VI

Cinco años habían pasado desde que Shion había encontrado a Saga y a Aioros. El nene hacía mucho tiempo que ya caminaba, y Kanon permanecía en el Santuario, junto a su hermano. Durante ese tiempo, aún cuando Shion ya contaba con dos discípulos todavía no usaba las túnicas y ropas de patriarca, ni dormía en en el gran salón. Se había encariñado con los cuatro niños, y pues como sólo eran cuatro no le veía el caso. Estaba un poco preocupado porque ninguna constelación del zodiaco había brillado anunciando la venida de algún caballero; ni la reencarnación de Athena había venido al mundo. Esto último lo reconfortaba pues significaba que todavía tenía tiempo para encontrar a los otros caballeros y para entrenarlos.

Los muchachos, pues ya no eran niños, habían cambiado. Al principio Saga se mostraba incrédulo a lo que se le había explicado de Athena, y procuraba entrenarse porque aunque fuera un invento, veía todo lo ocurrido como una oportunidad para Kanon y para él. Pero despues, cuando a los nueve años hizo despertar su cosmos, se convenció de su destino. Pero aun así era muy diferente a Aioros, no es que Shion esperara que todos los caballeros fueron como Aioros, pero creía que si sus compañeros y él mismo hubieran creído en Athena como Aioros lo hacía aún sin conocerla, muchas cosas pudieron haber sido diferentes.

Saga era un estuche de monerías por así decirlo. Era un muchacho muy inteligente, que a diferencia de Aioros no hacia preguntas, prefería guardárselas y pensar sobre las incógnitas que lo rodeaban pro si mismo. Shion no podía negar que durante el primer año estaba muy preocupado por Saga. Pues el niño mostraba muchas dudas y podía sentir en su mente culpa. Culpa por que esta vida que había escogido para él y su hermano había resultado ser más dura. Culpa porque Kanon se hallara atado a él. Culpa porque si en verdad Shion tenía razón y su destino era proteger a Athena, él no sentía apego por su destino ni por la diosa.

Pero Shion estaba orgulloso de Saga. Al cumplir los trece años, Saga como siempre tenía dudas pero ya no se culpaba. Consideraba que había hecho todo lo humanamente posible para un niño de su edad por Kanon, y que si este deseaba irse no lo detendría, porque Kanon ya sabía cuidarse, ya era grande, y si no era feliz a su lado merecía serlo. No se debe mal entender. Saga amaba a su hermano como siempre, pero consideraba que este ya estaba grande para tomar sus decisiones, Saga no lo ataría a él nunca más. A parte de estos cambios, Saga mostraba un interes por la lectura, y aunque fuera increíble ... por Athena. Al lograr encender su cosmos, Saga creyo. Era lo que necesitaba, una prueba de su poder, de sí mismo, para entender y creer que su destino estaba junto al mundo.

Shion mal entendía el interés de Saga en Athena. Lo confundía con el amor ciego que Aioros le profesaba a la diosa. Saga en realidad buscaba información de la diosa para poder creer en ella. No podía creer en algo de lo que hasta ahora había oído y nunca había visto. Esperaba que todo lo que Shion decía de Athena fuera realidad, pero una parte de él desconfiaba. Y es que no creía que alguien con tanto poder como un Dios, rechazara su lugar en el Olimpo entre los demás, para venir a proteger al hombre. No sólo eso. Saga no confiaba en que alguien con tanto poder no fuera corrompido. Y más, que no siendo de este mundo, se preocupara por lo que en este mundo pasaba.

Así es que más que entrenarse por Athena, quien todavía no venía al mundo, Saga entrenaba porque deseaba proteger al mundo.

Aún con todas las diferencias entre sus personalidades y motivos, Saga y Aioros se llevaban muy bien, y se profesaban un cariño de hermanos. Shion quiso propiciar esta hermandad que sentía debía existir entre todos los caballeros dorados, ya que en un futuro sólo se tendrían a ellos mismos. Vivirían todas sus vidas en el santuario, protegiéndolo. Así que dispuso que Saga, Kanon y Aioros vivieran en otra cabaña separada, y el nene y él mismo vivirían en la antigua cabaña. Al principio Aioros se mostraba reticente, pero Shion sabía que debía convivir con niños de su edad.

Kanon no podía evitarse sentirse desplazado. Quería a Aioros como un hermano, pero sabía que no lo era, no era su sangre como Saga, pero este último no parecía importarle y trataba a Aioros como trataba a Kanon. Kanon sabía que lo que sentía estaba mal, ya que Aioros siempre había sido amable con él, pero no lo podía evitar y sabía que no lo podía detener, porque Aioros y Saga siempre estaban juntos, y si Shion tenía razón en todo lo que les había contado, sus destinos no sólo estarían juntos ahora sino por siempre. ¿Dónde quedaba él? No había lugar en el santuario para el hermano de un caballero. No pasaba mucho tiempo con su hermano, porque siempre estaba entrenando con Shion y Aioros. Y él... cuidando a Aioria.

Kanon decidió que no sería un inutil y que no perderia a Saga, por lo menos no del todo. Así que empezó a entrenar con ellos, aún cuando su destino no era ser caballero entrenaría para estar junto a Saga y junto a Aioros, Aioria y Shion a los que les había tomado cariño. Pues despues de todo Kanon sabía que no era culpa de ellos que se estuviera distanciando de su hermano, bueno... por lo menos no de Aioros o de Aioria.

Shion había permitido que Kanon entrenara al mismo ritmo que Saga y Aioros, porque después de encontrar a los gemelos, su conversación con Dohko le había permitido ver algo que al principio no había visto. Cuando los encontró, ambos niños irradiaban un cosmos, increíble para niños de ocho años, y más increíble era que no había diferencia entre uno y otro; los dos cosmos tenían el mismo nivel. El de Saga no era mayor que el de Kanon. Cuando vió a ambos niños, fue Saga quien despertó imágenes en su mente, y necesitó poner la mano en la frente de Kanon para ver algo, eso le dictó que el caballero de géminis era Saga. Pero cuando puso las manos sobre la frente de Kanon, al final había visto a Saga con la armadura de géminis. Dohko le había planteado algo interesante. ¿Y si era Kanon y no Saga el que portaba la armadura de géminis? Decidieron que Kanon tenía un destino que cumplir, y que no lo influenciarían ni lo obligarían a entrenar, debía ser él mismo o el destino quien decidiera que debía entrenarse.

Kanon vió como su fuerza y su poder aumentaban, y más sorprendido aún que Saga no lo superara. Supo que sus poderes eran iguales, y vanidosamente pensó que si él hubiera entrenado desde el principio con Saga, ya sería superior a éste. Pero era simple vanidad. Él sabía que el destino de ser el caballero de géminis era de Saga no de él, lo habían decidido las estrellas, bueno ahora que lo pensaba ... lo había decidido Shion en realidad... A veces por las noches, Kanon se preguntaba si Shion se había equivocado. Saga era su hermano y lo amaba, pero... siempre con dudas en la cabeza, siendo demasiado bueno... Kanon a veces se preguntaba si Saga sería un buen caballero. No mal entiendan de nuevo, Kanon veía muchas cualidades en su hermano, demasiadas, pero por esas mismas cualidades pensaba que Saga debería hacer otra cosa y dejar que personas como Kanon (fuertes, sin vacilaciones, sin dudas, sin miedos) se mancharan las manos.

Kanon tambien vió como su hermano y él mismo llamaban a Shion, "Patriarca" ó "Patriarca Shion", pero Aioros lo llamaba Shion. No pudo evitar pensar que Aioros gozaba de favoritismo y talvez inocentemente Shion si favorecía más a Aioros, pero no lo podía evitar, Aioros fue su primer discípulo. Saga también notó el favoritismo de Shion, pero no sintió lo mismo que Kanon. Lo veía como algo natural, Aioros había perdido a su padre y Shion nunca había tenido un hijo y había pasado mucho tiempo solo. Era normal que al encontrarse se hubiera formado un lazo muy fuerte. No le importaba mucho. Durante toda su vida sólo había contado con Kanon y con su madre... y esta ya no estaba y Saga creía que nadie más podría reemplazarla jamás... así que con Kanon debía bastarle.

Aioros seguía siendo el mismo de siempre, bueno había cambiado pero Shion sólo veía los cambios positivos que para ser sinceros eran los únicos evidentes. Aunque no dominaba la meditación, Aioros había aprendido a ser paciente y aún cuando esperaba con ansias el momento de que Athena llegara al mundo, permanecía sereno. Vió con amor como Aioria iba creciendo, y como cada día resultaba más evidente en el parecido que eran hermanos. Muy pronto Aioros se dió cuenta de que si las cosas seguían así, no vería mucho a su hermano, ni tendrían momentos a solas así que tan pronto Aioria pudo caminar se lo llevaba en las noches cuando terminaba de entrenar con Saga y Kanon a las ruinas de un coliseo que había cerca. Al principio sólo veían las estrellas, pero Aioros decidió que era muy aburrido para Aioria así que empezó a enseñarle lo único que sabía hacer: pelear.

Shion a veces regañaba a Aioros. Para él Aioria seguía siendo el nene, y lo veía muy chico como para que estuviera entrenando. Sin embargo recordó que Aioria también tenía un destino y que él no interferiría.

Así fue como pasaron esos cinco años. Una buena noche, en la cual Shion esperaba que Aioros, Saga y Kanon regresaran de entrenar, miró las estrellas y vió que la constelación de Acuario estaba brillando en el cielo.