Autora (s): Cristal y Umi
Disclaimer: No, lamentablemente nosotras no somos las dueñas ni de Harry Potter (quien le pertenece a Rowling), ni de Lord of the Rings (Tolkien). Así que por favor no nos demanden.
Resumen: Durante su decimosexto cumpleaños, Harry recibe un regalo de su madre. Un medallón. El cual lo transporta hacia la Tierra Media, el verdadero hogar de Lily Evans o mejor conocida entre su raza como Lisswen Tindómëwen.
Nota: Tienes algunas cosas del quinto libro, como la profecía y Umbridge (guacala). Pero Sirius aun continúa con vida.
Advertencia: Slash, of course.
"Wings of the destiny"
Capitulo 2: Rivendell
La suave luz de la tarde caía sobre el rostro de Harry, que estaba acostado en una cama blanca de sábanas suaves al tacto y perfumadas. Lentamente abrió sus ojos y estos se fijaron en el techo. No era un techo blanco como el que había en la enfermería de Hogwarts sino todo lo contrario. Era un techno de vigas oscuras y hermosamente esculpidas. Se levanto lentamente y observo a su alrededor, estaba en un cuarto hermosamente decorado que no solo era amplia sino también luminoso, las ventanas tenían casi el mismo tamaño que la pared.
"Harry al fin despiertas"- exclamo Iris, quien estaba en una canasta, en la mesita de noche al lado de la cama
Harry dirigió sus ojo hacía su fénix, este paresia tener mas plumaje, se pregunto cuanto tiempo había pasado.
"Has estado dormido por cinco días" explico "Te desmayaste luego de que nos rescataran, estabas agotado y el frió hizo que tuvieras fiebre y deliraras por cuatro días, recién anoche la fiebre dejo de agobiarte" agrego algo angustiada
- ¿Donde estamos?-
- Estas en Rivendell, la casa de Lord Elrond, Señor de Imladris- explico una suave voz desde la puerta de la habitación-
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Lord Elrond se encontraba en su despacho, entre sus manos había un medallón y una daga. Ambos fueron hechos por un herrero elfo, de eso no había duda alguna. La belleza y las palabras elficas escritas en la daga y el medallón confirmaban su teoría. Pero su mente no dejaba de preguntarse una y otra vez, como era que ese niño poseyera esos dos tesoros.
- Ada (Padre) - llamo su hijo, Elladan- ¿Como esta el niño?
- La fiebre dejo de atormentarlo anoche y hasta el momento no ha despertado-
- ¿Lo interrogaras?
- Por supuesto que si, no puedo permitir que haya extraños en Rivendell-.
- Y si...ese niño es...bueno tu sabes...hijo de Lisswen- dijo algo trabado, realmente deseaba que ese pequeño fuera hijo de Lisswen-
- Si es, cosa que no puedo asegurar pero tampoco negar. Se quedara-
- ¿Tienes alguna idea de como pudo llegar hasta aquí?- pregunto-
- No lo se, ion (hijo)- respondió en un suspiro-
- ¿Y si el no quiere quedarse? ¿Y si quiere regresar a su mundo?-
- Elladan- Elrond levanto su mano para imponer silencio- Aun no sabemos si ese niño es hijo de Lisswen, no saques conclusiones antes de tiempo.
Elladan suspiro y movió su cabeza afirmativamente. La puerta del despacho se abrió, revelando a Elrohir, el hermano gemelo de Elladan
- ¿Ya despertó?- preguntaron tanto el señor de Rivendell como su hijo
- Si. Arwen y Aragorn están con el. ¿Lo interrogaras ahora?-
Elrond movió su cabeza afirmativamente, tomando la daga y el medallón se encamino hacia una habitación del lado Norte de la casa. Seguido muy de cerca por sus hijos gemelos.
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Era una hermosa mujer, de belleza etérea y piel pálida, cabellos largos y ondulados de color negros, acompañados de preciosos y familiares ojos grises-azulados que guardaban un brillo especial. A su lado había un hombre de cabellos castaños, rostro moreno y ojos perspicaces de color grises claros. Ambos eran rodeados por un aura especial, la mujer expulsaba un aura parecida a la de su madre, llena de bondad, belleza y sabiduría. Mientras que el hombre irradiaba nobleza.
Por un momento Harry juro que estaba viendo a sus padres que le sonreía, cerró sus ojos mientras sacudía fuertemente su cabeza. No, ellos no eran sus padres y...tampoco creía que lo llegaran a ser.
Iris miro con pena a su amo, podía sentir el dolor de Harry en carne propia, no solo estaban unidos mentalmente había una conexión especial entre ellos. Algo que aun Harry no entendía. Pero ellos dos estaban destinados a estar juntos, ser compañeros. El destino había predicho que ella seria una de las guardianas de Harry James Potter. El único con el poder suficiente de acabar con la oscuridad.
Arwen vio la tristeza en esos ojos verdes y sintió un deseo nacer desde el fondo de su ser, era un sentimiento extraño, jamás lo había sentido, era un cariño sincero...maternal. Se pregunto si eso era lo que sentían las madres al ver a sus hijos tristes, con ese sentimiento de reconfortar a sus pequeños.
- Mi nombre es Arwen Undomiel, soy la hija de Elrond- se presento con una inclinación- Mi compañero es Aragorn, hijo de de Arathorn- el hombre hizo una inclinación también- Pero dinos cual es tu nombre, pequeño- agrego con una dulce sonrisa
Harry fijo sus ojos en ella, que debía hacer, responder con la verdad o darle un nombre falso. Confiar o no confiar. He ahí el dilema
"Puedes confiar en ellos Harry" -Iris lo miro con seriedad "Después de todo ellos fueron quienes nos rescataron y si hubieran querido matarnos, ya lo hubieran hecho o te hubieran dejado morir por la fiebre"
- Mi nombre es Harry James Potter- bajo su cabeza con agradecimiento y respeto
Aragorn pensó que el niño tenia un nombre extraño, pero confiaba en aquel chico, no sabia por que, pero el estaba sintiendo lo mismo que Arwen. Deseaba protegerlo, cuidarlo y amarlo. Se notaba fácilmente que el pequeño había pasado pro mucho. Sus ojos estaban llenos de una madurez inusual, que solo el sufrimiento de las injusticias te puede dar. Pero también había bondad y algo de esperanza.
Iris pió, suavemente, su voz estaba volviéndose mas musical y hermosa a medida que crecía. Los fénix no solo eran conocidos por su fuerza a la hora de cargas cosas muy pesadas y por renacer de sus cenizas, también eran reconocidos por su hermoso canto. Que solo podía compararse con las voces mas privilegiadas.
- Interesante amiga es la que posees Harry James Potter- dijo Arwen quien acaricio la cabecita de Iris- cuando la vimos nos sorprendió mucho. Jamás habíamos visto un pájaro parecido en toda la Tierra Media
Harry asintió, así que si estaba en el mundo de su madre. Bueno ya no se podía volver atrás, se dijo mentalmente, ahora tendría que cumplir con lo que su madre le había pedido y tratar de regresar a su mundo lo antes posible. Pues aun el no terminaba con su tarea, con su destino. Internamente Harry odiaba esa palabra al igual que la palabra Responsabilidad. Y aun que no deseaba que ese momento llegara, sabía que no podía abandonar a los suyos.
Dejo sus pensamientos de lado al escuchar unos pasos en el pasillo acercándose hacia su cuarto. Rayos con sus, nuevas, orejas puntiagudas podía oír hasta la caída de un alfiler.
Arwen se acerco a Harry y le tomo la mano al ver que su padre entraba al cuarto. Sabia que las personas se llegaban a intimidar ante la presencia de su padre. Pues a pesar de ser medio elfo, el era respetado tanto por hombres como por elfos, además su caracter no ayudaba mucho.
Elrond entro a la habitación y por primera vez, sus ojos se encontraron con los de Harry. Verdes. La imagen de una elfa de belleza inigualable, rubia de ojos verdes y la de una bebe de cabellos rubios-rojizos y ojos verdes, invadió su mente.
Cerros sus ojos y prácticamente podía escuchar la risa dulce de ambas. Sonrió para sus adentros. Pero rápidamente recupero su compostura. Debía saber quien era ese muchacho en realidad. No debía caminar sobre falsas esperanzas. Que finalmente lo herirían mas tarde, no solo a el, sino también a su familia.
Harry pensó que el elfo se le hacia demasiado familiar, pero no recordaba de donde. Pero sus ojos...eran iguales al del elfo que vei en sus sueños, ademas su aura indicaba sabiduria y autoridad. Pero no era posible que fuera el mismo, ¿o si?.
- Me alegro que al fin hayas despertado- pronuncio con seriedad- Nos tenias muy preocupados- agrego
- Siento haber causado tantas molestias- dijo algo apenado
- No tienes que disculparte. Pero me gustaría saber como llegaste hasta aquí y quien eres en realidad- inquirió- Puedo ver que eres elfo pero también posee una gran cantidad de magia, muy poderosa y debo agregar que tengo el presentimiento que no perteneces a la Tierra Media-
"¿Que se supone que debo responderle?" pregunto mentalmente a Iris
"Si realmente queremos regresar, tendremos que confiar en el, parece ser alguien poderoso" le respondió
- Mi nombre es Harry James Potter- el elfo asintió- Lord Elrond usted esta en lo correcto, soy elfo pero también mago y no pertenezco a la Tierra Media sino a un mundo paralelo a este-los presentes abrieron enormemente sus ojos a excepción de Elrond-
- ¿Se puede saber como llegaste aquí?
- En realidad no lo se. Durante mi decimosexto cumpleaños, recibí unos obsequios de mis padres y recuerdo haber tomado la daga de mi madre y murmurar unas palabras que no recuerdo con exactitud- con esto Harry comenzó a buscarla, pero no la encontró
- ¿Buscas esto?- Elladan le mostró la daga de su madre
- Si, esa es la daga que mi madre me obsequio- Arwen, los gemelos y Aragorn miraron al señor de Rivendell. Elrond cabeceo y Elladan le entrego la daga-
- Eso quiere decir que tus padres deben estar muy preocupado por ti- pronuncio Arwen con una extraña nota de esperanza
Harry la miro fijamente durante un segundo y Arwen pudo apresiar un dolor genuino en ellos, acompañados de la culpa.
- No lo creo señorita Arwen- sonrió tristemente- mis padres murieron cuando tenia un año de edad por un mago Oscuro. Yo vivo con mis tíos durante unos meses al año y paso la mayor parte de mi tiempo en una escuela de magos-
Los presentes quedaron impresionados, los gemelos apretaron sus puños con fuerza y cerraron sus ojos con pesar, mientras que Arwen cerró sus ojos tratando de no dejar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Aragorn observo con pena al muchacho, el sabia que era crecer sin padres, el había perdido a su padre a una joven edad, casi ni lo había conocido y su madre murió pocos después, pero el había contado con el apoyo de su familia adoptiva. Pero algo le decía que ese muchacho no había contado con el cariño de nadie en mucho tiempo.
Elrond sintió una puñalada en su corazón, el había sido quien había enviado a Lisswen a otro mundo, para salvarla del destino que le esperaba en la Tierra Media pero resultaba ser que solo la había condenado a la muerte.
- Lo mejor será que me vaya, no quiero causar más problemas-
- ¡No!- exclamaron los hijos de Elrond
El Gryffindor los miro sorprendidos y ellos solo sonrieron apenados.
- Harry- Elrond se aserco a el- ¿tu madre sabia que era una elfa?-
- Si, el director del colegio a donde asisto me dijo que cuando mi madre estudiaba para convertirse en una bruja, ella había descubierto que era una elfa, aun que ella nunca supo quienes eran sus padres verdaderos. Esta daga era lo único que mi madre tenia de sus verdaderos padres - suspiro- se que parecerá una locura, pero antes de despertar aquí, soñé con ella y me pidió que buscara a su familia...que ellos me necesitaban así como yo los necesito a ellos...pero no entiendo lo que dice la daga- poso sus dedos sobre la hoja filosa
Elrond tomo las manos del niño que vivió entre las suyas y sonrió con tristeza, antes de fijar sus ojos en los de Harry. Un escalofrió recorrió el cuerpo del Gryffindor al ver esa mirada llena de melancolía y cariño sincero. Como el amor de un abuelo. Pues era una mirada bastante parecida a la que Albus le daba.
- Dice: Lisswen Tindómëwen, la Flor del crepúsculo estrellado, hija de Celebrian y Elrond, usa esta daga.-
Elrond no necesito leerla, pues ya sabía lo que decía aquella daga, la daga que le había dado a su hija antes de enviarla a otro mundo. Para protegerla
Harry abrió grandemente sus ojos, Elrond, acaso Lord Elrond era su abuelo...esos significaba...que al fin había encontrado a su familia...pero...a pesar de la felicidad que sentía, dos simples palabras, rompieron aquel encanto...
- ¿Por que?- inquirio tristemente
No entendía, el por que habían abandonado a su madre. Acaso no la amaban, era un estorbo y aun así su madre le había pedido que los ayudara.
Sintió rencor hacia esas personas, no importa que tan amables habían resultado ser, unos padres que abandonan a sus hijos, no merecían nada más que la repulsión.
Retiro las manos de Elrond y lo miro fríamente.
- Harry- pidió el medio elfo
-No, no quiero escucharlo- exclamo, sorprendiendo a todos por su tono de voz, jamás nadie se había atrevido a hablar así al señor de Rivendell. De esa manera tan fría y con tintes de repulsión
- Tienes que hacerlo, por favor- a Lord Elrond no le importaba humillarse frente a su nieto, quería que este escuchara su explicación, tal vez nunca lograría el perdón de su hija, pero no quería tener el rencor de su nieto, su único nieto
Las lágrimas amenazaban por desbordar, pero no se permitiría llorar, no delante de ellos.
Se levanto, sin importarle aun su condición débil, quería salir de ese lugar. Nuevamente estaba actuando precipitadamente y sin pensar ni escuchar. Pero no podía, dolía demasiado. Por que el mismo sabia que era sentirse rechazado por tu supuesta familia.
Merlín, estaba actuando como un niño, pero acaso no era eso lo que el era. Por que nadie veía que el apenas era un niño al que le habían robado su inocencia, su infancia con las injusticias, los maltratos y las mentiras.
"Harry tranquilízate" rogó Iris
La magia de Harry se estaba saliendo de control, las cosas frágiles temblaban ante la magia que poco a poco se escapaba del cuerpo del chico.
Los elfos y el hombre habían retrocedido e inclusos muchos elfos que estaban alrededor de la zona de curación, se acercaron asustados por semejante poder. Temiendo por la seguridad de Rivendell y sus habitantes.
Pero Harry no escuchaba, su mente vagaba por los recuerdos de los maltratos que habían vivido. Si había algo que Harry odiaba eran las mentiras, los secretos. Pues el se había criado con ellos. Los Dursley le habían dicho que sus padres se habían muerto en un accidente, que eran unos monstruos, que su padre era un borracho mientras que su madre era una 'perra'. Cuanto le había dolido saber que la realidad era otra, que su padre había muerto tratando de protegerlos y que su madre había sacrificado su vida para salvarlo.
Luego cuando creía que la persona que apreciaba como un abuelo, le había ocultado su origen, sintió que le había robado su vida al enterarse a través de un periódico. Le habían prometido que desde ahora se le diría la verdad y les creyó, pero finalmente nadie parecía querer cumplir con las promesas que se le hacían y nuevamente le habían ocultado la razón por la cual Voldemort tenia tanto afán por matarlo.
La maldita profecía, su maldito destino. Las mentiras de Dumbledore y la Orden, las mentiras de Sirius, pues el sabia y no había dicho nada. El también había sufrido engaños pero aun así le había ocultado algo tan importante como eso.
Como podía confiar en las personas, si las personas que más amaba le ocultaban las cosas, le mentían y lo usaban como un arma. Por que era así como se había sentido. un simple instrumento, una herramienta para ganar la guerra
Y ahora, este elfo, quien había resultado ser tan amable y se había ganado el respeto y la confianza del chico. Le decía eso. Acaso podía seguir confiando.
Unos brazos fuertes rodearon su cuerpo tembloroso y fue aprisionado contra un pecho duro pero cómodo. Suspiro, se sentía bien estar ahí, entre esos brazos, protegido y amado era como se sentía.
- Tranquilo- murmuro Aragorn
El chico se veía tan frágil, pequeño. Era un niño pero se notaba que le habían hecho mucho daño, Arwen le había contado su sueño y se preguntaron si el niño realmente había pasado pro eso. Al parecer así era. Que tantas cosas le habían hecho a ese pequeño que fácilmente pedía amor a gritos.
Le rompía el corazón verlo así, sentía la necesidad de protegerlo de todo y de todos.
Arwen sonrió y a pesar de que el chico emanaba un poder que hicieron que varias cosas explotaran a su alrededor, no sentía miedo sino deseos de reconfortarlo como lo estaba haciendo el montaraz, se acerco hasta Aragorn y Harry con una manta entre sus manos y se la coloco suavemente alrededor del cuerpo tembloroso del gryffindor, para luego acariciar sus cabellos rebeldes suavemente, notando la cicatriz en forma de rayo que brillaba débilmente, seguramente causándole dolor.
-Tranquilo pequeño. Por favor escúchanos, no te cierres en ti mismo.
Harry escucho esas palabras lejanas pero aun así su corazón se fue tranquilizando al igual que su poder. Iris miro sorprendida como esas dos personas lograban tranquilizar a Harry, sabía que nadie lograban tranquilizarlo cuando este se ponía furioso. Pero ellos dos con un simple toque habían logrado hacer que el chico se calmara poco a poco.
Dumbledore había tenido que usar un hechizo para desmayarlo, la última vez. Pero ellos con un abrasado y una caricia acompañados de dulces y suaves palabras impregnadas de sinceridad, lo habían logrado.
Que tan necesitado de amor estaba. Se pregunto con pena.
Elrond, Elladan, Elrohir y los demás elfos presentes, vieron asombrados la escena. Ellos habían intentado acercarse al chico pero el poder que emanaba este hacia que se alejaran, los repelía. Pero, Arwen y Aragorn habían logrado traspasar ese poder sin problemas. Era como si alguien los hubiera protegido, los hubiera escogido a ellos dos para tranquilizarlo.
Harry cerro sus ojos, disfrutando de aquella mano suave, tan parecida a la de su madre pero a la vez diferente, se perdió en aquella caricia y esas palabras sinceras…sinceridad era lo que mas necesitaba en esos momentos.
Volvió a abrir sus ojos, al sentir que alguien acariciaba su mano y un suave que provenía de Iris y Arwen, no sabiendo cuanto había pasado en realidad. Miro a su alrededor, la habitación estaba bastante oscura y era iluminada por varias velas, eso indicaba que ya era de noche.
Arwen seguía acariciándolo, la cabeza de Harry estaba en su regazo. Aragorn estaba al lado de la dama, sonriéndole y tomando la mano izquierda del pequeño. Elladan y Elrohir, también estaban ahí, cerca de ellos, al igual que Elrond quien sostenía la mano derecha del chico.
Los ojos de Harry chocaron con los de Elrond.
- Por favor pequeño, perdóname-
- Cuénteme- pidió en un susurro, tan bajamente que los presentes tuvieron que esforzarse para escucharlo.
- Esto ocurrió durante la primera guerra contra Sauron, el señor oscuro de nuestro mundo, gobernante de Mordor. La guerra estaba cerca y el poder de Sauron aumentaba, la maldad cubría la Tierra Media y tu madre, había nacido durante esos días oscuros. No tenia posibilidades de sobrevivir, pues los elfos, estamos muy unidos con la Tierra, con la naturaleza. La maldad estaba acabando con muchos elfos, los agobiaba e incluso hubo algunos casos de muerte entre los más jóvenes. Tu madre se veía en peligro y ni mi esposa ni yo estábamos dispuestos a dejarla morir. No había alternativa más que enviarla a otro mundo, el Istar que nos ayudo nos prometió que ella estaría bien. Que era un mundo sin maldad en donde nada le haría falta, pues conocía a una familia que deseaba una hija. Finalmente accedimos a su propuesta y enviamos a Lisswen hacia la Tierra, en donde creímos que estaría segura.
- ¿Ustedes la amaban?
- Por que la amamos, permitimos que ella partiera, por que no deseábamos ver como nuestra pequeña moría. Si sentimos dolor al dejarla ir, pero sabíamos que estaría segura en tu mundo. Eso nos prometió el Istar
Harry asintió, vio tanto dolor en los ojos de Elrond, tanta sinceridad. Que sabia que no le estaba mintiendo, no lo habían hecho con maldad sino todo lo contrario, lo habían hecho por amor. Al igual que el había ido al ministerio al creer que Sirius estaba ahí.
- Perdón- murmuro con lágrimas- siento haberme desesperado
Elrond coloco un dedo para acallarlo
- No hay nada que perdonar. Comprendo tu sufrimiento. Ahora. ¿Tú eres capas de perdonarnos y darnos una oportunidad?
Harry sonrió débilmente y sus ojos volvieron a brillar mientras se levantaba del regazo de Arwen y encaraba a Elrond
- Si…abuelo- abraso a Elrond, quien tenia lagrimas de dicha, había perdido a Lisswen pero ahora tenia a su nieto y no permitiría que se lo arrebataran, no permitiría que el pequeño sufriera nuevamente.
Los presentes sonrieron. Con alivio y felicidad. En esos tiempos difíciles, en donde la maldad de Sauron volvía a aumentar, una luz llegaba a su vida, para iluminarlos y brindarle esperanza.
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