Flamingo's Place

-Me lo prometiste ¬¬ -dijo en un poco convincente tono de amenaza el pelirrosa. Pasaban de las 10 de la noche y se encontraban frente a un local, "Flamingo's place". Yuki miraba con algo parecido a repulsión el cartel de neón rosa en forma de flamenco que acompañaba a las letras amarillas del nombre. Él y sus malditas promesas. No, no, él y su maldita doble personalidad.

-No pienso entrar en ese sitio –sentenció Yuki, con tono de pocos amigos y un leve tic en el ojo izquierdo. ¿¡Qué demonios tenía la cerveza que se bebió antes de prometerle eso?

-¡Pero me lo prometiste! Dijiste que si era un buen chico y hacía todo lo que decías, me acompañarías por una noche a donde quisieras. Y bien que te aprovechaste de que aceptara, eres un depravado –murmuró, aunque no con cara de que detestara las "depravaciones" de su amante-. ¡Y tendrías que agradecérmelo! Tengo un trauma infantil con los flamencos y estoy intentando superar mis temores para venir contigo –para más información, vean el tomo 1 de Gravitation.

-¿Trauma infantil? –se maldijo a sí mismo por haber preguntado.

-¡El examen! ¡Y Mika! La coliflor… el flamenco… Javier… coliflor… flamenco… -se transportó a una esquina donde se sentó, abrazado a sus rodillas, y comenzó a mecerse hacia adelante y hacia atrás mientras murmuraba esas palabras.

-Deja de hacer el crío. Entremos de una vez. ¡SOLO UNO! ¿Entendiste? Uno rápido y nos vamos –automáticamente Shuichi volvió en sí para ahora convertirse en una pequeña bolita rosa y peluda, que se apropió del brazo del escritor.

Entraron en el lugar, todo muy oscuro y algo tétrico. Al parecer el cantante se conocía muy bien ese sitio, pues fue sin problemas entre la penumbra hasta llegar a una puerta. Esta vibraba ligeramente, con un compás rítmico.

-¿Es aquí? –el chico simplemente sonrió, para aferrarse más al brazo del rubio y proceder a abrir la puerta. Por unos momentos se cegaron y casi les estallan los tímpanos, pero cuando cerraron la puerta y se acostumbraron pudieron ver el lugar.

¿Cómo describirlo? Era una grande y amplia sala, con una barra, algunos sillones en las paredes y una puerta que dudo mucho que dirigiese al baño. En el centro de todo, baldosas oscuras que a veces brillaban, cuando las múltiples luces de todo el arco iris, en sus giros y movimientos constantes, incidían en ellas. Todo acompañado por una música que superaba los decibelios recomendados como saludables. Una pista de baile.

La cara de espanto de Yuki de acentuó. Jamás pensó que llegaría a eso, pero tendría que recurrir a los trucos aprendidos de su hermana Mika: seducir como una ramera.

Se colocó tras su novio y, sacando todo el encanto Uesugi, le abrazó por la cintura. Se pegó todo lo posible al cantante y colocó sus labios junto a su oído, articulando lentamente y con sensualidad.

-¿Y si nos vamos a casa… nos duchamos juntos… no nos preocupamos de ponernos el pijama… y nos vamos pronto a la cama, Shûichi? Y nos dormimos tarde, muy tarde… juntitos… -para sonar más convincente, pasó una de sus manos bajo la camiseta ajustada del otro y le acarició suavemente el vientre. El cantante estuvo a punto de ceder, pero sacudió la cabeza e hizo que se separaran.

-¡Eres un tramposo! De todas formas seguro que lo haremos cuando volvamos a casa, y me dijiste que bailarías conmigo. De aquí no nos movemos hasta que no bailes conmigo –por el brillo de decisión que había en sus ojos, el rubio se dio cuenta de que no había nada que hacer. Mejor que pasara pronto.

-Vamos ya. Sólo uno, ¿entiendes? –Shuichi asintió feliz y le cogió de la mano para llevárselo a uno de los sofás que había libres. Estaba lleno de gente pero todos se encontraban bailando, sentarse era cosa fácil. Pidieron dos "cócteles de la casa" (mejor no saber qué llevaban las famosas bebidas) y permanecieron unos minutos quietos-. ¿A qué estamos esperando, si puede saberse?

-¡Quiero escoger una buena canción! Ya que sólo me dejas una… -pasaron los minutos y el escritor cada vez se desesperaba. No dejaba de ver parejas de todas las inclinaciones sexuales posibles moviéndose como borrachos. Y encima había ligado; un joven de unos 28 años, bastante metrosexual, no dejaba de hacerle señas, gestos obscenos y señalar la puerta que se encontraba en la otra punta de la habitación, la que habían visto nada más entrar. Más le valía a ese chico que su amante no le viera, pues era muy dado a los celos y, todos sabemos lo que es capaz de hacer el pelirrosa.

De pronto los ojos de Shûichi se iluminaron y agrandaron, ocupando un fondo de estrellas lo que antes había sido aire. Al poner atención a la música, un escalofrío cruzó la espina dorsal del escritor, que miró con pánico a su novio. ¿¡Es que quería matarlo antes de tiempo?

-Shûichi, no pienso bailar esto. NO. Ni loco. En tus sueños. Jamás. Never.

-P-pero… Yuuuukiiii… Esta canción… Esta canción… -al no tener ningún argumento capaz de convencer al contrario, decidió utilizar su último recurso. Recurso que hacía unas semanas atrás Hiro le había recomendado- Está bien. No bailes conmigo. Pero que sepas que, en ese caso, no me tocarás en una semana… o mejor: un mes –sentenció decidido.

-No digas estupideces… -la mueca de decisión no varió ni un milímetro en la cara del cantante- ¿Lo… lo estás diciendo en serio? ¿¡ABSTINENCIA?

-O bailas ahora o no podrás acercarte a menos de 4 metros de mí. Y como intentes buscar a alguien para sustituirme, ese mes se convertirá en meses –Yuki tragó saliva con dificultad. Sus opciones no eran muchas, y si no quería caer en síndrome de abstinencia por no poder tocar a su koibito en un mes, lo llevaba claro. Por mucho que le costara admitirlo, se había vuelto Shindou-dependiente, y no aguantaría demasiado. De todas formas era un simple baile, ridículo, pero baile al fin y al cabo.

-Esta noche me la pagas. Lo harás, y repetidas veces –murmuró mientras se levantaba y tiraba del brazo del chico, cuya cara era la representación de la felicidad.

Porque no podía ser tan malo, ¿no? Un lugar lleno de gente que te ignora, donde puedes hacer el ridículo sin que el de al lado te mire. Solo debía rezar para que al cantante no se le escapase nada sobre eso delante de sus amistades. Y también que se le quitara pronto de la cabeza el dichoso estribillo.

-Tienes que bailarlo bien, si no, no vale. Es mano-mano, mano-mano, codo-codo, hombro-hombro, cabeza-cabeza, cadera-cadera, giro, salto y vuelta –explicó, como si tuviera un doctorado en la materia-. Ah, y si cantas mientras lo haces es más divertido nOn

-¡Estás muerto, Shûichi! –demasiado tarde, el maldito estribillo ya estaba en su cabeza el estribillo de la canción que estaba bailando. Y prefería no entender la letra, o su odio hacia ella sería mayor.

Dale a tu cuerpo alegría Macarena…

Definitivamente, la próxima vez elegiría abstinencia.

Notas de la autora

El segundo reto de este conjunto de 30 fue a mala idea ¬¬ ¡Admítelo! Yuki bailando la Macarena… Al menos este me gustó escribirlo, he tardado tiempo por falta de inspiración pero aquí está. Antes este era el fic de Mandarina, pero como veo que voy a subir todos los retos, los recopilaré en este bajo el nombre de Challenges: The Not-Told Memories. ¡Read and Review!