XXXIII
- Te estás equivocando Shion... - Arles salió de detrás del pilar y caminó hacia el trono, donde su hermano se encontraba sentado y frustrado.
- ¿Equivocándome? Por Athena... si no he hecho nada...
- ¿CÓMO es posible que no lo puedas ver? ESTO está más claro que la luz...
- Estoy tan cansado Arles...
- ¡Está es tu obligación! Nadie puede tomar las decisiones por ti...
- ¡YO NUNCA QUISE TERMINAR AQUI! - se levantó furioso Shion y se dirigió a uno de los tantos ventanales que adornaban la habitación por completo. - Y el que se equivoca eres tú... ¡Estoy tomando decisiones y estoy tratando de que el santuario no se venga abajo!
- ¡Tú mismo estás tirando todo abajo¡¿Es qué no te das cuenta¡¿Tan ciego te has vuelto!
- ¡BASTA! Te prohíbo que me vuelvas a levantar la voz de esa forma. Recuerda quien soy aquí, y borra de tu mente que puedes dirigirte a mí como un igual...
- Soy tu hermano Shion...
- Y tu hermano es el Patriarca...
- Te estás equivocando... - Arles movió su cabeza de un lado a otro en total desaprobación - Saga vino por una respuesta, por un motivo que explicara tu conducta para con Kanon... y no le diste nada... sólo desconfianza y arrogancia.
- Tengo mis razones...
- Y nadie entenderá tus decisiones y mucho menos acatarlas si no te das a entender...
- No tengo que darme a entender. Yo sé mejor que nadie que le conviene a este santuario...
- Si lo supieras no estaríamos hablando de esto. "¿Al contar cinco estrellas en el firmamento deja de meditar!" - Shion retrocedió algo apenado, y bajó su mirada al piso.
- ¿Qué diantre te está pasando por la cabeza! Confundes a Mu, agotas a los niños, apartas y desafías a Kanon y a Saga... ¡QUE PASA CONTIGO!
- ¡Es lo mejor! Kanon no aceptará lo que yo disponga, pero cuando todo cambié lo tendrá que hacer y lo hará... Mu, debe aprender cuanto antes y los niños también deben mejorar... Vendrán tiempos difíciles...
- ¡Ya cállate! – una cachetada golpeó el rostro de Arles, pero este no detuvo su discurso - ¿No te das cuenta de lo que estás diciendo? Hablas como si todo esto ya estuviera perdido. Y dices que tomas medidas para salvar al Santuario. Estás mezclando todo, ni tú sabes lo que quieres... Quieres que el Santuario se salve y a la vez aceptas que todo está perdido...
- Tengo que velar por la posibilidad de que...
- Las estrellas se han equivocado antes y TU también puedes hacerlo... Estás empujando y echando todo a la basura por simples suposiciones que...
- SABES MUY BIEN QUE NO SON SUPOSICIONES...
- ¡Y tú sabes muy bien también que TE ESTÁS EQUIVOCANDO y estás metiendo la pata hasta el fondo!
- Tengo que...
- ¡Tu estás hundiendo todo, con decisiones precipitadas, con actitudes que no van con tu cargo, por no dar respuestas claras y por apartar a los caballeros de tu mando! PORQUE ESO es lo que estás haciendo... Los estás apartando...
- Aioros...
- ¡Aioros es UN solo hombre, un niño SIN armadura! Saga es mayor, tiene su armadura y Kanon merece una también. Te estás ganando enemigos...
- Tuvimos un disgusto solamente... Eres un alarmista...
- ¡Y TU UN CIEGO!
- ARLES NO ME...
- Eres mi hermano antes que nada y como tal oirás la verdad, quieras o no. No me voy a callar sólo porque no te parece. - tomó del brazo a Shion violentamente y lo vio directo a los ojos. - ¿CUÁNDO Saga te había levantado la voz? DÍMELO... ¿Cuándo te había desafiado¿Cuándo te había contradicho¿Cuándo Shion, por Athena CUANDO?
Shion pasó saliva y guardó silencio.
Arles lo soltó y en su mirada sólo había derrota. - Los estás perdiendo... a Saga y a Kanon... y al Santuario. Tu, sin ayuda estás hundiéndonos... ¡Qué amenaza ni que nada Shion...! Nosotros seremos los únicos culpables...
Y salió dejando a Shion con mucho que pensar y... digerir...
Saga caminaba tan furioso que no se dio cuenta de que arrolló a Aioros hasta que oyó la voz del arquero desde el suelo.
- Vaya, tal parece que te lleva el diablo...
El gemelo algo avergonzado por exteriorizar su conducta y por haber tirado a Aioros, le ofreció una mano para ayudarlo a ponerse de pie. - Lo siento, es que...
- ¿Vienes de ver a Shion? - interrumpió sagitario, tratando de adivinar por donde iba la cosa a la par que se ponía de pie honrado de tomar la mano de Saga.
- Exactamente. - dijo sumamente amargado.
- ¿Y por ello estás así?
Saga dio un largo suspiro, cerró sus ojos y los volvió a abrir. No podía ocultarle nada a Aioros. - Sí... - se sentó en el suelo, y se quitó el casco dorado que su cabeza lucía orgullosa. Los largos cabellos azules fueron arrastrados por el viento y la mirada esmeralda del portador se veía tan triste y frustrada que el arquero se sintió mal por ver a su "amigo" de esa forma.
Aioros se sentó lentamente perdiéndose en el rostro de Saga que para él era como una bandeja de plata a sus pies. Era casi imposible poder regodearse con ese rostro ahora lleno de emociones y en esos momentos lo podía hacer a su antojo. Grababa cada expresión y cada gesto, pero cuando recordó el estado melancólico y frustrado en el que se encontraba el gemelo despejó su cabeza de esos tontos sentimientos para escucharlo.
- ¿Qué pasó?
Saga desesperado se pasó las manos por sus cabellos. – Todo pasa... y nada cambia... Por más que trato las cosas parecen llevar un flujo antinatural... un flujo que no puedo parar... No puedo dejar de culparme por todo lo que ocurre y cuando trato de enmendar mi culpa me siento peor aún...
- Saga... - Aioros iba a pasar una mano por el cabello del gemelo pero este detuvo su mano y la puso cálidamente en el suelo.
- Antes de empezar a consolarme, escúchame por favor y no me juzgues por lo que pienso... Talvez después de todo lo que te confiese, tú dejes de... - Saga detuvo su mirada en las escaleras que seguían más abajo. ¿Cuál era la palabra adecuada?
- ¿Quererte? Saga no seas ridículo... Eres un buen hombre, tu tormento es prueba de ello y jamás podría dejar de quererte. Mucho menos condenarte por algo que sientes o piensas... - Aioros se perdió en esos ojos verdes que tanto quería y que no podía nunca descifrar.
Se miraron a los ojos por segundos que les parecieron eternos hasta que Saga dirigió su mirada al cielo. - Kanon está insoportable y no le culpo... tiene toda la razón de estar molesto conmigo y... con todos...
- ¿Por qué dices que todo esto es tu culpa? No entiendo porque siempre te estás mortificando tanto...
- Porque lo es. Pasé mucho tiempo sin abrir los ojos e ignorando lo que ocurría a mi alrededor. Ahora que por fin los abro me encuentro con escenas que me resultan increíbles y con situaciones que aún cuando trato de corregir no puedo... Estoy tan cansado Aioros... Y ya no se que más puedo hacer... He hablado ya con el Patriarca y él... él está completamente perdido...
Aioros se levantó y miró algo enojado a Saga. - Tomar decisiones duras no es estar perdido Saga...
El joven géminis se levantó también a su vez y confrontó a Aioros con la mirada. - No, pero tomar decisiones ridículas y desesperadas si lo es.
- Te equivocas...
- No, y ya no fingiré que soy ciego y que no me doy cuenta del mal manejo de las cosas en este Santuario...
- ¿Cómo te atreves! - dijo indignado Aioros - ¿Cómo puedes ser tan malagradecido? Shion ha hecho todo lo posible para que estemos bien, nunca nos ha faltado nada...
- A ti nunca te ha faltado nada. Ni a ti ni a Aioria. Pero se te olvidan los demás... ¿Qué hay de Kanon?
- Él es tu hermano y...
- Estoy cansado de escuchar las palabras de Shion en tu boca. ¿No puedes pensar por tu cuenta acaso?
Aioros negó incrédulo con su cabeza. ¿Por qué Saga le hablaba de esa forma¿Qué había hecho él para merecer el trato de idiota sin cerebro?
- ¿QUÉ DIABLOS PASA CONTIGO? Por supuesto que puedo pensar por mi cuenta y lo que TU no logras ver es que no puedes escuchar otra versión que no sea la tuya ni la de Kanon. - los ojos claros perforaron a Saga quien nunca lo había visto así, tan ofendido y tan molesto.
Aioros continuó. - Si quieres hablar con alguien pero no quieres escuchar una opinión diferente a la tuya, ve a mirarte a un espejo mientras hablas. Tu reflejo seguro que te hará feliz...
Y Aioros se fue sumamente molesto a su cabaña a ver si el "gruñón" de Shura ya había regresado. Parecía que en ese día sólo conseguía meter la pata con los demás.
Shura se hallaba en las afueras del coliseo, tumbado en el suelo, sin importarle el frío, la tierra y el hecho de que era ya de noche. No quería regresar a la cabaña y ver a Aioros. Sabía que con una sola mirada tierna del arquero terminaría pidiendo disculpas y no quería disculparse.
Reconocía que había tenido mucha culpa y que nadie le tenía que soportar desplantes de mocosito puberto pero era también verdad que Aioros se había metido en terreno peligroso estando ya bajo advertencia.
Estaba viendo la nada con sus ojos negros cuando escuchó pisadas, esperando no encontrarse con Aioros se volvió y para su alivio se encontró con el pequeño Aioria.
- ¿Aioros? - llamaba el niño que se parecía tanto al muchacho que trataba de evitar.
Shura no sabía que hacer. Quería permanecer escondido pero una vocecita que curiosamente usaba el tono de Aioros le decía que era peligroso que el niño se aventurara en la oscuridad y por el bosque tan de noche y sin compañía. Rendido a su conciencia, el español decidió alertar a Aioria.
- Aioros no está aquí Aioria, y será mejor que los dos nos vayamos, ya es muy tarde. – dijo mientras se ponía en pie y se sacudía la tierra.
- Aaaaa bueno... ¿Y tú que hacías aquí solo Shura? - preguntó el niño de ojos verdes a la vez que se acercaba al español.
Y capricornio no sabía que contestar porque ni él sabía bien que estaba haciendo acostado en el suelo con la única vista intrascendente del coliseo... ¿Evitar a tu hermano sería una respuesta válida?
- Sólo pensaba chaval... – dijo Shura acercándose al pequeño, pero se detuvo espantado a medio camino cuando notó que el niño convulsionaba y escondía su cara entre sus manos. Asustado por el ruido que salía de la boca del niño se acercó casi corriendo hasta que se dio cuenta de que era un idiota amargado... Aioria no estaba convulsionando... se estaba riendo...
- ¿De-de qué te ríes? - Shura ahogó la pregunta "¿Por qué te ríes así?" en sus pensamientos. Y es que la risa del niño era algo de miedo. Parecía un cerdo conjugado con un caballo...
- Dijiste chaval... – y comenzó a reír nuevamente.
Por alguna extraña razón se sentía mucho más cómodo con Aioria que con Aioros. Bueno, analizando no era extraño, dado que el niño era toda una "figura", es decir algo malcriado pero a la vez muy simpático al cual era muy divertido fastidiar y hacer reír.
Hasta Shura que era sumamente seco lograba hacerlo reír... y sin decir mucho, lograba una buena plática con el niño. Pasaba lo mismo con Aioros, pero este siempre le acosaba con preguntas de su familia y Aioria no. Esa era la diferencia.
- ¿La palabra chaval se te hace graciosa?
- Todo lo que tú dices es gracioso...
- ¿Qué tengo cara de payaso o qué?
- Jajajajajajaja No... es que hablas gracioso...
Y mientras discutían el gracioso acento de Shura, ambos llegaron a las cabañas. Se separaron con sonrisas y Shura se preguntó porque Aioros no podía ser como su hermano pequeño...
Como siempre el claro... como siempre desierto, o eso era lo que pensaba Kanon hasta que oyó una voz que lo sacó de sus fúnebres pensamientos.
- Kanon... ¿Qué haces aquí? - preguntó un pequeño Milo que al ver tan serio al mayor se espantó un poco.
Kanon lo miró triste, pero no pudo evitar sonreír al ver al pequeño. Aquel niño al principio era tan triste y tan cerrado, y ahora se le veía tan feliz y dulce. Era claro que la compañía de los otros pequeños, especialmente la de Camus, le había transformado y apaciguado. Se preguntó si era posible que aquella transformación ocurriera también con él...
- Nada, Milo sólo pensaba...
- ¿En qué?
Al no saber responder y al no querer hacerlo en realidad, Kanon le cambió el tema. - Oye, escuché que Camus había enfermado... ¿Está mejor?
A la mención del nombre de Camus, el rostro de Milo se iluminó y Kanon se dio cuenta de ello. Aquel niño que tanto apreciaba era tan feliz y él estaba muy alegre por ello. Después de media hora de hablar de acuario, Kanon terminó con una sonrisa en sus labios.
- Sabes Milo... cuando te vi por primera vez aquel triste día... me recordaste tanto a mí...
Las turquesas de Milo se abrieron en sorpresa. - ¿De verdad?
Kanon asintió. - Sí. Y... sólo te quiero decir que... te quiero mucho y que con sólo mirarme te has ganado mi respeto...
- Kanon...
- Muchas cosas pueden pasar Milo, pero mi afecto por ti no va a cambiar nunca. - Kanon abrazó a un muy confuso escorpión.
- Parece como si te estuvieras despidiendo... – dijo alarmado Milo.
Y la verdad era que Kanon lo estaba haciendo. No planeaba irse ni mucho menos, pero había cosas que tenía que hacer y temía perderse en el trayecto, y ya nunca regresar a ser el mismo. Ya nunca poder ser capaz de dar una muestra de afecto o hablar con el corazón... como ya le había ocurrido anteriormente.
- Eres un niño muy fuerte y estoy orgulloso de ti. Nunca dejes ir lo que quieres Milo y nunca creas que no eres merecedor de lo que tienes. Tú mereces todo lo que puedas querer... No vaciles, no corras y nunca huyas... Cuida al Santuario y a tus amigos, que son tu familia... Aprende a perdonar y cree en ti... - Kanon acarició la mejilla del niño.
- ¿Por-por qué me dices esas cosas? - preguntó casi llorando el escorpión.
- Porque son las cosas que a mí me hubiera gustado escuchar, y el tiempo nunca me ha dado la oportunidad de escucharlas. Es mi consejo para ti, tenlo en cuenta siempre, nunca lo olvides y se valiente Milo...
Después de una sonrisa intercambiada, Kanon se alejó para ya nunca regresar a ser el mismo.
Y Milo grabó las palabras de Kanon en su corazón, aún sin comprender y aún sin saber que ese momento llegaría a ser el único sostén en el que podría apoyarse en un futuro...
- No puedo creer que estemos durmiendo a la intemperie... – dijo Shaka en tono molesto.
- Sí... – fue la contestación adormilada del pequeño carnero.
- No puedo creer que Milo nos haya corrido de nuestra propia cabaña...
- ... Sí...
- No puedo creer tampoco que lo hayamos permitido. ¡Camus está más sano que una zanahoria naranja! No podría contagiarnos y mucho menos nosotros transmitirle bacterias.
- ...
- ¡Mu¿Me oíste Mu? - el rubio dejó de ver molesto el cielo negro sin estrellas para mirar al que estaba a su lado en las colchonetas improvisadas que habían colocado sobre el suelo.
Y Mu estaba ya cayendo en un profundo sueño cuando abrió los ojos y se topó con un Shaka irreconocible. Se le veía triste, con las comisuras de los labios hacia abajo, con la cabeza gacha y con esos ojos que tanto le gustaba ver y que tanta alegría le daban, cerrados.
Comprendió que talvez se había portado algo insensible al no escuchar a su amigo pero es que se sentía tan cansado. - ¿Entonces te gustan las zanahorias naranjas? - preguntó todavía muy ido y atolondrado el borrego.
Shaka asintió lentamente con su cabeza, sin abrir los ojos y se acostó. Se sentía tan triste y tan solo... Mu ya nunca le ponía atención y las pocas veces que se veían en el día, siempre tenía sueño...
El virgo siendo un niño sumamente especial por contar con un carácter extravagante y por los poderes no tan normales que poseía, había sentido afinidad desde el principio con el pequeño aspirante a la armadura de Aries. Con el paso del tiempo esa afinidad se convirtió en una amistad a la que se fue volviendo dependiente... ¿Y cómo no hacerlo si nadie más que Mu comprendía las cosas que hablaba y sentía Shaka?
Y ahora no había con quien hablar, y por más que intentaba, Mu siempre estaba indispuesto. Comprendía que su amigo estuviera cansado, comprendía todo a la perfección... pero eso no le hacía aceptarlo. Resentía demasiado el abandono del carnero...
Mu, al oír el tibio "Buenas noches" que Shaka le dio, cerró los ojos y ya no supo más. Al otro día el carnero ya no recordó nada de lo acontecido esa noche... pero el dulce rubio sí...
- Otra noche sin estrellas y otra mañana sin rayos del sol que nos alumbren...
- ¿Es ese tu modo de disculparte Arles? - preguntó el Patriarca desde el mismo ventanal en el que el otro lemuriano lo había dejado. Parecía que en toda la duración de la noche no se había movido ni un centímetro.
- Es mi modo de decir que lo que dije ayer fue la verdad, y que estoy hoy aquí, para servirte a ti y al Santuario.
- Disculpa aceptada...
Arles prefirió no contrariar de nuevo a su hermano. Al fin y al cabo venía a hacer las pases y a plantearle otra cuestión a Shion. - Vengo a decirte que Mu está listo y ya sabe como llegar a la cascada de Rozan... Cuando tú indiques y quienes tu dispongan pueden salir a conocer al viejo caballero de libra...
CONTINUARA...
Grax a todas las que me leeen... espero qeu este capítulo sea de su agrado... la verdad es que la falta de tiempo, ánimo y sobre todo el cansancio me vio en la necesidad de no llenar las 10 páginas de word T.T pero bueno... creo que la mayoría de los personajes salieron y eso es lo bueno...
Besos :)
