Capítulo 2: "Night"
No recordaba desde cuándo tenía esos extraños temblores en su cuerpo cuando el rubio le miraba, cuando le dedicaba una mirada o cuando le abrazaba.
Sólo sabía que ese sentimiento no podía ser nada malo. Le llenaba de paz, de calidez, de una dulzura increíble. Aún cuando su hermano aparentaba ser frío y distante sabía cuanto le quería.
Pero… se empezaba a preocupar… su cuerpo adolescente le traicionaba en un dos por tres ante los dobles sentidos que solía ocupar el más grande con su humor irónico, que casi siempre resultaba dañarlo.
Era la inocencia hecha carne. Incapaz de pensar mal acerca de cualquier persona, en especial de su hermano, se quitó la ropa aún dentro del baño, para seguidamente colocarse el piajama de colores brillantes.
Su cuerpo dio un saltito cuando la voz de su hermano mayor lo sacó de sus pensamientos, llamándole a cenar. Casi lo había olvidado.
Salió por fin, con el cabello goteando por la reciente ducha y calzando unas pantuflas de color anaranjado fluorescente que, dicho sea de paso, le quedaban enormes.
El ceño fruncido de Eiri fue lo primero que vio al levantar la cara; esos ojos dorados escudriñándole, los mismos que causaban las reacciones que ya antes había analizado.
-Mira que por esas casualidades de la vida iba ya mismo a cenar- comentó con una sonrisita nerviosa, resbalándole por la sien una gotita de sudor.
-¿A sí? ¿Y qué pasó con todo el rato que llevo llamándote?
-Etto…- se quedó un momento inmóvil, pensando en que podría responderle- me lo debes por lo de esta mañana. Alegaste que estabas en la ducha y por eso no contestaste, ¿Verdad? Yo estaba ahí mismo- terminó, usando la agradable sonrisa que siempre era capaz de apagar las ganas de matarle que Eiri pudiera tener.
-Pequeño crío…-masculló- anda, vamos que se enfría…
Enfriar… eso necesitaba Shuichi ahora. ¡Algo que le bajara el calor que había subido por sus mejillas al sentirse atravesado de un lado a otro por la mirada, siempre seria, del rubio!
Volvió su mirada al mayor al momento de sentarse en la silla frente a él, perdiéndose en los movimientos que hacía al cortar la carne, al llevarla a su boca y luego masticarla con parsimonia. Trató de imaginarse a qué sabría esa boca.
Sacudió su cabeza con fuerza. ¡No podía pensar esas cosas! ¡Menos con su hermano mayor que ahora le miraba fijamente!... sudó salvajemente cuando el otro carraspeó.
-¿Está malo?
-¿Uh?
-la comida, baka… no comes, ¿No te gusta la carne?- el rostro del pelirosado enrojeció sólo de escuchar esa palabra. El pedazo que sostenía el tenedor del rubio le miraba, diciéndole indirectamente que ella sí podía estar dentro de la boca de Eiri. Dio un grito molesto- ¿Shu?
-Gomen!- se levantó de un golpe, tomando el plato entre sus manos y lanzándose a comerlo rápidamente, ¿qué no le gustaba la comida que preparaba para él? ¡Si la amaba! ¡Era aún más deliciosa que los pocky's de fresa!
Notó como su hermano le miraba y le escuchó suspirar con fuerza, terminando de comer al mismo tiempo que él, que se había atorado con un pedazo de brócoli.
-Terminé!- exclamó, dejando el pobre plato en la mesa de un golpe.
-Vaya… si que eres rápido… Tatsuha vendrá mañana al mediodía…- comentó, curvando su boca en una sonrisa, recogiendo los cubiertos y perdiéndose de la vista del niño al entrar en la cocina. Shuichi se relajó y se tiró sobre el sillón a descansar…
¿A descansar?
Parecía que desde que había tocado el mueble que no podía despegar el olor del otro de su nariz. Al parecer estaba todo impregnado en él, por todos lados, el olor incluso de los mild seven que fumaba.
Su cuerpo se fue entumeciendo de a poco, cansado por el agotador día en el instituto… sus ojos violetas se sintieron pesados, en extremo… las pestañas negras acabaron por decorar su cara cuando por fin los párpados cayeron.
Estaba en un lugar soleado. Hacia calor. Muchísimo calor. Se quitó la camiseta que llevaba dejándola sobre una cerca de madera pintada de blanco, que hacia de pared entre cada rancho de aquel lugar.
Sonrió mirando al horizonte, aún no se divisaban los caballos en los que vendrían sus padres y dos de sus hermanos, con sus respectivas visitas.
Se acercó a hurtadillas al establo, riendo por lo bajo, cerrando la puerta apenas hubo atravesado el umbral.
Lo vislumbró apenas su vista se dirigió al frente: grande, robusto de un color crema que hasta se le hacía apetecible.
Caminó hasta a él, frotándole la cabeza con ambas manos, dándole cortos besos, resfriegos con su cara, arrancando un sonido que indicaba la satisfacción de aquel. Una sonrisa apareció en el rostro de Shu.
Llevó su mano por todo el largo, apretándole juguetón cada cierto momento, hasta que de un impulso se montó sobre él. Rápido. Duro.
Sin tener cargos de conciencia por subirse sobre el caballo de su hermano mayor.
Un calor abrasador le despertó… se encontraba en la más completa oscuridad… elevó un poco la mirada, topándose con un escritorio que no conocía… pero que había visto alguna vez…
¡Claro! Era el mismo que Eiri había comprado para su nueva habitación… lo que significaba que…
Aquel calor lo producía otro cuerpo y no el suyo… ¿O sí? Ni siquiera había tenido uno de esos sueños "raros"… además los caballos eran agradables y mansos! Un sueño con caballos no podía ser el causante de la reacción ya tan bien conocida que experimentaba ahora, ¿cierto?
Se dio la vuelta, encontrándose solo en la cama… sus ojos se inundaron de lágrimas de un momento a otro… Eiri le había dicho que dormiría con él…
¿Era mentira…?
Con suavidad se levantó de la cama, procurando tener los ojos cerrados para no ver aquellas paredes que tanto le disgustaban… que tantos recuerdos amargos le traían. Se levantó a tientas, esperando recordar dónde estaba la dichosa puerta, encontrándola con suerte y saliendo de la habitación rápido.
Quedó apoyado en la pared, mirando fijamente el suelo, sin percatarse del estado en que se encontraban sus pantalones, ni la "curiosa" reacción de su cuerpo.
Cerró sus ojos violetas con fuerza, tragando saliva al mirar hacia la puerta de la habitación de su hermano… seguro no le molestaría que fuera… ¡Por que después de todo le había engañado vilmente!
Caminó apresurado, sin mirar jamás atrás, temía encontrarse con un fantasma, y abrió la puerta de la pieza de Eiri suavemente, sin hacer ruido. Le vio tendido bajo las mantas, durmiendo de forma pacífica… se le acercó, sentándose a su lado, y dejando caer su peso entre las sábanas, se acurrucó a su cuerpo, notando enseguida algo que punzaba cuando cerraba las piernas…
¡Por Kami! ¿Y si justo en ese momento al rubio se le ocurría despertar…?
- ¿Qué haces?
- ¡E-Ei-chan!- sudó frío bajo el pijama, tratando de alejarse y de que el otro no notara lo que no debía estar despierto a esas horas.
- ¿Qué pasó? ¿Una pesadilla? ¿No puedes dormir solo?- el rubio comenzaba a incorporarse en la cama y por consiguiente a destaparse, ¡Lo que no era bueno!
- Eh, sí… o sea no… es decir… - decir qué? ¿Qué podía decir? ¿Qué había tenido un sueño con un caballo y que misteriosamente una erección había aparecido en su pantalón?
- Eso es probable… un caballo… ¿acaso no has leído los libros que hay en esa repisa después de todos los años que llevas durmiendo aquí?
Hablar solo era perjudicial después de todo… iba a tener que empezar a hacerle caso a Hiro sobre que decir inconscientemente lo que piensas no es siempre bueno…
-¿Libros?- fue lo único que atinó a decir después de taparse con un manojo de sábanas.
-Claro- se sentó en la cama. El pelirosado ya se veía venir, en ambos sentidos, una cátedra sobre sexualidad- los caballos son desde hace mucho símbolos sexuales…- miró los ojos salvajes de Eiri, como si de pronto quisieran devorarlo… Bah!- a que te lo estabas pasando de maravilla montándolo.
-Sí….- no alcanzó a entender el doble sentido de la frase a tiempo. Un fuerte rubor subió por su rostro, dejándole como fresa hasta las orejas y frente a su hermano, con las manos a la altura de su ingle sobre la sabana delgada que le cubría.
-Vete, no quiero dormir con niños que tienen las hormonas a tope…- Shuichi le vio darse la vuelta en la cama y taparse hasta los hombros en un gesto indiferente.
-¡No es justo! ¡Tú dijiste que pasarías la noche conmigo!- le removió fuerte por la espalda.
-En el estado que estás cualquiera podría haber pasado la noche contigo…
-¿E-Estado…?- Miró su entrepierna, que comenzaba a hacerse un bulto más notorio ante la voz suave y pausada del mayor.
Antes de poder siquiera advertirlo la sábana le fue quitada de las manos dejando a la vista su ropa interior… algo abultada….
-Así
-¿Así?- dijo en una respuesta casi automática llevando sus manos hasta el lugar que era observado casi con devoción por el rubio- no mires…- suplicó, lleno de vergüenza infantil.
-¿Porqué no?
-Por que… por que… ¡por que no!- exclamó, escondiéndose en el pecho de su hermano, notando como su erección aumentaba al hacerlo.
No puede ser… ¿Es por Nii Chan que siento así? ¿Es por él que mi cuerpo reacciona de la misma manera que cuando veo el canal para adultos cuando él sale?
Las manos pálidas de Eiri le rodearon con firmeza, pegándolo más a su cuerpo, dejando la humedad de Shuichi muy cerca de sus muslos… pero el niño no debía saber que su cuerpo también había comenzado a pedir a gritos el otro, pero él estaba cubierto con la sábana, así que no debía sentirse observado ni mucho menos avergonzado…
-Tranquilo…- oyó Shichi que le decía al oído… Yuki había empezado a hacer círculos imaginarios en la espalda del pelirosa.
-N-No puedo…- respondió, con la voz agitada, comenzando a moverse contra el otro cuerpo en un vaivén arrítmico.
-¿No querrás terminar sobre mí, verdad Shu Chan?- y aquella voz que le hablaba suave y seductora… iba a terminar creyendo que su rubio hermano sentía algo por él… que sentía el mismo tipo de "cariño" que le tenía.
-¿Terminar? ¿Qué es eso?- una gota de sudor resbaló por la sien del más grande, bajando la cabeza derrotado…
-olvídalo, sólo tranquilízate y duerme…- le soltó, volviendo a acostarse sin decir algo más. Reparó en su cabello rubio cayéndose de forma despreocupada en la almohada, sedoso, brillante… acercó su mano a ellos antes de meterse también en la cama- Oye…- escuchó decir con un mohín molesto- vete a tu cama
-¡Una promesa es una promesa, Eiri!- le reclamó el pequeño, inflando graciosamente sus mejillas, coloreándolas.
-Ya vale… sólo déjame dormir a mí…
El niño tragó duro… respiró agitado una última vez… si se tranquilizaba todo estaría bien… tal como le había dicho su hermano, ¿Verdad? Y como esperaba, lentamente su erección que antes había estado erguida comenzó a disminuir.
Sonrió complacido… volvía a ser un chico normal (qué entiende por normal este niño?), así que se arropó hasta las orejas y se volteó hacia el mismo lado del rubio, acomodándose perfectamente tras él, obligando a sus cortas piernas el amoldarse a las otras, para quedar prácticamente pegado a la espalda de su hermano.
Te quiero, Eiri-nii-chan…- susurró despacio… por lo que había notado en la mañana, no debía dirigirse de esa forma infantil jamás al mayor.
Yo también te quiero, Shu…
Y el niño sonrió… abrazándose más a su hermano, cansado, sin hacer caso al sonido de la ciudad que suponía debía dormir, ni al molesto tic tac del reloj, ni tampoco al bulto que sintió de pronto en el pantalón de Eiri.
