Lazos y puntos
Caminó por los alfombrados pasillos. Cada paso que daba la hacía sentirse más insegura. En su cabeza sólo rondaban pensamientos y dudas que la confundían y en gran parte deprimían.
Lo amaba, y por eso ¿sufría?
Quería hablar con él. Su forma de irse fue precipitada, algo común en él pero, dada a las circunstancias…se hacía más de extrañar. Necesitaba hablar con él. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al único lugar en donde pensó que podría encontrarlo.
Si el gerente del hotel, le pidió ir… estaría con él.
Tomó el elevador y oprimió el piso en donde se ubicaba la oficina del gerente. Esperó pacientemente ya que, en cada piso que subía, el ascensor parada a recibir a los hospedados.
A cada persona que entraba, Tamamura saludaba y sonreía amablemente. Aquella muchacha era conocida y querida por todos los antiguos residentes del hotel. Sabían como era ella, y también sospechaban del particular interés de la pelirosa por el muchacho del porte serio.
Las personas le devolvían cordialmente el saludo antes de irse y se marchaban, dejándola sola en el elevador.
Cuando por fin llegó al piso, salió apresuradamente sin contemplar a nada. Sólo con la mira fija en aquella puerta solitaria del último y que en cuya superficie, escrito en oro, se encontraba el nombre del gerente…
Lyserg Diethel.
Suspiró pesadamente antes de tocar la puerta. Como armándose de valor para lo que iría ha hacer.
-Pasa.- la voz serena del joven se escuchó por detrás de la puerta.
La muchacha abrió la puerta y para su sorpresa notó que el joven Tao no estaba. Diehtel volteó también con sorpresa evidente en su rostro. Pero que pronto pasó a una suave sonrisa.
-Srta. Tamao, que agradable verla de nuevo.- dijo el de cabellos verdes poniéndose de pie.
La jovencita sonrió.- Joven Lyserg, disculpe pero,…-sus mejillas se tornaron rosadas.- quería saber si Ren ya pasó por su oficina.
Acercándose a ella, el hombre negó con la cabeza.- No aún no señorita. Y, dudo mucho que lo haga.- agregó en cansado tono.
Ella rió ante el comentario.
-Ya veo.- dijo la muchacha.- Muchas gracias de todos modos, ya no lo molesto más.- habló dirigiéndose a la puerta pero sin perder el contacto visual.
-Nunca es una molestia. Siempre es bueno ver un rostro amable como el suyo.- jamás perdía la galantería el peliverde.
La pelirosa sonrió tímidamente a la par que su rostro se sonrojaba.- Gracias.- haciendo una reverencia.- Lo veré luego.
Pero el gerente recordó algo.
-Ah, es cierto señorita.- habló. Tamao le miró.- Por si es de su interés, el joven Usui ha llegado de su viaje y ya se encuentra hospedado en el hotel.
Una gran sonrisa se formó en los labios de la muchacha.
-Sí. Gracias.- haciendo nuevamente una energética reverencia, salió de la habitación fugazmente.
El de ojos y cabellos verdes suspiró divertido ante las reacciones de aquella jovencita. Llevó una mano a los cabellos cortos y otra al bolsillo de su pantalón.
-Con la presencia de joven Horokeu… será mejor cancelar las clases de la tarde del joven Tao…- murmuró tomando con su mano libre el teléfono.
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-Si, hermana.- una masculina voz se escuchó en una caseta telefónica del hotel.- Si, lo sé Pilika.- continuó, no muy interesado en lo que decía la otra voz.- Ajá… si ya vi Ren, sigue igual…-agregó desganado.- ¿Tamao? No…todavía no me ha dado el gusto.- un fuerte repique se escuchó.- No es necesario gritar, sabes? No es nada femenino.- rió divertido.- Ya bueno, vine a cerrar los negocios y luego vuelvo a Hokkaido…no te preocupes.- habló un poco más sereno.- Cuídate tu también, nos vemos.- y colgó el teléfono.
Caminó nuevamente al asiento en que estaba sentado antes. Observó con sonrisa en rostro que, aquel joven de temperamental carácter ya se había retirado de ahí.
Se quitó el saco azul oscuro que portaba y lo depositó en las braceras del sofá. Aflojó su corbata oscura para sentirse más cómodo.
-Tenía tiempo sin venir aquí.
Habló mientras se tomaba el tiempo de observar cada aspecto de aquel magnificente hotel. El lugar en donde sus padres llevaban tanto a él como a su hermana, cuando venían a Tokio a pasar unas tranquilas vacaciones.
Él siempre pensó que se iría a aburrir estando en aquel sitio. Pero su asombro fue mayor al encontrarse con dos personajes que eran casi de su misma edad. Un niño de ojos dorados cuyo carácter siempre le fascinó al encontrarlo divertido para molestar y una niña de rosa cabello que le intrigó ya que siempre parecía triste.
Más, entre él, su hermana y el de ojos color oro, se encargaron de hacerla sonreír.
-Buenos tiempos aquellos…-murmuró para así cuando se sentó a continuar con su lectura.
Pero, no leía. Su mente estaba concentrada en la muchacha de cabellos rosas que una vez… amó.
Sonrió con un poco de ironía ante tal cosa.
Nunca se enamoró de ella.
Mentira.
Si lo hizo, quien no lo haría? Gustar de tal criatura era casi una obligación para él pero, la distancia hizo que ese amor se fuera disolviendo poco a poco.
-Además, estaba Ren…- agregó a sus pensamientos en suspiro.
Desde que tenía memoria, entre constantes competiciones e insultos infantiles, de sus ojos jamás falló la percepción y él pudo darse claramente las intenciones del muchacho de cabellos violáceos. Sentimientos… que eran a penas notorios pero, que él fácilmente pudo captar…
No podía hacer nada. El Tao siempre estaría ahí para ella, pese a su actitud altanera, fría o hasta pedante… siempre estaría allí. Mientras que él, Horokeu Usui, sólo vendría al hotel unas veces al año… jamás podría permanecer a su lado, no al menos en su infancia.
-Aunque ahora, ya no soy un niño…- murmuró nuevamente de forma tentadora. Sus palabras se referirían a varios aspectos
Siempre tuvo curiosidad en como la jovencita reaccionaría a una declaración de amor.
Una sonrisa burlona se formó en sus frescos labios.- Imposible… más rápido vendría un golpe de Ren antes de una respuesta de ella.
Llevó una mano a sus cabellos y los despeinó un poco. Apoyó bien su cabeza en el respaldar y miró el gran candelabro colgante.
-Hubiera sido interesante saber.
Miró su reloj de muñeca y supuso que ya era hora de ir a su alcoba a descansar. Recogió el saco y el maletín que tenía a su lado.
Caminó sobre el alfombrado oscuro. Su forma de caminar era la de una persona segura de sí misma, orgullosa, más de vez en cuando, una mirada coqueta era lanzada de parte de él a muchas de las jovencitas que le quedaban viendo con embelesamiento.
Era atractivo, nadie lo negaba.
Se paró delante del ascensor dispuesto a subir a su piso. Se encontraba cansado pero, para la galantería siempre tendría ganas. Despidió con una mano alzada a las muchachas que aún lo veían. Estas emocionadísimas, le devolvieron con más entusiasmo el despido.
Les duro poco.
De las puertas del elevador salió una jovencita de cabellos cortos y color rosa, que ni bien visualizó al sujeto distraído, se abalanzó a él en afectuoso abrazo.
-Horokeu! – gritó con una sonrisa estampada en el rostro la mujer.
Algo atontado por lo repentino del saludo, a Usui le tomó segundos saber quien era… pero, el cabello rosa, lo cálido del recibimiento…
-Tamao…-habó de forma afectuosa y envolviéndola con su brazo libre.
La pelirosa alzó un poco su cabeza, el hombre le llevaba varios centímetros. Siempre había así. Incluso al muchacho de cabellos violetas le llevaba en altura.
-Que gusto.- habló.- Volver a verte.- de nuevo le abrazó.
No podría decir que estaba incómodo por sus muestras de afecto. Le agradaban pero, algo le decía que ya, si tenía algún plan para conquistarla…, había venido ya muy tarde.
La apartó suavemente de él y la miró con una dulzura fugaz. Recuperando su porte y el divertido tono de voz, le dirigió palabra.
-Jeje.- primero riéndo, debía calmar el nerviosismo que había surgido.- Vine a cerrar un trato de la familia y de paso, a verlos un rato.- siguió con la sonrisa.
-De paso, nada más? – el tono de la muchacha era un poco triste.
-Si.- respondió alegre.- Además, Pilika me espera en Hokkaido, tú sabes como es ella si me retraso.
-Pilika no vino contigo? – la pelirosa se asombró.- Que pena.- dijo mirando sus manos.
-Para mí, no.- murmuró por lo bajo y mirando para otra dirección.
-Eh? – lo miró confundida ya que había escuchado lo dicho por el peliazul.
Negó rápidamente con la cabeza.- Nada, nada.- le dio la vuelta a la muchacha y comenzó a empujarla dentro del ascensor.- Entremos, entremos.- le decía alegremente.
-Horo no empujes…….
Las puertas se cerraron y varias de las muchachas que había estado viendo al muchacho del norte… se quedaron con las ganas.
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No había ido a buscar al gerente del hotel. Eso significaba muchos problemas para él. Más tarde tendría que soportar reclamos de los tutores que su padre habría contratado para que continuara sus estudios sin abandonar el lugar.
Cosa que no le importaba y en gran parte interesaba…
Además tenía un mal presentimiento.
-Todo por ese idiota.- masculló molesto a medida que caminaba por los pasillos. Ambas manos en el bolsillo de su pantalón, su camisa abierta mostraba parte de su piel… dejaba a relucir su bien formado pecho y un colgante jugaba en su cuello.
Desde su encuentro con el muchacho de cabellos azulinos, la tranquilidad que había sentido se esfumó y se convirtió en una inconstante incomodidad en su cabeza. Un pensamiento que se negaba a irse.
No era que aquel sujeto le fastidiara, lo que le molestaba era que se atrevía a meterse en sus asuntos y de alguna forma parecía leerle el pensamiento. Cosa que siempre lo dejaba en evidencia y ponía su ya de por sí mal carácter, aún peor.
Acomodó unos cabellos violetas.
Se paró frente a la puerta de su dormitorio. Su ceño se frunció. Ahí dentro, estaría esperándolo la mujer con la que había pasado toda la mañana… una jovencita a la que él había profesado su amor… ahora, debía afrontarla.
-Maldita sea…-pensó.
Cogido y giró la manija.
Sólo para encontrase con una habitación vacía. Las ventanas de la terraza estaban abiertas y las cortinas bamboleaban en el viento. La suave brisa de la tarde que se avecinaba.
-Donde está.- se preguntó extrañado.
Buscó en todas las partes de su habitación. Pensó que talvez había ido a su cuarto pero, descartó esa idea porque, al estar frente a su alcoba, notó que la habitación de la pelirosa estaba abierta y con un rápido vistazo se dio cuenta que no estaba.
Quedó pensativo. Ese mal presentimiento aún no le dejaba.
Abrió sus ojos de repente al escuchar el sonido del ascensor parando. Rápidamente salió del cuarto, para darse con una sorpresa interesante.
Usui salía del elevador y de su brazo derecho, Tamao estaba prendada. Una de las sonrisas más hermosas, que él creyó ser dueño, le eran dedicadas al sujeto.
-Hola de nuevo.- saludó el hombre al notar al violáceo frente a ellos.
Tamao desvió su mirada hasta encontrase con esa persona. No dudó en soltar el brazo del muchacho casi automáticamente.
-Ren.-llamó ella en su típico tono de voz dulce.
Tao por su parte, había cerrado fuertemente sus puños y el semblante serio, había vuelto y ahora acompañado con un cierto enojo.
Perdón, no lo llamemos enojo, digámosle por su nombre…celos.
Una cínica sonrisa se formó en su rostro mientras avanzaba al encuentro de ambas personas.
-No pierdes tiempo, no? – le dijo, en claro tono de fastidio.
El de azulado cabello sólo sonrió más.- Aún quieres hablar? – le inquirió.
-Cállate.- desvió su mirada dorada.
-…Horokeu ha llegado hoy.- intervino la jovencita con un poco de duda.
-Si, ya sabía.- habló cortante Ren sin mirarla.
-Oh…
Horo Horo observó unos instantes al violáceo, sabía que estaba molesto con él por estar con la muchacha, pero…debía aprender a disimularlo mejor.
-Nos encontramos en la recepción.- habló a la jovencita a su lado para tratar de cambiar ánimo.
-Ya veo.- respondió esta sonriendo.
El hombre le devolvió la sonrisa.- Bueno, será mejor que vaya a desempacar.- le dijo a Tamamura.
Caminó por el lado del de ojos ámbar.
-En que pisos te estás quedando.-preguntó sin mucho interés el ambarino.
Horokeu sonrió.
-Pues, como que seremos vecinos.- le miró divertido. Sacó una llave del bolsillo de su chaqueta y la introdujo en la cerradura de una puerta conjunta al del muchacho.
Tao sólo cerró sus ojos en desaprobación.
-Deberías acordarte mejor las cosas, Ren. Sabes muy bien que mi familia siempre se ha hospedado en este piso y que mi habitación este al costado de la tuya no es noticia de hoy.- abrió la puerta.
El violáceo lo ignoró.
-En fin…-suspiró resignado a la falta de interés de su amigo.- Tamao, nos veremos más tarde.- dirigiéndose a la muchacha.
-Eh, sí.- respondió esta atenta.
El de la mirada dorada la vio de reojo.
Horokeu dio un último vistazo a Ren y cerró la puerta.
Se formó un incómodo silencio en el pasillo. Tamamura avanzó hasta estar frente al hombre. Le miró con inquietud pero, el ver del muchacho no se dignaba a verla.
-Sabes, Pilika al parecer no pudo venir…-comenzó a hablar.
Captó su atención.
-Según lo que Horokeu me ha dado a entender es que ella está embarazada.- su tono era más alegre.- No es eso grandioso? – exclamó emocionada.
Ren cerró sus ojos y Tamao bajó su mirada.
-Ella tampoco pierde tiempo.- comentó irónico el joven a la par provocaba un sonrojo en Tamamura.
-Ren!- le reprochó pero sin evitar sonreírle.
Este volteó su ver con una ceja alzada.
Ella sonría y él sintió alivio.
Hipnotizado por los ojos rosas que le reclamaban atención, lentamente fue atrayendo su rostro al de ella. Tamamura, que estaba en igual trance permanecía quiera, esperando el ansiado contacto.
Los ojos de él, fríos e insinuantes. Sonrió con sarcasmo ante la inmovilidad de su acompañante.
A pocos centímetros de sus labios y con la vista desafiante aún posada en los ojos rosados, paró. Sintió el cálido aliento de la mujer chocar en sus labios. Le incitaban.
Notando la confusión en los ojos de Tamao, mejor dicho aprovechando, la tomó por la cintura, pegándola a él. El sonrojo no paraba de mostrarse.
Estaba a punto de besarla, sólo había un inconveniente que no lo dejaba en paz.
La condujo así hasta la puerta de su habitación, arrinconándola sobre la superficie de madera. Con la mano libre giró la perilla y abrió la puerta.
En ningún momento perdió el contacto visual. Uno totalmente dominante y el otro confundido.
Rápidamente la introdujo a su habitación y ni bien hubo cerrado la puerta tras él, tomó los labios entreabiertos de su compañera.
Besándolos con extraña desesperación para luego abandonarlos y abrazar el delicado cuerpo con una fuerza y ternura increíble.
Ella sólo se dejaba sorprender.
No quería besarla afuera, se moría por hacerlo. Los labios de ella le invitaban a ser probados pero, jamás permitiría ser visto así.
Sus besos, así como su intimidad eran sólo de propiedad de ellos dos. Nadie más debía estar por enterado.
Y seguiría así.
Tomó el rostro con una mano, sintiendo la suavidad de la piel. Tamao sonreía y le miraba con embelesamiento. Esperando la próxima jugada de su amante.
Este por su parte, no dejaba de ver los ojos de la muchacha. La antes insinuadora sonrisa le había abandonado. Ahora sus labios estaban entreabiertos y quietos.
Tan sólo apreciaba la visión que tenía frente suyo.
-Ahora? – la entrecortada voz de a muchacha se hizo presente. Sus ojos reflejaban un brillo que fue percibido por el joven de ojos dorados.
Tao rió irónico ante el comentario de aquella mujer.
Un ver lujurioso y ansioso se hizo notar en los ojos ámbar. Tomó de forma posesiva la cintura de la joven. Aprisionándola entre sus manos. Ella, entrelazó ambos brazos detrás del cuello.
Por primera vez, cayó en cuenta la altura del muchacho al percibir que necesitaba empinarse para lo que estaba haciendo.
No perdiendo cada detalle de lo que hacía el otro. Ambos fueron retrocediendo hasta caer en el acolchado de la cama. Ren evitó, con una mano y poniendo su rodilla, que su peso cayera completo sobre ella. Más por el agarre en el cual la pelirosa lo tenía, hacía esa tarea casi imposible.
El collar que tenía en el cuello, bailaba en el aire. Denotando la distancia entre los dos.
Las miradas incitantes, los cuerpos tan juntos, no había palabras entre los dos… no eran y nunca fueron necesarias.
Nada podría arruinar este momento.
Las manos de ella pasaron a su cabello. Acariciándolo y despeinando el peculiar estilo de cabello del muchacho. Los cabellos caían en su vista pero, ella los apartaba con sumo cariño y cuidado.
Más tarde tendría que hacer lo mismo.
Fin del cap
Este es el fic en el cual me he demorado más, tenía que actualizarlo jejeje en fin ojala que les guste este cap, ya no tardaré tanto en escribir. Solo que tengo academias y deberes…no sólo xq este en vacaciones voy a estar de huevona jejej XD dio mio….u.u en fin dejen reviews si kieren si no, no.
Oki nos vemos. Chaufis n.n
