Parte dos: Dos tipos de cuidado.
Capítulo 14. Amargos reencuentros.
El entrenamiento del Bayern Múnich marchaba a las maravillas, como siempre. Karl Heinz Schneider lanza un disparo potente hacia la portería, pero ahí Genzo Wakabayashi detiene el balón sin grandes problemas.
- Me da gusto que ya juguemos en el mismo equipo, Wakabayashi.- comenta Schneider, sonriendo.- Eres un rival difícil.
- Eso siempre lo has sabido.- Genzo sonrió.
El entrenamiento concluyó. A orillas del campo está Eriko Wakabayashi, quien espera a su hermano para hacerle cumplir la promesa de llevarla a comer.
- Ahí está tu gemela.- comentó Sho Shun Kong.- Y tiene cara de estar molesta.
- ¿Y cuándo no?.- rió Stefan Levin.- Eso pasa siempre.
- Eso la hace más encantadora.- sonrió Karl.- Lástima que Wakabayashi no quiera ser mi cuñado...
- Es Eriko la que no te quiere de novio, no yo.- replicó Genzo.- A mi me da lo mismo...
Genzo se dirigió hacia Eriko y le pidió que lo esperara unos minutos. Habían pasado ya tres años desde aquellos días en Tokio. De primera instancia, tanto Genzo como Eriko habían abandonado Japón en un arranque de rabia. Ambos habían regresado a Tokio cuando el coraje se les pasó, solo para encontrarse con una muy desagradable sorpresa... Sea como fuere, Eriko había concluido sus estudios en Toodai y se había regresado a Alemania con su gemelo para convertirse en una gran actriz, cosa que había logrado en poco tiempo gracias a su belleza y a su talento natural. En Múnich, Eriko conoció a Schneider, quien inmediatamente se prendó de la gemela Wakabayashi, aunque ella nunca dio muestras de estar muy interesada en él. Genzo, por su parte, se había convertido el portero titular del Bayern y aspiraban a derrotar a Tsubasa Ozhora y su equipo del Barcelona, quienes se habían llevado el título de Campeones de Europa un año antes. En Alemania, Genzo se encontró a Aki. Él sabía que un clavo no sacaba a otro clavo, por lo que nunca intentó resarcirse con Aki de su decepción amorosa; Genzo y Aki continuaron siendo tan buenos amigos como siempre, aunque Wakabayashi pensaba en que si su familia volvía a exigirle que se casara con ella, él ya no se opondría...
En los vestidores del equipo, Genzo trataba de no pensar en la persona en quien no quería pensar... A veces lo conseguía y podía pasar varios días sin pensar en ella, pero otras veces el recuerdo lo traicionaba... Sus compañeros de equipo hablaban y cuchicheaban como viejas chismosas, cosa que lo estaba desesperando.
- Oye, Wakabayashi.- lo llamó uno de sus compañeros.- ¿Ya supiste la nueva noticia?
- ¿Cuál?.- preguntó Genzo, algo distraído y enfurruñado.
- Que tu compañero de la Selección Japonesa, Taro Misaki, está en Múnich. Con su esposa.- anunció Schneider, esperando la reacción del japonés.
- ¿Qué?.- Genzo se quedó frío, sin poder creer lo que oía.
Taro Misaki se había casado tres años antes y ahora el padre de una linda niña. Cuando Eriko se enteró, pasó meses enteros sumida en un estado que bien podría compararse con la depresión. Genzo tampoco se sintió muy bien que digamos con el hecho...
Porque Taro Misaki se había casado con Lily Del Valle.
- Eso dicen las noticias.- continuó Schneider.- El PSG está en Alemania para jugar un partido amistoso con nuestro equipo y parece ser que varios de los jugadores vinieron acompañados de sus esposas.
- Ya veo.- Genzo habló con voz helada, dedicándose nuevamente a acomodarse la gorra.- Mucho gusto.
Genzo salió de los vestidores de muy mal humor. Se le había olvidado que el BM (Bayern Múnich) jugaría contra el PSG (Paris Saint Germain) y que por consecuencia, Taro y Lily irían a Múnich... Eriko lo estaba esperando con una tranquilidad que no sentía, y al ver a su hermano se dio cuenta de que él también estaba enterado de la noticia.
- Ya te enteraste, supongo.- suspiró Eriko.
- Eso es no tener vergüenza.- gruñó Genzo, muy enojado.
- Es de lo más normal que los jugadores viajen con sus esposas e hijas, supongo.- bufó Eriko.- Así que no los puedes culpar...
- Ni siquiera tenemos el por qué estar hablando de esto.- cortó Genzo, agriamente.- No tenemos por qué estar mencionando a ese par de traidores.
Cuando regresaron a Japón, Eriko y Genzo habían descubierto que Lily y Taro se habían casado tres meses antes y que se habían marchado a vivir a Francia. Ninguno de los dos hermanos Wakabayashi supo la razón. Ambos lo sintieron como una obvia traición y se hicieron la promesa de no volver a ver o a hablar ni de Misaki ni de Lily, aunque tanto Genzo como Eriko seguían recordándolos en sus interiores.
Genzo llevó a Eriko a uno de los mejores restaurantes de Múnich, para celebrar el triunfo de la última obra de ella. Ambos trataban de mantener una conversación normal, pero les estaba costando trabajo, aunque ninguno lo admitiría jamás.
- Schneider me invitó a salir por quien sabe cuánta vez consecutiva.- suspiró Eriko.
- ¿Y algún día piensas decirle que sí... Otra vez?.- quiso saber Genzo.
- No. Es decir, me encantó salir con él hace tiempo, fue maravillosa la experiencia que tuvimos, pero no quiero acercarme demasiado.- musitó Eriko.- Schneider es muy atractivo, pero no quiero que me vuelva a pasar lo que me pasó en Japón...
- O sea que no te quieres enamorar de él como te enamoraste de Misaki.- dijo Genzo, a quemarropa.
- Más o menos.
- ¿No será que aun sigues queriendo a Misaki?.- inquirió Genzo.
- No digas idioteces.- Eriko se molestó muchísimo.
El resto de la comida estuvo cargado de indirectas y refunfuños. Ninguno de los dos gemelos estaba del mejor humor. Eriko se despidió pronto, alegando que tenía compromisos urgentes. Genzo decidió perder el tiempo por las calles de Múnich, como hacía cuando tenía demasiadas cosas en qué pensar (jajaja, eso más bien lo hago yo XD). Al pasar por una joyería se distrajo un poco, pensando en el tipo de anillo de compromiso que le daría a Aki cuando le pidiera que se casara con él... En la acera de enfrente había una juguetería, de la cual salían en ese momento una señora morena de mediana edad y cabello castaño oscuro, en compañía de una niña de unos tres años de largo cabello negro, quien jugaba con una pelota, sin fijarse muy bien por dónde iba.
- Jazmín, no corras.- dijo la señora.- Es peligroso...
Pero no bien acababa de decir esto la mujer cuando la pelota escapó de las manos de la niña, quien no dudó en salir corriendo tras ella... Poniéndose en el camino de un automóvil que corría a toda velocidad por la avenida... La señora gritó. La niña se quedó impávida, mirando con ojos de espanto al monstruo de metal que se dirigía a ella a una velocidad impresionante... Genzo se dio cuenta de lo que ocurría y, sin pensarlo dos veces, se lanzó a rescatar a la niña, entre ruidos y gritos de confusión y chirrido de llantas. Genzo cubrió con su cuerpo a la niña, para protegerla, y ambos cayeron sobre el pavimento, bastante lejos del alcance de los automóviles.
- ¡Jazmín!.- gritó la señora, nuevamente.- ¡Pequeña!
- ¿Abuelita?.- inquirió la niña, quien se movía inquietamente entre los brazos de Genzo.
- Tranquila, pequeña.- dijo Genzo, soltando levemente a la niña.- ¿Estás herida?
Al ver a la niña a los ojos, Genzo volvió a quedarse helado por segunda vez en el día. La niña tenía los mismos ojos del color del chocolate derretido que tenía Lily... Y de hecho, era idéntica a ella, excepto porque la pequeña tenía el cabello negro y no castaño oscuro.
- ¡Jazmín!.- la señora llegó y abrazó a la niña- ¿Estás bien? ¡Te he dicho muchas veces que no corras así, mira el susto que me has dado!
- Perdón, abuelita.- la pequeña enterró la cara en el suéter de la mujer.
- ¡Muchas gracias!.- la señora le sonrió a Genzo, infinitamente agradecida.- Le agradezco enormemente que haya salvado a mi nieta.
Debía ser coincidencia. La señora también tenía el mismo tipo de ojos que tenía Lily... Incluso, se notaba que la mujer era de origen latino, por su acento y sus rasgos físicos... Genzo presentía que quizás esas dos personas eran alguien importante para una persona a la que él conocía... De pronto, una voz masculina y muy conocida para Genzo se dejó oír...
- ¡Jaz!.- era Taro Misaki, quien llegó a todo correr hacia el lugar en donde ellos se encontraban.
- ¡Papi!.- la niña gritó y se soltó de su abuela para abrazar a Taro.
- ¿Qué pasó?
- Perdóname, papi.- musitó la niña.- Salí corriendo por mi pelota y casi me apachurra un carro, pero este señor me salvó.
Genzo y Taro se miraron y por un momento hubo un incomodísimo silencio.
- Gracias, Wakabayashi.- dijo Taro, al fin.- Por salvar a mi hija...
- No hay de qué, Misaki.- musitó Genzo, levantándose.
Wakabayashi entendió por fin el por qué la niña se le había hecho tan tremendamente parecida a Lily. Era su hija. Y la señora a quien la niña acompañaba no debía ser otra sino la madre de Lily. Ese color de ojos lo decía todo...
- Buenas tardes.- Genzo se despidió de la señora Del Valle.- Cuide mucho a su nieta. Es una niña hermosísima... Como su madre...
- Espera, Wakabayashi.- lo detuvo Misaki.- Aunque no lo creas, me da gusto verte. Hay algo en lo que tengo extrema urgencia de decirte desde hace tres años...
- No me interesa saberlo.- replicó Genzo, fríamente.- Además, ¿no crees que es un poco tarde para cualquier tipo de explicación?
- No para ésta.- insistió Misaki.
La señora Del Valle carraspeó y le lanzó a Misaki una mirada de advertencia. Éste entendió la indirecta.
- Con su permiso, señora.- dijo Genzo.- Te veré en el campo de juego, Misaki.
- Gracias por salvarme.- musitó la pequeña, soltándose de Misaki para correr detrás de Wakabayashi.
- No te preocupes.- sonrió Genzo, levemente.
- Gracias.- repitió la niña, sonriendo también.
Genzo se sintió inesperadamente conmovido y enternecido. La niña sonreía igual que Lily... La niña era su réplica casi exacta... Pero con la ternura vino también un sentimiento de dolor y pérdida... No se le olvidaba a Genzo que esa niña era hija de Misaki... Genzo se dio la vuelta y se marchó, con el alma y el corazón sumidos en la tristeza...
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La señora miraba a la joven pasearse con la niña entre sus brazos. La mujer conocía suficientemente bien a su hija como para saber lo que significaba esa mirada de sus ojos negros...
- ¿Dices entonces que él la salvó?.- preguntó la joven, por milésima vez.
- Ya te dije que sí.- suspiró la mujer.
- ¿Y qué le dijo Taro?
- Le dio las gracias. Aunque me dio la impresión de que quiso también decirle otra cosa...
- ¿Cómo qué?.- quiso saber la joven.
- Como la verdad, quizás.- suspiró la mujer.
- Se lo hubiera dicho.- gruñó la joven, con una voz cargada de amargura.
- ¿Para qué?.- inquirió la mujer.- No tiene caso. Ya pasó el tiempo y las cosas se arreglaron. Tú continuaste con tu vida y él continuó con la suya. No ganas nada con remover el pasado.
Emily Del Valle miraba a su hija y a su nieta. Aquélla sabía muy bien que, aunque pasaran mil años, a su hija no se le pasaría jamás el dolor que sintió cuando el padre de su niña la abandonó...
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Eriko se encontraba en los ensayos de su última obra, la cual estaba por concluir su tiempo en cartelera. Eriko pronto filmaría una película y ella necesitaría de todo su tiempo libre... La actuación era lo único que podría hacer que a Eriko se le olvidara la noticia de que Misaki se encontraba en Múnich. Si antes había tenido motivos para odiar a Lily Del Valle, ahora los tenía con mayores razones... Ella le había robado al único hombre al que Eriko había amado en su vida... Eriko había intentado olvidarse de Taro en los ardientes brazos de Schneider, pero no consiguió apagar con la pasión el fuego de un amor verdadero que había nacido y crecido en lo más profundo del corazón de Eriko (por Dios, que cursi soy)...
A mitad de los ensayos, un confundido asistente del director le informó a éste que alguien buscaba con mucha insistencia a la señorita Eriko Wakabayashi para un caso de extrema urgencia. El director accedió, pensando que se trataba de algo grave. Eriko le pidió al asistente que pasara al visitante a su camerino. Eriko se dirigió hacia allá, pensando en lo peor, en que quizás su hermano había asesinado a Taro o algo similar, pero cuál no fue su sorpresa al encontrarse en su camerino a nada más ni nada menos que al propio Taro Misaki...
- ¿Qué haces aquí?.- gritó Eriko, sin poder creerlo.
- Quería verte.- fue todo lo que Taro dijo.- Ha pasado el tiempo...
- Claro que ha pasado el tiempo.- Eriko trató de serenarse.- Te has casado y ya tienes una hija. Felicidades. Por cierto que no pude mandarte ningún regalo de boda porque no me avisaste con tiempo que te casarías.
- Si tan solo... .- murmuró Taro, pero se contuvo.
- ¿Si tan solo qué?
- Nada.- Taro movió la cabeza de un lado a otro.- Realmente lamento que haya pasado todo esto. Ni Lily ni yo quisimos llegar a este extremo, pero tu hermano tuvo la culpa...
- ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que si tú y Lily hicieron la marranada de casarse y tener una escuincla fue por culpa de Genzo? ¡No tienes vergüenza!.- Eriko estaba muy indignada.- Lárgate con tu esposa. No te quiero volver a ver jamás.
Taro no respondió. Solo miró a Eriko con mucha tristeza antes de irse. Ésta sintió como nuevamente el corazón se le rompía en pedazos...
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Genzo fue invitado por Aki a una reunión que haría la madre de ésta, una de esas tantas reuniones que hacen las familias de sociedad. La señora Yamazaki, quien vivía en Alemania junto con su hija única y su esposo, era adicta a realizar fiestas y reuniones en donde invitaba a la crema y nata de la sociedad alemana. De vez en cuando, también tenía invitados muy especiales y famosos, tales como los tenores Plácido Domingo, Alessandro Safina y Luciano Pavarotti, o la concertista de violín Vanesa Mae. En esa ocasión, los Yamazaki tendrían como invitados a un cuarteto de cuerdas que había cobrado una gran fama a nivel internacional... Genzo detestaba esas reuniones, en primera porque él no era adepto a fiestas de la alta sociedad, además de que el contacto con cualquier cosa que se relacionara con la música le recordaba enormemente a Lily... Sin embargo, en esa ocasión Genzo aceptó para ver si así podía quitarse de la mente el amargo suceso ocurrido en la mañana...
Lo que no sabía era que la cosa le iba a salir peor.
En la casa de los Yamazaki, Aki recibió a Genzo con una gran sonrisa y un beso en la mejilla. Éste le besó la mano.
- Te ves muy linda.- dijo él, con sinceridad.
- Gracias.- sonrió ella.- ¿Ya estás listo?
- Claro.- suspiró Genzo.- Soportaré con estoicismo...
Aki sonrió nuevamente y condujo a Genzo hasta la sala de reuniones. Allí, Aki lo dejó charlando con algunos conocidos de ambos y se dirigió a preguntarle a su madre sobre los invitados especiales de esa noche.
- Son el famoso cuarteto de cuerdas Sounds of Silence.- respondió la señora Yamazaki.- Ya sabes, esos cuatro jóvenes talentosos a los que conociste en la Universidad de Tokio... Aiza, Nikiforov, Zegarra y Del Valle de Misaki...
- Ahhh.- Aki se puso pálida. No sabía que serían ellos los invitados, de lo contrario no habría invitado a Genzo a la fiesta...
Saki Aiza (viola), Katya Nikiforov (violonchelo), Frank Zegarra (segundo violín) y Lily Del Valle de Misaki (primer violín) se habían vuelto famosos poco antes de terminar sus estudios de Música. Habían formado el cuarteto de cuerdas que tanto habían soñado con formar y se la habían pasado viajando por el mundo, dando conciertos y grabando discos que habían alcanzado récord de ventas... Sounds of Silence (el nombre del cuarteto que forman estos cuatro chicos) era más famoso aun que las chicas de Bond… (Jejejejeje).
Genzo charlaba de fútbol y del mundo en general con algunos jóvenes cuando alguien comentó algo sobre el cuarteto que iría a tocar esa noche. Esa persona no dijo el nombre ni del cuarteto ni de ninguno de sus integrantes, pero Genzo comenzó a tener escalofríos... Presentía de quién se trababan los invitados especiales... De pronto, él escuchó un comentario que lo hizo quedarse paralizado por tercera vez en el día...
- Señora Misaki, venga para acá, por favor.- dijo la señora Yamazaki.- Déjeme presentarle a unos jóvenes triunfadores, amigos de mi hija Aki... Perdóneme que quiera presentarla con todo el mundo, pero créame que es un honor para mí el tenerla en mi casa...
- Gracias, señora Yamazaki.- respondió una suave voz femenina que hizo que Genzo se estremeciera hasta lo más profundo.
Genzo volteó. Y vio muy cerca de él, enfundada en un bellísimo vestido azulado que resaltaba su hermosa figura a la única mujer en el mundo que siempre despertaría en él ese sentimiento loco que ponía a su corazón a latir sin control...
Lily.
Ella también notó su presencia. Las miradas de ambos se encontraron y por un momento el mundo se detuvo. Todo pareció paralizarse y quedarse en segundo plano, mientras que en el centro de todo solo estaban Lily y Genzo... Él tuvo el deseo irrefrenable de ir tras ella y decirle tantas cosas... Sin embargo, la señora Yamazaki volvió a hablar y se rompió el hechizo.
- Quisiera presentarles a Lily Misaki.- dijo la señora a los jóvenes que las miraban.- Integrante del famoso cuarteto Sounds of Silence, y además la feliz esposa de uno de los jugadores más famosos de Francia: Taro Misaki.
Lily desvió la mirada. Genzo tuvo deseos de arrojar el vaso que traía en la mano contra la pared...
Notas:
- Lily tiene los ojos del color del chocolate derretido (los cuales son herencia de su madre), así como Katya tiene ojos de Esmeralda.
- ¡Ja! ¿Se esperaban que Lily se casara con Taro?
- Por cierto, abreviaré el Bayern Múnich como BM y el Paris Saint Germain como PSG. Me da flojera escribir todo completo.
