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HASTA EL FIN
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La figura de una mujer baja de estatura, menudita y esbelta caminaba contorsionándose equilibradamente en unos altos tacones, estaba feliz, era tremendamente feliz, llegó por fin a su destino: el laboratorio de su esposo, el famoso e insuperable en inteligencia Dr. Briefs.

-papá– llamó -papáaa yujuuuuu-

-¡aquí estoy querida!– la señora sonrió más ampliamente y esquivó las torres y torres de inventos y papeles que estaban esparcidos por la habitación, procurando no "desordenar" nada.

-vamos querido, es hora- soltó una de sus sonrisitas sinceras y agudas

-¿tan pronto? Caray como pasa el tiempo ¿verdad? Vamos Tama– el Dr. Cargó a su viejo gatito negro y se lo puso en el hombro cariñosamente.

Después de sortear exitosamente los cacharros, se fueron juntos y sonrientes. Caminaron por la Corporación Cápsula, satisfechos con su casa. Llegaron al invernadero y se abrió la puerta, enseguida la Sra. tomó la regadera y comenzó a darles de beber a sus plantas, el Dr. les dio de comer a sus animalitos y después muy sonrientes, como siempre, se sentaron en las sillas del jardín, un robot les llevó te y panecillos.

-estos pastelillos están deliciosos –comentó la esposa- los compré en el súper hoy en la mañana, mira papá, este tiene relleno de fresa, lo compré por que sé que es tu preferido– volvió a sonreír

-ah es verdad, es que la jalea de fresa me hace cosquillas en la garganta-

Mientras disfrutaban de su merienda, el Dr. acercó más su silla a la de su esposa, hasta que quedaron uno al lado del otro. Entonces se puso travieso y le quiso robar un beso a su esposa

-¡querido! Pero qué travieso eres ¿no ves que Bulma nos puede ver?-

-no mamá, recuerda que ella y Trunks están el palacio de Dende- contestó reanudando el juego

-ay si, que distraída verdad ja ja ja… oye ¿y el joven Vegeta?- preguntó preocupada

-um…- meditó -creo que se fue de viaje-

-ah que lástima, yo que le quería dar los pastelitos que sobraron, ya ves que le gustan mucho-

-pues entonces se los guardamos– rieron juntos y se tomaron de las manos. Se acercaron para besarse, pero el cigarro del Dr. se los impidió, nuevamente volvieron a reír y la Sra. amablemente se lo quitó de la boca.

En el momento en que, con las manos entrelazadas, se dieron un beso lleno hasta el tope de ternura y amor, dos rayos caídos del cielo los atravesaron, arrebatándoles la vida.

Majin Boo reía satisfecho al comprobar desde el palacio de Dende que ya no había ningún humano con vida en La Tierra.

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FIN.