XXI

Había pasado un año ya desde la llegada de Mu y Shaka al Santuario. Ambos niños, unidos al igual que Camus con Milo por pasados similares, se convirtieron en amigos inseparables. Mu, sereno y dulce, encajó perfecto con un Shaka travieso y a la vez tranquilo. Los cuatro niños que vivían en la misma cabaña, se habían convertido en más que compañeros o amigos. Se tenían un cariño de hermanos. Aioria a veces formaba parte del grupo, era un niño fácil de querer y amigable. Pero aquella noche de hace un año, se había formado un lazo único entre aquellos cuatro niños. Además, Aioria no se identificaba con ellos. Lo único que tenían en común era que vivían en el Santuario. Él no entrenaba con ellos, ni dormía en la misma cabaña. Sólo pasaban juntos los ratos libres y los domingos, cuando iban a ver películas con Kanon.

Había pasado ya un año desde la llegada de Arles al Santuario. Se acopló rápidamente a la vida en las ruinas. Aquella noche, de hace un año, quedó impresionado por los discípulos mayores de Shion. Al principio pensó que Kanon era también aspirante a caballero por el poderoso cosmos que transmitía, pero cuando preguntó a Shion y este negó con una triste sonrisa en los labios se dio cuenta de que Kanon no sería caballero, pero confió en que el joven tendría un papel que cumplir. Todos veían a Arles con respeto. Era un hombre justo que tenía mucha experiencia en la enseñanza y entrenamiento de discípulos. No dejaba de ser severo y de exigir hasta lo imposible, pero todos le tenían cariño. Arles había empezado a reclutar niños de ocho años que vivían en orfanatos y que poseían un pequeño cosmos, para que ocuparan las armaduras de plata y bronce.

Había pasado ya un año desde que nadie en el campamento veía a Shion vestido con ropas normales o de entrenamiento. Ahora vestía túnicas o ropas que le tapaban casi toda la piel, dejando sólo al descubierto sus dedos y su cara. Un rosario colgaba siempre de su cuello. Ya no era como antes. Pasaba muy poco tiempo en el campamento. Cada día de la semana pasaba una o dos horas hablando con cada futuro caballero, hablándole de su casa zodiacal, sus técnicas, sus dotes, y sus ideales. Sólo con Mu y Shaka pasaba mucho tiempo. Les enseñaba técnicas mentales.

Había pasado ya un año desde el juramente desesperado de Kanon. Las palabras, nadie y nada, rondaban su cabeza todo el tiempo. Con los niños seguía actuando igual que siempre, alegre, risueño y juguetón. Con Shion era indiferente, ya no le importaba lo que ese señor pudiera hacer o dejar de hacer. Si Shion lo hubiera felicitado alguna vez Kanon no se hubiera dado cuenta. Arles era diferente. Kanon apreciaba mucho al lemuriano, que nunca preguntó si Kanon quería aprender, lo dio por sentado. No ponía diferencias entre los entrenamientos. Lo trataba como igual y sabía por el mismo Arles en un sermón que le dio que esperaba grandes cosas de él.

Había pasado ya un año desde que Saga encontrara a su hermano furioso y desesperado, barriendo las aguas de un claro con sus manos. Kanon estaba llorando, cosa que era sumamente inusual en él. Saga esperó a que su hermano se tranquilizara. Pero esperó en vano. Kanon no se tranquilizaba, comenzaba a temblar de... ¿furia¿rencor¿odio¿frustración¿miedo? Aquella noche se le rompió el corazón a Saga al ver a su hermano en ese estado. Sabía que si interrumpía la explosión de su hermano y descubría a éste con lágrimas, Kanon negaría todo y no le contaría nada.

Como siempre Saga se sintió culpable y casi comienza a llorar al ver a la persona que más quería en ese estado, cuando un pensamiento interrumpió el llanto que si hubieran pasado unos segundos más hubiera llegado a su rostro. ¿Qué podía poner a Kanon en ese estado? Sabía que se había molestado por el asunto de las camas, pero... Recordó la pregunta de su hermano al entrar a la recámara; y se dio cuenta del tono con el que había hecho la pregunta. Kanon al ver las camas juntas y la suya separada, había preguntado algo demasiado obvio... cosa que nunca hacía. Y lo había preguntado con amargura, dolor y frenesí en su tono... como si esperara que todo fuera una confusión. ¿Pero acaso ese incidente era suficiente para romper el control de su hermano y sumirlo en el estado en el que estaba?

Repaso todo lo acontecido en la noche, y recordó como Shion ni siquiera había mirado a Kanon al presentarlo. ¿Era acaso eso? Se sintió un estúpido. Un completo estúpido por creer en las palabras de Kanon y en sus miradas. Kanon alguna vez le había dicho que no se preocupara por la indiferencia del Patriarca, que se había acostumbrado a su indiferencia y que no le importaba. Si pudieran ver el rostro de Kanon cuando Shion lo azotaba con su indiferencia, como había hecho Saga... no se hubieran preocupado. Se sentía cada vez peor... como cuando eran pequeños. Se sintió culpable por arrastrar a Kanon a una vida que lo había llevado al cruel espectáculo del cual era protagonista. Se sintió culpable por no haberse dado cuenta del sufrimiento de su hermano. Y se sintió mucho más culpable al darse cuenta de que él había sido uno de los causantes del dolor y frustración de su hermano. No regresó aquella noche a la cabaña, y no quiso interrumpir a Kanon en su descarga. Debía pensar y decidir que debía hacer... Vagó sin rumbo toda la noche.

Había pasado ya un año desde que Saga no dormía junto a Aioros. Las cosas cambiaron, para disgusto de Aioros. Aquella noche sintió como Kanon entraba a la cabaña horas después de su partida y comenzaba a dormir. Aioros no durmió porque Saga nunca llegó. No se cansó de esperarlo, pero él nunca llegó. Cuando le preguntó por su ausencia, recibió una respuesta torpe y una media sonrisa. Pensó que las cosas estaban bien, hasta que la noche siguiente entró a la cabaña para encontrar los tres colchones separados y a Saga dormido en el de en medio. Sabía que Saga no dormía, y sabía que fingía hacerlo para no contestar a sus preguntas. Pensó que le explicaría por la mañana, pero no lo hizo. Cuando iba a preguntarle que ocurría, se detuvo y se dio cuenta de que él no era nadie para Saga y que éste tampoco era alguien para él. No tenía porque acosarlo con sus preguntas. Eran compañeros y amigos... nada más, para su infortunio. Respetó la barrera que Saga impuso desde ese día, pero nunca dejó de quererlo y estaba seguro que Saga tampoco.

Hacia un año ya que Kanon había notado que su hermano se separaba de Aioros. Se preguntó porque, pero la verdad es que no le importó, Saga tendría sus razones. Aunque Saga había remendado su error (estaba con él, reía con él, y le ponía la misma atención de antes), Kanon no olvidó su juramento. Había jurado y decidido que no se volvería a sentir como en ese entonces, lleno de dolor, miedo y furia. Jamás volvería a pasar lo mismo. NADIE le provocaría esos sentimientos de nuevo, nadie lo haría llorar. Y para que eso se convirtiera en realidad debía cambiar. Lo que Saga hiciera o dejara de hacer ahora afectaría a Kanon, pero no de igual manera y no a su juramento. Había jurado también dejar de ser la sombra de Saga y lo cumpliría. El daño ya estaba hecho al alma de Kanon. Daño provocado por la soledad y el dolor.

Aquel domingo, todos habían ido como siempre a la pequeña sala dentro de la tienda de vídeos a ver una o dos películas que Kanon y los niños seleccionaban. Kanon se salió con la suya (como siempre hacía) y consiguió que todos vieran la película de "Jesucristo Superestrella". Saga casi lo mata cuando puso play, todos abuchearon pero al termino de la primera canción (la de Judas) todos se quedaron callados, incluyendo a los niños. El tal Judas quería y no quería al tal Jesús, no sabía que hacer. Todos vieron la película emocionados o aburridos (Aioria y Aioros).

Al salir de la sala y caminar hacia el Santuario, cada quien iba enfrascado en pensamientos relacionados con la película. Shaka iba junto a Mu, pensando en las palabras que Jesús había pronunciado... "To conquer death, you only have to die. You only have to die." (Para conquistar a la muerte, sólo hay que morir. Sólo hay que morir.) ¿Qué quiso decir¿Por qué se sacrificó¿Por qué no se defendió¿Por qué se dejó morir?

Mu con sus cabellos lilas al aire iba pensando algo similar a lo que pensaba Shaka, pero con diferente enfoque. No comprendía como la gente que más amaba a Jesús había permitido que éste muriera. Él habría peleado (cosa que no le gustaba), con tal de protegerlo, lo habría tomado en sus brazos y lo hubiera sacado de ahí, huyendo junto con él para protegerlo. Cómo sus discípulos y la misma Magdalena habían permitido y habían estado cegados a la traición evidente de Judas. Él nunca podría permitir que un ser cercano a él se entregara a su muerte y jamás perdonaría que sus propios amigos le traicionaran.

Kanon iba pensando al lado de Saga, en las acciones de Judas. Decía que lo amaba y provocaba su muerte. Lo admiraba pero lo traicionaba. Creía en él pero lo entregaba. Era obvio que el miedo y algo de rencor por la falta de acción de Jesús, habían controlado las acciones del traidor. Y es que Judas, no entendió nunca la palabra ni la acción de Jesús. Ni en el cruel y desgarrador final de su vida entendió a Jesús. Para Kanon resultaba increíble que alguien que había sido cercano a Jesús lo traicionara de esa forma. Por más cosas que Jesús hubiera dicho o dejado de decir o hacer, no había pretexto para que alguien de tu propia casa y raíces te entregara de aquella forma a la muerte.

Saga por otro lado no comprendía a Pilatos. Tenía el poder para hacer la diferencia. Tenía el poder para cambiar las cosas, para salvar a un inocente y el miedo le impidió actuar. Miedo a lo que pasaría, eso era una estupidez para Saga. ¿Cómo puedes tenerle miedo a algo que no tienes la certeza que va a ocurrir? Para Pilato era evidente que Jesús era inocente. ¿Por qué no hizo nada¿Por qué cedió a los deseos de una bola de buitres? Pilatos pretendió lavarse las manos, pero la culpa lo acompañaría siempre hasta después de su muerte. La culpa por no haber impedido lo injusto. Saga creyó que Pilatos tenía merecido su destino en los credos católicos por no hacer nada.

Milo pensaba en María Magdalena, mientras veía los hermosos cabellos de Camus ondear. Era valiente esa mujer al estar presente en todo momento. Ver sufrir, caer, ser azotado, clavado, herido, arrastrado y muerto al hombre que amas, es algo que no tiene nombre. ¿Sería él capaz de hacer eso¿Sería capaz de ver la triste suerte de su amada o amado¿O sería cobarde, y se escondería para no ver el trágico final de la persona que amara¿Tendría el valor? Es muy fácil decir que sí, pero ver a la persona que amas de esa forma debía ser un sufrimiento, el destrozo del corazón. Pero a él no le tocaría jamás estar bajo aquella situación... Actuaría, defendería lo que amaba... pero Jesús había aceptado su destino y no quería que nadie interfiriera... Magdalena lo respetó... ¿Podría el aceptar una decisión de aquella magnitud de los labios de su amada o amado? Jamás, eso sería un suicidio y él no lo permitiría.

Camus caminaba al lado de Milo, y él pensaba igual que Shaka, en Jesús. La parte de la película que más le había afectado, era cuando Jesús estaba en el monte Gethsemaní y dudaba. Dudaba de querer cumplir su destino, de entregarse y morir. No era cobardía, simplemente dudaba. Jesús se entregaba para abrirle las puertas a los demás, para abrir los ojos de los humanos. ¿Camus tendría el valor de entregarse y sacrificarse por alguien más¿Aceptaría morir por demostrar algo? También pensaba en como la gente que aclamaba a Jesús en sus discursos fueron los mismos que lo atormentaron durante su arresto. Lo acosaron, se rieron de él y pidieron su cabeza a Pilatos. Le daba asco esa gente. ¿Cómo podían aclamarlo un día y al otro humillarlo?

Aioros y Aioria reían juntos, tarareando una de las canciones.

- Saga es mi novio, Milo. - dijo un Shaka de gesto burlón.

- ¿Quéeeeeeeeeeee? - se le salía a un muy sorprendido Camus.

- ¿Desde cuándo Shaka? - preguntaba Mu... curioso.

- Pues desde que nos vimos por primera vez. - la dulce sonrisa que todos le conocían apareció en el rostro de Shaka acompañando a los dulces celestes que tenía por ojos.

Todos rieron. - ¿De qué se ríen? - Preguntó Shaka con falsa molestia en su voz.

- Pues de ti y de tus ocurrencias Shaka. Mira que decir que Saga es tu novio. - Milo le dio unas palmadas en el hombro a su amigo y se acostó en su colchón (ya les habían comprado uno a cada quien ).

- No sería nada raro... Nuestras manos siempre están juntas... No me sorprendería que pronto me pidiera que fuera su novio. - dijo un "modesto" Shaka sonriente.

- ¿Tú crees? - preguntaba escéptico Mu.

- Mu, no le creas a este rubio mentiroso. Si Saga siempre está pegado a su mano es porque Shaka siempre se la toma, no por que Saga quiera. - decía un Camus sonriente. La verdad es que Milo y a Camus les gustaba molestar a Shaka y romper su control, hacer desaparecer la sonrisita que a todo ponía. Mu, era más de reír a escondidas que molestar al rubio.

- ¡PERO NUNCA me quita mi mano! Si quisiera... Saga... podría apartar mi mano. - Shaka decía triunfante.

- No lo hace por que le da pena Shaka. Lo conoces mejor que nadie. Siempre se está poniendo rojo. Además si lo hiciera, Kanon se burlaría de él y a consecuencia todo el campamento. Nada más por eso no lo hace Shakita. No te creas que eres el galanazo del Santuario. - le decía Milo entre risas.

La sonrisita de Shaka comenzaba a desaparecer. Milo miró a Camus y ambos rieron convencidos de su triunfo, pero festejaron antes de tiempo, Shaka todavía tenía un as bajo la manga.

- Pues si no soy el novio de Saga... pronto lo seré... ¿Verdad que sí Mu? - el rubio miraba a Mu con la mirada más tierna y suplicante que tenía. ¿Se imaginan esos ojitos celestes casi derramando una lágrima, acompañados de esa boquita que se curvaba en una media sonrisa? Shaka tomó las manos de Mu, tratando de que no mirara ni a Camus, ni a Milo.

Milo y Camus hacían señas a Mu, detrás de Shaka. Mu trataba de ver que hacían los otros dos pero la carita de Shaka se lo impedía. Alcanzó a ver como Milo se lanzaba a la otra cama tratando de llamar su atención. ¿Por qué Milo movía las manos y decía que no? Las risas pronto invadieron el cuarto, cuando se oyó el sonido del cuerpo de Milo estrellarse contra la dura cama. PUM y el cuerpo cayó como muerto. Después vino el cuerpo de Camus que se estrelló encima del de Milo. Y luego Shaka también se lanzaba y entre risas miraban a Mu, invitándolo a lanzarse encima de ellos. Siendo el único que quedaba de pie, Mu se lanzó y pronto todos estaban haciéndose cosquillas y riendo.

Finalmente Mu quedó encima de Shaka, que quedó encima de Camus que quedó encima de Milo (pobrecito). Se quedaron quietos hasta que Shaka preguntó. - ¿Creen que le guste a Saga? - Todos incluyendo al dulce rubio rieron de nuevo.

- ¿No estás muy chiquito para que te guste Saga, Shaka? - preguntó Mu.

- Pues... sí... pero es que Saga... es Saga... (una de mis frases favoritas ). – contestaba Shaka. - ¿A ustedes no les gusta nadie? - preguntaba el rubio.

- Pues no. La verdad es que a todos los veo muy grandes Shaka... – contestaba Milo.

- Ay si. Ni te hagas. Todo el tiempo te estás riendo con Kanon, Milo. - le contestaba Shaka.

Milo se sonrojó. - Kanon es como mi hermano. ¡Cómo pueden pensar eso! - contestaba un furioso Milo.

- Yo creo... - Mu miró a Shaka algo asustado. - Yo creo que Saga y Aioros son novios. -

Las caras de los niños se llenaron de sorpresa. Camus quedó con la boca abierta. Milo no podía dejar de parpadear. - ¿DE DONDE SACAS ESO MU? - gritó un Shaka celoso y a la vez risueño, que sujetaba al carnerito de los brazos.

Milo iba a comenzar a reír de la actitud de Shaka cuando lo que vio lo paralizó. Camus se unía a Shaka. Los dos sujetaban al carnerito. - Sí MU... ¿QUIÉN TE DIJO ESO? -

Todos se quedaron de piedra al oír a Camus pronunciar las últimas palabras. Él seguía sujetando Mu hasta que se dio cuenta de que todos lo miraban. Shaka estaba a su lado, mirándolo con sorpresa y risa. Volteó a ver a Mu, y vio en sus ojitos verdes que no creía lo que había oído. Dejó libre a Mu, y retrocedió, asustado de lo que su torpeza había revelado. Se encontró con la mirada de Milo que lo miraba raro. No había sorpresa en su rostro. Era la mueca de alguien que se daba cuenta de que una de sus sospechas resultaba ser cierta.

- CAMUS... Tú me criticas por mi amor a Saga y TU... ¡TU ESTAS ENAMORADO DE AIOROS! - Shaka gritaba contento. Tal vez ahora Milo se aliaría con él y juntos molestarían al francés, en vez de a él.

- Yo-yo-yo no he dicho que estuviera enamorado de Aioros... - tartamudeó Camus.

Shaka y Mu comenzaron a reír. Todos reían menos Milo, que se mantenía algo serio. - ¿Por qué nunca me dijiste Cami? - preguntaba Milo.

- ¡MILO¡Porque no es cierto! Yo no estoy enamorado de Aioros. - dijo un Camus "ofendido". ¿O tal vez sí estoy enamorado de Aioros? Se preguntaba Camus.

- Sí lo estas Camus. ¿Por qué lo niegas? Siempre lo he sabido... - decía un Milo triste.

Shaka abrazó a Camus, en burla. - Formaremos una alianza Camus. Sí es cierto lo que el carnerito dice, yo me encargaré de separar a Saga de Aioros y tu a Aioros de MI Saga. ¿Está bien? -

Camus miró a Shaka confuso, no sabiendo si bromeaba o si lo decía de verdad, pero fue interrumpido por Mu. - ¡QUE TERCO ERES SHAKA¡Saga no será tu novio, es muy grande para ti! Si quieres estar tanto con él, pues ve, nada más no vengas conmigo después a decirme que no te hizo caso. - Mu salió de la cabaña. Camus y Milo se miraron, sorprendidos de la actitud de Mu, que NUNCA había hecho algo así. - ¿Creen que a Mu le interese Saga? - fue la pregunta que Shaka hizo antes de salir detrás del carnerito de mirada esmeralda. Milo y Camus oyeron un "¡Hey Mu háblame!" cuando la puerta estaba a punto de cerrarse.

Milo y Camus se miraron. Milo no sabía que sentía. Sabía que estaba celoso de que Camus quisiera más a Aioros que a él, o al menos así veía el la situación. Y Camus se sentía raro, siempre supo que Aioros era algo especial para él, pero nunca se había preguntado si estaba enamorado de él.

- ¿Formarás la alianza con Shaka? - preguntó un sonriente Milo.

- ¿No estás enojado conmigo Milo? - preguntó Camus con preocupación.

- Pues no. No me podría enojar contigo nunca Camus. - le dijo mientras le acariciaba sus cabellos.

- Milo... Yo no sabía... Si hubiera sabido te lo hubiera dicho... - dijo Camus que se sentaba en la cama.

- Cami, de verdad que no importa. Ya lo sé y eso es lo importante. Sólo... sólo tengo una pregunta Camus... -

- ¿Cuál es? - preguntó Camus extrañado por lo que el rostro de Milo le estaba transmitiendo. Le estaba rogando con la mirada que le diera una respuesta sincera. Esos turquesas sobre él lo hicieron suspirar.

- ¿Quieres más a Aioros que a mí? - dijo Milo con la cabeza gacha. Queriendo y no queriendo escuchar la respuesta.

- ¡MILO¡Tú eres la persona que más quiero¡Eres mi mejor amigo! - Camus corrió hacia donde Milo estaba y lo abrazó. - Lo de Aioros es diferente. Ni siquiera se que es. En cambio, tu eres la persona que más me importa. Nunca dudes de eso. -

Milo levantaba su carita y le sonreía a Camus. - ¿En serio Cami? -

- Claro que sí Milo, nunca lo dudes. - y Camus le acarició la cabecita como siempre hacia cuando Milo se ponía triste.

Envuelto entre los cabellos largos de Camus, y sintiendo el contacto de este en sus propios cabellos, Milo suspiró. - Tu también lo eres Cami... –