La vida en el Santuario era mucho más dura de lo que Shura imaginó. Terminaba agotado y sin ganas de hacer nada más que dormir. Pero estaba a pesar de todo, feliz. Por fin estaba entre personas como él, que igualaban su poder o eran mejores que él.
De Athena todavía no creía nada, y le daba igual. Que dijeran lo que dijeran, él estaba ahí para ser el mejor; ya después se preocuparía en averiguar la verdad. Aunque no lo admitiera en voz alta, desde que llegó había sentido cariño y afecto por todos sus compañeros. Especialmente por Saga y por Aioros, aunque de diferente forma.
La primera imagen que Shura tuvo al llegar al Santuario fue la de Saga saliendo de su templo envuelto en la armadura dorada. Lo había dejado impresionado, y mucho más cuando se enteró de que sólo contaba con catorce años. Desde ese momento Saga se convirtió en el "ídolo", por así decirlo, del español. Admiraba el silencio, la inteligencia, el porte y la seriedad de Saga. Quería ser como él...
Con Aioros las cosas eran muy diferentes. A Sagitario le gustaba hacerlo rabiar llamándole niño o sonriéndole todo el tiempo. Y aunque le costaba otra vez admitirlo, a él también le encantaba fastidiar al arquero. Lo quería mucho, pero a veces se hartaba por las preguntas y por los cuidados de Aioros. Lo trataba como a un hermano menor, y aunque le gustaba el trato, Shura ya había tenido un hermano alguna vez y no deseaba tener otro nuevamente...
- Sabes... Podríamos hablar con Shion. - le decía Aioros mientras se incorporaba y se quitaba las sábanas de encima.
- Querrás decir con el Patriarca... - lo censuró Shura desde su propia cama.
- Sí, como quieras. Se me ocurrió que podríamos hablarle y ...
- ¿De qué? - interrumpió fastidiado el español, sintiendo hacia donde iba la cosa.
- De bajar al pueblo los domingos, antes lo hacíamos...
- ¿Y yo para que querría bajar al pueblo? - interrumpió de nuevo.
- Sí me dejaras terminar, talvez lo sabrías.
- Está bien, está bien. Habla, que aunque no quiera, tengo oídos que te escuchan.
- ¡Pero dime que no vas a gritar cuando termine de hablar! - dijo Aioros sentándose en una orilla de la cama que Shura ocupaba.
- ¿Desde cuándo te importa si te grito o no? Lo único que te importa es hacerte escuchar...
- Bueno eso sí pero... Bueno ya. Podríamos pedirle permiso a Shion para bajar unos minutos al pueblo...
- Ajá... ¿Y yo que tengo que ver?
- Pensé que podríamos ir a la oficina de correos...
- Yo no necesito ir a ningún lado y mucho menos al correo. No se como se te ha ocurrido pero yo no quiero. – dijo levantándose violentamente de la cama y huyendo al baño, mientras Aioros se quedaba sentado en la cama algo triste.
Después de cinco minutos Shura salía ya cambiado del baño.
- Ahh ¿Sigues aquí? - preguntó mientras buscaba el cepillo del pelo.
- ¿Qué¿Te extraña?
- La verdad no... - regresó al baño para peinarse frente al espejo, pero esta vez no cerró la puerta.
- Niño caprichoso... – murmuró Aioros.
- ¿Qué dijiste! - salió Shura disparado del baño.
- ¿Eres sordo?
- No, quiero ver si te atreves a repetirlo frente a mí. - retó capricornio.
- Niño caprichoso. – repitió con cara cínica.
- Piojoso odioso.
- ¿Cómo...? Pero... - Aioros enrojeció totalmente cual tomate, cuando escuchó la palabra "piojoso". Sólo una persona lo llamaba así...
- Creo que ya identifiqué tu punto débil... – rió triunfante - Oí como Saga te llamó así ayer por la noche.
- Pero... estábamos solos...
- Yo sólo pasaba por ahí...
- ¡ERES UN METICHE! - y Aioros se le lanzaba encima.
- ¡Mira quien habla!
Después de una "dulce" pelea de puños y patadas, en las que hubo risas en vez de lamentos, Aioros cayó rendido en su colchón y Shura se sentó en el suelo.
- ¿No crees que deberías escribirle a tu padre?
- Ya deja eso por la paz, Aioros.
- Ya hablando en serio. ¿No crees que debas hacerlo?
- En España no hay nadie para mí...
- No estoy diciéndote que le cuentes tu vida a tu padre, o que le escribas una cartota de cinco páginas o que le envíes una carta cada dos días...
- ¿Entonces?
- A mi me gustaría, dado el caso, que Aioria me escribiera para decirme que se encuentra bien y seguro.
- ...
- Deben estar preocupados...
- ¿Quiénes? - preguntó cínicamente capricornio.
- ¿De quienes estamos hablando! De tu hermano y de tu papá.
- Yo no tengo hermano... Y talvez, quizá... tengas razón sobre lo de mi padre...
- ¿Lo pensarás?
- Sólo si con eso logro que te calles.
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Saga y Kanon se habían instalado en el templo de géminis, que resultó ser un cambio muy agradable para el menor de los dos. Podía pasar más tiempo solo, sin nadie que lo interrumpiera. Y aunque no lo quisiera aceptar, pasaba más tiempo con su hermano y lo tenía para él, no lo tenía que compartir con los demás y eso le daba gusto.
- ¿A dónde vas? - preguntó Kanon desde la "cocina".
- A entrenar... - respondía cortante Saga.
- Es demasiado temprano para ir a entrenar. ¿A dónde vas?
"Esto será un experimento. Tú, Saga te darás cuenta de que yo tengo razón. Tu hermano odia demasiado a Shion. Dile la verdad y veremos como reacciona" le dijo la voz de su cabeza a Saga.
- Voy a hablar con Shion.
Saga esperó una reacción de su hermano pero no la encontró. Y supo reconocer la falta de reacción como el peor de los augurios. Sabiéndose examinado, Kanon decidió seguirle el juego a su hermano.
- ¿Y de qué van a hablar? Digo, si el hermano de un caballero puede saber. - preguntó tranquilamente mientras se agachaba para recoger un plato que se le había caído.
- Tengo que avisarle que estás viviendo aquí y ver si no hay ningún problema por...
- ¡Qué?
Saga guardó silencio, para ver la reacción completa de Kanon.
- ¡No puedes estar hablando en serio¡No me puedes hacer esto Saga, no tú¡NO TÚ¿Por qué tienes que informarle al vejete que estoy aquí¡Llevo dos días aquí¡Soy TU HERMANO!
- Kanon...
- ¿Por qué le tienes que avisar que tu hermano vive contigo¿Y qué harás si te dice que no puedo estar aquí? - toda la frustración reprimida salía de él finalmente.
- Largarme de aquí por supuesto...
Kanon iba a continuar hablando pero la respuesta de su hermano no era la que esperaba. Se quedó con la boca abierta, sin saber que decir. ¿De verdad Saga había dicho eso? Sintió ganas de correr y abrazar a su hermano, pero no lo hizo.
- ¿Qué.. – fue lo único que alcanzó a balbucear.
- Ya te lo dije. Si el Patriarca me llegara a decir que no puedes quedarte aquí conmigo, me voy de aquí...
- Saga... - definitivamente, algo se había roto en el interior de Kanon. O es talvez más apropiado decir que una de sus muchas capas cayó víctima de las palabras de su hermano.
- Tú, como acabas de repetir varias veces, eres mi hermano. Mi obligación es contigo, y con nadie más. Yo... - Saga agachó su cabeza.
No es sencillo para un hombre decir algo así, y más cuando se trata de un hermano. Se cree que está implícito, que por ser tu hermano sabe que lo quieres y que no necesitas decirlo más que en despedidas. Pero por alguna razón Saga sabía que su hermano necesitaba escucharlo.
- Yo te quiero mucho Kanon, y eres lo que más me importa. Siempre hemos permanecido juntos y sí Shion me llegara a decir que no puedes vivir conmigo, como ya te dije... me largo. Eres mi familia y debemos permanecer unidos...
- ¿Sacrificarías...
- Todo esto me vale un comino, comparado con lo que tú eres para mí. Y si nos llegaran a echar pues... ya estamos grandes, podríamos cuidarnos... ¿No crees? - Saga le sonrió.
- Pero... tu armadura, Aioros, los niños...
Saga bajó su cabeza, mirando sus zapatos. Si que era difícil decir esas cosas. - Me dolería talvez demasiado, pero no sería lo mismo si tú no estuvieras conmigo.
Saga se acercó a su hermano con pasos lentos y vacilantes. Antes de rodearlo con sus brazos le dedicó una sonrisa insegura. Kanon mantuvo su boca abierta y ante el abrazo de su hermano la abrió aún más. Quería abrazarlo pero sentía que no podía. Se desprendió violentamente del abrazo.
- Si tanto te importara, no irías a pedirle permiso a... - la palabras estúpido, vejete, Shion llegaron a su mente pero se contuvo. - ... al Patriarca. - y se dirigió a paso rápido a la salida, dejando a su hermano parado en medio de la cocina.
Saga escuchaba pero no creía que el que le estuviera diciendo tales palabras fuera su hermano. Él mejor que nadie sabía lo difícil que le era decir ese tipo de cosas. Y nunca se hubiera imaginado una escena donde Kanon rechazara su abrazo, su cariño y sus palabras. Ni siquiera le daba tiempo, unos segundos, o la oportunidad de explicarse. Comprendió que talvez a su hermano ya no le importaba escuchar una explicación, ya no le importaba lo que pasaba con él...
Pero estaba tan molesto ante tal desplante de arrogancia, que no pudo evitar que su brazo retuviera el de su hermano. La cara de decepción con la que miró a Kanon, hizo que este aunque no lo reflejara, se sintiera algo herido. Con un tono triste y amargo, pero a la vez duro Saga habló.
- Nadie debe pasar por estas doce casas. Nadie más que los guardianes. Como no cuentas con una armadura creí que talvez tendrías problemas si deseabas salir por alguna casa que no fuera la nuestra... Quería preguntarle al Patriarca, si era seguro para ti atravesar las otras casas, por que si así fuera te verías obligado a dar un rodeo para ir a donde se te pegue la gana...
Kanon se desprendió esta vez del brazo derecho que lo apresaba, de una forma más serena pero que no dejaba de parecer violenta. Se sintió avergonzado por las palabras que antes le había dirigido a su hermano. Sentía que debía disculparse, pero un nudo en su garganta se formó impidiéndole hablar. Miró los ojos de su hermano y vio la decepción en las verdes orbes. Se molestó por ello y se dirigió de nuevo a la salida, sin pronunciar una palabra.
Saga se quedó quieto mirando un punto fijo y de espaldas al escape de su hermano.
- Alguna vez llegué a creer que siempre estaríamos juntos, que el tiempo pasaría - rió amargamente – que nos apoyaríamos, que reiríamos cuando tu me presentaras a tu novia, que nos casaríamos, tendríamos hijos y que infinidad de cosas ocurrirían... y sin embargo, siempre lograríamos estar juntos de una forma u otra. Nunca me pasó por la cabeza que nosotros mismos seríamos los causantes de nuestra separación. Talvez el tiempo o la distancia, pero NUNCA que tú y que yo seríamos los culpables... Talvez hasta llegué a considerar mi torpeza, mi estupidez, mis silencios inoportunos, mi falta de expresión... Pero nunca a ti Kanon, nunca a tí...
Kanon escuchó perfectamente lo que su hermano le había dicho, y sólo se detuvo. Ni siquiera se giró y es que estaba impresionado por las palabras de su hermano. Nunca había sido su intención...
Lo único que todavía le importaba era Saga, y veía en la afirmación de éste una verdad que su propio cambio le había impedido ver. Analizó sus pensamientos. Lo único que SIEMPRE le había importado era su hermano. ¿De qué le servía dejar de ser vulnerable, ser más fuerte, y hacer que todos se arrepintieran si estaba perdiendo lo único que lo hacia aferrarse al Santuario?
- Me resulta cómico. Un hermano pidiéndole a otro que no lo abandone, que no lo deje, cuando desde hace tanto que ya lo ha hecho. He sido un ciego... - dijo Saga antes de dirigirse a sus aposentos sin mirar atrás. No sabía si Kanon había escuchado sus palabras y a estas alturas ya no sabía si hacía una diferencia...
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Los niños como buenos madrugadores y como buenos pupilos estaban entrenando ya, con algunos bostezos frecuentes. El nuevo plan del Patriarca había entrado en vigor desde hacia una semana y todavía no se acostumbraban. Consistía en dos horas más de entrenamiento físico, o sea levantarse mucho más temprano.
Otra novedad era que ya no veían tanto a Mu. El borreguito pasaba la mayor parte del tiempo con su maestro Shion, en entrenamientos especiales. Shaka estaba triste por ello pero no lo aparentaba. Seguía como siempre excepto por dos cosas.
Siempre esperaba a Mu, aunque este caía dormido a los cinco minutos. Y aunque fueran sólo dos palabras las que intercambiaban después de los entrenamientos, eso bastaba. También se levantaba antes que todos, acompañando al pequeño carnero a desayunar. Lamentablemente para el rubio, el entrenamiento de Mu empezaba una hora antes del suyo. Así que se dormía después que todos por esperar a Mu, y se levantaba antes que todos para salir con Mu.
Nunca se quejó ni dijo nada. Camus y Milo se dieron cuenta hasta los tres días de los "sacrificios" de Shaka, al ver que cuando despertaban éste ya estaba cambiado y desayunado. Y al ver como regresaba muy tarde y junto a Mu, que nada más llegaba a la cabaña y se echaba sobre la cama.
El otro cambio era la conducta del rubio hacia Saga. Ya no sólo hablaba del caballero de géminis. Y tampoco corría en las comidas para sentarse junto a él y aferrarse a su mano o brazo. Pues estaba muy ocupado tratando de estar con Mu el mayor tiempo posible: y además, había comprendido algo en su viaje a España con sagitario.
Si alguien debía estar con Saga, ése tenía que ser Aioros. Nadie más, incluyéndose a si mismo en la lista del "nadie".
Era obvio para Shaka que los dos sentían algo especial y no entendía porque si los dos se querían no hacían nada para estar juntos. Era antilógico para el virgo. En su cabeza, todavía resultaban desconocidos los enredos del corazón y las problemáticas de la razón. No se podía imaginar todavía que él mismo descubriría lo difícil que era estar con la persona querida...
Y en su vanidad e ingenuidad, decidió no ser un obstáculo más para los dos caballeros mayores. Si ya tenían problemas, él no sería otro...
- ¡Shaka reacciona!
- No molestes Camus...
- Shaka... ¿Puedes hablar?
- Tu también Milo...
- Shaka... ¿Te puedes mover?
- Shaka... ¿Puedes parpadear?
- Shaka... ¿Puedes respirar?
- ¡Estoy meditando!
- Shaka... ¿Puedes estornudar?
- Shaka... ¿Puedes pasar saliva?
- Shaka... ¿Puedes oír?
- ¡YA CÁLLENSE! - explotaba finalmente el virgo, que abrió los ojos y misteriosamente y sin saber cómo, Camus y Milo terminaron en el suelo. Fue como si una ráfaga de viento los hubiera tirado. Pero acuario y escorpión estaban muy acostumbrados a que eso pasara cuando fastidiaban demasiado a Shaka, como para preocuparse o interesarse en el curioso fenómeno.
- Camus... creo que si puede oír... – y los dos se retorcieron de risa en el suelo, mientras que el rubio les fulminaba con la mirada.
- ¡Son unos niños!
- Tu también... - le contestó Camus, que acto seguido miró a Milo y se volvieron a echar a reír.
- ... Sí... pero... ¡Ustedes son unos inmaduros! - contestaba virgo con un puchero muy gracioso en su rostro.
- ¿Y tú no? - preguntaba cínicamente Milo.
- ¡NO...
Y más risas de los dos que adornaban con sus traseros el suelo. Tan absortos estaban en verse y reírse que no notaron cuando Shaka se marchó ofendido del lugar para irse a...
- ¿Te diste cuenta? - dijo Milo mientras se ponía de pie y se sacudía el polvo de su trasero.
- ¿De qué? - le preguntó Camus, que todavía mantenía una sonrisa por la treta jugada al virgo.
- En serio Camus, a veces me sorprendo de lo poco intuitivo que eres...
- Bueno ya... ¿De qué te diste cuenta?
- Que Shaka se quebró a los mmmm - se interrumpió mientras contaba el número de veces que lo habían fastidiado - mmmm creo que a los seis "Shaka... ¿Estás vivo?".
- ¿Y eso qué? - preguntó viendo a su amigo con curiosidad desde el suelo.
- Pues que habitualmente pierde la paciencia a las doce veces que lo fastidiamos. Está muy susceptible... Además ni nos pegó o contestó algo, sólo se fue... Creo que lo de Mu le está afectando mucho.
- ¿Tú crees? - le preguntó acuario mientras le extendía la mano para que le ayudara a levantarse del suelo.
- Sí. - Milo jaló con su brazo a Camus ayudándolo a incorporarse. - Creo que... ¡TUS MANOS!
- ¿Qué tienen! - preguntó acuario muy asustado por la forma en la que Milo miraba y apresaba desesperado sus dedos.
- ... ¡Están heladas¡Camus, tienes fiebre! No, espera si fuera así estarías caliente... Bueno que importa... el chiste es que... ¡Estás enfermo! - le dijo angustiado mientras le tocaba la frente tratando de corroborar su idea de la fiebre.
- Milo...
- ¡Tienes que abrigarte! Tenemos que ir corriendo a la cabaña para ponerte algo que te abrigue...
- Milo...
- Pero que tonterías estoy diciendo... ni siquiera deberías entrenar... Estás tan enfermo, tan pálido...
- Así es mi piel... – contestó algo enojado acuario. - Milo...
- Anda, recárgate en mí, no vaya a ser que te desmayes en el camino... ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?
- Milo...
- ¿Qué estás esperando? Recárgate... Te ayudaré a llegar a la cabaña... – y ya le estaba tomando del brazo y sosteniéndolo hasta que...
- ¡MILO! – gritó acuario fastidiado y soltándose del escorpión.
- Pero... se podría saber... ¿POR QUÉ diantre me gritas? Yo que estoy tan preocupado...
- ¡No estoy enfermo!
- Y ahora hasta alucinas... – dijo Milo con una cara de total pena y preocupación.
- Sólo tengo las manos frías... - trató en vano explicar acuario.
- Corrección Camus... ¡Tus manos están heladas! ESO NO es normal. ¡Apóyate o hago que te apoyes! - amenazó Milo.
- Sólo tengo las manos frías, desde hace varios días que están así y me siento muy bien...
- Apóyate...
- No tengo fiebre, mira, estoy saltando, estoy corriendo.
- Apóyate...
- ¡No es necesario!
- ¡Mira un avión!
Camus volteó a ver el avión que no pudo encontrar y ya no vio más porque Milo lo golpeó lo suficiente y sólo necesariamente fuerte en la nuca para que cayera desmayado. - Es por tu bien Camus... – dijo totalmente melancólico y salió rumbo al campamento cargando el cuerpo inconsciente de su mejor amigo.
Después de mucho batallar, y tener que arrastrar por momentos a Camus, llegó al campamento y preguntas siguieron a las miradas atónitas de sorpresa. Después de dejar a acuario "durmiendo" tranquilamente en su cama, y de arroparlo para que no pasara frío (léase tres cobijas y dos pares de guantes en cada mano), salió de la cabaña dónde sagitario lo esperaba.
- ¿Milo qué le ocurrió a Camus? - le preguntó muy preocupado Aioros.
- Se sentía muy mal... - dijo Milo con una cara tan triste que el arquero ya no hizo más preguntas.
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- El entrenamiento que has impuesto está siendo demasiado duro. Talvez está bien para Saga, Aioros y Shura, pero para los niños no. - dijo Arles.
- No estoy de acuerdo. - le decía Shion desde su trono, en el gran salón.
- Se están levantando demasiado temprano, y se están durmiendo demasiado tarde.
- La vida de un caballero es dura.
- ¡Pero no son caballeros! Son niños. - los ojos de Arles le miraron molestos.
- Niños que serán caballeros.
- Siento que te estás equivocando Shion. Y el que más me preocupa es Mu.
- Ya hemos hablado de eso.
- Precisamente, eso es lo que yo te digo a ti. Ya hemos hablado de eso, y no cambias.
- No veo un motivo para hacerlo.
- ¿Los que te he dado no son suficientes?
- No.
- ¡Lo estás agotando! El peso que le estás dejando es demasiado.
- ¿Debo recordarte lo que ya hablamos, Arles? - le preguntó monótonamente.
- ... Quisiera que no lo hicieras... - dijo muy triste.
- Pienso que yo no estaré aquí por mucho tiempo, y si estoy mal o estoy bien, eso no me importa. Lo que importa es que la posibilidad está presente, y si yo no estoy no hay ABSOLUTAMENTE nadie que le enseñe a Mu los deberes y secretos que tendrá al portar la armadura de Aries.
- Te contestaría que yo podría hacerlo, pero ya me has dicho que... que la posibilidad de que yo tampoco esté está ahí...
- No sabes cuanto me pesa decirte que es cierto.
- Hablemos de otra cosa. No quiero pensar ahora en eso...
- Bien. – Shion se puso de pie - Mañana por la mañana quiero que Saga, Aioros y Shura vayan a la cascada del Rozan...
- ¿Quieres que vayan a ver a Dohko? - preguntó muy sorprendido.
- Sí, y deseo que le indiques a Mu como llegar allí...
- ¿Por qué no los llevas tú?
Shion palideció por la pregunta. La razón de no ir no estaba clara en su mente ni en su corazón. Pero había algo de él que no deseaba ir. - Han pasado tantos años que... no quiero que me vea así...
Arles miró a su hermano. Había ya mechones blancos adornando el cabello verde, su rostro mostraba algunas arrugas y últimamente lucía muy delgado. - Pero seguramente Dohko tendrá ganas de verte...
- Estoy seguro que él tampoco desea que yo lo vea...
- Pero Shion, es ilógico. Ustedes son amigos que no se han visto en años...
- Es nuestro deseo atesorar la imagen de lo que antes éramos. Y ya no deseo hablar del asunto. ¿Podrías avisarle a Mu?
- Por supuesto que sí. Haré lo que me pides. Con tu permiso.
Arles se retiró del gran salón dejando solo a Shion que nunca se había sentido tan viejo.
CONTINUARA...
Un beso a todas y todos los que siguen el hilo de esta historia. Disculpen el retraso pero mi computadora después de "medio"arreglarse por sí sola volvió a chambonear por un rayo que le cayó...
jajajajajajajaja no me extiendo por que estoy en un cyber pero... ¿En qué acaba Mulan 2? Siempre he querido verla...
Aurora...
