V

Un niño de cabellos azules estaba sentado de frente al mar, dándole la espalda a otro niño que dormía profundamente. Aioros hizo un pequeño ruido de asombro. Los dos niños parecían vivir en las ruinas de Cabo Sounion, totalmente solos. Él había perdido a su padre, pero estaba en un orfanato donde talvez no estaban al pendiente de él o de su hermano, pero vivía rodeado de otros niños y tenía comidas aseguradas. En cambio esos dos niños se veían tan solos.

- Kanon ya duérmete, no hagas ruidos, mañana partiremos. - el niño que estaba de espaldas creyó que el ruido provocado por Aioros lo había hecho el niño que dormía que parecía llamarse Kanon.

- No fue Kanon. - ante las palabras de Shion, el niño de cabellos azules volteó finalmente. Aioros se impresionó por el aspecto del niño. Sus ojos verdes parecían penetrar la mente. Su semblante era triste. Aioros se quedó un poco atrás y Shion avanzó hacia el niño.

- ¿Qué desean aquí? Mi hermano y yo no hemos hecho nada malo, recogeremos todo y nos iremos mañana. No hay razón para corrernos... -

Pero Shion no escuchaba. Veía fragmentos de imágenes en su mente de nuevo. Una daga dorada sostenida por una mano de la cual colgaba un rosario. La espalda desnuda de un joven de cabellos grises. El mar. Tres cuerpos con armaduras oscuras tirados frente a la misma muchacha de cabellos morados.

- ¿Shion? ¿Qué te sucede? -

- Nada... Debo sentarme... -

- Mmmmmm ¿Qué sucede Saga...? -

El pequeño que dormía súbitamente se puso de pie, al ver a dos extraños. Y bueno qué extraños. Un tipo de cabellos verdes y puntos morados en la frente, sin cejas, sostenía un bebé y estaba sentado en el suelo. Y un niño que parecía de su edad lo estaba auxiliando. Encontró a Saga, su hermano, de pie viendo la escena con una expresión de no saber que hacer. "Siempre tan noble Saga..." Sabía que su hermano se estaba debatiendo entre ayudar al extraño o salir corriendo de allí. "Siempre dudando Saga..."

- Shion... !Son gémelos! -

Ya un poco más recuperado Shion vió a ambos niños. Eran idénticos. Los mismos cabellos azules despeinados, los ojos verdes, la nariz larga y recta, los labios delgados... En lo único que diferían era en las expresiones. El que aparentemente se llamaba Kanon no tenía expresión, sólo veía la escena curioso. Y el otro que se llamaba Saga tenía una mirada triste y confundida, como de aquel que no sabe que hacer.

- ¿Tu nombre es Saga? -

- ... Sí... -

- El mío es Aioros, y él es Shion. -

Saga se sorprendió. No era común para él, ver que un niño pequeño tuviera el valor de meterse en una conversación de esa forma.

- El mío es Kanon. -

- No... no, quisiera ser grosero, pero ¿Vienen para corrernos de aquí? Si es así... -

- No, Saga, no estamos aquí para correr ni a tu hermano ni a tí. Pero ahora que lo mencionas ¿Qué hacen dos niños tan pequeños aquí? ¿Dónde estan sus padres? -

- No... no tenemos padres si es necesario que lo sepas. Nunca hemos tenido padre debo clarificar. -

- !Saga¡ No sabes lo que pretende este señor, no le digas nada, no te das cuenta que talvez nos quieren llevar a un orfanatorio.

- No te preocupes por eso. Shion me sacó a mi y a mí hermano de uno. Así que no veo el caso de quiera meterte a ti o a tu hermano en otro... - Aioros sonrió a los dos niños. Kanon vió con preocupación que Saga parecía convencido con las palabras del tal Aioros. - !Saga, vámonos¡ No pueden querer nada bueno... -

Shion comprendía que aquel niño se mostrara tan desconfiado, parecía que habían vivido solos durante ya algun tiempo. Los niños de la calle aprenden a cuidarse rápidamente. - Espera. Saga, debo hablar contigo. Despues de oírme puedes hacer lo que consideres conveniente. -

Kanon miró con incredulidad al tal Shion, que permanecía sentado, y vió con asombro que Saga comenzaba a sentarse tan bien. Le dirigió una mirada de reproche, pero terminó sentándose tambien.

- Saga, si pudieras contarme primero porque tu hermano y tú se encuentran aquí, te lo agradecería mucho. -

La mirada de Saga se entristeció y se dirigió al mar. Ante el silencio de su hermano y decidiendo que si él ya había decido oír al Shion, pues le haría el pequeño favor a su gran hermano de contar lo que él al parecer no podía.

- Nunca hemos tenido padre, como Saga ya te lo dijo. Estos últimos ocho años los hemos pasado con nuestra madre, que nos quería demasiado. - Aioros se dió cuenta de que Saga lloraba, pero lo trataba de esconder con sus cabellos. Se acercó hacia él y le acarició la cabeza, susurrándole un - Tranquilo. Ya pasó. - Kanon se distrajo un momento al ver la escena. No le gustó mucho la idea de que un desconocido le tocara el cabello a su hermano, pero el Aioros se veía buena persona así que continuó.

- Pero murió hace diez meses. Le dió cáncer. - Su voz tembló unos momentos, pero prosiguió. - Los únicos familiares de nuestra madre era una tía en Francia y una sobrina en Argentina. Mi tía Sully dijo que no podía mantener a su familia y a dos niños más, así que decidieron que Saga se quedaría en Francia y yo me iría a Argentina con la sobrina de mi mamá que ni si quiera sabemos como se llama. -

Saga levantó la cara, e interrumpió a su hermano. - Fue mi idea el que huyéramos para que no nos separaran... - Shion vió que el rostro de Saga reflejaba culpa. - Es mi culpa que tengamos que pasar hambre, que Kanon no vaya a la escuela y que tengamos que pedir dinero en las esquinas... - Aioros sintió pena por Saga, y no dejando de acariciar su cabeza le dijo - Saga, yo hubiera hecho lo mismo. No permitiría jamás que me quitarán a mi hermano Aioria. - y señaló al bebé que sostenía Shion.

- Saga, yo acepté ir contigo, y nunca te he reprochado nada. Lo que venga puede ser difícil pero... lo afrontaremos juntos hermano. - Y Kanon abrazó a Saga.

La imagen que se le presentó a Shion le llenó el corazón de ternura. Saga era abrazado por un Kanon que se dejaba caer en su regazo, y Aioros tambien abrazaba a Saga. No imaginó en esos momentos que esa imagen no representaría la dura realidad de unos cuantos años más.

Pero también estaba preocupado. Sabía que el caballero de géminis debía ser Saga, por los flashes que vió, pero también recordaba que al subir las escaleras había sentido no uno, sino dos cosmos. Si Saga no hubiera estado ahí, Shion hubiera creído que el caballero que buscaban era Kanon. Y había aún más problemas. Los dos niños se encontraban muy únidos, Shion sabía que por más que le explicara su destino Saga se rehusaría a separarse de Kanon. Así que sin explicaciones, dirigió su mano a la frente de Kanon que lo miró confuso.

Primero fueron sólo imágenes como las del bebé Aioria. El mar, una vasija. Pero después supo que era algo más, un joven de espaldas sostenía un cofre, a su lado una presencia luminosa y frente a ellos tres caballeros con armaduras oscuras tirados en el suelo y finalmente la imagen de un Saga mayor caminando con la armadura dorada de géminis.

Volvió a sentarse con expresión seria. Lo único que comprendía era que aquellos dos niños al igual que Aioros y Aioria formarían parte de los eventos que pronto ocurrirían en el santuario.

- Deben venir con nosotros. -

Kanon se puso de pie. - ¿Ir a donde? - Saga se limitó a mirar a Shion, con la cara de duda que ya aprendía éste a conocerle.

- Al santuario de Athena. Tengo mucho que explicarles niños y lo haré alla. Vamos, Saga. ¿Crées que tu hermano y tú estarán bien aquí, viviendo como viven? -

- No. - Shion se sorprendió por la voz firme de Saga. Estaba seguro que el muchacho haría lo que fuera para que su hermano tuviera otra vida, y que se sentía culpable por haberlo arrastrado a las calles. Saga veía la mano de Shion, como la oportunidad para él y su hermano de cambiar, ser diferentes y vivir de otra manera.

- !Saga! No podemor irnos así nadamás... no lo conocemos. -

- Basta Kanon... ya no podemos vivir así. Es esto o vivir separados... - Saga miró a Kanon seriamente pero Aioros pudo ver que sus ojos parecían pedirle a Kanon que porfavor tomara la mano de Shion.

Kanon se quedó en silencio, pero no dudo al tomar la mano de Shion. De pronto Aioros vió que estaban de vuelta en el santuario, frente a la cabaña.

- Tengo que aprender ese truco. - Dijo un muy sorprenido Kanon.