No tan solo una chica.
—Creo que por fin estoy despertando —pensaba Cheery mientras lentamente recobraba la conciencia— me siento tan bien y relajada, tan cálida. Creo que todo ha sido solo un sueño... ¡Yo enamorada de una mujer! ¡Qué locura! A propósito, ¿Quién me está abrazando? Yo conozco este cuerpo, estos senos que me acogen con ternura me son sumamente familiares... ¡Pero es imposible! ¿Bliss?
Incorporándose con brusquedad, Cheery buscó desesperadamente de enfocar bien el rostro de la persona que tan consoladoramente le dejaba reposar sobre su busto, descubriendo prontamente que no todo había sido el sueño que ella creía. Allí, desperezándose graciosamente al mismo tiempo que dejaba escapar un largo y delicado bostezo, se encontraba nada más ni nada menos que la hermosísima diosa Urd, quien luego de estirarse y despertarse casi por completo, dejó caer de nuevo su cabeza sobre su almohada, mirando a la inexpresiva chica frente a ella con una sugestiva sonrisa y una sensual mirada enamorada a través de sus ojos entornados.
—Buenos días, corazón. ¿Qué tal dormiste? —Acentuó la voluptuosidad de su voz y su rostro— ¿Has soñado algo bonito conmigo, mi amor?
En aquel momento el rostro de Cheery resultaba ilegible, totalmente inemotivo como resultaba no permitía saber si estaba incrédula, enojada o sonámbula tal vez. Quizás solo estaba más allá del asombro al ver el comportamiento tan descarado de Urd luego de soltarle aquella bomba de la noche anterior sin la más mínima anestesia. Pero como ya dije, a menos que se tuviera telepatía era sencillamente imposible saber que estaba pasando por su mente.
—La muñeca... —Dijo como pensando en voz alta— Tú eras la muñeca.
—Aja. No fue una experiencia implacentera para nada en realidad.
—¿Qué? —Quizás ahora si se veía un poco enojada, no que a Urd pareciera importarle mucho— ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué rayos te proponías?
—Yo fui a espiarte, corredora misteriosa. Nadie sabía realmente como eras y eso me causó mucha curiosidad. A propósito, me sorprende un poco que te hayas tardado tanto en relacionarme con la muñeca ¿Acaso te distraigo tanto? —Más que vanidosa, Urd estaba siendo juguetona, pero sus avances parecían ser ignorados por la ahora entristecida y desconcertada Cheery.
—Yo solo... Supongo que saque una conclusión loca y errada. No importa, ha sido solo un pensamiento estúpido.
—¡No, no! Por favor dime lo que pensaste ¿Qué fue lo que creíste luego de casualmente encontrarte conmigo luego de haber visto la muñeca en tu trailer sin saber que se trataba de mí en realidad? —Se incorporó junto a Cheery y con un gesto suplicante le acarició su mejilla surcada de cicatrices— Por favor dímelo ¿sí?
—Pues bien... —Finalmente dijo la chica luego de rehuir la mirada de la diosa por un rato, la miró a los ojos por un segundo, volvió a mirar hacia abajo para luego sucumbir ante la irresistible suplica en los preciosos ojos de Urd— La verdad es que creí que la muñeca era una especie de mensaje.
—¿Un mensaje, de quien, qué creíste que te decían?
—¿Sabes algo? —Volvió a levantar la vista, fijando sus ojos en los de Urd con intensidad— Ahora me doy cuenta del sentido de muchas cosas que has hecho y que en su momento me parecieron ilógicas. Ya sé por qué me preguntaste el nombre de mi hermana, por qué te ocultabas tras Skuld cuando fui a felicitar a Keiishi, y sobretodo como le hiciste para sacar ese lindo vestido verde de anoche de en medio de aquellos entre los que estaba segura que no lo había visto en primer lugar. Todo tiene sentido ahora.
—¡Oh, linda! —Urd tomó una de las manos de Cheery y la apretó levemente entre su propia mano y su mejilla— ¿No quieres decirme lo del mensaje? Está bien, cielito, no tienes que hacerlo...
—La psicología inversa no te funcionará conmigo —cariñosamente le pellizcó la mejilla a la traviesa diosa, quien sonreía como una niña ante aquel tierno regaño— Pero está bien, para ser completamente honesta contigo, al verte luego de haberme encontrado esa linda muñeca... Bueno, como de seguro recordaras, la muñeca, es decir tú haciéndote pasar por muñeca, o más bien la imagen de aquella muñeca me recordó mucho a mi hermana, mi hermana gemela Bliss. Así que... Luego te vi a ti, y no pude evitar pensar que aunque improbable era perfectamente factible que aquella misteriosa muñeca, que ya todos mis compañeros de equipo habían jurado desconocer de donde provenía, fuera un mensaje de ella, de Bliss. ¡Qué locura! Yo tan solo te vi, así tan llena de vida y alegría, tan atrevida, desinhibida y segura, tan todo lo que amaba de ella, tan todo lo que creí haber perdido para siempre una vez que ella...
Su voz se quebró de pronto, Cheery había estallado en llanto y contagiado sin querer a Urd, quien saltó de inmediato a abrazarla, trayendo de nuevo su cabeza hacia su cálido y amoroso busto.
—Está bien, mi amor. No digas nada más, por favor. Estoy aquí para ti y puedes llorar todo lo que necesites...
—¡Yo la maté! —Gritó de pronto, aferrándose con fuerza al torso de Urd— ¡Yo la maté y nunca antes había llorado por ella! ¡Soy un monstruo, un demonio!
Lejos de asustarse por semejante confesión inesperada, Urd se sintió abrumadoramente conmovida por la voz y las copiosas lagrimas que Cheery derramaba sobre su pecho, empapándole hasta el corazón.
—Está bien, ya todo eso paso. Ya todo se encuentra en el pasado...
—No lo entiendes. No entiendes que yo pensé que esa muñeca era un mensaje de Bliss que me decía que todo estaba bien ahora, que me había perdonado. —Se separó de Urd para poder verla de nuevo a los ojos— Luego te vi y de lo más locamente asumí que además... Que además me había mostrado a la persona perfecta para ayudarme a conseguir de nuevo mi alegría. ¿No ves que sí nada de eso es real entonces yo podría no estar realmente enamora...?
Impulsivamente Urd le estampó un apasionado beso en los labios a Cheery, quien por un segundo trató de resistirse, pero que al instante siguiente estaba abrazando a su amada diosa y besándola con tanto ímpetu que casi parecía que ambas estaban tratando de devorarse mutuamente.
—¿Y bien? —siguió Urd risueña luego de aquel beso— ¿Te queda alguna duda de que somos la una para la otra luego de ese rico beso, Cheery querida? Yo te amo, Cheery. Ahora ven —se levantó tomando de las manos a su amada, tratando de hacerla levantarse de la cama.
—No, espera, hay algo más que no puedo esperar para decirte, en especial luego de toda la honestidad que me has mostrado. Ha sido algo brutal y quizás ambas estamos yendo demasiado rápido, pero igual sé que no estaré tranquila hasta que termine por lo menos de contarte lo más importante respecto a lo que acabo de confesarte.
—Está bien, mi amor —dulcemente se arrodilló frente a la afligida chica sin soltarle las manos ni un momento— ¿Qué más quieres decirme?
—Primero que nada quiero que sepas que yo aún amo a Bliss, que mi hermana era la luz de mis ojos y la mayor alegría de mi vida a pesar de las grandes diferencias de carácter entre nosotras, ella era sumamente dulce e ingenua, mientras que yo siempre he sido bastante dura y desconfiada. Quizás fue por eso que aquellos malditos se aprovecharon de mi ausencia para acercársele y engatusarla con un supuesto contrato de modelo, pero lo que en realidad querían era usarla como actriz en películas sucias. Para garantizar su cooperación los muy bastardos la volvieron adicta ¿Puedes creerlo? ¡Esos desgraciados utilizaron a mi hermosa e inocente Bliss como si no valiera nada su humanidad!. Al pasar unos días sin saber nada de ella, mi madre contactó a la policía, ellos lograron localizarla prontamente, la encontraron en un estado deplorable y se encargaron de llevarla al hospital. Mi madre se reunió allí con ella y luego me llamó a mí para informarme lo sucedido. Desde el otro lado de la línea yo la escuchaba furiosa, lo peor de todo era que la policía no podía hacer nada contra esos sujetos porque supuestamente no podían probar nada en su contra. Nunca pude creerle cuando me dijo que Bliss le había dicho a la policía que ella había conseguido y tomado las drogas por su propia voluntad al igual que había aceptado participar en esas películas. Y tuve razón al no creerle, pues tiempo después descubrí que le habían amenazado con lastimar a mi madre o a mí si hablaba, pero me estoy adelantando.
Para no hacerte el cuento largo, lo que sucedió fue que cuando a toda prisa regresé a casa al enterarme de todo el asunto, horrorizada descubrí el cuerpo de mi madre salvajemente mutilado en medio de la sala. Corrí a llamar a emergencias, pero al darme la vuelta ella estaba allí, totalmente fuera de sí, cubierta de sangre y sosteniendo un gran cuchillo de cocina entre sus manos. Se abalanzó sobre mí aullando como un animal —aún cuando trataba de controlarse y mantenerse dura, algunas lagrimas se le escapaban de nuevo a la perturbada muchacha— yo trate de dominarla, de inmovilizarla en todas las formas que conozco, pero todo fue inútil... Para cuando la policía por fin llegó ella ya estaba muerta también. Yo le había partido el cuello... Salvé mi vida a costa de la suya. Te confieso que a menudo deseo haber hecho todo lo contrario.
—No digas esas cosas, no es justo que te menosprecies de esa manera.
—Gracias por tus palabras, Urd ¿Pero puedes ver ahora por qué estoy tan afligida y puedo hasta dudar merecerte a ti y toda la felicidad que me das?
—No, no lo veo, y creo que debes estar alucinando si tú lo estás viendo ahora. Yo soy la Diosa del Pasado, así que créeme que sé de lo que hablo —luego de separar las solapas del kimono que le había puesto a manera de pijama la noche anterior, le besó ardorosamente en medio del pecho— te digo la verdad cuando te digo que todas tus penas pertenecen al pasado —siguiendo su ascenso, le besó también en el cuello al mismo tiempo que le hacía posar sus manos sobre sus tersos senos bajo su kimono, invitándola a estrujar sus erguidos pezones con sus delicadas palmas— así que es allí donde debes dejarlas. No las cargues más sobre tus hombros, estos hombros que ahora quiero para mí y en los cuales deseo dejarte miles de besos y miles de mordidas apasionadas —probando que hablaba en serio le descubrió los hombros a Cheery, haciéndola perder lentamente la cabeza con cada uno de esos sutiles besitos que le daba— es Urd, Diosa del Pasado quien ahora desea desesperadamente hacerte feliz en el presente, no solo porque sí mereces serlo —sujetando el rostro vivamente colorado de su amada le obligó a centrar su mirada en la suya— sino porque he prometido hacer todo lo posible por ser feliz yo también, y nada me haría más feliz que hacerte feliz a ti, Cheery amada mía.
Sin más compartieron un nuevo beso, todavía más profundo que los anteriores debido a que ahora estaban más determinadas que nunca a entregarse la una a la otra con todo su cuerpo y su alma. Sin apartar sus labios de los de Urd ni dejar de entrelazar su fresca lengua a la suya, Cheery dejó de masajear sus generosos pechos para proceder a subir sus manos hacia sus divinos hombros, pasando de arriba abajo sus manos por sobre sus brazos, desvistiéndola hasta la cintura. Por su parte, luego de dejar escapar sus brazos fuera de las mangas de su kimono, Urd buscó rápidamente el nudo del obi que se ceñía alrededor de la cintura de Cheery, desatándolo con un poco de brusquedad y haciéndolo latiguear en el aire al momento de arrojarlo a un lado. Con prontitud apartó los pliegues del kimono, pasando entonces a sentarse a horcajadas sobre el regazo descubierto de Cheery, rodeando sus costados con sus muslos y al mismo tiempo estrechando sus senos entre sus manos con gran avidez.
Cheery dejó caer sus brazos hacia atrás por un momento para despojarse de una vez de su vestimenta, ya libre de ella, con sus manos sobre los costados de Urd le levantó un poco su torso hasta que pudo tener aquellos codiciables pezones al alcance de su boca, chapándolos entonces como si su vida dependiera de ello, sorbiendo sedienta en extremo el delicioso sudor que bañaba aquellos pechos y mordiéndolos con el salvajismo de una leona en calor. Urd gemía con fuerza al sentirse poseída por aquella mezcla tan poderosa de placer/dolor que le brindaban los labios, la lengua y los dientes de su amante embravecida. Contagiada del feroz apetito de Cheery, haciendo gala de una agilidad digna de la gimnasia olímpica, la divina Urd logró ejecutar una maniobra de diez puntos en la que valiéndose de la flexibilidad de su cuerpo y la fuerza de sus piernas, con la cual quedó de espaldas a la felina Cheery. Con esto lo que pretendía era lograr atraer la atención de su amante hacia un pequeño detalle que se le había olvidado al estar tan embelesada con sus senos, y es que Urd también tiene mucho que ofrecer debajo de la cintura. Abrazada desde atrás por Cheery, con una serie de fuertes contoneos de su trasero sobre los muslos y el regazo de ella, con facilidad pudo hacerle entender lo que deseaba. Frustrada al ver que el condenado nudo no cedía, Cheery optó por inclinar suavemente a la divinidad hacia delante, apartando su bellísima cabellera revuelta de su espalda al pasarla sobre sus hombros. Luego de tenerla completamente acostada boca abajo, fue descendiendo por su espalda con tiernos besos y apasionadas lamidas, dejándola sentir cuan larga era su lengua, hasta llegar a la cintura, donde con ambas manos procedió a deslizar gentil pero fuertemente aquel estorboso obi, junto con lo demás, por encima de las suavemente curvadas caderas de Urd.
Por un rato mientras le despojaban de la ropa que le quedaba, la diosa permaneció tranquila, solo dejándose agasajar por los múltiples besos y lamidas que su dorada amante le dedicaba a todo lo largo y ancho de sus glúteos, sus muslos y el resto de sus piernas hasta que por fin Cheery terminó de deshacerse de aquel kimono con un leve tirón. Arrodillada, con Urd tendida aún boca abajo ante ella, mirándola picara y anhelantemente por encima del hombro y sonriéndole con malicia entre su cabellera plateada, por un segundo se sintió culpable por haber dudado que la amara, pero ese no era el momento para recriminarse nada. Estado allí ante la vista del exótico contraste entre la hermosa piel morena de Urd en contra de su nívea cabellera y sus ojazos azules, vistiendo solamente sus muchas pulseras adornando sus muñecas y delicados tobillos; era obvio que su brillo le invitaba a hacer más, con locura solo deseaba darles motivos para hacerlas tintinear.
—Así que... —Una gran sensualidad y deseo se escuchaba en la voz de Urd— Tienes a una diosa totalmente rendida ante ti, querida Cheery ¿Me pregunto qué querrás hacerme, mi amor? Soy toda tuya.
Un fuerte y ardoroso gemido acompañó esa ultima parte. Por su lado, Cheery, cada vez más sedienta y hambrienta del cuerpo y el amor de Urd, sabía muy bien lo que quería hacer.
—La regla de oro, Urd preciosa —voluptuosamente gateó contoneándose por encima de la expectante diosa, descendiendo luego sobre ella con todo su cuerpo y hablándole apasionadamente al oído— es hacerle a los otros lo que deseas que te hagan a ti.
Cheery hizo ladearse a la diosa de manera que ambas quedaron recostadas de cubito dorsal, la espalda de la divina contra los pechos de su inesperada amante, quien luego de besarle sujetándola por la mandíbula y frotar vivamente sus lenguas, ofreció dos de sus dedos ante la boca de Urd, tentándola dulcemente al juguetear con ellos sobre sus húmedos labios temblorosos. Con total desvergüenza Urd lamió aquellos dedos con toda su lengua, introduciéndoselos en toda su longitud dentro de su boca para humedecerlos antes de que cumplieran aquel propósito para el que tan solícitamente se les necesitaba.
Mirando cada una el amor de la otra en sus ojos, con gentileza Urd guió la mano de Cheery en su tan ansiado camino descendiendo por su cuerpo. Ambas sonreían alegremente por las cosquillas que les producían tanto los nervios como el roce entre sus cuerpos. A medida que se iban acercando al palpitante sexo de la diosa, esta a manera de bienvenida fue separando sus piernas, deslizando una sobre las de su conquistadora al mismo tiempo que ella hacía lo mismo con una de las suyas entre las de la diosa.
El poderoso gemido emitido por Urd al recibir dentro de sí aquellos dedos portadores del enloquecedor placer que la invadía por completo, solo pudo ser acallado por el profundísimo beso que compartió con aquella que tan de sorpresa le había conquistado el corazón de un día para el otro. Recorriendo primero suave y luego progresivamente cada vez más inclementemente el jugoso sexo enrojecido de Urd en todas las direcciones posibles y por un largo rato, sin descuidar por mucho tiempo ninguna otra parte de su cuerpo de la misma manera que lo hacía la enloquecida diosa, Cheery dio total rienda suelta al abandono de todo lo que le aquejaba de su pasado tormentoso, decidida a vivir de ahora en adelante solo para amar a Urd con todas sus fuerzas. Sus encomiados esfuerzos no tardaron mucho en realidad en rendir frutos, de eso estuvo segura al escuchar y ver como su amada diosa-diablilla arqueaba su espalda apoyada en sus brazos extendidos a los lados, con sus pechos agitándose en el aire con mucha fuerza al ritmo que le imponían los dedos danzantes dentro de su cuerpo mientras gemía, o más bien aullaba orgasmicamente desde lo más profundo de su ser. Aquel alarido se fue apagando poco a poco al igual que el cuerpo de Urd cesaba de moverse y se rendía sobre la cama jadeando trabajosamente.
—Modestia aparte —dijo en son de broma Cheery luego de retirar sus dedos del interior de la flor de amor de Urd y lamerlos como si estuvieran cubiertos de un magnifico caramelo— debo reconocer que para ser mi primera vez no lo he hecho nada mal ¿verdad que no? Bien, asumiré que esa miradita enloquecida que me dedicas es un "sí", mi divino cariñito —se rió un poco y hizo un ademán como de levantarse— ¿Quieres que tomemos una ducha?
—¿Adónde crees que vas? —Cheery volteó algo asustada al escuchar la voz casi diabólica de Urd, quien le había atrapado por una de sus muñecas con fuerza— Si crees que luego de estremecerme tan maravillosamente como lo has hecho hasta hacerme ver fuegos artificiales estallando en todo nuestro alrededor, yo soy capaz de tan solo dejarte ir con tan solo un poco de mi sabor en tus sagradas manos... ¡Estás muy equivocada, apetitosa señorita!
De un tirón arrojó a Cheery sobre la cama, dominándola por completo al acostarse sobre ella como si fuera una luchadora sometiendo a una contrincante. Con mucha fiereza gruñía levemente mientras clavaba sus ojos en los de la complacida y voluntariamente sumisa Cheery.
—¡Wow, Urd! —Exclamó con falsa inocencia— ¿Qué vas a hacerme?
—Tú... —Introdujo una de sus rodillas en la entrepierna de la chica, meneando sus caderas de manera de hacerla subir y bajar rozando su bien dispuesta florcita virginal— Nadie nunca me había hecho sentir tan plenamente amada en todos los aspectos...
—Tú también me haces sentir completa, mi amor... ¡Aaah! —Aquella mordida que recibió en su pezón fue la manera en la que la diosa le dio a entender amablemente que no quería que la interrumpiera. Aunque en realidad solo consiguió darle más ganas de interrumpirla.
—Nadie jamás me había hecho sentir tan necesitada en todos los sentidos. Yo sé que es a mí a quien necesitas más que a nadie en el mundo, así como yo te necesito más que a nadie en el mundo. Es una sorpresa para mí que me importes tanto —aceleró el ritmo de sus caderas al igual que incrementaba la excitación de Cheery— pero al mismo tiempo, ahora que estoy aquí sosteniéndote, sometiéndote dulcemente a mi pasión, siento que no es ninguna sorpresa —descendió por el cuerpo de Cheery, soltando sus manos, serpenteando con la punta de su lengua por todo el entreseno, su ombligo y su vientre al mismo tiempo que bajaba sus manos arañándole la piel por sobre los hombros, sus pechos y sus costados hasta llegar a sus nalgas, dejando tras el paso de sus uñas cinco ardientes surquitos rojos— sino todo lo contrario. Siento que es tan natural para mí amarte...
Sin decir nada más comenzó a lamer en rosáceo y acogedor sexo ante ella. Tal vez dejando escapar algo de su parte demoníaca, Urd le penetraba con su lengua salvajemente, una y otra y otra vez sin dejar de insistir en su empeño ni dejar de acariciar, palmear y arañar con loca pasión toda parte a su alcance de aquel agitado cuerpo que tan gustosamente le recibía. Cheery, estremecida en extremo por la hábil lengua que le despojaba sin piedad de toda posible inhibición, incansablemente danzaba con toda su extensa anatomía como si hubiese pasado de ser una leona a convertirse en una enloquecida serpiente que no podía parar de agitarse de un lado para el otro al ser presa de una fiera pantera que la devoraba con toda codicia en busca de su extasiante néctar apasionado. Al mismo tiempo que con ambas manos perdiendo sus dedos entre la alborotada cabellera de Urd como si quisiera auparla a exacerbar el ímpetu de las arremetidas de su lengua contra su placida flor, la chica nórdica levantó sus caderas obligando a su divino amor a seguirla hasta quedar arrodillada como si fuera a pararse en cuatro patas, pero abrazándose a los fuertes muslos que rodeaban su cabeza en lugar de apoyarse con sus manos en el suelo. Valiéndose de la prodigiosa extensión de sus piernas y su flexibilidad, Cheery aprovechó de hacerle otra pequeña demostración de sus habilidades amatorias, primero al masajear su espalda con sus talones a la vez suaves y ásperos, y luego torciendo sus piernas y separando sus muslos en una forma tal que no solo pudo darle un acceso mucho más pleno a su linda florcita, sino que además también logró pellizcarle los pezones con sus dedos y acariciar sus bellos senos con sus pies bamboleantes al ritmo de sus caderas danzantes.
No quedándose atrás ante todas esas atenciones, Urd procedió a sentarse con la espalda muy erguida, apoyando entonces los carnosos glúteos tiernos y firmes de su amor sobre sus manos un poco por encima de su pecho, sosteniéndola en alto desde abajo como si fuera un sabroso mango que estuviera comiéndose en ese momento. Fue entonces que sorprendió a Cheery con una maniobra solo apta para diosas, pero que solo un demonio era capaz de realizar. Apoyando todo el peso de su cuerpo, más lo que recaía sobre ella del peso del cuerpo de su amante, sobre su trasero, Urd fue capaz de hacer aparecer sus piernas a los costados de Cheery como si sus pies fueran las cabezas de dos gruesas y voluptuosas víboras, con la punta de sus dedos paso haciendo cosquillas por encima de sus costillas, dibujando luego pequeños sobre las zonas más sensibles debajo de ellas; todo aquello estaba haciendo delirar a Cheery, quien no podía dejar de jadear y pegar alaridos al igual que sentía perder la razón, viendo doble y hasta en tecnicolor toda la habitación que daba vueltas a su alrededor. Pero Urd aún no había terminado, sin dejar de chupar con todas sus ganas al sentirse tan incitada por los gemidos y la forma en la que su chica adorada le abrazaba la nuca con sus tobillos, devolviéndole el favorcito que acababa de hacerle e inspirada por su iniciativa, uso sus pies para aumentar el desesperante enloquecimiento de su enamorada restregando sus pechos con las dóciles plantas de sus pies, e incluso llegando a alcanzar sus trémulos labios ansiosos con uno de sus pulgares, el cual fue bienvenido por la emocionada lengua de Cheery, recibiendo luego una buena chupada dada y recibida con mucha gratitud.
No hubo nada que pudiera contener los gritos desesperados de Cheery al ser impactada casi hasta hacerla perder la conciencia por aquel orgasmo inducido por la afrodisíaca Diosa del Pasado. Pasó como cinco minutos antes de que pudiera soltar aquellos magníficos pies que apretujaba contra sus pechos con todas sus fuerzas, y otros cinco antes de que pudiera recobrar lo suficiente la cordura como para poder ver claramente de nuevo, encontrándose entonces con la mirada contempladora y amorosa de su diosa, quien no dejaba de acariciar sus desfallecidos muslos luego de dejarla descender sus posaderas sobre su regazo. Con un pequeño esfuerzo y ayudada por la incansable Urd, la belleza nórdica pudo después de un rato incorporarse para sentarse entre las piernas de la diosa, abrazándola con todas sus cansadas extremidades con el mismo cariño con el que ella le rodeaba y sostenía con sus brazos.
—Y eso mi extenuada amiga es lo que yo llamo "hacer el amor" —dijo la picara diosa juguetonamente.
—¡Oh, mi diosa! ¡Mi diablilla! ¿Cómo he podido vivir todo este tiempo sin saberlo? ¡Y más aún! —Agregó con ardor— ¿Cómo he podido vivir todo este tiempo sin ti? —Estampó un agradecido beso en sus labios.
—No lo sé, querida y fiera Cheery. No lo sé al igual que no sé como he podido yo vivir toda una eternidad sin ti. ¿Sabes? Una parte de mí cree que fuiste creada especialmente para ser feliz conmigo y hacerme feliz.
—¿Y la otra parte...?
—La otra parte quiere que nos hagamos de nuevo el amor ahora mismo, quiere poseerte y que me poseas como si fuésemos mujeres-panteras de la selva ¿Alguna objeción?
Qué hermosa risa compartieron, qué maravilloso abrazo ese con el que se compenetraron, qué felices pueden llegar a ser los que se entregan sin reparos a su destino ¡Qué felices los que están lo suficientemente locos como para tomar el riesgo...!
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Disclaimer: Todos los personajes de Oh! Megami-sama son copirigth de Kosuke Fujishima, lo cual deberías saberlo ya. Digo ¿Es que crees que voy a andar por ahí diciendo que son mios? ¿Estás acusandome de algo, pequeño saltamontes? ¿Eh? ¿Qué estás mirando, quieres un pedazo de mi mente? ¿Eh? ¿Eso quieres?
Volviendo a la calma, todos los eventos aquí relatados son producto de mi alucinante ficción en cooperación con varios de mis demonios; cualquier parecido con la realidad o con personas reales vivas o muertas es una simple casualidad, lo que es una verdadera lastima ya que no me caería mal conocer a una mujer exacta a Urd... Eto... El uso que hago de personajes y elementos de otros cuentos con copirigth que no me pertenece, lo hago a manera de prestamo y sin ninguna intención de cometer delito alguno, muy a diferencia de lo que estoy dispuesto a hacerte a ti si descubro que estás robandome mis historias, en cuyo caso te rastrearé como si fuera un sabueso del averno con toda la mala intención de proporcionarte unas largas seciones de tortura que harían que tu sufrimiento se convirtiera en una leyenda incluso en lo más profundo del Infierno.
Atentamente: Nishido.
Nota: si deseas conocer más sobre Cheery y sientes cuiosidad por leer mis cuentos originales, estás gustosamente invitada o invitado a buscarme en Gracias por tu atención.
