Harry Potter y el Estigma del Fénix

Por: Rómulo & Parvati

Capítulo 1 - Verano en Guerra

Otro caluroso verano se asomaba por la ventana de la habitación más pequeña del número 4 de Privet Drive. Como todas vacaciones de verano, la gente caminaba pacífica y animadamente por la calle durante el día, iba de compras al centro con el coche, jugaban tranquilos en los parques con el sol brillando y reflejando en sus rostros... Nadie diría que el mundo estaba en guerra. Pero el que residía en esa habitación lo sabía de sobras, también sabía que por desgracia, él era una pieza clave en ella como del mismo modo sabía que el vagabundo que estaba inspeccionando por los contenedores de basura en realidad estaba vigilando que no saliera de esa casa.

El residente de esa habitación era Harry Potter, que en esos momentos estaba sumido en un tranquilo sueño, sin pensar en todo aquello temporalmente.

Harry siempre había sido un chico muy delgaducho para su edad, con el cabello negro azabache, unos ojos esmeralda brillantes y repletos de vida, y una rara cicatriz en forma de rayo en la frente. Ese año él había crecido bastante, su pelo seguía tan indomable como siempre, sin ninguna anormalidad, pero sus ojos… Sus ojos habían cambiado casi completamente, ya no brillaban como antes, parecían más opacos y estaban llenos de tristeza, preocupación, rabia e impotencia...

Tristeza: ya que el año pasado había perdido al único ser de su familia que se preocupaba por él y ansiaba verlo perfectamente, y había muerto por protegerle, por una estúpida inconsciencia suya. Preocupación: por sus amigos que también estaban en medio de esa guerra, pero sin tanta protección como él. Rabia e impotencia: por no poder hacer absolutamente nada en esta guerra contra el hechicero más poderoso y maligno de toda la historia; El que le había quitado a sus padres y a su padrino; el que tenía a sus espaldas millones de muertes; el que hacia quince años perdió su poder al rebotarle la maldición asesina que apuntaba hacia él y que le había dejado esa extraña cicatriz en forma de relámpago; Tom Marvolo Riddle, más conocido por Lord Voldemort.

Por si o lo había comentado antes, Harry Potter era un mago, la guerra de que ocurría también era en el mundo mágico, por eso los hombres normales, mas comúnmente llamados muggles, no sabían nada de ella.

Harry iba a comenzar ese año su sexto curso en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde pertenecía a la casa de Gryffidor, junto con sus dos mejores amigos: Ronald Weasley y Hermione Granger.

Ronald Weasley, más conocido como Ron, era un muchacho larguirucho y delgado; tenía una nariz puntiaguda rodeada de pecas, sus ojos eran de un brillante color celeste y su pelo rojo como el fuego. El color de su pelo era el símbolo distintivo de todos los Weasley, que para Harry era como la familia que nunca había tenido. Ron era el hijo menor de los seis hermanos, sin contar a su hermana pequeña Ginny. El hermano mayor de todos era Bill, seguido por Charlie, Percy y los Gemelos Fred y George, que habían acabado este año en Hogwarts, luego venía Ron y por último, Ginny que iba a cursar quinto ese año.

Hermione, era la chica más inteligente del curso, Prefecta de Gryffindor junto con Ron. Ella era una chica esbelta, un poco más baja que Harry, tenía unos grandes ojos castaños igual que su pelo, extremadamente desmarañado. Ella provenía de familia muggle, lo que los más despreciables magos llamaban sangre sucia.

Los más despreciables magos... Muchos de ellos (mejor dicho, ellos) eran aquellos que seguían al Dark Lord, magos oscuros: los mortífagos. Aquellos que torturaban, hacían sentir el dolor y la agonía a las personas que eran afectadas por sus maldiciones... Aquellas personas con sed de poder o demasiado cobardes como para enfrentar a Lord Voldemort...

Pero Harry Potter estaba sumergido en un sueño. En un sueño real, a decir verdad...

***

Las túnicas lúgubres asemejaban a las sombras oscuras de aquella noche, tan callada y controlada que llenaba de intranquilidad. Una intranquilidad justificada y asimilada a la realidad.

Las sombras tenebrosas caminaban cautelosamente en un terreno ajeno y parcialmente desconocido, aunque bastante fácil de dominar. El edificio que se elevaba torpemente sobre ellos no parecía ser ninguna blanco difícil. Absolutamente no. Era simplemente... Una noche de pura diversión sarcástica y tortura perspicaz. OH, sí. Tortura, dolor, agonía para aquella maldita familia que lamentaría haberse entrometido en el camino del Dark Lord...

Un murmullo casi imperceptible les dio la orden de comenzar con la fiesta nocturna. Un segundo después, se estaban lanzando sin control alguno hacia aquella casona, con sed de escuchar gritos, aullidos...

*

Se deslizó con suavidad sigilosa por la hierba bañada en rocío a causa de la mínima lluvia del día anterior. Siseó palabras ocultas e indescifrables al oído humano. Solamente dos personas más podrían llegar a comprenderlas. Enfocó la vista en aquella criatura con curioso cabello pelirrojo que se levantaba sobre ella. Y siseó nuevamente con excitación al percatarse de la terrorífica mirada que le enviaba el humano. Le haría sentir el dolor... Le haría sentir la desesperación del veneno recorriendo su sangre y el oxígeno haciendo presión en sus pulmones.

Se acercó sutilmente mientras observaba como el humano deslizaba su varita desde el bolsillo de su túnica hasta señalarla con ésta, mano temblorosa. Volvió a sisear, orgullosa del estremecimiento que estaba causando en el pelirrojo.

Retrocedió en un movimiento precipitado e inesperado del humano, quien casi la patea. La cólera que le causa el intento violento del humano le hizo lanzarse inmediatamente hacia el tobillo del humano casi sin control. Sin control. Un hechizo mágico le rozó en medio del camino, lo evitó con habilidad excepcional para una serpiente tan entrenada como ella para estas circunstancias.

- Me la pagarás, humano... Sentirás lo que es el veneno de una serpiente...

No iba a esperar más. Se enrolló en el tobillo del mortal con agilidad y sorprendiéndolo terriblemente. Sus colmillos níveos relucientes penetraron en la piel pálida del muchacho. Contiguamente, el veneno se internó en las venas y esos colmillos se cubrieron de sangre. Sangre deliciosamente escarlata.

El humano forcejeó débilmente, lanzándola contra el suelo bruscamente. Él jadeó de dolor y se apoyó sobre la pared de la sala con debilidad. Sus ojos inmensamente celestinos parecían haberse internado en las sombras del vacío, llenándose de tristeza y dolor. Esos ojos perdieron color. Su rostro cada vez más blancuzco, cada vez más frágil. Una mueca de sufrimiento. Se deslizó por la pared hasta llegar al suelo, donde quedó tendido, sin más fuerzas a causa del veneno casi mortal que estaba circulando por su sangre...

Pasos de humanos, apresurados. Seguramente esos Mortífagos habían hecho su trabajo. Más les valía, porque sino lo pagarían caro... Siseó con triunfo antes de desaparecer de la vista de todos los presentes.

***

Las imágenes desaparecieron velozmente, mezclándose con sombras de diferentes colores y dimensiones hasta que finalmente sus ojos se fijaron en la habitación que ocupaba en el número 4 de Privet Drive. La adrenalina todavía transitando en su sangre... Sus manos salieron debajo de las sábanas, y las descubrió terriblemente agitadas. Sus ojos le ardían y su cabeza le daba vueltas sin cesar. No podía asimilar las imágenes.

No podía entender. No quería entender. La familia Weasley había sido atacada por Mortífagos. La familia Weasley... atacada... por magos oscuros... Lágrimas surcaron su rostro. Lágrimas de impotencia y enfurecimiento de no poder hacer nada para ayudarlos, nada... Pero a la vez: Enfurecimiento, odio por Lord Voldemort. Por hacerle pensar que era la serpiente... Hacerle pensar y ver que había atacado a su mejor amigo...

La sangre. Aquella sustancia rojiza estaba descontrolando sus sentidos. Alterando su respiración y haciéndole recordar cada vez con más intensidad la exaltación. La exaltación de matar, asesinar, torturar... Cerró los ojos en un suspiro, rogando no cruzarse con nadie que despertara esa acción indeseable... Pero nunca tendría la suerte de que sus deseos se cumplieran.

Un grito desde la planta baja de la casa, desde la cocina, le hizo saltar momentáneamente. Su tía Petunia, llamándolo a desayunar. Maldijo mentalmente. No habían mejorado su actitud ante las advertencias y amenazas de la Orden del Fénix. Seguían sin darle demasiada comida, y sin tratarlo como una persona. Seguían ignorándolo y él a ellos. Lamentablemente, no podían ignorarlo ni en los desayunos, ni en los almuerzos ni en las cenas... Ver al muchacho desnutrido no alegraría a Ojo Loco Moody, ¿verdad?

Se vistió apresuradamente y bajó ágilmente las escaleras, hasta llegar a la cocina donde estaban los tres miembros de la familia Dursley, quienes le lanzaron miradas de odio antes de omitirlo, fijando sus pensamientos en la televisión muggle. Harry se sentó en su lugar correspondiente en la mesa y observó con algo de asco la resumida porción de pomelo. Malditos muggles... Sentirán algún día el dolor y la agonía, y ahí verán...

Se concentró en su desayuno, en el intento de que ningún pensamiento tenebroso, dudoso o ofensivo atacara su mente mientras pasaba esos limitados quince minutos junto a los Dursley. Era uno de los pocos momentos del día que los veía, ya que el resto lo pasaba encerrado en su habitación. Los Dursley no se iban a arriesgar a mandarle tareas domésticas con el riego que la Orden del Fénix...

Claro, su bien y su protección dependían de la Orden del Fénix. Sin ellos, estaría desfallecido y trabajando para su tía... Resistió las carcajadas sarcásticas que punzaban por salir de su boca. Pensó un momento en el ataque a la Madriguera: no valía la pena mandarle una lechuza a Dumbledore, si ya debería saberlo. La Orden mantenía una activa conexión para saber cuando alguno de los miembros corría peligro, pero si se encontraba en un lugar limitado por magia, era algo más difícil detectar el problema, como había pasado semanas antes de la Navidad del año pasado, cuando Arthur Weasley fue atacado...

Elevó levemente sus ojos hacia su primo Dudley. Quien lo viera, no iba a negarle que seguía pareciéndose a un ballenato. Sonrió perversamente, con una sonrisa débil. Podrías ser muy fuerte físicamente, pero la inteligencia sin duda alguna le faltaba, porque con su boca ligeramente abierta observaba hipnotizado la televisión. Sería una víctima excelente para el veneno mortal de una serpiente... La sangre recorriendo su piel, sus ojos desorbitados observando dimensiones desconocidas... Su cuerpo cayendo inerte en las profundidades de las sombras de la muerte...

Maldita sea. No podía controlarse. Malditos impulsos asesinos. Malditos impulsos ambiciosos. Maldita vida insensible. Malditas pesadillas nocturnas. Maldito dolor interminable. Maldita agonía insoportable. Maldita esclavitud infinita...

Qué insoportable era la vida en Privet Drive. Qué insoportable era la vida alejado de su hogar. Qué insoportable era la vida sin leer la letra cómica de Sirius Black en sus cartas de confianza y advertencias...

***

Colocó una de sus manos sobre su frente, tratando de auto controlarse, su presión medianamente alta. Ver en ese estado el edificio que antiguamente había sido la vivienda de los Weasley le estaba afectando. Y no era para menos. Miró de reojo a Remus Lupin, quien estaba tratando de consolar con un abrazo a Molly Weasley, quien había salido afortunadamente ilesa, si se comparaba con su hijo Ronald Weasley, quien había sido llevado urgentemente al hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas a causa de un veneno que estaba circulando por su sangre en esos instantes y que si continuaba, llegaría a matarlo...

- Albus... – Murmuró la joven bruja, una magometamórfica, que actualmente lucía un cabello color añil.

- Tonks, ¿cómo está la casa? – Preguntó observándola con intranquilidad.

- Totalmente arruinada, Albus. Se encargaron de destruir todo cuanto se les cruzara sin piedad alguna. Molly está destrozada, pero tendrías que ver en el shock que quedó Arthur al ver a su hijo Ronald...

- El veneno de una serpiente... Le costará mucho reponerse al joven Weasley. – Dijo Alastor Ojo Loco Moody. Tenía cabello entrecano y un pedazo grande le faltaba en la nariz, observaba la escena a través de sus ojos diferentes. Uno de ellos era pequeño, oscuro, y brillante, el otro largo, redondo y de un azul eléctrico, el ojo mágico que podía ver a través de paredes, puertas y nuca del propio Moody.

- Albus… ¿crees que Harry habrá presenciado esto? – preguntó Remus preocupadamente, después de alejarse de Molly quien se fue con Kingsley Shacklebolt, un corpulento mago calvo, negro y con un aro en la oreja, y los demás Weasley en dirección al hospital San Mungo, donde se habían llevado poco antes a Ronald Weasley

- No lo creo…estoy seguro – contestó él – Remus, será mejor que tu y Alastor vayáis a buscar a Harry y llevarlo a Grimmauld Place…no quiero cometer el mismo error que cometí el año pasado, Tonks tú ve a reunirte con Kingsley y luego dirigíos a casa de Hermione Granger, ella también tendrá ganas de saber en que estado se encuentra su amigo

- De acuerdo Albus – dijo Tonks mientras desaparecía

- Será mejor que partáis ya, Harry ya debe estar impaciente – dijo Dumbledore

***

El sonido del timbre se escucho desde la habitación donde Harry estaba, automáticamente se asomó a la ventana para ver quien era y se alegro, o todo lo alegre que podía estar en esos momentos, al ver a dos viejos conocidos.

Harry cogió su varita mágica y la guardó en su bolsillo trasero, pero luego se acordó de lo que le había dicho Alastor Moody un año antes: "No te pongas la varita ahí, niño!.-gruño Moody.- ¿Qué pasaría si se prende?". Entonces se saco su varita y la colocó en el bolsillo delantero, mientras bajaba ágilmente por la escalera

Se escuchó el sonido de la puerta rechinante y luego un gemido asustadizo de su tío Vernon.

- vo-vosotros…¿que-que hacéis aquí? – preguntó Vernon sin quitarle ojo de encima a ojo mágico de Alastor Moody

- No hemos venido para cumplir mi amenaza, señor Dursley – gruñó Moody

- Simplemente hemos venido a llevarnos a su sobrino por un par de días – dijo Remus Lupin, el segundo mago que había visto Harry desde la ventana

- Profesor Lupin, Profesor Moody – exclamo Harry, bajando de un salto los últimos escalones

- ¿Cuántas veces te hemos dicho que ya no somos tus profesores? – dijo Remus con media sonrisa. Remus Lupin había sido el profesor de Defensa contra las artes oscuras en su tercer curso, para él había sido el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, después de los desastrosos profesores anteriores: Queredin Quirrell en su primer año, quien resultó tener en la cabeza a lord Voldemort. Y Gilderoy Lockhart, el flamante y buen escritor de cosas que decía que él había hecho pero no era verdad, un fraude que actualmente estaba en el ala de internos en el hospital San Mungo porque había perdido su memoria.

- Yo ni si quiera lo fui – espetó Moody. Eso era verdad, verdad hasta cierto punto, Bartemius Crouch Jr., Quien resultó ser el peor partidario de Lord Voldemort y su único seguidor siempre fiel, había impartido clases como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras aunque aparentemente todos pensaban que era Moody, ya que gracias a la poción Multijugos había "robado" la apariencia de Alastor Moody. El profesor que tuvieron en quinto curso…Harry prefería no acordarse… Dolores Umbridge, sin duda alguna la peor profesora de todos los años, tan mala y perversa, que sus castigos hacían sangrar a los niños además tomaba a Harry como un mentiroso, y eso le costo a Harry millones de castigos. Pero en quinto curso algunos alumnos tuvieron otro profesor…Harry Potter. Harry impartió clases privadas para unos cuantos que aun creían en él. En esas clases habían aprendido mucho mas que cualquier otro año (exceptuando tal vez el año de Lupin.)

- Remus, Alastor…¿Cómo está Ron? – preguntó Harry, las caras de los dos adultos cambiaron.

- No lo sabemos, por eso hemos venido a llevarte – dijo Remus

- ¿A Grimmauld Place? – Preguntó Harry con una dolorosa angustia en el cuerpo al recordar quien fue el propietario de esa casa

- De momento estarás allí…después… después Dumbledore hablará contigo – dijo Moody

- ¿Significa que el mocos…que Harry no regresará hasta el año que viene? – preguntó tío Vernon esperanzado

- Yo no he dicho eso – gruñó Alastor, callando de golpe a Vernon

- ¿Voy a buscar mis cosas? – preguntó Harry

- Sí, será lo mejor – dijo Lupin amablemente

Harry subió lo más rápido que pudo las escaleras, cogió su baúl metió las cosas más importantes que necesitaba y bajó igual de rápido como había subido, el baúl golpeando los escalones.

- ¿Y tu lechuza, Harry? – preguntó Remus

- Está de cacería, Supongo, ya me encontrara, creo – dijo Harry – como iremos a Grimmauld Place

- Iremos al Callejón Dragón en traslador, que por cierto Alastor tendrías que hacerlo ya, y después iremos allí mediante Polvos Flu

Moody sacó de la vieja túnica un viejo zapato, seguramente lo debía llevar ya preparado para transformarlo en traslador, sacó la varita, murmuró el hechizo, el zapato brilló débilmente

- Venga, vamos, adiós señor Dursley– dijo Ojo-loco Moody

Harry tocó el traslador sin siquiera mirar a su Tío Vernon, vio como Remus también lo tocaba, al poco tiempo la singular sacudida en el estómago y el tirón en el estómago, dejando al señor Dursley solo en el recibidor con una boca que tocaba el suelo.

***

Harry sintió que tocaba con los pies en el suelo del Caldero Chorreante, la aparición de gente tan súbitamente no hubiera impresionado a la clientela del bar, si no fuera por las tres personas que habían aparecido, la gente comenzó a murmurar.

- ¿Deseaban algo señores? – preguntó amablemente Tom, el dueño del bar

- No, Tom, sólo queríamos utilizar tu chimenea – contestó amablemente Remus

- Muy bien, ¿les traigo polvos flu? – pregunto el amable anciano

- Si, por favor – dijo Alastor

Tom les dio un pequeño bote lleno de polvos Flu, los tres cogieron un pellizco y se acercaron a la chimenea que estaba al fondo del pequeño local.

- Harry, tú primero – dijo Ojo-loco

- De acuerdo – dijo este tirando los polvos al fuego, el cual se volvió verde – numero doce de Grimmauld Place

La vista se le nubló en un mar de fuego y cenizas, sintió como si un torbellino lo llevara, veía millones de chimeneas debajo de él, entonces comenzó a descender rápidamente, entonces el viaje de unos pocos segundos (aunque a Harry le había durado una eternidad) acabo, Harry se encontraba en el suelo del cuartel general de la Orden del Fénix. Estaba en el mismo lugar donde Sirius se había comunicado con él y donde Kreacher había mentido…una mentira que le había costado la vida a Sirius, recordar todo aquello…no lo podía soportar. Segundos después aparecieron Moody y Lupin…pero antes una voz llamó su atención.

- ¡Harry! – gritó una chica con el pelo castaño y desmarañado, corriendo hacia él y abrazándolo, lo que provoco un inexplicable rubor en las mejillas de Harry – Harry, ¿qué esta pasando? Tonks y Kingsley me han dicho que tú me lo explicarías

- Remus, Alastor, Albus nos quiere ver a todos en el salón – dijo la potente voz de Kingsley, que estaba detrás de Hermione y junto a Tonks

- ¿Nosotros también? – preguntó Harry esperanzado

- no, lo siento Harry, tenéis que esperar en la habitación, luego Albus subirá para hablar con vosotros

- Pero…¿cómo está Ron? – preguntó Harry furioso

- ¿Ron? ¿Qué le ha pasado a Ron? - preguntó Hermione asustada

- Los Weasley han sido atacados por los Mortífagos – dijo Harry, Hermione se tapó la boca horrorizada

- Harry, mejor se lo explicas arriba, más tranquilamente – dijo Lupin.

Harry miro desaprobadamente, pero se giró hacia las escaleras. Hermione lo siguió con sus ojos empapados en lágrimas. Subieron lentamente sin decir una palabra, al fin llegaron al lugar donde hacia un año, Harry se había reencontrado con sus amigos…y les había gritado a mas no poder.

- Harry, por favor, cuéntame lo que ha pasado – suplicó Hermione cuando entraron a la habitación y se sentaron en una cama

- Ayer tuve otra pesadilla, los Mortífagos atacaban a los Weasley…y lo peor de todo es que yo vi en primera línea como la misma serpiente que atacó hace medio año al señor Weasley, atacaba a Ron, y otra vez…yo era la serpiente – dijo con furia hacia Voldemort

- OH…Harry debió ser terrible, ¿pero Ron no está…? – comenzó a preguntar Hermione, pero alguien interrumpió entrando en la habitación.

Albus Dumbledore.