VIII
Aioros sintió que su corazón se estrujaba. Miró a Shion y a Saga y vio reflejado en sus miradas lo que el sentía. Él sabía lo que era perder a un padre, pero perder a ambos al mismo tiempo... no se imaginaba como aquel niño podía sentirse. Y más aún, le preocupaba que el niño estaba solo, frente a los cadáveres de sus padres. Quería encontrar a un nuevo compañero de armas... pero no a este costo.
Los tres se aproximaron al niño, que aún cuando oía los pasos detrás de él no quiso voltear. Quería estar con sus padres, quería despertarlos e irse a casa... pero ya nunca podría hacerlo. Ya no vería los ojos de su madre. Ya no podría esperar a que su padre llegara del trabajo... porque nunca más llegaría. Las noches de palomitas tampoco se llevarían a cabo. Su madre ya no lo tomaría de la mano para cruzar la calle. Su padre ya no le compraría juguetes LEGO para armarlos juntos. Ya nada sería igual para él.
Shion puso una mano sobre el hombro del niño. Aioros y Saga se acercaron y lo miraron de frente, mientras Shion permanecía a espaldas del niño. Por primera vez después de muchos minutos, el niño separó sus ojos de sus padres y los dirigió a los dos individuos que lo miraban. Podía ver que el hombre de cabellos azules trataba de no derrumbarse, se le veía en el rostro que no sabía que decirle por lo que sólo le dedicaba una mirada. El otro de cabellos claros y ojos verdes que nunca podría llegar a olvidar, le sonreía y por primera vez sintió que alguien no lo miraba con lastima.
Aioros pudo ver que el niño tenía el rostro lleno de lagrimas, pero estaba aparentemente tranquilo, era como si tuviera la mirada perdida y lagrimas fueran apareciendo mágicamente por su rostro; no pudo evitar acordarse de sí mismo cuando recién había perdido a su padre. El había tenido a Aioria para aferrarse, para seguir viviendo, pero aquel niño estaba completamente solo.
- Mi nombre es Aioros pequeño. Él es Saga, y el que se encuentra a tus espaldas se llama Shion. Dinos, ¿cuál es tu nombre? -
El niño seguía mirándolo, pero no contestaba. Su expresión era de confusión.
- ¿Cómo te llamas bonito? - volvió a preguntar Aioros.
- ¿Griego? - fue lo único que logró comprender Aioros, porque el niño no podía hablar. Se le iba la voz de repente. Hacia el esfuerzo para no sollozar.
- Aioros, el niño seguramente no habla griego. -
Pero el niño seguía con la expresión fija en Aioros, como si el hombre de cabellos azules que tenía en frente y aquel que estaba a su espalda no existieran.
- ¿Entiendes lo que digo bonito? -
El
niño asintió. - Papa, enseñarme algo de griego.
- Y las lagrimas corrieron de nuevo al recordar que su padre ya no
estaría junto a él.
- Entonces dinos hijo, ¿cuál es tu nombre? - esta vez fue Shion quien habló.
- Camus - al responder Camus seguía mirando a Aioros. No quería ver a nadie más. Todos los demás rostros le recordaban todo lo que había pasado, y lo que pasaría; sus expresiones de pena y dolor no le decían que las cosas iban a estar bien y eso era lo que el quería ver, deseaba ver una luz que lo sacara de esto, que lo alejara de todo. Y fue en el rostro de Aioros en el que encontró lo que quería ver.
Camus caminó hacia a Aioros. - No puedo... no puedo alcanzar la mano de mi mamá... porfavor... ¿podrías... - la voz se le cortó y más lagrimas salieron de su rostro. Saga vio la mirada suplicante del niño que le desarmó completamente. ¿En qué mundo vivían? ¿Cómo se podía permitir que pasarán estas cosas tan terribles? A gente buena, niños inocentes. No podía creer lo que veía. Era demasiado, la tragedia abundaba sus vidas. Era como si todos estuvieran marcados, marcados para lo peor. Ninguno se salvaba. Nadie en el mundo podía salvarse de su suerte. Lo enfurecía. Aioros y Aioria perdieron a su padre. Shion viviendo sólo como un perro. Kanon y él sin madre. Y ahora este niño, tan pequeño, tan solo, perdía a sus dos padres. La vida no era justa.
Aioros tomó la mano de Camus, lo acercó a las camillas y se cercioró de que los cuerpos de los padres del niño estuvieran apropiadamente limpios, sin heridas espantosas que pudieran causar un trauma al bonito. Lo alzó en sus brazos y lo sentó en la cama. - Mama... –
Saga ya no pudo contener las lagrimas. Camus volteó a ver a Aioros con inseguridad. Éste le dirigió una mirada que le dio fuerzas. Camus puso su mano izquierda sobre el cabello de su madre y comenzó a acariciarlo, mientras que con su mano derecha acariciaba una de las manos de la difunta señora. El pequeño se acostó completamente en la camilla y se abrazó a su madre. Llorando cada vez más fuerte. Después de un buen rato, se sentó y miró a Aioros. - ¿Quieres bajar? - Camus sólo asintió. Lo puso en sus brazos y vió como Camus no quería separarse de él. Así que Aioros se sentó en una silla y lo abrazó pues el niño temblaba.
- ¿Camus? - Camus separó su cabeza del pecho de Aioros y dirigió su mirada por primera vez a aquel hombre extraño de cabellos verdes.
Shion
centró su mirada en los dulces ojos azules del niño y
ya no encontró la cara del niño. Encontró el
rostro de un joven de nariz afilada, con una tiara dorada sobre sus
cabellos azules. El joven tenía mirada triste y decidida. Sus
brazos se encontraban juntos, extendidos hacia el frente. Y frente a
él un joven de cabellos rubios de armadura blanca. Después
vio la expresión enojada y llena de rabia de un joven de
cabellos azules ondulados que sostenía a un caballero por el
cuello. Shion sólo distinguía la espalda de éste
caballero y por eso sólo pudo distinguir una armadura oscura y
unos cabellos azules largos que caían sobre la espalda de
aquel hombre. Después vio a la joven de cabellos morados que
sonreía y a la vez lloraba. Y finalizando, vio al joven de
cabellos rubios de la primera imagen, que lloraba mientras sostenía
un cuerpo que no alcanzó a distinguir.
Shion se sentó.
Estaba un poco aturdido por todo lo que había visto. Estas
visiones cada vez lo confundía más.
Aioros sintió como el niño iba quedándose dormido sobre su pecho. No le agradaba la idea de interrumpir un sueño que le haría bien al niño, pero había cosas importantes que hacer y hablar. - ¿Camus? ¿No quieres ver a tu padre? -
La mirada del niño reflejó miedo. - ... Cuando lo vi en el auto... estaba... tenía la cara... y su brazo... - Aioros entendió y con toda la dulzura que pudo le contestó al niño. - Tu padre se encuentra... limpio ya... no tienes que temer... puedes verlo. –
Camus asintió y Aioros lo llevó con su padre. Lo alzó nuevamente, y lo colocó al lado de su padre. El niño finalmente se derrumbó y comenzó a sollozar fuertemente. Tomó la mano de su padre y la puso sobre su cintura, acostándose junto a él. Después de unos momentos le besó la mano, y la frente. Y sentándose, alzó los brazos desesperado hacia Aioros quien no tardó en cargarlo y abrazarlo de nuevo.
Ya más recuperado, Shion comenzó a hablar. Aioros sentó a Camus en una de sus rodillas y lo puso de frente a Shion. Saga algo más recuperado, no pudo evitar sonreír cuando vio la mano de Aioros deslizarse sobre los cabellos de Camus. Era lo mismo que había hecho con él cuando lloraba a su madre.
- Hijo... nosotros hemos venido por una razón. Las estrellas en el firmamento nos guiaron hacia ti. Venimos desde muy lejos... desde Grecia. ¿Sabes dónde está Grecia pequeño? -
- Sí. -
- Pues bien hijo, venimos por ti. Las estrellas nos han indicado que tu eres la personita que buscamos. Tienes un gran destino frente a ti hijo. -
Camus miró confuso a Aioros, quien prosiguió la platica. - Lo que Shion está tratando de decir es que quisiéramos que vinieras con nosotros a Grecia, a formarte como caballero. Un caballero es un hombre que pelea por la paz del mundo. Has sido escogido por las estrellas entre todos los seres humanos para proteger al mundo. –
- ¿Vendrías con nosotros Camus? - Shion dijo.
- Pequeño, nosotros entendemos por lo que estás pasando. Sé que piensas que ya nada será como antes, y tal vez tengas razón. Pero deberás afrontarlo, porque es tu única opción. Yo perdí a mi madre y Aioros perdió a su padre. Debes continuar. Nosotros te ofrecemos y mostramos tu destino. No estás solo, ya no y jamás lo estarás. Juro cuidarte siempre Camus. - Camus sintió como Saga tomaba sus manos y lo miraba con una infinita dulzura que correspondió con una sonrisa.
- Y yo también. ¿Qué decides bonito? ¿Vienes con nosotros? -
- ¿Irás tú? -
Aioros asintió, y acto seguido Camus también.
- Muy bien. Camus despídete de tus padres... nos iremos ya. -
Aioros cargó por última vez a Camus, y éste miró a sus padres por largo rato, tratando de guardar sus rostros en su corazón por siempre. Después besó a cada uno en las mejillas y le dio la mano a Aioros.
Saga tomó la otra mano del pequeño y le sonrió. Shion sólo había visto esa actitud por parte de Saga hacia Kanon y se enterneció. Saga era en verdad un hombre noble. Shion tomó la mano de Saga y la de Aioros y acto seguido estaban en el Santuario. Camus vio el cambio de paisaje y no pudo evitar lanzar un suspiro.
- Éste es el Santuario de Atenía, Camus. Y es tambien tu nuevo hogar. -
