Travesías de un Sheikah

Capítulo 1: Un día más

Era una clara mañana de primavera cuando una hermosa joven de cabellos rubios y unos brillantes ojos celestes despertaba lentamente. Estaba acostada solo en el pasto, debajo de un árbol y junto a un riachuelo, tapada sólo por una humilde frasada como de la tela de los sacos, a pesar de haber sido alguna vez una esplendorosa princesa, viviendo en un palacio lleno de lujos.

Esta solo se levantó un poco, estiró sus brazos y se refregó los ojos con las manos. Abrío la boca, estaba a punto de gritar de felicidad al ver la silueta de un muy apuesto guerrero rubio y de ojos azules, vestido con una singular túnica verde y un extraño gorro puntiagudo. Pestañeó y abrió lentamente sus ojos, pero ya no estaba, era solo producto de su imaginación, un antiguo recuerdo, un lindo recuerdo...

La chica dejó de pensar en eso, fue hacia el riachuelo y lavó su cara mojando su dorada cabellera, la sacudió un poco y se quitó la túnica que llevaba puesta para dormir. Luego se bañó en el río, porfin lo podía hacer, nadie la miraba, nadie la seguía, se sentía libre y en ese momento era ella misma. Era solo una joven libre, no tan feliz pero libre y ella apreciaba mucho eso. No era una princesa llena de modales y estrictas reglas, ni tampoco un joven sheikah misterioso y errante, en ese instante ella no era la Princesa Zelda o Sheik ella era sólo Zelda y eso la hacía sentir bien. Ser ella misma sin peligros ni prejuicios. "¡Ay la libertad pensaba ella¡Me encanta!".

Terminó de bañarse y se secó con un sencillo trozo de tela. Miró hacia el horizonte donde se podían ver unas distantes colinas, dio un suspiro y dijo para sus adentros:

-Adiós Zelda, fue solo un pequeño rato de felicidad-

Ella pensó. ¿Por qué tenía siempre que ser otra persona para ser feliz? El único que la valoraba como ella misma era aquel lindo muchacho vestido de kokiri que la consideraba su amiga tal cual era, el le daba apoyo y confianza, por eso ella había podido soportar todo aquel tiempo tratando de ser otra persona, antes la Princesa Zelda y ahora Sheik. Pero ya había pasado tanto tiempo sin verlo, que ya no daba más lo único que la hacía querer seguir siendo Sheik era su temor a que la mataran y Hyrule callera a manos del terrible Ganondorf.

Dejó de pensar en eso y se puso su extraño traje de Sheikah y se cubrió la cara con vendajes. Se mentalizó y pensó en las palabras de Impa.

-Un Sheikah es misterioso, ocultarse y producir ilusiones es su especialidad, el poder y espíritu de un Sheikah viene de las sombras, que no son malas, depende de donde las mires. Un buen Sheikah trabaja por los demás, sin importar lo que le pase, cambia, sufre,incluso muere y oculta su verdadero ser por los demás-

-Un Sheikah no es realmente libre como parece- pensaba Zelda

Esas no eran precisamente palabras de aliento, pero al ver lo que le quedaba por hacer en un Hyrule tan desolado y triste como estaba en ese momento, solo pensó en sus tierras, su pueblo y dijo:

- ¡Por mi Patria¡Por Hyrule!-

En ese momento una luz cubrió su cuerpo y este ya había cambiado, ya no era una linda chica de ojos azules, sino un joven Sheikan, muy fuerte y agil y de una mirada misteriosa y unos aún más misteriosos ojos rojos.