XXIX

La adrenalina terminó y pronto Saga se halló sin comprender. Era cierto que se sentía como nunca, pero también como siempre sentía una espina que no le dejaba pasar saliva cómodamente. Se sentó sobre el frío mármol de la que ahora podía llamar su casa y recargó su cabeza en uno de los pilares. El recuerdo de lo que había tenido que ver, para obtener la armadura penetró su mente decayendo así su estado de ánimo de nuevo.

Las primeras tres visiones habían sido recuerdos o momentos de su pasado. Un pasado marcado y devastado por la enfermedad de su madre.

Había muchas preguntas que habían despertado en él desde el momento que miró con cuidado las vidas de Aioros, de Camus y de Milo. Vidas marcadas por la pérdida, al igual que la suya. Los casos de Mu y Shaka no era más reconfortantes. Sus presencias en el campamento eran testigos mudos del sacrificio de sus vidas. Y con las visiones de su madre enferma, las preguntas calladas por el temor de no encontrar respuesta volvieron a él.

Las preguntas que alguna vez en un pasado no tan lejano había hecho a Aioros y que éste no pudo aclarar (). ¿Su madre había muerto porque le tocaba morir? Rogaba y rezaba porque fuera así. Pero... no estaba convencido totalmente. Un pensamiento que lo había taladrado hasta sumirlo en la culpabilidad regresaba para hacerlo nuevamente.

Pensaba que la enfermedad de su madre había sido un pretexto de quien deseaba controlar su destino para alejarlo de una vida normal y conducirlo hasta lo que era ahora. Sentía que su madre había muerto por su culpa. Por ser elegido.

Y no sólo era eso. Era también observar como su hermano día con día se convertía en un despojo sediento de poder sin más meta que demostrar que era mejor que todos. Alguien que no era feliz, y cuyo objetivo no era serlo. Si tan sólo él no hubiera sido elegido o si no hubiera nacido... Kanon viviría en estos momentos con su madre y sería el niño alegre y feliz que alguna vez había llegado a ser.

Había callado su culpabilidad tomando como responsabilidad propia a su hermano. Pero ahora miraba hacia atrás y lo único que podía decir era que todo era diferente. Nada había salido como él había querido y cada vez Kanon estaba más fuera de su control. Las visiones de su madre le provocaban dolor pero podía ponerse de pie y afrontarlo, porque aunque fuera su culpa, ella ya estaba muerta y no había nada que pudiera hacer.

Era difícil explicar con palabras lo que la última visión en la que su hermano atacaba al Patriarca sin importarle herirlo a él de pasada, le producía. Definitivamente había miedo, pero también había negación. Kanon era su hermano, había crecido con él, era la persona que más quería; Saga no podía creer que su hermano pudiera atreverse a atacar a muerte. Kanon jamás haría algo semejante, jamás abusaría de su poder de tal manera.

El hermano que él conocía jamás atacaría a Shion, por más dolido y frustrado que se sintiera. Kanon era fuerte y ambicioso, pero no era un asesino.

"Tu hermano ya no es como antes. Ha cambiado y lo sabes. ¿Para qué lo niegas? Eres consciente de que algo puede ocurrir. ¿Por qué otra razón, podrías tener miedo? En estos momentos estás temblando porque sabes que Kanon si es capaz..."

Saga sujetó su cabeza con sus manos. ¿Se estaba volviendo loco? La voz sonaba de nuevo dentro de su cabeza. Unos momentos antes había creído que la voz era producto de la casa de géminis, pero ahora claramente se dio cuenta de que no era así.

Lo peor de todo era que Saga sabía que lo que decía no era para nada errado. Era verdad. Una verdad que el conocía muy bien pero que su inconsciente había enterrado y escondido. ¿Sería su conciencia? No le importaba en absoluto lo que fuera, sólo quería que se callara, que lo dejara en paz. Pero para su desgracia la voz seguía hablando y era imposible no escuchar.

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Mu seguía concentrándose pero no lograba tele transportarse. Las condiciones en las que estaba tampoco ayudaban mucho: la lluvia había vuelto y más fuerte que antes; el viento se le había unido a las gotas y soplaba tan fuerte que le causaba temblores; y su maestro seguía sin prestarle atención.

El lemuriano hubiera podido irse a practicar a otra parte pero no lo hacía porque conocía a su maestro mejor que a si mismo. Sabía que al final Shion le brindaría ayuda, no una "gran" ayuda, pero por lo menos sería algo. Estaba habituado a las duras pruebas del Patriarca pero esto era muy diferente.

Las pruebas antes, envolvían un grado muy pequeño de peligro y ese grado siempre iba proyectado hacia el mismo. Otra diferencia era que Shaka siempre estaba a su lado para animarlo de una manera en la que él nunca había podido hacer. Gritando palabras de ánimo, esperándolo sin importar la pérdida de tiempo, concentrándose para pasarle energía y tranquilidad... Cosas que Mu nunca se había atrevido a hacer.

Él era más bien de animar con su presencia, aunque ahora que estaba reflexionando se dio cuenta de que su presencia de "apoyo" no significaba mucho. Talvez por eso Shaka había sentido la necesidad de no tenerlo sólo a él. Talvez por eso había buscado cariño en otra parte, en Saga. Mu comprendió que el sólo le había ofrecido su presencia al virgo, y que talvez... esta no era suficiente.

- "Mu... ¿Estás dormido?"

Mu levantó la vista al cielo, causando torpemente que las gotas lo hicieran parpadear al adentrarse en sus ojos. - "Shaka..."

- "Oye Mu, aquí ya es muy de noche y me está dando sueño. Creo que ya no podré aguantar mas tiempo despierto. Te aviso, para que si me necesitas me llames más fuerte... ¿Le has avisado al Patriarca que ya estamos listos?"

- "... Sí... fue lo primero que hice... Le avisé ya hace rato" - Mu pasó saliva.

- "¿Entonces por qué no viene¿Está ocupado o algo?" - preguntó Shaka extrañado.

Mu vio la figura inmóvil de Shion en los escalones. - "... No exactamente..."

- "Entonces... ¿Por qué no viene por nosotros?"

Momento adecuado para volver a pasar salida - "Porque él no irá..."

- "¡Cómo que no irá¿Entonces qué haremos¿Cuáles son sus instrucciones?"

- "Dijo que... que debían esperar..."

- "¿Esperar qué? Si dices que no va a venir... ¿Te dijo que debíamos volver en avión?"

- "No... no dijo eso. Dijo que pues debían esperarme..."

La cara de Shaka se puso todavía más blanca (recuerden que Mu no podía verle el rostro)

- "¿Es-esperarte¿A ti¡MU¿A TI?"

- "Sí, esperarme a mí..."

- "¿Pero cómo vendrás¡NO¿Mu... ACASO... la tele transportación¡Dime que el Patriarca no te ha dicho que no te puedes poner de pie hasta lograrlo!"

El tono de Shaka era uno preocupado, pero no por su aparente salida retardada de España sino porque supuso acertadamente que Shion estaba obligando a Mu de una manera muy dura. Interiormente Mu, a pesar de todo, estaba sumamente feliz porque el dulce rubio no había sonado derrotado o enojado ante las "fúnebres" noticias.

Esa era la razón por la que Mu sentía tanto cariño hacia Shaka. Ante todo estaba él, y aunque le molestara que a veces el rubio sólo hablara de Saga, muy dentro de si sabía que él era mucho más importante.

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Kanon supo en el momento que su hermano había obtenido la armadura. Simplemente lo sintió, y no supo como reaccionar. Debía estar contento, y en una parte lo estaba, por Saga. Pero no podía evitar sentir como el vacío de su alma se llenaba de rabia.

Ya no había más lágrimas que derramar; sus ojos estaban secos y enrojecidos por el intento de descargar su enojo con gotas que tardarían demasiado tiempo en llegar. Su respiración comenzó a agitarse. Se tronó los dedos en frustración. Estaba feliz pero... ¡NO¡NO ESTABA FELIZ¿Por qué le mortificaba no estarlo? Al fin y al cabo era lo que sentía.

No estaba feliz y nunca lo estaría. Se enojó consigo mismo. Él lo había sabido desde que había puesto pie en el campamento. La arrogancia, la indiferencia y el desprecio del vejete no dejaban de recordárselo a cada momento; PERO, él había creído que si se esforzaba, si estaba a la par de los demás, podría aspirar a un lugar. No quería un lugar de lástima, ni uno en el cual pudiera sentarse por siempre viendo como sus compañeros luchaban mientras él seguía sentado porque era el hermano de Saga y no tenía derecho a pelear.

¿Una armadura de plata¡Pero si podía obtener cualquier armadura de oro! No, eso no era del todo cierto. Sólo podía vestir la de su signo, se mordió el labio, la de géminis. Y esa, la acababa de obtener su hermano.

Golpeó la corteza de un árbol que se partió en dos por el impacto. La armadura también habría podido ser suya. El era fuerte, casi tan fuerte como Saga. ¿Por qué le negaron el derecho de luchar por lo único que había querido tener¿Por haber nacido minutos después que su hermano¡Era absurdo¡Shion era un vejete estúpido! Si el podía ser tan o más fuerte que todos¿Por qué le negaban la oportunidad de obtener una armadura de oro¿No debería ganarla el que fuera mejor?

¡Él era el mejor! Se mordió la lengua; talvez era el mejor. Pero en vez de calmarse, comenzó a desesperarse más. No había exigido que le regalaran la armadura, sólo quería el derecho de luchar por ella. Jamás le hubiera pedido a Saga que renunciara a la armadura por él, jamás. Sólo había querido una oportunidad y nunca se la otorgaron.

Llegó al campamento y azotó la puerta de su cabaña. ¿El esfuerzo que había puesto en todos los entrenamientos había sido en vano¡No¡No dejaría que su sacrifico muriera! Nadie jamás podría arrancarle la esperanza, ni siquiera su hermano. El sería alguien, tendría un lugar y todos, especialmente el vejete, se arrepentirían de no haberlo considerado para nada. Se juró, justo como hace un año frente al claro, que Shion se arrepentiría por no haberle dado una oportunidad y que algún día el vestiría la armadura de géminis, no sabía como, pero algún día él y no su hermano sería el que la vestiría.

Enfrentar la realidad de nuestra soledad es un golpe a nuestro ego que no todos sabemos encarar. Unos caen presa del miedo y se limitan a existir como tristes cuerpos sin alma y sin rumbo; otros se derrumban por la magnitud de lo que es estar solo; otros más entran en negación, y resultan ser muy pocos los que se levantan y miran de frente al mundo.

Es irónico y hasta trágico, que un joven que llegó una noche a un claro siendo tan vulnerable, tan triste y tan necesitado de afecto terminara hoy, acostado en su cama hundiéndose en la luz de una esperanza que en vez de alumbrarlo terminaría oscureciendo su vida y la de los que lo rodeaban, por siempre.

La "caída" es un evento silencioso e invisible para el protagonista. Sólo cuando ya se ha llegado demasiado lejos, sólo cuando se han cometido errores que no tienen perdón es cuando se oye el sonido del eco. El eco desgarrador de la penumbra que comienza con una sinfonía de dolor y soledad, y termina con un solo de remordimiento y muerte.

Este joven logró levantarse pero no para ver la luz, sino para dejarse dominar por la oscuridad. Los motivos equivocados llevan a finales equivocados. La necesidad desenfrenada de tener un lugar en el mundo le llevó a fijar sus ojos en el único puesto que no podía ocupar. Frustración, enojo, impotencia.

Las sensaciones no son sentimientos y eso es algo que Kanon nunca pudo comprender, ni dominar.

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Los rayos de la cálida mañana llegaron por la ventana anunciando que era hora de levantarse. Como siempre, Milo ya estaba despierto pero se quedaba quieto con los ojos abiertos. Esperaba este momento cada noche que sentía a Camus cerca. Supo que los brazos que le sujetaban y que el cabello que se perdía con el suyo propio pertenecían a su amigo. Siempre terminaban igual, la cabeza de Milo recostada en el pequeño pecho de Camus y éste sujetándolo con sus brazos como si en ello se le fuera la vida.

Se escucha un suspiro y Milo sabe perfectamente bien lo que sigue. Ahora sí, cierra sus ojos y con una sonrisa espera el golpeteo acelerado del corazón de Camus, que despierta como siempre algo "sorprendido" de tenerle como huésped. Unos dedos se enredan en su cabello, en una caricia.

Milo abre de nuevo los ojos y finge un bostezo. Comienza a moverse y enfoca su mirada en los zafiros de Camus que lo miran serio pero con una sonrisa sólo para el. Ambos comienzan a desperezarse y se ponen de pie. Se estiran y se cambian con sus ropas de entrenamiento en silencio.

Camus mira extrañado la cama vacía de Mu y le pregunta a Milo si sabe algo con la mirada, éste último se encoge y niega con la cabeza. Algo preocupados van al comedor donde sólo encuentran a Aioria, que se ve triste.

- ¿Has visto a Mu, Aioria?

- Buenos días a ti también Camus... No, no lo he visto en toda la mañana.

Camus y Milo se sientan frente a él.

- ¿Y Kanon?

- No tengo idea, a de andar perdido por ahí o talvez entrenando.

- ¿Y Arles?

- ¡NO SE¡Me acabo de levantar! No había nadie cuando yo llegué...

- ¡Bueno pero no te enojes ()¿Quién va a hacernos de desayunar, entonces? - pregunta Milo preocupado.

Aioria mira hacia todos lados, como si se estuviera cerciorando de que en efecto no había nadie en el campamento más que ellos. - No lo sé... Yo no sé hacer nada...

- Yo tampoco... - dice Camus, que acto seguido se une a Aioria en una mirada "perversa" destinada al escorpión.

- No me vean así. Camus, no. Yo tampoco sé...

- ¡Tu hiciste unos sandwiches hace cuatro meses! - acusa Aioria con un dedo.

- Bueno pero no es...

- ¡Tu me llevaste el desayuno a mi cama cuando enfermé! Y me dijiste que lo habías preparado tu. - acusa Camus con otro dedo.

- ¡Mentí! Lo hizo Shaka... – dice el escorpión con mirada inocente y voz de culpa.

- Aja. - Aioria mira "escandalizado"a Milo, pero una pequeña sonrisa se le escapa.

Camus está negando con la cabeza, "incrédulo" de que Milo le mintiera. - Mentir es malo Milo. – dice con una voz sumamente seria que comienza a asustar al escorpión. - Tienes que aprender la lección... – mira a Aioria, el cual asiente, diciendo así que está de acuerdo. Milo los mira desesperado. - Tu castigo será... ¡COCINAR!

- ¿QUÉ¡NI LO SUEÑEN! - pero era demasiado tarde, pues ya estaba siendo arrastrado por Camus y por Aioria a la cocina.

No hace falta decir que aquella mañana los tres niños comieron pan con jamón. Pues a la cosa que Milo preparó, no se le puede llamar torta.

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- ¿Mu... no lo has conseguido aún? - pregunta el Patriarca.

Mu abre sus ojos y se sorprende de que el Patriarca esté sentado junto a él. No lo había oído acercarse, ni cuenta se había dado de nada. Al parecer ya era de día y él, seguía sin lograrlo. ¿Cuándo había dejado de llover?

- No, todavía no. Hay momentos en los que creó que voy a llegar pero no lo consigo. Maestro, no consigo visualizar el lugar a donde tengo que ir... - dijo muy triste.

Shion se quedó pensativo mientras que Mu volvía a intentarlo. - Talvez es por el lugar... - Mu lo miró esperanzado. ¿Lo ayudaría finalmente? - Como Cádiz es un lugar que no conoces y que sólo has visto una vez... Talvez pueda ser eso... Muy bien Mu, te llevaré a Cadiz... pero TU tendrás que regresar con todos... ¿Estás de acuerdo?

Mu asintió sumamente feliz. Vería a su amigo y tendría la oportunidad de ver nuevamente como se realizaba la tele transportación. - Sí, maestro.

- Dame tu mano Mu y... pon atención a como lo hago... ¿Estamos?

Mu tomó la mano del Patriarca y lo miró sumamente agradecido. Shion lo miró tiernamente por sólo unos momentos, porque después de cerrar y volver a abrir sus ojos se encontraban en una habitación blanca, con dos camas matrimoniales a la izquierda, una terraza más adelante y un cuarto a la derecha que muy probablemente era el baño.

- Mu, duerme ahora y más tarde intenta de nuevo. Concéntrate, visualiza el santuario y regresa. Se que podrás Mu, sólo créelo tu también.

Y sin decir más el Patriarca desapareció.

Mu por su parte no entendía porque el Patriarca lo había llevado a ese lugar. No había nadie... ¿o si? Examinó el cuarto nuevamente y se dio cuenta de que había un pequeño bulto cubierto totalmente por las sábanas en una de las camas. Al principio se asustó al pensar que se trataba de un desconocido pero mientras más se acercaba más se convencía de que el pequeño bulto no era nada más y nada menos que su amigo Shaka.

Retiró la sábana con cuidado y lo vio completamente dormido. Sonrió. Un bostezo se le escapó de la boca y se quitó los zapatos. La verdad es que tenía mucho sueño, así que se metió con cuidado en la cama junto al rubio y comenzó a caer en un sueño tranquilo y hermoso. Al fin y al cabo ya traía la pijama puesta...

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- ¿Dónde está el niño? - preguntó Shura.

- ¿No te mordiste la lengua?

Shura lo miró sin comprender. - Nada, olvídalo. Sólo comentaba... Sigue durmiendo, tenía mucho sueño... - dijo Aioros mientras veía con asco el plato que tenía frente a él. Migas con huevo, resulto ser un platillo demasiado pesado y grasoso.

- Me alegra que conocieras este hotel Shura...

- Si, a mi también... – dijo distraídamente el español que estaba disfrutando de unos deliciosos molletes.

- Pero hay algo que me extraña...

- ¿Enserio¿Qué? - decía mientras tomaba una servilleta y se limpiaba los labios.

- Pues que no te hubieras quedado en tu casa... Te ofrecí ir por ti cuando estuviera todo listo y no quisiste... Me pregunto también porque tenías tanta prisa por salir de tu casa y me pregunto más, porque no te quisiste despedir de tu papa...

Shura se quedó estático, pero con una expresión que daba miedo. No estaba furioso pero si estaba enojado. Enojado porque un niño lo tratara de analizar y le estuviera cuestionando su manera de proceder. Escogió sus palabras con cuidado. - Mira Aioros, te agradezco que me hayas dejado quedarme aquí con ustedes pero hasta ahí... No quiero ser grosero pero yo NO te conozco y no pienso contarte mis problemas. Son MI asunto y yo decido como manejarlos, así que preferiría que esto quedara claro: no quiero hablar contigo de mi familia, ni de mis motivos de ir a Grecia. - y siguió comiendo como si nada hubiera ocurrido.

- Lo siento, no... - Aioros parpadeó sorprendido. Nunca nadie le había hablado de tal forma. - No quise invadir tu privacidad... Sólo quería...

- Ayudar. - completó Shura con una cara de aburrimiento total.

- ¡Sí! Creo que te arrepentirás por no despedirte como debe ser de tu familia y es necesario que alguien te lo diga en tu cara. No me importa si te molestas o no, sólo quería hacértelo ver. - dijo molesto el arquero.

- Mira Aioros, ya olvídalo. Ya te dije que no quiero ayuda, y tampoco quiero responder preguntas. No lo tomes personal, así soy yo... - las palabras seguían siendo algo insolentes, pero el tono de Shura era muy tranquilo así que el sagitario se calmó. No quería empezar mal con Shura.

- Lo siento... Tienes razón. ¿Quieres ordenar algo más?

- No, gracias, ya estoy lleno. - Shura le sonrió y Aioros también, en señal de reconciliación amistosa.

CONTINUARA

Hola a todos las que me leen! Bueno por recomendaciones ya no contestare directamente los posts :( Pero les agradezco un buen que me sigan leyendo... y ethel obvio que si se quien eres! leí un fic tuyo hace un buen en ese foro!

besos a todos :)