Reviews:

Potter5: -señala acusadoramente a Rómulo- Él es el culpable! XD Yio siempre tengo mi parte del capi antes de que se cumpla el mes de la última actualización, pero él... (también está el detalle de que está cursando su último año en el colegio... y en verdad lo están matando con los deberes y exámenes... so... me agarra culpabilidad a veces por presionarlo tanto, ne?) Esperamos que el capi compense más o menos la espera... es el más largo hasta el momento, y donde comienza la verdadera trama del fict... Gracias por el review y la paciencia!

Marc: Lamentamos la demora, pero... como siempre, no tenemos nada más que excusas. Esperamos que el capítulo sea de tu agrado, y que la espera haya valido la pena en parte. Lo que nunca haremos es abandonar el fict... ambos estamos muy sumergidos con la trama -risas-. Gracias por el review y la paciencia!

Aidee: Nos alegramos que te haya gustado... y esperamos que lo siga haciendo XD Lamentamos la demora, en verdad... pero el pobre de Rómulo está sumergido en su último año de colegio, y lo están matando con los exámenes y demás... No podemos exigirle más, qué sino lo terminaremos estresando! XD Saludos y gracias por el review!

Juaniweb: Mejor tarde que nunca! Ese es el espíritu! XD O el lema que nuestros lectores deben adoptar, me parece... –risas- Lamentamos la demora y esperamos que este capi compense los... 7 meses de demora –fulmina a Rómulo con la mirada, y suspira murmurando algo como "trabajo en equipo"- Nosotros también hemos leído el sexto... no tardamos más de una semana en hacerlo en cuanto salió XD Sin embargo, no afectará nuestra trama ni nos hará abandonar el fict, y esperamos que sea lo mismo para los lectores (aunque nuestras actualizaciones cada día de arquero deben ahuyentarlos de por sí... -.-) Ojalá el capi sea de tu agrado y muchas gracias por el review.


Capítulo 15: Tinieblas

Los miembros del ED se mostraron sorprendidos cuando sus galleones avisaron que la próxima reunión sería el miércoles 30, la noche previa al duelo final entre Harry y Malfoy. Todos hubiesen esperado que Harry dedicara aquellas horas a entrenar o a descansar, y no a una clase. No obstante ninguno de ellos protestó y se presentaron con mayor entusiasmo de lo usual. Después de todo, quizás el Gryffindor les contara alguna de las estrategias que estaba pensando emplear con el Slytherin...

Pero Harry no dijo palabra al respecto. Simplemente se limitó a sonreír e incrementar el misterio. Mostraba una aparente seguridad que se contrarrestaba muy bien con el nerviosismo que abundaba en la sala. Hasta Hermione, que decía que confiaba en las habilidades de su novio, se paseaba por la sala con histeria mientras esperaban que todos los miembros llegaran, y echaba miradas de reojo a su pareja.

- Por como están actuando, parece como si no me tuvieran nada de confianza. – Se burló Harry, fingiendo estar ofendido y herido por sus actitudes.

- ¡No es eso! En quien no confío es en Malfoy... y su magia negra. – Contestó Hermione.

- No te preocupes, Herm. Ya he pensado en ello. – El muchacho le restó importancia, notando como toda la atención estaba concentrada en sus palabras. – No te negaré que es un gran oponente... y tampoco me fío de él, pero yo también tengo mis sorpresas y destrezas.

"...Como también las tenían Ron y Susan", Hermione no pudo evitar pensar. La imagen de Ron, saliendo volando en dirección a la cúpula era difícil de olvidar. Sobre todo cuando el choque hubiese significado su vida. ¿Y si algo similar llegaba a sucederle a Harry¿O peor? Si realmente Malfoy estaba siguiendo órdenes de Voldemort, era muy posible que hubiesen planeado algo especial para el Niño que Vivió. Y al solo pensamiento, sus inquietudes aumentaron.

Unos brazos acogedores rodearon su cintura, y encontró su rostro recostado en el hombro de Harry. Aún sin poder verlo, supo que él sonreía, disfrutando de su presencia. Supo que él deseaba lo mismo que ella: permanecer allí, lejos de todo. De los miedos, de la guerra, de las malditas preocupaciones... "Incluso de los exámenes", pensó, riendo mentalmente.

- Todo estará bien, Herm. No te dejaré¿me entiendes? – Y leyendo la sinceridad de sus palabras, no pudo más que creerle.

- Ya, ya, ya, tortolitos. Que estamos en clase, no en un hotel... – Interrumpió Ron, aunque él mismo tenía un brazo apoyado en el hombro de Susan.

- ¿No crees que exageras un poco, Ron? – Dijo Harry, apenas separándose de Hermione. – Sólo estábamos... compartiendo opiniones...

- Si eso era compartir opiniones...

- Ahá. Exactamente lo que estabas haciendo con Susan hoy en el aula de Encantamientos mientras todos almorzábamos, ¿verdad? – Dijo Herm, con una sonrisa maquiavélica.

Como tantas veces en aquella semana, el rostro de Ron cobró un color bermejo muy singular. Intentó replicar a la indirecta de su amiga, pero las palabras parecían haberse perdido en su garganta. Susan se hacía la desatendida, ligeramente ruborizada, mientras Harry intentaba sofocar sus carcajadas bajo una discreta tos. Hermione realmente sabía como manejar la información para sobornar a alguien...

Una cualidad bastante Slytherin, si le preguntaban. Afortunadamente, Herm sabía cómo emplearlo sin daños mayores al contrario de los mortífagos. Casi de inmediato, sacó el pensamiento de su mente. No, esa tarde no iba a ser dedicada a la Orden oscura. Esa tarde la iba a disfrutar con sus amigos.

- No sé ustedes, pero yo no he venido aquí para ver como un par de parejitas se desairan... – Dijo Zacharias Smith, emitiendo como siempre su comentario malhumorado en el momento menos indicado.

Todos los presentes lo miraron con cierta furia; malas noticias rebosaban todas las mañanas, trayendo desgracia y tristeza a las familias del mundo mágico. Cuando por fin podían despejarse un poco y disfrutar de la adolescencia, compartir una buena noticia, él tenía que cortarlo...

- Si bien me alarma un poco, estoy de acuerdo con Zacharias. Ya es hora de empezar con la reunión de hoy. – Anunció Harry.

- ¿Estás de acuerdo con Smith? Harry, creo que deberías visitar la enfermería... – Murmuró Ron.

- ¿Y tener a Pomfrey en pos de mi cabeza? Creo que prefiero seguir estando de acuerdo con Zacharias... – Quienes lo escucharon rieron, haciendo que el Hufflepuff volteara a verlo, suspicaz. Harry le devolvió una sonrisa inocente.

Luego de eso, el rostro de Potter se tornó serio y retomó la reunión donde la habían dejado la semana anterior: encantamientos elementales avanzados. Esta vez estaban intentando manipular la corriente de agua, lo que había demostrado ser todo un reto. Se necesitaba de mucho autocontrol y una mente clara, para visualizar claramente el objetivo y mantenerlo de esa forma, y lamentablemente muchos carecían de esos caracteres. Tras varios intentos, recién Hermione y Susan pudieron lograrlo, seguidas de un par de Ravenclaw. Los intentos de Ron eran vanos y la impotencia ya se hacía notar en la expresión concentrada de su rostro. Su orgullo no le permitió aceptar la ayuda que tanto Hermione como Susan le ofrecieron, y sólo se lo permitió a Harry media hora después de que la reunión empezara.

- Harry, quería consultarte algo... – Dijo Terry, acercándose al Gryffindor. – Aquel hechizo que usaste en mí en el duelo, el Troneasphero...

- ¿Qué sucede con él? – Preguntó Harry, curioso.

- Estuve investigando, ya sabes... nunca había leído sobre él y... – "Un Ravenclaw no tolera permanecer en la ignorancia", terminó Harry mentalmente por él. – No lo encontré en ningún libro sobre hechizos elementales...

- Es entendible. – Determinó Harry, aunque su rostro demostraba cierta incertidumbre. – Al ser un hechizo algo peligroso sino se lo usa concientemente, el ministerio intenta mantenerlo lejos del conocimiento de los alumnos... como ciertos hechizos que hemos estado aprendiendo en el ED. Pero tranquilo, no es nada ilegal.

- ¿Por qué el ministerio no quiere que lo aprendamos? – Cuestionó Zacharias, desconfiando de Harry.

- Pensé que quedaba claro, pero... se ve que tendré que explicarlo. – Suspiró al contemplar a todos sus compañeros con los ojos fijos en él. – Si hubiera ejercido un poco más de poder en el hechizo, fácilmente hubiese matado a Terry... la electricidad es uno de los elementos más difíciles de manejar, porque el mínimo descontrol y...

- ¿Y te arriesgaste a utilizarlo... aún sabiendo que podrías haber matado a Terry? – Dijo Smith, con el entrecejo fruncido. Harry no dudó que muchos de los presentes estarían preguntándose lo mismo.

- Sabía que podía manejarlo. Además, fue lo primero que se me ocurrió en su momento. – Se encogió de hombros y se apresuró a cambiar de tema. – Por cierto, Ron, esa cúpula estuvo espectacular... – Weasley sonrió, orgulloso.

- Pues claro¿o acaso desconfiabas de mi habilidad?

- Aunque si te pones a pensarlo, Ron, si bien la habilidad influyó... tiene más que ver con el esfuerzo que pusiste al practicarlo días previos. – Señaló Hermione.

- Y la voluntad. No hay que olvidar que eso influye mucho a la hora de hacer hechizos avanzados. – Agregó Ginny. – Si no entienden a lo que me refiero, fíjense en el Patronus. Por mucho esfuerzo y habilidad que tengas, sino pones toda tu voluntad en él... es imposible que conjures algo corpóreo y suficientemente fuerte para conservar a raya a un dementor.

- Miren qué bien, mi Ronny tiene fuerza de voluntad. – Bromeó Susan y Ron fingió ofenderse, por lo que la Hufflepuff se inclinó y besó su mejilla en consuelo.

- Me alegro tanto que Susan y Ron se lleve tan bien, aún cuando recién acaban de ponerse en pareja y empiezan a conocerse. Merece a alguien así. – Le murmuró Hermione a Harry.

Luego del período de charla, Potter dio por terminada la reunión. Sin embargo, ninguno de los miembros del ED se movió de su lugar, todos compartiendo sonrisas cómplices, excepto Harry que los miraba confundido.

- ¿Sucede algo? – Les preguntó, alzando una ceja.

- Pues sí. – Dijo Justin como si tal cosa.

- Verás, Harry. – Continuó Ginny. – Los miembros del ED queríamos agradecerte... pues... todo el esfuerzo que pones en enseñarnos.

- Quienes participamos en el torneo, – Prosiguió Susan – nos hemos dado cuenta de cuánto han mejorado nuestras habilidades desde que tú nos enseñas. Además de otras cosas, como nuestro coraje y autoestima.

- Chicos... yo no...

- Calla y escucha, que nos ha costado mucho organizar el discurso. – Le cortó Ron, con una sonrisa burlona.

- Y hay otra cosa que has hecho que todos pensábamos que era casi imposible... unificar Hogwarts bajo un mismo estandarte. Bueno, aunque sea tres cuartas partes de Hogwarts; desde que ED empezó... comenzamos a entender mejor el sentido que tienen las Casas y las personas que pertenecen a cada una de ellas. Empezamos a crear amigos más allá de los primeros prejuicios. Los Ravenclaw dejaron de ser "sabelotodos" y pelmazos, los Hufflepuff dejaron de parecernos estúpidos... – Dijo Hermione.

- Y los Gryffindor, impulsivos y demasiado confiados. – Expuso Terry. – Detrás de cada imagen de Casa... terminamos encontrando amigos. Pasamos a ser... una agrupación. Una verdadera agrupación. Sin competencias ni discordias.

- Y como muestra de nuestro agradecimiento... – Seamus sacó de su mochila un paquete, envuelto en un papel especial decorado con snitchs, y se lo entregó a Harry, quien parecía no salir de su asombro.

- No debieron... – Intentó decir, pero fue sofocado por las aclamaciones de sus amigos.

Sin entender del todo el porqué del regalo, se dispuso a abrirlo. Se trataba de una túnica color escarlata y dorado, de tela muy elegante y, supuso, muy lujosa. Sin embargo, en el lugar que usualmente ocuparía el logo de Gryffindor, se hallaba el escudo de Hogwarts, aunque esta vez resplandecía con mucho más significado. Los miembros del ED sonrieron orgullosos, sabiendo que habían realizado el regalo perfecto: Harry se había quedado sin palabras.

- Antes de que digas nada: lo hicimos porque quisimos hacerlo. Nadie nos obligó, así que no vengas con eso de "no debieron"... – Dijo Ron. – Y, con que no te veamos mañana en el duelo, luciendo esta túnica, tendrás que enfrentarte a un par de personas más que a Malfoy...

Harry sonrió mentalmente. Sabía a la perfección lo que Ron diría a continuación.

- Y si llegas a dejarte vencer por ése...

- Tranquilo, Ronny. Muerto antes que derrotado por Malfoy. – Rió, por primera vez en mucho tiempo, sintiéndose realmente apreciado.

- Creo que cierta personita tiene un problema de prioridades... – Señaló Hermione, aunque no pudo evitar que una sonrisa se expandiera por su rostro.

- Mira quién habla. – Replicó Harry sacándole la lengua, para luego besarla levemente en los labios.


Estaba sumergida en la oscuridad. Sus pasos, monótonos y silenciosos, marcaban un rumbo indeterminado. Por lo que podía observar, estaba vadeando un bosque frondoso, cuya vida nocturna era intensa. Podía escuchar sus sonidos inarticulados, agudos y desapacibles en la lejanía, como si se tratase de otra dimensión. Pero no era eso lo que le interesaba, sino más bien la figura que caminaba unos metros delante de ella. Algo le decía que lo conocía, aunque no podía ubicarlo al no distinguir sus rasgos faciales o al no haber escuchado su voz aún. No obstante, sus movimientos ágiles y concisos le parecían extrañamente familiares, y su aura era poderosa. Más poderosa que cualquiera que ella hubiera visto jamás. Aún así...

Aún así, no se sentía intimidada. Sabía que aquella persona no la dañaría, mas no entendía el origen de aquella confidencia. ¿Se trataría de un viejo amigo, perdido en su memoria¿Alguna persona que había conocido en su infancia¿O sólo era... una impresión suya? Después de todo... un aura tan poderosa y oscura no podía pertenecer a una persona con conciencia limpia. ¿Cómo sabía que no estaba siendo dirigida hacia una trampa¿Cómo podía confiar?

A pesar de eso, lo hizo. Como digna Gryffindor, llena de curiosidad y creyendo en sus instintos, siguió al hombre, quien continuaba sin percatarse de su presencia. Se preguntó cómo era eso posible, cuando tenía la certeza de que sus pasos no eran tan insonoros y que él estaba atento a cada inquietud del entorno. Se lo adjudicó a su suerte, sin embargo algo en su mente le señaló que no era esa la razón.

Caminaron por lo que resultaron ser horas. Sus pies estaban prácticamente adormecidos pero no se rendían. Sus brazos y piernas habían sido raspados por las ramas de los árboles y los arbustos, y de vez en cuando un mareo la hacía detenerse. No obstante, el hombre no daba signos de cansancio y ni una herida adornaba su piel morena. Estaba acostumbrado al bosque y a la actividad física, pero también demostraba una resistencia increíble. Ella no pudo más que admirarlo por ello.

Además notó que, mientras los insectos parecían adictos a su piel y se regocijaban molestándola, a él ni siquiera se acercaban. No supo si concederlo a una familiaridad del hombre con la naturaleza o al temor de los insectos que presentían el peligro. Quizás su aura los ahuyentaba.

Cuando ya empezaba a darse por vencida, un enorme castillo se hizo advertir tras la espesa vegetación. Le pareció ver una sonrisa repleta de satisfacción por parte del hombre, mas lo dudaba dado a la oscuridad. Caminaron unos cuantos metros más hasta llegar a la imponente puerta la cual se abrió inmediatamente.

Nunca había estado en un lugar tan lujoso. Ninguna sala de Hogwarts podía ser comparada con ese recibidor. Cuadros de alta calidad y simplemente deslumbrantes adornaban las paredes, sillones del terciopelo más costoso de toda Europa yacían allí sin aparente utilidad, alfombras y estatuas... innumerables elementos que la dejaron sin respiración. Nada que pudiese hallar con facilidad en un hogar vulgar.

Más sorprendente, sin embargo, resultó ser la persona que bajó por las colosales escaleras a darle la bienvenida al hombre. Vestido con túnicas refinadas, todo apuntaba a que era un aristócrata de alta influencia y poder. No debería ser demasiado mayor, alrededor de treinta años seguramente. Era alto y robusto, aunque terriblemente pálido (tanto que llegó a sospechar que se trataba de un vampiro) y con ojos incluso más rojos que la sangre, semejantes a los de una serpiente.

No tardó ni un instante en reconocerlo. Estaba cara a cara con una versión juvenil de Lord Voldemort.

- Me complace ver que cumpliste con la misión.

Ella volteó a ver al hombre al que había seguido todo ese tiempo. Ahora, bajo la luz tenue de las antorchas, pudo discernir su rostro pálido, aunque no tanto como el de Voldemort. Sus ojos verdes oscuros no expresaban nada, ni siquiera frialdad. Sin embargo, por el gesto relajado de sus hombros, se hallaba en terreno familiar. Su cabello negro azabache terminó de definir su identidad, sumado a la cicatriz ligeramente visible en su frente.

Se trataba de Harry. De su Harry. Aunque estaba segura que no era en tiempo real, sino un par de años más. Sus facciones eran mucho más maduras y su actitud mucho más seria de lo normal. Asimismo, Harry no poseía esa aura tan penetrante en el presente. No obstante, al sólo pensar que llegaría a ser tan poderosa, se estremeció.

Confiaba en su Harry. Pero no sabía si podía confiar en ese Harry.

- No esperaba nada menos de ti. – Agregó Voldemort, avanzando unos pasos más hacia el Niño que Vivió, quien ahora sonreía arrogantemente.

Su Harry no sonreía así. Había algo sobre este Harry mayor que le daba mala espina. Tal vez el hecho que estuviera hablando civilizadamente con Voldemort ya era preocupante, pero había algo más en su forma de expresarse y en sus ojos. Algo mucho más oscuro... algo que le superaba.

Y eso le asustaba.

- ¿Acaso pensabas que iba a fallar? – Preguntó Harry, sus ojos verdes brillando maniáticamente.

- No. Sabes que no. – Respondió Voldemort devolviendo la sonrisa, la cual provocó estremecimientos por todo el cuerpo de Hermione. – No has fallado ni una sola misión, aún cuando algunas de ellas estaban diseñadas para fracasar.

- ¿Qué puedo decir? Tuve buenos maestros. – Dijo Harry, pero ni un grado de modestia acompañó sus palabras.

Ese no era su Harry.

- Además, las misiones de espionaje no son un gran desafío. – Murmuró con desdén.

- Sé que te ofende que te mande a realizar esas misiones, Harry, pero ten en cuenta que actualmente eres el único hombre en el cual puedo confiar. – Dijo el Dark Lord, exponiendo cierta calidez enferma en sus palabras. – Y toda la información que podamos conseguir será una herramienta extremadamente eficaz contra Dumbledore y su maldita Orden.

- Lo sé, Tom. Es sólo que... a veces me gustaría tener un poco más de acceso a la Acción... – La sonrisa malévola que compartieron Potter y Voldemort no alivió los temores de Hermione.

Su Harry nunca se convertiría en ese monstruo... su Harry nunca hablaría así de la matanza de gente inocente. Su Harry nunca apoyaría un plan para vencer a Dumbledore cuando bien ella sabía cuánto el Gryffindor apreciaba al director, casi como un abuelo... su Harry nunca iría en contra de ella...

- Habrá un ataque la próxima semana. Quizás puedas ir a comandarlo y divertirte un poco con las sangres sucias y muggles¿qué te parece, Harry?

- Será todo un placer.

Su Harry nunca...

Voldemort sonrió satisfecho. Terminó de avanzar los pasos necesarios para apoyar sus manos en los hombros del Gryffindor, un gesto infaliblemente paterno y que le indujo náuseas a Hermione. Eso estaba tan mal... tan erróneo... tan falso... Pese a eso, Harry parecía cómodo ante el contacto y recibió la extraña actitud de cariño sin hacer comentario al respecto.

- Cuánto han cambiado las cosas estos últimos meses... – Susurró el Dark Lord.

- Han cambiado para mejor, Tom. Juntos construiremos una nueva sociedad mágica... una nueva era de esplendor se avecina. La Orden Oscura triunfará. – Sentenció Potter con completa seguridad.

- Me deleita ver que no te arrepientes de tus elecciones, Harry. – Voldemort sonrió aún más ante el gesto de indignación de su aliado.

- Un Slytherin nunca se arrepiente de sus elecciones. – Indicó él. – El fin justifica los medios... no importa a cuántos impuros más tenga que matar o a cuanta gente traicionar mientras que nuestra sociedad se fortifique... mientras que triunfemos. No hay nada de qué arrepentirse.

- Me agrada tu filosofía. – Opinó Voldemort.

- Obviamente, sí eres el Dark Lord que hizo resurgir estas ideologías en nuestra época. Me preocuparía mucho sino creyeses y te agradase lo que defiendes.

Voldemort rió, ampliamente regocijado con el humor negro de su acompañante. Por su parte, Harry parecía disfrutar de su presencia y también sonreía. No era una situación demasiado agradable desde el punto de vista de Hermione, quien había empezado a darse cuenta de un detalle extremadamente importante.

... Ninguno de los dos magos había notado su presencia, aún cuando ella se hallaba enfrente de ellos, perfectamente visible. Ninguno la miraba ni había hecho gesto de advertirla. ¿Era acaso una trampa o en verdad era invisible?

Se dirigió agitadamente hacia un gran espejo que había en el lado contrario de la sala y lo contempló, pasmada de no hallar su reflejo. Observó sus manos y por primera vez se dio cuenta de que era semi-trasparentes, casi fantasmales.

¿Estaba... muerta?

Pánico inundó su ser. Quizás esa era la razón por la cual Harry había traicionado a la Orden del Fénix. Quizás... ella era la razón de su indiferencia. Quizás... y sólo quizás... Voldemort había logrado manipular a Harry dentro de su angustia, había logrado cambiarlo y someterlo a su voluntad...

Miles de recuerdos parecieron resurgir en su mente, tan rápido que no llegó a comprender ni a identificar a ninguno. Situaciones que no había vivido jamás, tristezas que no había experimentado... escuchó gritos desesperados y súplicas asfixiadas en la lejanía. Rostros de innumerables desconocidos y una interminable sensación de felonía y de aversión hacia aquellos que se lo habían arrebatado...

No era ella. Pero al mismo tiempo, lo era. ¿Cómo era todo aquello posible? Todo parecía tan irreal...

Ella... Harry... Voldemort... ese no era su presente. Entonces... ¿qué era¿Su futuro¿Una pésima broma de su mente¿Una advertencia¡¿Qué era¡¿Qué debía hacer!

- Duerme...

Gracias al espejo pudo distinguir a Harry detrás de ella, con sus manos apoyadas en sus hombros invisibles. Su mirada verdosa la contemplaba impasiblemente en el reflejo. Algo dentro de ella sabía que no debía obedecer su orden, que de hacerlo todo estaría perdido, pero no pudo más que ceder ante la calidez que abundaba en su ser... volver a sentir sus manos en su cuerpo, volverlo a ver... era todo lo que había deseado durante esos meses... quería preguntarle tantas cosas, convencerlo de tantas otras... pero sólo pudo callar y dejarse dominar por la oscuridad del sueño.

Cuando despertó en su cómoda cama en el dormitorio de chicas de Gryffindor, Hermione no recordaba nada. Lo único que señalaba que había soñado era la sobrecogedora sensación de angustia e inquietud. Pero pronto la olvidó cuando volvió a ser sumergida en el sueño por una fuerza superior a ella.

No sabía cuánto se arrepentiría mucho más delante de no haber luchado por permanecer despierta.


Una gran masa de nubes oscuras cubrían el ya de por sí oscuro cielo otoñal; unas nubes que amenazaban una de las peores tormentas de la era, pero eso nadie lo podía saber, es más, la mayoría de presentes no prestaban atención al cielo precisamente, ya que en el suelo de aquel páramo en los terrenos de Hogwarts iba a iniciarse uno de los acontecimientos más esperados en el colegio desde el torneo de los tres magos.

Harry Potter contra Draco Malfoy, la final del torneo de duelo.

Se enfrentaban dos de los alumnos más poderosos de todo el colegio, dos alumnos que representaban dos polos opuestos: Slytherin contra Gryffindor; valentía y coraje contra astucia y malicia. Algunos hasta se atreverían a decir que esos dos alumnos representaban la magia blanca… y la magia negra.

Las frías dagas de la mirada del joven Slytherin chocaban contra la intensidad de las esmeraldas del Gryffindor.

La mayor parte del estadio animaban a Potter, más concretamente los sectores de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw, mientras la minoría de Slytherin animaba al rubio platino.

Un relámpago cruzó el cielo cegando a todo el estadio, y después del sonido del trueno hubo un silencio de ultratumba; de la varita de Dafne salieron chispas verdes y rojas que estallaron en el aire formando la palabra START y dando así comienzo al duelo.

Ninguno de los dos se movía, ambos apuntaban al otro con la varita alzada, Draco con la soberbia propia de un Slytherin, Harry con seguridad de un Gryffindor. Entonces Draco habló:

- Vamos a recordar viejos tiempos, Potter… ¡Serpensortia! – exclamó Draco.

Tal y como había pasado años atrás, una serpiente negra como la noche apareció y Harry arqueó una ceja.

- Vipra Evan…

- Engorgio – Gritó Draco antes de que Harry pudiese acabar su hechizo.

La serpiente aumentó de tamaño de forma sorprendente, su longitud de dos metros se había multiplicado por diez.

- ¿Es lo único que sabes hacer, Draco? – dijo Harry, al ser hablante de pársel, tenía una ventaja sobre la serpiente.

- Por supuesto que no… Auriruptus

La serpiente profirió un grito de dolor y de los orificios auditivos comenzó a brotar sangre... Harry abrió mucho los ojos, había perdido la ventaja.

La serpiente desequilibrada por el dolor embistió a Harry, intentando morderle, éste saltó rápidamente, esquivando al reptil. Éste volvió a arremeter contra el joven, y éste volvió a esquivar las fauces de la serpiente, pero no pudo esquivar un coletazo que propinó la serpiente. Harry cayó al suelo y antes de que pudiese levantarse la serpiente le había rodeado completamente y cada vez apretaba más. En pocos segundos Harry estaba viendo como el duelo se iba decantando hacia la serpiente. No podía acabar así, no podía defraudar a los miembros del Ejército, habían confiado plenamente en él. Mientras Harry veía como se acababa el duelo, y por que no decirlo, el aire, Draco reía a carcajadas.

- Potty, Potty, Potty, me estás defraudando, de verdad, no has conseguido rozarme en ningún momento.

- Hablas demasiado rápido, Draco – dijo, y su expresión de esfuerzo esbozó un intento de sonrisa, después susurró: – Cangiare

La cara de Draco cambió, no de expresión, sino de lugar; ahora Draco se encontraba atrapado por el reptil que él mismo había conjurado; Harry sonreía cogiendo aire, y levantó la varita apuntando a Draco.

- Creo que ambos nos hemos confiado, Malfoy, ¡Chimae Focuo!

La serpiente que rodeaba a Draco se prendió fuego, y la túnica de Draco comenzó a arder. Se la quitó rápidamente y la tiró al suelo. En el suelo las llamas que cubrían a la túnica fueron desvaneciéndose, dejándola intacta. Harry sonrió cuando Draco lo miró con furia, colocándose de nuevo lentamente la túnica.

- Dejémonos de jueguitos de niño¿vale, Potter? – dijo mientras apuntaba con la varita con rabia – Spatha Lanzera

De la varita de Draco apareció una hoja metálica completamente afilada, y salió disparada a gran velocidad hacia Harry.

- Geos orogenum – Gritó Harry repetidas veces. Tres grandes muros de piedra le cubrieron protegiéndole de aquella espada afilada.

- No puedes esconderte, Potter, ¡Torus flammo! – exclamó Draco

Llamas de color azul oscuro golpeaban ferozmente aquel muro de roca que había conjurado Harry, pero el muro resistía.

- Sismo – gritó Harry.

El suelo comenzó a tambalearse y una brecha aparecía poco a poco en el suelo; uno de los muros conjurados se partió en dos, pero no se derrumbó, la grieta llegó hasta el lugar que ocupaba su contrincante quien pudo esquivar la grieta a duras penas, debido a la velocidad que había transcurrido aquel hechizo.

- ¡Veo que juegas duro, Potter! – gritó Malfoy desde el otro lado – veamos si esto te parece lo suficientemente duro. Draco Morphero – exclamó señalando el centro del muro que había creado Harry.

El muro comenzó a temblar y comenzó a cambiar de forma. Se desprendieron del suelo y comenzaron a flotar, pero ya no tenían forma de muro, Draco los había transformado en un gigantesco dragón de piedra.

El Dragón ascendió en el aire batiendo sus alas de unos siete metros de envergadura, y comenzó a caer en picado en dirección a Harry.

- Warniks Ferdja – gritó Harry y una gran llamarada se escapó de la varita.

La llamarada que se había conjurado adoptó la forma de un pájaro de fuego gigante que se interpuso entre el Dragón y Harry. Una explosión sacudió el estadio, cegando a todo el público. Cuando la nube de humo se disipó, pudieron ver a Harry y Draco frente a frente, ambos jadeando y apuntándose mutuamente.

Ambos sonrieron, y pasaron de nuevo al ataque.

- Pugiatonis – gritó Draco, adelantándose al Gryffindor.

Varias púas de gran envergadura aparecieron desde el suelo, rodeando a Harry, dejándolo encarcelado. Una de estas púas había logrado rozar el brazo izquierdo, que debido a la velocidad del hechizo, no había logrado reaccionar. Harry estaba en un apuro, Draco le vencía en reflejos fácilmente, cosa que nunca había sucedido.

- Lapidis sectio – gritó Harry. Las púas de piedra se rompieron por la base – Wingardium Leviosa – dijo, apuntando a una de esas púas.

La púa comenzó a volar a gran velocidad, dirigida por Harry.

- Bombarda – dijo Draco, haciendo explotar aquel proyectil improvisado.

- Wingardium leviosa…Wingardium leviosa. – Exclamó Harry.

El proceso se repitió repetidamente, ninguna de las púas consiguió dar a su objetivo. Sólo quedaba una, bañada en sangre; esa era la que había herido a Harry.

- Wingardium Leviosa

- Niger spath – exclamó Draco. De la punta de la varita salió una hoja de espada negra como petróleo.

Esta vez en vez de explotar la púa, Draco la contuvo con aquella espada mágica que había conjurado, Harry moviendo la varita asestaba rápidas punzadas. Sin embargo el Slytherin las bloqueaba con habilidad. Una asestada que iba directo a su cabeza fue obstaculizada con la espada. Harry seguía haciendo fuerza y Draco tuvo que poner la otra mano en la hoja para que la púa no le golpease.

- Spherus – gritó Harry.

Draco esta vez no pudo reaccionar, la púa cayó al suelo pesadamente, pero cuando intentó ponerse de nuevo en guardia, la esfera de luz le golpeó directamente en el pecho, tirándole al suelo.

Harry sonrió, el golpe que le había atizado había sido muy fuerte, dudaba que se levantara.

Había cantado victoria antes de hora. Draco se levantó, la bola de luz no le había golpeado de pleno, ya que había interpuesto la espada hechizada, dedujo Harry al ver la hoja que salía de la varita partida por la mitad.

- Finnite Incantatem – Lo poco que quedaba de la espada desapareció.

Draco parecía enfadado, de la boca le brotaba un hilillo de sangre y su entrecejo denotaba su rabia.

- Lodis Asser – gritó Draco.

Harry reconoció a la primera el hechizo, y rápidamente saltó al suelo, mientras la multitud de haces de luz negro se acercaban hasta su posición inicial. Ese hechizo casi había matado a Cho en un duelo anterior. Sólo un par de rayos rozaron la pierna de Harry, provocándole rasguños.

Harry, desde el suelo, gritó.

- Sawt Ates – gritó Harry Una llamarada cual látigo comenzó a blandir desde el suelo. Uno de los golpes le dio en la mano derecha a Draco y su varita cayó al suelo, y Harry gritó mientras se levantaba:

- Accio Varita

La varita comenzó a emprender el vuelo, pero Draco a pesar de tener herida la mano, saltó detrás de ella, atrapándola en el aire, y gritando a su vez:

- Pugio Umbra

Un haz oscuro hirió a Harry en el estómago y comenzó a brotar sangre. En la grada Hermione se tapó los ojos y se apoyó en Ron, quien le pasó un brazo por encima, para calmarla; todo el estadio se había quedado mudo.

Harry estaba abatido en el suelo, parecía que el duelo estaba decidido, no podía seguir con una herida de tal calibre. Draco se levantó del suelo, victorioso.

No obstante Harry se alzó también, tapándose la herida con la mano. La gente comenzó a aplaudir y a gritar, Draco parecía sorprendido, pero después, esbozó una misteriosa sonrisa

- Fajro cikatrigi – susurró Harry, apuntándose a la herida.

Una mueca de dolor apareció en el rostro de Harry, mientras una luz roja bañaba la herida, que poco a poco comenzó a cicatrizar por el calor que dimanaba la varita.

- Bueno, ahora comienza el verdadero duelo, Potter – Dijo Draco, arrastrando las palabras. Apuntó al cielo y exclamó: – Noir Orbe

Una luz negra cubrió todo el estadio, y de pronto una gran campana negra impedía que los espectadores pudiesen ver a los contrincantes, y viceversa.

- Bueno, ahora que nadie nos ve, podremos utilizar verdaderos hechizos, porque la magia Blanca… ¿qué gracia tiene? – exclamó Draco, comenzando a reír como un verdadero histérico.

- ¿Qué pasa, Draco, no puedes ganarme de manera limpia?

- ¿Acaso la magia blanca te ha dado algo que no se pueda conseguir con la magia negra? Con esa actitud, será difícil que puedas siquiera plantar cara a mi Lord – dijo Draco muy serio.

Después de esas palabras, Harry comenzó a dudar. Era lo mismo que había dicho Snape, y en aquel momento, había pensado que tenía razón, entonces¿Draco tenía razón¿El fuego se tenía que ganar con fuego? No… ¡no!

- Lo sabía… No puedes responderme…ivi kaere touell – pronunció Draco.

Del suelo, como si de plantas se tratasen, comenzaron a brotar una docena de esqueletos que comenzaron a acechar a Harry.

- ¡Expelliarmus! – gritó Harry apuntando a uno de los esqueletos.

El rayo anaranjado atravesó al esqueleto como si nada; no les afectaban los hechizos. Los esqueletos se abalanzaron contra él, y le comenzaron a morder, arañar, golpear… pero Harry no les podía tocar, estaba perdido; la sangre brotaba de las heridas que provocaban.

Tenía que pensar algo rápido, "pensar…pensar… ¡claro¡¡Son producto de mi pensamiento, son solo ilusiones!"

- Finnite Illusio – exclamó Harry

Los esqueletos habían desaparecido, pero no las heridas que le habían provocado.

- Poderosa la magia negra¿verdad? Quién diría que una simple ilusión te podría dejar tan mal herido. – dijo Draco burlonamente.

- ¡No la necesito para vencer!

- ¿Ah, no? – dijo Draco.

Entonces una voz, semejando más bien un siseo, en la cabeza de Harry repitió… "¿Ah, no?". Harry sacudió la cabeza, debían ser imaginaciones suyas.

- No, y te lo demostraré. ¡Aureole! – gritó Harry

Un anillo de luz sitió a Draco y lo aprisionó; estaba completamente inmovilizado.

- Ríndete, Draco.

- Más te gustari…- pero no pudo acabar la frase, porque el aro comenzó a apretar más, y un grito se escapó de su boca.

- ¡Ríndete!

- ¡Para ganarme me tendrás que quitar la varita! – gritó Draco.

- Que así sea, Spherus Minste.

Harry disparó una bala de luz en dirección a la mano de Draco, pero éste se agacho y la bala pegó en aro que atrapaba a Malfoy, rompiéndolo en pedazos.

- Vaya, Harry, parece que la astucia supera…a tu estupidez Gryffindor… Estoy por encima de ti, mírate, estás hecho polvo, y yo solo tengo un brazo herido, y un golpe en el pecho. Ríndete.

"Ríndete", insistió la voz en la cabeza de Harry.

- Nunca me voy a rendir, y menos ante ti… IuppiterPlectere

En la varita de Harry se comenzaron a condensar millones de chispas y rayos, completamente blancos. Empezaron a aumentar, también aparecían relámpagos a su alrededor; todo eso en pocos segundos, y de pronto un inmenso relámpago comenzó a brotar de la varita. La reacción de Draco fue inmediata, segundos antes de que el rayo le tocara, gritó:

- Foramen Furvus Tria

Tal y como había pasado en duelos anteriores, un agujero oscuro absorbió aquel relámpago. Harry, quien ya conocía el hechizo, sabía que podría esquivar su propio hechizo por la espalda…pero no contó con que venía de tres lugares diferentes, tres agujeros se habían formado, uno a su espalda y uno a cada lado, y sólo pudo esquivar uno.


En las gradas del estadio se respiraba la incertidumbre, llevaban varios minutos en donde lo único que veían era una cúpula negra. Varios profesores intentaban deshacerla pero se trataba de magia negra muy avanzada, no habían conseguido ningún avance.

Hermione en su lugar, estaba completamente desesperada, muy preocupada por Harry. Ron intentaba tranquilizarla, sin mucho resultado.

- Ya verás como Harry saldrá ileso, no te preocupes.

- Draco no juega limpio, puede pasarle cualquier cosa...

- Confía en Harry, seguro que…

Un grito desgarrador interrumpió las palabras de Ron, Hermione conocía esa voz, era…

- ¡HARRY! – gritó mientras se le saltaban las lágrimas.


Harry se encontraba en el suelo, dos descargas le habían golpeado prácticamente de lleno. Estaba íntegramente exhausto, le costaba respirar, y no había probado ponerse en pie, porque dudaba que lo consiguiese; había sido derrotado.

- Este es el mismo resultado que obtendrás, cuando te enfrentes al Lord Oscuro, Potter – susurró Draco, quien se había acercado a Harry – La derrota.

"Derrota", susurró la voz en su cabeza.

Harry intentó ponerse en pie, pero fracasó en el intento, quedándose arrodillado enfrente de Draco.

- ¡Sí! Eso me gusta… arrodíllate ante mí, arrodíllate ante el poder de Lord Voldemort.

"Arrodíllate… Poder"

- Aún estás a tiempo de cambiar de bando, Potter, de escoger el bando correcto, el bando de las tinieblas…

"Tinieblas…"

- …Cállate… - susurró Harry.

- Únete a nosotros…

"Únete a mí…"

- Cállate – dijo, ahora más firme.

- Ven con nosotros.

"Ven conmigo"

- ¡Cállate! – exclamó entre dientes con los ojos cerrados, ojos a los que se le escapaban lágrimas de dolor.

- Únete a Lord Voldemort.

"¡UNETE A MÍ!"

- Cállate… ¡CÁLLATE! – gritó Harry exasperado, cogiendo la varita y gritando…


Después de aquel desgarrador grito de Harry, todo el lugar estaba en completo silencio, mirando la cúpula, esperando a que pasara algo.

Y algo pasó…

Otro grito despedazó el cielo.

- …¡CÁLLATE! ¡CRUCIO!

De pronto, la cúpula se desvaneció tan rápido como había aparecido, dejando una visión que heló a todo el mundo.

Harry se encontraba de pie, apuntando a Draco con la varita, mientras él se hallaba retorciéndose de dolor en el suelo, quedando inconsciente. Entonces el Gryffindor cayó en la cruda realidad cuando miró alrededor; había hecho algo imperdonable.

Antes de que alguien reaccionase, Harry salió corriendo, sin mirar a ningún lado; marchándose del estadio y desapareciendo de la vista de todo el mundo.

Ahora tenía muy claro su destino.

Hermione, en la grada, fue la única que consiguió reaccionar y se precipitó a seguirlo, intentando alcanzarle.


- Sacrificios tienen que ser hechos, Mione.

Ella estuvo allí para él siempre. Siempre. Nunca le reprochó nada, a pesar de tener todas las herramientas para hacerlo. Nunca pidió más de lo que él podría darle. Sólo lo necesario, sólo lo que él quisiera entregarle. Nada de obligaciones. Todo con sinceridad.

Fue la única. Era la única que le quería por ser él, por su personalidad, su carácter, por sus virtudes y defectos... Era la única persona que con solamente mirarle a los ojos podía saber qué sentía y pensaba, sin usar ninguna clase especial de Legeremancia. Era la única que miraba a Harry. A Harry, no Harry Potter.

La única, y él estaba allí, haciéndola sufrir de esa manera...

- ¡Por favor, Harry¡Hazlo por mí!

Lágrimas salinas cubrían su bello rostro. Lágrimas que se precipitaban y caían, desprendiendo todo el dolor y la desesperación. Junto con su cuerpo, que temblaba inconteniblemente. Por el frío, por el miedo, por la preocupación... Sus cabellos castaños se mecían ferozmente, dejándose llevar por el viento que les jalaba hacia atrás. Y ella corría hacia él, intentando hacerle entrar en razón. Y él le contestaba en gritos, cada vez más lejos de su alcance y más cerca de los límites de Hogwarts.

- Es lo que estoy haciendo, Mione. – Le gritó, sin voltearse. Sino ella podría ver como rebeldes lágrimas comenzaban a descoserse de sus ojos. – Lo hago por ti, sólo por ti.

- ¿Adónde vas, Harry¡Detente, por favor¡No puedes dejarme aquí, iré contigo...!

Harry no tenía frío gracias a la modificación que había sufrido la túnica del ED al traspasar las puertas del Estadio. Ahora estaba vestido con abrigadas ropas, puramente negras. Ningún escudo, ningún color. Nada. Estaba seguro que Snape tenía algo que ver, sabía que le estaba esperando en Hogsmeade. Era desconcertante no entender cómo podía estar al tanto de eso, no obstante era verdad.

Lástima que para llegar a Hogsmeade primero tenía que surcar los terrenos de Hogwarts. Tenía suerte que todos se habían quedado demasiados shockeados en el Estadio como para perseguirle e intentar detenerle. Sólo Hermione había corrido tras de él, comprendiendo inmediatamente toda la situación. Sólo ella tenía el valor para interponerse en su camino y la admiraba por ello.

- No te pondré en riesgo por más tiempo, Hermione. Te amo, no lo dudes, pero... No puedo. No puedes venir conmigo¡soy un asesino, Mione!

- ¡No lo eres!

- ¿Entonces qué es lo que he hecho esta noche, Mione?

- ¡Fue Voldemort, no tú! – Harry siempre admiraría su valor para gritar ese nombre a los cuatro vientos. No le tenía miedo al Innombrable, ella no. Pero él sí.

Ese asesino podía controlarlo como quisiera y él no tenía las armas para hacerle frente. Todo por culpa de Dumbledore. No dejaría que eso volviera a pasar otra vez. Ya no más. Snape había tenido la razón desde un principio, Dumbledore no le estaba entrenando con toda la convicción y fuerza que debería.

Fuego contra fuego, eso debía ser esa guerra. Tenía que saber a lo que se enfrentaba, dominarlo en totalidad y utilizar todo ese poder para vencer a ese monstruo, que tanto había arruinado su vida. Pero Dumbledore pensaba diferente, pensaba que con agua, el fuego podría extinguirse. No alcanzaba. Ya no más.

Y en ese error mental, podían perderse muchas vidas. Y él no estaba dispuesto a ver morir más gente... No quería ver morir a Mione. A Ron, a Neville, a Luna, a Ginny, a Remus... Pero sobre todo, no quería ver morir a Mione. No ella, no lo merecía. Y por eso tenía que dejar Hogwarts, dejar a sus amigos, dejarla a ella, para entrenarse con Snape y poder ser un digno contrincante de Lord Voldemort. No el Golden-boy de Dumbledore, que siempre tenía la suficiente buena suerte como para sobrevivir mientras otros perecían en su misma situación. Su suerte no subsistiría por mucho más tiempo. No podía contar con ella eternamente.

- ¡Por eso mismo¡No puedo dejar que vuelva a suceder!

- ¿Adónde irás? – Volvió a preguntar Mione, corriendo lo más rápido que podía hacia él. Harry hacía lo mismo, pero hacia las murallas que rodeaban los límites.

- Snape sabrá hacer lo que Dumbledore no pudo.

Harry paró de correr una vez estando frente a frente con los muros. Allí yacía su decisión, ahí empezaba el verdadero entrenamiento. No sabía qué le esperaba y de haberlo sabido, nunca hubiera salido de Hogwarts. Sin embargo, sabía que luego de que se marchara, marcaría un antes y un después. Al fin de cuentas, dejaba atrás toda su inocencia y su confianza con Dumbledore. Adelante tenía un camino de odios, de magia negra, de muerte... Pero todo por vencer a Voldemort. Y ver a Hermione a salvo. Saber cómo protegerla y no verla caer...

El Gryffindor se volteó a ver a la persona que más amaba. Estaba allí, a pocos metros de él. También había dejado de correr y ahora caminaba hacia él, mirándole fijamente y procurando retornar su respiración a la normalidad. Se acercaba con cuidado, con lentitud, como queriendo fijar la imagen de Harry en su mente y nunca olvidarla.

Harry sabía que no podía desperdiciar la oportunidad que se le estaba otorgando. Sabía que luego se lamentaría lo que estaba haciendo o tal vez no, pero se apuró en minimizar la distancia entre Mione y él. Se aproximó a ella, pensando que podría ser la última vez que la viera. No sabía qué le esperaba, el futuro era incierto. No obstante en ese presente... Ella estaba allí sólo para él. Quería saborear el sabor de sus labios una vez más, sentir su dulce aroma recorriendo todo su ser, ver en esos profundos ojos almendrados la infinidad de su mundo, oír su suave voz, la que tantas cosas expresaba... Percibirla junto a él, abrazándole con sus brazos y diciéndole silenciosamente que siempre estaría allí, que existía un lugar a donde pertenecía, que le apoyaba y creía ciegamente. Sólo una vez más.

Una tentación que fue demasiada y se dejó llevar por ella. Una última vez. La besó tímidamente al principio, pero poco a poco la pasión fue aumentando. Le rodeó con sus brazos y la arrimó más aún a él, en un gesto de posesión y deseo de protección. Acarició su desmarañado cabello, besó sus labios con desesperación, con abandono. Eran la única medicina para su dolor. Sus lágrimas se mezclaron irremediablemente; todo carecía de sentido, sencillamente sucedía y el viento parecía estar en contra de eso. Les golpeaba con una fuerza inigualable, sin embargo ni se inmutaban. Resistían, juntos.

Cuando se separó de ella, se arrepintió ligeramente el haberlo hecho. Colocó su mano derecha sobre la mejilla de Mione, que le miraba expectantemente. Le quitó las lágrimas de su rostro con ternura. La acercó a él una vez más y besó su frente.

- No llores por mí, Mione. No lo merezco.

- Prométeme que regresarás. – Murmuró ella, cerrando los ojos por unos instantes. Harry sonrió con amargura.

- No puedo prometerte algo que tal vez no cumpla. – Ella dejó escapar un gemido de dolor. Pero él colocó un dedo sobre sus labios, haciéndola callar. – Nunca olvides cuánto te amo, Mione. Te debo tanto... – Se abandonó en la profundidad de sus ojos. Le brindaban una paz, le inspiraban un amor y una comprensión...

Hermione hizo algo que Harry no se esperaba en ese momento. Colocó su mano en su propio cuello y desenganchó el collar que allí llevaba puesto y que Harry le había comprado en la última visita a Hogsmeade. Luego se dirigió hacia él y puso allí, enganchándola bien en su cuello, la joya. Cuando Harry iba a hacer amago de rechazarla, ella sonrió levemente.

- Para que siempre recuerdes que a donde vayas, llevas mi amor contigo. Por favor, Harry, cuídate.

- Primero cuidaré de ti y luego de mí. – El muchacho de Gryffindor sacó debajo de sus ropas el Collar de la Orden del Fénix.

No sólo no lo necesitaba más sino también tenía que desprenderse de éste o podría ser fácilmente rastreado por Dumbledore y los suyos. Además quería perder toda clase de contacto con ellos. Hermione necesitaba algo con lo cual recordarle y él desprenderse de esa joya¿no podría devolverle el gesto, entregándosela? Asimismo, la Orden podría hallar a Hermione en caso de peligro y protegerla... Más les valía, porque sino se arrepentirían el resto de sus vidas.

La observó durante un terminante período donde se percató de que estaba temblando de frío y era su culpa por haberla hecho salir a medianoche en pleno otoño. Encima ella únicamente vestía el uniforme de Hogwarts. Se quitó su abrigada capa y se la colocó sobre sus hombros, sonriéndole lo máximo posible antes de colocar el Collar en sus manos, girarse y encaminarse hacia las murallas.

- No me sigas, Hermione.

Y ella, sabiendo que no tenía más opción y que ése era el deseo de su amado, le contempló mientras él traspasaba las murallas, que solamente cumplían su función cuando era un ingreso o salida forzosa. No cuando era un pedido. Y como si fuera el mejor momento para preguntas estúpidas, su mente se cuestionó si finalmente Harry había leído La Historia De Hogwarts.