II

- Debes llamarme Patriarca Shion, o Patriarca, Aioros, no SEÑOR, si estoy viejo pero no lo aparento ... ¿O sí? -

- ... ... digamos que no Shion -

Shion no corrigió a Airoros. No le dijo nuevamente que debía llamarlo Patriarca. Habían pasado apenas dos semanas, y Shion acostumbrado a la soledad de más de doscientos años se había encariñado con el pequeño de siete años. Era el primer discípulo que habían encontrado, y era más especial porque el mismo lo había encontrado. Pronto se formó un lazo que ni la muerte de ambos podría romper.

- ¿Porqué debemos entrenar, si Athena no está Shion? -

- Porque ya te lo expliqué Aioros. Athena pronto vendrá. -

- Pero ¿Cuándo? Y ¿Cómo vendrá? ¿Será un bebé como mi hermano? ¿Tendrá padres? ¿O será huérfana como Aioria y yo? -

La verdad es que Shion no sabía la respuesta de esas cosas, y empezó a preguntarse las mismas cosas que Aioros. Él era muy joven cuando la reencarnación de Athena por la que él había peleado había llegado al mundo. Y francamente no recordaba mucho. De hecho sólo veía a la diosa cuando debía protegerla personalmente. Y estando en la primera casa de doce pues no eran muchas las ocasiones. Bastaba con sentirla en el santuario.

Aioros creía que cuidaría a otro bebé como su hermano. Se le hacía muy claro cual era su misión, la entendía perfectamente y eso era lo que asombraba a Shion. Aioros comprendió rápidamente que su objetivo era proteger a Athena de cualquiera, pues ella se encargaría de traer la esperanza al mundo. Y eso era todo. No sentía la obligación de amarla, era algo implícito. Él sólo pensar en un bebé o una muchacha con semejante destino, le hacía llorar, le daban ganas de tomarla en sus brazos y protegerla de todo mal.

- Basta de preguntas Aioros, tenemos mucho que hacer y créeme que pronto, antes de lo que imagines tendremos a Athena entre nosotros. -

- Sí Shion, espero poder verla pronto. -

Shion se sorprendió. Para ser un niño de siete años, Aioros mostraba cierto carácter y más curioso una pasión por la diosa que no había visto en muchos de sus compañeros. No tenía dudas. Aún cuando no comprendía todo (hacia demasiadas preguntas para el gusto de Shion), tenía claro cual era su misión. El nene Aioria no había sido un impedimento. Shion también le había tomado cariño al "nene" como él le llamaba. La verdad era que Shion se sentía sumamente bien, tenía compañía despues de tanto tiempo. Lo único que hacía antes era entrenar, reflexionar y hablar telepáticamente con Dohko, su viejo amigo y hermano que vigilaba los Cinco Picos.

- Aioros... -

- Espera Shion déjame terminar ... ah... ya -

- Bien, ¿Cuántas abdominales hiciste? -

- Pues... cincuenta pero Shion es que me duele mucho... -

La mirada de Aioros lo desarmó. Bueno apenas llevaban dos semanas, no le podía decir al niño "HAS DOSCIENTAS" simplemente no podría hacerlas. Habría que llevarse un ritmo.

- Esta bien, esta bien. Ahora descansa, déjame ir por el nene y espérame aquí, porque tenemos que hablar. -

No aguardó la contestación de Aioros. Se dirigió a la cabaña que tenían enfrente y sacó al nene de la cuna. Era ilógico que Shion viviera en el salón del gran maestro, o sea él. No quería que Aioros estuviera sólo, y más que estuviera tan lejos. Y aparte aunque no lo quisiera aceptar, el no quería estar sólo, sin Aioros y sin el nene. Shion decía que cuidando al nene, obtendría práctica para cuidar a Athena, claro si es que ella venía como bebé. La visión de Aioros defendiendo un bebé de cabellos morados ya no le preocupaba tanto, pero se pregunto si ese bebe tendría relación con Athena.

Shion regresó con Aioria en brazos, y se sentó en el suelo frente a Aioros.

- Bueno ya que estamos todos, déjame decirte ... -

- ¿Puedo cargarlo? -

- ¡Aioros escúchame!

- Es que no lo he visto Shion... ya no lo veo tanto. -

- Esta bien, pero debes comprender que así será de ahora en adelante, cuando lleguen los demás discípulos... -

- ¿Los demás? -

- De eso era de lo que te quería hablar. Ten toma al nene. -

- Gracias. -

- Mira las estrellas Aioros, ¿Qué ves? -

- Un grupo de estrellas brilla excesivamente... ¿Será lo que me contaste en el orfanatorio? -

- Así es. Esa es la constelación de Géminis. -

- ¿Géminis? -

- Verás Aioros, el deber que la diosa Athena me encomendó es preparar a la nueva generación de caballeros. Hay 88 constelaciones, que son los 88 caballeros. Dentro de las 88 constelaciones, hay rangos. Los caballeros de oro que son las constelaciones del zodiaco, los caballeros de plata y los caballeros de bronce. La primera constelación que ha brillado ha sido la tuya, la de Sagitario, pero ahora comienza a brillar otra... -

- La de géminis... -

- Así es, debemos prepararnos para encontrar al próximo caballero de géminis. Su constelación nos guiará a él.-

- Él y yo... ¿Seremos caballeros del rango de oro? -

- Correcto. Los caballeros dorados son doce: aries, Tauro, géminis, cáncer, leo, virgo, libra, escorpión, sagitario, capricornio, acuario y piscis. Pero sólo alcanzaras a ganarte tu armadura si lográs pasar la prueba de sagitario... -

- ¿Y cual es? -

- No lo sé. Tu constelación decidirá el momento de tu prueba y en que consistirá. También debes saber que pronto comenzarán a llegar maestros. -

- ¿Maestros? ¿De escuela o de pelear Shion? -

- De ambos, los caballeros deben ser hombres cultos y nobles. -

- ¿O sea que tú ya no me vas a entrenar? -

- Aioros, siempre estaré al pendiente de ti, y te prometo que te entrenaré algunas veces. Pero mi deber como caballero de aries... -

- ¿Tú eres el caballero de aries? -

- Sí, todavía lo soy, pero pronto tendré que dejar de serlo, porque ahora que comenzará a llegar gente al santuario no podré cumplir con todas mis obligaciones. Y claro está si la constelación de aries comienza a brillar. Pero como te decía mi deber también será entrenar al próximo caballero de aries. -

- Entiendo Shion. Aunque a Aioria y a mí nos encantaría que nos pudieras entrenar. -

Shion le dio un abrazo a Aioros y le dijo - Te prometo que te entrenaré y que estaré al pendiente de ti siempre. -

- Y el caballero de Aries... ¿Será como tú? -

- ¿Cómo yo? -

- ... sí, o sea, tendrá puntos en vez de cejas, el cabello verde... -

- Aioros me haces reír. Pues los puntos en vez de cejas yo pienso que sí, pues los lemurianos nos hemos distinguido siempre por ser elegidos por la constelación de Aries. -

- ¿Lemurianos? -

- Sí, esa es mi especie. -

- Pero no son tan diferentes... -

- Contamos con dones que los seres humanos normalmente no poseen, y es por eso que la casa de Aries nos escoge. Verás, cada constelación tiene un perfil, unas reglas y pues podrías decirle una personalidad, y es por eso que los lemurianos como yo... -

- ¿Entonces yo soy de una forma y por eso la constelación de sagitario me escogió? -

- No exactamente Aioros. Más bien, serás de una forma, todavía eres muy chico. -

- ¿Y las estrellas pueden saberlo? -

- Por supuesto, porque la voluntad de Athena está en ellas. Ya, basta, debes estar muy cansado. Vamos a dormir. Mañana iremos a buscar al caballero de géminis.-

Y entre las preguntas de Aioros, y unos chillidos del nene, Shion preparó una cena, y acostó al nene y a Aioros. Sentía algo raro sobre la constelación de Géminis, el brillo presente en sus estrellas era DEMASIADO, anunciaba algo especial sobre éste caballero. Mañana hablaría con Dohko antes de partir. Y feliz por primera vez en mucho tiempo, Shion durmió.