Capítulo 3: Link, confío en ti

Sheik empezó a recordar aquellos tiempos en que era una princesa y lo que vivió en ese castillo, muchos de sus lindos recuerdos de la infancia...

Como un día que se escapó de Impa y fue al pueblo, vestida de una niña común y corriente. Fue tan divertida aquella vez, podía disfrutar de las cosas simples de la vida, sencilla es la mayor grandeza...

Pero algo lo hizo despertar de su ameno pensamiento. Un soldado.., pero uno no como los otros, sino que más grande y corpulento, con una gran y por lo visto, pesada armadura.

Llevaba una gran espada y sus pasos rezonaban a los lejos. Este levantó la mano y gritó:

- Llévenlo ante el amo Gannondorf¡ y que sea rápido!-

Los soldados algo asustados ante las órdenes de su superior arrastraron a Sheik hasta llevarlo adentro del Palacio. Sheik incómodo se retorcía e intentaba patearlos, pero nada resultaba, al parecer para él estaba todo perdido..

Sheik escuchó denuevo la voz del soldado de la gran armadura, que decía:

- Rápido, a la sala del trono-

Los soldados siguieron sus órdenes y lo arrastraron hasta allá, luego lo empujaron por unas escaleras dando brincos. Sheik medio aturdido levantó la vista y vió a Ganondorf sentado en un trono de color burdeo, con una pierna encima de otra y con la mirada fija en él.

Se veía más malvado que nunca, con sus ojos rojos apuntando directamente a los de Sheik, con una mirada maliciosa, se notaba que tenía un plan.

Sheik trató de lavantar su golpeada cabeza del suelo, murmurando numerosas maldiciones encontra de aquella despreciable criatura que tenía enfrente.

Gannondorf alzó su voz y dijo:

- ¿Quién eres maldito harapo? - Con tal desprecio y alevosía que parecía como si quisiera hacer sentir a Sheik aún más desdichado de lo que se sentía.

Sheik levantó un poco la cabeza, miró con un odio increíble a Gannondorf y con dificultad dijo:

-Soy Sheik - y otra vez con la mentira - de la tribu de los Sheikah-

-Con que un Sheikah ... ¿Eh? Eso me sería muy útil, alguien con un carácter ladino, una persona ágil, valiente y discreta... Perfecto..- Gannondorf miró maliciosamente a Sheik - Tú... de ahora en adelante pasarás a ser mi servidor y te encargarás de ese estorbo asqueroso, ese chico con ropas de kokiri, - no , no le podía estar pasando eso a Sheik, él tener que eliminar a la única esperanza para Hyrule, en la persona que el más creía, en su único y verdadero amigo de la infancia - Link creo que se llama - Esas palabras Sheik las sintió con un sabor extremadamente agrio, hasta el punto de sentir que sus órganos se pudrían por dentro, maldito Gannondorf, ahora de verdad lo odiaba - y si no lo haces - Aquella bestia que miraba a Sheik en ese momento se percató de que este de ningún modo quería obedecer sus órdenes, de que hasta prefería morir en vez de obedecer - iré yo mismo y me encargaré de reventarle los cesos enfrente tuyo y luego hacerlos a los dos sufrir por medio de las más crueles torturas que jamás alguien en la tierra de Hyrule tendría en sus peores pesadillas- eso seguido de una maliciosa carcajada, con la que hizo sentir a Sheik aún más enrrabiado, hay como lo odiaba.

- Entonces..., escupitajo...¿desearías ser mi sirviente?- Sheik miró hacia los lados, como buscando una salida, pero al instante recordó que no podía moverse, sentía tal impotencia, que si hubiera estado libre le habría lanzado a Gannondorf galones de aceite hirviendo en la cara.

-Sí, acepto- dijo, mientras le daban ganas de arrancarse la piel por decir eso, era una completa traición, a su patria, a Link.. Pero si no aceptaba, sería la completa perdición de Hyrule, o es que no confiaba realmente en las habilidades de su amigo. Realmente no lo hacía, no confiaba en sus habilidades, sino en su impresionante coraje, abnegación y su determinación. Pero con eso no se vence a Gannondorf y a todos sus seguidores juntos, así que realmente era la mejor forma de ayudar. Le podría proporcionar pistas, enseñarle canciones, ayuda en batalla y después de todo no tendría que matarlo..

- Espero que hayas entendido bien el mensaje... ¡o si no!..-

- Sí, lo entendí, gracias- le interrumpió Sheik con aire de indiferencia

- Gracias... ¡AMO GANNONDORF!- Gritó estrepitosamente y golpeó el brazo de su trono fuertemente con el puño.

- Sí, amo Ganondorf- dijo el rencoroso Sheikah con la cabeza gacha, ya estaba parado, debido a que un grupo de sirvientes temerosos se habían acercado a desatarlo cuando este aceptó la propuesta de aquel tirano que se encontraba al frente de él en ese instante.

-Me retiro a cumplir mi misión, amo- Sheik hizo una muy forzada reverencia y salió de la habitación ágilmente saltando por los muros de la sala hasta que alcanzó una ventana y salió por ella.

Salió de aquel lúgubre lugar donde estaba el antiguo castillo de Hyrule, ahora hogar de monstruos y el terrible Gannondorf. Un momento más tarde cruzó lo que solía ser el alegre mercado de Hyrule, donde se juntaban personas de distintas razas y pueblos, a comerciar, hacer trueque, o simplemente a charlar. Que ahora estaba convertido en un lugar abandonado, lleno de basura y demases, y en vez de personas habían cadáveres o unas cosas que eran como muertos vivientes que gemían y aullaban como almas perdidas.

Sheik se limitó a no ver eso y rápidamente salió de allí.

Al pasar el puente elevadizo del mercado sintió como si le hubieran golpeado con una roca la cabeza y quedó medio aturdido. La cabeza le daba vueltas y le dolía, se empezó a tambalear de un lado a otro y sin que sus pies lo pudieran sostener calló al agua. Lo último que alcanzó a divisar borrosamente era que algo brillaba en su mano.

Vió a un muchacho joven, rubio y de ojos azules que contraatacaba ataques de magia con su espada, hasta que uno de estos le llegó al horrible monstruo que tenía enfrente. La bestia calló al piso inconsiente y aquel chico vestido de verde aprovechó el momento para darle un certero espadazo en la cabeza. La bestia se partió en dos y despues se transformó en humo, lléndose hasta el más allá, de donde provenía...

Link lo había hecho, venció a uno de los monstruos de Gannondorf¡Era cierto, link era el Heroe del Tiempo, EL ERA EL HÉROE DE HYRULE! Sheik se sintió feliz al saber eso, pero en ese momento algo estaba haciendo que no pudiera hacer uso de su cuerpo..

Pronto divisó otra imagen, en sus pensamientos...

Link había caminado hacia un aro de luz azul y estaba ahora dentro de un cristal...

Pronto lo vió en medio de un círculo de color azul, que estaba rodeado de unas plataformas circulares más pequeñas y de colores, con los símbolos de los medallones de los templos en ellos. Link estaba en la mítica Cámara de los Sages.

En el medallón del Templo des Bosque estaba parada la antigua amiga de la infancia de Link, Saria, una chica de pelo verde brillante y a su vez ropa también de dicho color, que la hacía expresar alegría y vitalidad.

Saria miró nostálgica y tiernamente a Link y le dijo:

-Gracias a ti...

Por ti , yo pude ser despertada como un Sage...

Yo soy Saria...

La Sage del Templo del Bosque...

Siempre creí que vendrías, yo creo en ti...

Porque te conosco...

No...

Porque es el destino que tú y yo no podamos vivir en el mismo mundo...

Voy a quedarme aquí como el Sage del bosque y te ayudaré..

Ahora por favor recive este medallón...

Sobre Link, flotando apareció un medallo verde y con un diseño como de un remolino en él, Link lo tomó y Saria dijo:

-Me has despertado como un Sage y yo sumaré mi poder al tuyo...

Link...

Siempre seré tu amiga...

¡Recuerdalo...!

La imagen se tornó difusa, pero en lugar de esta apareció otra.

Sheik vió a Link tirado en el piso y boca abajo, al lado de un gran árbol que tenía aspecto deprimente y sin vida, pero en frente de Link se encontraba uno pequeño y grueso con expresión de alegría.

Link se levantó del suelo y miró a este pequeño árbol. El árbol lo miró y le dijo alegremente:

-¡Hola! Soy el brote del Deku Tree

¡Gracias a ti y a Saria que rompieron la maldición puedo estar creciendo!

¡Muchas gracias!

¿Hey, has visto a tus viejos amigos? No uno de ellos te reconoción con tu cuerpo de adulto¿O sí?

¡Eso es porque los Kokiris nunca crecen! Incluso después de siete años ellos siguen siendo niños.

Debes estar preguntándote por qué solo tú creciste.

Bueno, como ya habrás adivinado, tu no eres un Kokiri. ¡Eres realmente un Hylian!

¡Estoy tan feliz de por fin haberte revelado este secreto!

Tú eres un Hylian y siempre estuviste destinado a dejar este bosque.

A ya sabes tu destino...

Así que debes saber que hacer...

Sí, tú eres quien debe salvar la tierra de Hyrule...

Ahora Link rompe las maldiciones de todos los templos ¡Y devuelve la paz a Hyrule!...

Ahora sí, todos lo creían, Sheik no era el único, todos confiaban en Link, después de todo ya había ezperanza...

Sheik se despertó y le dolía la cabeza, algo brillaba en su mano, algo le había hecho ver ese sueño...

Abrió los ojos y vió que estaba flotando en el agua, no entendía como no se había aogado. Salió del agua mojado, pero aún así continuó su caminata, camino hacia Death Mountain, donde quedaba el siguiente templo, el Templo del Fuego. Link tarde o tempreno averiguaría que ahí continuaba su difícil tarea de despertar a los Sages. Pero Sheik ya estaba muy cansado y al dar un paso más calló al piso, no tenía más fuerzas, solo la energía que le provocaba ayudar a Link, su fe en él...

Eran amigos de verdad. En las buenas y en las malas, aún cuando estaban derrotados Sheik creía en Link, pues todas las glorias no valen más que un buen amigo. Y Sheik sabía bien eso, Link también lo sabía, era, su increíblemente fuerte amistad lo que los mantenía unidos, como hermanos...

En algún lado de Hyrule en ese momento Link, recordaba a su buena amiga Zelda y a Saria a quienes probablemente no volvería a ver..

O quizás sí...