Hello a todos! ¿Cómo están?
Sabemos que hemos sorprendido con nuestra "rápida" actualización, pero aún más por la longitud del capi XD! Sin embargo, hay una sorpresa más: en esta ocasión el Señor Romuko (véase Rómulo XD!) ha decidido contestar él los reviews... En caso que le guste y les guste a ustedes, nos iremos turnando para responderlos o.O
Esperamos que disfruten del capi.
Sacralo: Weno, como has visto, no hemos tardado tanto Me alegro que te haya gustado.
Jessytonks: A mí me encanta que te encante nuestra historia!! Y tranquila que ahora tardaremos menos en actualizar U.
Ady-chan: Tardamos es verdad… pero como has dicho bueno se hace esperar!!! XDDDD Pues bueno, ahora no tardaremos tanto
Liuny: Bueno, nosotros también nos habíamos cansado del Harry Bobito…ahora toca un Harry diferente…y ahora como he dicho a todos los demás, no os preocupéis que no tardamos tanto en actualizar!!!! Jajajajaja
Gaya Lunae: Hola!! Siento decepcionarte…pero hoy no es Parvati quien contesta sino Yo, Romulo!! (Nota de Parv: Tiemblen!! XDD!)Es que estaba cansado de estar en la sombra… quería probar cosas nuevas… Intención… lo que se dice intención… lo de tardar tanto no fue intencionado… (NdP: Claro que no! XD!) Pero bueno, hay que decir que yo soy el único culpable (NdP: Eso, Eso!! XD!) y como recompensa a los lectores ya no tardaremos tanto. Yo también pensé que snape estaba enfermo por quitarle sólo 20 puntos, Parv no me hizo caso XDDD (NdP: Snape tenía otras cosas en las que pensar, ¿contentos? ¬¬), la presentación de Dafne me encanto escribirla…igual que lo de Zacharias. No te preocupes que la única pareja del Fict será HHr, a pesar que yo me opongo… pero cualquiera le lleva la contra a Parv U (NdP: Ejem..) Bueno… y dos semanitas de espera… tampoco son demasiado… verdad??? (NdP: Comparado con lo que estoy tardando con LHP, no son nada. Sorry, Gaya! Prometo escribir T.T)
Kary Anabell Black: Gracias, teníamos ganas de algo…diferente
Capítulo 7 - La Advertencia de Snape
- Azúcar Salado.
La gárgola que custodiaba la entrada al despacho de Albus Dumbledore cobró vida, dejando ver unas escaleras en forma de espiral, tras que Harry dijera la contraseña que el profesor Dumbledore le había dicho en la cena.
Harry subía las escaleras tranquilamente, a pesar de que un nerviosismo le hacía encoger el pecho: ¡Por fin contaban con él!
Al entrar en la sala observó que en la mesa alargada que substituía al escritorio decorado con varios cacharros humeantes, aún contenía huecos vacíos, lo que quería decir que él no había sido el último en llegar.
En la cabeza de la mesa se encontraba Albus Dumbledore, a su derecha, el siempre vigilante Alastor Moody, enfrente suya, se encontraba la jovencita Auror Nymphadora Tonks, la mesa se completaba con Remus Lupin, Kingsley Shacklebolt, Arthur y Molly Weasley también se encontraban y junto a ellos Fred, George, Charlie y Bill. Todos los pelirrojos se voltearon para saludar a Harry alegremente, que se sintió ligeramente cohibido por la atención.
- ¿Cómo va el nuevo año, Harry? – Preguntó Molly luego de abrazarlo.
- Bien... Creo. – Contestó el susodicho, antes de que Fred y George se lanzaran a él y le despeinaran el cabello más de lo que ya estaba.
- ¡Nuestro Potter favorito! – Exclamó Fred.
- Soy el único...
- ¿Sabías que hemos sacado nuevos productos? – Le ignoró George.
- ¿Sí? ¿Y de qué van?
- Ya te enterarás. – Fred le guiñó un ojo. – Cuidado con lo que comes hoy en día... No sabes que o quien puede estar detrás.
- ¡Alerta permanente! – Dijeron los gemelos al unísono, antes de ir a hablar con Tonks.
- Últimamente están más dementes de lo normal, no les hagas caso. – Dijo Charlie, al ver la cara de aturdimiento de Harry.
- Salir de Hogwarts les hizo mal en cierto modo. – Le apoyó Bill, riéndose.
- Y la forma en la que lo hicieron. – Añadió Charlie. - Tú los viste, ¿no, Harry?
- Eh... Sí. – Frunció el entrecejo, extrañado por la pregunta. - ¿Por qué?
- Me gustaría escuchar por primera vez la versión auténtica. Los alumnos suelen exagerar mucho y ninguno de los gemelos va a contradecir sus mentiras. Así que bueno, ¿qué hicieron?
Harry sintetizó la escapada (o expulsión, prácticamente) en pocas palabras, ya que en ese momento estaba más preocupado en ver quiénes iban entrando en el despacho. No reconoció a nadie, pero por el aspecto de sus túnicas, trabajaban en el Ministerio y acababan de salir de éste. De las diez personas que entraron, seis eran adultos y el resto eran jóvenes, que no superarían los veinticinco años.
- Sólo somos los miembros más confiables e importantes de la Orden. – Explicó Charlie, al ver su curiosidad. – Últimamente Dumbledore ha conseguido varios individuos nuevos, que tienen puestos estratégicos en la sociedad...
Cuando terminó de hablar el pelirrojo, una nueva persona ingresó en la sala. Harry no se extrañó que nadie le prestara atención, ya que era el profesor Snape, con su mismo rostro antipático de siempre. El muchacho se preguntó mentalmente si Snape tenía un ropero puramente de túnicas negras, porque nunca le había visto vestido diferente. Destacaba de sobremanera su antigua vida de mortífago y la actual de espía.
Los pasos de Snape se encaminaron rápidamente en dirección a Dumbledore, quien estaba hablando seriamente con Alastor. El auror miró con desconfianza a Severus, el cual le ignoró completamente, acostumbrado a esa actitud de parte de las personas, dirigiendo su atención completamente al director.
- ¿Ya tuviste tu clase con Dafne? – Preguntó Bill, mientras que con una seña del profesor Dumbledore comenzaron a avanzar hacia las sillas dispuestas para ellos.
- Sí, fue fantástica. Solamente comparable con las de Remus. – Dijo Harry, expresando su entusiasmo en sus palabras.
- ¿He escuchado mal o me han nombrado? – Cuestionó el licántropo, que se encontraba sentado justamente enfrente de ellos.
- Harry nos contaba sobre su clase con Dafne. – Explicó Bill, mirando de reojo a la profesora que estaba sentada un poco más adelante que ellos.
- Es una buena muchacha. – Confirmó Remus. - ¿Qué tal has estado, Harry? Albus me ha comentado sobre lo que sucedió en el tren...
- No te preocupes, Remus. – Sonrió Harry, aunque por dentro sabía que le estaba ocultando algo a uno de los mejores amigos de su padre.
Lupin no pudo pedirle más explicaciones porque en ese preciso instante, todos los presentes en la sala enmudecieron y Dumbledore tomó la palabra, con su usual serenidad patente en su rostro. Sus ojos azules brillaban escasamente, comparados con la vida que solían demostrar frente al alumnado de Hogwarts. También la situación no brindaba muchas alegrías para reclamarle.
- Buenas noches a todos.
Dumbledore posó su mirada varios segundos en cada uno de los integrantes de la Orden, aunque Harry tuvo la sensación que permaneció más tiempo mirándole que en comparación a los demás. Sin embargo, no le quiso decir nada a través de aquellos ojos. Simplemente le examinaba, con tal quietud que comenzó a exasperarle.
- Cómo será del conocimiento de todos, París fue atacado anoche por las fuerzas de Lord Voldemort. – Estremecimiento general. – No fuimos informados a tiempo para prevenir el ataque, nuestros espías no supieron de éste hasta poco después de que hubiera comenzado.
- ¿Estadísticas de las secuelas? – Preguntó Arthur Weasley, visiblemente agobiado.
- Doscientas personas murieron. – Respondió un auror del Ministerio. – No sólo por el ataque masivo de los mortífagos, licántropos y vampiros, sino también por el derrumbamiento de la torre Eiffel.
- Y el número puede aumentar. – Advirtió Kingsley. – Hay pocos que estén "ilesos" o fuera de peligro. De los sobrevivientes, más del cincuenta por ciento... han sido mordidos y convertidos.
- No puede terminar de sorprenderme la unión de los licántropos al Dark Lord. – Murmuró Snape frívolamente. – Los vampiros eran de esperarse, por algo son criaturas oscuras. Pero con esa rivalidad que ha existido eternamente entre los licántropos y vampiros, diría que los de tu especie siempre nos han apoyado, Lupin. O así lo creía.
Severus y Remus se miraron fijamente, con puro odio. La relación neutral que hubieran podido mantener años atrás se había deshecho esos últimos meses, en donde afinaron las viejas complicaciones para hacerlas más graves. Podría decirse que Remus lo hacía en memoria de Sirius y Severus de pura venganza.
- Verás, Severus, que a los licántropos se nos ha ofrecido algo a cambio por nuestra lealtad. Si apoyábamos la causa de Voldemort y atendíamos a sus órdenes, éste nos permitiría utilizar una de sus últimas invenciones, una poción que nos permitiría controlar nuestra transformación. No más luna llena dominándonos. Tal vez ahora puedas comprender porqué la gran mayoría se le ha unido.
- ¿Cuál es el nombre de esa poción? – Cuestionó Tonks, frunciendo el entrecejo.
- La ha llamado Poción Darkmoon. Puramente magia negra. – Respondió Remus. Severus estaba a punto de hacer alguno de sus comentarios sarcásticos, cuando Dumbledore tomó la palabra.
- Aún contamos con el apoyo de algunos licántropos, la minoría, pero seguimos teniendo fieles. – Informó, sus ojos fijos en Remus. – No todos han aceptado.
- Ya veo. – Dijo Severus, elevando una ceja. – El más claro y accesible ejemplo que tenemos es Lupin, que tiene seguramente sus razones personales para negarse. – Una sonrisa burlona apareció en el rostro del profesor de pociones.
- Severus, por favor. – Le detuvo Dumbledore.
- París está hecho un desastre. – Comentó Tonks. – Estuve allí hace un par de horas, porque el Ministerio de Francia nos ha pedido nuestra cooperación. Perdieron cantidad de aurores en el ataque... La imagen ha sido terrorífica.
- El antiguo pánico ha vuelto a surgir. – Dijo Alastor Moody. – Falta poco para que todo sea un caos.
- ¿No hubo captura de ningún mortífago ni nada...? – Preguntó Bill Weasley.
- Todos se estaban esforzando más en sobrevivir que en atrapar mortífagos, Bill. – Respondió uno de los del Ministerio. – Fue desesperante. Solamente bajas de nuestro bando.
- Pero... ¿por qué París? Es uno de los países que más neutrales se han mantenido ante nuestra guerra mágica.
- Ya no, ahora nos apoyarán. – Snape parecía aburrido con todo aquello. – Han estado involucrados en un ataque, ahora saben que las ambiciones del Dark Lord superan Inglaterra. No estaban alerta y se aprovecharon de ellos. Y lo mismo nos pasará a nosotros. – Sus ojos negros viajaron por la mesa hasta Dumbledore nuevamente.
Harry estaba pasmado al escuchar las palabras de Snape. Nunca se hubiera esperado que dijera tan abiertamente sus negativos pensamientos y que criticara indirectamente la manera de proceder de la Orden. Parecía no importarle los murmullos que ahora recorrían la mesa, ni las miradas desaprobatorias que la mayoría le dirigía. Nadie parecía estar de acuerdo con él, todos pensaban que la población mágica estaba atenta y lista para contrarrestar las embestidas de Voldemort. Estaban preparados y entrenados para ello y dejarían su vida en esa lucha...
Pero Harry interiormente no estaba seguro de ello. En cierta forma, estaba de acuerdo con Snape, pero la sola idea de ello le hizo regañarse a sí mismo. No obstante, Voldemort se aprovecharía de sus debilidades, que de por sí eran muchas y demasiado evidentes... No estaban preparados para el caos que se estaba aproximando poco a poco.
- Estamos entrenados, Snape. – Dijo Alastor con fiereza. – Sabemos qué hacer, cuándo y cómo. Tenemos nuestras razones para hacerlo, también. ¿Qué crees que nos falta? ¿Espías que sepan informarnos? – Severus le fulminó con la mirada.
- ¿Crees que la tarea de espía es mucho más fácil que la de auror, Alastor? ¿Crees que no soy una persona digna de confianza, que está dispuesta a arriesgar lo que queda de su persona, a sangrar por tan valiosa información, sólo porque tengo la Marca Tenebrosa, porque practico artes oscuras? Permíteme que te corrija, entonces. No tenemos el entrenamiento ni la experiencia para vencer al Dark Lord. Si seguimos en tan blanda posición de batalla, perderemos. Es un hecho... Perderemos.
Cuando Snape dijo la última palabra, fijó sus ojos en los de Harry, que le observaba atentamente, con extraño interés. Algo hizo pensar al Gryffindor que en realidad la pluralidad del último verbo ocultaba una singularidad de su persona: "perderás." ¿Acaso Snape sabía de la Profecía...?
Luego de tal discurso, la reunión comenzó a hacerse aún más complicada y aguda, por las constantes discusiones entre los miembros. Por más que Dumbledore lo intentara, los argumentos chocaban y creaban un bullicio innecesario.
Y Harry se aseguró de permanecer alejado de él, en un silencio inquietante para aquellos que estaban a su alrededor; el joven parecía sumido en una especie de meditación de la que nadie lo podía sacar.
Pasó una hora y no había ningún resultado productivo en aquella reunión. Así que pronto Dumbledore la concluyó, aunque llamó a Harry para permanecer en su despacho unos minutos más. Éste obedeció y se despidió silenciosamente de los Weasley y Remus, el cual tenía una expresión decaída en su rostro. Supuso que sería por el mal rumbo que había tomado la reunión; la mayoría lucía expresiones similares.
Cuando estuvo a solas con Dumbledore, no pudo dejar de notar el aire pensativo que presentaba. Con un sencillo movimiento de la varita, el director hizo desaparecer la mesa de la reunión y reorganizó su despacho en pocos segundos. Nada que sorprendiera a Harry.
- Creo que habrás encontrado algo... turbadora la reunión de hoy, Harry. – Comentó Albus, mientras se sentaba detrás de su escritorio, invitando a Harry a hacer lo mismo con un simple gesto. El profesor suspiró. – La Orden ha estado teniendo estas clases de discusiones hace algunos meses, la mayoría acaban igual. – Harry asintió.
- Bueno, estaba seguro que no te gustaría tener que soportar la ceremonia de bienvenida a Orden frente a todos, así que la he sintetizado a nosotros dos. Aunque Remus insistió en estar... – Los ojos azules de Dumbledore quisieron enviarle un mensaje, pero Harry prefirió no intentar entenderlo.
- Verás, Harry, tenemos varias formas de contactarnos. Los miembros de la Orden hemos desarrollado una forma de comunicación telepática a través del Collar. También tiene la misma función que la Marca Tenebrosa: avisa en caso de una reunión de emergencia. Aunque al contrario de ésta, el Collar es recusable y removible.
El fénix del profesor Dumbledore ingresó en ese preciso instante por la ventana del despacho, entonando suavemente algunas notas de su cálido canto. Voló hasta el hombro de Harry, para extrañeza del mismo, donde se instaló. El Gryffindor le sonrió al ave, mientras la acariciaba con cuidado.
Al voltearse a mirar a su mentor, lo encontró sonriendo ligeramente.
- Fawkes te ha aceptado en la Orden, Harry. O más bien, ya lo había hecho, pero había que confirmarlo. – Dijo Dumbledore, con voz suave. – Relájate y deja que el canto de Fawkes llegue a lo más hondo de ti.
Harry asintió ante la indicación del profesor y cerró los ojos, mientras que de a poco fue aflojando la tensión de sus músculos. Podía sentir la firme mirada de Dumbledore en él y el mortal silencio del despacho parecía dañarle los oídos. Hasta que definitivamente el ave fénix ejecutó sus notas y Harry se dejó llevar por la sensación reconfortante que siempre le había brindado.
Podía percibir cómo una energía diferente parecía penetrarle y cómo exploraba lentamente su ser, indagando por algo. Tras unos momentos de plena paz, todo terminó y volvió a abrir sus ojos esmeraldas, para hallarse nuevamente con la presencia del profesor y el fénix en su hombro.
Pero había algo desigual: una cadena colgaba de su cuello. Tenía un bello colgante con forma de fénix, surgiendo del fuego. La criatura era de oro y el fuego contenía incrustaciones de rubí. Supo dónde la había visto antes: en el Expreso de Hogwarts, Dafne.
- Está hecho de la esencia de las lágrimas de Fawkes, Harry. – Explicó Dumbledore, con una rara emoción en su tono de voz. – En los momentos que necesites tranquilidad o energías para continuar, siempre te lo propondrá. Procura no quitártelo, en caso que necesites llamarnos...
- Gracias, profesor.
Harry salió por la puerta, pensativo. No estaba seguro de lo que había entendido de aquella reunión, además las dudas le invadían la cabeza, su mente le decía que Snape tenía razón: la comunidad estaba muy poco preparada. ¿Cómo sino a penas dos meses atrás, un grupo de adolescentes pudo entrar al ministerio de magia sin problema alguno?
Caminó por los pasillos tranquilamente hasta que escuchó las campanadas del reloj que marcaban las tres de la madrugada. Entonces cayó en la cuenta que había quedado con Ron y Mione a las 12 de la noche y comenzó a correr.
En apenas cinco minutos, Harry se encontraba enfrente del cuadro de la dama gorda que dormía profundamente.
- Fénix Dorado – gritó Harry la contraseña de la sala. El cuadro se abrió sin que se inmutara su inquilina.
En la sala común estaba todo a oscuras, menos los restos que quedaban en la chimenea, y en los dos asientos más cercanos a ella, se podía distinguir entre las sombras los rostros dormidos de Ron y Mione. A Harry le daba pena despertarlos, aunque no sabía como Hermione podía soportar los ronquidos de Ron y sus palabras en sueños.
Se acercó poco a poco donde estaba sentada Hermione y le plantó un suave beso en la mejilla.
- Mione, despierta – le dijo Harry.
Hermione abrió los ojos poco a poco y se incorporó.
- La reunión se extendió un poco – dijo Harry inocentemente. Hermione sólo le sonrió, Harry se acercó a Ron y comenzó a agitarle – Ron…Ron…Despierta, Ron.
- Mami, déjame un poco más – dijo cambiando de posición.
- Harry, déjamelo a mí. Lacrimarum – exclamó Hermione. De su varita comenzaron a salir pequeñas gotas de agua.
-
Ron se irguió de repente.
- ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?
- Te habías quedado dormido, Ronald – exclamó Hermione - Bueno Harry, ¿la reunión qué tal?
Harry comenzó a comentar todo lo que había escuchado en la reunión, sobretodo puso hincapié a la advertencia que les había hecho Snape, y en un cuarto de hora les acabó de contarlo todo.
- Snape siempre llevando la contraria a todo el mundo, no sé porque no lo echan de la Orden – dijo Ron.
- Mmm…Ron, no sé yo, normalmente estaría de acuerdo contigo, pero no sé porque hay algo que me dice que Snape tiene razón. – Comentó Harry pensativo
- Harry tiene razón. Nosotros estamos en proceso de preparación y tal vez la Orden y los profesores estén preparados…pero creo que el resto de Inglaterra y me atrevería que el resto de Europa no lo está, sino al caso, mira lo de Francia.
- Exacto. – dijo Harry, aunque una parte de él le decía que también la Orden necesitaba más preparación, menos…miedo a matar y a utilizar sus mismas armas… ¿pero qué estaba pensando? Se maldijo mentalmente por pensar eso.
- Bueno si lo ponéis así… Es verdad – dijo Ron tras recapacitar
- Y en vuestra Reunión ¿qué ha pasado? – preguntó Harry
- Bueno…pues han llegado a la conclusión de que todos los prefectos necesitan mejor preparación, por lo tanto los que no iban al ED se incorporarán – dijo Hermione.
- Eso está Bien – comentó Harry.
- Y por supuesto Slytherin se ha negado rotundamente – dijo Ron
- Eso también está bien, así nos salvamos de tener a Malfoy en la clase – exclamó Harry, animado.
- Bueno…creo que nos tendríamos que acostar ya, son… ¡Las tres y media! – se sorprendió Hermione al mirar el reloj – venga a la cama y sin rechistar.
- Vale, mamá – dijeron Harry y Ron al unísono, sacándole la lengua.
Harry y Ron comenzaron a subir las escaleras, cuando de repente Hermione llamó al primero.
- Harry, ¿puedes venir un momento?
Ron le guiñó un ojo y dijo:
- Yo te espero en la habitación.
Harry volvió a bajar las escaleras, Hermione se acercó poco a poco a él.
- ¿No me das las buenas noches? – preguntó Hermione pícaramente.
- Buenas Noches, preciosa – dijo cogiéndola tiernamente.
Hermione le dio un pequeño beso en los labios y susurró:
- Te quiero
Se despidieron con un último beso y subieron ambos por sus respectivas escaleras.
- Venga Ron, que nos hemos dormido. – gritaba Harry acabándose de poner la túnica, por el pasillo en dirección a la clase de Defensa de las artes oscuras que tenían a primera hora.
- Hermione nos podría haber despertado – dijo Ron.
- ¿Cómo? Sino puede subir a nuestra habitación.
Por fin llegaron al pasillo del tercer piso y entraron a la clase, por suerte aún no había llegado la profesora Dafne.
- ¡Al fin chicos! Pensé que os ibais a perder la clase – dijo Hermione.
- Es que nos quedamos dormidos. – dijo Harry frotándose la cabeza.
La puerta se abrió y entró en la clase Dafne, pero no iba sola. La acompañaban cuatro personas: la primera era la Profesora McGonagall, detrás de ella iba Remus Lupin, para sorpresa y alegría de todos, y por último Collin Creevey y Ginny Weasley.
- Buenas a todos, mis queridos alumnos. Como veis hoy vengo muy bien acompañada. – dijo sonriendo – Como ya dije el otro día, hoy serán las pruebas para ver quién forma parte del equipo de Duelo Gryffindor, por eso he reunido a todos los Gryffindor que forman parte de el Ejercito Dumbledore. – Dijo mirando a Ginny y Collin. - Remus Lupin y Minerva serán los que me ayudarán a elegir a los cuatro. ¿Alguna pregunta? – Ninguna mano se levantó. – Bueno, ahora la profesora McGonagall pasará a deciros las normas de los duelos.
- Buenos días, mis queridos Gryffindors. Los duelos serán de un máximo de tiempo de cinco minutos – Cuando dijo esto, invocó un reloj de arena con un movimiento de varita. – Los duelistas serán elegidos al azar, y tened en cuenta que todos sois miembros de la misma casa, lo único que tenéis que hacer es hacerlo lo mejor posible. Bueno y ahora os dejo con Remus que pasará elegir los duelistas.
- Bueno, supongo que todos me recordaran. – dijo, guiñando un ojo. – Soy Remus Lupin. – Con un movimiento de varita convocó una caja que había en un estante. – En esta caja están los nombres de los que se presentan a el torneo – metió la mano en la caja y saco un papel doblado – Dean Thomas y… - sacó otro papel - …Harry Potter.
Harry se levantó del pupitre y se acercó a la mesa de profesores junto con Dean.
- Los duelos se realizarán…aquí – dijo McGonagall e hizo un movimiento de varita nuevamente.
De repente la sala comenzó a moverse y a distorsionarse, hasta acabar transformado en un terreno de duelo, parecido al que hubo en segundo curso, decorado con los colores rojo y dorado, y en el centro un león estampado.
Los dos duelistas ya se encontraban encima del terreno, y los demás se encontraban a los lados, los dos profesores y Lupin se encontraban en una mesa. Dafne se levantó y dijo:
- El duelo comienza…
Harry y Dean levantaron las varitas, el resto de los alumnos miraban ansiosos. Dafne seguía con la mano levantada y McGonagall tenía el reloj en las manos.
- ¡Ya! – gritó Dafne
McGonagall giró el reloj de arena.
- Desmaius – gritó Dean
El rayo plateado cruzó toda la tarima, Harry rodó por el suelo hacia la izquierda.
- Expelliarmus
Esta vez Harry dio un pequeño salto para apartarse del rayo anaranjado.
- Carpe Retractum – gritó Harry
De su varita salió una delgada cuerda de luz violeta que le ató los pies de Dean, Harry estiró y Dean se cayó al suelo, y la varita también. El haz de luz desapareció, la varita había quedado a dos metros de Dean. Éste intentó acercarse a gatas a la varita.
- Avis – gritó Harry, de su varita salió una pequeña paloma que voló hasta posarse encima de la cabeza de Dean. – Incarcifors – un rayo grisáceo golpeó a la paloma, y la paloma comenzó a transformarse en una pequeña Jaula, impidiendo que pudiera coger la varita. – Accio Varita
Por último la varita de Dean llegó a las manos de Harry. Dean estaba confuso, todo había pasado demasiado rápido.
- Creo que este duelo ya se ha acabado – comentó Dafne – y apenas han pasado dos minutos – comenzó a aplaudir animosamente.
El resto del alumnado también comenzó a aplaudir, incluso Dean, desde dentro de la jaula.
- Creo que se merece cinco puntos, ¿no cree profesora McGonagall? – comentó Remus.
- Así es, cinco puntos para Gryffindor.
Harry hizo un movimiento de varita y la jaula desapareció, y se acercó a ayudar a Dean y devolverle la varita.
- Tío, ha sido increíble – le decía Dean mientras bajaban de la tarima.
Harry estaba poniéndose rojo.
El siguiente duelo fue bastante aburrido. A Neville le había tocado enfrentarse a Parvati Patil y no hubo ningún hechizo demasiado espectacular. El duelo duró prácticamente los tres minutos, pero a falta de poco, Neville lanzó un hechizo mal y prendió fuego a la túnica de Parvati. Ella sufrió algunas quemaduras, Neville se ofreció a llevarla a la enfermería, y ella aceptó con pocas ganas.
El tercer duelo enfrentó a Seamus contra Lavender Brown. Seamus comenzó bastante bien con los hechizos aturdidores, y Lavender consiguió esquivárselos. Los hechizos de la joven eran poco efectivos y de grados inferiores, Harry se preguntaba que era lo que hacían en el ED, porque realmente no parecían demasiado efectivos. El hechizo más… ofensivo que llegó a lanzar fue el Rictusempra. Cuando concluyeron los tres minutos, los dos alumnos volvieron a su sitio.
- Ron Weasley y Hermione Granger – gritó Remus tras sacar los papeles.
Hermione y Ron, que se encontraban al lado de Harry, se miraron con disgusto.
Ron subió torpemente a la tarima, en cambio Hermione lo hizo con mucha confianza, aunque se le podía observar un deje de preocupación. Ron a pesar de todo no era mal duelista, y lo sabía. Harry sabía que ninguno de los dos utilizaría sus mejores armas.
- Aracnee Atrum – gritó Hermione. De su varita comenzó a salir un líquido petrolusco que empezó a coger forma de una araña de medio metro de altura y de metro y medio de longitud. En la cara de Ron se le podía observar el miedo, comenzó a temblar.
La araña comenzó a acercarse a Ron lentamente, Harry creía que el duelo ya acabaría, y Hermione al parecer también pensó lo mismo, pero… Ron apretó la varita con fuerza y apuntó a la araña con ella.
- Fuscaurum Stella – gritó Ron decidido, blandiendo la varita como si fuera una espada. Una ráfaga de viento fortísimo golpeó en un costado de la araña, arrancándole tres patas de cuajo. No paraba de contorsionarse y chillar. - Arania Exumae – la araña desapareció completamente
- Aqua Putealis - la varita simplemente brilló en un tono azuloso.
Ron miró a sus pies, una luz comenzaba a formar un círculo, y antes de que pudiera escapar, el círculo se tornó un pozo de agua, Ron se hundió, pero consiguió cogerse del borde, quedando los brazos y la cabeza fuera del agua.
- Glacius - gritó Hermione. El pozo se congeló dejando a Ron atrapado.
Harry estaba sorprendido, ninguno de los dos estaba conteniéndose, ambos estaban utilizando hechizos de nivel superior de defensa.
- Eterniam Aestus – la varita de Ron comenzó a producir una honda de calor que consiguió derretir el hielo en pocos segundos. – Carpe Retractum – dijo apuntando a Hermione, esta cayó al suelo tras que la cuerda mágica le atara, y Ron pudo salir de un salto.
- Espherus – gritó Hermione desde el suelo, una esfera de luz salió como una bala, Ron con unos asombrosos reflejos consiguió esquivárselo.
- Lorum Solem – Una delgada línea de luz salió de la varita de Ron, este la blandió como un látigo, pero solo consiguió rozar los bajos de la túnica de Hermione.
- Desmaius – gritaron los dos a la vez, los rayos chocaron y crearon una explosión que los envió a ambos a lados opuestos de la tarima, el pozo de agua había desaparecido mágicamente y los dos levantaron la varita contra el otro y cuando iban a pronunciar el hechizo.
- ¡Tiempo! – gritó Dafne.
Ambos bajaron de la tarima, jadeantes y medios sonrientes. Harry no podía quitar la cara de asombro, menudo espectáculo de magia avanzada que habían dado. El resto del alumnado y los profesores también estaban sorprendidos.
- Increíble… - murmuraba McGonagall.
- Fantástico… - comentó Remus.
- Creo que ambos se merecen diez puntos. – dijo Dafne con una sonrisa de oreja a oreja.
Hermione y Ron se reunieron con Harry.
- El hechizo de viento estelar…el hechizo espherus…e incluso el Lorum Solem… - Comentó Harry impresionado. – Ha sido increíble, yo creía que no ibais a ir en serio.
- Mientras tú te batías en duelo hicimos el trato de que si nos tocaba batirnos a los dos, iríamos en serio – dijo Mione sonriente.
- Chicos… ha sido increíble. He conseguido soportar la embestida de una araña... – dijo Ron, sorprendido de sí mismo.
- Hey, chicos, que ya empieza el último duelo – Dijo señalando a la tarima donde Ginny y Collin iban a comenzar a batirse.
Collin fue quien empezó atacando con el hechizo aturdidor, Ginny utilizó el impedimenta perfectamente, desviando el hechizo y haciéndolo desaparecer.
- Vespermucus – gritó Ginny.
- Oh, pobre Collin, es el hechizo de los Moco Murciélagos – dijo Ron mientras una pequeña mota de luz se dirigía a toda velocidad hacia Collin, pero éste se arqueó hacia atrás y apoyándose con una mano en el suelo, se impulsó hacia arriba dando un increíble salto, y en el aire gritó:
- Reducto – Una estela roja se dirigió hacia Ginny quien la intentó esquivar pero el hechizo consiguió golpearle en el tobillo que el año pasado se había fracturado.
Al intentar levantarse su tobillo flaqueó y estuvo apunto de caer, de no ser porque Collin se acercó a cogerla.
- ¿Estás bien, Ginny? – preguntó Collin con un pequeño rubor en la cara.
- Sí, sí, tranquilo, sólo es una torcedura – dijo Ginny, sonriendo.
- ¡Muy bien! El duelo terminó – anunció Dafne – En breves momentos os diremos quienes son los cuatro representantes.
Ginny bajó de la tarima con ayuda de Collin y se acercó a la pared para que estuviera bien apoyada. Ron, Harry y Hermione se acercaron para ver que tal estaba.
- Estoy bien, chicos, no os preocupéis. – dijo Ginny – Collin, muy buen movimiento para esquivar mi hechizo.
- ¿Tú crees?
- Es verdad – comentó Hermione – ¿Dónde lo aprendiste?
- En vacaciones me gusta practicar artes marciales. – dijo Collin, sonriente.
McGonagall llamó la atención a todos los alumnos para que le prestaran atención.
- Bueno, ahora Dafne presentara la selección de alumnos de Gryffindor .
- En primer lugar… ¿Nerviosos? – comentó Dafne, sonriente – Bueno, como iba diciendo, en primer lugar, por saber utilizar una efectiva combinación de hechizos sencillos pero a la vez efectivos… Harry Potter – dijo aplaudiendo – Venga, Harry, sube a la tarima.
El resto de alumnos aplaudió también.
- En segundo y tercer lugar, por habernos hecho una gran exhibición de hechizos ofensivos y defensivos de nivel avanzado… Hermione Granger y Ronald Weasley. – Mione y Ron también subieron y se colocaron a ambos lados de Harry – Y por ultimo por haber mostrado una gran cantidad de reflejos, y mucho compañerismo… Collin Creevey.
El joven castaño subió sonriente y se colocó al lado de Ron.
- ¡Muy bien! ¡Y así queda formada la selección de duelo de Gryffindor! – Sentenció McGonagall y con un movimiento de varita, debajo de la insignia de la túnica de Gryffindor apareció un Bordado de dos Varitas cruzadas y un león sobre la cruzada.
