XVII
- ¡HERMANO! Sabía que regresarías... Cuando vi la constelación de Aries... Tonterías, déjame abrazarte... -
Ambos lemurianos se abrazaron fuertemente. Shion no recordaba cuantos años llevaba ya sin ver a su hermano. ¿Doscientos? ¿Ciento cincuenta? Los mismos puntos lilas, la nariz ancha, labios gruesos, ojos esmeraldas como los de Shion, y una larga cabellera ceniza era la descripción de aquel lemuriano que era su hermano.
- ¡ARLES! Me alegra estar en casa. Me alegra verte Arles. -
Se separaron y Shion sintió inmensas ganas de llorar que reprimió. Arles por el contrario sonreía de oreja a oreja, pero lágrimas traicioneras caían por sus mejillas.
- Sé que estoy viejo... pero no es para que llores Arles... -
Arles se limpió sus lágrimas y comenzó a reír fuertemente.
- ¡Athena!... No puedo creer que estés aquí Shion... Te extrañé tanto... -
- Yo también Arles. No creí que volvería a ver Lemuria... -
- Shion... acaso... ¿ERES EL NUEVO PATRIARCA? -
Shion asintió, tratando de aparentar modestia. Se vio envuelto en los fuertes brazos de Arles nuevamente.
- ¡FELICIDADES HERMANO! -
- Gracias... Y a ti te encuentro en la entrada del "Templo Sagrado de Aries"... acaso... ¿Será posible? -
- Es posible Shion. Estás frente al "Sumo Sacerdote Arles de Aries". -
- Soy yo quien debe felicitarte entonces... -
Avanzaron hacia el segundo piso de la "Torre de Plata" y se sumieron en una plática de dos hermanos que no se han visto en años.
- ¿El caballero de Aries es lo que te trae por aquí? -
- Así es... ¿Tienes alguna idea de quien puede ser? -
- La verdad es que no... -
- ¿No has tenido visiones o no te han llegado imágenes? -
- No Shion. ¿Debería? -
- Al parecer no. Verás... cada que encuentro a un caballero lo identifico porque llegan imágenes o... una visión... a mi mente... Pensé que tal vez era por ser lemuriano... pero creo que... -
- Es por ser el Patriarca del Santuario de Athena. -
- Sí... -
- ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Cómo encontrarás al futuro caballero de Aries? -
- Pues... pienso pedirle un favor al "Sumo Sacerdote Arles de Aries"... -
- Oooohhhhh... y ... ¿Qué piensas decirle al respetable Arles? -
- Lo que le voy a pedir es importante hermano... Sólo alguien con tal poder como el que él posee podría hacerlo... -
- ¿Qué necesitas Shion? Sabes que te ayudaré... -
- Quisiera que... reunieras a todos los "Aries" que hay en Lemuria en este piso... -
- Será algo complicado... pero no difícil. La gente ha visto la constelación de Aries, aceptarán ayudar. ¿Tienes prisa? -
- La verdad es que sí hermano... -
- De acuerdo... iré a hacer las preparaciones... -
Arles se marchó de aquel segundo piso, y Shion se puso de pie. Se acercó a la ventana y no pudo evitar sonreír al ver aquel paisaje que le guiñaba un ojo. Torres blancas, niños jugando, el aroma a rosas, tecnología simple, aire puro, un cielo perfecto... Estaba en Lemuria, su tierra. Abandonó la vista de su patria, y se dirigió a inspeccionar todos los niveles de la "Torre de Plata".
Mientras subía todos los pisos sus recuerdos se le subían a la cabeza. El había vivido sus primeros cinco años en la "Torre de Plata" por haber nacido Aries. Para él esos cinco años habían sido sumamente divertidos. Claro, que no todos eran como él. Muchos niños amigos y compañeros de Shion, sufrían mucho durante esos cinco años, por ver a sus padres sólo a la hora de la cena. Al principio fue difícil para Shion, pero luego Arles, su hermano menor ingresó también a la "Torre de Plata". A veces sentía pena sus padres. Sus primeros dos hijos nacieron Aries, y por ello se perdieron de su infancia.
Llegó al noveno nivel y dejó los recuerdos a un lado cuando chocó con un niño de cabellos lilas y ojos esmeralda. Inconscientemente se fue sentando en el suelo por las imágenes que llegaban a su mente. Cinco armaduras de bronce siendo reparadas. Un joven de cabellos lilas portando la armadura dorada de Aries derramaba sangre sobre una armadura de bronce. El caballero de cabellos lilas en el suelo, inmovilizado, con dolor, mirada turbia. La espalda de tres caballeros dorados, el caballero de cabellos lilas en el centro.
La mirada esmeralda del niño lo sacó del trance. Lo miraba fijamente con una sonrisa tímida que adornaba su delicado rostro. Shion notó con sorpresa que sus puntos eran rojos. Los puntos rojos eran raros en los lemurianos, tan raros que mucha gente consideraba a sus portadores sagrados o elegidos.
- Lo siento... -
Shion ayudó al niño a levantarse, sin dejar de mirar esos ojos esmeralda. Lo guió a dos asientos y se sentó frente a él sin dejar de observarle. El niño, asombrosamente, no se mostraba intimidado ante semejante estudio.
- ¿Cuál es tu nombre niño? -
- Mu... -
- Bien... Mu, de ahora en adelante me llamarás Maestro... -
- ¿Maestro? - la mirada esmeralda lo miró curiosa.
- Sí. Me acompañarás al Santuario de Athena... -
La mirada de Mu se apartó del hombre. ¿Sería él? ¿El santuario de Athena? Recordó que la constelación de Aries había brillado la noche anterior... ¿Sería él? Pensó que pronto se acoplaría a la vida normal de Lemuria. Pensó que pronto viviría con su familia. Pensó que... Era inútil pensarlo ya... Pero, en verdad... ¿Sería él?
- ¿Por qué yo? -
- Porque tu eres el futuro caballero de Aries. Debes tomar tu lugar en el Santuario de Athena, como yo alguna vez hice. -
La mirada esmeralda estaba inundada de lagrimas silenciosas. La sonrisa tímida seguía ahí a pesar de las lagrimas. Shion se preguntó si serían lágrimas de alegría por ser el elegido o de tristeza por dejar Lemuria. Ese niño tenía algo especial. Shion no podía evitar la ternura que esa carita le provocaba.
- ¿Por qué lloras Mu? ¿No quieres servir a Athena? -
- Para eso fui... para eso fui preparado. - la dulce mirada esmeralda todavía cristalina miró al Patriarca. - Pero... siempre he estado aquí... tenía la esperanza de... de vivir con mi familia... saber como es una vida normal... -
Shion se sintió pésimo. Al ver de nuevo aquella mirada se sintió ruin y cruel por querer separar a este niño de sus desconocidas raíces. Él fue separado de su tierra cuando tenía ocho años. Había tenido oportunidad de saber como era la vida cotidiana en Lemuria. Pero Mu no la tendría.
- Piensa que fuiste elegido Mu, y que hay una razón muy poderosa por la que Athena te está llamando ahora. Las estrellas son sabias, debe haber una razón por la cual no pudieron esperar unos años más... ¿Cuántos años tienes? -
- Tengo cuatro años... cumpliré cinco pronto. - La mirada esmeralda ahora era juguetona y Shion no pudo evitar suspirar.
El niño era... un niño. Todos los demás que ahora vivían en el campamento también eran o habían sido niños... y se encontraban terriblemente tristes por pérdidas que los habían de una forma obligado a tomar el sendero de ser caballero. Pero este niño... ¿Añoraría Lemuria por siempre? Los demás niños terminaban acoplándose al Santuario... a sus nuevas vidas, pero porque no tenían de otra.
- ¿Quieres ser el caballero de Aries, Mu? -
- ¡Es lo que siempre he soñado! - Mu dirigió su mirada y su cuerpo a la vista que la ventana les ofrecía.
- Si te conviertes en el caballero de Aries... Mu... Tendrás que ir a Grecia... y no volverás a Lemuria... nunca más... - Shion observó el perfil del niño, esperando una reacción. La mirada esmeralda seguía fija en los cielos de Lemuria, y lo único que notó fue un suspiro del niño.
- No puedo darle la espalda a mi camino... ¿Verdad? -
- Si es en verdad tu camino, no. No puedes. -
- Seré el futuro caballero de Aries... maestro. - El niño pelilila dirigió su mirada a Shion. Éste vio que su rostro se encontraba seco ya, y su expresión no era una de dolor.
- Me alegra que hayas encontrado a Mu... -
- ¿Tienes fe en el niño? -
- Me refería a no tener que reunir a todos los Aries de Lemuria en la Torre... -
Shion lo miró con un reproche falso.
- Pues sí... el niño es especial. Todo lo que se le ha enseñado lo ha dominado. Sus puntos son rojos, lo que es un espléndido augurio... -
- ¿Pero? -
- ... No es que le quiera quitar mérito al niño... pero... Shion... ¿No es muy pequeño? Nunca ha convivido con su familia de forma normal... No me gustaría arrancarlo de su hogar justo ahora que ya iba a abandonar la torre... -
- A mi también me preocupa, pero el niño como tu dices es... especial. Hay algo en él, sé que es él, y si lo es, debe de estar bien. Será difícil al principio, pero tengo fe en que logrará cumplir su destino. -
- Si tu lo dices hermano. Temo decirte que tardarás un poco en poder irte al Santuario con Mu... -
- ¿Por qué? -
- ¿Ya no recuerdas las fiestas? Son cuatro días de fiesta. Los lemurianos celebramos el hallazgo de el caballero de Aries entre nosotros. Y es lo mejor para el niño, para que esté con su familia. -
- Mmmm sí. Nunca olvidaré mis fiestas. - Arles se sentó en un sillón y Shion notó que su mirada se encontraba turbia.
- ¿Qué sucede Arles? -
- Ya he cumplido con mi deber. Has encontrado al futuro caballero de Aries... y estoy cansado de mi cargo. -
- ¿Dejarías tu puesto? -
- Pienso hacerlo Shion... -
- No puedo creer lo que te oigo decir. ¿Acaso te atrae la vida de un lemuriano normal? -
- ... No... pero ya te dije, me he cansado de mi labor. He educado y estado a cargo de muchos Aries. Te he entregado al futuro caballero de Aries... No deseo seguir haciendo lo mismo... pero tampoco quiero llevar una vida normal... -
- ¿Te gustaría ir conmigo al Santuario de Athena? -
Arles miró a su hermano fijamente. ¿Sería enserio? Tenía gran curiosidad por el mundo de afuera... pero nunca había pensado seriamente en abandonar su hogar, su amada Lemuria.
- ... No lo sé... tal vez... pero... -
- No deseas dejar Lemuria... -
- Así es... pero he visto y conocido todo de ella... En la hipotética situación de que te acompañara al Santuario... ¿Qué haría yo? -
- Necesito ayuda Arles. He puesto los cimientos del Santuario y de sus caballeros, pero ha llegado el tiempo del cambio. Necesito a una mano derecha que me auxilie... Piénsalo. -
- Lo haré Shion, lo haré... -
Cinco días habían pasado en el Santuario desde la partida de Shion. Saga se había hecho cargo del lugar, aunque no había muchas decisiones que tomar o pensar. Sólo se encargó de que todos siguieran sus rutinas de entrenamiento. La situación con Aioros seguía igual. Se había despertado en esos días dos veces para encontrarse abrazando a Aioros y otros dos días Aioros lo abrazaba a él. Kanon había dejado las bromas al ver que no era cosa de "una" vez.
Saga pensaba en las noches que había pasado contándoles la historia del "Zorro" a Milo y a Camus. Esos niños habían cambiado algo. Estaban muy unidos y reían a carcajadas, cosa que antes no hacían. El suave silencio que inundaba antes al Santuario por las noches había terminado. Los niños reían y jugaban, Kanon gritaba con ellos y Aioros estaba con él. A Aioria se le había pasado la melancolía por su padre, y al segundo día ya era partícipe de la historia del "Zorro".
Saga se encontraba en las afueras del Coliseo viendo como el atardecer se ocultaba. El cielo estaba pintado de un dulce naranja cuando oyó pasos. Se dio la vuelta y miró sorprendido a un niño rubio que lo miraba fijamente (embelesado en realidad, pero Saga es lento y despistado). Mil cosas pasaban por su cabeza. ¿Shion no había dicho que nadie podía entrar al Santuario más que los caballeros? ¿No estaba el Santuario protegido con el cosmos de Athena?
El niño se acercó más a Saga y éste fijó su mirada en los dulces ojos celestes del niño. Y respondiendo a las miles de incógnitas y preguntas que había en la cabeza de Saga sobre aquel niño, el niño rubio extraño habló.
- Soy Shaka. Shaka de Virgo. -
¿De Virgo había dicho el niño? Saga pensaba sorprendido.
