y se dirigía rápidamente hacia Azoru. Khrasuy la pudo detener brevemente tomándole por un brazo. Ella se liberó rápidamente. – ¡Tú tienes la culpa, por haberme retirado del frente de batalla, para traerme a este maldito planeta!…

Azoru se puso serio, como inmutable. Ya conocía esa faceta de ella, y por suerte, a veces la lograba tranquilizar.

– Te lo voy a plantear así…– Dijo él, con voz recia. – Si no te traía aquí, tú en éste momento estaría muerta…

– ¡Pero hubiera muerto protegiendo a los míos! – Contestó furiosa, tomando a Azoru por el cuello de su camisa polo. – ¡Tu tienes la culpa!…

Azoru la miró a los ojos con aires de superioridad. Ella lo soltó inmediatamente, hacerle eso al Fiuttrek era merecer la muerte.

– ¡Escúchame bien! – Contestó Azoru, exaltado. – ¡Si no te gusta estar en este planeta, puedes irte ahora mismo¡Nadie te obligó a venir! – Su rostro se empezó a poner rojo del coraje, mientras que su aura mágica empezaba a aumentar peligrosamente. – Es más¿Si tanto querías quedarte all�, por qué no lo hiciste¡Contéstame¿Por qué no lo hiciste! – Los cristales de las ventanas y de los estantes empezaron a vibrar, Khrasuy empezó a dirigirse a la salida. Solamente Susan, aún molesta, le encaraba, aunque en sus ojos todavía se reflejaba la angustia. – ¡Aunque pudieras regresar el tiempo, nada podrías hacer¡No oíste que la batalla fue dura¡Pero todos murieron¡Ya nada se puede hacer!

Ella ocultó su rostro tras su flequillo, y empezó a sollozar de nuevo. Apretó fuertemente sus puños, intentando apagar su coraje. Azoru la miró y comprendió su sufrimiento. Se arrepintió de haberle dicho eso, mientras su magia descendía de nuevo a niveles normales. Hace tiempo, él había pasado por lo mismo, y sabía muy bien lo que ella debería sentir. Súbitamente la abrazó, ante el asombro de ella, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

– Yo también sé que es perder a un ser amado…­– Le susurró al oído. – Sé que es sentirte huérfano…Yo lo fui durante mucho tiempo…– Ella lloraba amargamente, ella se había agachado, para llorar en su hombro, donde tantas veces encontraba consuelo. – Pero sabes, es bueno que llores para desahogar tus penas…Por que eso te hará más fuerte…Pronto, la vida te dará una nueva familia, un nuevo hogar…Lo que tienes que hacer es ser fuerte…Y nosotros estaremos a tu lado siempre…

– Nosotros somos tu familia…– Contestó Khrasuy intentando consolarla, mientras abrazaba a ambos. – Somos todo lo que tienes ahora, nosotros te cuidaremos…

– Así es…– Respondió Azoru. – Nosotros siempre seremos tus amigos. Siempre seremos tu familia…Por que te amamos…

– ¡Gracias! – Respondió ella, con lágrimas en los ojos.

– No tienes que hacerlo…– Contestó Azoru, secándole las lágrimas. – Tu ya lo sabes…Siempre puedes contar con nosotros…

– En las buenas y en las malas, siempre unidos…– Dijo Khrasuy, con una sonrisa. – ¿Recuerdas?…Juntos, los tres,…

– Hasta la eternidad…– Terminó la frase, eso le hizo sentirse mejor. Luego miró a Azoru. – Siento mucho el haberte gritado, yo no sabía…

Azoru la silenció poniendo un dedo en su boca.

– No tienes nada porque pedir perdón…Tu lo sabes…– Respondió más calmado. – Sabes que desde siempre te he perdonado…

– Gracias…– Dijo ella, mientras dos lágrimas, pero de alegría, rodaban de nuevo por su rostro.

El cuarto tenía las cortinas rodadas, impidiendo el paso de la luz solar, sin embargo, algunos rayos se colaban, formando una agradable penumbra. Un armario de puertas blancas, junto con algunos muebles, daban a entender que ese cuarto pertenecía a un joven. Ordenadamente puestas a untado de la puerta corrediza que daba a un balcón blanco, estaban puestos algunos aparatos para ejercitarse. Dos jóvenes dormían en una cama grande. Uno era de pelo color castaño oscuro y dormía boca arriba, el otro, de cabello color oscuro, dormía de lado. Eriol fue el primero en despertar. Minutos después despertó Shaoran. Ambos estaban en el cuarto de Eriol. Como la cama era tamaño King Size, no había mucho problema.

– ¿Qué pasó?…– Preguntó Shaoran, tocándose la frente, le dolía un poco la cabeza.

– No lo sé…– Contestó Eriol, incorporándose.

La puerta se abrió, dando paso a Ruby Moon y a Touya, quienes traían algo de té.

– ¡Vaya¡Hasta que despiertan, dormilones! – Dijo Ruby alegremente.

Spinel Sun entró volando detrás de ellos.

– Pensamos que no iban a despertar nunca…– Comentó la criatura solar, mientras se posaba en el regazo de su amo.

Empezaron a servir. Ruby y Spinel le dieron una taza a Eriol, mientras que Touya hacía lo mismo con Shaoran.

– Hey "mocoso" toma…– Dijo Touya, dirigiéndole una mirada molesta.

– ¡A quién llamas "mocoso"! – Respondió molesto. Sus miradas chocaron.

A Ruby Moon, Spinel y Eriol les nació una gota de sudor en la cabeza, al mirar a estos dos pelearse.

– Creo que se llevarán muy bien, como familiares…– Comentó Ruby.

– ¡Calla!…– Respondieron ambos al mismo tiempo.

– ¡Upps¡Que molestos! – Contestó.

– ¡Ya lo creo! – Respondió Spinel. Ambos la miraron de manera fulminante.

Eriol se quedó mirando a Touya de manera pensativa.

– ¿Kinomoto¿Qué haces aquí? – Preguntó, extrañado de la presencia de éste.

– Vine con Akizuki a ayudarla con ustedes…– Respondió, mientras miraba a Eriol serio, como siempre. – Por lo visto, les pasó lo mismo que a Sakura…

– �¿Cómo! – Respondieron a coro Eriol y Shaoran.

– Explícate…– Le sugirió Ruby.

– Por favor…– Terminó Spinel. Por lo visto la historia le empezaba a interesar, pues esa parte no lo conocía.

– Después de que ella y Tomoyo llegaran a casa, Sakura perdió el conocimiento…– Dijo Touya, se había parado y colocado a lado de Shaoran. – Cuando la levantando Yukito, sintió que su cabeza ardía en una extraña fiebre…– Ruby y Spinel cruzaron miradas. Tanto Eriol como Shaoran habían padecido la misma fiebre. – Gracias a Dios, la fiebre cedió rápidamente, y se quedó dormida…

– Yue y Tomoyo junto a Keroberos y al señor Kinomoto, se estaban encargando de ella…– Respondió Spinel, al ver que ambos jóvenes seguían preocupados. Eriol se relajó y se dejó caer en la cama. Shaoran exhaló aire aliviado.

– Con ustedes pasó algo semejante…– Dijo Ruby, que estaba sentada a lado de Eriol. Los dos jóvenes la miraron. – pero fue más momentáneamente, más rápido que con Sakura…

Pero queríamos preguntarles¿comieron a algo que les haya caído mal?– Dijo Touya. – Por que esto no es nada normal…

– No, – Contestó Shaoran. – No comimos nada.

– Solamente tomamos un zumo de naranja. – Terminó Eriol. – Además, no creo que haya tenido sustancias extrañas…– Dijo. – Lo hubiéramos notado enseguida…Nuestros poderes mágicos lo hubieran detectado…

– Mmm…– Touya, al igual que Spinel, parecía muy pensativo. Decidió hablar. – Pero aunque así fuera, ustedes no habrían llegado así como si nada…Es muy extraño…

– Debemos tener cuidado. – Comentó Spinel. – No sabemos que esta ocurriendo, pero no me parece nada bien lo que esta sucediendo…

A la mente de Touya vinieron los recuerdos de la noche en la que Sakura despertó por la pesadilla. Él, al oír el grito que dio su hermana, salió de su cuarto apresuradamente y corrió a tropezones hasta la puerta del cuarto de su hermana, donde ya se hallaba Fujitaka. A cada paso que daba, sentía que el corazón se le salía por la angustia, aunque a veces ellos dos discutían y no eran consanguíneos, dentro de cada uno de sus corazones el cariño que sentían el uno por el otro les dictaba que debían protegerse mutuamente. Se sintió sumamente molesto al ver a Keroberos, pues aunque era el guardián de Sakura y él no podía hacer nada, sintió que debió haberla protegido; razón por la cual lo culpó. Cuando Fujitaka los retó a ambos, cayó en cuenta que los dos no podían hacer nada por haberla defendido ni protegido. Se sintió angustiado, al no poder defender a su hermana de algo que no sabía, de lo desconocido, que la había atacado en el momento donde el no podía estar presente en cuerpo y alma, en sus sueños. Sacudió la cabeza, tratando de librarse de esos sentimientos y suspiró.

– ¿Te sucede algo, Touya? – Preguntó la guardiana lunar.

– Nada…– Contestó.

– Si lo deseas, puedes retirarte…– Mencionó Spinel. – Te agradecemos tu ayuda en este asunto…

– Por nada…– Respondió. Volvió a suspirar e intentó sonreír cosa que tomó por sorpresa a Eriol y a Shaoran, quienes casi no lo veían sonreír. – Pero quisiera quedarme hasta cerciorarme de que ellos estén bien, después me iré…

– OK – Contestó Ruby, levantándose de la cama y guiñándole un ojo. – Quisiera que me ayudaras con la cocina, tengo algunos problemas…– Se dirigió a la puerta. Touya le seguía.

– ¿Es que no puedes hacer nada bien sola? – Preguntó Touya, con tono burlón.

– ¡Uyy! Tú, señor perfección…– Dijo ella, haciendo una rabieta infantil. Touya le miró con ojos felinos.

– �¿Qué! – Dijo Touya. – ¡Óyeme Akizuki! – Ruby empezó a correr, Tuya la persiguió. – ¡Esperameeeee!…

Shaoran, Eriol y Spinel miraron desaparecer a ambos por la puerta, con una gran gota de sudor en su sien. Eriol se serenizó y miró a Spinel, que estaba acostada en su regazo.

– Spinel, – Ella volteó a mirar a su amo. – Dime¿Te ha comentado Keroberos acerca de que Sakura halla perdido una Carta Sakura?

Spinel le miró extrañada.

– No mi amo, – Dijo extrañada. – ¿Por qué?

Eriol recordó que al pasar junto a la puerta que daba al ala sur de la mansión de Azoru, él y Sakura sintieron la presencia de una Carta Sakura y¿algo más?

– Por nada…– Dijo, sonriendo, intentando no despertar la curiosidad de su guardiana.

– Mmm…– Spinel parecía muy pensativa.

– ¡Eh! – Los tres voltearon a ver hacia la puerta que daba al balcón. Estaban seguros haber oído un rumor de pasos, como si alguien hubiera estado allí. Eriol se levantó rápido de la cama. Shaoran hizo lo mismo. Eriol, con una mano, abrió la cortina, dejando que el sol entrara e iluminara la habitación repentinamente. El balcón estaba solitario. Eriol corrió la puerta y salió al balcón. Nada.

– Estoy seguro de que alguien estuvo aquí…– Musitó. Shaoran se le acercó. – Estoy seguro…

Observaron a su alrededor, solo un cuervo se alejaba volando. Eriol se le quedó mirando.

– No recuerdo que sea temporada de cuervos…– Sonrió.

Tomoyo no lo podía creer. Sakura le había contado la otra parte de su sueño y le mostró la herida que se le había formado, de alguna manera, cuando ella despertó. Estaba muy preocupada.

– �¿Pero cómo sucedió! – Dijo algo alarmada.

– Es lo que no sabemos…– Contestó Kero.

– ¿Te duele mucho la herida, Sakurita? – Preguntó.

– No, no mucho. – Respondió. – Sólo cuando hago muchos esfuerzos…

– Mmm…– Tomoyo estaba muy seria.

– No te preocupes, Tomoyo, – Respondió Fujitaka. – Ya hemos tomado las medidas de seguridad respectivas para evitar sucesos como éstos…

Tomoyo suspiró aliviada, pero no del todo.

– Aún así, no puedo dejar de preocuparme…– Respondió. Sakura la abrazó, tratando de tranquilizarla. Tomoyo le sonrió, aunque sus bellos ojos violetas reflejaban algo de angustia.

– No te preocupes Tomoyo, – Le dijo. – Sé lo que debes sentir, pero tengo confianza de que no volverá a ocurrir…Mi papá y mi hermano me cuidarán, junto a mis guardianes, y yo tengo confianza en ellos…

– Si lo dices así…– Dijo ella. – Esta bien…Pero si lo necesitas, mis guardaespaldas te ayudarían…

– Gracias Tomoyo, por tu ayuda…– Sonrió Sakura. Abrazándola un poco más fuerte.

– Por nada…– Respondió ella. – Por eso somos amigas…

– Bueno, – Interrumpió Fujitaka. – Yo me retiro, tengo algunas cosas que hacer…

– Yo también, – Dijo Yue. – Mis abuelos llegarán en unas horas…– Todos se le quedaron mirando extrañados, Yue no tenía familia. Yue miró a todos. – Ejemp…Los abuelos de Yukito llegarán en unas horas…Y Yukito tiene que estar en casa…

– Ok…– Dijo Sakura, levantándose de la cama.

Todos ayudaron a recoger las tazas y regresaron a sus tareas habituales. El señor Fujitaka fue a la cocina a preparar el almuerzo, esa tarde ya no regresaría a los cursos, puesto que avisaron que ya no se llevarían a cabo ese día en la tarde. Yue ayudó a lavar las tazas y platos y después, transformándose de nuevo en Yukito, se retiró a su casa. Kero estuvo arriba, en el cuarto de Sakura, jugando con sus videojuegos. El teléfono sonó.

– Residencia Kinomoto…– Contestó Sakura desde su cuarto, puesto que le habían instalado línea allí. El teléfono estaba junto a su ventana.

– Hola "monstruo", habla Touya…– Dijo el joven de ojos oscuros, al otro lado de la línea.

– ¡Hermano, te he dicho que no me llames así!…– Dijo ella. Tomoyo, quien escuchaba todo, suspiró resignada. Tuya nunca cambiaría.

– Pues es que no puedo evitar decir la verdad…– Dijo él con tono burlón. Se oyó una voz femenina al otro lado de la línea, pidiéndole un favor a Touya. Touya tapó el auricular y vociferó algo, que Sakura no alcanzó a entender. – Pero no hablaba para eso…– La voz femenina se volvió a oír, esta vez Sakura la reconoció, era Ruby Moon. – Dile a papá que voy a estar un rato más en la residencia Hirakisawa, pero que pronto estaré por allá…

– ¿Cómo se encuentra Eriol? – Preguntó algo angustiada. Tomoyo, al oír el nombre del joven ingles, se acercaron a Sakura. Kero se sentó en la orilla de la cama.

– Pues al igual que el otro "mocoso" están bien, – Respondió. – No tenían nada malo en lo absoluto. No corren peligro.

– ¡Uff! – Exhaló aire sonoramente, calmándose. – ¡Que bueno!

– ¿Qué ocurrió¿Está bien Eriol? – Preguntó Tomoyo.

– Sí. – Contestó Sakura. – Eriol está bien, y también Shaoran esta…– Volvió a la llamada algo molesta. – ¡Touya¡No le digas "mocoso" a Shaoran¡Él no es un mocoso!

– �¿Tú defendiendo a ese mocoso! – Respondió Touya por el auricular. Sakura no pudo evitar ponerse roja como un tomate. – ¡Increíble!

– ¡Touya!

– Está bien, está bien…– Respondió él. – Pero aún así, no puede dejar de ser un "mocoso"…

– ¡Uyy!

– Nos veremos después…– Dijo. – No se te olvide decirle a pap�, monstruo…

– Nos veremos después. ¡Y no soy un monstruo! – Contestó. Colgó después.

Sakura le resaltaba una vena en su puño y en la sien.

– ¡Uyy¡Ya le he dicho mil y una veces que no soy un monstruo, y que no me diga así!

– Tranquilízate Sakurita. – Le decía Tomoyo. Sakura suspiró resignada.

Fue y avisó a su padre de que Touya había llamado, y lo que le había dejado como mensaje. Fujitaka estaba en la cocina, terminando de hacer el almuerzo. Le invitó a Sakura una de las croquetas de pescado que estaba preparando para el almuerzo. Sakura la aceptó gustosa y de dos bocados se la comió. Estaban deliciosas. Terminado esto, subió de nuevo a la habitación. Al llegar le vino algo a la mente y volteó a ver a Tomoyo, algo extrañada.

– Oye, Tomoyo, – Le dijo. – ¿A ti no te afectó en nada la comida, verdad?

– ¿Hum? – Dijo Tomoyo.

– ¿No te pasó nada, verdad? – Dijo ella.

– No…– Le contestó, algo pensativa. – No, no me pasó nada…

– ¿Qué extraño? – Dijo Sakura.

– Entonces, si no fue la comida¿Qué habrá sido? – Mencionó Kero. – Esto se vuelve confuso…

– No lo sé. – Contestó Sakura. Vio que junto a su teléfono estaba el teléfono móvil que Tomoyo le había regalado. Abrió un cajón y procedió a guardarlo. Había abierto, por error, el cajón donde guardaba el libro con as cartas Sakura. Colocó el móvil de nuevo junto al teléfono, y, sin cerrar el cajón, tomó el libro. Lo observó atentamente.

– Kero…– Sakura observaba el libro.

– Dime Sakurita…

Ella recordó que había sentido la presencia de una carta Sakura en la mansión.

– ¿Alguien ha tomado el libro y lo ha abierto, a excepción tuya, mía y la de Yue, ultimadamente? – Sakura le miró seriamente.

Varias gotas de sudor se empezaron a formar en su cabecita redondita. ¿Lo habría descubierto?

– Pues…– Kero no alcanzó a contestar bien. Sakura le miró, colocó el libro en el tocador y se le empezó a acercar.

– ¿Están todas las cartas completas? – Preguntó Sakura, arrodillándose para quedar frente a él. – ¿O no?

– Pues yo…– Kero se oía muy vacilante.

– ¿Si o no? – Sakura se empezó a angustiar. Sabía que ese era un tema muy delicado.

Kero no respondía. Sakura se paró, tomó el libro y lo abrió. Empezó a revisar cada una de las cartas, hasta que por fin llegó a una conclusión. Kero sudaba intensamente, no sabía lo que se esperaba.

– Kero…– Le dijo. – Falta una Carta…La Carta Viento… ¿Dónde est�?

– ¿Cómo? – Tomoyo se le acercó.

– Sakura…– Kero se oía con voz quebrada. – Tengo que confesarte algo que ocurrió cuando tú te fuiste al campamento con Tomoyo, y yo me quedé…

Sakura le miró. Tomoyo se sentó al lado de Kero. El foco de atención en este momento era Kero.

– Cuando tú estabas de campamento, ocurrieron sucesos extraños en la casa, días antes de que llegaras…– Dijo. Sakura cruzó los brazos. – Recuerdas que te pregunté que si habías dejado el cajón donde guardabas las Cartas bajo llave…

– Aja…

– Pues, según Touya, dice que alguien entró, o eso le pareció, a tu cuarto…

– �¿Cómo! – Sakura abrió los ojos desmesuradamente, poniéndose de pie. – ¿Alguien estuvo aquí?…

– Eso parece…Cuando yo subí a inspeccionar, encontré abierto solamente el cajón donde guardabas las Cartas, pensé por un instante que se te había olvidado cerrarlo, pero tuve una corazonada y empecé a revisar el libro, me di cuenta que faltaba una Carta, y la he estado buscando en la casa todo este tiempo, pero no la he hallado…

– Pero…– Ella estaba muy asombrada. Alguien, de alguna manera se había introducido a su casa, subido a su cuarto y tomado una de las Cartas. Y nadie ni por enterado. – Y tú, Kero¿Dónde estabas cuando ocurrió eso?

– Estaba abajo…Cenando…– Dijo muy apenado, el pequeño guardián solar. De sus pequeños ojos como botones oscuros, empezaron a salir lagrimitas. – Lo siento…De verdad lo siento…

– ¡Ay Kero¿Cómo pudiste? – Dijo Sakura, algo molesta. – ¿Sabes lo que esto significa? – Sakura recordó una vez más el sueño. – ¿Sabes que pasaría si cayeran en malas manos?

– Lo se…– Contestó Kero, con voz quebrada. Empezó a llorar.

– Sakura, no seas tan dura con el pobre de Kero. – Dijo Tomoyo. Kero abrazó a Tomoyo.

– Es que no puedo creer esto, Tomoyo. – Contestó ella, mirando a Kero con algo de compasión. – Pero…– Se empezó a inclinar de nuevo. – No sentiste alguna presencia…Algo…

– Eso fue lo más extraño, – Dijo él, secándose sus lagrimitas con una de sus patitas. – Ni Touya, quien ya casi recupera sus poderes, ni yo, sentimos algo…

– ¿Nada? – Preguntó.

– Nada…– Le contestó. – Solo Touya oyó ruidos y me avisó…

– Esto es muy extraño…– Mencionó Tomoyo.

�¡Ding Dong!

El timbre de la puerta sonó. Sakura se levantó, mientras bajaba a abrir la puerta.

– ¡Ya voy! – Gritó desde las escaleras.

No fue necesario que abriera la puerta. Touya ya estaba entrando cuando ella llegó.

– Ya regresé…– Dijo Touya, quitándose los zapatos y poniéndose las sandalias. – Hola "monstruo", que bueno verte otra vez…

– ¡Uyyy! ya te dije que no soy un monstruo. – Contestó ella, dirigiéndole una mirada asesina, que Touya ignoró como siempre. Paso a lado de ella, y ella no le quitaba la mirada de encima.

– Por cierto, – Dijo él, deteniéndose y mirándole por el rabillo del ojo. – Tienes visitas…

– ¿Eh? – Volteó a ver, gran sorpresa se llevó al ver que Eriol y Nakuru le sonreían, mientras Shaoran cerraba la puerta, intentando esconder su evidente sonrojo. Llevaba dos paquetes en las manos.

– ¡Eriol¡Nakuru¡Shaoran! – Gritaba ella de alegría. – ¡Bienvenidos!

Eriol iba vestido con unos pantalones vaqueros color negro y una camisa polo azul rey, traía zapatos de charol negro y un chaleco color hueso. Nakuru iba vestida para la fiesta, con unos pantalones algo entallados, junto a una blusa rosa con un dibujo de corazón casi en el centro. Se había hecho dos trencitas muy delgadas en su larga cabellera rojiza, gracias a la ayuda de los poderes de Eriol. Antes de ir a la casa Kinomoto, habían pasado a la residencia de Shaoran y este se había vestido para la ocasión. Traía unos pantalones de casimir color caqui, una camisa manga larga color crema. Vestía zapatos cafés

– Gracias, querida Sakura…– Contestó cortésmente el joven ingles.

– Es un placer volver a vernos…– Dijo Nakuru, dándole un gran abrazo. – Si gustas, me vengaré de Touya, por ti…– Le susurró al oído. Ambas sonrieron en complicidad. Sakura meneó la cabeza en señal de afirmación, y Nakuru fue danzando hasta topar con su objetivo. Eriol la miró alejarse con una gran gota de sudor en la cabeza.

– Ho-Hola Sa-Sakura…– Dijo Shaoran acercándose. Sus ojos y parte de su gran sonrojo se ocultaron tras el flequillo que sus rubios castañeados cabellos le producían.

– Hola a todos…– Dijo Tomoyo, quien venía llegando.

– Hola Tomoyo…– Contestó Shaoran alzando la vista, aún con las mejillas sonrojadas.

– Hola, mi querida Tomoyo…– Dijo Eriol, dándole un beso en una de sus manos.

Las mejillas de Tomoyo se sonrojaron un poco.

– Gracias Eriol…– Dijo la muñequita de porcelana. Él sonrió galante.

– ¿A que han venido? – Preguntó Sakura.

– Pues queríamos acompañarles a la fiesta…– Contestó Shaoran, todavía sonrojado.

– �¿De verdad¡Grandioso! – Contestó ella, dando saltos, haciendo que sus bustos saltaran un poco, captando la atención de los presentes, sobretodo de los muchachos.

– ¡No seas tan emotiva¡Sakura!…– Le susurró Tomoyo.

– ¿…? – Sakura no captó enseguida la indirecta. Tomoyo le sonrió con una gran gota de sudor en la cabeza.

– ¡Ayy¡Que descuidada soy! – Dijo Sakura. – Por favor pasen…

Todos caminaron hasta la sala de estar. Eriol y Shaoran se sentaron en un sofá frente al televisor. Nakuru estaba junto a Touya, en la cocina. Sakura le ofreció algo de beber a los jóvenes, pero no quisieron nada.

– Bueno, – Les dijo. – Vuelvo enseguida. Me voy a arreglar para la fiesta…

– ¡Tengo unos vestidos que te harpan ver divina¡Los diseñé yo misma!…– Dijo Tomoyo. Sakura la miró sonriente, una gran gota de sudor corrió por su cabeza.

– ¡Jejeje¡Está bien! – Dijo Sakura.

Ambos jóvenes sonrieron y Sakura, junto a Tomoyo subieron al segundo piso. Sakura le pasó el control del televisor a Eriol y éste lo encendió. Kero bajó enseguida, al sentir la presencia de Eriol.

– Así que tenemos visitas…– Dijo él.

– Hola Keroberos…– Le saludó Eriol.

– Hola peluche…– Dijo Shaoran.

Kero lo sobrevoló y se posó encima de él, volviéndose a su verdadera forma y, de esta manera, aplastando al joven chino. Eriol se levantó como tocado por un rayo.

– �¿Cómo me dijiste, eh, mocoso! – Le aplastaba.

– �¡Oye peluche, deja en paz al mocoso! – Dijo Touya, al ver desde la cocina lo ocurrido. Kero se quitó, mirando de manera molesta a Touya. Shaoran se paró y se sacudió el polvo. Y volteó a ver a Touya, intentando agradecerle.

– Tú mocoso, tampoco, molestes al peluche…– Dijo Touya, dándole la espalda. Shaoran le dirigió una mirada asesina. Eriol y Nakuru, quienes contemplaron las escenas, sonrieron mientras reían en sus adentros.


Azoru estaba en la terraza de la mansión. El piso era de adoquines anaranjados, los cuales contrastaban con el blanco grisáceo de las paredes. Los rayos solares caían suavemente en las sombrillas de las mesas, las cuales esa mañana habían sido puestas para los invitados, que llegarían dentro de no mucho tiempo. Un barandal dorado impedía que las personas cayeran al suelo desde el techo. Tenía formas de enredaderas con flores rojas y amarillas, dándole un oque extravagante al lugar. La terraza no era muy grande, pero lo suficientemente amplia como para unas treinta personas.

Él observaba un cielo límpido, con muy pocas nubes. Las aves surcaban el cielo, volando en parvadas, rompiendo con la monotoneidad del azul celeste. Se había cambiado para la fiesta, vestía una camisa azul con unos pantalones vaqueros café oscuro, que resaltaban su varonil porte y cuerpo. Traía puesto un chaleco blanco. La brisa de la tarde movía sus rubios cabellos. El collar y el medallón colgaban de su cuello. Mientras el cerraba los ojos, disfrutando de la paz que el planeta ofrecía en aquel instante. Disfrutaba el aroma de las flores y el silencio, interrumpido a veces por el bullicio de los sirvientes, quienes terminaban con los últimos retoques para la fiesta.

Susan se le acercó por atrás. Vestía un traje de noche, un vestido rojo ceñido a su bella figura, de tiras, cubierto con una pañoleta del mismo color, casi translúcida, que cubría sus delicados hombros del calor. Calzaba zapatillas de charol rojo de tiras. Se había maquillado muy bien, aunque ella no lo necesitaba. Su larga cabellera estaba sujeta por un listón del mismo color, solo un flequillo le cubría una parte de la frente, lo cual le daba un toque a la joven inocente, pero seductor.

Azoru la miró de reojo y luego volteó totalmente para contemplarla. Emitió un pequeño silbido, dando a entender la belleza que contemplaba. Se cruzó de brazos, mientras seguía apoyado en el barandal.

– ¡Uyy¿Qué bonita te has puesto¿Quién será el afortunado! – Dijo él, con un asomo de malicia en sus palabras. Ella se sonrojó.

– ¡Ayy¡Que cosas dices!…– Contestó cubriéndose el rostro con una mano. Después, respiró hondo y su rostro se tornó melancólico. – No se supone que debería vestirme así, estoy de duelo…– Le dijo, con voz algo pesarosa. Azoru se le acercó y la abrazó. Aunque él no era tan alto como ella, puesto que le llegaba casi hasta la mitad de la frente, la miró a los ojos, mientras que la abrazaba por la cintura. Las mejillas de ella se sonrojaron.

– No te preocupes, – Le dijo Azoru. – Si no quieres asistir a la fiesta, no vengas…No es necesario que lo…

Ella le colocó un dedo en la boca, callando al guardián supremo y haciéndolo sonrojar. Le miró dulcemente.

– Hoy es tu cumpleaños, mi Fiuttrek, hoy es un día para celebrar…– Le dijo. – No te preocupes por mí, seré fuerte…

–…– Azoru la dejó de abrazar y se dirigió a una de las mesas. Movió una de las sillas y se sentó. El flequillo de su cabellera le cubría los ojos. Susan lo miró extrañado y le siguió.

– ¿Sabes cómo vas a despertar al Corrector, Luke?…– Le dijo.

– No lo sé…– Le dijo. – Sabes que no me gustaría despertar sospechas de mi presencia en este planeta…Es muy peligroso, y este planeta podría correr lo mismo que Fraghoos…

Ella suspiró sonoramente.

– Pues creo que tendremos que correr el riesgo. – Le dijo, con voz firme. – Sino, el precio por pagar será peor…

– Creo que tienes razón…– Dijo él.

– ¿Y que harás? – Dijo ella con un tono interesado, pocas veces había visto manifestarse todo el poder de Luke, pero cada vez que lo hacía, era impresionante. – ¿Harás un tornado¿Un terremoto¿Manifestarás o crearás algo¡Dime!…

– Haré una tormenta…– Dijo él, levantando la vista y sonriendo. Susan lo miró con cara de asombro.

– ¿Sólo una tormenta? – Dijo ella. – ¿Pero por qué no mejor algo más grande?…

Azoru sonrió.

– Pero tendré que arriesgarme un poco, por que quiero que alguien venga…– Le sonrió misterioso. – Causaré un apagón y será allí cuando la lleve al lugar…Pero quiero que después de esto, él venga…

– ¿Y a qué hora ser�? – Preguntó ella.

Azoru miró al cielo.

– Cuando las sombras de los árboles se alarguen hasta desvanecer…Será en el ocaso…

Ambos se levantaron de la mesa, colocaron las sillas en su lugar y entraron a la mansión.

– Eres extraño…– Le decía Susan. Azoru sonrió.


– ¡Te ves divina, Sakura! – Dijo Tomoyo, al ver como le quedaba el vestido que le había confeccionado a su amiga del alma, mientras la grababa con su videocámara.

Sakura llevaba un vestido de gala color azul, de mangas casi a los codos y con bordes dorados, tanto en mangas como en falda. La espalda era algo descubierta y llevaba guantes blancos hasta los codos de bordes dorados. Llevaba zapatillas blancas, de tacón no muy alto, que hacían buen juego con su vestido.

– ¿Tu crees? – Dijo ella, mientras observaba que la prenda se le pegaba al cuerpo, resaltando mucho su complexión. – Creo que me queda muy ceñido…

– Tomoyo tiene razón, – Dijo Kero, movió su cabecilla en señal de afirmación. Estaba sentado al borde de la cama, junto a Tomoyo. – Te ves divina, Sakurita.

– ¡Gracias! – Dijo ella, algo apenada. – Pero después de la fiesta te lo devolveré, Tomoyo…

– ¡No¡Es tuyo! – Le contestó ella. – Es un regalo…

– ¿De veras? – Dijo Sakura. – ¡Gracias Tomoyo! – Le abrazó muy emotivamente.

Alguien tocó la puerta. Fujitaka entró luego, seguido por Nakuru.

– Veo que ya están mejor…– Dijo Fujitaka, miró a Sakura y como iba vestida. – Te ves hermosa, hija…

– ¿De veras? – Dijo ella, luciéndose parra él. – Tomoyo me lo regaló…

Fujitaka volteó a ver a Tomoyo y ella asintió con la cabeza. El le sonrió.

– Es un bello detalle de tu parte, Tomoyo…– Le agradeció cortésmente.

– Por nada…

– Bueno, a lo que venía…Les he de preparar un pequeño almuerzo para antes de la fiesta. – Les dijo. – Yo les avisaré cuando este todo listo…

– Ok, papá. – Contestó Sakura. – Gracias…

– Muchas gracias. – Le dijo Tomoyo.

– Es un placer. – Le respondió, sonriente. – Bueno, las espero abajo…

Fujitaka entrecerró la puerta. Kero se levantó.

– Sakura, dime…– Kero se llevó una de sus patitas a su diminuto mentón. – ¿Cuándo me comentaste lo de la Carta Perdida¿Es por que la sentiste en algún lugar ajeno a éste o qué pasó?

– No estoy muy segura de lo que ocurre…– Dijo ella. Se sentó en la cama. – Es que tanto Eriol, Shaoran y yo sentimos la presencia de una Carta fuera, en otro lugar…

– ¿Otro lugar? – Kero estaba muy pensativo.

– ¿Pero se supone que ya capturaste y cambiaste todas las Cartas Clow, no, Sakurita? – Preguntó Tomoyo.

– Si. – Respondió ella. – A menos que tenga algo que ver esa otra presencia…

– Sakura, – Interrumpió Kero. – ¿Dónde sentiste esa presencia? – Ella le miró.

– En la mansión Lumeimoto…– Contestó. – La residencia de Azoru…

– Con que el norteamericano…– Murmuró, luego le miró exaltado. – ¿A qué otra presencia te refieres?…

– No sé a ciencia cierta…– Respondió ella. – Cuando sentí la presencia de la Carta, estaba junto a otra presencia, me pareció muy extraña y a la vez…

– Conocida…– Terminó Eriol, quien estaba apostado junto a la puerta.

– ¿Eriol¿Cómo…? – Dijo Sakura, tomada por sorpresa.

– Entrar, – Sonrió. – Subí al baño, y cuando pasé por tu cuarto, ya de regreso, encontré vuestra puerta abierta, y al intentar cerrarla, no puede evitar oír vuestros comentarios. – Le respondió.

Las mejillas de Eriol se sonrojaron levemente, al ver la vestimenta de Sakura. Tanto Tomoyo como Kero le miraron algo molestos.

– ¿Y que opinas acerca de todo esto? – Preguntó el pequeño guardián solar.

– Opino lo mismo que Sakura…– Respondió. – También se me hace extraño que una Carta Sakura esté fuera de su sitio, sobre todo, que nadie de nosotros hubiera sabido de su desaparición…

– Más bien, no todos…– Dijo Sakura, dirigiéndole una mirada a Kero. Éste agachó la mirada.

– Lo siento…– Dijo con voz muy débil, casi como un murmuro.

– Ya no importa…– Contestó Eriol.

– Lo que ahora importa es saber cómo llegó esa Carta allí, – El joven inglés retomó la palabra. – Cómo fue tomada (porque ni Kero ni Touya sintieron ninguna presencia) y por quién, de quién o qué es esa otra presencia que sentimos, y con qué propósito fue tomada…

– Todo esto es muy extraño…– Dijo Sakura, poniendo su dedo índice en su mentón.

– Sin embargo, ésta tarde obtendremos respuestas…– Respondió Eriol.

– ¿Cómo?…– Sakura no captó la idea. Eriol le miró con los ojos abiertos.

– En la fiesta…– Contestó. – Esta tarde, durante la fiesta…

– ¿Qué tienen planeado hacer? – Preguntó Kero.

– Esperadme, lo he comentado con Shaoran y entre los dos diremos nuestro plan.

Eriol salió de la recámara, cerrando la puerta tras de si. En pocos minutos, entró el con Shaoran, detrás suyo. Shaoran, al ver como estaba vestida Sakura, no pudo evitar ponerse colorado, como un tomate.

– Y bien…– Decía Kero, algo impaciente.

– ¿Mmm? – Shaoran no estaba concentrado en lo que decía Kero, a causa de su sonrojo.

– ¡El plan! – Respondió tajante el guardián solar.

– ¡Ah si! – Respondió Shaoran. Eriol intentó tomar palabra, al ver lo despistado que estaba Shaoran, pero éste se le adelantó. – Entraremos a la residencia, exactamente en la parte donde sentimos la presencia…

– Primero, distraeremos a Azoru, el suficiente tiempo para que podamos llegar al recinto sin que nadie se de cuenta…– Comentó Eriol. – Aunque creo habrá problemas…

– ¿Problemas? – Dijo Sakura.

– Sólo algunos inconvenientes. Para empezar, irán varios de nuestros compañeros, los cuales también tenemos que burlar, para no ser notados, aunque eso no será mucho problema…– Dijo Shaoran, sonriendo en complicidad con Eriol. – Lanzaremos un hechizo que los hará olvidarse de nosotros por un tiempo…

– El siguiente es la ubicación, – Refirió Eriol. – Según nos explicó Azoru, hay tres formas de llegar, una es por el comedor, la más corta, otra es por el corredor, saliendo de la sala de donde se hará la fiesta, y el tercero es rodeando la casa. Intentaremos llegar primero al comedor y de allí partir a nuestro objetivo…

– Pero tendremos que esquivar a los sirvientes…– Dijo Sakura. – Y un hechizo para dormir a toda la mansión no es muy conveniente…

– Pero podemos usar una Carta Sakura para lograrlo…– Respondió Tomoyo.

– Aún así, es muy arriesgado, – Contestó Kero. – Sakura tendría que ir por toda la casa durmiendo a todos los sirvientes que encuentre, sin ser vista o llamar la atención…

– Buen punto…– Respondió Sakura.

– Aún así, tendremos que arriesgarnos…– Respondió Eriol.

– Mmm…– Dijo Kero. – Aún así no estoy muy seguro. Quisiera ir…

– Pero si vas, llamarías más la atención…– Respondió Shaoran.

– Seré precavido y saldré cuando se necesite. – Respondió Kero. – Y no me separaré de Sakura. Además, soy responsable de la desaparición…

– Pues no se…– Dijo Sakura, algo pensativa.

– Por favor…– Dijo Kero con voz y rostro suplicante.

– Esta bien, – Respondió Sakura, sonriente. – Irás, solo que se muy precavido…

– ¡Sí! – Dijo Kero, abrazándola mimoso. – ¡Gracias¡Lo seré!

– Pero hay algo que no he comprendido, – Dijo Tomoyo. – ¿Cómo lograrán distraer a Azoru?

Shaoran y Eriol miraron con maña a Tomoyo, Sakura siguió sus miradas. Tomoyo abrió los ojos grandemente al captar quién sería el cebo.

– ¡Yo! – Dijo ella con asombro.

– Por favor, querida Tomoyo…– Dijo Eriol, acercándosele y agachándose frente a ella, tomando sus blancas y delicadas manos en las suyas. – ¿Nos harías el favor de distraer a Azoru?…

– Además, tú le caíste en gracia al americano…– Mencionó Shaoran. – No le será desagradable tu presencia…

–…– Tomoyo parecía muy pensativa.

– ¿Pero no será peligroso?…– Dijo Sakura. – Si Azoru se llegara a dar cuenta, podría…

– No, no lo creo, – Interrumpió Eriol, mirando a la dulce flor de cerezo. – Azoru tiene en muy buen concepto a Tomoyo, o eso ha demostrado. Aún así, cargaré con toda la responsabilidad…

– Mmm…No sé…– Respondió Tomoyo. – ¿Será seguro?

– No te preocupes, estaré cerca de ti, y si es necesario, intervendré…– Respondió Eriol.

– En ese caso, tendré que aceptar…– Tomoyo le sonrió agradecida.

– Pero aún hay algo que me incomoda…– Mencionó Sakura. – Esa otra presencia que sentimos…– Todos miraron a flor de cerezo. – No sabemos qué es…Podría resultar peligroso

– Si, hemos pensado en eso…– Dijo Shaoran. – Debemos ser muy precavidos…

– Sabemos que irán Nakuru, Kero y probablemente Yue, – Respondió Eriol. – Ellos podrían ayudarnos, y si es necesario, intervendrán…En caso de un ataque, podríamos actuar juntos…

– Pero aún sigo pensando que podría ser algo arriesgado…– Dijo Sakura.

– Tendremos que exponernos si queremos saber qué es todo esto…– Contestó sabiamente Shaoran.

– Está bien. – Respondió Sakura. – Pero debemos ser muy precavidos, pues no queremos que pasen desgracias. Y ser muy cautelosos.

Alguien llamó a la puerta de la habitación.

– ¿Sakura¡Ah muchachos! – Fujitaka entró a la habitación. – Pensé que estaban en el patio, pues no los vi abajo. Sakura, la merienda ya está servida. Si gustan pueden ir todos a comer algo antes de que se vayan. – Sonrió dulcemente, como todo padre.

– Gracias. – Respondieron Tomoyo y Sakura.

– Es muy amable de su parte…– Dijo Shaoran.

– No se hubiera tomado la molestia. – Mencionó Eriol.

– No es molestia, joven Hiraguisawa. – Respondió cortésmente. Éste le sonrió.

– Entonces, enseguida bajamos, papá. – Dijo Sakura.

Fujitaka asintió sonriendo, dio media vuelta y abrió la puerta, ya se disponía a salir cuando les miró de reojo.

– Por cierto, es mejor que se den prisa, pues se acerca el tiempo de que se vayan, si quieren llegar temprano. – Mencionó.

– Si. – Contestó Sakura.


Un cuervo estaba posado sobre un edificio alto. Estaba semidormido, puesto que el día parecía aburrido

– Draktar…

Una voz como la de un trueno se dejó escuchar en la brisa que chocaba contra el ave. Oyó unos pasos detrás de él y procedió a abrir sus alas y batirlas, para elevarse por los aires. Una señora lo observaba alejarse, mientras tendía su ropa mojada. Aún no era temporada de cuervos.

– Draktar…

Surcó el aire con más astucia que maña, esquivando algunas antenas parabólicas y de radio, entre otros objetos que estorbaban a su paso. Sobrevoló y se elevó un poco más. Bajo sus alas, la vida seguía cotidianamente, igual que siempre. Nada había cambiado, todavía.

– Draktar…

Planeó y se elevó más, mientras que movía su cabeza acompasadamente, con calma. Divisó a lo lejos algunos grupos de árboles y un parque con un pingüino coronado cerca de una plaza donde había juegos infantiles.

– Draktar…

La voz parecía provenir de alguna parte del parque. Se dirigió allí. Llegó pronto. El lugar se hallaba vacío, solamente algunas risas infantiles se oían en las lejanías. Se posó en las ramas de un árbol cercano y esperó. Cerró sus negros ojos. Pasaron algunos minutos, mientras las risas se iban desvaneciendo hasta perderse. Lentamente abrió los ojos y voló directo a una pequeña parte despejada. Tocó tierra y dando algunos saltitos caminó hacia la gran escultura de pingüino, cuyo pico se abría para dar forma a un plano para deslizarse.

– Draktar…

Extendió sus alas, como forma de cruz y emitió su canto, largo y sonoro, el cual hizo eco en el pequeño parquecillo. Súbitamente le rodeó un aura rojo carmesí, y un resplandor le envolvió. La forma de cuervo se fue perdiendo, mientras su plumaje se convertía en una especie de manto. Su pequeño cuerpo empezó a crecer, parecía una cruz egipcia, que poco a poco tomó la forma de un ser muy alto, como de dos metros, con los brazos extendidos a sus lados, sus pies y brazos cubiertos por bordes desgarrados y andrajosos. El resplandor cedió, dando paso a la forma de un ser cubierto por un hábito oscuro, como la noche, cuyos ojos como zafiros resplandecían como el sol. Su aura desapareció. Bajó los brazos y colocó sus mangas frente a él, sujetándose ambas manos, en posición reverente.

– Draktar…– Volvió a decir la voz.

– Aquí estoy…– Contestó el ser, con voz macabra, proveniente de su interior. – Hable mi amo oscuro…

El panorama frente a él se empezó a disturbar, un pequeño portal, con forma de espejo, apareció frente a él. El paisaje cambió a un color apagado, como grisáceo y el ambiente se tornó muy triste, como si el lugar estuviera apesumbrado. El fondo del portal era oscuro, y lo rodeaba una nube azul oscuro, era un portal de energía negativa. Del portal provenía un sonido de viento, semejante al de una tormenta de arena. Dos ojos rojos aparecieron al fondo del portal.

– Draktar, hace cuanto tiempo…– La voz parecía provenir del fondo del portal, de los ojos. Era muy estruendosa, como la de un trueno.

– Mi señor…

– Hijo mío, te he encomendado la misión de encontrar al Corrector de los Sellos y a su Amo, si es que existe, y traerlos ante mí para destruirlos, así como hace mucho tiempo, ellos hicieron lo mismo conmigo…

– Si mi amo y señor…

– Hace tiempo, mucho tiempo, yo era el ser más poderoso en el universo, el Yahr Fiuttrek de las Tinieblas. Estaba destinado a llevar mi maldad al universo y controlarlo, poseer el poder infinito y destruir al bien. Cuando mi reino alcanzó el punto máximo, tomé la decisión y engendré a mi sucesor, después de mí, él llevaría la maldad hasta lo último del universo, su nombre es Shabraímp. Pero un día, cundo mis planes estaban por cumplirse, nació el Amo, no le tomé importancia y seguí adelante con mis planes, fatídico error…

– Mi señor…

– Él creció y se hizo fuerte, y, cundo cumplió 180 años, su poder le fue entregado, y entonces creó su arma más poderosa, el Corrector. Luchó contra mis huestes de maldad, pero ellas no pudieron dominar a esa poderosa energía del bien. Mis planes se veían fracasados cada vez más, mientras él, al mando del Ejercito Ictiano, vencía una tras otra batalla. Fue entonces cuando engendró a un hijo suyo, y le puso de nombre Lukey, el guardián supremo…

– Mi señor…

–Entonces tomé la decisión de enfrentarlo por mí mismo. Ese momento llegó cuando intentaron tomar Moghtlar, la capital del reino de la maldad, mi reino. Ese día mi hijo cumplió 180 años y entonces, en mi nombre, los creó a ustedes, los Sellos Malignos. Yo, junto a mi hijo, dirigí a mis hombres, mientras él dirigía a sus tropas. La batalla fue dura y sangrienta. Yo me aparté de mi hijo, dejándole al mando al ejército, para pelear, en la roca de Shang, con el Amo. Su hijo, aunque joven, guió la batalla como un guerrero y derrotó a mis fieles servidores con astucia y con su gran poder, solo mi hijo sobrevivió. La batalla con su padre fue un duelo a muerte; pero la suerte me sonrió y en un tropiezo que él tuvo, lo atravesé por el vientre con mi espada, Fhasgtyna, la Espada de la Muerte, hiriéndolo de muerte, ante los ojos de su hijo. Pero nunca conté que el niño, de apenas 11 años de edad 6, tuviera un poder gigantesco…

– Mi señor…

– El tomó la espada de manos de su padre, la Espada Corrector7, y empezó a pelear contra mi, un duelo cuerpo a cuerpo con el muchacho. Peleó como su padre, pero aun era muy joven y lo logré derribar…Creí poder acabar en ese momento con él, pero entonces él tomó el emblema del poderío de la Comunidad Suprema, Su Majestad Ictiana, la Insignia de la Princesa que le había sido entregada a su padre por la joven princesa, y ésta le hizo crecer su poder hasta niveles infinitos. Nunca en mi vida había visto tanto poder y caí hacia atrás. El tomó la espada, y la llenó de su poder. Y, antes de atravesar mi cuerpo por el pecho, conjuró un hechizo, que mi cuerpo y mi maligna alma se separarían por siempre, hasta que fuese destruido el Corrector y su poder…

– Mi amo…

– Y hasta ahora ese hechizo ha sido vigente, puesto que no he podido obtener esa espada…El tiempo ha corrido, y mi hijo ha hecho un buen trabajo, por que mucho tiempo después, él mató a la Princesa y aniquiló a la familia real, llevando mi venganza contra el Amo y su pueblo, los Ictians, hasta el final. Sin embargo, no pudo obtener al Corrector, puesto que fue dividida la espada en dos partes, dos Espadas Sagradas: El Orión del Norte, espada muy fuerte con un gran poder para controlar cualquier cosa y domar su entorno, el cual será transferido a quien la posea, y su simétrica, El Corrector de los Sellos, espada poderosa capaz de eliminar a los Sellos Malignos, y brindarle a su portador un poder para controlar el tiempo, el espacio y las dimensiones, y poder resucitar de la ruina cualquier cosa. Y fueron repartidas a los cuatro vientos del universo. Pero la batalla no ha terminado, puesto que cuando se junten ambas partes, nacerá de nuevo el Corrector. Y una vez que nazca de nuevo, será destruida para que yo pueda volver a renacer, y conmigo, mi poderío de maldad, para que el universo vuelva a temblar bajo mis pies, bajo los pies del Yahr Fiuttrek de las Tinieblas. Por eso debemos hallarlas cuanto antes…Misión encomendada a mis hijos, Los Sellos Malignos…

– Si mi amo…

– Aún no sabemos a donde fue a parar el Orión del Norte, pero sabemos que el Corrector cayó hace trescientos quince años en un planeta de civilización atrasada, el planeta Tierra, y que, una vez que nuestros enemigos lo supieron, le encargaron su protección a un mago humano muy poderoso, Clow Read, quien lo ocultó en una de sus creaciones más poderosas, las Cartas Clow…Sin embargo, él murió hace mucho tiempo y sus creaciones pasaron a otra persona, a una joven humana llamada Sakura Kinomoto…Tu deber es hallar a esa joven y quitarle las Cartas Clow, no importa si tengas que matarla para eso…Nuestro espía ya debió haberte dado la ubicación de donde se halla viviendo esa joven…Debes darte prisa antes de que nazca un Amo del Corrector de los Sellos, puesto que sería muy peligroso para nosotros que así sucediera…

– ¿Y si ya nació, mi amo?…

– Debes traerlo ante mí, para que yo pueda absorber sus poderes y poder apropiarme de la Espada Sagrada y su poder. Pero debes darte prisa, puesto que nuestros enemigos pueden hallarla antes que tú, y entonces sería tu fin, por que la espada tiene el poder para destruirte…

– Si, mi señor, lo sé…

– Por eso debes hallarlos cuanto antes…– Prosiguió la voz. – Sabemos que nuestros enemigos, la Comunidad Ictiana Suprema, ha enviado en su búsqueda a dos misioneros, los cuales están encargados de hallar al Amo, antes que nosotros; pero también sé, por el espía que mandamos a vigilar a la nueva ama de las Cartas, y por el infiltrado en el grupo de Los Cinco, que el hijo del Amo está en la Tierra, así que sé muy precavido, hijo mío…

– No me falles, hijo mío…No me falles…

El portal se cerró y se empequeñeció hasta parecer como un pequeño punto, que desapareció en la nada. Todo volvió a la normalidad.

– Será como tú quieres, mi amo…– El aura volvió a rodear al Sello Maligno y éste se convirtió en un cuervo.

– Y los sellos llevarán tu venganza a la Tierra…– Dijo, mientras se alejaba hacia el horizonte, volando con prisa, con mucha prisa, hacia una colina próxima, donde se alzaba un parque de diversiones, en ese momento cerrado por remodelación.


El timbre de la casa Kinomoto sonó, Touya, que estaba en la sala viendo la televisión, se apresuró a abrir. Sakura se había cambiado de ropa por una más de trabajo, para no ensuciar el vestido que Tomoyo le había regalado.

– ¡Yo voy!…

Abrió la puerta y se encontró con un hombre vestido de chofer.

– Vengo buscando a la señorita Tomoyo Daidouji…– Le dijo el hombre, atrás de de él se podía ver una limusina negra de vidrios polarizados.

– Si, un momento…– Le dijo Touya, mientras corría a buscar a su hermana.

– Monstruo, buscan a tu amiguita…– Le dijo a Sakura, quien estaba en el comedor terminando de comer lo que le había preparado su papá. Shaoran estaba con Kero, terminando una partida que había quedado pendiente. Eriol estaba a la mesa con Tomoyo y Sakura.

– Ya te he dicho que no soy ningún monstruo…– Le replicó, mientras junto a Tomoyo se dirigían a la entrada.

– ¿Ya te vas Tomoyo? – Le preguntó Eriol quien les acompañaba. – ¿No piensas ir a la fiesta?…

– Si. – Respondió. – Solamente que pienso ir a cambiarme para la ocasión…

– Entonces nos veremos en la fiesta…– Se despidió Sakura, mientras la acompañaba al auto.

– Si…– Dijo Tomoyo, antes de subirse. – Nos veremos allá…

– Hasta entonces…– Dijo Eriol. Mientras le besaba la mano.

– Si…– dijo Tomoyo, sonrojada subió al auto, y éste se alejó.

– ¿Eriol, crees que será seguro para ella? – Preguntó Sakura.

– Eso espero. – Contestó Eriol. Sakura volteó a mirarle. – Pero aún así, también tengo mis dudas…No sabemos a lo que nos enfrentamos…Ya no es una Carta Clow ni algún hechicero contra lo que debamos enfrenarnos, es algo más…

– Ese Azoru…– Dijo Sakura, mientras alzaba sus ojos al cielo. – Desde que llegó, han sucedido cosas extrañas…Primero la desaparición de la Carta y ese sueño…Después, la presencia en la escuela…Y ahora esa presencia…Todo esto me da miedo…

– A mi también no me da mucha confianza…– Dijo Eriol, alzando también sus ojos. De repente miró a Sakura extrañado. – ¿A qué sueño te refieres?

– Si es cierto…– Dijo ella, bajando un poco la vista y mirándole. Como él era más alto que ella, tuvo que elevarla un poco más. – No les he contado ni a ti, ni a Shaoran ni a Nakuru sobre cierto sueño que tuve…

– Me gustaría oírlo…– Dijo él. Ambos se dieron vuelta y entraron a la casa.

Eriol fue a buscar a Shaoran, quien estaba jugando con Kero un videojuego de carreras de naves espaciales, y, con el guardián solar tras ellos. Se dirigieron a la sala de la casa. Nakuru ya estaba allí, pues estaba al lado de Touya, en un sofá. Sakura se sentó y Shaoran se sentó a lado de ella, junto. Causando celos tanto en Touya como en Kero. Al ver esto, prefirió separarse de ella un poco. Eriol se sentó al otro lado.

Sakura volvió a narrarles el sueño que tuvo, ayudada por Touya y Kero. Todos oían con mucha atención, sobre todo cuando se hizo mención de los tres seres y el debate que sostuvo con ellos con respecto a las Cartas. Shaoran abrió los ojos desmesuradamente cuando oyó la parte donde ella mencionó algo acerca del sacrificio.

– Yo también tengo algo que decirles…– Dijo Shaoran, mirándose las manos, justo cuando Sakura terminó de narrar su extraño sueño y lo que pasó cuando despertó.

Fue entonces cuando Shaoran narró que él tuvo el mismo sueño, y que en cambio, cuando despertó, observó sus manos y las halló manchadas de un extraño liquido color rojo carmesí, el cual parecía sangre. Todos le miraron muy atentamente, solo Sakura le miraba sorprendida de lo que oía.

– Todo esto es muy extraño…– Dijo Shaoran al final. – Por eso he venido, para saber más del asunto, y aprovechar para quedarme en Tomoeda…

Justo en ese momento sonó el timbre, Fujitaka, quien se encontraba en la cocina en ese instante lavando los platos, fue a abrir.

– ¡Hola Yukito! Pasa…– Dijo mientras abría la puerta.

– Gracias señor Kinomoto, pero creo que hay alguien que busca a Sakura…

Fujitaka se asomó y vio que un hombre joven, como de unos 26 años, con uniforme oscuro, y un sombrero de chofer, que delataba su oficio, estaba parado frente a la puerta de entrada. Atrás de él, una flamante limusina blanca con adornos dorados, y rines cromados como un espejo, estaba estacionada. Fujitaka, sereno, se le acercó.

– Dígame¿Qué desea? – Preguntó Fujitaka. El joven le sonrió.

– Vengo a buscar a la señorita Sakura Kinomoto, por encargo del joven Lumeimoto, para llevarla a ella y a sus amigos a la fiesta que mi señor dará esta tarde. – Explico el joven. Su acento revelaba que era de descendencia alemana. Aunque sus rasgos eran los de un nipón.

– Si…– Contestó Fujitaka. – Enseguida vendrá. Pero por favor, pase…

– Muchas gracias, pero la esperaré aquí…– Contestó el joven.

– Como quiera…– Respondió Fujitaka. – Por cierto, habla muy bien el japonés para tener rasgos alemanes al hablar…

– Se lo agradezco…– Le contestó, mientras Fujitaka se dirigía a la casa.

Yukito ya estaba en la sala con los demás cuando Fujitaka avisó la nueva.

– Es muy amable de su parte el habernos mandado una limusina…– Dijo Sakura.

– Cierto…Pero aún así, no hay que confiarnos mucho. No sabemos lo que nos espera. – Comentó Eriol.

Sakura subió a su habitación a cambiarse, mientras que los demás ayudaban a arreglar algunas cosas que habían desordenado, recibiendo así mismo la gratitud de Fujitaka. Sakura bajó minutos después bellamente arreglada y procedieron a ir. Antes de bajar, Kero se escondió en una bolsa algo grande, que llevó Sakura, para ese propósito. Fujitaka se despidió y le pidió a Sakura que tratara de no llegar tarde y le dejó encargo a Eriol, a Shaoran y a Yukito que la cuidaran muy bien.

– No se preocupe, lo haremos…– Contestó Shaoran, Fujitaka le agradeció con una sonrisa.

– Veo que no desaprovechas una ocasión para ganar puntos a favor, verdad…– Le dijo Eriol, con malicia. Shaoran enarcó una ceja, indignado.

Nakuru no estaba presente con ellos. Eriol se asomó por la puerta y vio que ella y Touya discutían como siempre.

– ¿No vendrás con nosotros, Nakuru? – Eriol sabía que el señor Kinomoto, si bien sabía ya de la verdadera identidad de Yukito gracias a Sakura, desconocía totalmente acerca de la de Nakuru.

– No…– Contestó. – Me quedaré con Touya…

El cochero les abrió la puerta de la bella limusina y todos entraron. Partieron enseguida. Fujitaka se despedía con la mano, mientras se alejaban.

– ¿Crees que todo salga bien, Eriol? – Preguntó Sakura.

– No lo sabremos, sino hasta que lleguemos…


Azoru estaba en la terraza, observando llegar a los invitados. Oyó pasos detrás de él y sin voltear, creyó reconocerlos. Solo había una persona que él conocía, que le gustaba usar tacones de charol.

– Y dime Susan qué…– Volteó. Gran sorpresa se llevó al encontrar tras suyo a Chiharu. – ¡Upps!

Chiharu estaba visiblemente sonrojada, mientras tenía la vista baja. Estaba ceñida de un vestido largo color azul claro escotado por el frente y un poco por detrás, zapatillas blancas aperladas. Una chalina de color blanco cubría sus hombros y parte de sus delicados brazos. Traía el peinado de siempre, pero se había maquillado muy delicadamente. Traía una pequeña caja de regalo en sus manos.

– ¡Hola Chiharu!– Azoru le sonrió, con una gran gota de sudor, luego observó a todos lados, buscando algo.

– ¿Y Yamizaki?…– Buscaba incluso atrás de ella. A ella le nació una gran gota de sudor.

– Se quedó platicando con sus amigos, en la planta baja…– Se le resaltó una vena en la sien, mientras la expresión de su rostro se mostró molesta. Luego exhaló sonora y cortamente, y le sonrió. – Y aproveché la ocasión para venir a verte…– Se volvió a sonrojar. – Y darte un pequeño presente…– Le extendió el pequeño paquete.

– Gracias, Chiharu, es un bello gesto de tu parte…– Le invitó a sentarse con él en una de las mesas de la terraza. Se sentaron frente a frente. Azoru abrió lenta pero hábilmente el paquete, ante ella. Sonrió al ver su contenido. Una daga de empuñadura dorada con incrustaciones de diamantes tanto en la funda como en la empuñadura. Los bordes de la funda eran plateados.

– ¡Una daga dorada¡Wow¡Con incrustaciones de diamantes! – La cara del joven americano se iluminó. – ¡Gracias!

– Por nada. – Respondió ella. – Esa daga perteneció a un antepasado de mi familia…

Azoru la tomó entre sus manos, con mucha reverencia, y la desenvainó un poco. Su hoja plateada brillaba bajo el sol como un espejo.

– Pero es de tu familia, – Le dijo, mirándole a sus ojos. – No debería…

– Por favor, – Dijo ella, un poco sudorosa. – Acéptala…

– Pero…

– Lo que pasa es que ya no sabían que hacer con ella, – Aclaró. – Y de venderla por un precio menor, decidí regalarla a alguien que aprecio mucho…

– Es un honor para mí recibir tan bello regalo, Chiharu, de verdad te lo agradezco…– Azoru se paró repentinamente y abrazó sorpresivamente a Chiharu. Estaba muy emocionado. Chiharu estaba roja a más no poder, lo mismo que sorprendida. Lenta y un poco temblorosamente, ella lo envolvió con sus delicados brazos.

– Gracias…– Le susurró él a su oído.

– Po-Por nada…– Le contestó ella. Luego se separaron, y Chiharu ocultó su mirada.

– Azoru…

– Dime…

– Hay algo que quisiera decirte…

– Si, dime…– Aunque no leyó sus pensamientos, sabía que le iba a decir.

– Desde que te conocí en el aeropuerto, me gustó tu forma de ser, me caíste en gracia…– Chiharu dibujaba con la punta de la zapatilla en el suelo.

– Aja…

– Y quiero decirte que tú…me…– Las palabras se le atoraban en la boca. Azoru se la miró un poco extrañado, sus mejillas se empezaban a sonrojar.

– Que tú me gus…

– �¡CHIHARU!– Tanto Rika como Naoko llegaron sorpresivamente, interrumpiendo la escena. Chiharu sintió que alguien le daba un golpe con un mazo colosal. – �¿Dónde estabas!

Naoko vestía una falda algo larga, hasta un poco arriba de los tobillos, color amarillo, blusa blanca y chaqueta del mismo color de su falda; traía zapatos bajos de color blanco. Llevaba un collar de perlas y pendientes también con perlas, y una diadema color miel. Rika vestía un traje de noche, un poco ajustado de la cintura, color anaranjado, de corte en una pierna; zapatillas del mismo color de tacón medio, y una mascada en su cuello de color blanco. Azoru las observó acercarse con una gran gota de sudor en la cabeza. – ¡Te hemos buscado por todas partes¿Qué has estado haciendo!

– ¡Uyy¡Nada¡Jeje! – Dijo ella, sonriendo como si nada, pero su sonrojo, que estaba disminuyendo, la desmentía. – Solo platicaba con Azoru…

– Con que platicando…– Naoko no le creía, ni Rika.

– Vamos, que Yamazaki te espera…– Le dijo Rika, tomándola de un brazo casi a la fuerza, y arrastrándola fuera de allí. – Nos veremos en un momento, Azoru…– Ambas chicas le guiñaron un ojo.

– Sí…

Las tres chicas se alejaron, mientras discutían entre ellas.

– ¿Cómo pudiste? – Le reclamaba Naoko a su amiga. – Tú ya tienes novio…

– Si, – Le decía Rika. – Déjanos los solteros a nosotras…

– Sobre todo a ese guapetón… – Dijo Naoko, mirando sobre su hombro.

– Si…– Rika le dio un leve codazo a su amiga.

– Pues si ustedes no tomaban la iniciativa, alguien tenía que tomarla…– Se defendió Chiharu.

– Eres tremenda, amiga…– Dijo Naoko. – Con novio, y ya buscas tu amante…

– Pues que amante te conseguirías…– Declaró Rika.

Las tres rieron.

Azoru las observaba alejarse.

– "Los humanos son muy extraños" – Pensó. Se llevó una mano al mentón. Luego sonrió. Bajó la mano y volteó para asomarse a la parte que daba a la entrada principal. Una limusina blanca se estacionó y un grupo de amigos bajó de ella. Eran uno, dos, tres…

– "Un momento, – Dijo para sí. – Falta uno."

Observó al grupo y cayó en cuenta, Tomoyo no estaba con ellos. Sintió un ligero pésame, pero se dio cuenta de esto, y volvió a sonreír, tomó aire y lo exhaló sonoramente.

– "Sólo espero que venga. Pero, al menos, llegó quien tenía que llegar…Pero¿para qué trajo a su guardián?"


– ¡Fuiuuuuu! Vaya fiesta…– Expresó Shaoran al observar que había muchos convidados.

Desde que bajaron de la limusina, se asombraron por la magnitud de la fiesta. La fiesta se llevaba a cabo en una pequeña parte del jardín frontal, el principal, y en la casa, sobre todo en la terraza. La casa estaba adornada con globos, listones colgantes, y diversos adornos de fiesta, que daban un toque alegre y juvenil al ambiente. Se veían dispuestas varias mesas de manteles blancos, adornados con largos floreros de diversos colores y bellas flores de diversos matices, las cuales rodeaban una pista de baile y, aunque había música, nadie bailaba. Todos se hallaban en grupos, o sentados en la mesa, platicando. En el patio, varios muchachos también se hallaban de pie platicando, o sentados, degustando algún bocadillo en alguna de las mesas. Una pequeña carpa ofrecía varios bocadillos a los que se encontraban en el exterior.

La mayoría de los convidados se encontraba en el patio exterior. El grupo entró en la fiesta, y rápidamente fueron reconocidos. Yamazaki fue el primero en acercarse al grupo, seguido de algunos de sus amigos. Yamazaki vestía un traje crack, y una corbata del mismo color que el traje, negro. Calzaba zapatos de charol negro.

– ¡Hola! Por fin llegan…– Dijo, al verles.

– ¿Qué tal, Yamazaki? – Le contestó Eriol, algo molesto. Ultimadamente, Yamazaki se había estado comportando de lo más pesado; tal vez por que su familia se estaba acomodando mejor económicamente, o por presumir a su novia.

Yamazaki se sorprendió de ver a Shaoran.

– ¡Shaoran¿Cuánto tiempo sin verte? – Se le acercó y le pasó la mano por el hombro. – ¿Cómo has estado¿Acabas de llegar de Hong Kong?

– Pues bien…– Contestó Shaoran. – Llegué apenas ayer…Pienso quedarme en Tomoeda…

– ¡Que bien! – Contestó. – ¡Ya era hora de que tomaras una decisión con respecto a ese tema!…

Shaoran no captó la indirecta, ni Sakura, pero Eriol si. Yamazaki le soltó y miró de frente a Sakura.

– Te ves muy bien hoy, Sakura, como siempre…– Dijo, con aires de rompecorazones.

– Gracias. – Agradeció Sakura, inocente de lo que Yamazaki se proponía.

– Yamazaki…– Interrumpió Eriol, no iba a permitir que su amigo se fuera más de la cuenta. – Y tu novia…

Yamazaki le observó algo molesto, se le había olvidado la presencia de la reencarnación.

– No la he visto, creo que debe andar con sus amigas…

– Será mejor que la busques…– Aclaró Eriol, con una mirada maliciosa. – No vaya a ser que alguien te la vaya a quitar…

– ¿Cómo?…

– Recuerda que alguien puede conquistarla, creo que es un joven extranjero…– Dijo Eriol, mientras señalaba con la mirada a Azoru, quien se hallaba en la cerca de la terraza, arriba de ellos.

– Mmm…Creo que tienes razón, pero entonces nos veremos luego…– Aclaró.

Yamazaki sonrió indulgente y dio media vuelta, adentrándose en la casa. Sakura volteó y vio llegar una limusina negra, de rines y guardabarros cromado. El copiloto bajó de ella y rápidamente se dirigió a abrir la puerta del pasajero para que una joven de largos cabellos azabaches bajara. Llevaba puesto un vestido largo y algo ajustado, color blanco, con adornos de listones y los bordes de su vestido color rosado. Traía atado su cabello con listones rosados también, y el color de sus zapatillas era blanco aperlado. Traía guantes blancos largos, casi hasta los codos, con bordes dorados

Desde la terraza, Azoru vio a Tomoyo.

– "Te ves divina, amiga mía" – Dijo dentro de sí.

– ¡Tomoyo! – Sakura se le acercó y la abrazó. – ¡Llegaste!

– Solo regresé a mi casa a arreglarme…

– Te ves espléndidamente preciosa, mi querida Tomoyo. – Eriol le sonrió, lo que causó que sus mejillas se sonrojaran.

– Vine así para lograr mi cometido, y además, veo que la mayoría viene muy elegante…

– Pues espero que podamos resolver esto…

–…O por lo menos, recuperar la Carta perdida. – Agregó Kero, quien estaba escondido en la bolsa.

– ¡Shh¡Kero, te podría descubrir alguien! – Le regañó Sakura.

– Sakura¿a qué Carta se refiere Kero¿Cuál Carta perdida? – Era la primera vez que Yukito oía la noticia. Yukito dirigió una mirada seria a su ama, tan fría, como si estuviera viendo al propio Yue.

Shaoran interrumpió.

– Creo que lo mejor será que nos sentemos en algún lugar, para platicar mejor, y aclarar esto…

En el patio todas las mesas estaban ocupadas, así que tuvieron que entrar a la casa. Allí encontraron una mesa para seis personas. Apropiada para ellos y, aunque no eran seis, era mejor, pues la mesa era ancha, redonda, y el mantel casi rozaban el suelo, y así Kero podría ocultarse mejor. En cuanto Sakura colocó su bolso en el suelo, Kero salió volando y se ocultó bajo la mesa.

– Sucede que alguien robó una Carta Sakura, una noche, hace como dos semanas. – Mencionó Sakura. – Ni Kero ni Touya sintieron presencia alguna, solo un rumor de pasos. Kero fue el primero en darse cuenta, y él dice que estuvo buscando ésta Carta…

– ¿Y qué Carta fue la que se perdió? – Preguntó Yukito, su voz y su expresión era seria, como Yue.

– Viento…– Contestó Kero, desde debajo de la mesa.

–…– Yukito se oía muy serio. Cruzó los brazos.

– Pero esta mañana, descubrimos donde se encuentra la Carta, Yue…– Continuó Eriol.

– �¿Dónde est�! – Preguntó Yukito, su voz se alzó una octava.

Eriol observó su alrededor.

– Date cuenta…

Yukito serró sus ojos detrás de sus gafas. Luego de medio minuto, los abrió de golpe.

– Está aquí, en algún lugar de la mansión…

– Si, está exactamente en el ala sur, Yue…– Contestó Eriol. – Pero no está sola…

– Es cierto, se siente como si una presencia extraña llenara la casa…– Dijo Yukito, observando a su alrededor.

– Esta noche, durante la fiesta, iremos al ala sur y recuperaremos la Carta Sakura. – Aclaró Shaoran. – Es por eso que necesitamos de tu ayuda por si ésta es necesaria…

– ¿Nos ayudarás, Yue? – Preguntó su ama.

Yukito cerró los ojos y respiró hondo, como intentando ordenar sus ideas y sin abrirlos, contestó.

– Está bien, les ayudaré. – Abrió los ojos e intentó sonreír, pero no puedo. – Pero a que hora será.

– Cuando el sol se oculte en el horizonte. – Contestó Eriol. – Al anochecer.

– Solo espero que todo salga bien. – Dijo Tomoyo.

– Sin embargo, debemos aparentar que nada ha ocurrido – Dijo Shaoran –, para no despertar sospecha alguna.

– Está bien. – Respondieron los demás.


Draktar, oculto en su forma de ave, estaba parado en la cima de la montaña rusa. Los obreros ya se habían marchado a descansar desde el medio día, así que no habría problema de que alguien le viera cuando se transformara a su forma origen. Observaba a sus alrededores con movimientos nerviosos, como esperando que apareciera algo. De repente, un rumor de pasos empezó a hacer eco en los pasillos vacíos del lugar.

Una persona caminaba, cubierta con un hábito no muy largo, el cual le quedaba algo ceñido de la cintura y, por el frente, se le abultaba mucho. Era una mujer. Caminaba con prisa y volteaba la mirada a todas las direcciones, aunque solo de vez en cuando, miraba por encima de sus hombros, con mirada berlinesa.

El cuervo abrió sus alas y se lanzó al vuelo. Las agitó un poco y de ahí, planeó hasta pararse frente a la mujer. Aterrizó frente a ella, y dio dos pequeños saltos para acercarse más. Extendió sus alas y un aura blancuzca le rodeó hasta que su forma apareció. Ella tuvo que alzar la mirada para poder ver sus ojos rojos brillantes, como dos zafiros incandescentes. Su tez era amelocotonada, y sus labios estaban pintados de rojo carmesí. Sin embargo, no se podía distinguir lo demás de su rostro, pero tenía facciones muy delicadas. El bajó un poco la mirada.

No profesaban palabras. Ella metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó un frasco en forma de gota, de tapón de corcho, lleno de un líquido verde esmeralda. No parecía ser muy viscoso, aparentaba más un perfume. El extendió sus huesudas manos y lo tomó con delicadeza, sabía que su contenido podría ser muy peligroso, si no se manipulaba bien.

– Aquí esta lo que pediste, Sello…– Dijo ella. Su voz era muy seductora.

– Si…– Dijo él. – Justo lo que pedí antes de llegar…Es Agua de Gargantiano, un veneno muy letal si se toma disuelto en agua, o un somnífero potente si se esparce en el aire…

– Y para que lo deseas, Sello…– Dijo ella. El giró la cabeza, mirándola.

– Será perfecto para mi plan de ésta noche…– Dijo, alzando la botella. – Irrumpiré en la fiesta que está dando el Hijo del Amo, y lo esparciré, y así obtendré lo que quiero…

– ¿Pero no te dañará a ti? – Dijo ella, con voz dudosa.

– No, soy inmune a sus efectos…– Dijo él. Estiró uno de sus dedos y la uña de éste se alargó hasta alcanzar la longitud de un picahielos, luego, lo clavó con cuidado en el corcho y empujó hacia arriba, el corcho se destapó con un ligero poom, entonces el procedió a beber un poco y rápidamente, procedió a sellarla de nuevo. El líquido era muy volátil. Su uña volvió a la normalidad.

– Aún sigue fresca…Es perfecto…– Volvió a mirar a la mujer. – Ahora vete, tengo que trabajar…

– Si, Sello. – Dijo ella, y enseguida se marchó, alejándose con pasos veloces.

– Ojalá y tenga suerte…– Musitó el. Guardó el frasco entre sus ropajes, extendió los brazos, convirtiéndose de nuevo en un cuervo.

– "¡Hora de irse!" – Dijo dentro de sí, mientras alzaba vuelo, con nuevo rumbo, con dirección a la mansión Lumeimoto.


La fiesta siguió su curso normal. Antes de las cinco de la tarde, alguien puso un poco de música clásica, incitando a varios jóvenes a pasar a bailar un poco a la pista, mientras varios de los camareros servían la merienda en las mesas. Nuestros amigos se habían separado un poco para aparentar. Tomoyo buscaba continuamente a Azoru, mientras que Eriol la vigilaba de cerca. De vez en cuando, ambos se ponían a charlar con algunos conocidos. Shaoran y Sakura aún estaban sentados, mientras que Yukito platicaba con algunos compañeros, que seguramente Susan había invitado.

– Sakura…– Shaoran se sonrojó como un tomate. El flequillo de su peinado le ocultó la mirada, haciéndole parecer de lo más rebelde. Habían puesto un vals y se le cruzó una idea loca por su mente. – ¿Te-Te gustaría bailar?…

Sakura le miró con los dos ojos abiertos. Sus mejillas se sonrojaron.

– Pues…Esto…Yo…No se…Se supone que estamos vigilando…

¿Valdría la pena arriesgarse? Una gran gota de sudor se deslizó en la cabeza de Shaoran. Alzó la mirada, un poco más normalizado, pero sus mejillas aún seguían sonrojadas.

– Pues, creo que podremos vigilar muy bien desde la pista, puesto que podemos dominar con la vista toda la fiesta desde allí, pero si no quieres…

Sakura se paró y se le acercó. El corazón de Shaoran latía a mil por hora.

– Está bien. – Respondió. Shaoran vibró como nunca había sentido, puesto que una gran alegría invadió su corazón.

Él sintió que alguien le jalaba la pierna, o el pantalón, bajó la mirada y vio que Kero le tenía sujeto, y le decía que se acercara. Así lo hizo.

– No vayas a pisarla ¡eh, mocoso coqueto…– Le murmuró.

– ¿Cómo? No te escucho…

– ¡Qué no la pises¡Sordo! – Kero le gritó ahogadamente. Shaoran se sonrojó nuevamente.

– ¡No señor! – Contestó.

–…– Kero le miró serio por un instante y se volvió a esconder bajo la mesa.

Shaoran tomó del brazo a la pista y así, ante las miradas incrédulas de algunos, empezaron a bailar. Todo se tornó color de rosa. Tanto Shaoran como Sakura sentían que estaban bailando en alguna nube. Era un momento fantástico.

– "Coqueto¡Buena por ti, amigo…!" – Dijo Eriol, dentro de sí.

– "Espero encontrar a Azoru pronto – Dijo Tomoyo, luego volteó a ver la pista, por oír algunos murmullos y vio a Sakura bailando con Shaoran. –¡Uyy¡Que linda se ve Sakura¿Por qué no traje mi cámara de video!"

– Así que se divierten mucho, por lo que veo…– Una voz dulce sonó a espaldas suyas. Tomoyo volteó sorprendida y descubrió que Azoru estaba detrás de ella. Se veía muy galante y muy apuesto, como Eriol. – Te ves divina, amiga mía…

Súbitamente, Azoru tomó a Tomoyo por la cintura, en un abrazo. Azoru tuvo que inclinarse un poco para colocar su rostro a la altura del suyo. Eriol no pudo evitar sentir una gran molestia cuando vio que Azoru había abrazado a Tomoyo, mientras que Tomoyo se sonrojó como nunca, al sentir ese cuerpo bien formado, y ese calor corporal y aroma masculino. Sentía como si Eriol la estuviera abrazado. Sin intención aparente, Azoru pasó levemente su mano por la espalda de ella. Tomoyo se dio cuenta que él no llevaba su acostumbrada cadena.

– Por cierto, felicidades…– Le susurró, despacio.

– Gracias…– Contestó él con una sonrisa, mientras volteaba a ver detrás de él. No se había dado cuenta, pero Susan lo había estado observando, sentada en una de las mesas. Estaba roja de cólera, y su enojo era tal que parecía arder en fuego y en ese momento, le dirigió una mirada asesina, con sus ojos en los que ardían dos llamas verdes, de celos.

Azoru la miró extrañado. Tomoyo la miró apenada, y Eriol se reía como nunca dentro de sí. Parecía que él no era el único celoso por el lugar. Oyó un murmullo y vio por el rabillo del ojo que, a la distancia, Chiharu se le había resaltado una vena en la sien, y miraba a Tomoyo de manera fría y déspota, también ardiendo en celos.

– "Este tipo es un lío…"– Dijo dentro de sí, con una sonrisa divertida en labios. De repente, entrecerró la mirada, tomando una postura pensativa. – "Que extraño, los celos de Chiharu son justificados, pero por qué su hermana se puso así de celosa…"– Se dijo para sí, luego sonrió de nuevo. – "Sencillo: el bebé de la familia…"– Dedujo, con una actitud burlona en su rostro. Luego, decidió acercarse a la parejilla. Azoru lo observó acercarse, y soltó a Tomoyo, quien, gustosa, se quedó a su lado. Eriol no sonreía esta vez.

– Hiciste una gran fiesta, por lo visto, Azoru…– Le comentó Tomoyo.

El joven americano asintió con una sonrisa. Eriol lo miraba con la mirada cerrada.

– En mi tierra – Comentó. –, si quieres celebrar algo bien, celébralo en grande. O si quieres, también de manera modesta, aunque por lo económico, no me molesto…

– Veo que sí…– Dijo Eriol.

Un joven alto, delgado, de cabellos color luna no muy largos, y que usaba gafas, se apartó de un grupo de amigos y se acercó despacio al trío, por detrás de Azoru.

– Es muy buen ambiente el que se respira, y no se diga de la fiesta. – Comentó Yukito. – Hola, mi nombre es Yukito Sukishiro, es un placer conocer al hermano de Susan. – Hizo una pequeña reverencia.

– El placer es mío…– Contestó alegremente, devolviéndole la reverencia. – Me agrada que mis invitados piensen eso de mí como anfitrión…

– Y por lo visto vas por buen camino. – Contestó el joven de tez de Luna y cabellos plateados.

Touya estaba en su cuarto, junto con Nakuru quien, acostada en la cama de él, se divertía intentando armar un rompecabezas que venía incluido en el cereal que había comprado ella esa mañana.


– ¡Uyy! esto no parece encajar en algún lado…– Dijo, mientras intentaba sin éxito insertar una pequeña pieza. Movía las piernas en el aire, descubiertas hasta las rodillas ya que el vestido algo largo que traía se había corrido hasta ahí, como si esto le ayudara en algo. – ¡Y dicen que se arma en tres minutos!

Touya volteó a verla. Le miró fijamente, se veía muy linda así como estaba. Se sonrojó un poco y volteó a mirar afuera de la ventana, para que ella no lo viera. Nakuru desistió, por enésima vez, de su intento de volver a armar ese jueguito. Exhaló aire con una gran gota de sudor en la cabeza.

– ¿Crees que estarán bien?…– Preguntó Touya, sin dejar de mirar al horizonte, con dirección a la residencia Lumeimoto. La brisa nocturna acarició suavemente su pelo, revolviendo rebeldemente su flequillo. Nakuru lo volteó a ver.

– ¿Cómo?…

– Si crees que estarán bien…

Nakuru se llevó su dedo índice a su delicado mentón.

– Ya lo creo, por que mi amo, junto a Yue y Keroberos están allí, así que no creo que les pase nada malo¡Además! Sakura es ¡muy fuerte, así que no tendrían problemas…

Touya observó al horizonte, en la lejanía podía observar un cuervo que se alejaba volando, con dirección al ocaso solar.

– Tengo un mal presentimiento…


Khrasuy había salido de la fiesta y estaba subiendo al techo por unas escaleras que llegaban al éste desde la parte trasera de la casa, cerca de la cochera, a la parte más alta de la cúpula del ala sur. Azoru le había ordenado que él se encargase de crear la tormenta y, después de crearla, hacer que un rayo cayera en una estación eléctrica, la cual ya conocían por los planos que se les habían proporcionado, para que causara un apagón en ese sector de la ciudad.

– ¡Uff! que cansado…– Dijo cuando al fin llegó al techo. – Creo que me hace falta ejercicio¡jejeje!…Pero aún tengo mis fuerzas…

Todavía iba vestido de fiesta, cuando subió hasta la punta de la cúpula. Pisó firmemente para no caerse, y extendió los brazos a su lado.

– ¡Ghrandier!8– Gritó. Una capa de una brillante tela, de resplandor amarillo pálido, le cubrió sus brazos, su cuerpo y su espalda, moviéndose rápidamente a su alrededor. Pronto, la tela tomó forma y se convirtió en una túnica color marrón, con bordes negros, que tenían figuras en forma de espinas, del mismo color.

Hurgó entre sus ropajes y halló el collar que Azoru le había dado.


F. B.

"– Toma – Le dijo Azoru, quien estaba en su cuarto. Había mandado a llamar antes de que el festejado bajara a la fiesta. Extendió la mano y le entregó su collar con la bella gema. – Subirás al techo, a la hora pactada. Invocarás mi báculo mientras yo, desde la fiesta, crearé un hechizo para que se cree una tormenta eléctrica de gran magnitud y, una vez hecha, apuntarás con él hacia el lugar de la subestación eléctrica, y pronunciarás la siguiente palabra:

¡Throneng! 9

Así, un rayo caerá en la subestación, paralizándola el suficiente tiempo para que actuemos."

Fin F. B.


La suave y fresca brisa chocó contra su cara, refrescándole. A la lejanía, el sol se ocultaba en el ocaso, en un horizonte de tejados de tejas y algunas celosías. Las nubes estaban pintadas en suaves tonos naranjas, rosas y lilas, por causa del último fulgor del sol, mientras que otras empezaban a adquirir tonos de blanco sucio, y, en las partes despejadas, las estrellas empezaban a asomarse. Khrasuy respiró hondo y sacó un reloj dorado con sus iniciales, de bolsillo, faltaba un minuto todavía para las seis.


Sakura y Shaoran se habían convertido en el centro de atracción de la pista de baile; mientras que ellos y otras dos parejas estaban en el centro, los demás bailaban a sus alrededores. Sakura se acercó al cuello de Shaoran, mientras que él, al sentir la respiración de ella en su oreja, y sentir su suave cabello caer sobre su hombro. Se sonrojó tiernamente y dejó caer levemente su mentón en su hombro.

– Shaoran – Le susurró al oído ­–, siento una extraña presencia…

– Si – Dijo. –, ese joven americano desprende una esencia mágica muy extraña…

– Si, pero no me refiero a esa…– Dijo Sakura.

– ¿Cómo?

– Es una presencia totalmente extraña a la de Azoru…

– ¿A qué te refieres? – Se miraron al rostro fijamente. Shaoran no supo de donde sacó tanto valor para mirar a esas esmeraldas que pertenecían a su Amada.

– Es como si alguien nos estuviera observando – Mencionó. –, Alguien con una presencia extraña…

Ambos empezaron inspeccionar el lugar discretamente con la mirada.

– Shaoran – Dijo la dulce flor de cerezo. –, hay algo que no les he dicho todavía…Algo que me sucedió ésta mañana…

– ¿No fue lo que nos comentaste acerca del muchacho que trabajaba en éste sitio? – Preguntó él, algo desconcertado.

– Si, pero no les conté qué me sucedió cuando tomé el papel entre mis manos…Y tuve una visión, de una mujer, o más bien dicho, una niña, que me pedía que le ayudara…

Shaoran le miró extrañado. La música terminó al par de su baile, las parejas aplaudieron agradecidas y volvieron a sus lugares, solo Sakura y Shaoran se hicieron a un lado de la pista., y luego, Sakura sintió que alguien le colocó una mano en su hombro; ambos voltearon a ver. Eriol y Tomoyo estaban detrás de ella.

– ¿Han visto a Azoru? – Preguntó el joven inglés.

– ¿No estaba con ustedes? – Preguntó Sakura.

– De repente, lo perdimos de vista…

– ¿Y Yukito? – Preguntó la Flor de Cerezo, se sorprendió al ver que el joven no estaba. – ¿Dónde est�?

– Estaba platicando con Azoru, justo antes de que lo perdiéramos de vista.


Khrasuy miró de nuevo su reloj.

– Ya es hora.

Guardó su reloj en su bolsillo, y sacó la cadena con el medallón, que usaba Azoru. Cerró los ojos, para concentrarse, mientras soltaba al medallón, que con un resplandor blanquiazulado, levitaba en el aire. Bajo sus pies, se formó un octágono circunscrito, el cual tenía una estrella de cinco picos bajo cada arista, y en el centro, una rosa circunscrita rodeada por el sol y la luna, a sus lados

– ¡Oh, Sello Sagrado de la Princesa¡Libera tu poder para que el bien y la verdad se manifiesten, y la justicia se establezca¡Oh Amo del milenario poder oscuro, libera tu fuerza!

Un resplandor blanco cubrió al Sello, mientras que de él, haces de luces del mismo color salían a todas direcciones.

– ¡Báculo del Amo¡Sello del Corrector¡Libérate!

Junto con un gran resplandor, el medallón creció, alargándose y tomando forma, convirtiéndose en una vara a manera de una combinación de lanza y de callado, con un trinchete en forma de "U" en su parte superior. En el centro de éste, un cristal semejante al rubí de gran poder, La Vara del Corrector del Amo. Khrasuy la tomó y la hizo girar un par de veces. Luego la empuñó como una katana.


– ¿Qué es eso? – Dijeron Shaoran y Eriol a coro, en voz baja.

– Esa presencia, la sentí en mi casa anteanoche…– Mencionó Sakura.

– ¿Cómo? – La voz de Eriol se volvió confusa. – ¿Qué es esto?

– Proviene de allá…– Dijo Shaoran, mientras señalaba una gran puerta, la que conducía al ala sur.


Azoru estaba en su habitación, la cual estaba sumida en oscuridad completa. Solo los rayos de la naciente luna llena entraban en ella, dando un toque misterioso a la sala de descanso. Se había escapado de la fiesta sutilmente, ya que antes de la fiesta, dispersó por el sitio un polvo mágico de apariencia azul pálido, el cual hechizó a los presentes instantáneamente, haciendo que se olvidaran de él. Solo a Jasha y Khrasuy no les surtiría efecto, puesto que el conjuro que lanzó después solo se aplicaba a humanos. Solo un par de ojos color azul hielo, que lo habían seguido por que se le pidió, lo observaban silenciosos, mientras él esperaba para conjurar el hechizo.

– "Listo" – Le telepatizó Khrasuy, quien se hallaba en el techo.

– Si. – Azoru cerró los ojos, mientras que un aura de color dorado en forma de nubes de polvo le empezaba a rodear. – Piedra mágica, Rubí del Oráculo del Sur, brinda tu poder milenario al Hijo del Corrector, el que aceptó la misión contigo.

El aura empezó a crecer y a llenar la habitación.

¡Draktar Throneng! 10

El rubí de la vara empezó a brillar, mientras cúmulos de nubes oscuras empezaron a rodear la casa y a agruparse, formando una tormenta. Los rayos y los truenos no tardaron en aparecer, iluminando las nubes o creando corrientes de aire.

– ¡Esta presencia…! – Eriol y Sakura se miraron mutuamente.

– El tiempo ha llegado…– Dijo Shaoran.

– ¡Sakura rápido, por ese pasillo! – Dijo Tomoyo, que vio que el pasillo que llevaba al comedor estaba despoblado.

Khrasuy apuntó con el rubí con rumbo a la subestación eléctrica.


Subestación Eléctrica

Zona noreste de la ciudad

Tomoeda, Jpn.

La subestación no era muy grande: una "bahía" eléctrica de alto voltaje y otra de un voltaje menor. Una caseta de control y un cuarto con un gigantesco transformador. Un pequeño desnivel separaba ambas bahías, unidas por dos escalinatas de piedra. Un hombre, vestido de obrero, estaba sentado en una piedra, como a dos metros del desnivel, en la bahía de alto voltaje, cenando. Otro, vestido de ingeniero, estaba a sus espaldas mirando el cielo.

– Sorata…No me gusta para nada ésta tormenta. – Dijo el ingeniero. – Se formó muy pronto.

– A ti que no te gusta, Ken…– Dijo el otro hombre, mientras estaba comiendo un emparedado.

Sorata lo miró con cara despreciable. Ken le sonrió con malicia, le había hecho otro de sus comentarios. El ingeniero dio media vuelta, y empezó a caminar con rumbo a la caseta de control.

Khrasuy observó al horizonte, entrecerró la mirada. Tres relámpagos aparecieron, seguidos después, con pocos segundos de diferencia, de sus respectivos truenos. Entonces gritó.

¡Throneng!

– ¡Cuidado! – Ken se levantó y corrió hacia donde estaba Sorata.

– ¡Oh Dios! – Sorata estaba paralizado del pánico.

Un rayo había caído, quemando los cables de alto voltaje y haciendo que algunas torres cayeran. La oscuridad en la parte noreste de la ciudad cayó casi de inmediato. Al llegar a donde estaba, Ken se lanzó contra Sorata, salvándole la vida. Rodaron dos o tres veces hacia debajo de la colina que hacia la separación de ambas "bahías" eléctricas. Quedaron separados de los cables y las torres.

– ¡Estas bien! – Ken miró a Sorata. Movió la cabeza en señal de afirmación. Respiraba muy agitado. El walkie-talkie que llevaba Sorata en el cinturón de su traje de trabajo no paraba de emitir órdenes e improperios. Sorata lo tomó, sus manos temblaban de miedo cuando apretó el botón. Se incorporó, sentándose en el piso con las piernas extendidas. Ken se puso en pie y corrió a la cabina de control.

– ¡Atención, descarga atmosférica en la bahía de 250¡Daño mayor, repito, daño mayor¡Manden ayuda urgente¡Cambio!

Un cuervo sobrevoló el lugar, a donde llegaron rápidamente varias camionetas y grúas, junto con los bomberos, para sofocar el fuego que se empezaba a extender, y a reparar los daños. Miró hacia abajo y se alejó volando aún más rápido. Un aura roja le rodeó, quería que la tormenta durara más, más de lo necesario.


Todos los invitados en la mansión estaban a oscuras, buscando el camino de regreso a su mesa. Instantes antes del apagón, estaban tocando una música bailable muy pegajosa y todos fueron a la pista de baile, por lo que la mayoría estaban en la pista de baile, preguntándose o conjeturando acerca de lo sucedido, pues un trueno de grandes magnitudes se dejó oír instantes después.

– ¡Sueño! – La carta se alejó volando y empezó a dormir a todos los invitados de la sala. Luego salió al patio y a la terraza y terminó con los demás. Una vez hecho esto, el grupo de amigos salió del pasillo. Toda la mansión, junto a las calles y vecindarios de alrededor estaban sumidos en tinieblas. Sakura llevaba su báculo en manos, Shaoran cargaba su espada en su hombro. Solo Eriol no llevaba su báculo. Mientras caminaban, Shaoran topó con algo a sus pies.

– ¡Luz!11 – Sakura usó otra carta para iluminar el recinto, la cual se volvió una esfera que flotó hasta el techo. Todos estaban acostados en la pista de baile, o en sus mesas, durmiendo. Shaoran había topado con Yamazaki, que llevaba dos vasos desechables en cada mano. Un líquido color naranja salía de uno de estos, mientras que el otro estaba vacío. Por la proximidad de la fuente de sodas, Shaoran entendió que su amigo se dirigía a servirse bebida en ese instante. Se alcanzaban a oír ronquidos por algunas partes.

– Bien, es el momento de empezar con esto…– Dijo Eriol.

– �¿Eh! – Sakura sintió una presencia en ese lugar. Eriol y Shaoran la sintieron después. Empezaron a buscar por todos lados.

– ¿Qué sucede? – Preguntó Tomoyo.

– Es una presencia espiritual muy fuerte…– Contestó Kero, saliendo debajo de la mesa y, convirtiéndose en el león de fuego, su forma verdadera, empezó a buscar también.

– ¿Cómo? – Preguntó Tomoyo.

– Alguien nos observa…– Dijo Shaoran. Tomoyo volteó hacia varias direcciones. – Pero no lo podemos ver…

– Esta presencia…– Musitaba Kero. – ¿Dónde, dónde?

– ¿Qué es eso? – Dijo Tomoyo, señalando cerca de uno de los balcones de acceso a la terraza.

Todos voltearon a ver. Una sombra, como de una mujer, los observaba. Vestía ropa andrajosa que daba indicios que alguna vez fue un vestido lujoso color rosa claro. Sus cabellos plateados se movían por efecto de alguna brisa proveniente de ninguna parte. Sin embargo, no se veía su rostro. Sakura la observó detenidamente

– ¿Es ella? – Susurró para si.

– ¡Es la presencia¡Proviene de ella! – Advirtió Shaoran, señalándole con su índice.

De repente, la mujer corrió rumbo a una puerta, en a parte superior.

– �¡Tras ella! – Dijo Eriol, a la vez que empezaba a correr. Todos le siguieron. Solamente Shaoran le alcanzó a la delantera en las escaleras, Sakura y Tomoyo no podían correr bien por sus vestidos. Mientras corrían, Kero extendió sus alas y rápidamente las subió a su lomo.

– ¡Sujétense! – Dijo Kero, mientras sorteaba algunos candelabros. La muchacha volteó a ver a sus perseguidores, y traspasó rápidamente la puerta, como un fantasma, al ver la cercanía de éstos.

Shaoran intentó abrir la puerta. Ésta se abrió un poco. Estaba trabada. Eriol se puso de acuerdo para abrirla a empellones.

– ¡A mi cuenta! – Dijo Shaoran. – ¡Uno…Dos…!

Desde su habitación, Azoru sonrió, con los ojos cerrados, y meneó su dedo índice en forma circular a la derecha, el cual destelló con brillo dorado, momentáneamente.

– �¡Tres! – Gritó Shaoran mientras que él y Eriol corrían para empujar la puerta. Justo antes de que la golpearan, se abrió de golpe delante suyo.

– ¡Cuidado! – Gritó Eriol, frenándose de golpe, unas escaleras se hallaban allí. Shaoran, solo por un reflejo rápido, por poco se cae. Era una sala amplia, con escaleras en forma de "V". Parecía la entrada de un teatro. Aunque la estancia no era muy amplia, por lo menos Keroberos podría maniobrar. La Carta se les unió, dejando oscuridad en la sala donde estuvo anteriormente. De esta forma pudieron ver las escaleras, la cuales eran muy largas.

– ¡Ahí! – Gritó Shaoran, al ver que la sombra les había observado escondida, y corría a través de un pasillo.

– ¡Vamos! – Gritó Sakura, bajando las escaleras por el pasamanos, por el equilibrio que había aprendido, no se caería fácilmente, los demás, salvo Tomoyo, que se subió de nuevo al lomo de Keroberos, le siguieron, le siguieron de la misma forma.

Llegaron corriendo al pasillo y corrieron hacia la dirección donde ella había corrido. Azoru, desde su cuarto, sonrió de nuevo, con los ojos cerrados, algo cruzó por su mente. Eriol y Sakura, seguidos de cerca por Shaoran, iban a la cabeza. Keroberos y Tomoyo se habían retrazado por causa de ella. La sombra giró hacia la derecha, en un cruce de pasillos.

– ¡Por aquí! – Gritó Eriol. – ¡De prisa!

Azoru levantó de golpe sus dos brazos, sus manos se rodearon de un aura dorada.


– ¡Uff, este pasillo no parece tener fin! – Dijo Sakura, algo exhausta. Eriol libró ágilmente una mesita con un florero, que por poco se cae.


– ¡No es un pasillo largo! – Gritó Shaoran, que ya les había dado alcance. – ¡Alguien o algo está haciéndolo más grande!

– ¡Rápido¡Por ahí! – Dijo Eriol, al ver que la sombra se había asomado en un pasillo, como si se cerciorara que la estaban siguiendo. Giraron a la izquierda rápidamente y se toparon con una puerta, la cual acababa de cerrar. Los tres estaban exhaustos y respiraban con algo de agitación.

– Entró ahí…– Aclaró Eriol. – Debemos entrar…

Sakura y Shaoran asintieron. Eriol invocó su báculo.

– ¿Listos? – Preguntó el joven ingles. Volvieron a asentir. – Eriol tomó el manillar de la puerta y la abrió. Ésta rechinaba conforme se abría. La oscuridad reinaba de nuevo. La carta, que les había seguido muy de cerca, sobrevoló y entró a la estancia, iluminando todo de nuevo. Estaban en el salón comedor. Entraron detrás de ella con suma cautela.

– Ha desaparecido…– Dijo Shaoran. Sakura y Eriol buscaban con la vista.

– Separémonos para buscar. Así será más fácil que alguno de nosotros la veamos…– Dijo Eriol.

– ¡Si! – Dijeron Sakura y Shaoran a coro.


Azoru bajó los brazos cansadamente.

– Creo que no es bueno lo que haces­ – Los ojos azul hielo, que hace unos minutos atrás guardaban silencio, observando al alienígena, decidieron hablar. El guardián lunar le observaba seriamente. –, extraño…

Azoru no se inmutó en girar a ver al que le hablaba, solo lo miró de reojo.

– No te preocupes, Yue. – Respondió Azoru. Yue se sorprendió de que supiera su nombre. – No dañaré a tu nueva ama ni a sus amigos…

– ¿De dónde me conoces? – Yue le miró con los ojos abiertos. – ¡Responde!…

– ¿Tanto tiempo ha pasado y ya me olvidaste, pequeña criatura?…– Su voz cambió por una más ronca, madura y varonil. Era la voz de Luke. Azoru sonrió astuto. – Eras muy joven cuando te conocí, a ti, a Keroberos, y a tu antiguo amo…

– Esa voz…La recuerdo…– Dijo Yue, llevándose un dedo a su mentón.

Un aura dorada rodeó inmediatamente a Azoru, creció rápidamente en estatura y en complexión, su cabello creció un poco más. Sin embargo, la presencia que se sintió era exorbitantemente enorme. Su ropaje se cambió, una capa cubrió su espalda. El aura dejó de rodear a Azoru, para mostrar a Luke completamente formado. Vestía una camisa de cuello cerrado color café oscuro, junto a unos pantalones un poco abombados en los tobillos. Sus zapatos eran cortos, como sandalias cerradas, parecía estar hechos de cuero. Sin embargo, el manto que le cubría era de color café claro con la otra cara color rojo carmesí. Se sujetaba a sus hombros por dos hombreras doradas., alargadas un poco hacia los lados. Yue lo miró con varias gotas de sudor en su frente, Luke era más alto que él, como por veinte centímetros.

– ¡Tú! – Exclamó Yue. – ¡Te recuerdo!

– Si Yue, hace tanto tiempo sin verte…– La voz de Luke se tornó algo paternal.

– ¿A qué has venido? – Preguntó Yue algo molesto. – La última vez nos causaste muchos problemas…

– A recoger lo que mi padre trajo aquí…Sabes a lo que me refiero…– Dijo Luke, dando media vuelta y mirándole de frente. Ojos de hielo sobre iguales. – A la espada…

– Mi antiguo amo la escondió muy bien, incluso de ti…– Respondió Yue, con la frialdad que le caracterizaba. – La selló en una de sus Cartas…

–…– Luke le miraba seriamente. Yue sonrió seguro de sí mismo.

– Y he de suponer que ya sabes que las Cartas no son más de él, sino de otra persona. – Prosiguió Yue. – Solo ella tiene el poder para liberarla o para sellarla de nuevo…

– Te equivocas…– Luke le dio la espalda a Yue, quien le miró extrañado. Extendió las manos y un círculo se dibujó en el suelo. Pronto, apareció en él la imagen de Sakura, quien estaba buscando en la habitación comedor junto a Eriol y Shaoran. – Ella ya no tiene ese poder…

– �¿Qué dices!

– La espada tiene vida y conciencia propia. Independientemente de lo que haga tu ama, la espada siempre hará su voluntad…Por eso es muy poderosa…

– �¿A qué te refieres! – Yue parecía molesto.

– Las Cartas al haber cambiado, hicieron que la espada mutara. Ahora ha liberado su poder y está llamando a su complemento para manifestarse, al Amo…– Fijó su mirada en la Dulce Flor de Cerezo. – Porque ahora es cuando se necesita…la espada, a pesar de todo, buscará hacer siempre el bien. Siempre procurará hacer la voluntad que le dejó mi padre, salvar a su pueblo…Y es ahora cuando lo que se había dicho se cumplir�, ahora debe renacer el Amo…

– ¿Y quién es ese "amo", al que te refieres? –Yue se le acercó poco a poco.

– Un ser con poderes que sobrepasan a los normales. Un ser con un corazón puro que solo busca hacer el bien a donde quiera que vaya y que usará el poder que le fue brindado para usarlo en beneficio de otros y de sí mismo. Alguien con la suficiente fuerza y capacidad para aceptar un reto, un cambio, una batalla a favor de la bondad, de todo lo bueno, sin escatimar ni en su propia vida. Alguien experto en la batalla, y con la capacidad mental para salir ileso de una guerra tanto física como mentalmente. Quien llene estas actitudes, será el Amo, y el poder del Corrector de los Sellos será suyo…

– ¿Podría ser ella?…– Preguntó Yue, fijando su vista en Sakura. Sin saber por qué, sonrió.

– Eso lo veremos…– Dijo pensativo.


– ¿Encontraste algo, Shaoran? – Sakura seguía la búsqueda. Shaoran buscaba debajo del mantel de la mesa.

– Nada…– Contestó el joven chino.

– ¿Eriol?

– Nada tampoco, querida Sakura…– Eriol paró, sabía que surtiría esto un efecto particular.

Shaoran le volteó a ver.

– ¿Cómo "querida Sakura"? – Preguntó molesto, o más bien, celoso.

– Así me dice él…– Defendió Sakura a Eriol. – No le veo nada de malo…

– Yo opino diferente…– Shaoran no estaba dispuesto a rendirse.

–…– Eriol callaba, con una particularmente grande gota de sudor en la cabeza.

– No me gusta que te diga así él…

– ¡Ayy Shaoran! – Contestó Sakura.

– ¿Celoso? – Respondió Eriol.

– ¡No espera¡Un momento!…

Oyeron que se abrió la puerta por la que habían entrado. Rápidamente se pusieron en guardia. Una sombra de una mujer de largo cabello, junta a la de un felino entraron. Sakura suspiró aliviada. Era Tomoyo y compañía.

– Los creíamos perdidos – Mencionó la joven de cabellos azabaches. –, corrieron muy rápido…

– Lo sentimos…– Contestaron a coro. Tomoyo suspiró sonoramente.

– Esta bien…– Sonrió.

– ¿Y qué pasó? – Interrumpió Keroberos. – ¿Dónde est�?…

– Perdimos su pista…– Aclaró Shaoran. – Sabemos que entró aquí, pero al parecer, se esfumó.

–…– Keroberos parecía preocupado. – Pues no salió por donde entramos nosotros…Por que si no la hubiera yo capturado…

– "Peluche presumido" – Murmuró Shaoran.

– �¿CÓMO DIJISTE, MOCOSO! – Keroberos se enfadó mucho, y tomó posición de guardia.

– ¡Quietos los dos! – Sakura intervino para que no se pelearan. Ellos desviaron sus miradas. – ¡No es momento para peleas!

Eriol observó de nuevo el lugar. Luego miró al fondo. Había tres puertas en todo el recinto.

– Nos separaremos. – Advirtió. – Será más fácil buscar así…

Todos prestaron atención.

– No pudo haber salido por la puerta por la que entramos sin que la hubiéramos visto, así que nos dividiremos de ésta forma: Keroberos, Tomoyo y yo iremos por esa puerta. – Señaló con su báculo la puerta de la cocina. – Sakura y tú, Shaoran, irán por esa otra. – Señaló la que les llevaba al ala oeste. – Llévense la Carta, y en diez minutos nos veremos aquí…

– Nos estaremos comunicando por el celular que me regalaste Tomoyo…– Dijo Sakura, sacando el móvil de su bolso.

– ¡Sí! – Asintió la joven.

– Bueno, entonces, suerte a todos…– Los grupos siguieron sus caminos. Tomoyo, Eriol y Keroberos entraron rápidamente a la cocina. Sakura y Shaoran y Sakura se detuvieron un poco antes de entrar.

– ¿Estás bien? – Shaoran observó decaída a Sakura. – ¿Qué tienes?

– No es nada ­– Sonrió llevándose una mano a su pecho. – Creo que fue nada más una corazonada…Pero ya estoy lista.

–…– Shaoran le miró preocupado. – Esta bien…Vamos a entrar…

Sakura asintió. Shaoran tomó la espada con su mano izquierda y procedió a abrir la puerta. El pasillo estaba oscuro. La carta se acercó volando a ellos.

– Vamos…– Sakura siguió a Shaoran. La carta les sobrevoló y se colocó delante de ellos.

Luke observó hasta cuando los equipos se separaron y entraron a sus respectivos sitios. Miró fijamente a Shaoran cuando él hablaba algunas cosas con Sakura. Volvió a extender las manos y el círculo se empequeñeció rápidamente, hasta desvanecer.

– ¡Bien Yue! Hora de irse…– Empezó a caminar rumbo a la puerta, sin voltear a ver al ángel. – Hay mucho que hacer…

Yue le siguió en silenció. La habitación quedó vacía, solamente iluminada por los rayos que caían. En un árbol cercano, un cuervo de brillantes ojos rojos alzó en vuelo, para internarse en la casa. Tomó rumbo hacia un lugar en específico: la cocina. Había llegado la hora de actuar.

CONTINUARÁ…


�¡Contestando reviews:

Les pido que me perdonen por este súper-retrazo con el capítulo, es que la verdad no había podido escribir nada en mucho tiempo, puesto que apenas acabo de terminar mis cursos de veraneo en la universidad…

Este capítulo es el más largo que he escrito hasta ahora, espero que los disfruten…Por cierto¡ME VOY DE VACACIONES! (Entra Touya vestido de playa, lentes de sol, con una tabla de surf y una sombrilla para playa) No esperen capítulos sino hasta mediados de Agosto, puesto que haré todo lo posible por terminar pronto esto nn… (Touya: Apresúrate! Nos va a dejar el bus! A la playa! A la playa! A la playa me vooooooooooooyy! O – Ayyy Dios mío uuU, disculpen a este extrovertido, pero se me hace que ya se le subieron las sales marinas nnUUU)

Bueno a lo que voy:

Celina Sosa: Gracias por tu review! Wow, creo que ahora podemos hablar más por medio del yahoo, espero encontrarte alguna vez. Te suplico que me perdones, pero como ya dije, no he podido checar mi correo en dos semanas, voy a ver si puedo esta misma noche…

Kismmy Claw: niña DE MI VIDA Y DE MI AMOOOOOOOOOORRRRR! Hace tanto que no sabía de ti, ya te empezaba a extrañar…Te pido que me perdones por no haberme conectado en estas últimas semanas, pero como siempre fue por causas de exámenes y tareas…Uff uuU

�¡Me creerías que apenas salí de vacaciones¡Si! Acabo de salir hoy (fecha de que subí este capítulo) y hoy mismo parto para mi tierra natal. No se si me podré conectar este fin de semana, pero veremos que puedo hacer ¿Va¡Te quiero mi niña¡Sabes que me fascina como escribes!

Por cierto, aki dejo mi review de tu capítulo 19:

Wowow, este si me impactó. ¡Por fin Eriol besó a Sakura! Ya me lo alucinaba, pero nunca pensé que fuera tan pronto, uyyy! Me quedé súper intrigadísimo con ese capítulo…�¡Por favor no dejes de continuarlo! Todavía no leo el otro, el de "Mi viaje a Inglaterra", pero no te preocupes, lo leeré si no aquí, allá en mi casa en la playa ;-)

Bueno me despido, que ya me jalan Kero, Shaoran y Touya del monitor (OHH! Espérense! ��U �¡Oye ya queremos irnos! ) (OHHH! Les digo que me suelten…..¡Hey¡Suéltenme¡Oigan que se han creido ustedes¡Bajenme! )

Keroberos: Disculpen pero era necesario sacarlo de aquí, si no, no se va y nos deja el bus

Personajes: bueno nos despedimos todos…Hasta agosto!

ARcAnGeL, (¡No se valeee! Dejen despedirme…– ¡Esta bien, esta bien! U��)

Byeeeeeeeeeeeeee! Cuídense mucho!…

1 Primer apellido de Khrasuy

2 "Patraghtian Plath" significa: "Planeta Patria", una forma muy culta de decir: "Planeta Hogar" o "Planeta natal". "Ictianishak": Aunque el planeta se llama Ictianish, la terminación "-ak" es una referencia al nombre de un objeto inerte, diferenciándolo de el nombre de una persona o ser vivo.

3 Una provincia consistía de una única ciudad-capital, la cual ministraba a sus alrededores y aldeas circunvecinas, algo así como una cabecera municipal. Generalmente, esa ciudad era donde la mayoría de la población vivía.

4 1 Gíhis 2 meses.

5 Gran Canciller. Forma culta de referirse a un Fiuttrek, generalmente usado en el lenguaje de la nobleza.

6 A los 180 años, los Ictianos se parecen a los niños humanos a sus 11 años.

7 O El Corrector

8 ¡Cambio!

9 ¡Trueno!

10 ¡Tormenta Eléctrica!

11 En otras versiones encontraran esta carta como "Destello".