Mi amante fiel

Hacían un calor intenso afuera, en la cuidad de altos edificios y desaladas calles. Un verano como este, donde el disfrute y la pasión, estaban a la boca de todos.

En un prominente edificio, el más lujoso y escandalizado de todos. Escandalizado porque, era famoso por las historias de amor y desgracia que todo hotel de más de 50 años tenías.

Además, las personas que se hospedaban allí, eran parejas. Más no tenía la categoría de llamarse, el hotel del amor.

Sus habitaciones, grandes y acogedoras. Con todo lo que una persona pueda necesitar. Claro, mientras pueda pagar por los servicios, no había ningún problema.

Con amplias camas de sábanas blancas y grandes puertas de roble con magníficos seguros…

Enredó sus largos y finos dedos con los de él. A su vez sintiendo como el joven de ojos de oro jugaba con sus labios. Introduciendo su lengua e invitando a la de ella a seguir con una contienda que no podía ganar.

Cubrió sus rosas ojos con sus párpados y se dejó guiar por los instintos que de ella surgían. Cuanto había esperado por ese momento. Con tristeza, soledad, ansiedad y miles de otros sentimientos reunidos, Tamao Tamamura deseaba con todo el ser que este instante no acabara nunca.

Pensar que ella había creído que su amado, no sentía absolutamente nada por ella. Y ahora tenerlo, encima suyo y proporcionándole caricias que jamás otro hubiera echo. Sólo lo amaba a él y por él, daba su ser.

Exquisito placer, sus besos. Embriagante, su aroma. Hipnotizante su sola presencia. Dejó que su garganta produjera unos leves gemidos que hizo que su acompañante sonriera en satisfacción.

Ren separó sus labios húmedos de la mujer pelirosa. La miró; examinando las emociones, la agitación en el subir y bajar de su pecho, el sudor que provocaba el calor del ambiente y de la habitación. El divino sonrojo que se había formado en el rostro de su acompañante.

Simplemente hermosa.

No necesitaba catalogar lo que sentía en ese momento. Estaba decidido, entusiasmado como joven que era y enamorado de los ideales de vivir junto con una caricia y un abrazo que lo recibieran siempre y sin interés.

Ella notó a insistente mirada del muchacho violáceo. Estando consiente de que estaba semi desnuda y con él sobre ella. La pena la abordó.

El rubor no sólo recorrió su semblante sino, su cuerpo entero. Dándole un tono sonrosado. Se sintió expuesta…y la consistente mirada, la apasionaba.

Tao acarició el rostro de su acompañante en la blanquecina cama. Con suavidad y con extraña ternura. No habían ejercido palabras desde la confesión. Ninguno seguro que hacer o decir, sólo dejándose "llevar" por lo que los humanos siempre llamaron instintos.

Pero esos "instintos", para jóvenes inexpertos, sólo podrían terminar en torpeza y nerviosismo.

-Ren…-pronunció la muchacha. Luego un silencio la acompañó.

Había quedado embelesado. Sus ojos dorados se nublaron, en su mente se iba formando un deseo…el tenerla sólo para él. Sentir esa suavidad de la piel, en la suya propia. Conocerla desde las pestañas, hasta el minúsculo lunar que su cuerpo pueda tener.

El clima que se por sí era infernal, se incrementó con el calor de los cuerpos. La ansiedad y la desesperación interna que el joven sentía, no le permitía pensar. Agotándolo antes de comenzar… Más con suaves tactos por parte de la mujer, logró disiparlos.

Una leve sonrisa sorprendió a la pelirosa. Su amante comenzó con delicados besos a su cuello para luego besar sus hombros desnudos. Su corazón latía intensamente a medida que los besos en su cuerpo incrementaban.

Experimentó con sus labios la tersa piel, dejando tras cada posada una pequeña marca. Señales de la pasión que él sentía por la joven de rosas ojos.

Tamao se dejaba envolver en el suave contacto, perdida en las caricias. Esas sensaciones en su cuerpo, eran nuevas y la hacían sentir extraña. La hacían estremecer. Más la ternura con la cual el joven se manejaba, la relajaban.

Cerró sus ojos para sentir a plenitud las sensaciones. Agradando el gesto a su compañero. Convenciéndolo finalmente que ella, recibía gustosa esas poco comunes muestras de afecto.

Recorrió el cuello con su lengua, trazando imaginarios círculos en la piel que hacían temblar en placer. Los ojos ámbar brillaban intensamente.

Abrazó con fuerza el cuello de su amante, sintiendo la proximidad de los cuerpos. Saber que él estaba ahí con ella. Posó los sedientos labios en los ansiosos de la pelirosa. Jugando nuevamente con su lengua mientras que una mano acariciaba un seno femenino. Jamás había visto a una mujer desnuda y por ende, nunca había sentido la suavidad y a la vez firmeza que aquellos atributos.

Al notar eso, la joven se apartó unos centímetros de los labios del muchacho. La expresión seria seguía presente en el semblante del de ojos ámbar.

Dijo su nombre en un suspiro, suplicante por más. Le llamó y él siguió.

Necesitaba eliminar esa ansiedad que en su cuerpo se formaba. Percatándose de las manos de la mujer en su espalda, con movimientos lentos, comenzó a desabrocharse la camisa que aún portaba. La jovencita lo detuvo.

-Te…ayudo.-dijo en hilo de voz y posó sus delicados dedos en los botones. Desabrochándolos con lentitud ante el sonrojo del violáceo que esperaba impaciente que esa tela, suya y de ella, desapareciese.

Dejó caer la camisa hasta sus codos. Dejando a relucir los músculos tonificados y el pecho bien formado. Tamao se sonrojó con profundidad y en su rostro sólo se veía admiración.

Ren sonrió divertido por expresión de la pelirosa. Parecía paralizada debajo de él. Ella lo miraba con suma atención mientras que su mente divagaba en extraños pensamientos. Verlo por primera vez así la hacía entender muchas cosas. Que pese a la apariencia fría y de superioridad que mostraba, era un ser humano después de todo. Con carne y sangre por sus venas. Verlo así, lo hizo quererlo más.

Terminó de despojarle la camisa. Acarició con sus delicadas manos, el pecho varonil. Sus manos siguieron en su tarea mientras iban de poco a poco posándose en su cuello. Para luego atraerlo hacia ella y besarlo con ternura propia.

Sus manos recorrieron la fuerte espalda. Devolviéndole las caricias que antes él había echo. Dando incontables besos que hacían cosquillas en el cuello del muchacho. Pronto el vestido que portaba, desapareció. Dejándola solamente en ropa interior.

Se arrodilló encima de ella. Sus manos delineaban la cintura una y otra vez. Subieron despacio hasta toparse con los pechos de la muchacha. Bajó sus labios hasta ellos. Los besó con pasión, haciendo gemir en gusto a su amante que sólo jugaba ahora con los cabellos. Despeinándolos y sintiendo la suavidad de las hebras.

Tanto lo que le costó llegar hasta allí. Verla todos los días. Soportar y de paso, ahuyentar a todo hombre mal intencionado que osase a acercarse a ella. Si bien era su protector, muy dentro de sí compartía los mismos deseos de aquellos sujetos. Tenerla.

Más su máxima diferencia con ellos era que, él la amó antes de saber su apellido.

Entre su respiración agitada y suspiros provocados por el placer, Tamao deseaba que el contacto de sus cuerpos fuese a un grado mayor. La excitación que en ellos se formaba a medida que los besos se intensificaban fue creciendo.

Pronto el besar los senos fue insuficiente para él. Pasó su lengua por todo el área y centró su atención en aquellas aureolas rosas que adornaban los pechos femeninos. Succionándolos con cierto cuidado pero con gran placer. Probándolos y saciándose de ellos.

Con gran sorpresa por el repentino tacto, Tamao no dejaba de repetir en su "agonía" el nombre de la persona que provocaba esas sensaciones. Sintió una mano del joven recorrer su figura hasta llegar sus pantaletas. Jugando con el elástico de ellas, bajándoselas poco a poco.

Las caricias en sus senos no cesaron. Pronto se vio totalmente desnuda ante él. Dejando de rozar sus labios con aquellos atributos, el joven Tao volvió a los labios de la muchacha. Que lo recibieron con pasión y mucha dulzura en ellos.

Un repentino choque de placer la recorrió entera.

Unos dedos atrevidos acariciaban su intimidad. Sintiendo la humedad y excitación en esa área debido a las constantes caricias y besos antes profesados.

-Ahh Ren.- gimió entrecortadamente la joven de cabello rosa antes de ser cortada por los labios que se posaron dominantes sobre los de ella.

Su mano continuó con su labor de brindarle placer a la muchacha. Introduciéndose en su intimidad y provocándole sensaciones que, juró en ese momento, ningún otro haría.

Simplemente, no lo permitiría.

Totalmente sonrojada por la acción y sintiéndose caer en otra realidad. Los pequeños gritos y sonidos que de ella emanaban, la llevarían dentro de poco a un clímax.

Los dedos ágiles se movían cada vez más rápidos, estimulando esa área que fue humedeciéndose más. Ante sus dorados ojos, la muchacha se aferró violentamente a su cuello.

Ahogando un grito al pegar sus labios entre el cuello y los hombros. Su primer orgasmo, la transportó momentáneamente a un mundo de fantasía, en el cual el tiempo fue detenido y lo único que estaba presente era aquella sensación de extremo placer que se esparció por su cuerpo.

Respiró agitada y ruborizada. Su cuerpo había experimentado algo nuevo y estaba acostumbrándose a ello. Ya que ella sabía muy bien que en esto, no terminaría.

El de cabellos violáceos devolvió el abrazo con ternura y de una manera un poco posesiva. Aferrándola con suavidad a su pecho. Sintiendo el aliento rápido y caliente chocar con su pecho desnudo.

No se sabe cuando fue, pero ella se dio cuenta, estaba arrodillada en la cama al frente de él. Todavía en su abrazo. Se sintió muy feliz. Aquella maravillosa sensación la hacía completamente dichosa. El corazón en su pecho no cabía de tanta emoción reunida. Derramó una lágrimas junto con un suspiró.

Cogiendo su mentón con una mano. Ren Tao la hizo verlo. Cruzando las miradas, él notó con sorpresa las gotas saladas que recorrían sus mejillas sonrosadas.

Pero antes que preguntase, ella negó con la cabeza.

-Soy muy feliz.- le dijo en sonrisa, aún saliendo agua de sus rosas ojos.

El de ojos como de oro sonrió en cansancio y en un acto, apartó los mechones del rosa cabello y besó silenciosamente la frente de la muchacha. Sus manos en los frágiles hombros y una caricia en su frente, delicada y tibia.

- Yo también…- susurró en grave voz.- …gracias…- dudó un poco pero lo dijo.

Tamamura sonrió levemente. Pronto las lágrimas fueron secadas con los labios de él que de nuevo impartían su tarea en darle suaves toques a su piel.

De nuevo cortos gemidos fueron escuchados en la habitación. Muriendo en las paredes. ¿qué pensarían los vecinos si se enterarán que ella y aquel joven, estaban …? ¿Qué pensarían aquellas mujeres con las cuales se reunía todas las mañanas? … Fácil la atrevida la felicitaría, mientras que las otras morían por saber los detalles y estaría también, la mayor de todas. Que posiblemente la regañaría primero para luego abrazarla y aconsejarla…

Se entretuvo con los pechos sensibles. Notando con curiosidad que estos, se encontraban firmes. Producto de aquella excitación anterior. Al igual que los pezones que adornaban el centro de los atributos.

Los acarició hasta escuchar de nuevo los grititos de su amante. Si bien quería hacerla sentir placer, felicidad… él buscaba también lo mismo. Ente tanta estimulación, él comenzaba a desquiciarse en pasión. Quería hacerla disfrutar de este encuentro, pero también disfrutarlo él a plenitud.

Ante tanta sensualidad e inocencia que de la muchacha irradiaba, Tao no podía dejar de excitarse. Sintiendo la dolorosa tensión que en sus pantalones comenzaba a formarse. Y los gemidos de la joven de cabellos rosados no eran de mucha ayuda.

Ella mientras tanto revolvía los cabellos violetas del joven Tao. Bajó sus manos al pecho del hombre. Sintiéndolo suave pero fuerte. Palpando la piel y notando el latir del corazón. Acelerado. Se detuvo ahí un instante…sólo sintiéndolo.

Sus besos se intensificaban y pronto se volvieron apasionados. En repentino impulso, Tao se aferró a la muchacha, sus manos circulaban por la espalda desnuda de ella y luego se detenían en la cintura. Delineándola con perfección.

Ella sintió algo peculiar. Un roce continuo que chocaba contra ella. Bajó sus manos bordeando los músculos del vientre y llegando al lugar en el cual sentía ese choque.

Sus ojos se abrieron en sorpresa y un sonrojo profundo se apoderó de su rostro. Aún aprisionado en el pantalón, Tamao sentía sobre la ropa, el miembro erecto de su joven amante.

Un leve suspiró salió de sus labios al sentir el tacto de la pelirosa en la parte que le ocasionaba tensión y frustración. Ella le miró de reojo. Su semblante estaba oculto en los cabellos violetas, más un rubor estaba postrado en sus mejillas calientes.

La pelirosa sonrió con ternura y depositó un beso en un lado del rostro del hombre. Este la miró. Los bellos ojos ámbar estaban más intensos que antes, brillantes en pasión…por ella. ¿Acaso ella había provocado esa reacción en el muchacho?

-Ta …Tamao yo…- pronunció en su excitación el muchacho.

Arrodillada en la cama junto con él, la de rosas ojos con una de sus manos acercó el rostro de Tao hasta cerrar el espacio entre ellos con un beso cálido. Mientras que, su otra mano se aventuraba entre vientre fuerte y llegaba hasta la zona en donde había presión.

Sus dedos palparon hasta encontrar el cierre del pantalón y sus oídos escuchaban los gemidos inconcientes que de los labios del muchacho escapaban. Lo bajó.

Sorprendida y curiosa. La jovencita topó con "algo" rígido y caliente. Tenía un poco de vergüenza. No sabía que hacer ahora. Era la primera vez que se encontraba en este tipo de situación. Más, este joven le había brindado hace momentos atrás un exquisito placer…ahora debía devolverle el "favor".

Tomó el miembro entre su mano. Al tacto, el violáceo se sintió estremecer y pronto su respiración comenzó a variar. Entre sus besos, Tamao notaba la agitación que del chico surgía. Lo apretó un poco, curiosa. Sintiendo la suavidad/dureza de aquella virilidad.

Notó los gemidos de su pareja. Y escuchó su nombre salir de los labios. Eso lo animó a continuar. Aunque su inexperiencia…pueda conducirla a la torpeza, no le importaba. Estaba en ese momento con la persona que más amaba. La persona que la había visto en sus peores momentos y jamás la había abandonado. Que pese a esa soledad que lo rodeaba, había aprendido a acercarse a ella.

Si tan sólo hubiesen descubierto esto antes…tanto tiempo perdido.

Empezó con suaves movimientos. Estimulándolo, acariciándolo con sus dedos. Estrujándolo un poco por solamente escuchar los gemidos de él. Los ojos dorados que se oscurecían y que luego brillaban intensamente.

El sonrojo que en ambos rostros se formaba…

Subió la velocidad de su delicada mano. Con tanto sube y baja, aquel pedazo de carne comenzaba a crecer en su tamaño. Por ende, haciéndolo más doloroso para él. Pronto llegaría a su final pero, él no quería que acabase así.

No…no podía acabar sin ella.

Pese a que le había encantado las caricias de la muchacha, detuvo la mano de la pelirosa con la suya. Apartándola de su espina y trayéndola hacia su espalda. Para que ella lo abrazase.

Tanta inocencia fue reflejada en aquellos ojos, tanta pasión, afecto, hasta un poco de lujuria…

La posó de espaldas sobre la cama. Ella le miraba con los ojos entrecerrados, impaciente. La excitación en él no había muerto y ahora, estaba seguro que ella le daría la bienvenida.

Apuntando hacia la cavidad femenina, Tao se adentró en ella. Sintiendo las paredes que estrujaban su miembro. Haciéndolo soltar un gemido de placer. La muchacha por su parte había cerrado fuertemente sus ojos. Un pequeño dolor comenzaba a formarse por su vientre.

Con suavidad y, con paciencia, poco a poco fue introduciéndose en ella. Topándose al fin con aquella barrera que indicaban la virginidad de la chica.

Y que ironía, él también lo era. Más, su orgullo no le permitía actuar así.

Sabiendo que aquel "muro" provocaría dolor en la joven, susurró unas palabras al oído de la chica.

-Esto te va a doler…trataré que no sea demasiado.

Ella asintió su cabeza y sonrió levemente.

El moviendo de las caderas del muchacho que al principio fue lento, de un impulso, introdujo el miembro completo dentro de la muchacha. Esta al sentir el dolor intenso que en ella se formaba, cerró sus ojos automáticamente y con fuerza, volvió a aferrarse al cuello de su amado.

Poco después, Ren selló los labios fuertemente cerrados con los suyos y un bamboleo de las caderas dio inicio.

Pronto el dolor desapareciendo a medida que se estimulaban las paredes vaginales. Brindándole placer y excitación. El muchacho no dejaba de besarla pero a su vez tomaba entre sus manos un seno libre de la mujer.

Se había entregado a él, sin reproches ni nada por el estilo, y él se entregaba a ella. Un trato justo, era amor.

Las sábanas fueron pronto desechadas. Arrojadas al suelo. Sólo el colchón un par de almohadas era lo único que en esa cama sobraban.

Los movimientos se tornaron rápidos. El miembro salía a la velocidad que entraba en la cavidad de la mujer. Haciéndola gemir y suspirar en gusto. El estaba igual de agitado y muerto en placer.

Su mano libre bajó del pecho y exploró cada curva de la figura femenina. Excitándose más al sentir la piel con la suya. El roce de sus cuerpos, el sudor que se mezclaba y los alientos cálidos, todo era producto de la química que en ellos nacía.

Era tan bella con ese sonrojo en sus mejillas y el cabello desordenado en la almohada. De verdad ¿era merecedor de semejante mujer? Tan dulce, tan sencilla…tan humana…

Se sentía en parte culpable, en parte feliz…dichoso. La amaba.

-Ahh..Ren…-los gemidos de su amante lo distrajeron de sus pensamientos. Anunciándole que pronto llegaría al clímax.

Y pues, él se había dejado enamorar…sus cuerpos eran uno por ende terminarían igual. Y así fue.

Un calor recorrió el vientre la muchacha, haciéndola gritar el nombre de su amante de sus labios. Grito que de seguro las paredes no pudieron callar.

Él terminó dentro de ella. Esparciendo su escencia en la mujer que desde ese día sería suya…y no sólo por haber poseído su cuerpo.

Agitado, cansado, con el sudor corriendo de su frente, se dejó caer encima de la pelirosa que ni bien lo sintió junto a ella, lo abrazó. Adueñándose del aroma que de él desprendía y acariciando los suaves cabellos.

-Te amo …-susurró el violáceo, besando la mejilla de la de rosas ojos. Para luego caer rendido en un sueño profundo.

La pelirosa lo escuchó claramente pese a que fue un murmullo. Quiso contestarle pero cuando se dio cuenta, él se había dormido a su lado. Lo encontraría así cuando despertase…siempre estaría allí.

Talvez podría responderle cuando lo haga.

Fin del cap

Holasss termine no digo mucho que no tengo tiempo agradesco sus revieww las kiero byess