XX

- Ese día comprendí que vivía en una burbuja en el Palacio, y no podía quedarme sentado ahí, sabiendo que todas esas cosas estaban fuera de mi burbuja. Medité y pensaba tratando de hallar una solución. Y llegué a la conclusión de que yo tenía que hacer algo para parar ese sufrimiento que parecía acosar al mundo de afuera. No podía ignorar lo que había visto y seguir mi vida como antes... Estaba... estaba perdido cuando vi la constelación de Virgo brillar y... - Shaka se detuvo, y miró a sus demás compañeros, examinándolos. ¿Le creerían?

- Shaka... ¿Qué pasó después? - preguntó Milo ansioso.

- Pues... me quedé un rato viendo la constelación de Virgo y la de Aries... – miró a Mu. - Y la verdad es que en esos momentos no comprendía mi... misión... Y de pronto una mujer de cabellos largos se me apareció... Era transparente, no tenía color y me habló. Fue raro, pero por alguna razón no me dio miedo, sentí confianza. Me dijo que había nacido para cumplir un destino... que el palacio no era mi lugar... que debía aprender mis últimas lecciones... que debía comenzar mi búsqueda... y que... pues que la constelación de Virgo encerraba mi camino y que la constelación brillaba por mí. - Shaka se quedó pensativo.

- ¿Qué brillaba por ti? - preguntó Camus.

- Sí, dijo que Athena me necesitaría... que mi búsqueda me guiaría a su Santuario a convertirme en su caballero... y que habría más como yo... como Aries... - Shaka y Mu se miraron. - Que sería nuestro deber proteger a la diosa... que así aprendería lo último que me quedaba por aprender para... para llegar al Nirvana... -

- ¿Nirvana? - preguntó un muy sorprendido Mu.

- Sí Shaka... ¿Qué es eso? - preguntó Milo.

- Yo todavía no logró comprenderlo bien... Es vivir aún cuando estás muerto. Es convertirte en nada y unirte a lo que es... sin volver... ¿No estoy siendo claro verdad? -

Todos rieron. - La verdad es que no Shaka... – dijo Mu entre risas.

- Entonces... abandonaste tu gran vida para ¿Conocer el mundo? - preguntó Camus.

- No. Primero, ya no era ignorante de la muerte, del sufrimiento, de la vejez ni de la enfermedad. No podía fingir que aquellas cosas no existían. Segundo, mi papá quería que cumpliera mi "gran destino" a su manera. Y su manera... no es ni será mi manera. No me satisface dirigir a los demás... Cada quien debe hacer lo que crea necesario... Tercero, de verdad sentí que aquella mujer me decía la verdad. De verdad siento que este es mi lugar. - dijo Shaka sonriendo.

- ¿No extrañas tu vida Shaka? Yo sí lo hago... – dijo un melancólico Camus.

- Cuando pienso en mi padre, a quien deje sin decirle nada... sí lo hago. Pero fuera de él... no había nada que me mantuviera en ese lugar. Siempre he sabido... y no por lo que se ha dicho de mí... que soy diferente y que por serlo tengo una tarea o un objetivo que cumplir en esta vida. Si aquí es donde cumpliré mi tarea, no hay otro lugar en el que quisiera estar... - dijo Shaka muy serio.

Mu miraba fijamente los dulces celestes de Shaka. Sus palabras eran dolorosas pero se mantenía sereno. Sentía el abandono de su padre, pero comprendía que su destino era estar en el Santuario. - Quisiera ser como tu Shaka... Yo... yo no puedo olvidar a mis padres... me gusta estar con ustedes de verdad que sí, pero... quisiera estar con ellos. No comprendo porque ya no los puedo ver. - Shaka abrazó a Mu cuando se le quebró la voz.

- ¿Tus padres viven Mu? - preguntó Milo.

Mu miró confundido a Milo, todavía en los brazos del rubio. - Sí... –

- Perdón Mu... creí que estaban muertos... - dijo Milo.

- Entonces... ¿Tu también abandonaste a tus padres Mu? - preguntó algo escandalizado Camus. Todas las miradas se posaron en Mu, que se separó del rubio. Con su mano izquierda apartó unos cortos mechones de su cabello que le cubrían la frente. Su mirada estaba en el suelo. Lentamente sus ojos tristes y cristalinos comenzaron a ascender lentamente hasta fijarse en los profundos ojos de Camus.

- Yo... tuve que dejarlos. Aries brilló y yo soy el futuro caballero de Aries. Es mi destino estar aquí. No... no puedo darle la espalda a Athena, ni a Lemuria. Allá es muy importante todo esto... -

- Lo siento mucho Mu... Yo creí que mi situación era la más difícil en el mundo y... Yo he llorado y maldecido por que me quitaron a mi familia y ya no puedo verla... Pero... saber que están ahí y no poder verlos... Mu... perdona que te desanime más pero... es horrible. - Milo le dijo a Mu, que lo miró agradecido por su comprensión y sorprendido por su seriedad.

- ¿Perdiste a tu familia Milo? - preguntó Shaka.

- Sí, no al igual que Camus. Mi... madre murió cuando yo nací... Mi papá murió cuatro años después... y mi hermano hace ya un tiempo... - Milo se había detenido en varias partes al decir aquello, pero se dio cuenta de que... ya no era doloroso hablar de ello. Sentía tristeza pero ya no como antes.

Camus le acarició los cabellos a Milo. - Tal parece que todos dejamos atrás demasiadas cosas... – dijo un muy pensativo Shaka.

- Sí... pero Mu y tu... Yo no hubiera abandonado a mi familia, no podría hacerlo. - dijo Camus con la cabeza gacha. "Tal vez por eso se te forzó a dejarla..." pensó Shaka.

Tratando de romper el silencio que parecía amargar a todos los presentes, Mu habló. - Oye Shaka... dijiste que había "historias" sobre ti y tu sólo nos contaste una... - dijo sonriente.

Milo al ver la cara de terror que Shaka ponía ante el comentario de Mu, apoyó a su nuevo amigo. - Sí Shaka... cuéntanos... – dijo de manera maliciosa.

- No. No le veo el caso. La... La verdad es que... no entenderían... Por eso es mejor dejarlo ahí... – dijo Shaka evitando mirar a sus compañeros.

- ¡Pues nos explicas Shaka! - dijo Camus.

- ¿Dónde dijeron que estaba la comida? - dijo Shaka sonriendo.

- Creo que Camus dijo que estaba en... ¡No cambies el tema Shaka! - dijo Mu sorprendido de la agilidad mental del rubio.

- ¡Es que no son historias normales! No es que sean vergonzosas pero me dan pena... Hablan de mi "grandeza" y yo pues si... siento que soy diferente pero no es para tanto... -

- Anda Shaka... Cuéntanos... - dijo Mu con cara de carnerito hambriento. (Hay que precioso )

- Bueno... Pero no se rían. Se dice que cuando nací...

Kanon comenzó a separar los colchones de su cabaña. Él consideraba que ya no tenía caso el que los colchones estuvieran pegados. Estaba a media faena, cuando Saga y Aioros entraron riendo de algo que Kanon no pudo escuchar. Kanon seguía moviendo los colchones cuando se dio cuenta de que reinaba el silencio. Volteó confundido pensando que tal vez no había escuchado cuando Saga y Aioros habían salido. Pero extrañamente seguían ahí, justo en la entrada y lo veían a él. Saga con sorpresa y cara de amargura. Aioros con... ¿Mirada asesina (Jajajajajaja)?

- ¿Qué... ¿Qué haces Kanon? - preguntó Saga recobrando el habla.

Kanon se sorprendió de la aparente estupidez de su hermano. Era obvio que estaba moviendo los colchones. - Pues, si serás ciego Saga. Estoy moviendo los colchones... – y continuó moviéndolos.

El silencio volvió a invadir el cuarto. Otra vez confundido Kanon volteó a la entrada pensando que de nuevo no había escuchado cuando Saga y Aioros habían salido. Y de nuevo se dio cuenta que seguían ahí con las mismas miradas. ¿Qué pasa aquí? Pensó Kanon. Kanon los miró interrogante.

- Mmmm ¿Sí¿Tienen algo que decirme¿O puedo continuar? - preguntó Kanon en torno burlón.

Saga miró a Aioros y Aioros a Kanon. - Kanon... Si gustas... Saga y yo podemos mover los colchones. ¿Por qué no vas a checar a los niños? - dijo Aioros. Saga miró a Aioros con cara de herido, pero Aioros seguía fijo en Kanon.

- Bueno, sirven que me quitan este pesado labor de encima... Iré por agua... - Kanon se puso de pie y salió de la cabaña.

Aioros comenzó a mover un colchón. Saga no se movía de su lugar al pie de la entrada. No comprendía. ¿Aioros de verdad ya no quería estar a su lado?

- Anda Saga, ayúdame. Hay que juntarlos antes de que regrese. - decía Aioros de espaldas a Saga.

Saga lo miró sorprendido (su espalda ). - ¿Juntarlos? -

Aioros se puso de pie rápidamente y lo miró de frente con duda. - Bueno... sí... claro sólo si tu quieres... –

- ¡SÍ! O sea si... hay que... te ayudo... – dijo algo sonrojado, y ayudó a Aioros a volver a juntar los colchones.

Kanon regresó media hora después con una bolsa de bombones. Lo que vio lo dejo mudo. Estaba todo oscuro. Saga y Aioros dormían ya (aparentemente). Pero lo curioso es que... los colchones de ambos estaban juntos. Y el suyo no. Estaba separado. "¿Por qué no separaron todos?". Comenzó a llamar a Saga. - Saga... Saga... ¿Por qué no terminaron? -

- Mmmm Kanon... estoy dormido... -

Kanon estaba algo frenético. En su mente se acababa de prender un foquito que le indicaba porque no habían separado los tres colchones. Pero no quería escuchar a ese foquito, de verdad que no. Por eso insistía con las preguntas. - ¿Por qué no terminaron Saga? -

- Nos dio mucho sueño... a mitad... aaaaaaaaaaahhhhhh (bostezo)... mejor preferimos dormirnos... - y Saga se acostó y cerro los ojos.

De pie Kanon vio la escena que se le presentaba. A su izquierda su colchón solitario. A su derecha Saga y Aioros durmiendo en colchones juntos. No queriendo escuchar el foquito de su cabeza salió de la cabaña triste, algo irritado, pero en silencio, no armaría un espectáculo y no le reclamaría a Saga nada. Nunca lo había hecho y no empezaría ahora.

Comenzó a caminar. Pensó en dormir en la cabaña de los niños y reír un rato con ellos, pero cuando estaba cerca de ella, oyó risas y creyó que había una guerra de almohadas. Se alejó... no quería llegar a interrumpir. Era importante que los niños no se sintieran extraños entre ellos. ¿A dónde iba? No quería entrar a su cabaña. ¿Su cabaña? Ya no estaba tan seguro de eso.

Caminó y quedó en frente de la cabaña del Patriarca. Deseaba hablar con alguien. Nunca había tenido la necesidad, su mente misma era suficiente para albergar y contener sus pensamientos... su soledad. ¿Él patriarca lo escucharía? Se quedó de pie frente a la cabaña, esperando una señal que le dijera que lo escucharía, lo entendería. Pero nada sucedió. Sólo el silencio y esa fue la señal que interpretó. El Patriarca nunca lo había tomado en cuenta, era sólo el hermano de Saga para él... ¿Por qué lo escucharía? No lo haría. Y él tampoco le diría nada a ese estúpido viejo cuyo deporte favorito (en opinión de Kanon) era ignorarlo y despreciarlo. Miró con odio la cabaña del viejo y corrió. ¿No había nadie para él¿No había un lugar para él?

Corrió sin saber a donde, y llegó a un pequeño claro que estaba cerca del Coliseo. Se enjuagó la cara con el agua tratando de ocultarse a si mismo aquellas dos lágrimas que habían salido de sus ojos. Se quedó quieto, de rodillas en la orilla del claro. Y al ver su imagen reflejada lo comprendió. Se maldijo a sí mismo por algo que nunca podría cambiar. En lugar de verse a sí mismo en el reflejo, veía a Saga. Para todos Kanon siempre sería la sombra de Saga. Una copia. Su doble. Pero nunca sería el original... nunca sería algo más que eso. Se odió por ser idéntico a su hermano. Se odió por sentirse solo. Se odió por no poder descargarse.

En ningún lado había lugar para él. Desde su infancia, cuando lo iban a separar de su hermano. No había un lugar para Kanon. Y en el Santuario, siempre sería la sombra... el hermano de Saga. Por más bueno que fuera... aún cuando podía cumplir el mismo entrenamiento que Saga. Aún cuando fuera mejor... Saga sería el caballero y el... nada.

Las lágrimas aparecieron de nuevo. Pero no eran de dolor, ni de tristeza. Era miedo mezclado con furia. ¿Por qué Saga y no él? No había hecho nada mal. Todo lo hacía igual o mejor que su hermano. ¿Por qué tenía que ser el la sombra? Y se sintió solo. Su hermano, a quien amaba y respetaba como a nadie en el mundo, esa noche había puesto una separación entre ambos. Saga tenía a Aioros. ¿Y él? No tenía a nadie más que a Saga... De nuevo la maldita palabra "nada". Si Saga estaba con Aioros... el ya no tenía "nada". En el santuario fuera de su hermano no había "nada".

No podía estar molesto con Saga... Por lo menos, no por enamorarse de Aioros. Y no podía odiar a Aioros por quitarle a su hermano. Sabía que Aioros estaba también enamorado de Saga. Aioros también era como su hermano. Ahora que lo analizaba, le dio alegría que estuvieran juntos y que por fin hubieran "medio" aceptado sus sentimientos al unir sus colchones. Pero... se sintió excluido. Excluido de lo único que tenía.

Los niños eran niños. Podía estar con ellos pero eran niños, no era lo mismo. Les tenía mucho cariño pero no era lo mismo. Lo harían olvidar su soledad pero sólo por momentos. Y Shion, ahora más ocupado que estaría con su hermano le pondría menos atención, si eso era posible. No. No necesitaba al estúpido viejo para que continuara despreciándolo. Pero la verdad le cayó a Kanon como balde de agua helada. No podía estar con Saga, los niños no eran suficiente y con Shion no podía estar. Estaba solo.

Esa noche le juró a las estrellas, única compañía que comprendió tendría de ahora en adelante, que NO sería la sombra de su hermano. Nadie jamás podría olvidar su nombre, y no sería por Saga, sería por él. Sería mejor que Saga. Juro también que no le importaría estar solo. Saga podía hacer lo que quisiera. Todo el mundo podía hacer lo que le diera la gana. No le afectaría el desprecio ni la indiferencia de NADIE. Pues no tenía a NADIE. Y si no tenía a nadie, no podía necesitar a NADIE. Cambiaría de ahora en adelante en secreto. Sería igual, como todos los días y juro que NADIE notaría su cambio y nunca NADIE sabría que tan frágil había llegado a ser. NADIE sabría de su sufrimiento jamás. NADIE ni NADA le afectaría, o por lo menos NADIE debía darse cuenta de que algo le afectara. Decidió que no sería débil, que cambiaría y que algún día sería mejor que Saga.