XXIV
Todos en el campamento dormían menos un joven de cabellos azules y ojos verdes. Se hallaba pensando en todo lo que su hermano Kanon le había dicho, o más bien le había gritado. ¿Era él, el culpable de la infelicidad de su hermano? En parte, llego a la conclusión de que si lo era. Talvez indirectamente, pero era un factor. Se dio cuenta de que su hermano había cambiado, y de que las cosas nunca podrían ser como antes.
Kanon se hallaba demasiado atormentado y perdido. Sabía quien era, pero los demás no lo sabían. Por más que su gemelo trataba de ser alguien, todos los demás lo veían como su hermano, "el hermano de Saga". Comprendió que Kanon estaba desesperado porque nadie esperaba nada de él. Podía hacer lo que quisiera, podía ser bueno, podía ser malo, y absolutamente a nadie le importaría, porque como era "sólo" el hermano de Saga no podía hacer nada importante para bien o para mal.
Saga se preguntaba como habían llegado a esto. Tan sólo ayer le parecía que Kanon se burlaba de él, causando risas entre todos los integrantes del campamento. Ahora bien, Saga conocía el problema de su hermano. Kanon no podía ser nada ni nadie en el Santuario más que su hermano gemelo. ¿Qué podía hacer Saga para remediarlo? No hallaba ninguna solución. Estaba perplejo. Saga era del tipo que creía que podía solucionar todo en base al razonamiento. Ninguna cosa era ajena a la solución y más si se sabía la causa del problema.
Misteriosamente y para martirio de Saga, su mente no encontró remedio. Se sintió defraudado. Recordó las palabras de Kanon: "No está en tus manos". Claro que estaba en sus manos. Algo tenía que hacer. Él era parte del problema. No se podía quedar sin hacer nada, esperando que su hermano se enfrentara solo a su soledad. Más que todo eso, el "Haré lo que tenga que hacer" de su hermano era lo que lo atormentaba más. ¿Qué quiso decir Kanon con esa frase? Su hermano era un buen muchacho, era imposible que pudiera hacer algo malo. Pero entonces... ¿Por qué cada vez que recordaba esa frase sentía un escalofrío?
Finalmente, cansado y harto de todo, Saga se dirigió a su cabaña buscando un descanso que no pudo obtener.
Una rodilla que presionaba su estómago, fue el motivo de que Camus despertara. Se dio cuenta de que tenía a Milo encima de su pecho, como siempre. Mu dormía sobre una de sus piernas. Shaka por su parte era el dueño de la rodilla que despertó a Camus. Fastidiado por el calor que los tres cuerpos le transmitían en exceso se separó con cuidado dejando a sus compañeros dormidos en el piso. Se dirigió a su cama y para su desgracia, después de un tiempo se dio cuenta de que había perdido el sueño por completo.
Era tanto el calor que lo sofocaba que decidió salir de la cabaña a tomar un poco de aire. Todo estaba oscuro cuando salió, y Camus pensó que todo el mundo dormía. Se acomodó en el lugar donde normalmente cenaban y dejó pasar al viento para que lo refrescara y al tiempo para que le devolviera el sueño. Después de algunos minutos Camus escuchó como la puerta de la cabaña de los mayores (Saga, Kanon y Aioros) se abría, revelando una silueta que se aproximaba a su lugar. Para su gran alegría y nerviosismo se trataba de Aioros.
- ¿Bonito¿Camus eres tú? - dijo Aioros tallándose los ojos. La oscuridad y el sueño no le permitían ver bien.
- Sí... soy yo... - Camus se puso de pie.
- ¿Qué haces despierto Camus? Es muy tarde, deberías estar dormido. - dijo Aioros sentándose frente a Camus.
Camus se volvió a sentar, alegre de tener a Aioros cerca y solo para él. - No podía dormir, me dio mucho calor. - dijo mientras no dejaba de mirar los ojos claros de Aioros.
- Sí a mi también me dio mucho calor... ¿No has visto a Saga? No ha llegado a la cabaña... -
Camus notó la preocupación de Aioros hacia Saga, y fue raro lo que sintió. No sintió exactamente celos, pero tampoco se sentía bien, normal. Le dolió un poco, pero ya se lo esperaba. - No... no lo he visto... – dijo bajando la mirada.
Aioros bostezó. - Lo esperaré aquí... Por cierto Camus... ¿Cómo va tu entrenamiento? -
Alegre de nuevo porque a Aioros le importará lo que hacía Camus respondió. - Bien, me gusta mucho... Arles me pone a practicar con Milo, no le he podido ganar pero pronto lo haré... - Camus rió.
- Me alegra mucho... Ojalá Aioria disfrutara del entrenamiento como tu... - Aioros escuchaba con atención a Camus, pero por razones obvias no podía dejar de mirar los alrededores. Lo estaba buscando. - Casi lo tengo que obligar para que entrene conmigo... Le gusta pelear... pero no le gusta esforzarse... -
- A veces entrena con nosotros... -
- A veces... Y porque no tiene nada que hacer... - Aioros le sonrió y finalmente posó su mirada en Camus, que tuvo que dejar de mirarlo fijamente pues Aioros se podría dar cuenta. - Bueno... Aioria no tiene porque pelear, aunque me gustaría que se supiera defender... - dijo con algo de tristeza.
Después de todos estos años Aioros seguía con el mismo temor. ¿Qué sería de su hermano cuando se convirtiera en el caballero de Sagitario¿Tendría todavía tiempo para él¿Podría cuidarlo de igual manera?
El sonido de pisadas sacó a Aioros de sus pensamientos. Una silueta se formó. Saga entraba al campamento con la mirada perdida, ajeno de que era observado por Aioros. Éste pudo notar su rostro enrojecido y adivino correctamente que Saga había llorado. Curioso y preocupado tomó la mano de Camus, diciéndole que era muy tarde y que debería tratar de dormir. Lo despidió en la entrada de su cabaña, despeinándolo con sus manos de derecha a izquierda dos veces, sólo como Aioros podía hacer pensaba Camus quien no había notado la llegada de Saga. Alegre por Aioros, y risueño por la escena de sus compañeros que todavía dormían en el suelo, Camus durmió muy bien ese día.
Aioros por su parte se dirigió hacia Saga que estaba ya, de pie junto a la entrada de su cabaña. Por alguna razón no entraba, o mas bien no quería entrar. Se sobresaltó cuando oyó la voz de Aioros, pues creía que todos dormían.
- ¿Qué ha ocurrido Saga? - le decía con voz triste. Saga fue presa de los ojos claros de Aioros, que trataban de identificar que lo tenía en ese estado.
Saga sólo pudo voltearse, quedando de frente a Aioros pero agachando la mirada. Le apenaba que precisamente fuera Aioros quien lo encontrara en ese estado. Se dio cuenta de que no podía hablar y el intentarlo le causaba temblores por todo el cuerpo. Trató de decir algo, pero la voz se le escapaba.
Preocupado cada vez más, por el rostro, la mirada gacha, el silencio y los temblores de su amigo Aioros no sabía que hacer. Lo que hubiera hecho normalmente sería abrazarlo y sentarlo diciéndole palabras tranquilizadoras al oído mientras una de sus manos se hubiera encargado de acariciarle el cabello, como había hecho hace ya varios años. Pero la distancia que estaba consciente que Saga había puesto, lo hizo dudar. ¿Rechazaría su abrazo¿Lo apartaría con palabras educadas para después perderse y no explicarle nada?
Saga notó como el cuerpo de Aioros se debatía entre lo que tenía que hacer. Sus manos y pies se movían para después retroceder. Finalmente Aioros sólo atinó a ponerle una mano sobre el hombro y guiarlo hacia donde unos momentos antes estaba hablando con Camus. Saga se sintió conmovido pues Aioros hacia caso omiso de su temor a ser rechazado por él, y por él, por su bienestar, para tranquilizarlo para darle apoyo. Aioros sentó a Saga que miraba a la nada, y lo miró todo el tiempo que estuvieron sin decir nada. Aioros se dio cuenta mientras examinaba el rostro de Saga, que aún después de tanto tiempo y de la distancia seguía sintiendo lo mismo por Saga.
- Saga... ¿Qué tienes¿Qué te ha ocurrido para que estés así? - preguntó preocupado, tratando de que Saga lo mirara.
Saga se recargó en una roca, cansado de tener que pensar y hablar de lo mismo toda la noche. - Yo... no te preocupes Aioros, ya estoy bien... - dijo más tranquilo y recuperando un hilo de voz.
- Entonces... estabas mal. ¿Por qué? -
¿Por qué? La verdad era que no lo sabía. Sólo presentía que las cosas se iban a poner mal, y se atormentaba porque había creído ingenuamente que al hablar con Kanon todo se arreglaría y volvería ser como antes. Esa noche había descubierto que Kanon estaba demasiado perdido como para volver a ser como antes. Sabía que su hermano lo había perdonado pero eso no era suficiente. Quería ver a su hermano feliz y creyó correctamente que nunca más lo volvería a ver de esa forma. Presentía lo peor.
- Porque... ya no es lo mismo... - respondió débilmente aún rehuyendo la mirada de Aioros.
Aioros lo miró sin comprender. ¿Se refería a los cambios del campamento¿A su relación con Kanon¿O a su relación con Aioros? - ¿A que te refieres Saga? - preguntó acariciándole un mechón que le caía sobre sus ojos.
Finalmente Saga lo miró. Aioros nunca creyó ver a su compañero de esa forma. Se veía débil por el cansancio, se veía fuerte por una determinación que no conocía, se veía indefenso por los restos de lágrimas secas y se veía tierno por esos ojos verdes que lo miraban. Cuanto había extrañado esos ojos sobre él. Sin saber lo que estaba pasando, inconsciente de lo que estaba haciendo, hipnotizado por el rostro de Saga, Aioros se fue acercando lentamente al rostro de Saga. Deseaba estar con él, tenerlo cerca, que fuera suyo, que le volviera a hablar y a abrazar, causar el sonrojo de antes.
Saga se iba haciendo hacia atrás, por temor a lo que estaba haciendo Aioros. La verdad es que no sabía que era lo que intentaba el arquero pero su cercanía le daba miedo porque dejaba de razonar. Ya no pudo avanzar más, porque la roca que se encontraba a sus espaldas lo frenó. Aioros avanzó hacia él hasta que quedó a menos de un palmo del rostro de Saga, que para su placer ya estaba ruborizado y esos ojos verdes sólo lo miraban a él, con sorpresa y ¿emoción? Aioros se detuvo, le robó un aliento que salía de la boca de Saga. Cálido. Cerró los ojos disfrutando del aire que Saga exhalaba. Los volvió a abrir y se encontró de nuevo con aquellos ojos que lo miraban sin saber que hacer, pero su vista bajó a los labios del gemelo.
Se veían tan pequeños, tan frágiles, tan dulces. Aioros no sabía si besarlo o no. ¿Qué pasaría si lo hacía? Además, ninguno de los dos había besado a nadie (recuerden que han vivido la mitad de sus vidas en el campamento). Aioros no sabía como hacerlo, así que sólo atinó a rozar los labios de Saga con los suyos con los ojos cerrados disfrutando del contacto, dulce como siempre había soñado. Después de rozar aquellos labios, Aioros entusiasmado por la falta de rechazo o reacción aprovechó que Saga le entregaba sus labios a su disposición. Juntó sus labios por completo, y con delicadas caricias saboreó el labio inferior. Saga sólo atinaba inútilmente a hacerse hacia atrás (recuerden la roca). Tenía los ojos completamente abiertos, no creía lo que estaba pasando, pero finalmente los cerró aunque no correspondió al beso.
Saga necesitaba consuelo y aquellos labios atentos se lo daban. Además era Aioros quien le daba aquel consuelo, el que siempre deseó besar. Sólo se dejo llevar por las caricias suaves y tiernas que el arquero le regalaba con sus labios. Aioros continuó el beso, y puso una de sus manos sobre una de las mejillas de Saga asegurándose mediante su toque que no era uno de sus sueños, sino la realidad. A falta de aire, y sorprendido por la inacción de Saga, Aioros se separó lentamente de éste rozando de nuevo sus labios.
Abrió los ojos y se encontró con que Saga tenía sus ojos cerrados. Con su mano todavía en su mejilla, la acarició animando a Saga a que abriera los ojos. Saga lo hizo lentamente, todavía disfrutando en sus labios la sensación que Aioros había dejado en ellos.
¿Y ahora que? Pensaba Aioros. ¿Qué hago? Saga lo miró confundido, como si estuviera esperando algo, una explicación, unas palabras. Aioros se puso de pie, dispuesto a correr, cuando Saga también lo hizo y ya estaba quitando su mano de la mejilla del otro y dando la vuelta, cuando Saga tomó aquella mano y lo retuvo con fuerza pero con delicadeza. Aioros bajó la mirada, pero ante el silencio y sintiendo los ojos de Saga en él finalmente lo miró algo avergonzado de su arranque.
- ¿Qué fue eso Aioros? - preguntó no en tono de pregunta clásica. Si no en el tono de alguien que cree conocer la respuesta pero debe oírla para creerla.
- ... No lo sé... discúlpame Saga... no sabía lo que hacía... - trataba de huir, pero Saga todavía lo sujetaba y esos ojos verdes lo acosaban.
Saga no emitió palabra y continuaba sujetando a Aioros, quien adivinó que Saga no lo soltaría hasta que hablara. - ... Estabas tan, herido... y te veías tan indefenso... No sabía lo que hacía... Perdóname por favor... Yo sólo... sólo quería... –
Comprendiendo lo penoso que debía ser la situación para Aioros soltó su brazo, le dedicó una sonrisa que Aioros reconoció como la que le dedicaba a él antes. Su corazón se emocionó... ¿Saga volvería a tratarlo como antes? Ambos siendo unos inexpertos y Saga más, siendo una persona a la que no se le dan muy bien las emociones no sabían que decir o hacer.
- Gracias... Aioros. - fue lo único que atinó a decir Saga, quien se ruborizaba al decir tales palabras.
¿De nada¿Eso era lo que Aioros debía responder¿Qué le respondía¿CUÁNDO QUIERAS? Obviamente no, bueno sí, recordó esos labios y quiso volver a hacerlo pero se contuvo. Saga comprendió el silencio de su "amigo", y dirigiéndole una última sonrisa se dirigió a su cabaña dejando a Aioros solo.
Aioros miró agradecido la partida de su compañero, cuando finalmente vio la puerta cerrarse tuvo que contener un grito de "¡SI¡LO HICE¡LO CONSEGUI! JAJAJA". Aioros sólo se tocó los labios y suspiró contento y evocando los dulces labios de Saga.
- ¿Maestro¿Es posible lo que me pide? - preguntaba Mu mientras permanecía hincado. A su lado como siempre Shaka.
- Si te lo he pedido Mu, es porque es posible. - contestaba Shion.
- Pero... ¿Cómo puedo llegar a un lugar sin moverme? - preguntaba atónito Mu.
- Debes concentrarte y en tu mente... Mira Mu, imagina que te estás moviendo. Imagina que caminas hacia ese pilar que tienes a cinco pasos. Mirate llegar a él, concéntrate y llegarás. -
Después de una hora... Mu seguía hincado en el mismo lugar (jajaja).
- ¡Hay Mu! Está bien, ya vete a cenar con Shaka... pero tendremos el mismo entrenamiento hasta que lo logres, así que si no quieres aburrirte más te vale que lo domines pronto... - amenazó Shion a su pupilo.
Shaka que sólo se había quedado para acompañar a Mu, lo ayudó a ponerse de pie, pues estar sentado tanto tiempo sobre tus rodillas es muy pesado. Se dirigieron al comedor, y para disgusto de Shaka, Saga no estaba para tomarle la mano mientras cenaban. Mu notó el disgusto de su compañero pero no dijo nada, sólo suspiró algo molesto. Ya lo había entendido, Shaka quería a Saga, tenía que aceptarlo por su bien y por el de su amigo.
Tampoco estaba Kanon. Aioros cenaba algo triste. No había visto a Saga en todo el día, extrañamente no estaba y tampoco Kanon. Tuvo que entrenar solo con Arles. Camus y Milo llegaron al comedor un poco después riendo de algo que nadie supo entender. Milo preguntó por Kanon, como siempre hacía al no ver que estaba presente. La cena fue amena y tranquila... no estaba Kanon para hacer bromas, ni Saga para ser el conejito de indias de su hermano. Aunque, Milo se dio cuenta en ese momento de que Kanon seguía haciendo algo de bromas, pero no de la misma manera... y ya no utilizaba a su hermano en sus burlas.
Shion interrumpió la cena con un grito que emocionó a todos. - ¡OTRA CONSTELACIÓN BRILLA! -
