Soy feliz….
¿Qué hora sería?
No había pasado demasiado tiempo desde que abandonó a las mujeres en el amplio comedor del hotel. Si de algo estaba convencida era que no había transcurrido tanto como para decir que había anochecido El sol todavía reinaba en el cielo y los rayos que emanaban de el, aún hacían presencia.
Llevó una mano a su cien iluminada por el astro solar. Cubriéndola para que no le llegase a los ojos que recién se estaban acostumbrando a estar abiertos. Suspiró un largo rato y dejó una sonrisa al final.
Aún recostada sobre la gran cama, Tamao veía los altos edificios que por el ventanal se veían.
Devolvió la mano al lugar en donde había permanecido desde hace unas horas, junto a la del joven violáceo que dormía cómodamente a su lado. El rostro, que siempre había conocido formal y apático…seguía igual.
Una risita tonta escapó de sus labios.- "Aunque esté dormido, sus facciones no cambian…"- pensó mientras acariciaba la mejilla. Apartó unos cabellos que caían sobre los ojos cerrados, acomodándolos y sonriendo después por lo hecho.
-"Jamás me dejarías acomodar tu cabello estando despierto, Ren" – llevó una mano a su pecho, cubriéndolo con la sábana para luego detenerse.- ¿En que momento… las sábanas…?- confundida, ya que recordaba vagamente el hecho de que las dichosas sábanas habían terminado esparcidas por la habitación…al igual que las ropas.
Se fijó y las vio dobladas sobre un banco.
-Pero como…- pensó al verlas ahí. El vestido de tiras doblado cuidadosamente y las ropas de él, aún lado y en igual estado.- Oh Ren…-no pudo evitar decir con un sonrojo en su rostro.
No habían dormido abrazados, ni mucho menos uno sobre el otro…como los múltiples cuentos que escuchaba cada mañana de aquellas mujeres mayores que ella. Nada de lo contado en esos días había sucedido.
No podría llamarlo encuentro ocasional, ya que lo conocía de años. Pasional, tampoco. Ya que si bien hubo "pasión"… no se acercaba en parecido a lo que las señoras le decían. Ellas hablaban de encuentros casuales en lo que se dejaban llevar por poseer el cuerpo de la otra persona. Relaciones de una sola noche, amores fugases…
Lo que había echo no tenía nombre. Esas mujeres no sabrían como calificarlo. No deberían ni saberlo.
La conexión que sintió, las emociones juntas, mezcladas, surtidas y luego esparcidas… la pequeña sensación de pérdida de la realidad…no podía llamarlo algo "casual", era algo más profundo.
El divino amor y devoción que le tenía había sido parte importante en todo ese juego de besos y caricias.
Volvió sus rosas ojos a él, que apacible se veía así.
Las últimas palabras que dijo el violáceo se le vinieron a la mente. –Te amo…- en ese instante su corazón palpitó con más fuerza y una sensación la recorrió entera. El escucharlo decir esas palabras. Precisamente a él…quien ha sido frío, indiferente, hasta cruel con ella…las había pronunciado.
Y con una sinceridad evidente.
Sintió la necesidad de despertarlo y decirle que también lo amaba. El doble o el triple de lo que el pudiese sentir…pero sabía de antemano, que esas cursilerías no le gustaba al muchacho.
Era mucho que se lo hubiese dicho, no le iba a pedir más.
Se levantó con cuidado de la cama, envolvió la sábana alrededor de su cuerpo para poder salir, cogió su vestido y se dirigió al baño a colocárselo.
Lavándose la cara con cuidado, el contacto del agua fría en su piel, la estremeció. Se miró al espejo del lavado y sonrió al reflejo. Sus cabellos, siempre lisos y ordenados…en un alboroto total. Examinó con interés y con vergüenza, unas pequeñas marcas que yacían en su cuello.
Chicas y rojas, pero muchas. Marcas de pertenencia implantadas en su piel por él.
Se llevó la mano al cuello y el rubor de su rostro de incrementó. De nuevo las miró y se sintió orgullosa de que estuviesen ahí. Se colocó el vestido y peinó su cabello, todo en el baño.
Pensó en lo sucedido…
No podía evitar sonrojarse por sus acciones. El rostro de él se le venía a la mente, la sonrisa que tan sutilmente le daba…acaso así sería la única vez que lo vería sonreír.
-No…no pienses eso…- se dijo así misma y a su reflejo, que le devolvía la bella sonrisa.
Se sentía una persona nueva, una mujer nueva…eso era lo que era. Una mujer. Ya no más la niña, la señorita, la infantil Tamao Tamamura. A partir de ahora era otra…
Miró nuevamente su reflejo.
-Que tonta…- y su semblante mostró uno penoso. Una sonrisa tímida apareció en su rostro.
Palabras ilusas. No había cambiado en lo más mínimo. Su aspecto era el mismo. De que le servía llenarse un ego fantasma de palabras vanas, de que le era útil, no le ayudaba en nada. Aún veía en el reflejo, a la misma Tamao Tamamura…
Tal vez era mejor que él decidiese eso.
Con la misma sutileza que tuvo el salir de la cama, abandonó la habitación. Comprobó en el reloj del pasillo que era un poco más del medio día. Suspiró ante el hecho de haber dormido 4 horas más de sueño.
Tentó a su suerte y fue a buscar a las compañeras de todas las mañanas. Más o menos a esta hora del día ellas jugaban uno que otro juego de mesa. De vez en cuando apostaban, ella tenía mucha suerte en esos juegos.
Nunca perdía, pese a que era una principiante en todo. De broma, las señoras le decían que ella era la hija bendecida por Dios. A la cual Él quiere mucho y le daba la mejor suerte del mundo.
Sólo cosas buenas le pasaban…
Aunque su "suerte" sólo cambió el día en que perdió a sus padres. La vida le había sido muy irónica. Por la pérdida obtuvo a personas muy cariñosas con ella, que la querían como una hija y, a un protector incondicional.
Las encontró en una de las muchas salas de juegos del hotel. El administrador del piso estaba sentado con ellas. Era un hombre de ojos verdes y cabello igual. De encantadora sonrisa y modales muy formales. El joven gerente administrativo del hotel, Lyserg Diethel.
Notó la presencia de la pelirosa ni bien hubo entrado al salón.
-Buenas Tardes, señorita.- saludó con cortesía.- Que gusto que nos acompañe.- le dedicó una sonrisa gentil.
Aquel hombre siempre le había llamado la atención. Pese a ser unos años mayor que ella, la trataba por igual y sin distinciones.
Él rondó en su mente pero otro, yacía en su corazón.
-Buenas Tardes, Lyserg.- devolvió el saludo. Hizo aparte una reverencia sutil a las damas allí presentes.
-Hasta que por fin te animaste a bajar.- habló una de ellas, la mayor. La de ojos rosas solo dio una sonrisa nerviosa.
- Pensamos que ya no te veríamos en el resto del día.- comentó otra.
-Lo siento…-dijo algo cabizbaja la jovencita.
-A nosotras no, Tamao. Al joven gerente más bien.- retomó la palabra la mayor.- Te ha estado buscando desde después del desayuno para tus clases, pero…-echó una inquisidora mirada a una de las jóvenes que estaban sentadas con ellas.
Era la más pícara de todas.- Ay, sólo lo invité a jugar con nosotras.- haciendo un ademán de despreocupación.- No es para tanto.
-Al parecer lo mantuvimos cautivo.- sonrió como disculpa la hermana de esta.
El joven de ojos verdes negó con la cabeza.- No hay problema señoritas. Es un placer siempre estar en vuestra compañía.
Un par de suspiros escaparon de los labios de las mujeres. Tamamura se sonrojó un poco ante tanta formalidad.
-Bueno, bueno... ¿entonces juegas con nosotras? – habló la pícara. Su hermana sentada a su lado.
-Claro.- aceptó la muchacha.
Estuvieron un largo rato en un juego de póker. En donde la mayoría de las partidas siempre terminaban encontrándose los dos mejores del salón, Tamao y el joven administrador.
Las apuestas subían y pese a que la jovencita no le gustaba del todo apostar, los ánimos de sus compañeras la incentivaban. Ánimos tanto de ellas como del joven competidor.
Más, como ellas siempre predecían. La bendecida por Dios, ganó la partida.
-Lo volvió a hacer, señorita.- dijo con sonrisa al verse derrotado nuevamente.- Realmente es una excelente jugadora.
-Jeje, Muchas gracias.
-Para la próxima juguemos con dinero real. Nada de fichas! .- emocionada la pícara irrumpió.
-Claro, para que pierdas…- intervino una de las mujeres, de apariencia muy discreta.
-Oh cállate…
Tamao reía encantada. En estar con aquellas seis mujeres le hacía sentir bien. Más no tan bien como lo era estar con aquel joven de ojos dorados.
Los colores se le subieron a la cara de repente. Sonrojo que fue percibido por la mayor de las mujeres.
-Te sientes bien? – le preguntó.
-eh. Oh si bien gracias.- con una risita.
La mujer le devolvió una sonrisa serena.
-Bueno señoritas. Con su permiso me retiro.- se levantó de su asiento el de cabellos verdes.
-Tan pronto?- intervino la pícara.
-Hermana…- contestó avergonzada a su lado.
-Me encantaría quedarme más tiempo. Pero tengo deberes que cumplir.- con sonrisa divina.
-¿Cuáles? – insistía la muchacha.
-Por ejemplo, debo ir a consultar sobre sus clases en la tarde del joven Tao.- dijo mirando una tablilla.
La pelirosa enrojeció hasta las orejas.
-Ah ese muchacho…-desanimada la pícara.- ¿No te da problemas tratar con ese chico?
- Ninguno, señorita.- contestó sin dejar de mostrar la sonrisa de sus labios. Callando a la mujer.- El joven es una persona muy cordial y educada. A mí no me da ningún problema tratarlo.
Tamamura sonrió ante la forma tan amable de hablar de aquel violáceo.
-Más he sabido que ocasiona problemas a los demás huéspedes y a uno que otro instructor…-comentó la mayor.
Una mueca se formó en los labios del joven gerente.- Señoritas, me retiro.- estaba un poco apenado ya que no podía negar que el chino era causante de varios conflictos en el hotel.
La jovencita de cabellos rosas lo vio irse.- El joven Lyserg es muy amable…- su rostro estaba un poco embelesado-…un momento…va a ir en busca de Ren…- el semblante se volvió uno preocupado al recordar que aquel muchacho estaba en su habitación.-…OH DIOS si lo encuentra ahí! – se volvió pánico.- Noo, lo va a encontrar…lo va a encontrar…lo va a hacer….-no pudo evitar y de n impulso se levantó de su asiento.
-Con…con permiso.- temblorosa.
-¿Ya te vas querida?- repuso la pícara.
-S…si tengo que…que hacer…permiso.- hizo una reverencia antes de salir corriendo con dirección al elevador.
Las mujeres se miraron entre sí.
-Otra vez mintiendo…-habló la mayor al verla irse.
-Que chiquita…- suspiró la más discreta.
- Hay que dejarla está creciendo
- Deberíamos decirle que las puertas tienen oídos.- rió descaradamente la mujer pícara.- Y que las paredes no apagan los sonidos.
Las demás señoras la observaron con sonrojos en sus rostros.- No cambiarás.- dictó la mayor.
-Hermana…-dijo apenada la otra.
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Apresurada. Con el único pensamiento de que podrían descubrirlo….
Llegó a su habitación, abrió la puerta de golpe. Con la vista lo buscó por cada rincón.
Ya no estaba.
La cama perfectamente echa. Las ropas no estaban en donde las había visto por última vez al salir del cuarto. Buscó en el baño, pero no lo encontró.
En la terraza. Tampoco.
Sintió miedo. Talvez se había demorado demasiado y Lyserg los había descubierto…
No, no podía ser eso. Prácticamente corrió para llegar a este cuarto. Además que cuando el joven gerente se despidió, fue en otra dirección.
Entonces, cual era la razón para que él no estuviese ahí…
-Tal vez…fue a su alcoba.- se dijo a sí misma con una sonrisa. Como si su pensamiento le hubiera dado la respuesta.
Cruzó el pasillo y se detuvo frente a la puerta. Que hacer ahora…tocar a la puerta? Pero, si él quisiese verla estaría con ella. Hubiese esperado en la habitación…no.
Tamamura sacudió levemente su cabeza y tocó un par de veces a la puerta.- Ren? – Preguntó.- Estás allí.- pregunta tonta.
No hubo respuesta.
Giró la manija para descubrir que el cuarto estaba abierto. Entró.
Ese lugar siempre le había gustado. Más tiempo paraba aquí que en su propia alcoba. Tanta perfección en ese sitio. Era demasiado para su vista.
Aunque a sus 17 años de edad. Jamás entendió el porque de la estadía de ese joven allí.
La familia Tao tenía su propia gama de hoteles, balnearios y demás servicios; más el hijo menor se había ido a "vivir" allí. Desde temprana edad…
Nunca lo entendió ni tampoco le preguntó. Cada quien tenía sus secretos, ella guardaba con sigilo los suyos pero, él logró sacárselos uno por uno.
-A él, no le gustan los secretos…-murmuró con nostalgia.
Caminó sobre la alfombra, hasta llegar al a la cómoda en donde estaban depositadas las pocas fotos familiares que él muchacho tenía.
Al violáceo no le era muy grato recordar a su familia. Tenía problemas con ellos…aunque a decir cierto, tenía conflictos con todas las personas que conocía. Sólo lo veía sonreír en ocasiones y, sólo a su hermana mayor.
La consideraba un tesoro y era muy cuidadoso con ella. Y más al verse desposada con hombre mayor que ella. Bruce Lee Pailong, un excelente empresario digno de ser su esposo.
Jamás reconoció esto en público.
Sonrió antes los retratos. Uno de él con su hermana, otro la familia entera y uno último con ella. Se ríe.
Lo que le costó para que el muchacho se tomara una foto con ella. Tanta terquedad a los 13 años, era premonición segura de su futuro. Más, si la tenía en su habitación y a la vista, valió la pena.
- Yo aún la guardo…-recordó.
Recorrió el otro extremo de la habitación. Ubicó el libro de maestría sobre un amplio escritorio. Aún continuaba con sus estudios. Pero ella jamás lo vio en alguna clase particular…lo hará por su cuenta?
No tuvo mucho tiempo de pensar. Bajó su mirada asombrada al notar un par de brazos que rodeaban su cintura. Aprisionándola suavemente.
Además, una frente se apoyó en su hombro desnudo.
Los cabellos de la persona rozaban en su mejilla y cuello. Se dejó abrazar, a sabiendas de quien era. Lo notó entrar, con el sigilo que lo caracteriza y posarse tras de ella.
Lo último que hubiera esperado.
-Dónde estabas cuando desperté.- le inquirió con el tono de voz un poco seco.
Tamamura sonrió.- En el salón de juegos…- y rió suavemente al final. Tao le separó su cabeza del hombro.
-¿Salón de juegos…?- preguntó incrédulo, dudando lo que decía.- Que tenías que hacer allí.
-jeje es que recordé que suelo jugar con las prestantes damas a esta hora.
A Ren se le alzó una ceja.- A ya…-todavía no le creía.
Ella sólo le daba una gentil sonrisa.- Tú sabes muy bien que juego cartas con ellas, aunque hoy.- agregó.- tuvimos la participación del joven Lyserg.
Un pequeño tic se mostró el los labios serios del muchacho.- Estaba Lyserg…- su semblante era uno más inexpresivo.
-Si.- señaló, posando una mano en el brazo que estaba en su cintura.- El joven, te estaba buscando pero al parecer, lo entretuvimos jugando.- rió un poco, aún sin mirar al joven en su espalda. Sólo el reflejo del espejo lo hacía presente.
Él tampoco la miraba. Volvió a posar su cabeza gacha en el hombre, suspirando un poco. Sintió el aliento tibio en su piel. La hizo estremecer.
Ahora, que debían hacer. Conversar talvez de lo sucedido…o quedarse callados, tal como lo hicieron en los años que se conocieron. Ambos jóvenes, ambos tímidos aunque en diferente forma y magnitud…
Que era lo que realmente quería. Afrontarlo y hablar. Eso quería ella pero, el muchacho no le daba incentivos para poder hacerlo.
Suavemente, así como vino, retiró sus brazos de la cintura.
-Iré a ver que quiere Lyserg.- le dijo. Dándole la espalda para salir de la habitación.
-Etto, Ren…- le llamó tímidamente. Una mano yacía en su mentón.
-Dime.- le dijo sencillo.
-Tú a donde fuiste…cuando regresé…-se sonrojó un poco.- ya no estabas…
El joven parpadeó un par de veces.- Por ahí.- le dijo.- Ya vengo.- y salió del cuarto dejando a la chica de ojos rosas con la palabra en la boca.
-Ren…-murmuró suavemente.
Ni bien se hubo ido, se sentó en la amplia cama del muchacho. Se tomó de los codos y quedó meditativa. No le había dicho palabra acerca de lo ocurrido. Su tiempo compartido.
Talvez no era necesario el conversar…pero nunca estaba mal. ¿Cómo reaccionar? No lo sabía. ¿Qué hacer? Tampoco lo sabía. Quizás se estaba haciendo demasiados problemas.
Lo había echo con él.
Se ruborizó nuevamente y una sonrisa apareció en sus labios. De un impulso, se recostó en la cama. De costado, rozó los dedos en la colcha de esta. Sintiendo la suavidad.
Muy pronto, quien sabe, ella estaría durmiendo en esa cama también.
Otra vez, los colores subieron a su rostro junto con un bochorno. Estaba feliz. Era un gran avance, que sin usar términos había dado resultado.
Vio las almohadas.
Estaba en una expedición y esa cama era un lugar recóndito y prohibido para ella. Un pensamiento tonto talvez, pero quería sentir, percibir el sitio en donde ese joven, cada día reposaba.
Oler la fragancia de los cabellos impregnada en la almohada.
Se sintió temblar. Demasiada emoción.- Huelen a ti, Ren…-dijo eso con un nerviosismo.
Se hallaba sola en la alcoba, más se sentía inhibida.
Tanta dicha, tanta felicidad…
Abrazó con una infante una de las almohadas, aspirando con mas fuerza el aroma. Sus mejillas coloradas, hasta que se dejó descansar en ellas. El corazón latiendo rápidamente…
Su primera vez…no podía creerlo. No, sí lo creía. Había tenido esa experiencia maravillosa y con la persona mas amada por ella.
Y él la amaba.
Al menos decía amarla…
Sus ojos rosa se abrieron en cautela. Por un momento tuvo un extraño sentimiento…duda. Cosa que no había sentido hasta ahora.
-No Tamao…no pienses en esas cosas…él te ama…Ren me ama…- se decía una y otra vez. Cada vez sintiéndose más insegura.
Era probable acaso que el muchacho de hermosos ojos ámbar hubiese estado fingiendo con el único fin de… acostarse con ella.
Ya lo había escuchado antes de las damas. Hay hombres, aunque le costase creerlo, que se sienten entusiasmados con la idea de "desflorar" a una virgen. Que eso les motivo incluso a engañarlas y decirles las cosas más sublimes.
Nunca entendió antes ese término. "Desflorar". Luego, después de numerosas pláticas más, pudo captar a perfección la idea. Pero…
-No. Ren jamás haría eso.- se estaba volviendo loca. Hablando sola y de asuntos que no debería estar pensando.- él no es de esa clase de hombres…no lo es…
Más que le aseguraba que lo dicho por lo joven era cierto. Que pruebas tenía que esas declaraciones no eran sólo patrañas creadas por él. Que de un momento de pasión, haya esbozado un sin fundamento "te amo" para engatusarla.
Como ella podría estar segura que sus sentimientos eran sinceros si jamás los dijo antes… no antes de haber…
-No pienses en eso, no…no lo voy a hacer…-no podía alejar esos pensamientos. Simplemente su silencio y monotonía, la ponían más insegura.
Se apoyó nuevamente en la almohada, oliendo la fragancia como para despejar su mente.
- Es tan agradable estar aquí…-se dijo. Una sonrisa esbozó sus labios, más una repentina idea atrajo más inseguridad.
Con tristeza en su mirar, perdida y desconsolada, como en suspiro, dejó escapar unas palabras que le dolieron más que sus tontos pensamientos.
- Cuántas mujeres habrán aspirado el mismo aroma,en el mismo lugar…
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Bajó las escaleras. Algo le inquietaba desde que había dejado la habitación con la jovencita dentro.
Hizo mal en no decirle nada. Lo sabía, pero, conociéndolo, como demonios expresaría lo que siente. Más sin que ella malinterpretara las cosas.
Los "asuntos del corazón" no son ni serán lo suyo.
Caminaba molesto. La mala sensación no lo dejaba. Recorrió los pasillos hasta hallarse en la puerta principal del hotel. Muy lejos de donde en realidad debería de estar.
Una mano en el bolsillo del pantalón y otra que acomodaba uno que otro cabello, simplemente, Ren Tao quería alejarse momentáneamente de toda distracción.
Alejarse más no huir.
Había dicho palabras muy fuertes allá arriba. Un "te amo" que significaba todo para él. Con la determinación que lo dijo, la seguridad que nunca tambaleó…es posible que haya sido verdadero.
Realizado acciones que fueron embriagantes y que los efectos aún continuaban. Tenía inmensas ganas de volver a su alcoba, tomarla entre sus brazos y… cerrar la puerta con doble cerrojo.
Leves tonos rojos se hicieron presentes en sus mejillas y un calor repentino invadió su cuerpo.
Él no era de pensamientos lujuriosos…nunca lo fue. ¿Por qué ahora? No, no, ese no era el calificativo para aquel joven de porte serio y mirada gélida. Nadie pensaría eso de él.
Los ojos dorados se posaron en una persona que yacía sentada y de espaldas en un sofá. Con periódico en mano, un joven de azules cabellos, ojeaba tranquilamente las páginas iniciales.
Tao dio unos pasos hacia él y se apoyó en el respaldar alto del sillón.
-Hasta que por fin haces acto de presencia, Ren.- dijo sin apartar la vista del diario.- Donde estabas
Una media sonrisa burlona apareció en el rostro serio.- No es de tu interés.
Rió divertido el sujeto.- Es verdad, no lo es.- continuó con su lectura.
-Oye, Horo Horo.- le llamó seco. Los ojos negros del hombre se posaron un rato en él.- Sabes en donde está Lyserg.- le preguntó.
-Lyserg? – Repitió.- No no lo he visto.- Tao agudizó los ojos.- Para que lo buscas.- preguntó.
-Mmmm, Tamao me dijo que me estaba buscando…-quedó un silencio y la mirada que antes estaba encontrada con la del hombre, se desvió.
-Ahh sí.- ahora los ojos del muchacho se volvieron agudos.- Con que Tamao…dime Ren.- la voz se tornó maliciosa.- sigue igual de bonita…
Una venita saltó en la frente del muchacho.- Cállate.- le espectó fríamente.
-Jejeje
-Joven Usui, tiene una llamada de su hermana.- una recepcionista de hermosa apariencia se acercó a ellos.
-Enseguida voy.- le lanzó una mirada galante que hizo ruborizar a al empleada. Esta hizo una reverencia a ambos jóvenes y se fue.
Esta acción fue percibida por el de ojos como de gato color ámbar.- Este cuadro ya lo he visto antes.- le dijo de forma maliciosa.
-Y lo seguirás viendo.- le contestó de igual forma.
Ambos amigos se miraron un largo rato.
-Ya vete, que tienes una llamada.- se comenzó a retirar.
-Yo también ya he visto esta escena antes, Ren.- habló tranquilo el hombre de cabellos azules.
Este volteó y le miró de reojo.- Que cosa.
-Que tienes algo de que hablar pero, no lo haces en el momento.- le dijo en sonrisa, levantándose del sofá.- Hablaremos después.
-Hmp. Y quien dice que quiero hablar contigo.- le contestó con el mismo tono de vos serio y cortante.
Usui sonrió por lo bajo.- Uno te quiere ayudar…y te pones en ese plan.- susurró para ser solamente escuchado por el violáceo.- No voy a hacer esperar más a mi hermana. Hablaremos luego.- se despidió y se marchó.
Un semblante de disconformidad se reflejó en el rostro del muchacho de ojos de oro. Con sus brazos cruzados, suspiró cansadamente.
-Y quien le dijo que quiero su ayuda…Idiota...
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Fin del cap
Holas! Al parecer va a ser una historia jejeje tendrá sus dos o tres capítulos mas. Como vieron en este, no hay lemon jejeje no los quiero malacostumbrar jejeje pero ya lo tendrá n,n
Tambien veran que inclui a Horokeu :P con una personalidad un tanto diferente pero en sí es la misma persona.
Gracias a aquellos que me dejaron review y a los que no, etto, también gracias por leer jejeje en fin
Nos vemos n.n
