Irresistible.
Solo quedaban dos lugares vacíos alrededor de la mesa cuando Urd y Skuld entraron al comedor. No tan casualmente como se pensaría, uno estaba a la derecha de Cheery y el otro estaba a su izquierda. Las recién llegadas se miraron la una a la otra por un segundo, luego, sin dudarlo Urd fue a sentarse a la izquierda, dejándole la derecha a su hermanita. Cheery les dio la bienvenida con una gran sonrisa, a la que ambas correspondieron con agrado. Ya estando todos los comensales sentados a la mesa, procedieron a cenar, conversando entre sí muy amenamente.
—Sabes, Cheery. Hay algo que me causa curiosidad sobre ti.
Acostumbrada a escuchar esa frase antes de que comenzaran los problemas, Cheery usualmente se predispondría para lo peor rogando en silencio "por favor, que no sea tan tonto o tonta como para hacer una pregunta estúpida sobre mi rostro o algo peor". Pero siendo que esta vez quien trataba de iniciar una conversación con ella era Urd, y en un tono coqueto bastante descarado debo agregar, por primera vez en su vida Cheery se sintió capaz de responder con suma amabilidad.
—Pregúntame lo que quieras, Urd. —Normalmente Cheery es más bien tímida, pero esa no era una situación normal para ella, así que no tuvo ningún reparo en mostrarse tanto o quizás más coqueta que la propia Urd. Aparte de eso estaba feliz de ver que tenía una esperanza, después de todo su persona deseada no estaba mostrando vergüenza a la hora de mostrar su interés en ella. Más que en cualquiera de las situaciones que se prestaban para malas interpretaciones, ahora sí se sentía con derecho a tener esperanzas. Solo faltaba ver que iba a preguntarle Urd, un detalle muy importante, pero Cheery tenía fe, mucha fe.
—Verás, es que quisiera saber como llegaste a convertirte en corredora. ¿Me contarías esa historia, por favor?
—Es extraño ¿sabes? La gente siempre tiene una opinión estereotipada sobre por qué me dedico a las carreras. Algunos creen que soy el tipo de mujer que tiene algo que probar, o quizás piensan que soy una especie de aventurera. Desde luego los que más me molestan son los que piensan que debería buscar una carrera en otra parte, no te imaginas cuanto odio que me insinúen siquiera que me haga modelo o actriz; pero sea como sea, la gran mayoría de las personas se decepcionan cuando les cuento la verdad.
—¿Y que verdad es esa?
—Solo corro por el dinero. No puedo negar que me gusta hacerlo y modestia aparte soy muy buena haciéndolo —tendrían que haber visto la mirada de Cheery para Urd cuando dijo esto último, solo así podrían saber si había algún mensaje subliminal implícito en ello— pero correr no es lo que realmente me hace feliz, ni es a lo que quiero dedicarme por el resto de mi vida. ¿Decepcionada?
—No, para nada. Aún me queda saber qué es eso que te hace feliz y a lo que quieres dedicarle el resto de tu vida. ¿Me dirías lo que es, por favor?
—(A ti)
—¿Eh? Disculpa, creo que no te escuche bien. —Claro que escuchó bien. Cuan extraño era para Urd el encontrar a alguien más indiscreta que ella.
—Aikido. De hecho mi principal motivo para aceptar este contrato para correr aquí en Japón fue para poder buscar a un gran maestro de Aikido al cual pedirle que me enseñe. Uno de los más grandes deseos de mi corazón es poder llevar el Aikido verdadero conmigo cuando regrese a mi país. Bueno... Si es que después de todo no decido quedarme.
—¿Y qué podría hacerte decidir quedarte en Japón? —Urd conocía la respuesta y por eso estaba sonrojada. Se podría decir que el único motivo para hacer esa pregunta era ver cuan discretamente Cheery podía responderla, o si era capaz de dejar sus sentimientos al descubierto delante de todos de una sola vez. La intriga y la emoción estaban matando a Urd, no se había sentido tan juguetona y contenta en años.
—Pues la verdad es que he encontrado muy buenas razones como para quedarme. Por ejemplo, si la persona de quien me he enamorado me corresponde, yo que estoy sola en este mundo no podría ser tan egoísta como para apartarle de su familia y amigos. Esa es para mí una buena razón para quedarme. Pero ya hemos hablado mucho de mí ¿Por qué no me cuentas algo sobre tú vida, cualquier cosa?
Para ese momento Urd estaba tan derretida y embelesada mirando a Cheery con el mentón apoyado en una mano, que de hecho le tomó más de diez segundos asimilar la pregunta que le había hecho. Solo entonces se alarmó y trató de buscar algún pretexto para salir del paso, sin mucho éxito en realidad. Solo un milagro podría salvarla.
—¡Me gustaría proponer un brindis! —Belldandy es una diosa, no es extraño que haga milagros— Por los nuevos amigos y los rivales justos, dos clases de personas que siempre pueden hacer mejores nuestras vidas. ¡Salud!
Urd respiró momentáneamente aliviada mientas se unía al brindis general, tratando desesperadamente de encontrar una manera de cambiar de tema, no era el momento apropiado para decirle a Cheery delante de todos que ella es una diosa y todo lo demás, también estaba el asunto de no saber como iba a reaccionar ante semejante noticia y encima de todo sabía que no podía mentir sobre quien es. Así que la cosa estaba bien difícil para ella. Al final fue Skuld quien le terminó sacándole los pies del barro.
—¿Así que Aikido, eh? Supongo que la mayoría de la gente cuando te ve no se imagina que te gustan las artes marciales, o quizás creerían que te gustaría un estilo mucho más violento.
—De hecho han sido muchos los idiotas que me han sugerido que me dedique a la lucha en lodo.
—No creo que eso califique como un arte marcial, querida —intervino Urd en son de broma— pero aparte de los moretones debe ser fabulosa para la piel.
Incluso Cheery se rió de buena gana de aquel chiste, sin percatarse del intercambió de guiños a manera de "gracias" y "de nada" entre Urd y Skuld. Al mismo tiempo, el tema de la lucha en diferentes sustancias se apoderaba de la mesa, sirviéndole a la mayor de las diosas como cortina de humo y salvándola al menos por un buen rato de tener que hablar sobre sí misma. Se sentía a salvo mientras veía como iban variando y pasando de uno a otro tópico durante la animada conversación, hasta que se percató del silencio en el que se encontraba Cheery. Ella le miraba de soslayo insistentemente en una forma a la vez seductora y en la que se podía adivinar una cierta sospecha traviesa, como la de quien maliciosamente se percata de que la persona que le interesa guarda un importante secreto. Urd no podía detener el ascenso de la intensa perturbación que le producía aquella actitud de su fiera pretendiente. Sumamente excitada trataba de disimular con su propia mirada soslayada, semioculta entre su plateado cabello, la manera en la que no le perdía paso a ninguno de los furtivos movimientos coquetos que Cheery le dedicaba. Con su celeste mirada seguía con mucha atención aquella fina uña que ella misma había laqueado de intenso rojo, acercándose a la cortina de cabellos dorados que cubría el lado izquierdo del dulce y salvaje rostro, para luego apartarla lentamente hacia atrás de su bellamente espiralada oreja, acariciando suave y sensualmente aquel virginal pabellón sin aretes de arriba hacia abajo, siguiendo entonces aquellos preciosos dedos su curso descendente como si no pudieran resistirse a la corriente de la brillante y sedosa cascada dorada que caía casi infinita junto a aquel largo y terso cuello femenino, partiéndose en dos entonces al bifurcarse sobre su perfectamente torneado hombro en el que hasta las marcas de las vacunas parecían inmaculadas; entonces aquella esplendorosa cabellera seguía dos caminos: uno más caudaloso que bajaba por su muy codiciable y esbelta espalda, la cual tenía la curva lumbar más apetitosa que Urd jamás habría creído desear besar, y otro menos denso, pero no menos llamativo, el cual bajaba para bañar de luz a sus sinuosos senos, ya de por sí luminosos gracias al grato efecto que producía a la vista su radiante piel, que aunque pálida no dejaba de irradiar salud y juventud a más no poder.
"Tramposa" pensaba Urd mientras le correspondía con una sonrisa para dejarle saber que no le había sido indiferente su actuación, "eres buena en esto, pero no tienes mi experiencia. Observa y aprende de la maestra, la escuela entra en sesión, linda chiquilla". La hora del postre había llegado muy oportunamente para Urd, en la mesa se encontraban servidos una buena variedad de dulces diversos para el deleite de los invitados, todos los cuales son elementos que Urd sabe bien como aprovechar al combinarlos con su natural picardía y voluptuosidad. Muy vistosamente apartó su cabello hacia su espalda, ondeándolo en el aire de tal modo que sus resplandecientes reflejos hipnotizaran al instante a la que deseaba fuera la victima de sus artes de seducción. Sin ninguna duda de que había tenido éxito con ese primer paso, estiró su brazo izquierdo sobre la mesa para alcanzar una gran fresa que se encontraba en el tope de un tazón de las mismas con almíbar y que estaba justo en frente de la cada vez más colorada Cheery. Fingiendo inocencia, pero sabiendo muy bien lo que hacía, al acercarse usando su mano izquierda, Urd no solo pudo darle una muy buena y bastante desvergonzada panorámica del paisaje dentro de su escote a su rubia admiradora, sino que también como quien no quiere la cosa, aprovechándose del hecho de tener que apoyarse con su otra mano en el suelo, Urd no perdió oportunidad de rozar insinuante y sobresaltadoramente el firme muslo de la muchacha. Luego de aquello la sonriente diosa se irguió nuevamente en su lugar para tímidamente llevarse la apetitosa frutilla hacia los labios entreabiertos, húmedos y brillantes, deteniéndose de pronto al notar la aparentemente casual gotita de almíbar que justo había ido a caer sobre uno de sus senos. "¡AH! ¡Está fría!" exclamó fingiendo sorpresa antes de limpiar la espesa gota de dulce de sobre su morena piel usando para ello solamente la punta de su dedo índice, al mismo tiempo que tiernamente devoraba la fresa con sexys mordiditas de sus dientes perfectos, antes de lamer el dulce almíbar que brillaba en la punta de su dedo con gran placer.
Durante el resto de la cena y mientras Urd y Cheery siguieron con su juego, tanto Belldandy como Skuld se la pasaron distrayendo a los invitados, ayudando así a su hermana adorada haciendo lo que estaban seguras que era lo mejor. Cabe decir que hicieron un muy buen trabajo apartando la atención de todos de sobre aquella aura enrojecida que rodeaba a las dos imponentes rubias mientras sucumbían la una a la otra; solo Keiishi quedó momentáneamente atrapado en esa aura, pero de cómo se aprovechó Belldandy de eso es otra historia.
Al terminar la cena la fiesta fue lentamente terminando con ella hasta que llegó la hora en la que los invitados poco a poco se fueron marchando. Solo una persona se quedó atrás en ese grupo, no creo que tenga que decir quien ni gracias a la maña de quien más. Por fin solas otra vez, al ritmo de una balada de los ochentas bailaban tomadas de las manos y mirándose la una a la otra con mucha ternura.
—No te imaginas lo mucho que he deseado hacer esto toda el día desde la primera vez que te vi.
—Niña coqueta... —Urd soltó una de sus manos, dejándose abrazar por la cintura mientras le acariciaba el rostro y el cabello a su nuevo amor— Coqueta, atrevida, impulsiva y persistente. ¡Vaya si tenemos cosas en común!
Rieron traviesas.
—Y aún así somos lo suficientemente diferentes como para poder gustarnos, y más —deslizó su mano por la espalda de Urd, buscando sujetarla suavemente por la nuca— mucho más.
—Añadiré "golosa" a la lista —rodeando el cuello de Cheery con sus brazos le dio una calurosa bienvenida a aquel beso que se les avecinaba y que les llenó sus labios y corazones de una increíble dulzura— también "deliciosa". Eres un verdadero ángel ¿lo sabías?
—Es extraño que lo digas, casi tan extraño como que pueda amarte tanto de un momento para el otro, y aunque no quiera reconocerlo, amarte tanto y sin conocerte del todo en realidad; pero más que un ángel, por momentos suelo sentirme más como un demonio. No creo que sepas a lo que me refiero —añadió con tristeza, tomando el rostro de Urd entre sus manos— alguien tan maravillosa como tú solo podría ser una diosa —intentó besarla de nuevo, pero una corta carcajada escapada sin querer de la boca de Urd se lo impidió— ¿Qué sucede, qué es tan gracioso?
Una canción más alegre comenzó a sonar de pronto en el estereo. Urd se había separado un poco de Cheery, tratando de controlar su risa desbocada con ambas manos sobre su boca, dejando a Cheery desconcertada por un buen rato, hasta que por fin se calmó y volvió a tomarla de las manos.
—¿Y bien? ¿Qué es tan gracioso?
—Querida Cheery —dijo muy alegremente— si yo te dijera que es igualmente posible tanto que tu amor por mí sea verdadero a pesar de lo que sea, como que yo sea una diosa y que además sepa lo que se siente ser un demonio, si realmente tienes fe en tu amor por mí ¿Qué responderías a eso?
—No entiendo ¿Qué estas queriendo decir? ¿Es acaso alguna especie de broma?
—Ninguna broma, solo responde a esto ¿Qué tal si fuera tan posible que te enamoradas de mí a primera vista como que yo fuera una verdadera diosa mitad demonio?
Sin saber como más responder, Cheery abrazó a Urd con fuerza con todo su cuerpo, la diosa no dejaba de sonreír muy amplia y divertidamente par mayor desconcierto de Cheery.
—No estoy jugando, Urd. Yo realmente estoy enamorada de ti con todo mi ser desde que te vi por primera vez ¡Yo te amo, Urd! ¡Te amo!
Con sus brazos libres por encima de los de Cheery, Urd jugueteaba con la cabellera de la mujer, sin querer parecía estar tomándose sus apasionadas palabras demasiado a la ligera, tal vez era así.
—No pareces entender, querida mía. El hecho es que me has conquistado en buena ley, por lo cual yo también te amo ¡Te amo, Cheery Hammerarm! ¡Pero además...!
Un fuerte y rosa fragante viento invadió el salón, rodeando a ambas mujeres con un místico resplandor que rápidamente cambió la decoración del lugar. En un instante la habitación quedó plenamente iluminada e inundada de rosas de todos los colores. Atónita, Cheery abrazaba aún con más fuerza a Urd, quien luego de disfrutar un momento con su cabeza recostada sobre el busto tibio de su amada, se apartó un poco de ella para ver su rostro confundido.
—Mira lo que he tenido que hacer para que comprendas.
—¿Com-pre-en-der...?
Con ambas manos Urd levantó un poco el rostro de Cheery, luego señaló a algo tras ella, por encima de su cabeza con los dos dedos índices al mismo tiempo, sin jamás abandonar esa picarísima sonrisa suya. Allí, por encima de la cabeza de Urd, en la pared al final del salón y en medio de las miles de flores estaba un letrero de titilantes luces azules como los bellos ojos de la diosa, el cual arqueado sobre un circulo de luces rojas que encerraba un dibujo chistoso de una animada mini-Urd. Aquel letrero declaraba cómica e intermitentemente "¡Felicidades, te has enamorado de una diosa, mitad diosa y mitad demonio!".
¿Vaya falta de sutileza, no les parece? No es para extrañarse que Cheery haya caído desmayada sobre Urd al instante, arrojándolas a ambas sorpresivamente al suelo acolchonado por la gruesa alfombra de rosas invocadas por Urd. Esta última, muy complacida acariciaba dulcemente la cabeza de Cheery, dejándola reposar sobre sus senos mientras se reponía de la impresión. A su parecer las cosas habían salido bastante bien.
—Pudiste habértelo tomado mucho peor. Qué linda eres cuando duermes, Cheery. ¡Tan hermosa...! Descansa conmigo, mi amor. De seguro te sentirás mucho mejor por la mañana...
