Así comenzó.

Una parte de Cheery nunca abandonó aquel sueño. Desde el punto de vista de lo que sería la ciencia ficción, podríamos imaginarnos a la Cheery del sueño como una persona completamente diferente, una versión alternativa de la original viviendo en un universo paralelo; pero para no enrollarnos con lo que podía ser una tremenda contradicción como la posibilidad de infinitos múltiples coexistiendo con fronteras definidas, quizás lo mejor sea solo aceptar románticamente que una parte de su alma simplemente era tan feliz allí viviendo con Urd y compañía, que logró encontrar el poder suficiente para hacer su sueño verdad. Virtual, alternativa o lo que fuera, igual para Cheery Hammerarm era una hermosa realidad.

Cuando no estaba viajando por cualquier motivo, sus días en casa de Belldandy y Keiishi eran sumamente tranquilos y placenteros. Al principio no quería hacerlo, mudarse a vivir con Urd tan repentinamente, es decir, cuando ni siquiera habían tenido una sola cita formal ni lejanamente habían seguido los pasos que toman las personas normales antes de tomar una decisión tan importante; el hacer algo semejante parecía la mejor manera de llevar su apenas naciente relación hacia un inevitable y espectacular final a lo crash n burn;o para apegarnos a nuestro hermoso Español: hacia un inevitable y espectacular fracaso cataclismico, pero aún así al final accedió a hacerlo gustosa, más que nada porque Urd supo espantar su miedo, recordándole su capacidad para lograr hasta lo imposible, diciéndole:

—Eres la novia de una diosa, ¿qué posibilidades había de que eso ocurriera?

Con semejante argumento, a pesar de su falta de lógica, a Cheery solo le quedó una cosa que responder.

—De acuerdo, pero quiero tener mi propia habitación.

De buenas a primeras la idea no le agradó mucho a Urd, pero luego de que comprendió que aquella condición era la manera precavida y sabía de Cheery para que se lo tomaran con calma, incluso pudo verle sus ventajas al asunto.

—Está bien, tendrás tu propia habitación, pero me reservo el derecho a entrar a hurtadillas, meterme debajo de las sabanas mientras duermes luciendo dulcemente angelical y despertarte con una mordida donde primero me provoque. Y además demando que si no vas a dormir conmigo todas las noches, al menos tengas la mínima decencia de escabullirte en mi cuarto cuando esté en la ducha, meterte en ella cuando esté completamente descuidada y enjabonadita, y luego te aproveches de mí sin piedad. ¿Estamos claras, señorita?

Cheery asintió doblemente roja de vergüenza y desde luego excitación. Ingenuamente pensó que podía imaginarse como sería su vida con Urd, pero obviamente no tenía la menor idea.

Como dije, sus días en su nuevo hogar eran sumamente tranquilos y placenteros, o por lo menos tanto como podían serlo una vez que se acostumbró a las ratas parlantes, las explosiones repentinas, los martillos gigantes voladores y esos extraños conejos que Skuld estaba persiguiendo a cada rato. Así es, todo era la más pura paz y tranquilidad para Cheery, era grandioso volver a ser parte de una familia.

Lo primero que hizo a la mañana siguiente a la pequeña pero calurosa fiesta de bienvenida, no muy temprano que digamos pues estaba gratamente molida luego de la aún más calurosa bienvenida de Urd, fue arremangarse la camisa y disponerse a poner su nuevo cuarto en orden. La habitación ya estaba limpia, nada de extrañar considerando que había llegado a la casa de una verdadera ama de casa perfecta como su cuñada, pero una vez que abrió las puertas y se encontró con el inmaculado orden vacío de su cuarto, la mente le quedó de pronto en blanco. Había un pequeño detalle que se le había olvidado.

—¿Qué te pasa, cariño? —Urd estaba por allí cerca, con cara de niña regañada porque Cheery no quería dejarla arreglar todo con su magia. Ahora estaba algo curiosa viendo la cara de perdida en el espacio que había puesto su chica— Pareces un alma perdida enfrentando un abismo infinito. ¡Vaya, hoy amanecí poética! Pero en serio, ¿no te ha agradado tu cuarto?

—El cuarto está muy lindo, es espacioso y bien iluminado, pero no sé porqué tenía programado en mi mente que tenía que trabajar mucho en él. No sé porque pensaba que tenía un montón de cosas que arreglar, que mover y ordenar si yo…

El ambiente se cargó de una ligera tensión dramática. Mientras era observada por la cada vez más ansiosa Urd, Cheery había cerrado lenta y pesadamente los ojos. Su congoja le estaba encogiendo el corazón a su amor.

—Cheery ¿Qué sucede? Me preocupas.

—Es que yo… Urd… —Suspiró larga y profundamente, ya su diosa estaba a punto de llorar— Yo… No tengo muebles.

Tres segundos después el fuerte alarido soltado por Cheery tras ser firmemente pellizcada en el trasero por Urd, retumbó por toda la casa e hizo salir volando a los pájaros que descansaban en los árboles vecinos.

—¡Hey! ¿Por qué hiciste eso? ¡Me dolió mucho!

—¡Es para que aprendas a no asustarme de esa manera, tonta!

—¿A quien le dices tonta, tonta?

Se sacaron mutuamente la lengua y se dieron la espalda cruzando los brazos con gestos de enojadas. Pasaron un rato en silencio.

—¿Crees que esto valga como nuestra primera pelea, Cheery?

—Creo que no, cielo, pero ha sido una buena practica. ¿Quieres practicar la reconciliación también, Urd?

Cruzaron una mirada picarona por encima del hombro, y como la práctica hace al maestro, no tuvieron problemas para pasar los siguientes cinco minutos perfeccionando su manera de hacer las paces con un beso. Aún estaban en la muy melosa primera etapa del enamoramiento, no había quien las soportara, pero se veían tan lindas.

—Espera, espera… —Urd se apartó un poco para calmar la situación— Tranquila, mi fierecilla. Mejor dejamos la práctica para después, tenemos que hacer algo sobre esto.

—¿Sobre qué?

Urd señaló con un movimiento amplio toda la habitación, amoblada solo por una lámpara de pie y un futon.

—¿No te parece que esto está un poco vacío?

—Puedo vivir con menos, por mí está bien así.

—De ninguna manera. No voy a permitir que mi reina viva en una habitación tan escuálida; sin ofender, Belldandy.

—No me ofende. —Como salida de la nada, la recién mencionada pasó junto a nuestras chicas, cargando una cesta de ropa recién recogida del tendedero.

—¡Vaya! ¿Cómo supiste que estaba cerca?

—Mi hermanita es casi omnipresente, o eso creemos todos. Pero no nos desviemos del tema. El asunto es que eres una persona prospera, inteligente y muy bella; por todo esto y más te mereces lo mejor del mundo, es decir, mereces tener una habitación que celebre la maravillosa persona que eres. ¿Me entiendes?

—Creo que sí y gracias por todo lo que dijiste. En realidad luego de pasar tanto tiempo viviendo en trailers, hoteles y todo eso, tener un lugar que realmente se sienta como un hogar sería fantástico. Está bien, arreglaremos la habitación, solo que sin demasiados lujos ¿Ok? Por favor, no quiero nada extravagante.

—Okidoki, Cheery. Ahora déjame pensar… Bonito, pero no demasiado lujoso… —Pegó un salto y dio un grito de alegría, sorprendiendo a Cheery y casi sacándole el corazón del susto— ¡Ya sé a donde tenemos que ir! Pero necesitaremos ayuda. ¡Oh, Skuld adorada! —Gritó a voz en cuello— ¿Quieres acompañarnos a hacer algunas compras?

Del otro lado del jardín interno se abrió una puerta. Skuld apareció luciendo muy contenta.

—¿Qué clase de compras?

—Algunos muebles para mi cuarto. ¿Te animas?

—¿Muebles?

—Sí, cariñito. Y necesitaremos la pick-up de Keiishi. ¿Te dejó las llaves?

Las sacó de su manga como en un acto de magia —Como siempre, aquí las tengo.

—¿Está bien que nos llevemos su carro sin decirle?

—Skuld, haznos el favor.

De su otra manga hizo aparecer ahora un celular blanco y rojo, sus colores favoritos. Marcó el 9 del discado rápido y esperó.

Moshi-Moshi.

—Hola, Keiishi. Necesitamos la pick-up para llevar a Cheery de compras. ¿Nos la puedes prestar, por favor?

Claro, solo recuerda las dos condiciones. Que se diviertan.

—Gracias, Keiishi. Hasta luego. Todo resuelto, podemos llevarnos la camioneta. Solo tenemos que respetar las mismas dos condiciones de siempre.

—¿Dos condiciones, cuales?

—Bueno, Cheery, la primera es que recarguemos el tanque con la gasolina apropiada sin plomo y la otra… —Miró a Urd para divertirse con la cara que había puesto, Cheery también notó su gracioso enojo— Es que por ningún motivo dejemos conducir a Urd. Esa última es por el bien de toda la comunidad.

—¿Y por qué no te dejan conducir, Urd?

—Porque aprendió a manejar usando solo las maquinitas del centro comercial.

—¡Eso no es cierto, Skuld! —Al instante siguiente parecía más avergonzada que molesta, se había sonrojado y chocaba la punta de sus índices mirando bajo— Aunque tengo que reconocer que me emociono un poquito cuando comienzo a acelerar.

Cheery se rió un poco nerviosa al imaginarse como sería eso. La oportuna intervención de Skuld la devolvió a la realidad.

—Oigan, se nos va a hacer tarde. Si vamos a donde creo, es mejor que nos vayamos ahora mismo.

—¡Tienes razón! Andando, cariño. —Tomó de la mano a su amada, sintiendo un repentino tirón cuando intentó llevarla consigo. Urd volteó enseguida para ver que pasaba.

—Nos iremos en un momento, Urd. Solo déjame ponerme algo más apropiado.

—¿De qué hablas? Estás perfecta para esta época de verano. ¡Vamos, no pongas esa cara! ¡Es crucial que no perdamos más tiempo o nos perderemos las mejores ofertas! ¡De prisa, corramos! —La haló de nuevo, pero con mucha más fuerza, esta vez Cheery no pudo evitar seguirla risueña.

—Espera, loca, aún estoy descalza.

—¡Skuld, busca algo que ella pueda ponerse en mi cuarto! ¡Por favor date prisa, te esperamos en la camioneta! ¡Y no olvides nuestros bolsos, encanto! ¡Gracias!

—¡Grandullona abusiva! —Sus protestas eran inútiles. Pateó el suelo gruñendo y se apresuró a buscar lo encomendado.

Al poco rato, Skuld abordó la camioneta y juntas partieron sin más demora. Su elección respecto a los zapatos parecía un poco extraña.

—¿No pudiste conseguir algo más cómodo, hermanita?

—No me fastidies, perdí demasiado tiempo tratando de encontrar dos medias del mismo par en tu gaveta y como al final simplemente no pude, tuve que tomar lo mejor de entre lo que tenía a la mano para que eso no importara. ¿No están tan mal, verdad Cheery?

—No, Skuld, están muy bonitas. Me las pondré cuando lleguemos; la verdad, me gusta manejar descalza, incrementa mi sensibilidad. Aunque ahora que lo pienso ¿A dónde vamos, Urd?

—Al mercado de pulgas Mitsuki. Nuestra navegante estrella te guiará con su GPS.

—¡Cuenten conmigo! Ya tengo la ruta más rápida trazada. Al bajar la colina, sigue derecho dos cuadras y luego dobla a la derecha.

—¡Entendido!

Cheery cambió de velocidad, desplazándose con fluidez entre el trafico ligero. Después de todo parecía que su día no sería tan aburrido.

La pick-up de Keiishi era un modelo de los 50, repotenciada con un motor nuevo y un excelente trabajo de pintura azul cielo. No tenía nada extravagante, era simplemente un hermoso clásico. Cheery estaba muy contenta de poder conducirlo. Y a propósito de Cheery, jamás se había sentido más country en toda su vida.

De aquella camioneta, la última en apearse fue ella. Melena dorada recogida, una franela de mangas arrancadas, pantaloncillos de jean recortados y como broche de oro aquellas botas vaqueras, con flamas desde luego. Cheery no podía creerlo, pero aún en medio de todas las otras chicas, japonesas jóvenes vistiendo sus inusuales modas, e incluso estando la siempre sexy Urd presente, a quien se le quedaban mirando era a ella. Jamás una fila para el telécajero se le había hecho tan larga. La maravilla de ser exótica.

—¡Suelta! —Cheery se sobresaltó un poco al sentir el dedazo de Urd entre sus cejas.

—¿Y ahora por qué fue eso?

—Has vuelto a fruncir el ceño. Con la fuerza que lo haces apuesto a que puedes abrir una nuez con tus cejas. Y a fin de cuentas ¿por qué la mala cara?

—Pues a que me siento incómoda con tanta gente mirándome.

—¡Oh, vamos! Si no son tantas.

Con su pulgar derecho Cheery señaló a un grupo de chicos escondidos entre algunos cachivaches, tomándoles fotos a ambas bellezas naturales con sus teléfonos celulares.

—Son solo chicos inmaduros y tontos —pícaramente les arrojó un besito a los indiscretos chicos, divirtiéndose mucho al ver como se asustaban y causaban un pequeño desastre— No deberías dejarte afectar tanto por esas tonterías.

—¿Y qué me dices de eso?

A su izquierda se encontraba un grupo de chicas con actitud tímida, tenían rato discutiendo risueñas entre ellas y mirando intermitentemente a Cheery.

—Bueno, eso sí parece bastante descortés de su parte. Me pregunto de qué estarán hablando…

—Yo las escuché cuando pasamos por su lado y comenzaron a discutir esas necias —intervino Skuld— Lo que pasa es que todas están seguras de haber visto a Cheery en alguna parte, pero no se deciden si fue en una película de acción o en un desfile de modas. Son unas tontas, no deberías prestarles…

No tuvo tiempo de terminar su consejo, Urd de pronto había pegado un grito con el que captó no solo la atención de las colegialas, sino de todo el mercado.

—¡Hey, chicas! ¡Todas están equivocadas! Si acaso la conocen, debe ser de la sección de deportes del noticiero o el periódico. Hagan memoria.

Fue graciosa la manera en que todas a la vez se llevaron un dedo al mentón y miraron al cielo, pero para Cheery ese detalle sobre el fracaso de su individualidad pasó desapercibido. De momento estaba abrumada con todos esos rostros a su alrededor y el peso de todas esas miradas y mentes que intentaban ubicarla. Era difícil decidir que era más vergonzoso, si saberse tan intensamente observada de pronto o el que les costara tanto trabajo reconocerla.

—¡La corredora!

Una reacción en cadena se desató luego de que una de las colegialas exclamara aquello emocionada. De pronto para sorpresa de Cheery y encanto de Urd, todo el mundo parecía saber quien era ella. La móvil multitud a su alrededor la saludaba, felicitaba o pedía autógrafos. Era evidente que Cheery se estaba poniendo nerviosa por todo el asunto. Urd intentó darle otro dedazo en su ceño fruncido, pero esta vez ella le atrapó la mano.

—¿Sabes que creo, Cheery querida? Que te estás perdiendo de una excelente oportunidad.

—¿Oportunidad de qué?

—De perder ese miedo que le tienes a no ser respetada por tu apariencia. Podría ser muy bueno para ti poder estar en público sin que estreses o te pongas agresiva sin necesidad, no importándote de más como luces.

—Yo no me pongo agresiva sin necesidad…

—Ese sujeto tiene rato mirándote.

—¿Dónde, Skuld? —No se dio cuenta de la trampa en la que había caído sino hasta que Urd la hizo notar como había cerrado sus puños. Estaba tan predispuesta que ni siquiera le prestó atención al hecho de que Skuld tenía rato que no apartaba la mirada de su palm. De momento se sentía como una tonta, pero…— Tienes razón, sí estoy un poquito agresiva.

—Está bien, amor; y muchas gracias, Skuld.

—De nada.

—Bien, cariño. Como yo lo veo, solo tienes que relajarte y no tomarte tan en serio la atención de la gente a tu alrededor. Solo se tan hermosa como eres y si no se ponen más impertinentes de lo debido, solo has oídos sordos y deja que lo malo te resbale. Y quizás un poco de vanidad no te haga daño, puede que incluso sonreír si ocurre algo que te agrade no sea tan malo.

Cheery respiró profundamente, entrelazando sus dedos al mismo tiempo que se estiraba todo lo que podía hacia arriba mientras inspiraba, para luego relajar su cuerpo mientras exhalaba lentamente dejando caer sus brazos a los lados. "Estoy lista" dijo y para Urd el que hubiera mostrado su ombligo en público sin darse cuenta era una buena señal. La chica estaba aprendiendo, parecía. De momento solo hacía falta salir de una vez por todas de aquella condenada cola.

—Al fin salimos de esa fila. ¿Creen que aún podamos encontrar cosas buenas?

—Claro que sí, Cheery —dijo Skuld con seguridad— aquí tengo ya listo un mapa del mercado y las rutas más rápidas a las mejores ofertas en muebles. Aún descontando el tiempo que podamos pasar distraídas con alguna cosa que encontremos por casualidad y que no sea lo que buscamos, todavía tendremos mucho chance de conseguir cosas muy buenas.

—¡Oh, así que eso era lo que te tenía tan calladita, hermanita! —Urd le pasó un brazo por sobre los hombros y le dio un cariñoso beso en la mejilla que hizo sonreír a Skuld orgullosa— ¡Siempre se puede contar contigo, eres la mejor!

—Lo sé. Bien, la primera parada es alquilar un carrito. Síganme por aquí…