XXXIV

Aioros entró a la cabaña deprimido por todo lo que había pasado a lo largo de su día... Pues con todo aquel con el que se había detenido a conversar, terminó a gritos y peleando. En conclusión breve, la había regado con todos...

No, se corrigió. Era cierto que la había regado con Shura, pero no se arrepentía de lo que le había dicho, o más bien gritado, a Saga.

¿Cómo podía no defender a Shion de palabras tan llenas de veneno?

No era un ciego pero tampoco era un ingrato. Shion siempre lo había cuidado a él y a su hermano. Siempre. Lo quería como al padre que la vida le había arrebatado a una hora muy temprana. Y, ni siquiera Saga lo haría blasfemar el nombre del ser que más amor le tenía, que siempre lo había tratado como a un hijo y que, TODOS egoístamente, depositaban los pesos de sus vidas sobre los hombros de ese solitario hombre. UN solo hombre cargando el peso de todos...

Y culpar era demasiado fácil...

¿Qué, si Shion había sido indiferente con Kanon? Nunca lo trató mal, nunca le negó un lugar, comida, un techo, nunca fue grosero. Su trato había sido cordial y justo. ¿Qué esperaban Kanon y Saga?

Kanon era el hermano de Saga y ése era el problema que el menor no lograba comprender ni aceptar. Él se hubiera enorgullecido de tener un hermano como Saga, pero al parecer Kanon no, no le bastaba con serlo... Era, talvez demasiado ambicioso...

Mucho había permitido el Patriarca, al dejarlos permanecer juntos, al igual que a él y a su hermano pequeño.

Otro con menos corazón y más egoísmo lo hubiera raptado del orfanato y dejado a Aioria en manos de desconocidos o bien en el otro caso, hubiera dejado abandonado a Kanon a su suerte en Cabo Sunion...

Pero como siempre, nada nunca resultaba suficiente... y siempre había culpas que cargar y problemas por los cuales lamentarse...

- Llevo media hora sentado aquí, viéndote. ¿Podrías hacer como si me miraras y me pusieras atención? Irónico ¿no? YO pidiéndote TU atención...

Aioros se volteó y descubrió sentado entre la oscuridad al español. Lo miró y... no supo que decir ni cómo actuar.

Se había pasado... sí, lo aceptaba. Pero había una razón. Algo en su interior le decía que Shura no estaba bien, que su humor negro y su carácter seco obedecían a un poderoso porque. Y aún cuando no era su asunto ni su problema, al verlo todos los días tan solo y tan necesitado de afecto, no pudo evitar tratarlo como a un pequeño hermano...

- Lo siento Shura... - fue lo único que se le ocurrió decir, estando todavía de pie.

El aludido, parpadeó en sorpresa. ¿No era ÉL quien tenía que disculparse con Aioros? Por tratarlo siempre tan mal, por gritarle y por ser tan difícil con el único objeto de fastidiarle... Se quedó mudo...

Aioros por su parte se sentó lentamente frente a él. - Hay tantas cosas que ocurren... tantos problemas que deseamos olvidar... pero no se puede, y no debemos...

Sin saberlo las palabras de sagitario le llegaron al corazón a Shura. ¿Cómo era posible que alguien al que nunca le había contado nada, pudiera elegir sus palabras con tanta razón y certeza? Luchando por no decir nada, por salir airoso de la cabaña se puso de pie de forma rápida y torpe, y colocó un sobre blanco a un lado de Aioros.

- La escribí y... ya, no hay nada más que decir sobre ese asunto, está cerrado... Lamento lo de esta tarde, no fue mi intención... Nunca ha sido mi intención... – y ya iba rumbo a la salida, aceptando pese a su orgullo que iba huyendo de la realidad de su vida... de su hermano... cuando, sagitario le detuvo al pronunciar su nombre.

- Shura... – lo llamó con voz baja y tranquila.

Éste comenzó a hablar sin volverse. - Alguna vez tuve un hermano. Tú no eres como él, y me alegro que así sea... Aún así, no me pidas ni me trates como si yo lo fuera... no puedo Aioros... no puedo... Discúlpame...

Comenzó a caminar de nuevo hacia la puerta, pero una mano sobre su hombre lo hizo detenerse nuevamente. - Ya es muy tarde Shura... porque ya te quiero como si lo fueras...

Un espasmo recorrió el cuerpo del español. No podía llorar, no quería hacerlo. No volvería a romperse, no por otro ser... Y aún así, sin quererlo, comenzó a temblar y a respirar agitadamente, ocultando así los pequeños sollozos que comenzaban a surgir de su garganta.

Movió su hombro violentamente y apartó la mano de sagitario. Se volvió, y su mirada oscura era una tormentosa y sufrida. La de un pobre niño que corre aterrado por el camino, sin saber a donde va, sin saber qué va a hacer.

Su instinto de supervivencia le gritaba que corriera de nuevo. Pero las piernas no le respondían y estaba cansado de hacerlo... Ya no ocultaría nada, ya no callaría, ya no huiría... Ya no, nunca más...

Enfocó la vista en las piernas de Aioros. No quería escuchar anda, no quería mirar, no quería nada... sólo seguir respirando y dejar de huir...

El arquero estaba desconcertado, pues de ver en aquellos ojos negros una mirada tan sufrida ahora podía leer una mirada perdida. ¿Qué diablos ocurría? Preocupado porque Shura se veía ausente y parecía estar de pie por pura casualidad del destino, con suavidad lo condujo hacia la silla que antaño había ocupado y esperó en silencio...

- Yo lo oculté... lo oculté... no debí de hacerlo... - el tono maduro de Shura se había perdido. Hablaba como lo que era, un niño perdido y las palabras que salían de su boca eran torpemente balbuceadas.

Asustado por el cambio radical de su amigo, el arquero se le acercó y comenzó a acariciarle el cabello para tranquilizarlo. Pero el español volvió a despreciar sus gestos y se aferró después con sus dos manos al borde de la cama. Su pecho subía y bajaba y se veía que trataba de pronunciar palabra, pero su agitación no le dejaba hacerlo correctamente.

- Fue mi culpa... debí de haberlo dicho... DEBÍ... debí... de haberle puesto un fin... pero... no lo hice...NO LO HICE... debí... no lo hice... no lo hice...

El niño estaba totalmente descolocado. Parecía un loco hablando de cosas sin sentido y perdiéndose en sueños donde el único habitante eran aquellos ojos negros propios. Aioros volvió a acercarse prudentemente y comenzó a susurrar un quedo shhhh.

Había querido que Shura le contara sus problemas y sus temores, para liberarlo de una carga que sabía se le vendría encima en el futuro, pero... no quería esto...

Lo miró de nuevo, definitivamente, esto no era lo que él había buscado... Verlo temblar y susurrar, para después gritar cosas que en su mente comenzaban a cobrar sentido pero que de todas formas parecían locuras de un trastornado...

- No les conocí... pero murieron... fue mi culpa... MI CULPA... están muertos... YO les maté con mi silencio... debí de haberlo dicho... debí de haberlo acusado... no debí ocultarlo... perdónenme... perdónenme... por favor perdónENme... – la mirada antes perdida ahora miraba hacia arriba implorante.

Y avanzando lentamente, Aioros se le fue acercando, hasta que consiguió abrazarlo sin ser rechazado. Lo abrazó tiernamente para que no se diera cuenta, y le pasó sus dedos sobre su cabello de forma casi imperceptible. Comenzó a tararear una canción triste, y Shura fue tranquilizando su respiración, hasta que dejó de hablar y ni cuenta se dio cuando sus ojos se cerraron...


Ahora el enfermo era Milo...

Camus comenzaba a creer realmente que el escorpión había estado en lo correcto, que talvez si había tenido fiebre, y que talvez si estaba mal el tener las manos tan frías y que por ello, el que tantos cuidados le había proporcionado ahora se encontraba tumbado en una cama, sudando frío y tiritando aún cuando estaban a treinta y cinco grados centígrados.

Estaba muy preocupado por Milo. Y es que se veía muy mal. Deliraba entre sueños extraños, extendía sus manos como si buscara algo, y de sus labios salían pequeños gemidos que Camus en su gran amor oía temeroso como si fueran grandes gritos que le pedían ayuda desesperadamente.

Había ido a buscar a Aioros que era el más cercano a su cabaña y no había encontrado a nadie. No sabía donde encontrar a Shaka y a Mu, pues Milo los había mandado lejos para no contagiarlo a él, y no se habían molestado en regresar.

Cuando decidió que lo más correcto era correr hacia géminis y llamar a Saga o a Kanon, le dio miedo dejar solo al escorpión. Estaba tan débil, que no... no podía dejarlo.

Y no encontraba como ayudarlo. Más de una vez, le había tomado de la mano y había sentido como el escorpión hervía. Por más que le llamaba, y que le acariciaba el pelo como sabía que le gustaba a Milo, éste no respondía. Se revolvía entre las sábanas sin abrir los ojos y acuario se encontraba desesperado y temeroso.

Esperó a que alguien regresara al campamento, pero nadie había vuelto. Ni siquiera Kanon, que siempre solía pasear por ahí, perdiéndose entre el bosque, el claro, el coliseo, las cabañas... no lo había visto y ya no sabía que hacer. La única forma que había encontrado de ayudar a Milo era colocándole sus manos en el rostro...

Y se le hacía bastante extraño hacerlo. Pero era la única forma de bajarle la fiebre. Bueno, pensó, por lo menos un buen uso a mi frialdad...

Se dio cuenta de que si se esforzaba y concentraba durante algún tiempo, podía enfriar más y más, y que cuando rompía la posición sus manos volvían a estar frías pero no tanto. Era como si él pudiera controlar la frialdad de sus manos. Mucho más extraño.

Estaba sentado frente a la cama donde el enfermo reposaba, esperando y queriendo gritar por ayuda. Se sentía igual que en el accidente de sus padres (), indefenso y solo, con la responsabilidad de sacar adelante al que tenía en frente y sin saber cómo hacerlo.

Como aquel día, en el que había despertado en el asiento trasero, por un dolor penetrante en su cabeza, y, había encontrado a sus padres llenos de heridas y sangre... Por más que les tomó la mano, que les llamó, que les acarició, no despertaron...

Comenzó a gritar horrorizado por ayuda. No entendía porque en la oscuridad de la noche no había nadie que los socorriera. Intentó salir del carro y correr, evitar la mirada de aquellos dos que en el asiento delantero veían fijamente sin parpadear, pero por más que golpeó las dos puertas de los asientos traseros, no consiguió abrirlos.

Recordó como los gemidos de su garganta comenzaron a perderse, cómo por más que intentaba ya no había voz con la cual gritar y cómo sus ojos comenzaban a ver borroso y por más que trataba ya no podía hacer nada más que caer víctima del cansancio, sabiendo pese a su corta edad que cuando sus zafiros volvieran a abrirse... ya nada sería lo mismo...

Igual que en aquella terrible ocasión, Camus comenzaba a perder la paciencia y el valor. La fiebre era cada vez más difícil de controlar y Milo ya no jadeaba, en cambio se revolvía más y más. Se pasó las manos por el cabello frustrado.

¿Por qué de nuevo no había nadie para ayudarlo¿Por qué siempre tenía que estar solo¿Por qué las personas que eran la base de su vida debían marcharse¿Por qué siempre estaban en peligro¿Por qué habían muerto¿Moriría Milo?

NO. Ni pensarlo. No estaría solo de nuevo. No permitiría que le arrancaran otra vez a lo que más apreciaba y quería. No esta vez, no esta vez, no esta vez...

Repitiendo esas palabras, Camus cerró los ojos, respiró fuertemente y colocó sus manos sobre el cuerpo de Milo sin tocarlo. TENÍA que bajarle la fiebre. De alguna forma, sabía que podía enfriar las cosas. De alguna forma tenía que enfriar todo el cuerpo de Milo, no sólo su rostro...

Sin saber si funcionaría Camus rogó al cielo que por favor esta vez no... no esta vez...


"Aioros es un ciego más... Si piensas detenidamente, te darás cuenta de que todos los que te rodean son unos ciegos... Shion es el principal y es de él, de donde proviene la mayoría de la ceguedad de los demás..."

Saga caminaba por un paraje que no reconocía, y que ni él mismo sabía porque lo estaba siguiendo. El templo de géminis estaba muy lejos al igual que el campamento. - ¿Todos son unos ciegos? - preguntó al aire, o más bien ESO parecería a un extraño que estuviera observando, porque realmente Saga estaba preguntándole a la "voz".

"Efectivamente. Mira a tu propio hermano... Envuelto en su propia miseria no se da cuenta del daño que provoca. Lo único que le importa es él, EL, y EL..."

- Te equivocas... ¡YO le importo! - dijo mientras escalaba con dificultad un par de rocas. Estuvo a punto de resbalar.

"Si te reconforta saberlo, pues SI, en efecto le importas, pero sólo cuando te estés muriendo o pudriendo... En estos momentos Kanon es un ciego, peligroso... pero ciego...

- Él NO ES peligroso...

"¿Quieres que te recuerde la visión que tuviste al obtener tu armadura? Porque eso, mi querido Saga fue UNA visión... no una ilusión...

- ¡Mientes... CALLATE! - el géminis comenzó a taparse los oídos con sus manos y gritó sonidos graves para tratar de no escuchar... pero la voz no era cosa de ser oída...

"¿Deseas IGNORAR la verdad? No seas un cobarde, eres el caballero de géminis no cualquier otro. Cumple tu deber, escucha la verdad y pelea por ella. Lucha, Saga, lucha."

- ¡Esto NO es una pelea, es la vida real! – gritó indignado.

"La vida real es una pelea constante y más te vale aprender eso o terminarás muerto más rápido que un pájaro volando."

Saga río - ¿Qué... sugieres acaso, que peleé con todos en este Santuario nada más porque tu piensas que debo hacerlo? - volvió a reír irónicamente - Nunca escucharía y mucho menos obedecería a una voz que me indica que golpear a mi hermano y a todos los que han sido mi familia es EL camino a seguir... ¿Qué creíste... aquí está tu estúpido para acosar y mandar? ... Idiota...

Repentinamente Saga se halló en el suelo jadeando, con su frente pegada al suelo. Una descarga en su cerebro le había hecho caer de dolor. Se sujetó la cabeza sin poder creerlo. ¿Acaso...

"No me retes Saga... no vuelvas a hacerlo... nunca...

- ... ¡Cómo... - Saga se ponía de pie lentamente algo asustado, todavía sintiendo un agudo y perforante dolor en su frente que seguía sobre su sien izquierda y le recorría el resto de la cara.

"Yo te respeto, tú respétame... Y escúchame."

Todavía muy impactado por el dolor Saga decidió sentarse en una de las rocas. Esto no le estaba gustando nada... Ya no era sólo escuchar una voz, sino sufrir por efecto de ella... Y... ¡QUÉ RAYOS HACÍA EN ESE LUGAR! Ya no recordaba si había sido su intención ir por ese camino... ¿Cuándo había cruzado... cómo había llegado?

"La montaña que está a tu izquierda oculta por una niebla es Star Hill."

- ¡Cómo pudiste herir...

"Te tendrá que ser suficiente saber que PUEDO hacer eso y más. Escucha, calla y razona."

- ¡No... – pero una fuerza invisible lo hizo volver a sentarse. Era como si no pudiera controlar los movimientos de su propio cuerpo...

"Star Hill es un lugar sagrado que ningún corriente mortal puede pisar. Sólo el que ustedes llaman Patriarca tiene permiso de entrar..."

- ¿Por qué... por qué me dices esto? - dijo mientras el sudor de su frente escurría. Por más que trataba no lograba ponerse de pie...

"¿Sabes lo que se encuentra oculto y protegido en Star Hill?"

- No... no se que hay ahí... - preguntó mientras trataba nuevamente ponerse de pie, pero NUEVAMENTE era jalado hacia abajo convirtiendo en inútiles todos sus esfuerzos.

"Nike está ahí..."


El brillo de una estrella fugaz iluminó el oscuro firmamento... Y después de esa siguió otra y otra, y otra más. Algo estaba sucediendo...

- Shaka... - Mu cerró los ojos y se dedicó a sentir el ambiente a su alrededor.

- Lo puedo sentir... yo, también lo siento... está, cerca... – dijo lentamente el rubio.

- ¿Es... es éste el momento que ha estado esperando mi maestro? - el carnero abrió sus ojos nuevamente y miró los celestes del virgo que, mantenía la mirada gacha, inmerso en sus propios pensamientos, sacando conclusiones de lo recién visto...

Shaka dio dos pasos al frente y volvió a observar el cielo de la noche... No había sonidos de ninguna clase; sólo estaban ellos dos y las estrellas que brillaban con... algo diferente...

Era extraño... Justamente ayer no había una sola entidad que presumiera su esplendor... y ahora... había todo tipo de constelaciones en el cielo, desparramadas unas sobre otras en un hermoso orden divino.

- Mira la luna...

Mu caminó los pasos que le faltaban y se colocó junto al rubio. Lo miró serio y después dirigió sus orbes a aquel fantasma plateado que flotaba alrededor de la Tierra. - Hay un aura gris rodeándola... – dijo sorprendido.

Shaka dirigió su mirada celeste al carnero. - Ha llegado el momento... – dijo entre emocionado y serio.

- ¿A-ahora? - preguntó con su vista fija en el cielo, tratando de descifrar dónde sería el lugar...

- Esto es sólo la anunciación... pero es cuestión de días o... – miró a Mu con intensidad - ... horas...

- ¡Debemos avisar a mi maestro! - y Mu comenzó a correr en dirección al recinto del Patriarca sin importarle que tenía prohibido ir hacia esos terrenos.

Se detuvo al no sentir el ruido de su compañero, se dio la vuelta y vio como Shaka seguía mirando el cielo con un brillo en aquellas dulces orbes que no podía ser siquiera comparado con el de aquellas presumidas estrellas... Se veía tan bonito, tan lindo...

Sacudió la cabeza para dejar de pensar en tonterías, y se apresuró a regresar junto a su amigo. Tímida y temerosamente le preguntó - ¿No vienes conmigo?

Shaka lo miró fijamente con sus celestes lo cual incomodó algo a Mu pero este último no dijo nada, ni lo manifestó. - Creí que... ¿Quieres que te acompañe? - le preguntó con la sonrisa que el pequeño aries tanto extrañaba ver...

Mu le sonrío y siendo demasiado atolondrado para las palabras lo único que atino a hacer fue tomar la mano de Shaka y comenzar a correr, procurando así la compañía de su mejor amigo...


Shion abrazaba efusivamente a Arles. Por fin, había llegado el momento.

Tanto tiempo invertido para procurar tener todo listo para su llegada y ya... ya casi había terminado su labor. Sabía que lo complicado estaba a punto de comenzar, que las peleas no tardarían en empezar... pero... teniéndola a ella de su lado, su voluntad ya no volvería a flaquear y su viejo cuerpo recobraría de nuevo las fuerzas por el puro afán de sentirla en el recinto...

Lágrimas de emoción escapaban de los dos rostros lemurianos. Expresiones de felicidad se podían oír también...

Y es que la esperanza estaba cerca... tan cerca... y las estrellas volvían a brillar olvidando la terrible tragedia que una sola noche atrás era motivo de una amarga discusión...

Ella era la esperanza del mundo... y estaba a punto de llegar...

CONTINUARA...


Sorry por el retraso, no tengo cara de verguenza...

Sólo les digo que lo siento y que espero que les guste este capítulo... me he demorado por la escuela y por problemas personales... sólo espero que todavía recuerden...

Besos para tods

Aurora