XXV

Saga no estaba listo para enfrentar a nadie. Ni a Kanon, ni a Aioros ni a Shion. Necesitaba tiempo para pensar y tranquilizarse. Tiempo para él. Sabía que tenía que volver a hablar con Kanon y eso le daba miedo. Temía no poder ayudar a su hermano, llegar y decirle "No sabes que... La verdad es que no se que podemos hacer". También temía el que al hablar con Kanon otro problema surgiera, otra explosión de su hermano donde éste le dijera que lo odiaba, que se moría por haber nacido siendo su hermano.

Con Aioros no sabía que hacer o como actuar. Sabía que dentro de sí había un "sentimiento" especial hacia Aioros, uno diferente al amor que sentía por su hermano, y a los pequeños aprendices. El beso le había dejado muy en claro que Aioros sentía también algo por él, pero sentía muchas trabas en su corazón. Primero estaba su hermano. Kanon le había "autorizado" estar con Aioros, pero el no quería lastimar a su hermano de ninguna forma menos en estos momentos donde sabía que Kanon se sentía solo y abandonado. Correr a los brazos de Aioros no era lo que él había pensado hacer, y sin embargo la oportunidad ahí estaba, con el beso del arquero.

Además considero que no sería justo para Aioros. Él se había portado sumamente indiferente, tal vez hasta grosero, al tratar de apartarlo. Al principio trató de hacerlo lentamente y con delicadeza, pero Aioros lo seguía, no se quería separar de él, y por eso para su gran desgracia tuvo que dejar de hablarle y tratarle. Era cierto que los problemas que los habían separado estaban ya aclarados, pero siendo Saga como era y añadiéndole que tenía miedo, decidió evitar tan siquiera un día a Aioros. El contacto sabía que sería inevitable, pero simplemente no quería ver a nadie.

Había pensado hablar con el Patriarca nuevamente. Kanon merecía más, no por ser su hermano sino por sus habilidades. Talvez podía ganar una armadura de plata. Pero necesitaba que Shion dejara se ser como era con Kanon. Su hermano nunca le había hecho alguna grosería, podían ser totalmente opuestos en sus formas de pensar, pero Kanon siempre había respetado a Shion. Se preguntó, tal vez, si Kanon fuera como Aioros... ¿Las cosas hubieran sido diferentes? Si Kanon hubiera aceptado las enseñanzas de Shion sin dudas, y tuviera el carisma de Aioros, si hubiera sido el primero en llegar al campamento. ¿Las cosas hubieran sido diferentes? Saga reprimió ese último pensamiento diciéndose a si mismo que no importaba, aunque fuera cierto las cosas estaban de otra forma. Y se sentó sobre una roca, teniendo como vista el reloj sagrado que era más una estatua que reloj pues no albergaba el fuego de ninguna flama, y sin saber que la pregunta "¿Las cosas hubieran sido diferentes?" lo atormentaría SIEMPRE.

Súbitamente comenzó a sentirse en paz y a sentir un cosmos que le hablaba. Se asustó al principio y se puso de pie rápidamente, pero pronto se relajó, era placentero. Un cosmos empezó a emanar de él, y lo llamaba. Sin saber como, supo que lo estaban llamando...

Kanon por su parte, estaba en SU claro de nuevo. Había dormido mucho y nadie lo había interrumpido. Rió. A nadie le importaba si Kanon se quedaba dormido y faltaba al entrenamiento. No era importante que Kanon entrenara para nadie. Sabía que esos pensamientos no hacían más que torturarle y recordarle su dolor pero eran inevitables. Pero se dio cuenta de que si reía eran menos dolorosos. Riendo engañaba a su mente, la distraía del dolor y en vez de culparse a si mismo culpaba a los demás.

Así Kanon sin darse cuenta daba pasos hacia el cinismo, que pronto sería uno con él. Se felicitó por no haber llorado la noche anterior, había sido difícil pero había pasado su prueba. Se había jurado no demostrar su sufrimiento, y aunque no lo había logrado completamente pudo reprimir lo que el dolor y sus instintos lo invitaban a hacer. Fijó su mirada al cielo y notó el brillo de una constelación sobre su rostro. ¿Qué constelación era? Kanon siempre batallaba con las constelaciones de cuernos. ¿O no eran cuernos? Lo más probable es que si lo eran.

Sabía que debía alegrarse, pues un caballero llegaría... pero curiosamente no le alegraba. La verdad es que le daba igual. Uno más al costal, fue lo único que su mente pensó al ver la constelación. Otro, que por sólo el hecho de nacer había ganado el derecho que él nunca había tenido. Se puso de pie y decidió buscar a Saga, que sentía cerca. Debía hablar con su hermano, decirle que se encontraba bien y sutilmente hacerle saber que no necesitaba su ayuda. No necesitaba la ayuda de NADIE. Y mucho menos la de su hermano. Estaba convencido de que si Saga adoptaba la posición de lástima hacia él, terminaría odiando a su propio hermano. Kanon no quería eso, pues al único que quería de verdad en el campamento era al único ser que siempre había estado con él: su hermano. Apreciaba a su maestro Arles y a Milo. Pero los demás, a excepción de Shion, le daban igual.

Se dirigía a buscar a Saga, cuando sintió un cosmos alzarse extraordinariamente. Era como un llamado. Miró a todos lados, sin comprender lo que estaba pasando o sintiendo. Oyó un ruido fuerte, como si algo se hubiera caído. Al dirigir su mirada al este, vio el reloj de fuego. Sus ojos no podían creer lo que veían. Había un fuego encendido. Una llama azul en el signo de géminis. El miedo hacia lo desconocido lo invadió. ¿Saga estaba bien¿Por qué una llama en géminis¿Y ese cosmos? Salió corriendo hacia el reloj sagrado con temor, pues sentía que Saga estaba cerca de ahí, demasiado cerca.

Al sentir el cosmos, y oír el ruido, Aioros y Arles miraron a Shion expectantes. Los pequeños notaron las miradas de éstos y así se dieron cuenta de que algo andaba mal. Shion miraba al cielo, pensando en lo que aquello podía significar.

- Aioros, sube al pequeño risco cerca de mi lugar de meditar y dime si ves algo extraño en el reloj de fuego. - dijo Shion tranquilamente, guardando la compostura, como si nada hubiera ocurrido.

Aioros hizo, algo extrañado, lo que Shion le pidió. Tardó sólo unos momentos en llegar al risco. Miró al este y encontró con la vista el reloj sagrado. No podía creer lo que sus ojos le mostraban. ¡Había una flama! Una flama en géminis. ¿Por qué Saga no había ido a entrenar? Los peores temores afloraron en su mente y corrió al campamento que estaba a tan sólo unos pasos. Tenía que escuchar de boca de la persona en la que más confiaba que todo estaba bien.

- ¡SHION¡ES EL RELOJ¡Hay una llama! - dijo Aioros deteniéndose bruscamente y respirando entrecortadamente por la corta carrera.

¿Sería lo que esperaba? Se preguntaba Shion. - ¿Cómo que una flama? Explícate Aioros, tranquilízate. - ¿Qué casa sería? Se preguntaba a si mismo.

- ¡Una flama azul, en géminis! -

- ¡Shion¿Es... - preguntaba Arles, poniéndose de pie y acercándose al Patriarca.

- Lo más probable es que sí. - interrumpió Shion. Aioros estaba que veía a Shion y después a Arles sin entender a lo que se referían. ¿Por qué no le explicaban¿Estaba Saga bien?

- Shion... ¿Qué está pasando¿Tiene que ver con la constelación de... - preguntaba ya algo desesperado Aioros.

- No, no tiene que ver con ese asunto, y es por eso que debemos darnos prisa. - sin decir más Shion desapareció.

Aioros miró frustrado y preocupado a Arles, que se limitó a mirarle con una risa y darle indicaciones. - Sígueme, Shion ha ido al reloj sagrado... –

- Pero... -

- Sólo sígueme, yo tampoco estoy seguro. Shion sabrá explicarte mejor que yo. -

Aioros iba a pedir explicaciones pero recordó las enseñanzas del Patriarca. Paciencia. De todos modos se le iba a dar una explicación, y así corriendo al lado de Arles calló todas las preguntas que ansiaba hacer.

Ante la ausencia de los mayores, Aioria aprovechó para tirar algo de su cena. Y es que francamente Arles cocinaba muy mal.

- Aioria no debes de tirar la comida. Me la pudiste haber dado a mí. - le recriminaba Milo.

- ¿Cómo te puede gustar esto Milo? Sabe horrible. Te la hubiera regalado toda si me hubieras dicho. - contestó Aioria con un gesto de asco.

- Ten Milo, te regalo mi comida. - le decía Shaka con la mejor de sus sonrisas. - No quiero que pases hambre y si te gusta tanto, te cedo mi comida. -

Milo miró a Shaka feliz. - Gracias Shaka, que amable eres. –

- Hay Milo, y dices que yo soy el ingenuo. Te está dando su comida porque ya no la quiere. Aioria tiene razón, esto no sabe bien. Ten, si quieres más aquí esta la mitad de mi plato. - le decía Camus.

- Gracias Cami. - Acto seguido Milo miró a Mu con una sonrisota que mostraba encantadoramente sus pequeños dientes. Mu le sonrió de vuelta y volvió a concentrarse en su plato. Estaba masticando cuando noto que Milo lo seguía mirando. Bajo de nuevo la vista para tomar otro bocado con el tenedor y cuando se lo iba a meter a la boca notó nuevamente que Milo lo estaba mirando.

- ¿Milo? - preguntó Mu algo confuso.

- ¿Te gusta la comida como a mí Mu? - preguntó Milo sonriente, esperando un no.

- Sí¿Está muy rica verdad? En Lemuria comemos así. - comentó muy alegre el futuro santo de Aries que no notó como la sonrisa de Milo se caía y adoptaba una de incredulidad.

Mu siguió comiendo hasta que volvió a darse cuenta de que Milo lo miraba, pero ya no sonriendo, sino maliciosamente. - ¿Qué pasa Milo? -

Pero Milo no le respondió sino que le dirigió mirada tierna y llorosa. Mu no entendía que pasaba y miró a Shaka. - El cínico quiere tu comida Mu. No se la des, yo ya le he dado mi plato y Camus también. - le respondió el rubio.

Una bola de la cosa (no pregunten que horrorizad era) que Arles había preparado le dio de lleno a Shaka en la cara. El rubio miró enfadado a Milo, dispuesto a caerle encima pero se encontró con que Milo miraba asombrado al compañero de su derecha. Shaka, embarrado de una cosa amarilla volteó a ver ahora a Camus que sonreía abiertamente.

- Eso fue divertido. - dijo Camus con aire serio.

El proximo cucharazo cargado por Shaka, lleno de cosa blanca fue a dar a cara de Camus. Los dos embarrados se miraron. - No, Camus. ESO fue divertido. - pero Shaka cantó victoria antes de tiempo al reír como histérico, cuando otro cucharazo ahora de cosa verde manchó sus ropas. Esta vez había sido Milo. Todos se reían de la pinta del rubio, incluso Mu lo que enojó al pequeño virgo. Con solo una mirada asesina de Shaka, Mu dejó de reír. Aioria se unió al grupo lanzando otra porquería blanca que Shaka esquivó. Camus, Milo y Aioria se pusieron de pie y comenzaron a atacarlo ya sin cucharas. Tomando en sus manos la porquería de cena y lanzándosela al rubio.

- ¡MU¡AYÚDAME MU¡ME ATACAN! - gritaba Shaka mientras caía hacia atrás víctima de una cosa amarilla.

Como siempre, Mu no podía dejar a su amigo solo, y mucho menos podía soportar sus gritos desesperados, así que se unió a la contienda lanzándole de su comida a Milo y a todo lo que se movía que no portaba cabellera rubia. No hace falta decir que la división en grupos no duró y que pronto era todos contra todos. La pelea terminó sólo porque la comida se acabó, desgraciadamente para Milo que se quedó sin nada y para Mu que no había terminado de comer.

Shion apareció frente al reloj sagrado. Miró a su alrededor y se encontró con Saga a sus espaldas. Estaba de pie, con los ojos cerrados, y un aura dorada lo rodeaba. Su rostro estaba lleno de tranquilidad, y por primera vez Shion lo vio relajado. Ni siquiera cuando Saga dormía se mostraba tan en paz. Sus sospechas eran acertadas y el corazón del Patriarca se llenó de dicha y felicidad. Aunque le hubiera gustado que Aioros fuera el primero...

- Saga... - llamó dulcemente.

Saga abrió los ojos, con una expresión serena nunca antes vista. Sentir el poder de su cosmos y de su fuerza lo reconfortaba. Sentía que nada era imposible. Sintió que todo estaría bien. - ¿Qué es lo que está pasando Patriarca? -

- El fuego de géminis ha despertado Saga, y el cosmos de tu casa te está llamando. Es tu hora. - Saga se sorprendió del tono del Patriarca. Estaba lleno de orgullo. - El tiempo de que entres a tu casa y obtengas tu armadura. -

Saga no se inmutó ante las palabras del Patriarca. De alguna forma ya lo sabía. Supo sin palabras que el cosmos que le rodeaba era el de la armadura dorada de géminis que lo invitaba a afrontar su prueba.

- ¿Qué debo hacer? - fue la pregunta en tono serio de Saga.

- Deberás seguir el llamado del cosmos dorado que te rodea. Debes ir a tu casa zodiacal y afrontar lo que tu armadura te imponga como prueba. Si pasas la prueba ganarás tu armadura, y serás el nuevo caballero de géminis. -

- ¿Cómo llegó a mi casa? Tendría que pasar por Aries y Tauro primero, y el guardián de Tauro no está para darme permiso. - dijo seriamente

- Conozco un camino, de eso no debes preocuparte. Espera aquí, prepárate y serénate para tu prueba. Debo dar instrucciones a los demás. Volveré y te ayudaré a estar listo. - acto seguido Shion se dirigió hacia Aioros y Arles que venían llegando. Shion los apartó un poco de Saga, y quedaron a unos diez metros de distancia. Saga había cerrado nuevamente sus ojos y ahora se encontraba sentado. Arles y Aioros lo miraban sorprendidos pues el gran cosmos que habían sentido era el de Saga, y éste le rodeaba.

Mientras Shion hablaba con los otros dos, una persona hizo su aparición a espaldas de Saga. Kanon había oído toda la conversación. Se había ocultado porque llegó al mismo tiempo que el vejete, y no quería verlo o hablar con él. Pero ahora que ya se había largado podría hablar con Saga. ¿Cómo se sentía Kanon frente a las noticias dadas por Shion? Aún siendo Kanon era difícil contestar la pregunta.

Se sentía feliz por su hermano, por fin había llegado la hora de convertirse en lo que supuestamente había nacido para ser. Se sentía triste, porque tal vez a partir de esto terminarían más separados, Saga tal vez tendría más compromisos, y aunque Kanon se engañaba a si mismo diciéndose todos los días que no le importaba estar solo, sabía muy dentro de si que estar todavía más apartado de su hermano le rompería el alma. Se sentía mal, porque había sentido envidia. Shion miró a Saga con orgullo, con cariño, con amor, con ternura; como nunca lo vería a él.

Además, todo lo que había oído significaría que Saga cobraría más importancia, cada vez era más grande, cada vez crecía más y él, pese a todos sus esfuerzos y sus cambios, seguía en el mismo lugar cada vez más lejos de Saga y cada vez más lejos de ser mejor que su hermano. Para desgracia de todos en el campamento y para los que llegarían a él en el futuro, la resignación nunca llegó a invadir la mente de Kanon. Cada vez sin darse cuenta de ello, la desesperación y el miedo lo llenaban más y se motivaba a la vez que se destrozaba por la dificultad que "dejar de ser la sombra de su hermano" le ocasionaba.

- Saga... - No sabía que decir. Después de todo lo que había pasado la noche anterior y ahora esto. ¿Lo felicitaba¿Le deseaba suerte¿Lo apoyaba? Por supuesto, era su hermano. Es lo que los hermanos hacen... ¿No?

Saga lo miró expectante, y Kanon se sorprendió al ver el rostro de su gemelo. Era diferente. No era el Saga de siempre. Era... era el rostro de un hombre, no el de un niño o el de un joven. Era serio y cálido, tranquilo. Saga había cambiado. - Oí lo que el Patriarca te dijo... - decía lentamente todavía sorprendido por como Saga se veía. - No se que decirte... Estoy... feliz de que por fin... por fin te vayas a convertir en caballero. - Kanon se sintió bien al decir aquello, porque en verdad no estaba mintiendo. Una parte de si mismo estaba feliz por su hermano.

- Esto no cambia nada, Kanon. - miró con dulzura a su hermano. Adivinando el torbellino de sentimientos encontrados del que su hermano era víctima. - Seré el mismo de antes. -

Kanon quería llorar ante tales palabras que reflejaban sus miedos, pero no lo hizo. - No, Saga. No podrás. Ya has cambiado. - lo dijo tiernamente y con intención positiva. Al ver que su hermano lo miraba algo alarmado le dirigió una sonrisa dulce, que desde hace un año no le había dirigido. Saga relajó su mirada. Titubeante, Kanon abrazó a Saga con fuerza y cariño. Vio que el Patriarca lo estaba mirando, y adivinando que Saga debía estar solo, se separó. - Debo irme al campamento. - le dirigió una última sonrisa a su hermano y se marchó. Paso a un lado de Shion, y Kanon no lo volteó a ver, sólo siguió caminando, indiferente, ni siquiera grosero ni siquiera amable.

Arles les estaba explicando la situación a los pequeños, mientras Aioros se preparaba para el viaje. Las instrucciones de Shion habían sido claras. El Patriarca se tenía que quedar a ayudar y esperar a Saga en su prueba. Pero alguien tenía que ir por el nuevo caballero. Fue decisión de Shion, que Arles quedara al mando del campamento mientras Shion no estuviera; y que Aioros y Shaka fueran a buscar al nuevo compañero de armas. Shaka, según había dicho Shion, sería capaz de identificar al caballero tendría la capacidad por sus enseñanzas y la ayuda (Aioros no supo a que se refería Shion con esto. Entiéndase ayuda "superior") necesaria.

Shaka llegó a la cabaña de Aioros y le anunció que ya estaba listo, Aioros lo notó triste y contento. Salieron juntos después de que Aioros empacó unas cosas, y se encontraron a Shion que venía acompañado de Mu. Shion les indicó que ya era hora de partir, y les pidió que se tomaran de las manos. Mu, también se unió al grupo porque su maestro le enseñaría la técnica de la tele transportación en persona. Aioros estaba a punto de decir que se quería despedir de Saga al igual que Shaka, cuando ya se hallaban frente a una ciudad algo colonial y antigua.

- Estamos en Cádiz, España. El caballero se halla cerca de aquí, no me ha dado mucho tiempo de ubicarlo. Suerte. - y desapareció. Shaka sólo alcanzó a ver como Mu, lo miraba triste y le sonreía agitando su brazo en señal de adiós.